Partida Rol por web

Carter agarró la muñeca de Cleo durante la confusión. Su mano era como un grillete de hierro. 

-Tu destino no está escrito aún, niña, pero muy pronto tendrás que elegir entre saber la verdad o tener una vida feliz.

Miró al resto. 

-Búscame en la iglesia de St Albans, en Llanelli. Es un lugar seguro, allí podré hablarte de ese "Biokane".

—Aquí sólo venden polvo de momia; pero creo que es caspa del dueño —bromeó Orion mientras miraba de arriba a abajo a la recién llegada.

Se echó a un lado para que todo el mundo pudiera circular libremente, pero no se movió de la entrada de la tienda. Su mirada deambulaba de uno a otro de una manera alterada. Parecía un tipo al que le hubieran hecho una encerrona y ahora determinara quién le iba a atacar primero.

El agarre paralizó a la chica, pero escuchó con atención las palabras dichas por Carter. Lentamente asintió, aunque no dejaba de mirar un poco nerviosa el bastón de aquel hombre, recordando la advertencia de Bayhas.

El momento de tensión pasó (aunque no del todo) cuando Orion se apartó de la puerta, dejándoles paso. 

Bayhas miró a la policía. - Yo te indico dónde puedes conseguir lo que estás buscando. Ya me iba. Nos vemos, gente.

Y salió de la puerta, acompañando a la mujer fuera, bajo la lluvia.

Cleo esperó unos momentos a que Bayhas se hubiera ido y que el coche desapareciera, antes de intentar soltarse de la mano de Carter y retroceder un paso. -También debo irme.- Dijo. -Tengo cosas que resolver en casa. Iré a verlo, lo prometo.- Aseguró a Carter.

Se encaminó hacia la puerta, y detuvo su mirada un instante en Orion. ¿Una invitación silente a acompañarla? Sin embargo no dijo nada, sólo salió.

Orion devolvió la mirada a Cleo sin ningún tipo de expresión y, rápidamente la apartó de ella para dirigirla hacia Yakub. Quería hablar con el viejo cazador, le urgía y no le importunaba lo más mínimo la presencia de Carter.

—Dejad en paz a Eva —advirtió en tono admonitorio—. No os quiero cerca de ella, Yakub. No me hagáis elegir bando.

Yakub miró el suceder de los acontecimientos en silencio; con la mente más en las palabras de Carter que todo lo que estaba ocurriendo, que pasaba como una película de fondo en el que el viejo era un mero espectador distraído. Cuando finalmente Orion le habló regresó a la realidad parpadenado un par de veces.

Miró al vampiro primero y Carter después.

— Gracias por tu sinceridad Carter. Realmente lo aprecio. Llevate la botella si quieres, la próxima vez que decidas pasarte por la tienda tendré una nueva. Ahora si no te importa me gustaría hablar en privado con Orion. —

Yakub esperó a que el mago se marchara y estuvieran solos.

— ¿Te importa dedicarme unos minutos Orion? — Dijo invitándolo a subir a la planta superior.

—Te sigo —aceptó Orion subiendo detrás de Yakub. Antes de seguir al viejo cazador, el vampiro se aseguró de que estaban realmente solos en la tienda. Realmente no había visto salir a Carter y temía que Cleo regresara furtivamente.

Te estás volviendo un poco paranoico, Orion Jones, se dijo a sí mismo. 

¿Y cuál es el problema?... Se contestó con lo que parecía ser una voz algo distinta a la habitual...

Lewis hizo una mueca que podría interpretarse como una sonrisa, se tocó el ala del sombrero a modo de despedida y cruzó la puerta del almacén cerrando detrás suyo. Cuando Yakub la abrió, el mago había desaparecido. Nunca dejaba de sorprenderle aquel truco.

Con el mago ausente, la atmósfera pareció relajarse. Los ruidos de la calle, aunque escasos, volvieron a oírse.

El sortilegio silenciador se había disipado.

Yakub cerró el pestillo de la tienda y acompañó al vampiro a la parte de arriba. Allí comenzó un ritual en el que trataba de poner en orden sus ideas en la cabeza mientras preparaba un té caliente. Sacó dos tazas; aunque solamente una llevaba cucharilla. Vertió te en una de ellas y la colocó en una bandeja. Al lado de la otra colocó una bolsa de sangre que tenía guardada en el congelador. La metió en lo que sobró del te para que cogiera cierta temperatura. Finalmente se sentó en la mesa tomo su taza y le ofreció la bandeja al vampiro con la sangre.

Cerró los ojos mientras saboreaba el té. Y habló.

— No tengo intención de iniciar un ataque contra Eva. Tampoco te pondría en una situación en la que tengas que decidir entre ella o yo. Pero tengo en mente otras cosas; y para alguna de ellas si que necesitaré tu ayuda. En cualquier caso antes de nada hay algo que quiero contarte —

Yakub dio otro trago y dejó la taza ahora medio vacía sobre la mesa.

— Como sabrás Midori era mi esposa hace años. Tras una cacería en la que no tuve el valor de... — Yakub contó la misma historia de su pasado que hace unos días había contado a Cleo. Sin obviar detalle alguno, sin guardarse sentimientos.— [1]

— Cuando llegaste a la ciudad realmente pensé en eliminarte. Era lo que hacía en esa época y tenía mucho odio en mi interior pero... Pero tu no tenías la culpa de lo que había ocurrido. Tu eras un alma perdida en busca de un camino, en busca de un lugar al que pertenecer. Al principio solo hice lo que ella hubiera querido... luego lo consideré como algo justo y comencé a apreciarte realmente como... como alguien muy importante. Tu lucha continua por no sucumbir a la destrucción. —

Miró a Orion con cierto orgullo durante unos segundos antes de bajar la mirada a la taza.

— Pero una parte de mí lo hacía no tanto por ti; sino para obtener respuestas. ¿Son los vampiros seres malignos por naturaleza?¿Si no son tratados con miedo y odio... llegarán a esa espiral de destrucción que los rodea?¿Puede un vampiro ser consciente del daño que puede provocar y controlar su ansia y su poder? —

El viejo se inclinó hacia delante. Miró al vampiro y sonrío.

— Orion. Tu eres mi prueba de que todavía puedo recuperar a Midori. Sé que es posible que todo lo que ella fue ahora solo sea un recuerdo en mi interior; que no tenga nada que hacer y que realmente la haya perdido para siempre. Pero, si solo queda en su interior algo de quien fue, un fino recuerdo de la persona a la que tanto amé... Entonces no pienso dejar que termine de sumergirse en las tinieblas. No. Incluso si puede suponer mi muerte tengo que intentar salvarla. —

Orion emitió un largo suspiro. Era un acto reflejo heredado de su vida anterior. Sin embargo, Miraba a Yakub a los ojos sin parpadear. Llevaba algunos días experimentando este tipo de comportamientos: no parpadear, no cerrar los ojos al sumirse en el sopor diurno, quedarse inmóvil durante largos periodos de tiempo, no mesarse el pelo o mirarse las uñas o mover las manos al hablar...

—Yakub, me temo que tengo una mala noticia para ti —contestó Orion con voz desapasionada—. De todos los vampiros que he conocido tienes ante ti al más humano.

Tomó asiento pero no tocó la bolsa de sangre.

—Y si yo no he cruzado el umbral todavía es porque tú me lo has impedido —continuó en el mismo tono—. Pero no puedes evitar eternamente que siga mis instintos, ¿comprendes? Eres bastante mayor y, a pesar de todos tus trucos, tu vida se apaga... Algún día ya no estarás y yo no tendré a nadie que me retenga —sus ojos se mantenían abiertos sin pestañear aunque iban de Yakub a la bolsa de sangre y de nuevo a Yakub—. Tu esposa, si el augur no se equivoca, está más lejos que yo en esta carrera. ¿Crees realmente que puedes ayudarla?

— No lo se Orion. — Eso era en parte lo que quería averiguar con ayuda del vampiro. — Pero si existe el más mínimo resquicio de una ínfima posibilidad... Tengo que intentarlo al menos —

— No te quites mérito Orion. — Dijo señalando la bolsa de sangre sobre la mesa. — Hace tiempo que no necesitas mi ayuda para alimentarte. Cada día que pasa soy menos necesario para ti... no me refiero para tu supervivencia. Hacia mucho tiempo que eres capaz de valerte solo. No me refiero a eso. Eres más que capaz de ser una buena persona. — No dijo vampiro, dijo persona. — Eres plenamente consciente de tus poderes, de lo que eres capaz. Por eso no solo no tendrás problemas en ese aspecto. Estoy convencido que al no sucumbir a la locura, a la destrucción al... como quieras llamarlo. Serás capaz de convertirte en mucho más que un simple vampiro, en mucho más que cualquier criatura. Estoy convencido de que el futuro de la noche en Swansea estará fuertemente ligado a ti Orion, porque cuando te des cuenta de lo que eres capaz, serás realmente imparable. —

Su tono de voz había tomado cierta fuerza. El orgullo de hace un momento ahora impregnaba las palabras del viejo. Incluso apretó el puño con su última frase. Yakub estaba convencido que un vampiro que pudiera controlar su ansia de poder, de matar, de alimentarse sería muy superior a cualquier otra criatura... pues precisamente ese ansia era su punto débil, los hacía predecibles.

— No me gustaría que Cleo se quedara como única protectora de la ciudad. Es demasiada responsabilidad para alguien tan joven e inexperta. Tampoco tengo claro que ella quiera la verdad.  Yo necesité la ayuda de mucha gente. Pero estoy convencido que la única forma de que Swansea viva en paz es que un gran líder gobierne en la noche que los humanos tanto tememos. Un ser cuya fuerza, poder y control solo sea comparable con su capacidad para apreciar... la humanidad. Orion, veo en ti mucho más de lo que tu mismo ves. Y puedes estar seguro que no solo voy a luchar por salvar a Midori. Voy a luchar por esta ciudad y lucharé con todo lo que tenga por ti. —

Orion parpadeó por un instante. Las palabras de Yakub arañaban su conciencia y producían un desagradable chirrido metálico. Se revolvió levemente en la silla, incómodo, antes de echarse hacia delante, sacar su móvil y trastear con él.

—Ah, Yakub, Yakub... Tus planes, siempre tus planes —hizo un par de rápidos movimientos con los dedos sobre la pantalla—. Ahí tienes la dirección donde se esconden Midori y la pequeña sanguijuela... Te he enviado toda la información a tu correo¹.

Orion frotó la pantalla de su móvil contra la pernera de su pantalón y se puso de pie.

—¿Sabes?, me encantaría que tuvieras razón esta vez. Te lo digo totalmente en serio. Eso me ofrecería algún tipo de consuelo después de todo lo que he hecho...

Dudó un instante durante el que mantuvo la boca abierta que transformó en una sonrisa amarga.

—Amethyst es ahora una vampira gracias a mí... Le otorgué el precioso don de la inmortalidad que durante tanto tiempo le había negado... Se lo concedí porque me moría de hambre. ¿Se puede ser más egoísta y patético? —cerró los puños con rabia apenas contenida, clavando sus pupilas en Yakub— ¡Y ahora ella ha huído de mí y está devorando gente inocente, porque la sangre no le basta!

Descargó un puñetazo que hizo temblar toda la tienda.

—¿DE QUÉ MIERDA ME ESTÁS HABLANDO YAKUB? ¿QUÉ CLASE DE MENTOR ERES TÚ, MALDITO FRAUDE? DESPIERTA DE UNA PUTA VEZ, VIEJO CHOCHO... —pasó sus manos por las sienes para calmarse y, de nuevo, suspiró—. Si quieres que vaya contigo sólo tienes que pedírmelo. Te lo debo. Pero llegado el momento, yo no dudaré, Yakub. Espero que tú tampoco.