Partida Rol por web

El demonio abrió mucho los ojos en una exagerada expresión de espanto.

-Por favor, ¡no se puede vender un regalo de un ser querido! Yo sería incapaz de tratar semejante género. ¡Incluso los rakshasas tenemos límites!

Al fondo de la sala, en el escenario, una banda de quince músicos empezó a interpretar la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart. Yibul se volvió hacia Nina. 

-¿Bailas, querida?

Nina le dedicó su mejor sonrisa y arrastró al rakshasa que abultaba casi el doble que ella a la pista de baile. 

— Veo que no paras quieta Andy. — Dijo al ver a la hada con una sonrisa. — Gracias — Dijo cuando le sirvió el sake.

— Dime, ¿Que te trae por la fiesta? No creo que necesites el dinero para estar a ese lado de la barra. ¿O tan mal te han ido las cosas últimamente que si lo necesitas? —

Desde donde estaba no podía escuchar lo que se decían Orion y Amethyst, pero si que podía intentar captar el lenguaje corporal. Si desde luego la mujer se iba no quería perder la oportunidad de hablarle antes de que se fuera.

Orion había empleado aquel truco muchas veces. Sin embargo, Amethyst le conocía bien. Y ya no era una ghoul sumisa, era como intentar conducir un camión cuando sólo habías montado bicicletas antes.

-¡Entonces al diablo con ella! ¡Vámonos de esta puta ciudad, tan lejos como podamos y empecemos de nuevo en otro lugar! ¡Olvídala de una vez! ¿O es que quieres ser un segundo plato en su puta nevera toda la eternidad?

Un par de lágrimas rojas le corrieron por las mejillas. Orion se vio reflejado en aquellas lágrimas, un Orion más joven y tratando de huir de exactamente lo mismo que Amethyst. 

El mago mantuvo la sonrisa mientras el demonio se burlaba con elegancia de sus palabras. - Claro, por supuesto, los límites son importantes. Se empieza despreciando regalos y esclavizando a la gente y podemos terminar incluso no dándonos los buenos días.

Se quedó un instante en la pista de baile, observando cómo el rakshasa y la dragona se iban al centro del salón a bailar. Después, decidió que el mensaje que quería entregar había sido entregado, y que era hora de investigar este lugar. No tendrían muchas más oportunidades de estar en el Dragon Hotel en "modo tregua".

Yakub estaba en la barra, hablando con... ah, con Andy. Tenía que hablar con el viejo veterano, seguía pendiente la desaparición de la llave en la que estaba trabajando. Era un momento tan bueno como otro cualquiera para hablar de la persona de la que sospechaba.

-Hola, Yakub.

Poco tiempo después de la desaparición de Midori hubo una guerra: la Reina de Verano asesinó a la Reina de Otoño y las cortes feéricas se enfrentaron por el poder sin piedad. Incluso la Orden de Merlín se vio forzada a intervenir pero su neutralidad estaba en entredicho pues en aquella época contaba en sus filas con miembros con sangre de hada. Yakub fue uno de los diplomáticos designados para mediar en el conflicto (Gareth también contribuyó bastante al cese de hostilidades pero a ese no lo querían de pacificador). Fue entonces cuando conoció a Andy, por aquella época una impetuosa soldado de la Corte de Invierno.

No había envejecido ni un día.

-Es conveniente tener una fuente de ingresos, cazador-dijo limpiando la barra con un elegante gesto-No todos tenemos un negocio propio.

Miró de reojo a Marcus que se había acercado al otro extremo de la barra y le hizo un gesto. Andy se inclinó sobre Yakub:

-Cuando apaguen las luces a medianoche asegúrate de estar lejos de este lugar.

Y se fue a servir al vampiro.

A Cleo se le hizo un nudo en la garganta al escuchar sobre el desgraciado final del señor Kumar. ¿Si Sokolov no la hubiera secuestrado, habría podido hacer algo por ese hombre? Miró a Bayhas de reojo mientras el mago se movía hacia la barra, mordiéndose la lengua.

¿Cuándo estará la balanza equilibrada? ¿Cuando hayas salvado a diez mil?

No, pensó Cleo. No diez mil. Pero al menos empezar con uno...

-No tenemos que quedarnos con Dennis. Podemos buscar otro sitio. Hay más opciones.- Empezó la chica. Se quedó pensativa. -Hay más opciones...- Miró a Bill a los ojos con intensidad. Era claro que alguna idea le había cruzado por la mente. -Vuelvo en un momento. No te vayas.-

Y avanzó hacia la pista de baile, directamente a donde se encontraba Yibul con una pelirroja. -Señor Yibul.- Miró a quien bailaba con él. -¿Le importa si le robo a su pareja unos momentos?- Dijo, extendiendo su mano hacia el rakshasa.

— Gracias Andy — Dijo Yakub dándose la vuelta y mirando a un elegante Bayhas que se acercaba a él. Miró su reloj antes de hablarle.

— Buenas noches Bayhas. Me alegra ver que ya estás recuperado y más elegante que nunca. Curiosa fiesta... sin duda. —

La pelirroja miró airada a Cleo de la cabeza a los pies. Era ligeramente más bajita que ella pero tenía una presencia imponente.

-Búscate a otro, niña-dijo con un bufido-Ahora, lárgate o habrá consecuencias.

Y rodeo la cintura de Yibul con un atrevido movimiento de pierna para echarse hacia atrás en un brusco movimiento muy poco apropiado para la pieza que sonaba.

El rakshasa guiñó un ojo a Cleo antes de alejarse bailando con la pelirroja.

Cleo dudó un instante. Y en seguida volvió hacia la pareja, esta vez poniendo su mano en el brazo de Yibul. -¿Qué, temes que una niña te deje sin tu novio, rojita?- Dijo, sin interés alguno en ceder. La miró de arriba a abajo, y afianzó su mano en el brazo del rakshasa. -Sólo necesito hablar dos minutos con él, luego te le puedes seguir frotando en plena pista.-

Las miradas de ambas mujeres quedaron fijas la una en la otra, podía sentirse el momento de tensión, casi podía cortarse con un cuchillo. Fue Yibul quien terminó de interceder.

-No tardaré, querida.- Dijo galante el Rakshasa con un elegante beso en la mano de Nina, antes de aceptar la mano de Cleo y retomar el baile ahora con la fotógrafa. La dragona soltó resoplido y se dirigió a la barra a pedirse algo fuerte, muy fuerte.

Una vez en la pista, Cleo miró fijamente a Yibul. -No quiero que metas a Billy en tus asuntos. Te agradezco que le hayas ayudado, pero sé que la ayuda no es gratis.- Inhaló hondo. -Asumiré la deuda que él tiene contigo. Dime que tengo que hacer...-

Orion aprovechó que tenía a Amethyst agarrada de la cintura para estrecharla aún más contra él. Apoyó su frente con fuerza en la de ella y le secó las lágrimas con el dorso de su mano.

—¡Me cago en mi puta estampa, rubia! —el susurro de Orion sonaba ronco y medio ahogado por la furia—¿Qué coño dices de largarnos de Swansea? Esta puta ciudad es mía, ¿lo entiendes? ¡Mía! ¡No pienso huir! Voy a acabar con esa zorra y con toda su parentela y luego iré a por Yurga y todos esos pakis carroñeros. A ver si lo pillas de una jodida vez. Ese ha sido mi plan desde el principio. Nadie va a venir a disputarme esta tierra si puedo evitarlo.

Se separó de ella y se colocó bien el traje. Mozart sonaba en la estancia; quince músicos. Al vampiro se le revolvieron las tripas recordando lo que había hecho en Londres. ¡No! Lo que me obligaron a hacer...

—Tú y yo vamos a ser los reyes de las Sombras en Swansea. Te necesito a mi lado, socia, así que te lo preguntaré por última vez: ¿estás conmigo, aquí y ahora?

-¡Quiero a tu primer hijo varón y el alma del primer ser querido que te hable cuando termine este baile!

Las risotadas del demonio indicaron a Cleo que le estaban tomando el pelo.

Cuando te agarrabas a él, Yibul adoptaba su forma verdadera. A Cleo le recordaba un poco a abrazar a un golden retriever, Butch, que había tenido su abuelo. 

Por lo demás, se movía bastante bien en la pista de baile. 

-Mis asuntos... Querida, ese muchacho vino a mí cómo un fugitivo de la policía, los RedBeat y de no sé qué chiflado armado que asegura que ha raptado a su hija. No es cosa baladí para un pobre chico abandonado a su suerte en una ciudad extraña...

Hizo girar a Cleo como una peonza y la atrajo hacia sí. Su aliento hedía de una forma atroz.

-Pero el buen Yibul puede ver el bien incluso en las criaturas más abyectas así que decidí acogerlo bajo mi ala protectora. ¡Míralo ahora!

Cleo vio a su amigo hablando y riendo con Khao Khao. Así, desaliñados  y alegres, parecían dos buenos colegas. Cleo sintió una punzada de culpabilidad.

-He hecho de dos inútiles fugitivos dos miembros productivos de la sociedad. ¿Estaría bien quitarles su oportunidad de redención?¿Qué me ofreces?

No muy lejos de Yakub, Nina Bowen dio un manotazo sobre la barra:

-¡Mesonera, ginebra!... ¿Qué?... ¡No, en vaso alto!... ¡Hielo no, por todo lo que es sagrado! Quita esa porquería... Más... más... ¡Por el Señor de los Abismos, llena el maldito vaso hasta el borde!

Amethyst torció el morro. Normalmente hacía esa mueca antes de reventarle la cara a alguien:

-¿Que elija yo, Orion Jones? ¡Suéltame! ¡Yo ya elegí hace tiempo! ¡Eres tú el que tiene que tomar una puta decisión ahora mismo! ¡Y te advierto que sólo hay una respuesta correcta! (*)

En la barra, Marcus volvió la cabeza para mirarles. 

- Recuperado es, quizás, una apreciación muy optimista, Yakub. - dijo el mago. - Me siguen doliendo algunas heridas y me ha dado fiebre pero bueno. - Movió una mano, como quitándole importancia al asunto. Después, observó al anciano. - ¿Qué tal estás tú? También estás muy elegante, pero nunca te había visto usar bastón. - Eran esos pequeños detalles los que te iban diciendo que alguien se iba haciendo mayor.

Bayhas miró a la barra. La chica de la barra le sonaba. Ah. El hada. - Hola, Andy. ¿Me pones por favor una tónica?

Cuando Andy se fue a por su bebida, Bayhas se volvió hacia Yakub. - Me preguntaste hace un tiempo si sospechaba de alguien en el tema de la llave. Estuve pensando, Yakub. Y no le he contado a nadie que estabas trabajando en la llave. Pero hace un par de años, cuando descubrí la Puerta, le hablé de ella a una persona, en busca de ayuda: Rhiannon. - La Gran Maestre del Gorchymyn Myrddin, nada menos. - Un movimiento imprudente, por supuesto, pero estaba recién llegado a la ciudad y aún estaba aprendiendo. Ella puede habernos vigilado, tiene los medios para hacerlo. Y algo me dice que está involucrada. Llámalo intuición.

En ese momento, se fijó en que Cleo estaba en la pista hablando con Nina y Yibul. - ¿Pero qué está haciendo? - Fue casi un susurro. Y luego, abrió bastante los ojos al ver cómo discutía un instante con Nina y luego se quedaba hablando con el rakshasa mientras la dragona de dirigía hacia la barra con cara de pocos amigos. - Yakub... creo que la niña tiene más agallas que todos nosotros juntos... - Hubiera dicho "más pelotas" en lugar de "más agallas". Pero no era su estilo.

Yakub observaba silencioso desde la barra disfrutando del sake que Andy le había puesto cuando Bayhas se acercó.

— Sin duda. Pero cabrear a alguien como ella... — Señaló con un movimiento sutil de la cabeza a Nina Bowen que ya había llegado a la barra. — ...delante de todo este particular grupo. No se como de prudente pueda ser.  En cualquier caso ha de hacerse un nombre en la ciudad si quiere llegar a ser alguien. Y desde luego hoy acaba de hacer su presentación en público por todo lo grande. —

De vez en cuando miraba a la pareja de vampiros, cambiaba al reloj a Cleo y de nuevo a Bayhas.

— Dejó caer el sake que le quedaba al suelo ante la mirada del mago y levantó el vaso para que Andy lo viera. —

— Si el nombre es correcto... no es demasiado alentador. Tendremos que investigar y tratar de ver como recuperar la llave, si no la han usado ya. Hablemos mejor de esto después de la velada si te parece. El tiempo vuela — Dijo finalmente dando un golpecito al reloj a la par que Andy llegaba.

— Es de confianza. — Dijo refiriéndose al mago y antes de realizar su pregunta a Andy. — Ahora que Marcus está entretenido con la pareja. Hay demasiada gente que me importa en este cena Andy. Necesito que me des más información de lo que va a pasar a las doce. He descubierto por las malas que ya estoy mayor para andar dando saltos y cabriolas e improvisando sobre la marcha. Me gustaría salir de aquí con todos. Incluida tu si también estás en peligro, pero para trazar un plan necesito más información. Y papel y boli, porfavor.—

El hada se puso a limpiar vasos no lejos del viejo cazador.

- Yo sé cuidarme sola (*) y mi novio es un hombre lobo pero tú tienes enemigos poderosos (**). No deberías estar aquí. La dueña de éste garito no tardará mucho en llegar y con ella, los magos gordos. Y si esos no te dan un disgusto, este concierto no es de los que acaban con bises.

Empujó con un gesto hacia Yakub una servilleta y un pintalabios fucsia. 

-¿Te vale eso?... Perdona, tengo que rellenarle la ginebra a esa... 

Orion dio un de paso atrás sin dejar de mirar a Amethyst.

—Me estás haciendo perder el tiempo y estás atrayendo sobre mí atención no deseada; pero no vas a joder mis planes por un imaginado y ridículo ataque de celos —giró la cabeza buscando a Eva o a Yurga, pero solamente vio a Bayhas y a Yakub en la barra y a Cleo en la pista de baile—. Recuerda que estás muerta. Cuanto antes lo aceptes, mejor.

La miró de nuevo y esta vez Amethyst pudo contemplar unos ojos completamente distintos, vacíos e inexpresivos.

—La próxima vez que te presentes ante mí espero que lo hagas con el debido respeto. Hasta entonces, procura no cruzarte en mi camino.

Con pasos lentos y rostro pétreo se dirigió hacia donde estaban sus dos compañeros. Se llevó dos dedos a la sien a modo de saludo para Marcus. Era hora de ponerse a trabajar.