Partida Rol por web

Se estaba poniendo morá con el desayuno, madre mía que bien cocinaba su yaya. Estaba to reciente lo del viaje a Segóbriga y del Juancar y to eso, pero oye, el hambre no se la quitaba matar apollardaos, mucho menos la conversación con Don Faustino. Tiran un papel en la dirección del cagaprisas, mientras los negros se descojonan de algo. Se asomó a mirar el dibujo y no pudo evitar sonreír.

Al parecer el cagaprisas había tenío ladillas o algo así, pero ella no se había enterao mucho de los rumores porque había pasao unos días idílicos chiscando con su Paco, con cierta intimidad. Aquellos días le habían sio un descubrimiento en muchas cosas, sobre to en posturas y técnicas que le eran mu desconocidas. Ay su Paco, como quería a su Paco, como el Fausti se lo llevara a cruzar toa España en coche, lo ahogaría la noche de antes con las extensiones de pelo de china azul que guardaba para ocasiones especiales.

Total, que el cagaprisas se puso to loco y a ella le entró la risa tonta. Cuando se cargó el plato paró de reír, porque veía no solo como el cagaprisas la estaba liando parda, sino que aquello se llevaría su castigo y la vergüenza máxima pa la Toñi. Aquel pensamiento la animó a animar. -Dí que sí, cagaprisas, a ver si les damos casa y van a venir a descojonarse de ti- avivó un poco el fuego y rebañó su plato, viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos.

El cagaprisas veía todo en rojo y ni se enteraba de que le estaban hablando. Se le marcaban las venas de la ira por toda la cara. No iba a permitir que nadie hiciera risas de su empalmaera del otro día ni de la hostia que le pegó la Toñi. Al cagaprisas no se le toca la hombría.

¡A VÉH CABRONE! ¡¿QUIÉN ÉH EL PRIMERO?! ¡LOS TRÉH A LA VÉ SI QUERÉI! ¡ME CAGO EN VUEHTRA PUTA MADRE!

Cuando el Cagaprisas se levantó con el trozo de cerámica en la mano él cogió el tenedor. Si iba a ser pelea con armas, sería con armas. Aunque no era lo que él quería. A esos españoles se les iba siempre la fuerza por la boca, y a la hora de la verdad cuando había que pegarse, a las tres o cuatro tortas ya pedían clemencia.

Se bajó de la silla y echó la pelvis para delante y los hombros hacia atrás haciendo un gesto de "vas a venir que comerme la polla por debajo del culo". Los presentes dejaron de comer o miraron en aquella dirección, pues se mascaba la tragedia.

-¿Que dices, grandullón?, ¿que quieres que te una paliza?, ¿que no tienes bastante con las que te da tu mujercita?

Sus acompañantes, aunque no parecían dispuestos a sumarse a la manta de palos, sonrieron por el comentario.

-Si tienes huevos deja eso y peleamos a puñetazo. Como hombres, joder.

El Jose Luis lo miraba con ojos asesinos y tiró el trozo de plato al suelo con violencia. No se estaba jugando una luxación, ni una costilla rota. Ni siquiera se estaba jugando la vida. Para el cagaprisas lo que ahí se estaba jugando era más importante que eso: su nombre, su hombría y su casa.

Y que le den por culo a todo lo demás.

-¿TÚH QUIERE HOSTIA? PO VA TENÉH HOSTIAH, ME CAGO NEL COÑO QUE TESCUPIÓH JOPUTA -bramó.

Y se lanzó desde lo alto de la mesa volando contra el negraco.

Jose Luis atacó como una fuerza de la naturaleza, aunque el tipo esquivaba bastante bien. Tras unos golpes de tanteo en el aire consiguió darle en el pecho un puñetazo que sonó como el golpe de alpargata de una abuela. Bam.

Por su parte, el negro le devolvió un cate en la mandíbula bastante fuerte, en plan movimiento de boxeo. Era bueno en eso, o eso parecía. Menos fuerte que él, pero algo más hábil. La gente de alrededor se comenzó a levantar de sus mesas. Si se descuidaban y se escapaba una hostia a lo mejor cobraban antes del día 31.

Ahora si que lo había enganchao bien enganchao. Le tiró sobre una mesa con la siguiente hostia, haciéndole caer por el otro lado. Jose Luis se subió panza abajo a la mesa y el negro le recibió con una patada en el omoplato. Pero le había hecho bastante más daño al negro que él al granaíno.

La gente ya se apartaba y hubo quien reclamó a voces que alguien interviniera. Jose Luis tenía ojos de matar.

A lo mejor a Ramón y Vílchez el viaje les era aburrido, a Mari Cruz le estaba dando la vida. Distancia, silencio, belleza. Antes de todo no era raro que cuando se estresaba o encabronaba cogiera el coche y se dedicara a conducir por ahí. Hay a quien le da por chupar candaos y a ella por hacer kilómetros, mejor eso que una úlcera de estómago ¿No?

Jaén es hermoso, las lomas, los paisajes rocosos y sus saltos de agua, el infinito mar de olivos, la paleta de color, las casas blancas y los castillos dorados, si además se nublaba era ya algo insoportablemente bello.
Mari Cruz disfrutaba el paisaje a la par que meditaba, recordaba un par de cuadros muy tétricos y fascinantes que vio en Sevilla “In ictu oculi” y “Finis gloriae mundi” (“En un abrir y cerrar de ojos” y “El fin de las glorias del mundo”), quien iba a decir que todos esos sueños claroscuros del barroco, con la muerte planeando sobre los hombres y sus obras, acabarían haciéndose realidad. Mari iba más allá incluso, la naturaleza no solo seguía su curso impasible ante el colapso y derrumbe de la civilización humana, si no que parecía exuberante. Como Pripiat, el pueblo donde estaba la central nuclear de Chernovil.  El sol seguía saliendo y brillaba magnífico sobre el dolor, el miedo, los cadáveres... Respiró hondo, todo estaba más limpio, y siguió pensando, tal vez la plaga era un modo natural del planeta para autoregularse, para curarse y resetear la humanidad… una segunda oportunidad…
En estas disquisiciones profundas Vílchez, fugazmente cuando Ramón no miraba, le robaba un beso, le acariciaba el pelo o le tocaba el culo y ella salía de su ensimismamiento y le miraba como quien observa lo más misterioso, inesperado y fascinante del planeta. Flipaba, esa era la palabra, lo flipaba mucho, a lo mejor él no era consciente pero juntos estaban siendo partícipes del furor vital que lo impregnaba todo, así lo sentía Mari Cruz, que le respondía con gestos risueños . “Todos somos polvo de estrellas” recordaba.

Volviendo al tema… cuando dejaba de pensar en lo sacro para ir a lo profano, evaluaba las posibilidades de ampliar el perímetro e ir barriendo las hordas, reaprovechar viejos asentamientos, construir murallas, puentes levadizos, trampas… subida en el globo era como jugar al civilization.
Y hablando de informática, si algo le había trasmitido el tito Fausti era el sentido de lo histórico, así que al planear el viaje hizo acopio del botín que habían rescatado de una tienda de informática, baterías, tarjetas de memoria, un par de cámaras y un portátil potente, lo necesario no solo para ilustrar sobre el “Método Baños” si no para dejar testimonio gráfico de los otros asentamientos y del estado de la provincia.

La gente de Canena había respondido bien y con cuatro detallicos más se pondrían al nivel de Baños, además estaban en muy buena disposición de recibir sugerencias y trabajar, personas con la cabeza amueblada como Dios manda. Eso la tranquilizaba.
Cuando llegaron a Albanchez la sorpresa fue mayúscula, porque siendo muy poquitos y con un espacio y medios tan reducidos habían agudizado el ingenio de la hostia “ya podían tomar nota los inútiles de Segura”. Aún así… eran los que más difícil lo tenían para salir adelante, inevitablemente iban a necesitar apoyo externo, por mucho que se esforzaran, pero eso ya lo debatirían más tarde.
Sonrió ante la espontaneidd y el afán de la agente
-Jefa Castaño estará bien- no era plan de imponerle etiqueta militar a quienes no tenían que regirse por ella, menos aun cuando era gente que estaba demostrando savoir faire. Le ofreció la mano para estrechársela con sincero afecto, seria pero cercana –y este es mi compañero, Vílchez- la guardia civil siempre iba en pareja, eso no lo cambiaba ni el fin del mundo. -Nosotros también nos alegramos de estar aquí y ver que bien se han organizado. Les felicito-

-¿QUIEREH MÁH, CABRONASO? ¿QUIEREH MÁH, CHULO DE MIERDA?

Le iba a rematar, por que lo veía ya vendido. Pero el negro era un cabrón de recursos. Esquivó su patada rodando por el suelo y le pegó otra. Una patada directa a la bolsa escrotal, que sonó como si algo se hubiera roto. Cloc.

En esos casos el dolor te podía paralizar, y fueron unos instantes en los que Jose Luis no pudo hacer otra cosa más que apoyarse en una de las mesas, que casi la tiró por que era de caballete, y terminar sentado en el suelo cagándose en todo lo que se meneaba.

El legionario se fue a meter en medio, aunque todavía no se acercó del todo para interponerse entre ellos. Por que sabía que las hostias podían caer para todos lados.

-Vamos, vamos, machotes. Ya está bien. Ya sabemos todos que la tenéis muy larga. No hace falta abrirse la jeta para demostrarlo.

Levantaba las manos con las palmas estiradas.

La Kimberly apartó su plato, se subió a una de las sillas cuando todo el mundo hizo corrillo y se encendió un cigarro mirando la pelea. No iba a ser ella la que moviera un dedo para pararlos, lo estaba disfrutando como nadie. Daba caladas profundas y soltaba algún grito ahí de ánimo, pero ante aquella patada en los huevos hasta ella hizo un gesto de dolor.

-¡Te ha dejao estéril el jodío negro!- le gritó al cagaprisas, remarcando lo evidente.

Luego miró a Paco, su Paco, tratando de parar la pelea. -Cari, no te acerques mucho, que el negro tié mu mala leche y el cagaprisas más... No sea que te vaya a tocar la lotería tamién.

Jose Luis se levantó del suelo con los huevos chillándole en dolbisurraun. Se le veía en la cara que aquí había algo personal, algo que arreglar que solo él comprendía. Se tiró al cuello del negro como un pitbull.

-¡QUE TE MATO!

Las tornas se habían vuelto. Ahora la megahostia se la dió él. Le saltó encima y lo tiró al suelo, y ahí lo comenzó a estrangular, estrangular, estrangular. La cara era de un puto psicópata. Aquello podía terminar muy mal. El negro intentó quitárselo de encima pero no pudo, y cada vez le faltaba más el aire.

Entonces sonó un disparo. Un tiro al aire. Y todos miraron en aquella dirección.

El jefe de repuesto estaba allí. Carrillo, el del SEPRONA. Con la pistola en la mano y con el humillo de haberla disparado al aire hacía un momento. Ahora le apuntaba a él, como si fuera capaz de apretar el gatillo si hacía alguna gilipollez. Después de todo, era un cabrón imperturbable. Uno podía recordarle en escenas varias de su vida, como cuando su mujer amenazó con divorciarse de él por meterse con su suegra, cuando hacía maquetas de monumentos o cuando mataba apollardados con el cetme desde la muralla. Y en esos tres momentos de su vida, la misma expresión. La misma cara de moai. Como los tíos duros del cine.

-Jose Luis, quítate de encima del negro y siéntate tranquilo.

Sonaba a advertencia.

Le puso al tanto de lo sucedido. De como tras hacer acopio de lo esencial habían abandonado el pueblo, y ahora solo lo visitaban cuando era estrictamente necesario, utilizando armas de cuerpo a cuerpo y sigilo. Las balas les atraían y no era buena idea. Les contaron algo sobre el sistema Baños y les gustó. De hecho les pidieron algunas de aquellas herramientas, y ellos les darían buen uso. Gracias a Ramón habían instalado unas placas solares hacía una semana, así que tenían electricidad. Con ella iban tirando con casi todo lo que usaban, desde la nevera hasta el calentador de agua.

Sobre lo de cultivar, lo vieron bien. Tenían una ladera entera donde hacerlo. Solo les faltaban los materiales. Como eran pocos y podían cultivar mucho, la idea les sedujo. Podían "exportar" comida a cambio de otras cosas en un futuro cercano. Entonces la radio sonó unas cuantas veces, desde Baños, y uno de los que estaba allí les tomó el recado. Su tío estaba al aparato y quería hablar con ella. Cosas importantes, decía.

Miró al Basti, luego al negro, y otra vez al Basti. Le latían las sienes y las fosas nasales se abrían y cerraban, resoplando.  Aflojó las manos despacio y se levantó mirando al negrata. Se pasó el dorsó de la mano por la nariz sangrante. Respiraba como un toro engorilao.

-Sufisiente.

Miró a los otros dos negros. Si en vez de cabeza tuviera una polla, esa mirada sería el chorrazo de meo caliente con los que los animales marcan territorio. Ese chorro estaba diciendo "pamplina lah justah", "una y no máh", "cagaprisa rules". Señal de posesión y advertencia al mismo tiempo. Escupió al suelo un lapo de sangre.

-Ta bien, Carrillo. Ya pasó todo -dijo con sorprendente sosiego y recolocándose los huevos revueltos - ¡Tol mundo tranquilo! ¿vale? Ya tá.

La gente le miraba.

-Voy a tomá el aire -dijo, encaminándose a la salida con paso cochinero.

... ¿qué te pasa, Selui?...

Y tó pasó mu rapido. El cagaprisas encima del negro, el negro con la pata en los huevos del cagaprisas, el cagaprisas ahogando al negro...To en apenas unos segundos que se hicieron horas. Como si la puta pelea fuera en camara lenta. Hostia pa ca, hostia pa ya. Y entre hostia y hostia interviene el Paco, novio de la Kimberly pa poner paz. Pero al cagaprisas no le basta, que da lugar a que Carrillo tire de un pistoletazo. Y a tomar por culo to.

- !La víhen! Con lo bien quiba er desayuno - le miraba la merienda al cagaprisas, porque no me podia imaginar como ese hombre podia caminar todavia con la patada que le había metio el negro. Si sonó hasta cascar de huevos cuando haces tortilla. Le habían quitao el carné de padre. Su merienda sin duda pasaba por una puta crisis existencial, entre unas cosas y otras.

Él se acaba marchanado, yo me acerco un poco pa ver que tal.

- Seluí...Ve a vé a la médica que te vea la merienda...Queso ha sonao mu feo...
 

Mientras hablaban Mari Cruz tomaba notas y alternaba hacer fotos con Vílchez. Lo siguiente que quería hacer era supervisar el estado de las estructuras -Sería bueno mandaros a algún albañil para hacer arreglos de cara al invierno, que si en Septiembre andáis con chaquetones… en Diciembre os vais a quedar como polos. Lo bueno es que aislando bien las torres, usando braseros podeis calentar el ambiente con facilidad y sin necesidad de gastar electricidad o biodiesel…- otra cosa en la que pensaba era en que el lugar era enano, y si en Baños era difícil tener intimidad, allí sí que ni de coña, esperaba que fueran lo suficientemente fuertes de carácter para no dejarse agobiar por esa circunstancia. Los excesos de susceptibildad eran peligrosos para la convivencia y la supervivencia.
Se sorprendió de que la llamaran del castillo, miró a Jorge como diciendo “a ver que pasa ahora…” por lo menos no era Carrillo, lo cual le habría preocupado de verdad –Disculpadme- y caminó hacia la radio –Hola tito, soy Mari Cruz, dime, cambio-