Partida Rol por web

Bien gracias.  Esperando que haga frío.  Típico saludo cortés en Andoria, haciendo plática sobre el clima, un resabio cultural ya en viaje interestelar, pero no parecían conscientes de que estuviera fuera de lugar, o sólo les divertía que lo estuviera

¿Usted es miembro de la tripulación?  ¿O también invitado, como yo?  -lo saludó formalmente, intentando reconocer su raza del análisis del personal que había visto. 

 - Bueno, de momento soy un invitado, pero confío en formar parte de la tripulación de manera oficial en breve. - Le respondí, de manera amistosa a la Andoriana. Ya era hora de encontrarme con una persona agradable por aquí. Hasta ahora todo había sido caras largas y malos modos.

¡Que bien!  ¿Para Starfleet se requiere un examen largo o algo similar?  Recordaba haberlo leído pero no lo tenía tan presente al momento.  Debería.

 ¿De que planeta o nave viene usted?  No reconozco su vestir.  Había, ¿que? una docena de colonias relevantes de la Tierra, y otras tantas naves con población, pero sabía que el tema es mejor platicarlo leve con las razas, algunas eran muy regionalistas, por biología.

 - El Cazador Nocturno... - Le respondí, con el nombre con el que había bautizado a mi pequeña nave. - ... Soy un viajero espacial, sin planeta natal, como tal, señora.

¿Nació en una nave, entonces?   Que interesante.  ¿De que bandera era el Cazador Nocturno en ese entonces?  ¿En que coordenadas estaba cuando ud nació?   -Eso de las nacionalidades "espaciales" era uno de sus temas favoritos en la universidad. 

Miró de reojo al soldado orionita, y luego se asomó a ver si la doctora Walker regresaba y podían comenzar con el procedimiento.  La capitana de Alba parecía especialmente apurada en obtener algo de información de esta joya. 

 Enarqué una ceja, divertido:

 - ¿Alguien le a dicho alguna vez que hace demasiadas preguntas?. Yo no he dicho que naciera en esa nave, solo he dicho que vengo de esa nave. Pero he estado en muchos sitios antes... ¿Y usted?.

El rostro de Diane se volvió hacia los recién llegados cuando entraron en la enfermería, con expresión impasible, antes de continuar hablando con su ayudante. -Gracias, señora Willis, pero tome muestras de otro par de sacos para comprobar que los análisis no difieren, que aún sería capaz de creer que hemos investigado las únicas proteínas no contaminadas. Si no detecta nada anormal en ninguno de los tres entonces puede devolverlos a su lugar de origen.

-Señora Rochard*,- Llamó, lanzando una mirada fría al lugar donde la embajadora charlaba con el ex-polizón como si estuvieran en una cafetería de la Tierra, imaginando la causa de su presencia allí. No podían haber elegido un mejor momento... aunque hasta cierto punto, teniendo en cuenta que había sido el mensajero, quizá no estaría mal contar con la presencia del señor Soong allí por mucho que le disgustara. Solo esperaba que el orionita no le pusiera todo perdido de sangre si le daba un arranque de ira y se lo cargaba en el acto. -comience a realizar un chequeo médico del señor Soong e infórmeme de cualquier dato relevante. Estaré realizando un estudio en el laboratorio.

Tras decir esto, se volvió hacia el último de los hombres... cuya presencia es tan estrambótica como recordaba. Si no hubiera llevado tanto estrés encima y la Comodoro no estuviera a bordo de la nave, casi le habrían entrado ganas de sonreír solo de ver aquella máscara fosforecen. Casi.

-Señor Winwood.- Dijo en un tono de voz lo suficientemente alto como para llamar su atención, sabiendo que posiblemente se encontrara distraído con los datos que estaba comprobando. -Su especialidad es la geología, ¿no es así? Si esas lupas verdes que lleva en la cabeza no le impiden ver lo que tiene delante de los ojos, me gustaría que me diera su opinión al respecto de las características del mineral del que está hecho una piedra. Sígame, por favor.

Le indicó, dirigiéndose al encuentro de la embajadora. Tal vez había sonado demasiado brusca con su antiguo compañero de estudios... pero quería dejar más que claro que no tenía ninguna intención de reavivar una vieja amistad y que aquella llamada era puramente profesional. Solo quedaba comprobar si era capaz de captar la indirecta.

Si esas lupas verdes que lleva en la cabeza no le impiden ver lo que tiene delante de los ojos, me gustaría que me diera su opinión al respecto de las características del mineral del que está hecho una piedra.

Daniel gira en dirección opuesta a Diane, que extrañamente coincide con la posición del coloso verde Unger.

- ¿Eh? ¡Ahh si! - balbucea dejando de lado sus padds repletos de datos de física cuántica y teorías sobre “ballenas espaciales”.

- En realidad estas “lupas” pueden ver en cinco dimensiones a diferencia de las tres dimensiones convencionales. Además su espectrometo de neutrinos superluminicos permite experimentar el futuro inmediato en siete milésimas de segundo…- aclara para todos los presentes volviendo a tomar aire para continuar.
- … aunque hasta ahora solo consigo ver luces de colores. Creo que debería volver a mi anterior proyecto de agujeros negros. - admite al quitarse la excéntrica mascara.

Entonces descubre que había estado hablando para el MACO todo el momento. Lo mira algo absorto y voltea para ubicar a la doctora e ir hasta junto a ella.

- ¿Una piedra? ¿Minerales? Eso si es menester ¿A ver? - pregunta algo más animado.

Por solo tres minutos Alice cae en la obligación de atender al mercenario. Tan solo ciento ochenta segundos la habían separado del fin de su turno y de su tiempo libre, quizás ocupado por una ronda de bicicleta fija en el gimnasio y algo de comer en el salón comedor.

Ahora debía realizar un chequeo en Gaheris y perder, con algo de suerte, cuarenta minutos aproximadamente.

- Entendido doctora – responde mecánicamente para luego dedicarle una mirada repleta de odio a su paciente importuno.

- Suba a esa camilla por favor – ordena a Gaheris mientras coge el tricorder medico.

 Le dediqué a la auxiliar una simpática cara de miedo, mientras hacía lo que me ordenaba, buscando alegrarla un poco y caerle mejor que a su jefa:

 - ¡Ay, no me mire así, por favor, que me da mucho miedo!. - Luego le hice un simpático y seductor guiño.

Las cejas de Diane se arquearon en un puente mientras observaba como su interlocutor daba media vuelta para charlar amablemente con el MACO, pero no se molestó en advertirle de su error asumiendo que sería más sencillo dejar que se diera cuenta él solo. Realmente, había gente para la que los años pasaban absolutamente en balde.

-No de todavía el proyecto por perdido, señor Winwood.- No pudo evitar replicar con frialdad mientras se dirigía al laboratorio. -Todavía puede re-orientarlo para convertirlo en un arma anti-radares, teniendo en cuenta como parece haber deformado las ondas sonoras para hacerle creer que quien estaba delante suya le estaba hablando desde su espalda.

-Embajadora Shirrazz, este es el señor Winwood, nuestro especialista en geología.- Le presento nada más volver junto a la enviada. -Señor Winwood, la embajadora de la Coalición, la señora Shirrazz. Hemos recibido una piedra en la que creemos que se encuentra escondido alguna clase de código.- Le informó, todo lo brevemente que pudo para no darle detalles pero permitiéndole ser útil en la investigación, mostrándole el extraño mineral. -¿Puede decirnos algo al respecto?

Aakesh entró en la enfermería. Realizó un barrido con la mirada observando a un enfermero y a la doctora Diane. No pudo evitar ver a Unger, algo difícil por la constitución del oriónida. Algo parecido con la embajadora y al polizón.

-Buenos días doctora Walker, vengo a hablar con la embajadora Shirrazz. Señor Unger espero que no esté aquí por haber sufrido algún daño.

Observó al polizón

-Tengo entendido que, por algún motivo, y tras subir a bordo de nuestra nave sin autorización, es ahora miembro de la Excalibur, aunque sea temporalmente. Soy el primer oficial Aakesh Kush Mukherjee. Después hablaré con usted señor...

Tras los saludos pertinentes se dirigió a la embajadora

-Embajadora, espero que se encuentre bien. Si su estado se lo permite la capitán y yo pensamos que podría sernos útil en el puente para aconsejarnos sobre el extraño evento que hemos detectado.

El rostro enmarcado en una mueca de asco e impaciencia se tornó en una sonrisa irónica hacia el oficial que le había echo el comentario. De brazos cruzados, y con pose de "segurata chungo de discoteca VIP" esperaba a que aquella pantomima terminara.

-Buenos días, señor Mukherjee.- Respondió Diane con poca emoción al saludo. Lo cierto es que nunca había tenido encontronazos con el Primer Oficial (tal vez porque nunca había coincidido con él lo suficiente, pero fuera cual fuera la razón, el hecho era que no había habido ninguno), pero la doctora no podía sino considerar que su elección de las amistades era bastante pobre. Bastante pobre... o muy interesada. Si fuera lo segundo aún tendría un paso, pero tenía la sensación de que su relación con la Comodoro, por la forma en que hablaron en el bar, se remontaba a antes de su nombramiento.

-Me temo que la embajadora se encuentra en estos momentos ofreciéndome su ayuda para una investigación de alta prioridad pero, si su presencia en el puente es lo único que nos va a salvar de otra catástrofe inminente,- no ocultó el sarcasmo de su voz -supongo que la decisión es suya, señora Shirrazz.

Observó al polizón

-Tengo entendido que, por algún motivo, y tras subir a bordo de nuestra nave sin autorización, es ahora miembro de la Excalibur, aunque sea temporalmente. Soy el primer oficial Aakesh Kush Mukherjee. Después hablaré con usted señor...

 - Soong, Gaheris Soong. Encantado de conocerle, primer oficial... - Le respondí, con un saludo de bienvenida. No conocía a este tipo, pero, a juzgar por los gestos de la tripulación, no parecía de gozar de muchas simpatías por aquí.