Partida Rol por web

Al estar tan cabizbaja, Vicky ni se había enterado que su gran ídol, Daniela Figueroa estaba ahí. Había oído rumores de que se había ido a estudiar fuera, pero jamás se hubiese imaginado que estaría ahí...¡en la misma casa que ella!.

Una expresión de sorpresa se formó en su cara, pero rápidamente la música la hizo volver al jardín. Mejor le mostraba su admiración en otro momento...

Edurne niega con la cabeza con tristeza.

No lo sé... pero el efecto que provoca es realmente desolador. Responde arrastrando las palabras. No podía dejar de mirar la pena y la tristeza de los padres de Florinda. A su madre, llorando desconsoladamente.

Maite, algo exasperada, vuelve a hablar.

Oh, sí... acaba de morir alguien, su cuerpo está a unos metros de vosotros y nos preocupamos por "las salidas de Herri". Qué gran tragédia la vuestra, sí...

Niega con la cabeza y suspira.

Por favor, sed coherentes. Si la chica murió en el bosque prohibido, lo que nos prohibirán será ir allí, como lleva prohibido desde los inicios de la historia de Sorgintasun. No tiene sentido que nos prohiban movernos por otros sitios.

Saca el pie de debajo de su trasero y se sienta de nuevo en la silla, poniendo una pierna sobre la otra y cruzándose de brazos de nuevo, malhumorada.

Raúl se sienta al lado de Daniela, mirando al suelo todo el rato. Alza un momento la vista para mirar el ataúd pero se le pone la piel de gallina y hace una mueca. Intenta decir algo, pero no le salen las palabras. Prefiere seguir arrugando su túnica y espera que todo pase.

Desviando la vista un par de segundos para mirar a Maite, vuelvo luego a mirar hacia delante. COn voz leve, pausada y solemne Intento serlo, Maite, en verdad que intento serlo... sólo que estos momentos no son agradables, pues ha habido un fallecimiento, y no se como debo actuar. Me incorporo un poco, incómodo por el momento y situación, y continúo Las salidas en sí no me importa demasiado, pues tampoco soy de irme de fiesta a zonas 'clausuradas'... yo pregunté lo de antes debido a que, con toda seguridad, el profesorado, para evitar otro accidente como éste, va a tomar medidas mucho más severas respecto al alumnado...

Natalia chasquea la lengua mirando de reojo a Maite.

Y yo lo que no voy a hacer, es ser una hipócrita, porque no conocía a esa chica absolutamente de nada...Creo que ya demuestro mi respeto estando aquí, ¿no crees?. Se cruza de piernas y apoya ambas manos en las rodillas. Girando levemente la cara y dando por finalizada la disputa.

Maite suspira, sonriendo de medio lado...

¿Y quién dice que estés triste por su pérdida? Lo único que digo es que podrías bajar de tu mundo de fantasía y dejar de flirtear con todo el que tenga pantalones y preocuparte por algo más serio que una "salida a Herri", para ponerte a pensar que quizá, y sólo quizá, la muerte sea una realidad... Una realidad que has tenido muy cerca, bonita. No parece molesta, todo lo contrario... parece muy divertida por el hecho de hacer algo más que mirar un ataúd.

Luego mira a Emilio y continúa.

Sí, pero si te paras a pensarlo... supongo que la medida más prudente sería aumentar la vigilancia alrededor del bosque o incluso añadir más hechizos de protección. ¿No te parece?

Comenta, mirando al cielo.

Nico sigue mirando al frente, sin poder evitar sonreir ante tal conversacion. No llegaba a entender a Maite. Primero parecia indignada porque se estaban preocupando en si les castigarian o no y ahora se ponia a hablar de la proteccion del bosque.

Con que la gente supiera leer la parte de prohibido el paso,creo que seria suficiente. Añade friamente.

¿Dónde iremos tras morir?

No somos nada ni nadie bajo las garras de la muerte...

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.

Pensando eso, una lágrima sale de mis ojos y comienza a recorrer mi mejilla, llegando a mi barbilla y cayendo hacia el suelo. Mi mano la coge mientras cae, cerrando el puño en torno a ella, para no dejarla escapar.

Sofía se sobresalta ligeramente al notar que alguien le coge la mano. Alza la vista y mira hacia Salomón que tiene la vista fija hacia delante. Le queda mirando unos segundos y mira también a su alrededor parándose en las caras de sus compañeros.

El corazón le aflige y siente todo el peso del ambiente sobre su cuerpo, pero... Pero están todos allí. Todos. La gente que está congregada en este momento, es la que le va a acompañar a lo largo de varios años de ahora en adelante. Sus padres le han dado la vida, le han criado con cariño,... Ahora les tocaba a ellos.

Aprieta también la mano de Salomón y mira hacia el ataúd de Florinda.

Florinda, ojalá pudieras estar con nosotros... Ojalá tú también pudieras vivir lo que vamos a vivir nosotros... Aunque, tú ya eres miembro de nuestra familia. Estés donde estés...

Con semblante sereno, en respuesta a Maite Si, pudiera ser... y, desde mi punto de vista, imponer castigos extremadamente severos contra aquellos que sean pillados 'in fraganti' sería algo en verdad provechoso. Suspira cansado y sigue Ya veremos... si algo varía debido a este desgraciado accidente, no tardaremos mucho en saberlo, me temo.

Mirando hacia delante, como detalle a lo dicho en última instancia por Nico Por desgracia, Nicolás, aunque la gente sepa que no debe hacer, la inconsciencia hace que en muchas ocasiones actúe temeráriamente.

Llego al Jardin... atraida por esa hermosa musica, voy y tomo asiento junto a Raúl que parece que tambien acaba de llegar...
No se si me gusta esa musica... o si la odio, solo se que no puedo sacarmela de la cabeza.

El rubio llega al jardín y se sienta en una de las sillas más alejadas de todos.  

Viste con una elegante túnica negra con los bordes azules oscuros.

Aparezco en el Jardín de Poniente buscando a alguien con la mirada, visto con una túnica completamente negra y algo ceñida, reafirmando el contorno de mi cuerpo.

Al encontrar a quién estoy buscando me dirijo hacia él, la verdad es que no es muy difícil de encontrar con su cresta, y menos si es de los pocos que no está sentado... al llegar dónde está él sonrío, aunque no con mucha jovialidad.

Por fin te encuentro, Andrés.

Aliviada, llego al Jardín de Poniente... busco con la mirada a los chicos que vi en la Sala Común y me dirijo hacia ellos, sentándome al lado de Vera.

Hola...

Saludo, recordando que es un funeral. Al ver las caras de mucha gente se me oprime el corazón... sobretodo al mirar a los adultos que hay a los lados del ataúd. Trago saliva y bajo la mirada.

Inmerso en mis pensamientos, en mis sentimientos, no me percato de la llegada de Anaïs, hasta que con su voz me saca de los mismos, haciendo que de un pequeño sobresalto... No había pegado más que una calada al cigarro, y la ceniza que pendía del mismo ya consumida, cae al suelo con el pequeño susto...

Miro a la muchacha, y a pesar del sitio no puedo evitar mirarla de arriba abajo, aunque rápidamente agito la cabeza y regreso mi mirada al frente, dando ahora si una calada al casi extinto pitillo... Hola digo de forma escueta y atípica... esto está muy triste.

Cojo las manos de los que estan al lado mia, eso me conforta. Realmente he tenido suerte con los compañeros, la profesora Montano tenía razón en eso. Somos como una gran familia yo había cambiado mucho de casa y nunca me había sentido tan a gusto en un nuevo lugar, tan bien acogida... y todo eso a pesar del desgraciado accidente con el que da comienzo el curso.

Era una de las que iba en mi compartimento en el barco que nos trajo...  una lagrima resbala por mi mejilla al recordar, bajo la cabeza y trato que no se note.

Hay que ser muy estupido para volver a saltarse las advertencias, despues de ver las consecuencias. Tras decir esto, echa la manga de su tunica hacia atras para ver que hora era.

cuando ita llega al jardin, no puede evitar emocionarse mas de lo que esta cuando ve el altar con el ataud...

es asi como quiero mi entierro?, de todas formas, quiero vivir

...

vivir, esa es la palabra

nunca le ha gustado dar el pesamém, asi que se sienta, en una silla, colocada lo mas alejada del pasillo, a mitad de la altura.

no quiere mirar quien tiene de compañero, al final, levanta la vista, y ve un sitio vacio...