Partida Rol por web

Este lugar sobrecarga mis sentidos, hay demasiadas cosas que ver y conocer. Nos vamos acercando a la plaza y cada vez estoy mas ansiosa, como todo lo que hemos isto hasta ahora esta llena de gente. Despues de unos momentos oteando se acerca, si puede que sea el Jedi, probablemente lo sea.

No puedo evitar acercarme quizas mas de lo que seria educado para observarlo, no se que espera ver que fuera tan fancinante pero aun asi lo hice - Un Zabrak! Y como siempre soy la unica chica en el equipo... - mientras daba vueltas a su alrededor mirandolo  con las manos a la espalda, no podia dejarde pensar " Pues no parece mas que un Zabrak con tunica..."

Cuando oigo la palabra soldados me agunto la risa mirando a mis compañeros y sin entender muy bien que tenemos que hacer - Valorum..? - digo por lo bajo, dandoe cuanta de que realmente no tengo ni idea de lo que tenemos que hacer, Pero a cada paso en este lugar algo nuevo se presenta..

Eeth sonrió amablemente ante el comentario de Quaad y dirigió la mirada hacia el otro hombre, un tipo verdaderamente alto e intimidante, sobre todo en un lugar donde su vestimenta, su actitud y sus armas resultan tan llamativas como fuera de lugar...igual que él mismo, un padawan jedi entre quienes rigen los destinos de la Galaxia. En la plaza del edificio de gobierno de la República no hay lugar para ejecutores o guardianes, sino para legisladores. Cosas de políticos.

Escuchó las dudas de Nakor y le respondió encogiéndose de hombros. Se detuvo un instante antes de comenzar, como procurando escoger al menos las palabras.

- No, me dijeron mercenarios. Reconozco que no sé mucho acerca de vuestro gremio, pero asumí que cuando un mercenario es contratado, pasa a ser soldado de quien lo contrata, al menos hasta que el contrato expira.

En cuanto a lo de Valorum, aún está por demostrar que sea un corrupto. Admito que ser político le otorga muchas papeletas para que lo sea, pero uno no debería juzgar a nadie demasiado duramente por su oficio. En todo caso, del rumor al hecho hay un largo camino que debe ser recorrido con cuidado. Hay muchos intereses que buscan un cambio de administración. Nuestra Orden, por lo que yo puedo decir, no conoce prueba de tal corrupción.

La plaza seguía atestada de gente. Unos y otros se desplazaban aquí y allá recordando a todos la importancia de aquel lugar. El movimiento en el Senado era la prueba de la rotación de la Galaxia.

- Bueno, supongo que ya estamos todos, ¿no es así? Sugiero dirigirnos ahora mismo hacia el edificio del Senado. El canciller nos estará esperando.

El zabrak se giró hacia el imponente edificio y lo observó con aire neutral, aunque hubo una ligera aprensión en su interior que le hizo apretar las manos que tenía cruzadas una sobre la otra. De repente, el peso de su sable láser se hizo evidente para él. Apoyado en su costado, era la herramienta con la que tallaría un futuro de éxitos o fracasos. La responsabilidad de una Galaxia en crisis y todo lo que hasta ahora no había considerado porque confiaba, en última instancia, en el veredicto de su maestro y en su tutela.

Miró a los demás y comenzó a andar hacia la puerta de entrada al edificio.

No dejo de observar al zabrak mientras me da su explicación, aunque en realidad tengo la suficiente experiencia para saber que son más importantes los gestos y reacciones que las palabras que surgen de su boca en estos momentos.
Sin duda lo que dice parece correcto y sensato en cierto modo, pero el hecho de que enseguida desvíe su mirada hacia otros lugares provoca que una de mis cejas se arquee visiblemente. Cualquiera diría que no es capaz de sostener la mía... Le daré el beneficio de la duda por ahora, así que me hago a un lado dejándole pasar.

-Estamos todos, así es- afirmo ante las palabras del jedi, observando a mis dos amigos de reojo para ver sus caras y tener una idea aproximada de lo que les ha parecido el encuentro.
Después me pongo en marcha entrando al interior de la alta torre, esperando que alguien nos detenga de un momento a otro puesto que me parece que seremos más fácilmente catalogados de terroristas de El Mayal que de "guardias" del Canciller.

-¿Te molesta ser la única chica?, ¿por qué no me lo creo?- pregunto a Numa con sorna una vez en el interior, recuperando su comentario de cuando nuestro nuevo compañero apareció.

Escucho la parrafada del Jedi explicándole a Nakor sus motivos, o mas bien hago que presto atención aunque mis ojos esten perdidos en otros pensamientos. Estar sin hacer nada y encima ahora de reunión me aburría profundamente, asique me encamine a una de las barandillas para mirar el colosal abismo que se extendia hacia abajo, lleno de aereonaves y basura, esos debían ser los suburbios. Ellos mismos eran barriobajeros en Tatooine y fijate ahora, con una cita con el senador.

Vuelvo a mirarles cuando Nakor me da un codazo avisando de que nos vamos y comienzo a andar tras ellos.

Calma coletitas, siendo la única puedes estar tranquila de que ninguna me robará, soy sólo para ti...

Sonrio de nuevo como un depredador y me froto la nariz tras pasar las puertas principales de la torre.

Pues si, parecia que una de las leyendas sobre los Jedi era cierta. Parecia alguien serio... en mi idioma estirado, quizas a lo largo del dia se suelte un poco mas. Sigo sin entender que hacemos aqui nosotros, si yo fuera el Canciller no creo que llamara a chusma d nuestra calaña teniendo bajo su mando grandes soldados, porque si la palabra mercenarios nos va al pelo. Trabajamos para el mejor postor.

-Por cierto ...Eeth,no? Si Eeth! Estas con nosotros en toda la mision? Es verdad todo lo que cuentan de vosotros? Lo de los poderes, las espadas laser, y esas cosas molonas? ...

No podia dejar de mirarlo curiosa esperando que pasase algo emocionante y a la vez un poco angustiada por la aglomeracion de ente y ese edificio de dimensiones impresionantes.

-No me molesta ser la unica chica, pero conocer a una mujer Jedi habria sido aun mas fascinante...- miro a los lados con cara de inocente -..eh.. sin animo de ofender...

Eeth la observó un instante, intrigado. Parecía el tipo de persona que tendría una reacción explosiva en un momento de tensión. Convenía tenerlo en cuenta aunque sólo fuera por si acaso. Mientras se acercaban al edificio, respondió a sus preguntas.

- Pues sí, así es. Manejamos la Fuerza, por decirlo de alguna forma, y tenemos espadas de luz para ayudar en nuestro cometido... también por explicarlo brevemente. Lo de si es "molón" o no, no sabría asegurarlo. Dominar el manejo, algo para lo que a mí aún me queda mucho, conlleva tiempo, paciencia y disciplina.

Hizo una pausa y se encogió de hombros antes de referirse al otro comentario.

- Por supuesto, no es ninguna ofensa. He pasado tiempo fuera de Coruscant, y al volver no he encontrado aquí a muchos de los que conocía, de modo que me siento de alguna forma nuevo aquí. De todos modos, si nos encontramos con alguna padawan en el camino, intentaré presentártela.

El pequeño grupo formado para la protección del canciller había tomado contacto en la plaza y, entre presentaciones, se dirigen charlando hacia la torre del canciller.
Aún faltan unos minutos para vuestra reunión con el canciller Valorum. La plaza del exterior de la oficina del canciller supremo, muy por encima de la superficie de Coruscant, el planeta urbano, está repleta de gente. Hay algunos obreros instalando tribunas, aparentemente peparando algún mitin o discurso que daría el canciller.
La plaza es una zona extensa y despejada, rodeada por una columnata. A un lado hay un edificio enorme, y una serie de columnas sostienen un dintel de mármol que bordea los otros tres lados.

La mayoría de la gente se encuentra en una larga fila, esperando entrar en la torre. La fila serpentea alrededor de las cuadrillas de obreros y las tribunas elevadas mediante repulsores, y acaba en mitad del extremo norte de la plaza, que en sí mismo es un enorme balcón de la torre.

Apenas lleváis un par de minutos en la cola cuando un quejido exasperado se escucha en la multitud.

"Una cola de cuatro horas ? Esto es ridículo !!"

Parece que váis a llegar tarde a la cita...

-La Fuerza...- repito por lo bajo algo aturdido ante las palabras de Eeth, parte de las cuáles ni siquiera comprendo pero supongo que lo haré con el tiempo. Por el momento está cumpliendo las expectativas que tenía preconcebidas de alguien de su orden, lo cuál no está mal para poner un poco de orden y razón al grupo, creo que nos hará bastante falta.

Subimos en los turboascensores y enseguida llegamos a la parte superior que da acceso directo a la torre en sí, sin embargo no esperaba la cola con la cuál nos topamos pero de todos me sitúo al final de la misma mirando con escepticismo lo larga que es por encima de la mayoría de cabezas que la componen.
Observo a través de las fisuras del lugar los pisos inferiores, la sensación resulta vertiginosa y apuesto a que organizar una carrera con plataformas flotantes en ése sitio sería de lo más emocionante.

Una sonrisa traviesa se empieza a formar en mi cara con éstas ideas descabelladas, pero se borra por completo al oír el quejido del tipo.
-¿Cuatro horas...? Lo ridículo es que no se quejen- replico antes de empezar a avanzar empujando sin tapujos ni modales a los que nos preceden para abrirme camino, y quizá a mis compañeros también, hasta poder llegar a las puertas o en su defecto a alguno de los vigilantes.
-Tenemos paso preferente, el Canciller nos espera- voy diciendo con voz cavernosa, fulminando con la mirada al que intente llevarme la contraria.

Eeth sonrió ante la impaciencia de Nakor. Había conocido otros mercenario en sus viajes. Eran gentes inmorales que no merecían ninguna confianza. Capaces de vender sus principios por dinero, o de traicionar a quienes les contrataban si daban con una oferta más alta. Una vez uno de ellos, un hombre inmenso llamado Wertz Cadariss había rebanado el cuello de la misma persona que protegía, con una sonrisa amplia de satisfacción al ver el rostro de sorpresa de su "cliente". Consiguió escabullirse con dos disparos de blaster en el cuerpo, y durante un tiempo permaneció huido. Finalmente su maestro lo encontró y, como se resistió al arresto, lo mató. El pobre mulo no tuvo ninguna oportunidad, a pesar de su tamaño. Art-lohma lo descuartizó como a un filete de búfalo Ontar sin inmutarse. Wertz no debió encontrarlo nada gracioso en aquel momento.

El padawan aún se estremecía al recordarlo. La carnicería era lo de menos. Lo que más le impresionó fue el rostro de su maestro al acabar con el mercenario. Ni un gesto, ni una mueca. Daba la impresión de que había sido igual que si hubiera cortado en dos una mesa grande. Y él sabía que así debía ser...

Al menos, tenía la curiosa impresión de que estos mercenarios no eran iguales. No parecían de aquellos que dejaban toda moral por un sueldo. Según su maestro, ya habían trabajado antes para la República. Quizá era cierto. No debía desconfiar de la palabra del Consejo. Aún tenía mucho que aprender, no cabía duda.

Eeth siguió tras Nakor, andando tranquilamente. En cuanto pudo, se apartó a un lugar más abierto y buscó a un agente de la autoridad para hablar con él. No tardaría mucho en encontrarlo, sin duda. Nakor estaba llamando bastante la atención.

Su mente voló entonces por el reino de las posibilidades, y confió en que tuvieran permiso para las armas que portaban. Una cosa era calmar una situación agitada, pero si los agentes ven que quien monta el revuelo está armado...

Sonrio ampliamente cuando Nakor comienza a dar empujones y abrirse paso a la vieja usanza de Tatooine. Alzo ambas manos y comienzo a gritar tras de él , divertido.

¡¡¡¡ Abran paso señores !!!! ¡¡ Muevan su aseado y perfumado trasero, porque llegamos tarde !!

Gracias , gracias -voy asintiendo a la gente malhumorada y que pide explicaciones pero antes de que puedan decir mas ya los he pasado , de pronto dislumbró a dos bellas ¿emisarias? pero los empujones de mis propios compañeros me impiden poder dedicarles mas que un piropo rápido.

¡Ey! Nos vemos luego preciosas!

Ya voy, ya voy..

No había visto tantos tios juntos desde la final de vainas..

Sonrio ampliamente ante la idea de conocer a una Jedi, no sabria explicar el porque pero me resulta mas curioso ver ese tipo de comportamiento en mujer. La fuerza...peculiar la forma en la que habla, puede que sea por la serenidad pero todo lo que ha dicho a sonado culto y sabio, quizas si yo hablase mas despacio y con calma pareceria una persona mas respetable. Tendre que pensarmelo...

Cada vez tenemos mas gente rodeandonos, y esa idea no m gusta nada, seria tan facil robar o matar cuando tienes pegado a todos lados a alguien. Y derrepente esas palabras llegaron a mi " Cuatro horas!!!" - estaran de broma...que aun no he comido...- cuando mis ojos volvieron a su posicion vi que ante nosotros la gran locomotora nos estaba abriendo un pasillo, asi que me pegue a el y me limite a seguir sus pasos intentando contener la risa ante sus gritos

Os váis acercando a la zona de la puerta principal a la torre desde la plaza entre empujones y los vociferios de Nakor, que se abre paso determinante entre la muchedumbre congregada.
Mientras os mezcláis con la multitud, escucháis diversas teorías de la inesperada aglomeración de gente. El principal rumor tiene que ver con las amenazas de muerte al canciller, y hay bastantes quejas por la ineptitud del personal de seguridad.
Cuando llegáis cerca de la puerta de la torre, donde la gente parece estar más masificada, véis unos guardias registrando a los visitantes en la entrada del edificio, pero se ven superados por la gran cantidad de gente que pretende entrar.

- Tenemos paso preferente, el Canciller nos espera. - dice Nakor con voz cavernosa a un agotado guardia de seguridad humano, alto e imponente.

El guardia mira altivo a Nakor, y parece estar de mal humor e irritable, a la vez que superado por todo el gentío agolpado. Otros guardias continúan registrando y solicitando credenciales a los que intentan acceder.

- Me da igual lo importante que creáis que soys - os dice - Me han ordenado que la gente entre sólo después de haber sido registrada. Tendréis que esperar vuestro turno.

El padawan se adelantó para llamar la atención del guardia. Su maestro le había recordado muchas veces que la sóla presencia de un jedi era una herramienta poderosa para solucionar un altercado. Había comprobado que en determinadas personas actuaban favorablemente ante la condición de jedi. Un guardia de la República que trabajaba en el edificio del Senado en Coruscant era sin duda una de esas gentes. Acostumbrado a ver jedi y conocedor de sus costumbres y ánimos pacificadores, además de una buena ayuda en circunstancias complicadas. En fin, alguien que, presumiblemente, serviría para hacer su trabajo más sencillo. Era de esperar que tuviera cierta predisposición a ayudarles a ellos, al menos sería más fácil que le ayudase a él que a un hombre desconocido y armado que intentaba entrar a empujones.

- Buenos días. Perdón por las formas de mi compañero, pero lo que dice es cierto. Hemos sido citados para reunirnos con el mismo Canciller para un asunto de la máxima urgencia. Yo mismo he recibido instrucciones del Consejo Jedi. Estoy seguro de que no querrá hacer esperar al Canciller, estando tan ocupado en asuntos de relevancia, y por otro lado no supondrá ningún transtorno que nos permita el paso. Sólo somos cuatro.

Sin excesivo esfuerzo conseguimos llegar hasta las extensas puertas, donde al parecer se están llevando a cabo una serie de registros que no me hacen la más mínima gracia... Después de todo si vamos a ser guardaespaldas necesitaremos nuestras armas a buen recaudo.
Uno de los guardias se dirige a mí negándonos el paso, por lo cuál le observo de forma desafiante, emitiendo un gruñido gutural como lo haría cualquier animal justo antes de saltar a la yugular de su presa.

Doy un paso más hacia él, empezando a acercarme peligrosamente, pero deteniéndome cuando el jedi decide interponerse adoptando una postura más diplomática.
Decido intentar recobrar mi escaso autocontrol y me sitúo justo detrás de Eeth, preparado a contraatacar ante cualquier gesto que se pueda considerar agresivo u ofensivo contra él.

-Será mejor que le haga caso, ya está teniendo un día lo suficientemente malo como para encima ganarse un despido...- sonrío con cierto cinismo que enseguida borro de mi rostro para volver a una expresión seria y fulminante, pero todavía expectante.

El guardia os lanza una mirada de soslayo intentando guardar la compostura cuando escucha al humano de largas rastas y vestimenta poco apropiada para el lugar al que pretende ascender.
- Será mejor que den media vuelta y se larguen de aquí, ahora.
Su mirada se centra ahora en el jedi, aunque no parece muy convencido ante su elocuencia.

Eeth asintió ante la decisión del guardia.

- Comprendo su decisión, y hace bien su trabajo. Créame que no le interrumpiría en su labor a menos que fuera algo verdaderamente necesario. Si ha tenido contacto con la Orden, sabrá que no tenemos por costumbre saltarnos las leyes ni las normas a menos que haya un buen motivo para ello - aquello era mucho suponer, pero no le haría mal remarcarlo -. El Canciller se hará cargo de su situación, y sin duda agradecerá que haya hecho esta excepción, pues su tiempo es, como sabe, limitado. Igual que usted trabaja por su seguridad, nuestra entrevista tiene que ver directamente con ella, de manera que puede decirse que estamos empeñados en la misma labor.

Mantuvo la serenidad en su último intento. No le gustaría retrasarse, y menos durante 4 horas, pero no recurriría a la Fuerza para resolver algo tan nimio. Bajo el faldón de sus ropajes, sin embargo, su pie tamborileó impaciente el suelo. Ya no dependía de él.

Cuernitos había tomado la iniciativa así que decidí no abrir la boca al menos durante 10 minutos. Aquel guardia no parecía el tipo de tio que sepa valorar un buen chiste de propulsores dinámicos, ni con el que te irías a tomar un par de Lums. Desde luego yo me moriría en un puesto así: la rutina era algo que odiaba en mi vida y una de las razones por las que decidí meterme en esta alocada misión. Si tuviera que registrar a cada una de estas miles de personas me quedaría tieso, aunque claro, depende de que personas..

Je..

Sonríe para si mismo, ausente, con la vista perdida en el suelo y sus roidas botas.

Tras la paciente charla del zabrak, el guardia suspira de tal manera que casi parecía que le echaran un par de sacos de gnol sobre el hombro.

- Está bien jovenzuelo - dice mirando al joven padawan mientras alza su mano derecha, señalando al grupo - tendré que ir a comprobarlo, no os mováis de aquí - advierte -

Se dirige a uno de los guardias de la puerta, apenas son cuatro y dos de ellos registran a los ciudadanos mientras el otro solicita la documentación pertinente. Apenas se oye lo que dice entre susurros, pero os parece captar algo sobre "estos capullos". Ciertamente, no parece que el desconocido guardia tenga uno de sus mejores días.

El zabrak ignoró el comentario y observó alrededor mientras esperaba con cierta impaciencia. La plaza era un hervidero, con gente de aquí para allá, algunos trabajando, los menos simplemente de paseo. Sin duda, tras acabar las obras, al día siguiente sería digna de contemplarse.

 Eeth se cansó pronto de mirar, de todos modos. Su interés estaba más bien en el interior del edificio, y no quería llegar tarde a su primera misión en solitario.