Partida Rol por web

Cleo no notó nada. Apenas un escozor de garganta y que el ojo izquierdo le lagrimeaba un poco. 

Sin duda, una pastilla era muy poco y no le había hecho efecto. Debería tomarse otra o el dinero que había pagado habría sido desperdiciado por completo. 

Cuando se llevaba la mano al bolsillo reparó en las criaturas: estaban por todas partes. Una suerte de enanitos de piel negra con enormes colmillos  de jabalí. Sus ojos eran saltones y nunca parpadeaban. Correteaban entre la gente sin ser advertidos orinando en las bebidas y restregándose de forma desagradable contra piernas y espaldas.

Uno de ellos apareció en la barra y corrió hacia Cleo con un gruñido de alegría. 

-Esa espada se cayó de un camión- sonrió el rakshasa- El tipo que la consiguió no la quería y los de la Orden andaban como locos buscando ese tipo de cosas. Yo soy un mero intermediario. Si luego la espada no resultó ser lo que buscaban... mala suerte, no se admiten devoluciones. 

Miró de reojo a Cleo.

- Es posible que a tu amiguita le venga bien sentarse. Y una botellita de agua. Ah, y que no se aleje mucho de los baños. 

Mierda. Mierda, mierda, mierda.

-¡Joder!- Gritó Cleo, retrocediendo de la barra y cayendo de culo en el suelo. ¡OSTIA, ¿QUE MIERDA ERAN ESAS COSAS?! Al carajo con la puta neutralidad territorial, joder. La chica, aún en el suelo, sacó el taser de su bolso, dispuesta a darle una electrocutada al bicho que se le acercaba.

La sonrisa del rakshasa quedó reflejada en la del mago, con una aterradora simetría (*). - Es que eso pasa mucho en Swansea. La de cosas que he visto yo caerse de camiones. - Después, cabeceó ligeramente. - Pero si se cayese también el nombre del tipo que se la encontró, te pagaría bien por ello. Por supuesto, tu nombre no saldría a relucir en ningún momento. Le echariamos la culpa al camionero. 

Cuando Yibul hizo mención a que igual Cleo tenía que sentarse, Bayhas la miró. Sí​​​​​ es verdad que tenía cara de estar pegándose un buen viaje. - Yo la veo como siempre, la verdad. - dijo Bayhas. Es decir, metiéndose de cabeza en cosas que no entendía y que, probablemente, terminaran matándola.

En ese momento Cleo empezó a gritar y maldecir y se cayó de culo al suelo, mientras sacaba un taser del bolso y apuntaba a la nada.- Aunque el experto en drogas hechas con chillidos de mono eres tú, así que igual sí tienes razón... - Miró a Yibul. - Te compraría una botella de agua, Yibul, pero seguro que sería agua del Río Leteo y me borraría la memoria. - Bayhas le hizo un gesto a la camarera. - Una botella de agua, por favor.

Mientras le traían el agua, Bayhas observó a Cleo flipar. Espero tranquilamente a que disparara con el taser antes de acercarse a ella. A ver si había suertecilla y no le daba a nadie.

Bueno, con que no le diera a él, se conformaba.

—Un rollo vampírico... —Orion se quedó pensativo—. Ya... Bueno Joe, te dejo. A ver si mojo el churro esta noche con alguna fumeta universitaria. Cuando hable con mi socia para la cita te llamo.

Orion se fue de allí mirando el móvil. Buscaba el suceso en las noticias locales, aunque dudaba de que se hubiera publicado algo sobre el tema... Si Pepe no fuera ghoul muerto le encargaba bichear la red... ¿Dónde andarán estos dos?

El humanoide explotó rociándolo todo de un líquido negruzco que olía como una letrina en llamas. Cleo quedó cubierta por la lluvia de porquería. Ahogó un grito de asco. 

El resto de criaturas que acechaban entre la multitud volvieron sus ojos hacia ella y, riendo, empezaron a acercarse. 

Para colmo, las alucinaciones empezaban a afectarle. Oyó una voz grave  hablar haciendo que su pelo hondeara:

-A lo mEjor ES buEnAiDEa quitARle ESo a lA seÑOrITa aNTeS de que HagA DdddAÑooo a ALguiEnnnn...

Joderjoderjoderjoder...

Cleo soltó el taser, y empezó a correr sin mirar atrás. Tenía que alejarse de esos bichos. Mientras corría no dejaba de gritar. -¡Cuidado! ¡Vienen a por mi! ¡Están en todas partes!-

Cleo disparó el taser hacia ninguna parte, hizo amago de limpiarse toda ella y luego salió gritando como una loca. 

Bayhas cogió la botella que le acaban de traer, la pagó y se quedó tranquilamente junto a Yibul, observando cómo Cleo corría por aquí y por allá.

Ay, qué graciosa estaba.

Recogió el taser del suelo para que nadie se lo birlara, y lo guardó en el bolsillo de su pantalón.

- ¿Y cuánto suelen durar los efectos, Yibul? - preguntó, con interés profesional, mientras se apoyaba en la barra junto al rakshasa.

Yakub llegó a aquel lugar con la mente puesta en toda la información que había recibido. Tanto de Gareth como de Mayanin Katun. Cuando entró el humo, el olor, el ruido... todo se le metió en su vieja cabeza. Tosió por el humo de un jovenzuelo que expulsó tras una larga calada; quedaría en la duda si lo hizo aposta o no. 

Yakub agitó la mano y continuó caminando, buscando a alguno de sus compañeros sin demasiado éxito.

- Maldita sea... donde se habrán metido esos tres - 

No podía ser tan difícil encontrarles. Escuchó unos gritos... poco a poco comenzaba a recordar porqué no iba a esas fiestas y comenzaba a replantearse si había sido buena decisión ir allí.

Tras leer el mensaje de respuesta de Bayhas, Orion se dirigió al bar de aquella fiesta. Inmediatamente vio al mago apoyado en la barra junto a un tipo que le quería sonar de algo. Trató de ponerle cara antes de llegar hasta ellos, pero en ese momento oyó los gritos de Cleo que corría como poseída entre la multitud. Su reacción fue rápida y la interceptó en una de sus carreras cuando pasaba cerca de él. Tenía aspecto de auténtico terror en su rostro; sin embargo, Bayhas la miraba sin inmutarse.

—¿Qué te pasa? —fue lo único que acertó a preguntar.

-¡Me tienen! ¡ME TIENEN!-

Uno de aquellos bichos endemoniados había dado con ella, y Cleo no se lo pensó dos veces, lanzando un cabezazo al frente, sacudiendo los brazos para intentar apartarse del ser, y seguir corriendo. -¡¡AUXILIOOOOOO!!-

-A ver, deja que mire el prospecto... -Yibul se palpó los bolsillos-Nada, no lo tengo. Creo que me lo he dejado en el Estudio de Grabación de Monos. 

Orion no vio venir el cabezazo, de modo que lo único que pudo hacer al principio fue oír cómo se rompía su tabique nasal con un crujido seco. 

—JODER —exclamó más sorprendido que dolorido; aunque no podía ignorar el daño recibido. Era evidente que Cleo estaba bajo el efecto de algún tipo de droga alucinógena que, además, parecía incrementar los reflejos y la adrenalina. La soltó para tomar distancia y, cuando ella comenzó a sacudir los brazos aprovechó sus aspavientos para reducirla e inmovilizarla y así evitar mayores consecuencias.

—¿Qué haces ahí parado como un idiota, Bayhas? ¿No te das cuenta de que está teniendo un mal viaje? —exclamó fastidiado y, con la misma rabia se dirigió al tipo elegante del pañuelo azul: —Si has sido tú el que le ha vendido la mierda que se ha tomado te voy a sacar el corazón por el culo, mamahostias.

- Yo le he quitado el taser. - dijo Bayhas, con expresión beatífica, sacando el arma de su bolsillo y agitándola como si fuera un sonajero. - Y tú la has detenido casi sin ningún problema. Trabajo en equipo.

A Cleo le dolía la frente, pero no lo iba a notar hasta el día siguiente. De momento se dio cuenta que no podía moverse, la tenían atrapada y el olor nauseabundo de aquellas criaturas era cada vez más intenso. -¡AYUDAAAAA!-

- Ay... - Ya le estaba dando hasta un poco de lástima. - Un momento, Yibul. - Se acercó a la chica, mientras abría la botella de agua. Orion aún la tenía sujeta. Miró al vampiro a la cara. - No la sueltes ahora, ¿eh? Trabajo en equipo.

Cuando estuvo junto Cleo, la empezó a hablar bajito. - Eh, niña, tranquila... mira, tengo agua. - le acercó la botellita de plástico a los labios, ayudando a que bebiera. No se le quitaba la divertida sonrisa de los labios, aunque no descartaba que la chica le soltara otro cabezazo y le pusiera la nariz como a Orion. Y a él le costaría más recuperarse. - Cleo, somos nosotros, tus amigos. - mintió, mientras procuraba que bebiera algo más de agua; posiblemente le terminara potando encima. - Estás teniendo un mal viaje, tranquila, no sucede nada. No te va a pasar nada. Estamos contigo...