Partida Rol por web

Pinky se retorcía tras el reflejo generado por el DFACER, trtando de recomponerse, causando un gracioso bailecito ridículo en la peculiar anatomía del sujeto al que suplantaba, como si aquella criatura regordeta no viese sus movimientos tan limitados por su peculiar anatomía. La piloto logró cuadrarse mientras trataba de comprender el peculiar espectáculo en el que creía haber visto a Max convertirse en un mandala o un fondo de pantalla psicodélico tan retro como cutre.

- Diablos. JODER.- Consiguió retener las arcadas al tiempo que veía a Pietro y Boogie tratando de manipular la puerta de la celda en la que permanecían retenidos sus compañeros. - Recordad que también tenemos que conseguir esos archivos para Tudor o el tío es capaz de arrojarnos la vacío espacial sin bañador.

Pequeños pasos de bebé, se repetía mientras trataba de encontrar alguna terminal desde la que pudiesen realizar el hackeo. Si al menos alguno de los presentes (Aparte de Boogie, posiblemente), fuese un genio informático sin parangón con afanes revolucionarios... ¿Tan malo era soñar?

- Hey, Drev ¿Cómo lo llevas? ¿Quieres hacer de peso muerto en nuetsro fantástico plan o prefieres entretener a quienes vengan detrás nuestra?- Se había olvidado por completo de su coartada, a efectos prácticos estaba jodidamente ebria, no sabía por qué ¿Podían los olores desagradables afectar así al personal? - Faizer, si vuelves a intentarlo terminarás por hacerte daño cerebral, garantizado.

El funkotroniano miró con sus grandilocuentes orbes oculares a Pinky.

-Ouh, Nina Simone MK II IN DA HOUSE. Me alegro de verte de nuevo, trampeadora al Starfarer. ¿Has venido a salvarme? ¡OUH! Who loves ya, baby? Hmmm... ¿Tudor? ¿Quién es ese black madafaka?-preguntó Drevlin ignorando lo certero de su epíteto.

-¿Archivos de alumnos? ¿Vacío espacial? ¿¡BAÑADORES!?

En aquel instante Drevlin miró de soslayo a Giorgios deseando robarle su ya manida frase para expresar su desconcierto.

-¡¿Habéis hecho tratos con gente muy chunga para sacarlos de aquí?!-preguntó el funkotroniano intuyendo una vertiginosa caída de la sartén a las brasas.

-Don't ask. Don't tell-sentenció Down on the Boogie apoyando su robótica mano en el hombro de Pinky, como disuadiéndola a abrir la caja de Pandora.

Y como todo el mundo sabe, decirle eso a una pandoriana es... complejo.

Joder... ¡JODER! Sus ojos no le engañaban, ¡en el ascensor había estado bajando con ellos la señora Cohen! Disfrazada de técnico, sí, ¡pero era ella, maldita fuera su estampa! Hellstorm lo sabía, ¡les había pillado! ¡La operación se iba al garete! ¡Estaban perdidos, PERDIIIIIIDOOOOOOS! Entonces llegaron a la planta que buscaban, la de las celdas donde estaban sus amigos. Y de repente, una oleada de pestilencia como nunca antes había olido le metió un puñetazo vaporoso en toda la jeta, dejándole totalmente fuera de combate. La oscuridad amenazaba con tragárselo entero mientras que sus largas orejas captaban música celestial, salida de los bafles del equipo estéreo con sonido cuadrafónico del mismísimo Dios.

¡NOOOOOOOOOOOOO! ¡No quería morir aún! ¡Que le quedaban muchas cosas por hacer, muchas máquinas que montar y desmontar y muchas mujeres que amar! Afortunadamente, el metálico dedarro de Boogie acabó por eclipsar a la música del paraíso, haciéndole volver a la realidad.

 -¿Qué? ¡QUÉ! ¡Ay dios, ¿qué carajo es esa peste? ¿Y qué haces hurgándome las orejas Boogie? ¡Ahora no tenemos tiempo para eso! Maldita sea, ¡hay que largarse de aquí! ¡Explicaciones luego, palabra de lombax! Pero ahora tenemos que irnos. Creo que nos han descubierto, así que más nos vale volar.

Dicho aquello, Pietro se quitó la careta del disfraz para poder ver en condiciones y fue derecho a las puertas de las celdas. Con la inestimable ayuda de su compañero robótico, el lombax consiguió reventar aquellos cierres en un abrir y cerrar de ojos, demostrando una vez más que era el mejor mecánico a este lado de la galaxia.

 -¡Wooohooo! ¡Venga, salid cagando leches de ahí! Toda la academia empezará a buscarnos en nada y tenemos que estar fuera antes de que eso pase.

- ¡Hola chicos! - Exclamó MAX STAR mientras se abrochaba de nuevo su camisa táctica. Ya había acabado de cantar y ahora que habían abierto la celda, podían marcharse. Ciertamente olía mal, muy mal. Tan mal que casi se había mareado. - ¿Quién ha soltado una ventosidad? - Sonrió. - ¡Que potencia! - Soltó una carcajada.

Acto seguido salió de la celda como si nada pasara. Sin prisas, sin estrés y tranquilamente. Al fin y al cabo, él era MAX STAR y a MAX STAR solían salirle bien las cosas casi por inercia. Por otra parte era ajeno a los conceptos que sus compañeros habían sacado a la luz. Tudor, archivos de los alumnos, bañadores, vació espacial, stratramper (o algo así). Pero por todo eso ya había preguntado el bueno de Drevlin, así que sólo añadió una pregunta, la verdadermente importante.

- ¿Vamos a una fiesta en la piscina con chatis? - Asintió mientras movía su bigote de lado a lado más que contento. - ¡Desde luego, esas son buenas noticias! ¡Ja, ja, ja!

- Más bien vamos a adentrarnos en una nueva vida de piratería y furtivismo, y no te imaginas lo caro que nos ha salido todo esto. Te lo voy a recordar cada día de los días que te queden, que son tiempo prestado, por Pietro y me, myself, and I...- Y tras decir aquello, Pinky no pudo evitar dar unos pasos hacia adelante y hacia atrás siguiendo el ritmillo de un tema clásico de la vieja Tierra, olvidando que sus compañeros seguían viendo al gordinflas proyectado por su DFACER.

- Tenemos una deuda muy seria con Tudor Mastiff, el encargado de la limpieza de ropa de la academia, y hemos visto forzados a usar el nombre del amor y el deseo en vano, algo por lo que vais a tener que ser nuestros esclavos de por vida, peor lo primero es lo primero, salid de ahí, conseguimos lo de Tudor y nos vamos cagando leches.

De repente, Drevlin parpadeó. Parecía confundido.

—A ver si lo he entendido bien... ¿Te has comido a Pinky y ahora hablas como ella?—preguntó el funkotroniano tratando de asimilar el esperpento que pasaba por su cabeza.

Me refiero, claro, al hecho de que aquel gordaco se moviese con ese garbo, ese flow, ese fluffy moonwalk al tiempo que hablaba con la misma cadencia que la descendiente ilegítima de Nina Simone.

—¿¡ERES KRANG, EL JEFE DE LAS TRÍADAS DEL CLAN DEL PIESE^TM!?—su rostro se convirtió en la flaca cara del Terror. Luego miró a Petri. —¿Petruccio? ¿Eres túúúú?—inquirió con algunas dudas racionales asaltando su hiperactivo cerebelo. —¿¡Y ESE TRAJE TAN CUUL DE SPEISS MARINN*!?

Drevlin iba atando los cabos que Fat-Pinky le iba explicando la situación.

—DAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAMN... ¿Un trato diabólico con el Señor de las Coladas? Pueeeees... Estoooo... Yo tengo algo que deciros... Eh... Soy un agente secreto en misión intergaláctica. Ale, ya lo he dicho.

Giorgios se rascó la melena.

En el último minuto, había crecido exponencialmente.

Ahora, más que melena, era vedeja.

—¿Eres un espía? ¿Infiltrado en la escuela? Tío, qué flipe. Eres algo así como Poli de Guardería, pero en flaco y naranja. ¿Puedes demostrarlo?

Drev giró su cabeza para clavar sus ojazos de obsidiana en Giorgios.

El funkotroniano le mostró sus brillantes dientes en su habitual y exagerada sonrisa.

—Sure I do—dijo al tiempo que le pinzaba con sus largos y nudosos dedos el músculo secreto ubicado en la intersección entre el cuello y la clavícula.

Giorgios puso los ojos en blanco, su pelo se encrespó y cayó al suelo como si de un peso muerto se tratase.

—There you go... Algo de kung fu funkotroniano, chaval.

Drevlin miró a Fat Pinky.

—Llevo queriendo hacer eso desde que nos confinaron, pero el jipi de MAX me ablandaba... Aissssh... Tengo otra noticia—señaló a MAX y a Faizer—No pueden irse todavía. Les necesito. Tienen una misión que cumplir. Conmigo. Esta Academia está regida por un criminal peligrosísimo de nivel Platino S Plus Ultra. Soy parte del operativo de infiltración para atraparle. Si no lo hacemos, convertirán a todo el alumnado en mermelada de higo chumbo—explicó Drev.

A Pietro eso de acabar convertido en mermelada le generaba escalofrescos.

Que diga, escalofríos.

—No he conocido a nadie más tramposo y duro de pelar que vosotros al simulador Starfarer, videojuego diseñado por la IA autoconsciente que nos brinda su música sagrada en mi planeta natal—dijo, refiriéndose a Vulfeck, loado sea.

—Pinky... Sé que detrás de ese abyecto holograma de gordaco seboso que me está costando mirar fijamente más de dos segundos hay -POR FAVOR, QUE LA HAYA- una mujer valiente y tremendamente sexy que sabe discernir el Bien del Mal. Dejemos la distinción entre Ilegalidad y Legalidad para otro momento... Ahem. Sé que puedo contar contigo, mi calvita de ébano favorita. Y tú...—dijo girándose a Pietro.

—Petrucciani, THE TECHNOFETUCCINI, eres el único hacker de esta Academia que tiene la habilidad suficiente para crackear el sistema de seguridad de los laboratorios subterráneos del maléfico Doctor Ehrmentraup. Además, debo confesarte algo... Si accedemos al sistema, podremos cambiar tus notas y asegurarte una plaza en la Universidad de Ingeniería del planeta Megatrón-DOOM. Suena hostil, pero ya quisiera Aloha tener las playas SAAAALVAAAAAHES que tiene ese planetoide, nene.

Drevlin cerró el puño con intensidad y frunció el ceño.

—¿Qué me decís, coleguis? ¿Queréis pasar del simulador al combate real? ¿Queréis salir de aquí como héroes, o como un puñado de loosers que huyeron con el rabo entre las piernas de ese bastardo de Hellstorm? ¿Eh? ¡Vamos! ¡Contestadme!

Se hizo un silencio incómodo y muy dramático tras el discurso de Drevlin.

—Y al androide que le zurzan, ¿no?

Drevlin parpadeó.

—Pero Boogaloogie, si tú eres como la mascota del equipo. ¡Eres nuestro abanderado! ¡Nuestra musa! ¡Nuestra inspiración!—clamó el funkotroniano abrazando al sintético.

—No quiero cuentas contigo, *PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII*. ¡No me junto! ¡Aparta, cansino!—dijo Boogie tratando de zafarse del pegajoso Drevlin.

Al final, Drevlin se le había subido a horcajadas y no había forma de despegarle sin comprometer la integridad craneal de Boogie.

—Perdono, pero no olvido—dijo Boogie alzando un dedo sentenciador.

—Ouh, baby... Tú sí que sabes cómo lanzar frases lapidarias, Boogaloogie—dijo Drevlin mientras daba un arrumaco a la testa de su androide favorito mientras aguardaba que el resto de los presentes tomasen una decisión.

Faizer golpeó una última vez la puerta de su celda con una embestida letal al tiempo que esta quedaba abierta de par en par por el hackeo de Drevlin con lo que salió disparada al pasillo donde fue a parar a los brazos duros y metálicos del androide más cool de la galaxia. - Tíos, habéis venido. Faizer sabía que podía contar con vosotros. ¡Alguien está usando armas químicas aquí abajo!  - Estampó un sonoro beso en el casco metálico de Boogie mientras se levantaba mareada y con dolor de cabeza. 

Mientras se palpaba la cabeza dolorida y observaba aquel baile extraño y de alguna manera sensual de aquel señor gordo que ahora era Pinky la chromita no llegó a comprender qué es lo que tenían que robar y por qué ahora era una esclava de por vida de sus colegas, aunque nada de eso importaba. Sería su esclava con gusto si conseguían alejarse por fin de aquella peste infecta.

En este estado de hilvanar conceptos miró a Drevlin allí plantado. - Soy sugar loving man -.  Y supo que era cierto, su Drev era un super espía. - ¿Eres...sugar...loving...man? ¡¿Eres el jodido sugar loving man?! - Por un instante, se quedó allí mirándole con una sonrisa atontada y cara de alucine, pero entonces algo pasó por su cabeza. Un momento. ¡DREV ERA SUGAR LOVING MAN! ¿DESDE CUÁNDO? - ¡Faizer es Cl3ver Grrl! Faizer también es una agente secreto en misión intergaláctica. Desde hace unos cinco minutos más o menos... ¿Desde cuándo eres un jodido agente secreto, Drevlin Thajal Jallin? - Aunque lo cierto es que Faizer se sentía de todo menos clever. Ella llevaba siendo agente secreto cinco minutos y se lo iba a contar en cuanto salieran de allí.  Su mejor amigo en el mundo era un agente secreto intergaláctico y no se lo había contado en lo que sospechaba era un montón de tiempo. ¿De verdad eran amigos o era todo una tapadera para su misión? Algo parecido a la traición se instaló en el pecho de la chromita mientras apartaba la vista de él. 

¿Qué me decís, coleguis? ¿Queréis pasar del simulador al combate real? ¿Queréis salir de aquí como héroes, o como un puñado de loosers que huyeron con el rabo entre las piernas de ese bastardo de Hellstorm? ¿Eh? ¡Vamos! ¡Contestadme!

- Faizer ya ha aceptado esa misión. En esta Academia están pasando cosas muy turbias. ¡Palabra de Faizer! La banda no podría hacerlo sin vosotros, tíos.  ¡Faizer os necesita a su lado para esta misión! ¡Faizer no quiere hacerla sin vosotros!  - la chromita miraba alternativamente a Pietro y a Pinky, intentando evitar por todos los medios mirar al traidor de Drevlin. Malditos funkotronianos...

De dónde salía aquella música, MAX STAR no lo sabía. Puede que únicamente sonara en su cabeza, pero lo cierto era que aquella melodía le estaba inspirando y le había hecho recordar porque se alistó en el DA NANG, quería llegar a ser miembro de las fuerzas especiales de Aloha y por supuesto, llevar a cabo importantes y peligrosas misiones como la que se le planteaba en aquel preciso instante.

MAX STAR dio un paso al frente y puso la mano hacia adelante esperando a que Drev se uniera a su iniciativa. Un pacto entre un grupo como el suyo, sólo se podía confirmar con la unión de todas las manos en el centro, como cuando un equipo de basketball se conjuraba al inicio de un partido para ganar.

- Estoy contigo, hermano. - Le dijo sin saber realmente que se esperaba que hiciera y cual era la misión que tenían por delante, pues no había estado todo lo atento que podría haber estado. Y es que MAX STAR era de mente dispersa, pero eso daba igual. Si tenían que hacer algo, lo harían juntos y saldrían victoriosos. MAX STAR lo sabía, pues no había fuerza más importante en el multiverso que la de la amistad y de eso MAX STAR sabía bastante.

Se habían infiltrado con aparente éxito en la prisión, habían burlado a los guardias de seguridad gracias a su impecable preparación, ¡tenían la ruta de escape asegurada! ¡¡¿Y Drevlin les pedía que se quedaran?!! ¡¡¿¿Pero qué DE QUÉ??!! Pietro se llevó las manos a la cabeza. ¡Que no tenían tiempo para eso! Sobre todo él, que tenía los minutos limitados en aquella academia. Porque su tío le encontraría más tarde o más temprano. ¡Nadie escapaba de Alpha Echo!

Claro, que lo que el funkotroniano les explicaba era preocupante como mínimo. Hablábamos de un caso masivo de secuestro y asesinato de alumnos para convertirlos en mermelada de higo chumbo. ¡De higo chumbo, joder! Que si fuera de fresa o de pimiento, todavía, ¿pero de higo chumbo? ¿A qué mente retorcida se le habría ocurrido semejante maldad? Con un enorme suspiro, seguido de una arcada por haber inhalado tanto aire contaminado de gases intestinales, Pietro acabó por decir:

 -Vale, cuentas con mi ayuda Drevlin. Pero que sea rápido. ¡Mi tío está en modo cazador salvaje y viene a por mi cabeza! Así que, como comprenderás, tengo cierta prisa por largarme a un lugar seguro lejos de aquí. ¡Empieza a explicar qué tenemos que hacer pero ya! ¡Allegro prestissimo con fuoco!

La única razón por la que no le estaba dando un ataque de ansiedad en esos momentos, era porque su cerebro se negaba a empezar el proceso de hiperventilación en medio de aquel ambiente contaminado. Pero vaya, que ganas no le faltaban. ¡Jo-der, la trama se estaba enredando como patas de pulpo beodo! Y les había pillado a ellos en medio. Maldita fuera su suerte.

Pinky ya no podía soportarlo más. Aquel golpe de timón en el yate del amor al que solía llamar Vida la había dejado tambaleándose, y no quería que sus compañeros la viesen perder el equilibrio dentro de un holograma tan poco agraciado, así que deslizó los dedos sobre su omnierramienta y desconectó la app que controlaba el D-Facer.

- ¿En serio de verdad? Mecagoenmiputoyate...Digo en mi puta vida.- Miró algo molesta al funkotroniano, reproduciendo en su cabeza un montaje rápido de todas las mierdas por las que habían tenido que pasar y por las que ya creían que tendrían que pasar para pagar favores. Coño, de haberlo sabido antes... - YUCK! So fucking YUCK!!!

No estaba nada contenta, no, peor eso es algo que no solía percibirse cuando llevaba sus gafas puestas, a no ser que se dedicase a repartir rodillazos en la entrepierna de manera desinteresada, y creía que Drevlin se había ganado uno con todas las de la ley, por haberlos mentido hasta ese momento, por seguir usándolos alegremente y pro haber mandado a la porra el plan perfecto en el que Pietro y ella habían puesto sangre sudor y lágrimas.

Trató de invocar otro montaje cinemático desde el fondo de su corazón, algo que le hiciese recordar los buenos y malas tiempos vividos en la academia, algo que le obligase a pensar en la academia con cariño, algo que le hiciese querer sacrificarse por el resto de sus compañeros, pero poco más podía recordar que lo que les había pasado desde aquella simulación y examen mañaneros. 

Los compañeros eran los compañeros, pero los que estaban en aquel calabozo (Y ahí creía que tenía que contar incluso al funkotroniano) eran sus amigos, y quería pensar que esta era la última vez que se llenaría de mierda por ellos, peor sabía que no iba a ser así.

- Al carajo.- Dijo, uniendo su mano a la de Max, esperando que el resto también se uniesen. - No sabes las que nos debes, Max... Pero aquí Pietro y servidora nos las vamos a cobrar. Con o sin ese frescor matinal que deben sentir esos tan cacareados héroes espaciales...

¿Desde cuándo eres un jodido agente secreto, Drevlin Thajal Jallin?

Drevlin se bajó del impertérrito -mas atractivo- Boogie para contestar la dramática pregunta de Faizzy en estado de digna verticalidad.

Carraspeó. Su gesto era serio, algo poco usual para un funkotroniano.

—Corría el año 3045 en el planeta Funkotrón cuando una fragata-vertedero clase IV lanzó a la atmósfera residuos no identificados. Por aquel entonces, existía la creencia de todo punto infundada de que nosotros, los funkos, éramos unos jipis como mi querido y mineral amigo, MAXIE. Vaya, que éramos amantes de la paz y unos frikis de la música disco sin mayores inquietudes en la vida. Se equivocaron...—dijo entrecerrando sus grandes ojos. —Al cincuenta por ciento, al menos. Lo de la música disco es una verdad como un templo, oiga.

Drevlin volvió a carraspear. Hablaba tan rápido que se le secaba el gaznate.

—Por aquel entonces era un vulgar cadete del Grupo de Operaciones Especiales del Ejército de Asolación Funkotroniano—disparó sin venir a cuento.

¡Diablos! ¡Drevlin debía ser un espía con unos 12-13 años!

—Lo que parecía un vertido de basura cósmica no autorizado se reveló como un puñado de restos biológicos de diferentes razas de la galaxia. Fui uno de los encargados de rastrear la fragata, y descubrí que estaba asociada con una empresa fantasma cuyo hombre de paja era el Dr. Diwen Sualewnce Natumneeprh—la pronunciación de aquel horripilante nombre a tal velocidad obligó a los Cowboys a superar una Tirada de Salvación por Entropía que el omnisciente Narrador perdonó en beneficio de la aventura.

Los ojos de Drevlin chispearon de ira, otro sentimiento poco usual entre los de su especie.

—El Dr. Diwen no existe como tal. Es un abyecto anagrama del ególatra conocido como... Dr. Edwin Wenceslaus... Ehrmentraup—siseó mientras un trueno resonaba en la lejanía. Curioso, dado el entorno herméticamente aislado en el que se encontraban. —Nos pusimos en contacto con la Alianza Intergaláctica de Perséfone y me alisté voluntario al programa de reclutamiento del Cuerpo de Policía Estelar cuando el Jefe de Operaciones, el Mayor Absylom, al que MAX y Faizer ya tienen el placer de conocer, inició una operación para desenmascarar su turbia tapadera aquí, en la Academia Stellaris.

>> Ehrmentraup no es solo un escurridizo criminal sospechoso de hacer experimentos descabellados forzando los límites, no digamos ya de la ética, sino de la genética; también se le atribuye la desaparición y asesinato de innumerables seres vivos y autoconscientes en la galaxia. Debemos detenerlo. A toda costa.

Drevlin agarró a Faizer de los hombros.

—Si os mentí, fue porque no quería poneros en peligro.

Abrazó a la chromita con un arrumaco constrictor en el que incluía las piernas. Tal era la flexibilidad de Drevlin.

—Sois mis colegas favoritos de juego. Sniff... Sniff... Who loves ya, baby?

Cuando MAX hizo de Phil Jackson y ofreció su manaza peluda, vigorosa e increíblemente sexy en el sentido más lupino de la expresión, Drevlin comprobó que todo el equipo unía fuerzas para salir de allí y desenmascarar al maléfico Dr. Ehrmentraup.

Boogie fue el penúltimo en unirse a la causa.

—I'm. *PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII*. INNNNN—dijo aguardando al Rocket Rap Master y mirando fijamente durante un instante a todos y cada uno de los integrantes de aquel improbable grupo de héroes.

—Probabilidades de acabar masacrados por el enemigo... *Loading*...—calibró las opciones y al ver que su interfaz apostaba 20 a 1 Boogie hizo algo para lo que no estaba programado.

Mintió.

—97% de opciones de éxito. Sounds pretty good to me. Just another day in the office—dijo alzando el pulgar en dirección a Petri, su partner in crime. La moral era importante en aquella misión de locos.

Boogie no sentía dolor, angustia o remordimientos. Fue por esto que ignoró el mensaje de su interfaz tras pronunciar falso testimonio.

DANGER, DANGER.

Ley de la Robótica quebrantada con impunidad.

Reporte de emergencia realizado.

La operación Phunk Sunrise tomaba un imprevisto giro de guion y se transformaba así en Save Private Brainiac. O Face The Mad Doctor. O El Ataque de los Tarritos de Mermelada Asesina. Whatever.

Y de la misma insospechada forma en que Drevlin revelaba a sus colegas que en realidad siempre fue un espía de alto nivel del Ejército de Asolación Funkotroniano -unir "Asolación" con "Funkotrón" era una rima tan cargada de "COOLNESS" que los píloros entraban en inmediato riesgo de implosión-, el concierto de hedores que provenía del pasillo y que amenazaban con cobrar vida propia y protagonizar la nueva película de terror gastrointestinal del espacio profundo -se sugería como título "Ente: El pasajero etéreo que me amó"-, se vieron sustituidos por un nuevo, penetrante y ensordecedor sonido.

El característico y nada desconocido timbre de la alarma de intrusión.

Alerrrta.

Intrrruso arrrmado detectado en los laborrratorios.

Se orrrdena al Operrrativo de Segurrrridad emplearrr fuerrrza letal para su neutrrralización.

La voz que emergió por el sistema de megafonía tenía un acento rudo en el que la R quedaba fuertemente marcada.

¿Una IA natsi?