Partida Rol por web

Cleo fue a trabajar pero se sentía extraña. Notaba un run run de fondo en su nuca que no cesaba en ningún momento.

Se centró en el trabajo. El Rasoi era un restaurante popular y con mucha clientela. Durante varias horas hizo muchos viajes de unas mesas a otras llevando platos hasta que en las cocinas oyó a alguien:

-Pues claro que hay que tirarlo. Lleva semanas en la nevera. Huele a podrido y todo...

Hablaban de un pollo verdoso y arrugado que fue al cubo de la basura antes de que lo viera la jefa. Lo malo es que lo descubrió más tarde cuando a los postres de la mesa grande encontraron a Cleo en la cocina arrodillada junto al cubo de basura devorando el pollo crudo.

-¿Qué demonios...?-la cara de la señora Katun era difícil de leer.

Cleo alzó la vista. Fue como si despertara de repente.

En su refugio, encima del The Killing Moon, el vampiro observaba el traje que le había enviado Eva. Era elegante, moderno, a medida (al fin y al cabo, sus medidas no habían cambiado en años: seguían siendo las mismas que cuando la conoció) y absolutamente inapropiado para su estilo. Maldita zorra.

-Así que una fiesta universitaria, ¿eh? Y te ha partido la nariz esa niñata, la que no para quieta con el móvil-Amethyst casi no podía aguantarse la risa-Ya sabes, jefe, la próxima vez puedes pedirme que te acompañe yo con un par de UZIs, por si se te rebotan los niños...

La ghoul cambió de tema cuando Orion le dirigió una mirada asesina. 

-Los polacos están dispuestos a aliarse con quien sea ahora mismo. Zarek dijo que si queríamos unirnos a ellos éramos más que bienvenidos. Creo que están preparando alguna represalia contra los hindúes.

Bayhas se acercó a la funda de violoncello para abrirla...

Yakub sabía que había realizado un buen trabajo. Eso era lo suyo ahora y lo hacía especialmente bien. Igualmente sonrío cuando Gareth vio el resultado y lo corroboró. Entonces vino el pago.

— He oído ciertos rumores acerca de un grupito de vampiros que andan sueltos haciendo maldades. Uno de ellos es posible que sea el niño — No hacía falta decir más acerca de aquel vampiro. Gareth era uno de los que sabían sin duda la historia sino de primera mano si de los primeros.

— Quiero ir a la granja de Jeffrey. Es posible que se escondan por ahí; y aunque he hecho un nuevo grupo de... — pensó un segundo que era aquel grupete — podríamos decir que de amigos y colaboradores. Preferiría no meterlos en un asunto personal y tan viejo. —

— Te sorprenderían Gareth — Dijo de forma cercana — Un vampiro que no se parece en nada a los vampiros que tu y yo conocemos, un mago atormentado y de buen corazón y una joven muchacha que puede llegar a ser una gran cazadora — Sonrío y negó con la cabeza haciendo un gesto con la mano, como apartando a todos de su mente.

— Dime viejo amigo. ¿Vendrías conmigo a ver que averiguamos de esos vampiros como pago? Yo ya estoy viejo, soy mas anticuario que cazador... creo que me vendría muy bien tu ayuda... de nuevo. —

—Quiero hablar con Zarek. No pienso meterme en una guerra abierta al estilo "Europa del Este". Somos británicos, joder. Primero hablamos con los contendientes, luego le damos dinero y apoyo a uno de los bandos, salimos corriendo y al final desfilamos los primeros en la ceremonia de la victoria —cuando terminó de enumerar se levantó, le dio un pico a Amethyst y le dijo: —Me encanta que me defiendas. Vamos a ver a los polacos. Trae a Connor y al "mierdaseca follamarujas".

Primero fue el desconcierto.

Luego, la realización.

Seguido muy de cerca por el pánico.

-Oh. Mierda.- Y enseguida, la pobre Cleo se puso a vomitar directamente dentro del cubo de basura.

Gareth asintió en silencio. Encendió un cigarro.

-Ese niño... mal asunto-si tenía alguna opinión sobre los nuevos amigos de Yakub, se la guardó para sí. 

Tan inhumanos y peligrosos como eran los vampiros tenían buenas razones para no convertir a un niño. Una vez vampirizado, el crecimiento se detenía y el desarrollo mental también. Los niños vampiro estaban condenados a una enloquecedora infancia eterna de dependencia, miedo y hambre. Muchos morían al sol. Unos pocos duraban lo bastante si sabían alimentarse. En algunos casos muy raros, creaban progenie a la que eran incapaces de controlar, desatando terribles bandas de no muertos hambrientos. 

Era muy extraño que el pequeño Alfie hubiera durado todo ese tiempo solo y más extraño aún que hubiera salido a la luz de nuevo. Su padre le convirtió a él junto con toda su familia en un vano intento de no verlos marchitarse con el tiempo. La familia de vampiros empezó a alimentarse de amigos, compañeros de trabajo y colegio hasta que llamaron demasiado la atención. Y Yakub tuvo que ocuparse del asunto.

La granja de Miles estaba en las desoladas colinas boscosas de la ciudad donde su ganado vivía en condiciones semi salvajes. Era un secreto a voces que el viejo Jeff se dedicaba a numerosas actividades ilegales más provechosas que la ganadería.

Fueron a mediodía, la mejor hora para un posible enfrentamiento con vampiros. 

El jefe de la mafia polaca no era alguien para tomarse a la ligera. Ya en su Katowice natal, Zarek Krawiek había pasado una larga temporada en la cárcel empezando como recluso y acabando de director de la prisión. Ya en Swansea, había expulsado a los rusos, a los portorriqueños y a los irlandeses. Los pocos rumanos que quedaban trabajaban para él. Los criminales hindúes eran los únicos demasiado numerosos y anárquicos para poderlos controlar. 

Oficialmente, Zarek era un honrado criador de perros (Yorkshire terriers polacos, bulldogs franceses polacos...) que tenía una granja dedicada a ello. Dicha granja era blanco regular de protestas organizadas por diversos grupos pro-derechos de los animales que se disolvían sin intervención policial, normalmente a la vez que un anormal incremento en el número de piernas fracturadas que se veían en los hospitales. A menudo, regalaba cachorros a los convalecientes: se decía que tenía tratos tanto con los hospitales como con los veterinarios.* 

El corazón de su pequeño imperio había sido el Grosvenor Casino. Y ese corazón había sido brutalmente arrancado de su pecho por una turba demoníaca. 

Zarek les había citado en el parking del Hugh Phillips Gower Butcher: el matadero. La mayoría de los trabajadores allí eran polacos y rumanos. El líder de los polacos llevaba un traje negro impecable y media docena de anillos, uno por cada vez que se había quedado viudo. Le acompañaban tres sicarios, igual que a Orion, entre los que destacaba un tipo de barbilla prominente con un pañuelo rojo en la cabeza. 

El polaco se adelantó hasta estar en el centro del párking:

-Buenas noches-tenía un fuerte acento del este. Se arregló la corbata-Yo soy Zarek. Conozco tu bar pero no te conozco a ti. Estoy mayor para ese tipo de música.

-Aquí hay mucha potencia de fuego implicada-susurró Amethyst que había evaluado la situación de un rápido vistazo profesional-Pase lo que pase, no hagáis ninguna gilipollez.

Mientras la joven vaciaba su estómago en el cubo de la basura, la señora Katun la observaba con ojo crítico. Se situó junto a los cuchillos de cocina de forma casi casual. 

-¿Por qué has... hecho eso?-preguntó entre preocupada y horrorizada-¿Has tomado... algo?

Cleo levantó la cabeza. Se mordió el labio sin saber qué decir. Nunca antes había perdido el control así. Le recordó a una pesadilla que le había contado Billy en la que tenía que presentar el proyecto fin de carrera ante un tribunal  pero había perdido la documentación, iba disfrazado de payaso ("Con el maquillaje mal puesto y derritiéndose que no me dejaba ver bien y los pantalones del revés con lo de atrás para delante" apostillaba entre risas) y además llegaba tarde. Deseó fervientemente despertarse en el campus junto a Andy pero estaba claro que todo aquello era real. 

Maldición, tenía trocitos de piel de pollo entre los dientes.

A pesar de lo incómodo de la situación, una vocecita parecía susurrarle al oído que volviera a dedicar su atención al pollo. 

Entonces sonó el timbre de la puerta.

Las manos de Bayhas se detuvieron en los cierres de la funda. No era habitual que alguien se molestara en llamar. Por eso tenía instaladas las defensas mágicas.

Un rápido vistazo al crisol de augurios (más barato que un sistema de CCTV) le mostró un coche de policía aparcado en la puerta del jardín. Un tipo con gafas oscuras y un humeante cigarro esperaba frente al interfono. Al volante del coche había una mujer con gabardina y cara de pocos amigos.

—Encantado de conocerle. Mi nombre es Orion Jones —el vampiro no tenía corbata que colocar bien; no obstante se había esmerado en mejorar su apariencia.

Los mafiosos viejos, blancos y heterosexuales se preocupaban mucho en ofrecer un buen aspecto. Incluso la escoria de Plaitow, Harlesden y Croyton en Londres trataba de vestirse con (fracasada) elegancia. De modo que él y sus chicos adoptaron un "look" de malotes trendy: seda oscura, algo de cuero y lycra discreta. Hasta Connor y Pepe mejoraban con el cambio. Al español, además, el ojo morado fruto del puñetazo contenido de Orion le dotaba de un aire más siniestro. Lo de Amethyst ya era jugar en otra liga; incluso estuvo tentado de presentarla a ella como la jefa de la banda: no se podía estar más guapa y elegante y parecer más peligrosa al mismo tiempo.

Así que, si bien podían pasar con nota el examen de pinta de gángster, el vampiro no estaba tan seguro de que su oferta tuviera valor alguno para Zarek. En cualquier caso es un primer contacto, solamente tengo que hacer que se interese en lo que tengo que ofrecerle, se dijo una vez más.

—No se lo tome como una ofensa pero creo que en mi bar suena música más de su época que de la mía —Orion esbozó su clásica sonrisa irresistible. Era un gesto muy efectivo que había descubierto cuando su nueva naturaleza se hizo evidente: una especie de maná que alimentaba casi cualquier expectativa; al menos de manera temporal…

—Bien, señor Krawiek —continuó sonriendo—. Es usted un hombre ocupado y yo también…, a mi manera. He oído que tiene problemas con los pakis y quiero ofrecerle mi ayuda. No me gusta esa gente, he tenido que sacar a algunos de ellos de mi local un par de veces, a hostias —Orion recordaba lo que había dicho Joe sobre el racismo de Zarek y los suyos y había decidido jugar esa carta: —Tampoco me interesa que continúen reproduciéndose como chinches, acaparando todo el mercado inmobiliario y empresarial de Swansea, metiendo sus hocicos marrones en los asuntos de nuestra comunidad, alterando nuestras costumbres civilizadas con sus religiones absurdas y sus mierdas al curry… No me malinterprete, no soy un estúpido xenófobo. Cualquier persona que venga a buscarse su sustento es bienvenida en mi país y en mi local; pero no soporto a los parásitos: esos que arrasan con todo sin sembrar nada.

Hizo una breve pausa para observar la reacción de Zarek antes de concluir.

—Mi propuesta es muy simple: yo le ayudo con su problema y usted, a cambio, me permite convertirme en un asociado suyo. Uno modesto, sin ambiciones. Comprendo que necesita un aval sólido para mi petición y yo estoy dispuesto a ofrecerle todas las garantías necesarias comenzando por hacerme cargo de darle un “pequeño susto” a los hindúes en su nombre. ¿Qué me dice?

Yakub pudo ver sentir como le temblaba ligeramente su mano derecha al contemplar aquella granja. El estómago parecía estar lleno de anguilas correteando de un lado para otro. Como si fuera una de sus primeras misiones. Exhaló aire de sus pulmones y cerró los ojos tratando de recuperar el control. Este iba a ser un día complicado sin duda.

— Si están por aquí estarán en el sótano. Bajo tierra — Dijo constatando lo evidente. No es que Gareth necesitara información que de sobra conocía, pero hablar era en parte una forma de relajarse.

Pensó en investigar primero el interior de la casa, pero sabía que de haber vampiros no estarían tan expuestos. Tampoco necesitaban armas adicionales. Sin embargo Yakub había llegado a viejo por precavido. 

— Demos un vistazo rápido a la casa Gareth. No me gustaría bajar al sótano y que algo o alguien nos metiese en una encerrona y nos pillase por los dos lados. —

El terror se había apoderado de Cleo. Sentía la vergüenza de lo que estaba pasando, pero había algo mucho más aterrador pasando en su mente en ese momento. Oh no, ¿podía una persona convertirse en Rakshasa?

No era algo en lo cual pudiera pensar en ese momento, tenía que responder de algún modo a la mujer. Se limpió con la manga de la camisa, poniéndose de pie muy lentamente, temblando. -Señora Katun... Yo... ¡Ah, una rata!- Exclamó señalando hacia un punto cualquiera en la cocina, y con eso se dio la vuelta corriendo hacia la puerta de atrás. Por supuesto, ni bien había dado dos pasos cuando resbaló con parte del vómito y se fue directo al suelo, golpeándose la cabeza con uno de los gabinetes inferiores...

La señora Katun se movió a una velocidad sorprendente. Sus ropajes tradicionales indios cubrían un cuerpo fuerte y entrenado. Cleo sólo estuvo aturdida un instante pero al siguiente la tenía encima sujetándole los brazos en la espalda y tapándole la boca para que no gritase. Con un gesto de la barbilla indicó al jefe de cocinas que se ocupara de los clientes. 

Cleo fue arrastrada sin ceremonias al almacén. La señora Katun la sentó en una silla. 

-Por mucha hambre que tuvieras, un pollo crudo en mal estado no es plato del gusto de muchos... he visto las cosas que ahí afuera... Todas ellas... Así que te sugiero que no intentes mentirme. ¿Te envía alguien? Tienes toda la pinta de ser un peón... ¿de quién? ¿Un vampiro? ¿Hombres lobo? ¿Brujas?

Sin apartar la vista de Cleo, la señora Katun se levantó ligeramente la falda y sacó un cuchillo de hoja ondulada de una funda que llevaba en el tobillo.

Zarek asintió lentamente mientras escuchaba. Frotaba su dedo índice con la yema del pulgar como si evaluara el trato.

Orion estaba más acostumbrado a emplear sus encantos sobrenaturales con blancos más sencillos: chicas desvalidas, borrachas y fácilmente impresionables. Ahí, todo iba como la seda. Un jefe criminal de Europa del Este duro como el clavo de un ataúd no parecía exactamente lo mismo.

-Hay un supermercado indio en High Street-dijo de pronto. Orion mantuvo la expresión imperturable-Al lado hay una carnicería halal y una tienda de kebabs. Los hindúes lo controlan todo y esa zona está llena de ellos. Quiero que destroces esos locales. Que sepan que no estoy muerto.

Inclinó la cabeza para mirar tras Orion.

-Veo que tienes gente contigo pero sólo sois cuatro-hizo un gesto con una mano llena de anillos. El tipo del pañuelo rojo se adelantó-Tsagoi irá con vosotros para ayudaros. Si me gustan sus informes, tú y yo seremos socios.

Como dos lobos veteranos, los dos cazadores se acercaron a la granja desde distintas direcciones. 

Gareth sólo llevaba una pistola y ni siquiera la llevaba en la mano. El viejo cabrón nunca estaba desarmado: como mínimo, la guantera de su coche estaba llena de nudilleras de bronce, cuchillos de caza y agujas de hacer punto ("No se atascan en las costillas" solía decir). Los bolsillos de su abrigo estaban llenos de objetos cortantes, clavos y rollos de alambre. A decir verdad, verlo armado era casi un alivio porque cuando más miedo daba era cuando se ponía a improvisar.

No encontraron gran cosa: un pequeño invernadero con una plantación de marihuana. Varias cajas llenas de botellas de whisky de contrabando. El cobertizo de las herramientas fue más productivo:

-Cajas de munición vacías, relleno de embalaje... -Gareth dejó caer un trozo de plástico de burbujas-Documentación de una furgoneta de segunda mano... Y esto es envoltorio de juguetes... Buscamos a un crío, ¿verdad?

Yakub asintió. Entonces llamó su atención un cuaderno tirado en un rincón junto a una caja de pinturas rota.

Recogió el cuaderno. La mayor parte de sus hojas estaban rayadas, llenas de dibujos hechos a bolígrafo coloreados luego con habilidad infantil. Había un buen puñado de páginas en blanco pero la última estaba profusamente adornada con dibujos japoneses. No eran simplemente ilustraciones de personajes de dibujos animados: había palabras en japonés en los bocadillos.

El veterano se llevó la mano al collar que colgaba dentro de su camisa.

A Midori le gustaba dibujar.

-Ah, aquí está Jeff-anunció Gareth mirando debajo de una manta vieja-No creo que nos cuente nada.

El cuerpo del granjero estaba destrozado a dentelladas. Su cuello y sus muñecas habían sido abiertos a mordiscos. No había ni una gota de sangre a su alrededor.

Se paró a centímetros de la funda, al escuchar el tinte.

¿Una señal? ¿Una premonición? 

Podía ser. 

Observó en su crisol el coche de policía.

Ummmm... 

Salió de su laboratorio y subió al salón. Mientras lo hacía, cogió una bata de señor mayor, se la puso y se revolvió el pelo hasta despeinarlo por completo. Encendió un cigarrillo y dio varias caladas fuertes. Dejó el pitillo colgando de su boca. Se quitó los zapatos y los escondió detrás de un sofá antes de ponerse unas pantuflas zarrapastrosas.

Antes de abrir, le pegó un buen trago a una botella de coñac.

Para cuando se abrió la puerta, Bayhas era la viva imagen de un rico heredero diletante descendiente de los Profundos que pasaba el tiempo recitando a Poe y Byron.

Con mirada ligeramente perdida, saludó a los agentes. 

- Eeeeh... ¿sí? - Entrecerró los ojos, como si la luz le molestara, y se cubrió con la bata como si el aire puro le resultara frío y antinatural. - ¿Qué...? - Se quedó callado un largo rato hasta que uno de los agentes intentó hablar y entonces lo interrumpió. - ¿... qué desean?

-Inspector Smith, Asuntos Internos del SWJSI-se presentó el hombre de las gafas mostrando una placa-Esta es la detective Van Cliff, del Cuerpo de Policía de Gales. ¿Podemos entrar?

Bayhas les condujo con un fingido andar tambaleante hasta su sala de estar. El desorden del lugar cuadraba muy bien con su aspecto desaliñado.

-Gracias por recibirnos, señor Al Rashid. Estamos aquí como parte del protocolo de investigación del reciente tiroteo en el teatro Palace. Supongo que habrá leído los periódicos. ¿Podemos sentarnos... ? Gracias.

Ambos policías se hicieron un hueco en el sofá. Mientras Smith hablaba, Van Cliff observaba todo con expresión indescifrable.

-Todavía no se ha podido detener a los culpables pero los supervivientes están bajo protección policial después de que varios hayan sido asesinados. 

Smith sacó una carpeta de debajo del brazo con las esquinas desgastadas.

-¿Conoce a la señorita Nina Bowen?-Smith le mostró una foto de Nina-Es la dueña de una galería de arte y da clases privadas de piano y pintura. Actualmente está en paradero desconocido. Todo parece indicar que tiene una conexión con el lugar de los hechos... y usted. 

Sacó una segunda foto. Era una de las paredes del teatro Palace. Alguien empleado un objeto afilado para grabar en la pared con letras toscas las siguientes palabras:

"BAYHAS, AMIGO DE NINA BOWEN, ESTUVO AQUÍ"

El párpado inferior izquierdo de Bayhas tembló muy levemente.

Jodido troll.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Yakub. En su mente se arremolinaban las posibilidades. ¿La habían convertido y vinculado a ella? ¿La mantenían viva pero sin convertir?¿Sería ella quien cuidaba del crío? Cerró los ojos. Pensar en eso solo haría que se despistara, fuera lo fuera lo descubriría y lo arreglaría de una forma u otra. Gareth estaba con él, así que si había sido convertida es posible que no tuviera ni oportunidad de hablar con ella antes de que intentara matarla. ¿Que hacer?

Arrancó esa hoja del cuaderno y se la guardó.

— Verdad. — Respondió el veterano.

— Avisaré a Katun, quizá pueda darnos algo más de información de lo que planean— Dijo mientras sacaba su teléfono y mandaba un par de mensajes.

— Gracias por acompañarme Gareth. Con la información que tenemos poco más podemos hacer. Iré a ver si consigo algo más esclarecedor.  Por lo que se ya han atacado otros lugares. Quizá si los investigo pueda saber algo más.—

El aturdimiento de Cleo dio paso al pánico en cuanto escuchó las preguntas y luego vio el cuchillo de la mujer. ¡¿Es que no había nadie normal en toda Swansea?!

-¡No, no! ¡No me envió nadie, lo juro!- Dijo, poniendo los brazos frente a su rostro como si así pudiera, mágicamente, protegerse de los posibles ataques del cuchillo. -Mire, ayer estuve en una fiesta, ¿vale? Hubo alcohol y drogas, y un tipo me dio unas pastillas. No sé que demonios era, pero me hizo ver muchas cosas locas, creo que me hizo mala reacción. Le juro que no hago estas cosas normalmente, pero no sabía que trabajaría hoy antes de eso, y la verdad sólo quería divertirme. ¡Por favor, es la verdad! ¡No me mate!-