Partida Rol por web

¿Podría estar intentando cubrir el olor dulzón e intenso a putrefacción? Cleo estaba cada vez más nerviosa; quizás debería volverse con los chicos... Pero preveía que aquella sería una oportunidad única. No podía desaprovecharla.

-Una ale entonces.- Dijo, haciendo una seña a quien estuviera atendiendo en la barra. -Soy Cleo.- Se presentó. -¿Nos tomamos una selfie? No soy de aquí, ¿sabes? Y quiero llevarme muchos recuerdos y fotos para cuando vuelva a casa.- Sonrió con cierta coquetería.

Bayhas asintió, lentamente. Este pueblo se estaba llenando de hombres lobo. Hombres lobo de fuera que venían a tirarse a nuestras hadas. De algún modo, Bayhas sintió que tenía que follarse a Andy, pero no solo por conseguir las lágrimas y por el puro placer de la actividad, sino por Gran Bretaña, por la Reina y por la Commonwealth (*)

- Andy... sí me echara para atrás cada vez que una preciosidad de ojos azules y pelo corto me dijera que su novio es un hombre lobo capaz de arrancarme los brazos... seguiría siendo más virgen que una monjita.

Dicho lo cual, le pegó una calada al porro, aspiró y, mientras la cogía del culo, fue soltando el humo poquito a poco, acercando sus rostros hasta que lo soltó todo y, envuelto en una humareda que hacía parecer que su cara surgía del infierno, le soltó un morreo a Andy.

- Vamos

*****

La idea de que los magos eran tipos con pocas habilidades sociales y en mala forma física (es decir, el equivalente a los informáticos del mundo mágico) no era más que un estereotipo manido e incorrecto. Para aguantar los largos rituales y la extenuante labor de laboratorio había que mantenerse en forma, y Bayhas practicaba yoga y se entrenaba regularmente en casa. 

Eso ayudaba, sin duda, a mantener durante un tiempo prolongado una actividad física de cierta intensidad. Y a controlarse.

Tras el magreo inicial, algo de petting y una sucesión de besos que terminaron con las gafas de Bayhas perdidas por el sumidero y los pantalones y la ropa interior de ambos por el suelo, la cosa había ido a mayores. En un determinado momento y animados por los sonidos de fornicación que llegaban desde un lavabo vecino, Andy se encontró de repente levantada en volandas y con la espalda contra la pared, mientras Bayhas la penetraba con bastante entusiasmo. 

Con sus piernas entrelazadas alrededor de la cintura y el culo del abogado y recibiendo con expresiones gozosas las sucesivas embestidas, parecía que todo iba sobre ruedas en esta primera parte de La Noche De Tirarse A Andy.

En ese momento, sin embargo, y mientras la fae se acercaba sin prisa pero sin pausa a un explosivo clímax, notó de repente que las acometidas paraban de repente y pasaban a ser más pausadas. Casi se podría decir que se la estaban metiendo muy lentamente.

- ¿Pero qué haces, tío? ¡No pares ahora! - dijo el hada, abriendo los ojos y mirando a Bayhas.

Se encontró de repente con la mirada de él. Sonreía. 

- ¿Te acuerdas de lo que me preguntaste antes, Andy? - dijo el mago, mientras la sujetaba fuerte contra la pared, inmovilizándola con el peso de él. Bayhas entró un poco, apretando. Despacio. Arrancándole un gemido a Andy.

- ¿De qué coño hablaaaassshh? - Andy se mordió el labio

- Me preguntaste que qué sabía hacer para soltarte las lágrimas... - dijo Bayhas, mientras salía un momento de su interior y volvía a entrar, despacio.

Andy le miró, con las mejillas sonrojadas por la excitación y cara de incredulidad. - Vamos, no me jodaaaa... aaassshhh.

- Exacto. - dijo el mago, mientras sacaba un frasquito de su bolsillo. - Unas lágrimas... o no te termino de joder... (**)

*****

FUNDIDO EN NEGRO

—La peña de Bristol es muy hijaputa, Joe —comenta sonriente el vampiro mientras busca con la mirada a Cleo. Le han dejado solo como en aquella fiesta de fin de año del 88 cuando su amigo Zeek ligó con una pava que le dijo que se parecía a David Bowie en El Ansia. Qué ironía. Pero allí me quedé yo tirado con su amiga Batfactor, a la sazón de Bristol. Y encima la tipa le dio un trago a mi cubata y me dejó plantado ella a mí.

—Hey, Joe! ¿Lo pillas? Es la canción de Hendrix —Orion contempló el vacío de la mente de aquel pavo: qué gran actor o que gran agujero en el culo para que le metan la mano al muppet este—... Bah, no importa. Una amiga se muda a Swansea, Dios se apiade de su alma, ¿qué tal te manejas tú con el tema inmobiliario, pisos francos aparte?

Joe hizo como que pillaba la referencia pero no hacía falta estar muy atento para darse cuenta de que no la había cogido. Era evidente que estaba intentando caer bien. Siempre lo hacía.

-Conozco a un par que alquilan habitaciones. Yo tengo un cuarto libre, si tu amiga está interesada. Acaba de dejarnos tirado el que lo ocupaba así que este fin de semana haremos una barbacoa en el jardín con todas sus cosas.

Alzó las cejas en un gesto cómplice.

-A lo mejor te quieres apuntar. Habrá birras y marihuana abundante. Podrías traerte a esa camarera maciza que trabaja en tu garito...

Bayhas salió de los baños con la misma sensación que si se hubiera dado un atracón de azúcar. Examinó un instante el botecito con unas gotas brillantes que había conseguido: era como si quisieran salir. Tenía ganas de llegar a su laboratorio para ponerse a trabajar pero una sombra le salió al paso.

-A ti te gusta mucho meterte en el territorio de los demás, ¿verdad? Te vi el otro día en el parque de atracciones...

El que había hablado era un tipo grande y peludo que le había salido al paso. Apretaba los puños y no parecía muy feliz de verle.

-A lo mejor te hago una visita yo a tu casa para igualar los marcadores, ¿no te parece?

Era Sokolov, el licántropo expulsado de Rusia por crímenes de hombre lobo. En forma humana ya era bastante amenazador.

-Claro-el hombre del traje crema se inclinó hacia Cleo y puso una sonrisa de oreja a oreja-Pataaaataaaaa.

En la foto salía Cleo en una esquinita y el resto estaba ocupado por un enorme borrón en el que se adivinaban rasgos felinos. Era como si hubiera un maldito tigre delante del móvil enseñando unos colmillos como bolígrafos de diez colores. Cleo tragó incómoda.

El hombre se acomodó en la barra y mostró un anillo en su dedo índice.

-Es una chuchería que permite pasar desapercibido a los que son como yo en medio de una multitud. Comprenderás que mi look natural puede resultar... inquietante para los locales.

Bebió.

-Dime, Cleo, ¿has encontrado lo que has venido a buscar?

Cleo notó que las manos le empezaban a sudar. Estaban en terreno neutral, terreno neutral...

Y cuando ya no estuviera en terreno neutral, ¿qué?

-Asombroso.- Dijo, disimulando su terror con sorpresa lo mejor posible. Por suerte la curiosidad seguía siendo la misma. Vamos, Cleo, te codeas con un vampiro que ya te ha dicho que podría morderte si pierde el control. ¿Te asusta un gatete? Sí, sí que la asustaba.

-Aún no lo sé. Espero una señal. Aunque de momento creo que estoy descubriendo más de lo que había venido a buscar.- Respondió, acodada a la barra, tratando de relajarse. -No es muy cortés que yo te haya dicho mi nombre, pero tú no el tuyo.- Medio sonrió de lado, intentando estudiarlo con una rápida mirada, en sus gestos, facciones, movimientos, incluso en la ropa que llevaba y los adornos como el anillo y el pañuelo. Si esto era un juego, mejor tener cuantas cartas pudiera bajo la manga.

—Coño, ¿quién puede decirle que no a una fiesta con birra y maría? —casi le susurró cómplice el vampiro a Joe mientras le echaba la mano por el hombro—. Pero dime, ¿qué tenéis una cooperativa inmobiliaria tus colegas y tú? ¿Quién maneja el cotarro? A lo mejor me interesa meter unas libras que tengo muertas de asco en vuestro negocio. Pero yo sólo invierto en cosas serias, Joe. No quiero mamoneos con los pakis ni con los polacos, ¿me entiendes, colega?

El vampiro lo zarandeó un poco, para ver si las respuestas caían de él como las bellotas de un árbol.

Si había algo más molesto que una persona que llegaba tarde a una cita era, sin duda alguna, una persona que llegaba antes de tiempo. 

Un solo vistazo le bastó para identificar al tipo como Sokolov, el hombre lobo de moda. Un solo segundo fue suficiente para recordar que se llamaba Piotr y, hay que admitirlo, aún fueron necesarios unos segundos más para hacer la correspondencia Andy > Follamigo > Piotr < hombre lobo < Sokolov. Oooops.

No daba la impresión de que este hombre tuviera días buenos.

- Sokolov, ¿verdad? - dijo, mientras guardaba el frasquito con las lágrimas de Andy en su puño cerrado. - No sabía que el viejo parque de atracciones era tu territorio. Y como recordarás perfectamente, tan pronto como vimos que el parque era propiedad de un hombre lobo, nos fuimos rápidamente. - Para construir una mentira, era bueno basarla lo máximo posible en la verdad. Y era verdad que Yakub y él se habían largado con bastante rapidez del parque. - Si quieres hacer una visita a mi casa, entiendo que te comportarás del mismo modo respetuoso que nosotros.

Mientras hablaba, se fue moviendo un poco, con pasos cautos y nada amenazadores, haciendo sutilmente que Piotr se girara y le diera la espalda a la puerta de los lavabos (*). 

- Estuvimos allí buscando ayuda contra ciertos enemigos. No encontramos lo que buscamos, pero me alegro de que ahora podamos hablar. Tu fama te precede, Sokolov, dicen que eres eficaz encargándote de ciertas personas y haciendo que desaparezcan sin rastro. - ¿Había visto por el rabillo del ojo a Andy escabullirse por la puerta de los lavabos y marcharse rápidamente? Oh, bueno, igual se lo había imaginado, pero tuvo bastante cuidado de no dejar de mirar a Sokolov a los ojos en todo momento. - Podemos pagarte. Solo necesito saber cómo ponerme en contacto contigo para poder hablar del tema. Y de tus honorarios.

-Me llaman Yibul. Mi verdadero nombre no se puede pronunciar con una garganta humana. 

El rakshasa le tendió una tarjeta de negocios. Curiosamente, el dibujo y las letras cambiaban dependiendo del ángulo en que la mirase.

-Concedo deseos. 

-Hombre, no te metas con los polacos que te pueden dar un disgusto. Y son socios muy recomendables: su jefe, Zarek, perdió un ojo en una pelea a navajazos cuando tenía once años...

Bayhas vio por encima del hombro de Sokolov a Andy retirarse tapándose la boca para no estallar en carcajadas.

El licántropo entrecerró los ojos. 

-Alguien quiere que me encargue de ti y desaparezcas sin dejar rastro. Pero sabes lo que es el respeto. Me gusta eso.

Sokolov hizo crujir su cuello amenazadoramente. 

-Haremos una cosa: yo me olvido de que te he visto esta noche y quedamos en tu casa un día de estos para hablar de negocios. 

Sonrió. Un hombre lobo capaz de crímenes lo bastante horribles como para ser desterrado no parecía muy preocupado por la tregua de una fiesta universitaria. 

—¡Ah, hombre, Zarek! —exclamó Orion soltando por un instante a Joe; pero antes de que el chico pueda dejar de sentir el brazo del vampiro, le agarró de nuevo para susurrarle—: He oído que a tu jefe no le van muy bien las cosas. Los pakis le han levantado el casino.

Volvió a soltar a Joe e hizo un ademán exagerado de estar pensando.

—Humm... Voy a ser sincero contigo, amigo Joe —sin embargo, la sonrisa de Orion distaba muchísimo de inspirar confianza—. Porque me caes bien y porque tu piso nos sirvió a mis amigos y a mí para pasar una agradable velada. Es muy posible que yo acabe en tratos con Zarek y tu nombre podría salir a relucir positivamente en esa conversación. Eso te gustaría, ¿verdad? Seguro que aspiras a mejorar en el negocio. Y yo podría echarte una mano...

-Hm...- Cleo tomó la tarjeta, dándole vuelta en sus dedos. -He leído suficientes libros e historias sobre "conceder deseos" como para saber que siempre viene con un precio, a veces más alto de lo esperado, y que hay que tener cuidado con lo que se desea...- Sin embargo, antes que el Rakshasa le quitara la tarjeta suponiendo que estaba rechazando la oferta, se la guardó rapidamente en el bolsillo del pantalón.

-Digamos que me interesa. ¿Qué clase de deseos concedes, Yibul? ¿Cuáles son las reglas del juego?- Preguntó, sabiendo que una vez más estaba poniéndose en peligro, y que quizás las palabras del señor Yakub sobre llegar a sobrevivir dos años era en realidad una espectativa esperanzadora en comparación con la realidad. En las historias, pocas veces aquel que jugaba con los genios lograba ser mas listo que ellos, y si lo lograba, podía perder lo más preciado que tuviera...

Normalmente, Bayhas era capaz de mantener una razonable sangre fría. Y de salir de casi cualquier entuerto a base de ingenio. 

Pero no puedo evitar quedarse bastante de piedra al escuchar que habían contratado a Sokolov para cargárselo. Primero penal en los Hashshashin (como era su costumbre) pero después decidió que era más probable que fueran los rakshasa los que quisieran que Piotr le cazara, torturara, despedazara y devorara.

El crujido del cuello del ruso le devolvió a la realidad. Asintió gravemente. - Me parece una idea muy razonable. 

Tenía que acordarse de ver si la cubertería de plata y la maceta con acónito seguían en casa.

-Eso estaría guay, tío. Los polacos son super racistas y como no seas polaco te tienen de aparcacoches... Por otro lado, si pudieras conseguirme una cita con tu camarera, la tía buena...

Joe le guiñó un ojo al vampiro. 

-Muy bien. Me pasaré por tu casa a hablar. 

Se dio la vuelta pero se detuvo para añadir:

-Sé dónde vives. 

—Zarek se dejará de mierdas racistas polacas si ve que tú vales. Ya se me ocurrirá algo —le derramó en el oído a Joe, luego lo volvió a zarandear y le preguntó: —¿Cuál te gusta más, la rubia camionera o la calladita? Porque creo que a Amethyst le mola tu rollo bollito tierno...