Partida Rol por web

Cleo seguía aferrada al flambeador y a su móvil, sentándose en la pared del interior de las cocinas, jadeando y con el rostro manchado de sudor, sangre, y lágrimas. Las manos le estaban temblando, pero aún así hizo un asentimiento hacia Yakub, pasando la manga de su vestido por encima de los ojos para limpiarlos.

-La rak-rakshasa de la barra hizo aparecer los engendros de la otra vez...- Dijo en un susurro. No sabía si el veterano la escuchaba, pues parecía más atento a lo que estuviera pasando en la sala VIP. Cleo puso el flambeador sobre su falda y con el vestido intentó limpiar sus manos y la pantalla del móvil. BioKane había escrito. Tenía que ver qué había escrito. Era la única razón por la que se había metido allí, no se iba a ir sin hablar con él. O ella.

Yakub miraba a Cleo. Comenzaba a entender el olor a quemado en el ambiente y el hecho de que estuviera así de afectada.

— Y por lo que veo lo has superado. Ahora toma un poco de aire y respira. Atenta. —

Yakub comenzó a señalar a quien conocía y a nombrarlos. Alun, Eva, Yurga, ... 

— Tenemos que encontrar la forma de liberar a Orion. Bayhas debería llegar en cualquier momento. Si salimos ahora, con toda esta gente aquí fuera... estamos muertos. Esperemos que para cuando podamos actuar no sea demasiado tarde. ¿Alguna idea? —

Yakub sonrío a Cleo y asintió.

— ¿Crees que podrías apuntar con la cámara a la gente desde aquí? Veamos cuantos de los presentes son vampiros...

Las palabras de Eva tuvieron el efecto contrario que aquella arpía habría esperado. Su rechazo, proclamado en voz alta, rompió de algún modo el vínculo que Orion mantenía con ella. Como todos los asuntos relativos al vampirismo, deshacer definitivamente aquella atadura resultaría mucho más complejo que un simple aldabonazo en la jeta; pero, de ahora en adelante, Eva von Sacher-Masoch iba a tener que trabajar mucho su savoir-faire o mejorar su actitud de zorra decimonónica austro-húngara si quería que Orion cayera rendido de nuevo ante sus tacones de aguja.

El vampiro sentía la sangre hervir en sus venas atrofiadas. Apelando a su odio más profundo hacia todos los asistentes a aquel aquelarre low-cost, invocó los rescoldos del fuego de Owain y sus ojos relampaguearon en un azul imposible. Dirigió su mirada a Alun que se rió del vampiro al tiempo que alzaba la mano dispuesto a ejecutar su hechizo.

Orion esperó el momento adecuado. Si algo había aprendido acerca de los magos era que el tamaño desmesurado de sus egos superaba con creces sus habilidades arcanas. Sin lugar a dudas Alun había pensado un plan magnífico para encarcelar al vampiro y poder experimentar con él todo aquello que su mente había pergeñado. Sin embargo, para poder enviar a Orion al lugar que tenía preparado y poder retenerlo allí necesitaba abrir el círculo durante un segundo o menos.

El bibliotecario de la Orden de Merlín fue incapaz de percibir el movimiento del brazo del vampiro hasta que la mano de este comenzó a presionar su tráquea. Al fin y al cabo, sin la asistencia de sus encantamientos, aquel tipo no era más que un humano blandito y frágil. Y lento, sobre todo, muy lento.

—¡Tú lo has dicho, vejestorio! —exclamó girando su mirada hacia Eva—. Marcus es muuuucho más dócil que yo.

Sin dejar de mirar a la mujer con los ojos llameantes, Orion aplastó la tráquea de Alun con la intención de matarlo.

La cúpula mágica se desvaneció con un siseo y Orion la cruzó como si nunca hubiera existido. Alun estaba en sus manos agitando las manos en el aire intentando preparar algún exorcismo.

Pero Eva no parecía impresionada. La mujer vampiro mostró los colmillos y se lanzó sobre él con un siseo. Se movía increíblemente rápido incluso con tacones de aguja. 

-¿Liberar a Orion?- Cleo no estaba enterada de nada de lo que estaba ocurriendo con el vampiro, teniendo sus propias preocupaciones. Cuando fue a asomarse por la puerta, soltó una maldición.

-¡Cierre la puerta!- Dijo, intentando apoyar su espalda en la puerta para empujarla y evitar que aquellos monstruos entraran. Comenzó a darle con el pulgar al móvil para desbloquearlo, queriendo leer lo que BioKane le había puesto.

Orion cerró su mano sobre el cuello de Alun con todas su fuerzas al mismo tiempo que se impulsaba en dirección opuesta al ataque de Eva. A continuación lanzó al mago contra ella, intentando ganar tiempo.

—¿Qué demonios te crees que haces? No pierdas la dignidad ahora, delante de toda esta gente. Reconócelo, amor mío, Marcus no puede sustituirme. Nadie puede hacerlo.

La caída de Alun se detuvo en el aire. Orion vio por el rabillo del ojo a Rhiannon haciendo un gesto. Era evidente que había sido ella la que había detenido la caída del mago.

Eva esquivó al mago flotante para abalanzarse sobre Orion.

-¡Pero te podemos eliminar de la ecuación fácilmente!

Orion había estado en muchas peleas y era un luchador veterano. Por eso no podía dejar de valorar sus opciones. Si los demás peces gordos empezaban a meterse en la pelea, sus posibilidades de salir victorioso se reducían drásticamente. Había logrado romper un conjuro de Alun pero ¿podría con uno de Rhiannon? ¿Y con Yurga?

Orion desarmado hace 1 de daño. Un daño terrible es 2, que no deja de ser una buena torta.

Ahora mismo, Eva no está para negociaciones. La ves venir así que puedes intentar esquivarla (aunque es muy rápida, al menos, tanto como tú) Escapando de una Situación. O puedes intentar Lanzar un Ataque tú. O tal vez quieras Liberar tu Poder. También acepto otras ideas pero la opción diplomática ahora mismo no está disponible.

Una nubecilla de humo apareció junto al escenario interrumpiendo a la orquesta. Bayhas Al Rashid hizo su aparición. Vestido de traje y corbata junto al escenario parecía casi parte del espectáculo.

-¡El Al Rashid!-siseó Mishka volviéndose hacia él y haciendo gestos cabalísticos.

Bayhas, en esta sala hay bastante gente que no te tiene aprecio (o un aprecio equivocado). Mishka es la amenaza más evidente pero Yurga y Eva también te tienen ganas. Por lo menos, no está Sokolov.

En la cocina, Cleo y Yakub intentaban bloquear una puerta de madera contrachapada frente al empuje de las pesadillas de la chica. El veterano chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco mientras arrimaba el hombro al ver a la chica mirar el móvil mientras hacía fuerza con su espalda.  

Yakub aguantaba la puerta apoyando su pierna buena en una de las mesas ancladas al suelo. Miró a Cleo.

- Deja el móvil y activa la alarma de incendios - Dijo señalando con el bastón el tirador de la pared. No sonaba como una reprimenda, sino más bien como una petición con algo de astío.

- No se que narices hay al otro lado, pero si queremos pasar al otro lado necesitaremos deshacernos de ellos. Después activar la alarma agarra algo con lo que hacerles daño, por si acaso. - EL viejo hablaba mientras Cleo ya estaba encaminándose a activar la alarma y los aspersores, de vez en cuando la puerta empujaba con fuerza y hacía un amago de abrirse.

- En cuanto estés lista abro la puerta. Prepárate para saltar al otro lado, yo iré después y los dejamos encerrados en la cocina - 

El plan era esperar que no solo supieran empujar la puerta, y no tirar de ella para abrirla... si eran tan pequeños como parecía por los empujones los dejarían al otro lado sin tener que pelear...

Con el móvil en su ropa, Cleo corrió hacia el lugar señalado, bajando la palanca de la alarma de incendios de inmediato. Luego revisó casi torpemente entre las cosas que había en la cocina, hasta que lo vio: un bote de aceite en areosol marca PAM. -Espero que funcione...-

Corrió entonces hacia la puerta, el aerosol en una mano, y el flambeador en otro. -¡Lista!- Dijo, aprovechando el impulso para saltar fuera de la cocina en cuanto Yakub abriera la puerta.

Lo malo de teleportarse a un lugar que no veías siempre había sido que no tenías muy claro dónde ibas a aparecer. El hechizo tenía al menos una serie de salvaguardas que te aseguraban que no aparecerías dentro de un muro o fundido con otra persona (una perspectiva de lo más desagradable; y algo asquerosa).

En esta ocasión, el resultado fue que Bayhas se materializó en mitad de la pista de baile, a la vista de mucha gente. Allí estaban Orion, al parecer a punto de enfrentarse a una mujer que tenía toda la pinta de ser Eva. Más allá estaban Yurga y Rhiannon, dos de los pesos pesados del mundo sobrenatural de Swansea. Sospechaba que Rhiannon había tenido algo que ver en la desaparición de la llave en la que había estado trabajando Yakub. Y Yurga era el jefe de los rakshasa, una facción que mostraba un interés bastante inquietante por meterle en líos. Al menos su hija no parecía estar por aqu...

La escuchó un poco tarde. ¿"El Al Rashid"? ¿Qué forma era esa de referirse a él? Sonaba como a "La cucaracha". 

Probablemente ese pensamiento indignado fue lo que lo desconcentró. O ver a tanto enemigo junto. O lo que fuera. El caso es que trató de desbaratar el conjuro que La Mishka estaba tejiendo... y no lo logró.

No lo logró en absoluto.

Libre de obstáculos gracias a la intervención de Rhiannon, Eva le cayó encima a Orion que trató de esquivarla en vano. El vampiro percibió la llegada de Bayhas con cierto alivio, aunque a la vista de las amenazas presentes y de su hostilidad, sus esperanzas se dieron contra el suelo al mismo tiempo que él era derribado por su creadora. Además no lograba ver a Cleo y eso le preocupaba aún más.

El poder de Owain le había abandonado falto de sangre nueva para renovarlo. Se sentía famélico y lleno de rabia. Necesitaba quitarse de encima a aquella bruja o pronto iba a sentirse también jodido, realmente jodido.

El agua ya mojaba probablemente a todo el mundo tanto en la sala VIP como en la normal de la misma forma que lo hacía sobre Yakub y Cleo, la alarma resonaba a su alrededor de forma estridente y con absoluta certeza un equipo de bomberos estaría en camino... Solo tenían que aguantar un poco más.

Yakub se puso en pie tratando de aguantar las embestidas de la puerta y en Cleo le confirmo la abrió. Espero que la muchacha hubiera pasado al otro lado y todo lo rápido que le permitieron sus huesos hizo lo propio, cerrando la puerta tras de si y esperando que la atención de los presentes no estuviera centrada en la barra en ese momento...

La alarma de incendio empezó a sonar como un alma en pena compitiendo con el ruido del tumulto. Los sistemas aspersores gotearon mientras las tuberías se llenaban y empezaba a llover dentro de la sala VIP.

Yakub bloqueó la puerta de las cocinas con un barril de cerveza. Cleo no veía a ninguno de los diablillos por la barra de momento pero hizo un mohín al notar su peinado arruinarse bajo la lluvia.

Al otro lado de la barra reinaba el caos. Orion luchaba contra Eva mientras Yurga parecía maniobrar a su alrededor como un lobo hambriento esperando su oportunidad. Rhiannon había transportado mágicamente a Alun a una mesa en una esquina y le estaba ofreciendo un vaso de agua mientras una barrera mágica impedía que se mojaran. El tipo grande del bigote parecía inquieto pero no dispuesto a marcharse. 

Orion tenía hambre.

Hacía días que no se alimentaba. La sangre de Owain le había mantenido pero parecía que se desvanecía por momentos. Notaba incluso como sus sentidos se embotaban sin el poder del dragón. Era como volver de un viaje de drogas a las que inevitablemente te volvías adicto. 

Eva, en cambio, estaba a plena potencia. La vampiresa, convertida en un borrón, de repente estaba encima suyo. Orion sintió los pelos ponérsele de punta ante su aroma a perfume caro, flores frescas, ropa nueva y maquillaje. Le traía recuerdos de otra época que no por agradable y enloquecida quisiera dejar de querer olvidar...

 Apenas sintió sus colmillos en el cuello. Era como estar abrazados de nuevo bajo la lluvia del West End londinense. Espejos de Candem que no podían reflejarles. 

Orion, apúntate 1 de daño que acaba de beberse Eva.

¿Qué se siente cuando te muerde un vampiro? ¿Qué vas a hacer? 

 Bayhas sintió de pronto que el cansancio le pasaba factura. La fiesta estaba resultando más intensa de lo esperado y la medicación sólo podía ayudarle hasta cierto punto. Y su vida se estaba complicando, demasiada gente nueva acomodándose en su mente académica, gente que le provocaba sentimientos que le distraían. Y... ¿estaba lloviendo allí dentro?

La distracción le costó cara.

Mishka agitó las manos y dos enormes serpientes negras aparecieron en torno al mago. Su abrazo era asfixiante física, mental y espiritualmente. Bayhas pudo notar los poderes protectores de su anillo siendo forzados al límite.

La espada, Al Rashid. Una voz susurrante le habló dentro de su cabeza. Sé que tú la tienes. Dámela o no saldrás de aquí.

Bayhas, estás atrapado entre los anillos de dos monstruosas serpientes mágicas. Tu Armadura 1 ha parado lo peor de la constricción pero están a punto de empezar a morderte y su veneno va a ser más problemático. ¿Qué vas a hacer?

A propósito, márcate Velo por tu momento de intimidad con Nina. 

Aquel mordisco era puro dolor, como si te violaran en la cárcel nada más llegar. ¿Es lo mismo que sintió Craig cuando le arrebaté su aliento? El perfume era el mismo, la suave perfección de sus labios también; jamás podría olvidar el día que ella le sumergió en las tinieblas. Pero ahora era diferente: Eva había desgarrado la carne con furia y succionaba el líquido vital con la fuerza de una bomba de extracción.

Los aspersores anti incendios habían comenzado a manar agua. Con un poco de suerte alguno de mis compañeros le ha metido fuego al edificio. El remolino que formaban Eva y él luchando a través de la sala desviaba horizontalmente las gotas y creaba un vacío eléctrico casi seco. Algunos camareros habían terminado por los suelos, embestidos por la danza frenética de los dos vampiros. Otros volaban cuando Yurga los empujaba para acercarse a la pareja.

Orion percibió la amenaza del rey demonio y supo que no le iban a permitir disputar un combate justo contra su creadora. Con un giro del cuerpo se desembarazó de Eva, que rodó por encima de una mesa alta de cócktel de las que todavía quedaban en pie. El agua que habían estado repeliendo cayó como una manta sobre él, empapando su traje que había sufrido demasiados desperfectos durante la lucha. Se deshizo de la chaqueta e inmediatamente su camisa comenzó a teñirse de rojo aguado. En su mano izquierda tenía uno de los carísimos y bellísimos zapatos de tacón de Eva, aunque no tenía ni idea de cómo y cuándo había aparecido allí. Se lo lanzó como un proyectil a Yurga que no tuvo mucha dificultad en esquivarlo; pero aquello le dio la oportunidad de saltar hacia la barra, cerca de Mishkha.

Bayhas estaba bajo el poder de aquella bruja que reía histérica ante los resultados de su ataque. Cuando vio a Orion su risa se congeló en su rostro felino.

El caos era total, y desde su perspectiva pudo ver que tanto Orion como Bayhas estaba en un aprieto; sin embargo, la cercanía de la rakshasa en la barra le daba la oportunidad de ayudar a uno de ellos. Además, la hija de puta había traido a los engendros.

-¡TRAGA FUEGO, FURCIA!- Gritó la fotógrafa, presionando primero el aerosol y luego activando el flambeador, sólo lo suficiente para hacer una llamarada rápida. El olor a pelaje quemado le llegó a las fosas nasales, logrando con eso que la demonio dejara de prestar atención al mago con un grito de furia. Pero Cleo no sé quedó a esperar a que Mishka se vengara, sino que cruzó sobre la barra para quedar del otro lado y se agachó, jadeando y asomándose por los costados para intentar ver lo que ocurría en la sala...

El hedor a pelo quemado y el siseo al apagarse con el sistema antiincendios quedaron eclipsados por el aullido de dolor de la rakshasa.

-¡AAAARRRGH! ¡SUPLICARÁS POR TU VIDA,  NIÑA!

La distracción de Cleo era la oportunidad que buscaba Bayhas. Trató de invocar su poder para teleportarse y dejar atrás a las serpientes que lo tenían retenido y que cada vez lo aplastaban más y más, pero no conseguía centrar en su mente las palabras del hechizo. La presión era cada vez más grande y cada vez que soltaba el aire su abrazo aumentaba en fuerza, evitando que pudiera volver a inspirar. El mareo se estaba añadiendo al dolor y a un muy molesto zumbido en los oídos. Trastabilló y estuvo a punto de caer al suelo. No tenía muy claro dónde se encontraba y le resultaba imposible concentrarse.

Las serpientes atacaron al unísono: una a cada hombro. El zafiro del anillo de la Casa Al Rashid brilló tenuemente mientras bloqueaba parte del daño pero aquello no era como un dardo tranquilizante. Bayhas sintió arder los lugares donde los colmillos se clavaron y notó como si la oscuridad empezara a correr por sus venas.

Intentó dar un paso atrás pero sus piernas estaban envueltas en los anillos de las serpientes. Cayó al suelo con estrépito pero apenas lo notó. Con su visión  borrosa vio una figura que cojeaba hasta él (¿le faltaba un zapato?) y se agachaba enseñando una sonrisa escalofriante.

-No te mueras todavía, Al Rashid: tu vida me pertenece.

Bayhas, te apuntas uno de daño (armadura ya aplicada) y el Veneno Mágico corre por tus venas. 

EDITADO: En realidad, no es para tanto, Yakub cancela el daño. 

Tienes a Eva encima y parece que va a darse un festín contigo...

Orion y Mishka intercambiaron una mirada asesina. La rakshasa tenía un aspecto inquietante con el pelo de la cabeza quemado y soltando hilillos de humo bajo la lluvia.

Con un graznido, la bruja se transformó en una enorme serpiente demoníaca de colores chillones. Su enorme cuerpo escamoso trepó por encima de la barra mientras las gotas de agua rebotaban sobre su piel. Abrió unas fauces como las puertas del infierno llenas de colmillos ganchudos y echó la cabeza hacia atrás dispuesta a atacar.

El vampiro no estaba muy seguro de si su fisiología no muerta era a prueba de venenos raros. En teoría, las drogas y el alcohol le afectaban pero aquello era una puta serpiente demonio del tamaño de... de... ¡enorme! 

Claro que Mishka transmutada en serpiente no era su único problema: Yurga cargaba hacia él como un rinoceronte a través de la lluvia. Sus garras eran como cimitarras y sus ojos, dos pozos de llamas.

-¡HAS VIVIDO MÁS QUE SUFICIENTE, INSECTO!

Yakub surgió tras la barra chorreando agua. En sus manos sujetaba una escopeta de terrible aspecto. Por un momento pareció que el cazador de antaño hubiera vuelto. El arma rugió y el brazo izquierdo de Yurga desapareció en una nube de sangre negra. Yakub gritó algo que quedó ahogado por el estruendo de su disparo. 

El señor demonio detuvo su carga con un gruñido. Los talismanes de su cuello empezaron a brillar y la terrible herida comenzó a cerrarse ante sus ojos. Clavó su mirada furibunda en el anciano cazador, hizo un gesto con su garra restante y una nube de moscas gigantescas se abatió sobre él. 

Acabas en otra situación peligrosa, Orion. ¿Qué vas a hacer?

Yakub, apúntate dos de daño y uno de corrupción. Has "sacado la pistola en una pelea a navajazos", hecho un daño terrible y usado tu Movimiento de Letal. Y, ahora, el conflicto se agrava. 

Las puertas dobles se abrieron y cinco rakshasas armados con pistolas hicieron su entrada.

-¡Todo el mundo al suelo!

¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué?

Cleo sentía la adrenalina por el cuerpo, pero sabía también que simplemente dejarse llevar por un Bring Hell Rampage no era la mejor idea. Sin salir de su precario escondite, intentó evaluar la situación en la que se encontraban, junto con un doloroso pensamiento en mente:

¿Sería una situación de "Salimos todos o ninguno" o un "Sálvese quien pueda"?