Partida Rol por web

PRÓLOGO

Sharn, Fiesta de la Casa Cannith. Torre Barth

Shanna baila con aquel desconocido. Tan sólo sabe de él que hace poco que ha llegado a Sharn. Pero la educación cortesana de la princesa le impide demostrar demasiada curiosidad hasta no haber dejado transcurrir los obligados momentos de tedioso protocolo.

¿Tedioso?

¡En absoluto! Es apuesto, elegante, sabe hacer reír a una princesa y baila como un ángel. Y además tiene esa mirada profunda, atemporal y azulada de los elfos.

Ni siquiera le ha dicho su nombre. Cuando ella le ha preguntado por su nombre el únicamente  le ha contestado. “ Alteza, soy el afortunado que va a invitarle a bailar esta noche.” ¿Quién hubiese podido resistirse…?

Desde una esquina de la sala Edirél Beläzar contempla el baile. Y contempla a Shana. No está ociosa como el resto de la gente, miembros de la casa Cannith y nobles. Está allí para trabajar y para proteger a la princesa de cualquier peligro. Para eso le paga. Mira alrededor suyo. Todo parece tranquilo o, al menos, todo lo tranquilo que puede estar dentro de las frivolidades típicas de este tipo de eventos.

Fuera de la fiesta se encuentra Khala Senta. Controla el acceso al palacio donde tiene lugar la fiesta de la Casa Cannith. Edirél lo controla desde dentro y ella, afortunadamente, hace lo propio desde fuera. Es una forma rápida y tranquila de ganar oro. Y, al menos, puede respirar el aire tranquilo.  Mira hacia abajo desde uno de los balcones de la torre y no puede evitar sentir una oleada de vértigo que le recorre el cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta detenerse en la boca del estómago con un espasmo.  Por debajo de ella hay cientos, muchos cientos de metros , hasta la base y la parte profunda de la ciudad. Su vista regresa  hacia ella deteniéndose  puntualmente para admirar la miríada de puentes y aerocalesas flotantes que recorren el espacio entre la titánica torre que ocupa y las torres vecinas.

-Disculpe, caballero, ¿me permitiría hablar con la princesa…?- dice la dama interrumpiendo el baile entre princesa y desconocido.

La dama, a quien Shana, Edirél y khala conocen de hace pocos días, trae una copa de vino para ella.

-Perdona Shana por interrumpir tu baile...Por cierto ¿ quién es ese apuesto elfo?- pregunta desconcertada por un instante-. En fin…Esta ciudad es cada día más compleja y anónima.- Hizo una pausa antes de continuar.- Te agradezco que hayas venido al fin. Necesito de tu ayuda. De vuestra ayuda… ¿Recuerdas que te dije que necesitaba en alguien de confianza para hacer llegar un mensaje a unos amigos? Pues he pensado en ti- dice discretamente mientras aparta a Shana hacía una de las paredes de la sala-. Tengo que contactar con ellos pero temo que si les mando un mensaje directamente a ellos  termine siendo interceptado. Dicen que por cada misterio o secreto hay alguien deseando descubrirlo. En Sharn por cada secreto hay más de diez que quieren descubrirlo. Necesito que tú se lo entregues. Esto es lo que haremos: pasa por la estación de mensajería de la Casa Sivis regularmente. Te mandaré un mensaje , sus nombres y la forma de localizarlos. Una vez lo tengas házselo llegar de la forma más rápida y acompañalos…

La charla dura unos minutos más. Lo suficiente como para que la banda termine la anterior canción y empiece una nueva. La dama se despide de Shana y abandona el lugar.

-Ahora me veré obligado a pedirle que me conceda otro baile, alteza- dice el desconocido sorprendiendo a Shana.- La verdad es que para llevar poco tiempo en La Ciudad de las Torres conoce ya a bastante gente- le dice mientras la acompaña a la pista de baile. Tras una marcada reverencia, que coincide con el inicio de una nueva pieza musical, el desconocido y Shana reinician su baile.-Por cierto, mi nombre es Jarem y, ya se habrá dado cuenta- le confiesa  el elfo mientras realizan juntos una serie de giros- que en Sharn nada es lo que parece, Alteza. Nada es lo que parece…

Los truenos retumban en la distancia mientras Threkor, Raith y Alhandra cruzan el puente colgante, resbaladizo por la lluvia, que lleva hasta la torre Barmin. La lluvia cae de forma persistente, haciendo que pequeñas cascadas arroyen desde los vierteaguas de los empinados tejados y las barandillas de los balcones.

Más adelante,  la estación de mensajería de la casa Sivis está abierta en un ángulo extraño, con una de sus bisagras separada del marco.Un relámpago ilumina la escena y creéis oír un gruñido procedente de algún lugar del interior del, por lo demás, tranquilo establecimiento.

Todo parece desierto excepto por la presncia de tres figuras cubiertas con sus capuchas. Parece que se dirigían a la estación de mensajería. Y parece que también se han detenido al ver el estado de la puerta. Miran hacia vosotros y os ven aproximaros...

Los nubarrones tapaban gran parte de la luz, y el terreno no hacía más que ponerse aún más terrorífico. Las gárgolas que habían en el techo le daban muy mala espina a Edirel. 

"Hay ocasiones en las que de verdad me gustaría no ver en la oscuridad, que bonito sería el no saber que esas monstruosas gárgolas están ahí... Mira que son feas... Deberían cortale los dedos al artista que las hizo..."

Se bajaba la capucha, no quiere que vean su cara ni que reconozcan desde lejos sus rasgos. En más de en una ocasión ha tenido problemas por los prejuicios de la gente, no es que no lo entendiera... pero era igualmente una molestia.

- Deben ser ellos a quienes debes entregar el mensaje... Igualmente, es mejor estar alerta.

Da un paso al frente, mientras que bajo la capa se lleva la mano derecha a la empuñadura del estoque.

Habían pasado ya unas semanas desde que regresamos de las profundidades de Sharn. Alhandra, Raith y yo nos habíamos quedado en la ciudad después de todo. El hecho de haber vuelto con vida de los peligros que habíamos encontrado en la búsqueda del artefacto, había creado una especie de vínculo entre nosotros. Sólo Neliandra y Sellion nos habían dejado alegando asuntos personales que debían atender. El hecho de que se quedara Raith con nosotros hizo que Neliandra abandonara a su amiga y la dejara en la ciudad. Supongo que teniendo en cuenta mi pasado, tampoco se fiaba demasiado de mí. Lo que ella no sabía es que el grandullón y yo habíamos entablado una incipiente amistad ya que nos habíamos salvado la vida mutuamente.

Tal y como Elaydren nos dijo, veníamos regularmente a la casa Sivis para ver si nos había dejado algún encargo, pero no teníamos noticias de ella. Supongo que todavía estaría estudiando el esquema que le habíamos entregado.

Aquel día sin embargo, había algo diferente en la casa Sivis. Tres figuras encapuchadas se encotraban delante de la puerta de la casa, observándola con curiosidad. La puerta de la casa estaba abierta en un ángulo extraño. Parecía que alguien la había forzado y, por el sonido que salía del interior, aún estaba dentro.

Chicos, parece que alguien ha asaltado la casa. Vigilad con aquellos tres. Puede ser que hayan sido ellos.

Desenvainé mi espada y me acerqué directamente al grupo, en posición de alerta.

¡Eh, vosotros! ¿Qué estáis buscando aquí? ¿No podíais llamar como todo el mundo? - El grupo era extraño, pero no parecían estar allí por casualidad.

Oh, cuánto gustaba del juego de la política y la intriga, propio de la nobleza. Las intenciones ocultas, las intrigas y las medias verdades estaban al orden del día, y tal y como aquel apuesto y misterioso elfo —Jarem, decía llamarse— le había dicho, "En Sharn nada es lo que parece, Alteza."

Nada es lo que parece...

Ya había pasado unos días desde que oyó dichas palabras, y no había vuelto a ver al elfo desde entonces. No había tenido tiempo de preguntar por ahí sobre él, de intentar reunir información de alguien tan fascinantemente misterioso como él. Debía reconocerlo, el chico sabía hacerse el interesante. Sin embargo, la princesa tenía otros asuntos más importantes por los que preocuparse, y no eran sino la petición de ayuda de la otra persona que había conocido también hacía muy pocos días, Elaydren, de la Casa de Cannith.

¿Cuales eran sus intenciones realmente? ¿Las mismas que Shanna? Es decir: entablar una conveniente relación de contacto y ayuda que pudiera derivar, si tenían suerte y jugaban bien sus cartas, en una buena amistad? ¿O por el contrario se trataba de una rival, una enemiga que pretendía utilizarla y aprovecharse de sus recursos y condición de noble, y no una noble cualquiera, sino la misma princesa? Como todos los nobles, ya había jugado a ese juego muchas veces, y había tenido buenas y malas experiencias con él. Aquello era una apuesta, y podía salir bien, o mal. Un favor podía cobrarse sin más por otro favor, pero un contacto bien logrado y una amistad bien conseguida podían valer mucho más que eso.

O también podía sencillamente haber organizado el asesinato de la princesa, en una estación desolada, al amparo del ruido de los truenos para acallar cualquier grito, y de la lluvia para borrar cualquier prueba.

Efectivamente, tal y como Edirél había sugerido, era mejor permanecer en alerta.

"Por favor, guardad las armas, no queremos causar ningún daño. Tan sólo hemos venido a hablar."

Shanna permaneció con la capucha echada, en medio de sus dos guardaespaldas y un paso atrás. Sólo el sonido de la lluvia y los truenos parecían interrumpir el silencio que se había formado entre los dos grupos.

"¿Podría saber vuestros nombres?"

Según parece la vida fácil había llegado a su fin, en el fondo ya sabía que ese tipo de lujos no era para mi y no iba a durar, aunque fue agradable estar en sitios tan cómodos, con buena comida y sin que la muerte acechara en cada esquina.

Pero el mundo real es así, y ahora toca estar bajo la lluvia en Sharn vigilando para que a nuestra noble no le pasara nada, si se resfriará nos echarían la culpa?, hacer de recaderos para los nobles puede dar muchos dolores de cabeza.

Al acercarnos al edificio que esta con la puerta reventada ya es casualidad que aparezcan otras tres personas en el mismo sitio tan poco concurrido.

- Si no os apetece hablar ahora puede que después no seáis capaces de hacerlo - digo mientras agarro la empuñadura de mi espada.

Otro día de mano sobre mano que me estropeaban saliendo de la posada para ver si por fin nos habían encomendado un nuevo trabajo, la cosa no estaría tan mal si no lloviese a cántaros. Las gotas se colaban entre los espacios de mi armadura y empezaban a humedecer las partes de cuero, solo pensar en engrasarlas todas antes de colocarme junto al fuego con una cerveza me hacía ponerme de muy mal humor. Threkor es el primero en fijarse en las tres figuras que esperan frente a la puerta de nuestro objetivo o lo que sería la puerta sino estuviese saltada de sus goznes, que mi compañero de penurias desenvaine la espada es suficiente para mi.

- Mal día para batirse el cobre..... Digo mientras miro el plomizo cielo.

Desenvaino la espada con desgana, nada iba a ganar matando a unos desconocidos. Pero la amenaza de uno de sus integrantes es suficiente para incitarme a derramar sangre.

- Cuidado con lo que dices niña, alguien se lo puede tomar a mal.

-Relájate compañera... - Dice mientras estiende su brazo por delante y vuelve a avanzar - Deteneos ahí donde estáis, ¡¿quienes sois, quien os manda?! 

Un relámpago cruza el aire, iluminando la capucha de Edirel, dejando una sombra en su cara.

De reojo mira la puerta "Más vale tener ojos en la nuca, nunca se sabe por que sitio puede aparecer alguien"

-Vuelve a envainar tu espada, no seas necio - Le sugiere al hombre que se acerca, mientras aparta un poco su capa para dejar ver la empuñadura de su estoque.

Estamos esperando noticias de una amiga, por eso veníamos hacia aquí. - digo al encapuchado. La tensión era patente. Los dos grupos nos habíamos encontrado en circunstancias poco favorables.

¿Quiénes sois y qué hacéis aquí? ¿Qué ha pasado con la casa de Sivis? - Seguía oyéndose ruido en el interior del edificio.

Edirél le pidió a Khala que se relajara, pero la princesa podía ver que él estaba tan nervioso como ella. Shanna compartía el nerviosismo de sus dos acompañantes: para empezar, el grupo que tenían delante se negaba a presentarse, lo que significaba, indudablemente, que no eran trigo limpio, que tenían algo que ocultar, algo lo suficientemente importante como para matar por ello. Matarlos... el grupo que tenían enfrente estaba armado hasta los dientes,  ya eran dos de tres los que habían desenfundado sus armas.  Aquella situación rezumaba peligro por los cuatro costales. Shanna-Alethia frunció el ceño bajo su capa. "¿Esperando noticias de una amiga? ¿Qué amiga?" inquirió, desenfundando su estoque.  No pretendía usarlo, sino dar paso y permiso a sus dos guardaespaldas para desenfundar sus propias armas. "¿La misma que os ha ordenado saquear la estación? ¿Eh?" inquirió, señalando con la cabeza la puerta a la derecha. "¡No permitiré que nos cargeis a nosotros vuestros crímenes! ¡Entregaos inmediatamente, y conservaréis la cabeza sobre vuestros hombros!"

Normalmente, habría abordado la situación con un poco más de tacto, de diplomacia y sosiego. Pero hoy era un día distinto, después de todo. Algo olía mal, pero que muy mal, algo que le helaba los huesos. ...Uh... no sería que iba a coger un resfriado ¿verdad? No, no podía ser eso. Definitivamente, era algo más. Era un sexto sentido, un sexto sentido que le decía que el grupo que tenía delante era un peligro, y que había caído en la trampa de Elaydren.

Threkor seguía intentando solucionar este contratiempo por la buenas, cosa que visto las acciones de esta gente que teníamos ante nosotros no iba a resolverse pacíficamente. No hacía tanto en estas pasarelas vimos como un hombre era asesinado por un forjado, la confianza no iba hacer que yo muriese igual.

- No, si seguimos con las amenazas.

Me encojo de hombros, igual los recién llegados no fueran los causantes pero a estas alturas sin que nadie lo remediara no quedaría mas remedio que batirse. Embrazo el escudo pesado y espero a que los acontecimientos terminen llegando a su amargo final.

No consentiré que hables así de Elaydren - espeté a la mujer. Parecía que era ella la que llevaba la voz cantante allí. - Ella es quien nos ha llamado a acudir a esta casa. Estamos pendientes de recibir noticias suyas, por eso hemos venido. - relajo el tono pero no la tensión - Comprended nuestra sorpresa si al llegar nos encontramos la puerta de la casa forzada y aun grupo de tres desconocidos frente a ella. Explicad quienes sois y que hacéis aquí y convencedme que no habéis sido vosotros quiene habeis intentado asaltar la casa.

De reojo miro a Raith y Alhandra, controlando que los tuviera cerca por si las cosas se torcían.

Así que esta gente viene de parte de la misma noble que nos ha mandado a nosotros, que intenciones oculta enviando a dos grupos al mismo sitio sin avisarles? Que nos matemos entre nosotros? o algo mas retorcido?

- A nosotros también nos envía Lady Elaydren, esto funciona mejor si se avisan las cosas con antelación.

Volviéndose hacia Shanna - estas intrigas no me gustan, nos están ocultando cosas desde el principio.

Vaya. Parece que también los ha enviado Elaydren. el asunto del Señor de los filos debe haber tomado un cariz más serio, si envía a un segundo grupo hasta aquí.

Elaydren es misteriosa. Debería habernos avisado que enviaría ayuda para la nueva misión, aunque hace semanas que no sabemos de ella. - ahora si que relajo el arma, aunque no la guardo en su vaina. No es que confiara en ellos así de repente, pero el hecho de haberla llamado Lady, me indica que vienen de alguna corte y que realmente la conocen.

No es que nos fiemos de vosotros, aún, pero si realmente venís de parte de Elaydren, deberíamos entrar en la casa a ver el por qué está en este estado. No me gustaría que lo que se oye dentro nos sorprenda aquí fuera.

La tormentosa noche trae a mi memoria recuerdos no lo suficientemente lejanos de otra noche igualmente lluviosa. Desde que logramos salir con vida de la forja subterránea, las pesadillas me han acosado prácticamente cada noche y recibir la noticia de que Neli debía dejar la ciudad durante algún tiempo por encargo de su orden religiosa no ha ayudado en nada.

También el errante Sellion ha decidido marcharse de Sharn ahora que tiene una historia que cantar y únicamente me queda el consuelo de que Threkor y Raith hayan decidido quedarse durante algún tiempo. La excusa de reencontrarme con ellos y tomar unas cervezas después de acompañarles a la estación de mensajería es lo único que me anima últimamente a salir de casa y socializar. Especialmente una noche tan desapacible como ésta.

El trío de encapuchados que hallamos a las puertas del violentado edificio no me dan buena espina pero me obligo a hacer un ejercicio de empatía y acabo asumiendo que probablemente a sus ojos nosotros tengamos un aspecto igualmente sospechoso. Así pues, me esfuerzo por mantener la calma en medio del encendido debate que se desarrolla ante mí y que cada vez se vuelve más acalorado.

―Yo no tengo inconvenientes en presentarme si eso ayuda a atemperar los ánimos ―declaro al fin con impostada calma, echando mano a mi documentación de viaje en lugar de a mis armas―. Ved que soy Alhandra d'Cannith y cualquiera que atente contra mí o la vida de mis amigos tendrá que vérselas con mi noble Casa y, por extensión, con todo el peso de la Ley de Sharn. Sabed también que Elaydren es pariente mía, de modo que os sugiero mesura en vuestras palabras a la hora de referiros a ella.

»Y ahora que sabéis quién soy, ¿tendríais la bondad de envainar vuestras armas? Alguien me dijo en una ocasión que quien desenvaina debe estar dispuesto a llevar su acción hasta las últimas consecuencias y, creedme, a ninguno nos conviene que así sea.

"¿Elaydren?" preguntó perpleja, al oir el nombre de la mujer a la que el trío que tenía delante se refería. Khala no tardó en señalar que si les hubieran avisado no habrían armado tanto barullo. "Estas intrigas no me gustan, nos están ocultando cosas desde el principio." le hizo saber a la princesa. Esta enfundó su espada y rodeó con un brazo por el cuello a Khala en un gesto de abrazo cariñoso. "¡Hahaha! No les puedo culpar. ¡Nosotros hemos hecho lo mismo! ¡Esta ciudad nos hace a todos ser demasiado desconfiados! ¡Hasta el punto de perder el sentido común!" ¡Ni sexto sentido ni marras! ¡Lo que tenía era frío por toda esa lluvia, y esa gente lo que eran era el grupo que Elaydren les había mandado a buscar!

"Mis disculpas. Enfundemos las armas y comencemos de nuevo." dijo entonces, soltando a Khala y dándole al trío que tenía delante una reverencia de disculpa. "Mi nombre es Shanna-Alethia, y estos son Khala Senta y Edirél Bëlazar. Vosotros debéis ser Threkor y Raith, si ella es Alhandra..." no sabía cual era cual, pero era seguro que eran el grupo que estaban buscando. "Lady Elaydren me ha pedido un favor: nos ha enviado a daros un mensaje y acompañaros... en lo que sea que tengáis que hacer. Estoy un tanto perdida, ¿podemos entrar y nos ponemos al día? Me encanta la lluvia, pero me estoy empapando..."

Si conocían nuestros nombre, quería decir que no mentían. Elaydren los había enviado a encontrarse con nosotros.

Yo soy Threkor. - me presento. - Este de aquí es Raith. Entremos en la casa, pero estemos alerta, se oían sonidos del interior. Quien haya forzado la puerta aún debe seguir dentro.

Me dirijo hacia la puerta e intento escuchar algo.

De momento la crisis había pasado, pero no iba a confiar en unos desconocidos así de primeras, ahora hay que averiguar que pasa en la casa Sivis, si estábamos aquí no era casualidad, la noble ya sabía que algo sucedería y nos quería en este lugar... conspiraciones...

Me acerco junto al llamado Threkor para escuchar.

Las gotas de lluvias seguían cayendo sobre mi armadura, la tensión de mis músculos no disminuía y parecía que en breves momentos tendría que descargarse contra nuestros nuevos conocidos. Pero no un nombre, al igual de como si de una tarjeta de presentación se tratara apartó la reyerta y abrió un nuevo camino al diálogo. Con la tensión reinante esfumándose y empezando la ronda de presentaciones, cualquiera diría que podíamos trabajar juntos....pero no me fiaba. Fuera este grupo u otro alguien había reventado la puerta de la casa ante la cual no encontrábamos y era posible que siguiese por los alrededores.

- No envaines las armas aun, ya se que estamos a un segundo de cantar todos juntos el cumbayá*. Pero las últimas veces que he sido arrastrado fuera de la taberna un forjado ha intentado acabar con nuestras vidas y estando metida Elaydren.....una cerveza a que encontramos un forjado.

Las sombras ocultan los gestos y endurecen los rostros.  Las lámparas “siempreardientes” no pueden desvelar los temores que genera un rostro desconocido maquillado por sombras. La lluvia dificulta la vista y aturde los sentidos. No podéis ver más allá de unos pocos metros. ¿Hay más gente oculta que no podáis ver?

  Un relámpago estalla sobre las cúspides de las torres.  Durante medio segundo lo veis todo  en una especie de cuadro de tonos azules y blancos. Pero dura sólo medio segundo…Los rostros se han iluminado de azul eléctrico y ahora se convierten de nuevo en sombras. Algunos lo veis. Una mano posada en un arma. El destello del acero. Los gritos entre los truenos y las amenazas cruzadas… Hasta que un nombre os hace entrar en razón…¿Elaydren?

       Por lo que parece trabajáis para la misma persona. Pero entonces os preguntáis, ¿por qué no nos ha avisado?