Partida Rol por web

Cuando el cerrojo magnético del arsenal se abrió, y contemplamos alegrados la galería de armas que se desplegaba ante nosotros, algo me dijo que sería útil tomar una pistola. Ninguna ironía del universo hubiese sido más literal que, instantes después, necesitara dicha pistola con urgencia.

La klingon era una topadora como pocas veces había visto. El comandante fue arrojado al suelo con una ferocidad brutal, y a pesar de mi corpulencia, era evidente que yo no era rival para semejante criatura.

Entré en pánico, instintivamente queriendo tomar el arma de Jankovsky, pero éste había caído sobre ella y no podía alcanzarla. Tampoco tenía nada a la mano para golpearla, pero podía intentar forcejar con la prisionera. Durante un minuto quedo paralizada por el pánico y las opciones. Súbitamente decidí, desapareciendo por la puerta con toda la velocidad que me permitieron mis piernas.

-¡Ahora vuelvo!

Las esperanzas del comandante se desplomarían y sin dudas me consideraría una cobarde (cuanto menos) por unos segundos. Corrí en dirección a la sección adyacente, la armería. Tomé una pistola y la dispuse en modo aturdidor. Al regresar apunté, pensando durante un instante que podría dialogar y convencerla, hasta recordar que no sabía una sola palabra de klingon.

Presioné el catillo de la pistola, esperando neutralizarla sin hacerle daño al comandante.

Me había cansado pronto de aquel pedazo de metal inerte.El sensor médico no detectaba nada, como era de esperar y para poder seguir analizándolo necesitaba un laboratorio. Pero allí no parecía haber ninguno y de haberlo, no me dejarían moverme solo por la nave. No lo entendía. No era ningún niño pequeño, pero a veces sentía que me trataban como tal.

Acaricié con mi mano el colgante de mi cuello, sonriendo levemente al sentirlo de nuevo allí. Realmente aburrido por no tener nada especial que hacer, mee había acomodado en el suelo, junto a la silla de la capitana. Si se despertaba o si se movía, estaría a su lado. Me necesitaba, tal y como yo la necesité y allí estuvo en tantas ocasiones. 

Descansaba tranquila, entre todo el trajín que había en el puente. Las noticias iban y venían, no dándome tiempo a enterarme de gran cosa. Solo sabía que mi cometido era velar por ella, y eso hacía. La sentí revolverse un poco, pero era algo normal. El sedante era fuerte y seguramente ya la estaría haciendo soñar. No le di importancia... hasta que gritó aquella palabra.

Me puse en pie de un salto, en parte asustado por el grito que no me esperaba en parte alertado por no saber que le ocurría a mi capitana. Me giré rápidamente hacia ella, viendo como el hindú venía también, alertado por el grito. La cogí por la mano sana y la hice mirarme a los ojos. - Cris... capitán... todo está bien. Sólo ha sido un mal sueño. - La susurré tratando de calmarla.

Puse mi mano sobre su sudada frente. - Creo que tiene un poco de fiebre, las pesadillas son frecuentes en este estado... - Expliqué a los que se acercaron preocupados por ella, sin soltarla la mano. - Capitán, ¿sabe dónde está? - La pregunté a verla un tanto contrariada.

Stevenson se mantuvo en la consola táctica mientras la nave maniobraba y se situaba en posición, se encontraba revisando el cableado de la estación que había sido manipulada a conciencia para un proposito para el que la nave no parecía estar diseñada.

Era como si aquella nave se le hubiera acoplado un arma desconocida de gran poder, aquello no hacía más que abrir nuevas preguntas a las que James trataba de encontrar algún indició o respuesta a través de los sensores.

Acoplo su tricorder a los senores de la nave añadiendo las lecturas que el artefacto alienígena del antebrazo de la capitana a fin de encontrar lecturas o patrones similiares en la estación táctica o alguna pista sobre el origen de las anomalias.

-¡Capitán!

La aturdida mente de Cristina trataba de saber donde se encontraba... quien era, parecía que había caído de un sitio elevado y notaba que le dolía el cuerpo, en especial el brazo... entonces entre el barullo de su estado reconoció la palabra capitán y la voz le resultó familiar. Pero no sería hasta que un cálido tacto tomó la mano que no le dolía al girar la cabeza consiguió focalizar la vista y ver el rostro de los hombres que la miraban con preocupación.

- Cris... capitán... todo está bien. Sólo ha sido un mal sueño. - La susurré tratando de calmarla.

Puse mi mano sobre su sudada frente. - Creo que tiene un poco de fiebre, las pesadillas son frecuentes en este estado... - Expliqué a los que se acercaron preocupados por ella, sin soltarla la mano. - Capitán, ¿sabe dónde está? - La pregunté a verla un tanto contrariada.

- Mi Daniel... - sonrió con alegría al verse reflejada en los ojos de su amigo mientras notaba como se iba tranquilizando y recuperándose- ha sido... ha sido un sueño... raro... sss... sí- hizo un guiño de dolor- estoy en la D5, en el puente- comenzó a relatar tras echar un vistazo a su alrededor- nos interceptó un vampiro... que me quiso quitar el...- miró con aprensión a su brazo herido- el guantalete... pero no del todo, parte del artefacto sigue en mi interior... señor Mukherjee, señor Windwood ¿Qué me he perdido? Habíais iniciado varias reparaciones...- era lo último que recordaba- añadió tratando de incorporarse sin soltar el cálido contacto que le suponía la mano de Daniel.

Karl al bajar las escaleras que llevan a la cubierta inferior, donde se encuentra el almacén, la rampa de acceso y los nuevos compartimentos recién descubiertos advierte un estropicio. Una pelea terminando era el descubrimiento a pocos metros del descanso de la escalera.

Del camarote que sirve para interrogatorios una Klingon estaba en el suelo, junto con Eduard, forcejeando en aparente empate hasta que Ellen aturde a la enorme mujer con una pistola seteada en aturdir. Poco antes había cogido una de las pistolas terrícolas que el grupo trajo de la Franklin*.

El disparo fue efectivo, derrumbando al instante a la aparente guerrera y dando por finalizado el combate. Luego Jankowsky puede incorporarse y recuperar su arma.

El estado de la Klingon, como habían observado poco antes, era deplorable. En un examen rápido es evidente apuntar su encierro durante toda la semana, o más también, en la sala de interrogatorio.

¿Una Klingon enemiga de K´jac y su casa? Todo es posible.

Acoplo su tricorder a los senores de la nave añadiendo las lecturas que el artefacto alienígena del antebrazo de la capitana a fin de encontrar lecturas o patrones similiares en la estación táctica o alguna pista sobre el origen de las anomalias.

Durante los escaneos anteriores* los indicios del cambio dimensional apuntaban al dispositivo que ahora se encuentra inutilizado, por su estación de trabajo incendiada y destruida, y por la descarga de plasma en estado de flujo iónico.

En cambio se puede agregar un tercer componente a la fórmula del accidente que causo la anomalía espacial, el cual genera una emisión leve de partículas tetryon. La fuente surge de la parte activa del brazalete original, la cual aún se encuentra unida a De Alba.

Por lo tanto las partículas que afectaron el núcleo de la nave son las mismas que ahora emite el brazo de la capitana. Sin llevar adelante un examen médico es difícil saber si las partículas son peligrosas para el cuerpo de Cristina.

-¿Estás bien? -pregunto a Jankovsky, salteándome las formalidades y sin dejar de apuntar a la klingon, no por precaución, sino por la tensión de la adrenalina. Tras unos segundos mi cuerpo se relajó y pude bajar la pistola, aflojando los dedos entumesidos por el temor y guardándo el arma nuevamente en su funda.

-¡Santo cielo, qué susto! -exclamé entonces, llevándome una mano a la frente, como intentando calmar los nervios. Respiré profundo y miré al comandante- ¿Qué hacemos con ella?

Kjarl apenas había reaccionado ante el inesperado encuentro, pero al menos si tenía a la mano una respuesta para Ellen.

Pues, atenderla, como a todo prisionero, para que recupere la salud. 

Y luego, averiguar de ella más de lo que las bases de datos klingon nos pueden dar.  Espero que el lenguaje klingon no haya tenido demasiadas derivaciones en estos siglos y pueda comunicarme bien con ella. 

¿Vamos a nuestra sala médica, o traemos equipo aquí, para que esté en un lugar con seguridad?  - Kjarl sabía que, conociendo ella mejor que todos a su propia nave, representaba un riesgo muy alto de seguridad, pero no podían hacer más. El protocolo humanitario de la Coalición de Planetas, heredado a la Federación, requería de esto y más. 

Los andorianos, orgullosos como siempre, insistían en decirle el "Protocolo Andorianitario", jeje.. 

Aakesh sonrió, parecía que se encontraba bien.

-Será mejor que no se levante, o si se levanta que sea para sentarse en el sillón de mando y seguir descansando.

La ayudó a incorporarse.

-De forma resumida la situación es la siguiente. No hay indicios del Xhaguar ni ninguno de su especie, hemos rescatado la nave terrestre, se trata de un modelo antiguo una DY-500, lanzada antes de la época de curvatura y que podría albergar a unas doscientas personas. Parece algo cascada y si no la hubiésemos rescatado gracias a la pericia de Jonhy hubiese sido consumida por el planeta. No hemos entrado aún en espera de más análisis.

Guardó silencio unos segundos.

-Si hay alguien vivo allí tendremos que ver que hacemos, doscientas personas no caben aquí.

Lanzó un suspiro y continuó.

-Por lo demás la "Princesa de Orleans", gracias a la habilidad de Johnson se encuentra bastante operativa, pero necesitamos repararla en algún lugar, especialmente la barquilla dañada, o no superaremos el warp 1'5. He ordenado poner rumbo hacia donde se supone que estaría Vulcano, ya que es el aliado más cercano que tenemos. Es una decisión a ciegas, no sabemos que encontraremos, pero necesitamos algún lugar donde reparar la nave, conseguir suministros e intentar quitarle "eso" -señala al guantelete.

-Por lo demás, Jonhson y Jankoswky han conseguido abrir las habitaciones cerradas. Tenemos armas, trajes EV y una sala de interrogatorios que dadas sus características podría servirnos de refugio en caso de necesidad. He ordenador repartir los disruptores a cada uno de los tripulantes que no tuviese ya un arma, y para todos un cuchillo klingon. Mejor tener armas de dos tipos encima que ir desarmados.

-

Cristina le dedicó una sonrisa de agradecimiento a su primero mientras se dejaba ayudar para poder incorporarse en el sillón de mando, tal y como se encontraba la D5, aquel era el mejor sitio donde podía estar para terminar de reponerse.

Será mejor que no se levante, o si se levanta que sea para sentarse en el sillón de mando y seguir descansando.

- Esta vez no le voy a rechistar señor Mukherjee- en realidad hacía mucho que no le llevaba la contraria.

De Alba escuchó con atención el informe del hindú, una vez que terminó de hablar intervino.

- Esperemos que no sean doscientas personas las que se encuentran en hivernación, de todas formas se podrían mantener en ese estado hasta que podamos hacer algo distinto... Vulcano, sí... es nuestra mejor opción, esperemos que este Universo sea como el nuestro. Interesante esa sala... El reparto de armas también es adecuado, ahora mismo somos un blanco fácil... ¿Princesa de Orleans?- enarcó una ceja, aquello también se lo había perdido

Capitana de Alba, Sr. Mukherjee, tenemos una klingon sobreviviente que se había escondido en uno de los compartimentos.  Ha sido sometida pero necesita ayuda médica.  -dijo Kjarl por el comunicador que había podido reparar. 

Parece ser la única así. 

Me volteo en dirección al médico que acababa de llegar. Su idea de atender a la prisionera klingon me pareció sensata, siempre y cuando se tomaran las medidas necesarias. Si logró derribar al comandante Jankovsky, dudo que alguien en la tripulación pudiese sobreponer a sus músculos.

-Esta chica es peligrosa -murmuré, dedicándole una mirada-. Si casi puede con nosotros no desperdiciará oportunidad para escaparse o lastimar a alguien.

Dicho esto recorrí el lugar, explorando la sala de interrogatorios en búsqueda de algo que me llamara la atención. Quizá los klingon hubiesen dejado grabaciones de sus interrogatorios.

Jankowsky se incorporó y tomó su rifle, sacudió la cabeza para sacarse de encima los dolores del forcejeo.

-Si, lo cierto es que es bastante fuerte.- Dijo con resignación. -¿Peligrosa? puede, pero dado su estado si la tratamos y alimentamos quizá pueda darnos alguna información incluso ayudarnos con los sistemas de la nave. Aunque bueno, eso puede que sea mucho pedir.-

Buscó algo para asegurarse de que la Klingon no atacara cuando se volviera a despertar y la ató como pudo. Miró a Karl. -No se si esto será humanitario pero es por nuestra seguridad y la de ella. Creo que deberíamos volverla a meter aquí dentro, traerle algo de comida e ir viendo como actúa a ver si es posible dialogar con ella.- Realmente y aunque parecía actuar con calma por Jankowsky la Klingon ya podía estar dándose un paseo por fuera de la nave sin traje. Pero tenía cierto valor estratégico y debían aprovechar pero no consideraba muy buena idea malgastar fuerzas cuidando prisioneros. Por su puesto no dijo lo que pensaba y se mantuvo recto ejerciendo como un intachable MACO de la Flota Estelar.

En cuanto Cristina terminó de hablar y esperaba la respuesta de Muk y Daniel, la capitana pareció sumergirse en un notable cansancio, como si el mero hecho de haber hablado la hubiera debilitado por lo que se reclinó aún más en el sillón de mando, que afortunadamente era el sitio más cómodo de la nave.

Capitana de Alba, Sr. Mukherjee, tenemos una klingon sobreviviente que se había escondido en uno de los compartimentos.  Ha sido sometida pero necesita ayuda médica.  -dijo Kjarl por el comunicador que había podido reparar. 

Parece ser la única así. 

- Aquí de Alba, ¿Una klingon?- respondió la cansada voz de la capitana- si por mi fuera se quedaría tal y como está- era de todos sabido la animadversión que Cristina sentía por los klingons, sobretodo después de todo lo que habían padecido- pero, no somos como ellos...- miró a Daniel- señor Windwood ¿podría hacerse cargo de ella? yo estaré aquí... o mejor le acompaño...- le pidió a su amigo cayendo en la cuenta de lo fácil que le resultaba perderse e hizo amago de levantarse

Johnny permaneció a los mandos de la nave, manteniendo rumbo y velocidad. Tampoco es que pudiese hacer mucho más y prefería estar ocupado dirigiendo que dejar el rumbo fijado y dedicarse a pensar en todo lo ocurrido.

Casi saltó de su sillón al oír que había una klingon viva en la nave. Disimuladamente acarició el cuchillo que llevaba encima. De buena gana daría cuenta de esa sabandíja por todo el daño que le habían causado, pero sabía que aún no era el momento adecuado. Siguió a los mandos, corrigiendo los leves desvíos ocasionados por el mal funcionamiento de los motores. No eran importantes pero prefería que la nave siguiera una trayectoria estable en su avance por el espacio.

La noticia de la presencia de una klingon le cogió desprevenido. Aakesh miró con cara de asombro a la capitán

-¿Cómo ha podido estar tanto tiempo en la nave sin que la detectásemos?

Pensó en la sala de interrogatorios, tal vez los escáneres no traspasaban sus paredes.

Lo que sería ventajoso para nosotros en caso de necesidad.

Cuando observó que la capitán intentaba levantarse le ayudó, pero puso cara de contrariedad.

-Capitán, está débil y necesita descansar. No creo que esté en condiciones para hablar con la klingon. ¿No prefiere que vaya yo?

Mientras el médico y el comandante discuten que hacer con la klingon, tomo mi comunicador.

-Ingeniería, chicos -saludé, sin quitarle una inquieta mirada a la prisionera-. ¿Cómo van las reparaciones? ¿De los sistemas qué sabemos? ¿Tenemos armas ya?

Kjarl regresó a su puesto a hacer funcionar los sensores de la nave. 

Le encantaba la idea de leer klingon, una lengua que reflejaba en todo momento la idea de batalla y honor. 

-Ingeniería, chicos -saludé, sin quitarle una inquieta mirada a la prisionera-. ¿Cómo van las reparaciones? ¿De los sistemas qué sabemos? ¿Tenemos armas ya?

En respuesta al ultimo informe de dos horas atrás:

Los equipos de trabajo dispuestos por Ellen ahora terminan las tareas de llevar la eficiencia de los sistemas tácticos, el núcleo y los motores de impulso a su máximo posible, el cual trepa hasta un generoso 83,5%. Lo cual es muchísimo considerando el daño recibido por la USS Franklin en su ataque sorpresa y hallando la D5 inmóvil y con los escudos bajos. Fue mucha suerte para la pequeña nave terrícola, cuando ni siquiera la Excalibur y la Archon nada pudieron hacer contra la nave Klingon.

Lo que no tiene solución y necesita de un muelle espacial y piezas de repuesto es la refacción de la barquilla dañada. La misma suelta plasma y refrigerante por sus conductos derretidos ubicados en el casco exterior y en su bobina a lo largo de la barquilla misma. Para reparar esto ultimo hay que apagar el núcleo y esperar doce horas a que enfrié. Entonces algún valeroso debe gatear por su interior y sellar las fugas.

Desde luego hay fallas en el soporte vital y en las lanzaderas de torpedos. Para empezar solo funciona un tubo de torpedos frontal y el cañón disruptor pesado (ventral) no tiene reemplazo. En cambio los cañones disruptores de fuego rápido en las alas funcionan.

El sistema de sensores y navegación se encuentra activo y en la mejor capacidad disponible, llegando al 90%. Los demás sistemas secundarios necesitan arreglos menores pero nada que lleve más de un par de días de puesta a punto general.

Lo único irreparable es la estación de trabajo que se incendio, cuya propia sala de maquinas se encuentra en la cubierta superior. Esa maquinaria extrae energía del núcleo y no tiene relación con nada a bordo. Solo se emparenta con la estación de tácticas, nada más.

Solo resta abrir los compartimentos bloqueados. O por la fuerza o con algo de trabajo de un ingeniero calificado.

La respuesta del grupo de reparaciones en ingeniería no es totalmente alentador, dejando solo algunos avances menores que solo pueden favorecer el panorama general.

Han puesto en funcionamiento uno de los dos tubos de torpedos de proa, quedando un tubo de proa y otro de popa sin posibilidad de reparación por necesidad de piezas de repuesto. El cañón ventral seguirá sin reemplazo por el mismo motivo. La falta de piezas y la carencia de un puerto espacial es vital para refaccionar la D5. El cañón disruptor de popa tiene el mismo inconveniente, la necesidad de ser examinado por fuera.

En cambio los escudos deflectores funcionan, al igual que la armadura dispersiva. Esto último es un descubrimiento táctico importantísimo, muy superior a la Polarización de casco que llevan las naves terrestres.

En definitiva La princesa de Nueva Orleans cuenta con Escudos deflectores, Armadura dispersiva, cañones de fuego rápido en sus alas y dos tubos de torpedos (uno frontal y otro trasero).