Partida Rol por web

Aunque había más luz que la última vez, en octubre el día perdía fuerzas rápidamente.

Cleo se preguntó si en aquella casa existía un "por la mañana temprano" o si sería posible verla bajo un cielo azul. Cruzó el jardín con las manos en los bolsillos lanzando miradas tensas a su alrededor. El denso follaje podría ocultar a muchos enemigos aunque habría que estar muy loco para meterse en aquel jardín sin permiso del dueño de la casa.

Por suerte, estaba invitada y había sido advertida sobre qué evitar para no activar ninguna trampa. Los hechiceros no se andaban con bromas. 

"No mires a los ojos de los querubines." De por si Cleo ya le tenía algo de terror a las imágenes de los ángeles gracias a Doctor Who, que Bayhas le hiciera esa advertencia no le provocaba la más mínima gracia, menos aún sin explicarle exactamente qué pasaría si se le ocurría mirar por accidente... Debido a eso, gran parte de la caminata desde la verja de la entrada hasta la puerta principal lo había hecho con la cabeza gacha, pues al menos sí sabía que las imágenes de los querubines repartidas por el jardín se encontraban a la altura de los ojos de una persona de tamaño medio. "Manténte del lado izquierdo. Al llegar a la fuente, sigue del lado derecho." "Evita los ladrillos que sean algo más oscuros que el resto" "Sigue el camino de losas amarillas Dorothy". Esa última no estaba segura si la había dicho en serio o sólo se burlaba de ella, pero obedeció sin rechistar.

Al llegar a la puerta, agarró el pasador y golpeó tres veces. Contó hasta cinco y golpeó dos veces. Luego esperó tres segundos mas y dió un sólo golpe.

La puerta se abrió sola con un bastante teatral crujido. Cleo entró al pequeño recibidor y vio luz al fondo a la izquierda, donde sabía que estaba el salón. Se adentró en la casa mientras la puerta se cerraba a su espalda. 

Bayhas estaba sentado en un sillón, aparentemente mirando al infinito. Puede que sus ojos estuvieran perdidos por estar vislumbrando paisajes de otro mundo. También podía estar echándose una siesta con los ojos medio abiertos. Con los magos, nunca se sabía.

- Hola, Cleo. - dijo, volviendo su mirada hacia la chica y sonriendo, con esa muy suave sonrisa característica del mago. No solía sonreír con los ojos. - ¿Me traes un dedo o una oreja para que la examine?

-No. No todavía.- Empezó la chica, acercándose al salón y quedándose de pie de momento. Se llevó la mano derecha a la nuca un momento, antes de empezar. -En realidad, es algo que quiero saber para poder ayudar a alguien que está en peligro.- En pocas palabras, Cleo contó sobre Yibul y el trabajo que le había ofrecido.

-No quiero matarlo. Pero lo matará de todos modos, lo haga yo o no.- Comenzó a caminar de un lado a otro. -Entonces, se me ocurre que puedo convencer a esta persona de fingir su muerte. Sacrificar un dedo o una oreja es mejor que morir, ¿no? Que huya de Swansea y hacer parecer que ha muerto, poner a la hija cuidando el negocio y listo. Pero, aquí es donde está el problema, si Yibul puede averiguar sobre el destino de esta persona a través del miembro cortado, no es un plan eficaz...-

Se detuvo en su caminata, y miró al mago. -A menos que haya una manera de, no sé, ¿hacer un falso positivo? ¿Es eso posible?-

Bayhas suspiró. Señaló un sillón frente a él. - Siéntate, Cleo. - Esperó a que lo hiciera antes de seguir hablando. - Es posible. Se puede tratar la oreja o el dedo para que dejen de ser una conexión arcana. "Una vez unido, siempre unido", pero en el laboratorio podría romper la conexión. Porque al fin y al cabo, al haber sido separado físicamente, se puede hacer que quede separado también místicamente. - Hizo un gesto con las manos, abriéndolas un poco. - No es lo habitual. Normalmente se quiere mantener las conexiones arcanas activas, por su utilidad. Pero se podría hacer.

Bayhas se adelantó en su sillón. - Pero primero tienes que convencer a ese tipo de que se deje cortar un dedo o una oreja. Y luego tienes que engañar a Yibul. Estás tratando de engañar a un demonio, que no están hechos del todo de carne y hueso, sino de ilusiones, humo y engaño. Es un juego muy peligroso, Cleo. Mucho. - Negó con la cabeza. - Así que mi pregunta es, ¿por qué? ¿Por el dinero que te va a dar Yibul? No lo creo. ¿Por salvar a ese tipo? No le conoces. No sabes si es un tipo que pega a su mujer y explota a sus empleados. ¿Qué sacas de todo esto, Cleo? No sé por qué sientes la responsabilidad de hacerlo.

Cuando empezó con las preguntas, Cleo le rehuyó la mirada. Sentada en el sillón, tenía los codos apoyados sobre las rodillas. No contestó directamente, pero empezó a hablar, despacio.

-¿Sabes que, de toda una congregación eclesiástica, sólo un padre sobrevivió cuando toda la iglesia se vino abajo, por culpa de la explosión? ¿Cuántos más crees que murieron? O que lo perdieron todo esa noche. Su hogar, su familia...- Seguía con la mirada en el suelo. -Carter habló de diez mil. Diez mil personas que ya no están vivas, Bayhas. Por culpa de nosotros.-

Se cruzó de brazos y se apoyó al respaldar del sillón, cerrando los ojos. -No hace falta que me adviertas del peligro, Yibul fue muy amable en mostrarnos lo que pasa a quienes le traicionan. Por eso estoy aquí, porque sé que no puedo hacerlo sola.- Por fin, alzó la mirada hacia él. -Quiero salvarlo porque, si en verdad puedo salvar a una persona, al menos sólo una, podré comenzar a pagar mi culpa.-

El mago negó con la cabeza - Tú no mataste a todas esas personas, sino Gareth. Él puso los explosivos y no nos dijo nada, nos engañó a todos. Me alegro de que él, al menos él, esté muerto. - Le había dado vueltas a ese asunto. No demasiadas, todo había que admitirlo, pero sí las suficientes. - No puedes asumir sobre tus hombros el peso de diez mil muertes. No podrás con ello, te aplastará y, además, ¿cuándo estará la balanza equilibrada? ¿Cuando hayas salvado a diez mil? Es un propósito loable, pero algo irreal. 

El mago se echó atrás en el sillón. - Salvaste mi vida y la de Yabul, Cleo. Quizá eso no sea suficiente para ti, porque ni el viejo ni yo somos inocentes, pero sí lo es para mí. Podrías haber salido corriendo, pero nos salvaste a los dos. Muchas gracias, Cleo. - Su tono era inusualmente amable. - De todas formas, si vas a seguir embarcada en tu cruzada de salvar personas, quizá deberías plantearte una alternativa a cortarle el dedo a un hombre, fingir su muerte y tratar de engañar a un demonio. A lo mejor podrías hacerte voluntaria en un comedor social. Por dar un primer paso algo más... sencillo.

Cleo se le quedó mirando un momento, mordiendo el interior de su mejilla. Se rió, breve y sin alegría, por sus últimas palabras. -Quizás me volviera en una agente activa de los RedBeats, si no fuera porque sé que la culpa de esto no fue de Owain y los vampiros, sino de un cazador, un humano.- Resopló, bajando la cabeza.

-Puede que tengas razón. Pero ya te lo he dicho, este señor Kumar va a morir aún si no es por mi mano. Si supieras que una persona está condenada a muerte y estuviera en tu mano la posibilidad de salvarlo, ¿no lo intentarías?- Se llevó las manos a los cabellos y tiró de ellos. -No pretendo ser una heroína... Soy sólo una fotógrafa. Pero... no puedo... no puedo pretender que no está ocurriendo nada. No soy así.-

- Espera... ¿Kumar? ¿Nish Kumar? ¿El dueño de una tienda de móviles? ¿Ese es el hombre que Yibul quiere cargarse? 

Cleo volvió a mirarlo, entrecerrando los ojos. -¿Lo conoces?-

El mago se quedó mirando a Cleo. Después, apoyó los codos en los brazos del sofá, juntó sus manos frente a su cara y entrecerró los ojos. - Me informaron de que el señor Kumar no podía pagar la protección de los rakshasa. Y me dijeron que el culto del Dragón le estaba molestando. Acepté echarle una mano y librarle de ellos. Pero parece que la cosa se complica, y que no bastará con librarle de los que le molestan, sino también de sus "protectores". - Bayhas se acarició la barbilla, jugando con los pelos de su perilla. - Quizá sería interesante ir a su tienda y hablar con él. Podríamos ir mañana o el próximo día que esté abierto... 

La chica resopló una vez más, si de por sí la cosa no parecía sencilla en un principio ahora claramente era más complicado. -¿No podríamos pasar hoy mismo?- Dijo, tamborileando sus dedos sobre las rodillas. -Creo que es algo que Yibul quiere despachar pronto, no me extrañaría que enviara a alguien más hoy mismo. A menos, claro, que me esté dando oportunidad para "probarme". No estaría mal tener una infiltrada entre los Rakshasas, ¿no crees?- Volvió a medio sonreír, aunque seguía sin mostrarse alegre. Quizás, sólo un poco aliviada al percibir algo de apoyo por parte del mago. -Y gracias.- Agregó.

El mago negó. - No me des aún las gracias. Por el momento solo te acompañaré a hablar con él. Después, veremos qué podemos hacer. Quizá no podamos hacer realmente nada. - Se levantó del sillón. Gruñó un poco al hacerlo, ya que seguía dolorido. - Y no, no podemos ir hoy. Vienen a visitarme. Bueno, si quieres quedarte y que vayamos después... pero no te puedo asegurar que el tipo que viene a Radcliff sea una visita agradable. Tú decides. - Sonrió, esta vez no era una sonrisa agradable.

Bayhas miró por la ventana. Estaba anocheciendo, Sokolov no tardaría mucho en llegar. Ojalá se comiera alguna trampa y muriera antes de llegar al umbral de la puerta. Pero seguro que no sería así. - Ya tengo un infiltrado entre los rakshasas, aunque no me fío demasiado de él. Tú... - Miró a la chica. - de ti sí me fiaría. Me fiaría de tu lealtad y de tu corazón, pero... Cleo... este no es tu mundo. Te juntas con vampiros y magos, con el viejo chiflado de Yakub... con rakshasas. Y solo eres una fotógrafa. - Levantó su mano, como deteniendo una objeción de la chica. - No me entiendas mal. No digo que esté mal serlo. Digo que no estás preparada para enfrentarte a lo que acecha en Swansea, y te estás metiendo hasta el fondo. ¿Es eso lo que quieres? Porque Yakub es un viejo siniestro que ha perdido a su mujer, convertida en vampiro, y se culpa de ello. Orion es un monstruo, lo mires por donde lo mires; todos los vampiros lo son, cáscaras vacías cuyo alma murió y que viven la mentira de pensar que aún son la vieja persona que fueron. Yo no soy mucho mejor que ellos. 

Avanzó hacia la chica. La mirada en sus ojos era intensa, y a Cleo le resultaba casi imposible evitarla. Era como si te atrapara - Y todos estamos solos, Cleo. Absolutamente solos. No tenemos amigos, no tenemos familia. Si la tuviéramos, la pondríamos en peligro constantemente. ¿Eso es lo que quieres, Cleo? Tienes un padre y una madre. Tienes una vida lejos de Swansea. No sé por qué quieres estar aquí. 

No le gustaba no poder esquivar la mirada del mago, pero no tenía la voluntad suficiente para resistirse al efecto casi hipnótico que ejercía. Aún así, mostró media sonrisita. -¿En serio es tan difícil pensar que me quedo por las buenas vistas, el "Party Hard" y las opciones laborales?- Dijo.

Su pulgar comenzó a rascar la uña del otro. -Bayhas, creo que sería ingenuo pensar que de verdad tengo la más mínima posibilidad de escapar de esto. ¿Sólo hay monstruos en Swansea? Ja.- Su gesto se iba haciendo más sombrío. -La primera vez que vi un vampiro no fue aquí, sino en Londres. No los buscaba, pero los vi. Los grabé, sólo para descubrir luego que no aparecen en cámara. ¿Quién dice que no me están buscando actualmente allá? ¿Quién dice que, si no hubiera venido, no me hubieran asesinado a mi y a mis padres?-

Se llevó las manos al rostro. -No quiero irme, ¿no lo ves? No quiero huir de esto, pretender que nada pasa, que el mundo no está lleno de monstruos al acecho. Ahora que sé que es real, quiero.. quiero estar preparada. Y aquí he encontrado quienes quieran y puedan darme respuesta, puedan ayudarme a enfrentarlo. Tengo a Yakub, tengo a Orion... Y te tengo a ti.-

Al fin, la mirada del mago pareció soltar a Cleo. - Lo que se ha aprendido no se puede desaprender, ¿verdad? - Asintió. - Vale, Cleo, de acuerdo. Has mirado tras el velo y ya no puedes ignorar lo que has visto. Eso lo acepto. Tienes a Yakub, tienes a Orion y... - Se tocó el pelo de la cabeza y se dejó la mano en la nuca, mientras miraba a la chica con una sonrisa. - sí, y me tienes a mí. ¿Con quién vería series de vampiros si no? A Yakub no le gustan y Orion... bueno, con Orion no quiero ver series.

- Hablando de Orion... - Bayhas hizo un mohín con los labios. - Ten cuidado con él, Cleo. Yakub está convencido de que no es como el resto de los vampiros pero... yo no estoy tan seguro. O si estoy seguro, pero justo de lo contrario que él piensa. Sé prudente. Y en cuanto a Yakub, es sabio e inteligente. Pero su amor por su mujer nubla su buen juicio. Tenlo en cuenta cuando trates con él. Le caes muy bien, Cleo, te tiene aprecio, ve el potencial en ti. Usa esa conexión para tratar de meterle algo de prudencia la próxima vez que nos meta en la guarida del dragón.

Cleo resopló con fuerza. -Ostras. No quiero saber más de guaridas de dragones en mi vida.- Se estremeció un poco. Luego asintió. -Intentaré aconsejar a Yakub, espero tengas razón y me oiga. Y estaré atenta a Orion, de acuerdo.- Aceptó, pues a pesar de que Yakub le había hablado sobre lo distinto que era Orion a otros vampiros, le estaba comenzando a costar confiar en el buen juicio de alguien que fuera amigo de un hombre como Garreth.

Lo miró con un punto de diversión. -Al final no pudimos ver la maratón esa que contabas.- Decidió cambiar el tema, para no quedar en un silencio incómodo luego de aquella conversación. -Igual si tu desagradable visita no se queda mucho tiempo la podemos hacer hoy. Eso si, nos tocará pedir pizza o algo así, no creo que estés en condiciones de... ejem... querer acercarte al fuego.-

- Guaridas de dragones, guaridas de vampiros... - El mago se encogió de hombros. - Planes alocados. No es propio de él, la verdad. - Después, se rió - Te va a sorprender esto, pero los repartidores de comida a domicilio no suelen venir a esta casa. No después de... bueno, ya te contaré esa anécdota en otro momento, es bastante divertida si lo piensas bien. Vale. Series. Sí, de acuerdo. Yo haré la cena. No puedo cogerle miedo a los fogones o le empezaré a coger miedo a todo.

Se planteó cómo decir lo siguiente. - Escucha, Cleo, el tipo que va a venir es Sokolov. Es un hombre lobo. Bastante violento. No sé qué es lo que quiere, pero sé que alguien le pagó en su momento por matarme. Cabe la posibilidad de que venga a intentar terminar el trabajo. No lo descarto, aunque podría venir a otra cosa. No lo sé, pero las cosas pueden ponerse feas, así que te ofrezco la posibilidad de irte ahora y ver las series en otro momento. Conmigo o ya, si acaso, con otra persona. - Añadió lo último con una sonrisa irónica y en tono de broma, pero Cleo pudo notar que el mago no las tenía todas consigo. - Sí, mi vida es siempre así. - De nuevo pareció bromear con elegante desapego. La coraza solo había dejado ver un resquicio de inseguridad durante un muy breve instante.