Partida Rol por web

Perkins se encogió de hombros.

-Usted mismo, teniente. ¡Computadora! ¡Inicia cierre de emergencia antirradiación!

La computadora emitió un sonido indicando que había recibido la orden.

¡Iniciando cierre de emergencia antirradiación!

Un escudo se materializó delante de todas las paredes de la enfermería, dejando a sus ocupantes completamente aislados del resto de la nave.

En aquellos momentos, Vrako, Lena y Perkins eran los únicos que podían quedar expuestos.

Cita:

Lena estaba tan preocupada por la vida de Zoe que al escuchar a Vakro casi se sobresaltó, la doctora giró la cara, cuya frente la tenía perlada en sudor y miró al romulano con extrañeza, como si no consiguiera entenderlo.

-Le Edad Media es un periodo histórico de la Tierra, donde los humanos viajábamos en caballos, luchabamos con armas de acero y la ciencia no existía, sólo un estúpido código de honor y la ley del más fuerte... Señor Vakro... Nadie le está acusando de ser romulano, sólo quiero salvar si vida... Acepto sus disculpas- dijo cuando el teniente se disculpó-Usted nunca es una molestia para mí... -Le respondió a Vakro suavizando el gesto devolviéndole una sonrisa fugaz mientras se volvía a centrar a Zoe, tecleando la consola de manera frenética tratando por todos los medios de eliminar la radiación-Los niveles de radiación son demasiados elevados... Maldita sea...

Comentó para sí ajena a la discusión entre Perkins y Vakro. Sólo volvió a tenerlos en cuenta tras las últimas palabras del teniente y las de Perkins cuando aisló enfermería, una mezcla de irritación y conmoción inundó a Connor que se giró una vez más para mirar al romulano.

-Vakro... - La mirada de Lena reflejaban emoción, quiso abalanzarse sobre él y besarlo, pero la urgencia por tratar de hacer con Zoe hizo que reaccionara con rapidez-Teniente, por favor permanezca en reposo... Señor Perkins ayúdeme con los conductores de rayos gamna, no consigo aislarlos aislarlos por completo y el sistema nervioso de la alférez va puede verse afectado de manera irreversible...

-Puente, aquí La doctora Connor, hemos tenido que evacuar y aislar enfermería ante el peligro de radiación irradiada por la alférez Zoe, permanezcan en alerta por favor, el cuadro es complicado y temo que pueda extenderse al resto de la nave.

En el mar revuelto de emociones al oír la noticia en el puente, Jor intentó detectar a quien de todos ellos la noticia no le sorprendía. 

Es fácil detectar una barca quieta en medio de todas zarandeadas.

Iba a preguntar a la doctora que era un caballo, pero... mejor lo haría más tarde o incluso a la computadora, para que me pusiera alguna imagen de aquella criatura... - Si no tenían ciencia no tenían vehículos, solo animales. - Pensé para mí mientras Lena aceptaba mis disculpas. Ya me había recostado para aquel momento, pero pude ver su fugaz sonrisa, la cual devolví sin saber si me había visto o no. Lo que si sabía, era que la lágrima que acabó deslizándose por mi rostro, solo la sentí yo.

Tras responder al pipiolo, a este pareció importarle poco si me quedaba o no. Algo que me dejó verdaderamente sorprendido. Creí que me insistiría al menos una vez más y que me amenazaría con pincharme con una de sus temibles agujas. Pero el caso es que hizo justamente lo que no me esperaba que hicese tan pronto y con tanta soltura. Activó el cierre de emergencia y me quedé aislado con ellos y la enferma.

Entonces escuché mi nombre de labios de Lena y sentí como mi corazón daba un fuerte golpe en mi pecho, lectura que no se le escapó a la maldita biocama, pero que confundirían facilmente con la reacción a un pequeño susto. Miré a la mujer a los ojos, creyendo que por un instante iba a ocurrir algo mágico, distinto... Pero no fue así, la doctora enseguida salió a la luz y me recomendó reposo mientras seguía peleando por la vida de aquella joven.

En silencio, me levanté de la cama y caminé hacia ambos médicos. En reposo o no, si aquella radiación no se detenía, estaría tan muerto como la alférez. - En Rómulo usamos yodo contra la radicacción. No se si conocerán ese elemento aquí, pero quizás si lo tuviesen y se lo pudiesen suministrar directamente en una dosis grande... - Dije mientras me acercaba a ellos. La verdad es que no tenía ni idea de como se usaba, pero si que había oído en multitud de ocasiones en las cuales nuestros hombres acababan contaminados por una exposición radiactiva, que lo primero que debían suministrar era el yodo a sus cuerpos. - Quizás solo funcione en mi raza. - Pensé para mí, pero no fui capaz de decirlo en voz alta. Necesitaban ayuda, casi un milagro para salvarla. - Para salvarnos.

Al llegar a la espalda de la doctora, observé las líneas de sus curvas y puse mis manos sobre sus caderas con suavidad, manteniendo mi cuerpo alejado del suyo, pero acercando mi rostro al de Lena sobre uno de sus hombros, viendo lo mismo que ella tenía delante. Disfruté de esos segundos en los que sientes el olor de alguien tan cerca tuyo, en silencio. Luego miré a Lena, su frente sudorosa y la velocidad en la cual se movían sus manos. - Confío en usted, doctora. Por eso me he quedado, se que puede con esto y con más. - La dije mirando a Perkins, para luego acercarme más a su oído y tener un poco de intimidad.

- Y porque no podría estar ahí fuera, viendo lo que pasa aquí dentro. Me volvería loco no estar a tu lado en este momento. - La susurré con ternura al oído. - Sólo usted puede salvarme, doctora Connor. Sólo usted puede salvarnos a todos y yo estaré de su lado, pase lo que pase. - Sentí la necesidad de abrazarla en ese momento, de sentir su cuerpo contra el mío una vez más, quizás la última. Pero precisamente porque confiaba en ella y en que saldríamos de aquella situación, no lo hice. Simplemente me mantuve allí, tras ella, con mis manos sobre sus caderas, haciéndola saber que estaba justamente a su espalda y que no la dejaría enfrentarse ella sola a aquello.

Los intentos de la doctora por regular el flujo de contra radiación no estaban dando sus frutos. En el interior de la cámara, el cuerpo de Zoe brillaba al recibir las descargas, mientras permanecía inconsciente, pero sus constantes vitales eran cada vez más bajas. La posibilidad de conseguir anular la radiación que había recibido, era cada vez más escasa.

Señor Perkins ayúdeme con los conductores de rayos gamna, no consigo aislarlos aislarlos por completo y el sistema nervioso de la alférez va puede verse afectado de manera irreversible...

Perkins se acercó rápidamente al panel de control casi al mismo tiempo que el romulano se ponía en marcha y se acercaba a él y a la doctora. Perkins lo miró de reojo.

En Rómulo usamos yodo contra la radicacción. No se si conocerán ese elemento aquí, pero quizás si lo tuviesen y se lo pudiesen suministrar directamente en una dosis grande...

Ah, ahora entiendo por qué los romulanos tienen tantos problemas de temperamento. La radiación ha debido afectarle a sus glándulas adrenales -comentó, divertido -. El yodo sirve únicamente en algunos casos de radiación, pero no en este concretamente, Teniente.

Mientras le hablaba, Perkins también vio como el romulano se agarraba de las caderas de la doctora para infundirle confianza.

Uh, uh. Aquí se huele algo, pensó Perkins.

Eh, teniente, yo también necesito que me cojan de las caderas para darme ánimos. ¿Le importaría hacerlo? Es que la doctora ahora mismo no tiene manos libres -comentó, riéndose.

En ese momento, las constantes vitales de la alférez comenzaron a fallar.

-Doctora, se nos va. Si no logramos estabilizar el flujo anti-ionización, no habrá nada que hacer.

Lena estaba tensa, el sudor de la doctora cubría todo su cuerpo por la responsabilidad no sólo de salvar a Zoe sino de toda la nave, se obligó a inspirar y expirar varias veces para controlarse, siempre había sido capaz de controlarse y mostrarse distante, en un caso de emergencia para pensar con claridad, pero aquello... era distinto, había muchas vidas en juego y... la proximidad de Vakro no terminaba de arreglarlo, el romulano no era consciente de las emociones que despertaba en ella... con lo poco que había creído ella en el amor, un sentimiento que siempre había estimado superfluo y sólo explicable para procrear la especie o darse un homenaje... y ahora, ahí estaba ella acelerada por la cercanía del teniente, a ese paso a la que le iba a dar un ataque era a Connor, sobretodo al sentir la caricia de Vakro en su cadera... lo que hizo que diera un ligero respingo, estando ella como estaba al borde de un ataque de nervios, aquello ya era la repanocha y... por si fuera poco, Perkins se dio cuenta, ¡YA LO QUE LE FALTABA! sintiendo como le ardían las mejillas miró unos segundos al romulano.

- Agradezco su confianza pero no puedo permitirme ninguna distracción, la vida de Zoe pende de un hilo... y si no consigo aislar la radiación, nosotros vamos después...- aprobechando su cercanía le susurró para que Perkins no escuchara- es usted quien me va a volver loca... si salimos de esta me va a tener que compensar por salvarle... pero delante de Perkins no, por favor- realizó un suave movimiento de cadera para que el romulano apartase la mano, no porque no le gustara sino para evitar que su subordinado siguiera atando cabos, no quería que llegase a oídos de Cira.

-Doctora, se nos va. Si no logramos estabilizar el flujo anti-ionización, no habrá nada que hacer.

- ¡No lo voy a consentir!- exclamó furiosa mientras se afanada en regular el flujo de radiación- voy a probar a redirigir el flujo de radiación a través de los canales cuatro y siete que están menos saturados y a continuación tratar de estabilizar la anti-ionización...- comentó mientras sus dedos volaban por al consola y sus ojos se movían con igual rapidez leyendo datos ya haciendo correcciones, mientras lo hacía una llamada del comandante se escuchó desde su intercomunicador.

En el pasillo fuera del puente, se comunicó con la doctora Connor. “Doctora, la vida y el bienestar de la alférez Zoe son nuestra prioridad absoluta a todos. Se merece esto y mucho más por su dedicación y sacrificio en el ataque que acabamos de subir. No me diga que Zoe también queda aislada de vuestro tratamiento. Póngase en un traje especial si falta hace para entrar en enfermería y aleviar su condición. Salvo si hay un riesgo alto que se irradie usted misma a pesar de todas las previsiones posibles, por supuesto. Por lo demás, tiene la autorización para ordenar a seguridad de aislar toda la zona alrededor de enfermería que juzgue adecuada. No de expliaciones a nadie; que me llamen a mí o a la capitana si dudan de la legitimidad de su orden.”

- Genial... más presión... espero que si alguna vez me pasara algo parecido me dieran la misma prioridad...- ironizó con los dedos volando sobre el panel sin perder concentración. 

De repente, los sonidos que indicaban las constantes vitales de Zoe subieron de ritmo. Perkins las examinó... y sonrió.

-¡Lo ha hecho! ¡Lo ha conseguido, doctora! -le dijo, conteniendo las ganas que le entraron de abrazarla, sobre todo teniendo al romulano gruñón detrás.

-Estabilizando el flujo -dijo en su lugar -. Si conseguimos mantenerlo así, es posible que dentro de unas horas hayamos eliminado todos los residuos ionizados de su cuerpo. 

Perkins miró a Vrako. 

-Parece que ha traído usted suerte, señor. Tendría que pasarse más a menudo por aquí, sobre todo cuando tengamos enfermos graves.

Las palabras de la doctora me adulan y me hieren a la vez. No pensé que tomar a una mujer por las caderas fuese algo tan... anormal o quizás mal visto y en ese momento me pregunté que hubiera ocurrido de haberla abrazado como pensé hacer. Mi gesto era para mostrarla que estaba con ella, pero sentí que lo rechazaba, rematándome con aquel movimiento de cadera que me hizo retirar mis manos de las mismas. Si en algún momento hubo algún brillo en mi mirada, de por seguro que en ese instante se apagó, a pesar de su susurro y del contenido de sus palabras.

Mientras la doctora Connor se afanaba en salvar a la alférez, di un paso hacia atrás, alejándome de ella en silencio y pensando en que hacer o decir, procurando no dejarme llevar por mis impulsos y mi pasión. Con eso bastaba para mostrar que estaba allí, - ¿verdad? Ha sido suficiente... - Yo te la he concedido... - Susurré para mí al escuchar las palabras de la doctora Connor en referencia a algún mensaje recibido de algún mando, el cual no pude escuchar, donde Lena ironizó con recibir la misma prioridad.

Y entonces el pipiolo dio la buena noticia de que habían salvado a la joven. Miré a Perkins cuando este me habló. - Sí, seguro que ha sido eso. - Respondí apagado justo a la contra de la voz del joven, sin ganas si quiera de llamarle pipiolo de nuevo y regresé a mi cama, del lugar que me parecía en aquel momento que no debí haber salido.

Me senté sobre ella y con cuidado me descalcé y me quité los pantalones, algo que no había hecho la vez anterior por el tremendo dolor que sentía en mi costado y que ahora, entendía que si debía hacer. Manteniendo mi silencio y el dolor al doblarme y estirarme en la cama, me recosté en ella, buscando la postura más cómoda para estar. Miré a la doctora nuevamente, antes de girarme y mirar hacia otro lado. Al menos estaba feliz y radiante, aunque en aquel momento fuese yo quien pareciese correr por la enfermería y alrededor de ella, como un pollo sin cabeza.

- ¿Y si lo que siento por Annaith es admiración y lo que siento por Lena es algo más profundo como el amor? - Pensé para mí, tratando de aclarar mis emociones.

Lena no pudo evitar emitir un suspiro de alivio cuando consiguió estabilizar el flujo de la radiación que iba a terminar por cobrarse la vida de la alferez Zoe

-¡Lo ha hecho! ¡Lo ha conseguido, doctora! -le dijo, conteniendo las ganas que le entraron de abrazarla, sobre todo teniendo al romulano gruñón detrás.

La palabras de Perkins la devolvieron a la realidad, sonrió sin poder evitarlo.

-Estabilizando el flujo -dijo en su lugar -. Si conseguimos mantenerlo así, es posible que dentro de unas horas hayamos eliminado todos los residuos ionizados de su cuerpo. 

- Sí... debemos de mantenerlo así, en cuanto lo hayamos eliminado realizaremos un escaner más exhaustivo en Zoe por si hubiera lesiones internas.

Entonces se percató de que Vakro se alejaba de ella y le hablaba con tono apagado como si lo hubiera herido, confundida lo miró

 - Yo te la he concedido... -

Aquellas palabras consiguieron calar a la doctora, cuyo rostro palideció... era verdad... él se había quedado en la enfermería... pero ¿por ella? el corazón le dio un vuelco, tan ofuscada había estado en salvar a Zoe y controlar la radiación que no se había percatado del gesto y la decisión del romulano, avergonzada se quedó sin palabras, nunca nadie había hecho una cosa parecida por ella... a excepción de su hermano, por eso le costaba incluso trabajo aceptarlo, como si a nadie le importase lo suficiente o fuese realmente la cosa por ella.

- Continúe con estos parámetros señor Perkins, deme unos segundos- le pidió a su subordinado mientras se acercaba a la cama que ocupaba Vakro y se ponía en comunicación con el comandante para informar sobre el avance con Zoe.

- Comandante, hemos conseguido estabilizar el flujo de radiación, confiamos en que en unas horas habremos conseguido eliminar los residuos ionizados del cuerpo de la alferez, mientras tanto mantendré la enfermería aislada hasta que el peligro haya sido eliminado por completo.

Una vez estuvo al lado de Vakro realizó otra lectura del escaner para comprobar su estado.

- Ahora me he dado cuenta...- le susurró al romulano mientras simulaba tratarlo , Lena sólo sabía hablar de manera directa- se ha quedado en la enfermería por mí,  o eso creo... nunca me había pasado una cosa igual- por primera vez la voz de la doctora pareció dudar- Gracias...- realmente no sabía que decirle

El comunicador personal de la doctora se puso en contacto con el del comandante

- Comandante, hemos conseguido estabilizar el flujo de radiación, confiamos en que en unas horas habremos conseguido eliminar los residuos ionizados del cuerpo de la alferez, mientras tanto mantendré la enfermería aislada hasta que el peligro haya sido eliminado por completo.

Permanecí en la biocama en silencio, tratando de no pensar en nada aquello que acababa de pasar. Pero era difícil no hacerlo con aquel torbellino de emociones en mi interior. Seguía sin entender bien que me pasaba. Desde que regresé con los míos, estuve con varias romulanas, pero nunca ninguna me hizo sentir así. Luego conocí a Annaith a quien creía amar... en cambio en las elecciones difíciles de tomar, me decantaba por el lado de la doctora Connor.

Pude elegir, salir de allí como quería... y me quedé por ella. Giré mi rostro y abrí los ojos al tiempo para buscarla con mi mirada y la encontre llegando a mi lado, con aquel maldito chisme en sus manos. - Vaya... la doctora vuelve a ver su paciente. - Pensé esperando nuevamente a aquella fría mujer que casi me hacía recordar a los vulcanos. Pero su voz susurrante, su mirada. Sentí un nuevo pálpito en mi corazón, arritmia que la maldita biocama reflejó nuevamente. Miré al pipiolo, entretenido con la alférez para luego mirar a Lena nuevamente y contestarla.

- Por quien iba a quedarme sino. - Respondí en un susurro, sintiéndome derretir a su lado, tan vulnerable en aquel momento. - Tuvísteis que sedarme para que me quedara cuando realmente no había peligro. ¿Por quién más quedarme sino por usted, doctora? - Acerqué mi mano hacia ella, buscando tocar su piel, pero esta estaba demasiado alejada en ese momento de mi alcance y tocarla implicaría un movimiento demasiado descarado. - Y no me de las gracias por ello... yo... necesitaba hacerlo... no podía dejarla sola con esto... Ya se lo que es perderla una vez, aunque no fuese así realmente... - Me sinceré, quizás demasiado y guardé silencio enseguida pensando en si no me había pasado diciendo aquello a Lena, aunque era lo que mi corazón pedía que hiciese en aquel momento.

Perkins continuaba monitorizando la situación de Zoe, sin dejar de mirar de reojo a la doctora y al teniente.

Vaya, está claro como el aire que entre estos dos hay algo muuuuuy serio, pensó, sonriendo para sí. Quizás fuera la visión de aquellos dos, tan antagónicos como la materia y la antimateria, le recordó a su propio pasado.

El jovencísimo Perkins se movía como un pato mareado entre tanta gente. El ataque de una flota de piratas de Orión estaba causando estragos en la Estación y él mismo no sabía ni a dónde ir.

Atención. La estación está siendo atacada. Todos a sus puestos de combate. Repito. Todos a sus puestos de combate.

La inconfundible voz de la Oficial de Comunicaciones, Sol'ena no sonaba tan sexy ahora que estaba llamando a las armas. De todas maneras, él no era hombre de phaser, sino de bisturí, así que corrió por el vestíbulo en dirección hacia la enfermería, en donde el doctor ya estaba preparándose para lo peor.

-¿Llegas un poco tarde, no Liam? -le dijo el denobulano con su particular estilo.

-Bueno, más vale tarde que nunca -respondió Perkins, sin hacer caso a que hubiese utilizado su nombre de pila para referirse a él -. ¿Cuál es la situación, "jefe"?

-La situación es desesperada. Dentro de poco empezarán a llegarnos heridos de todas las cubiertas y dispondremos de muy poco tiempo para estabilizarlos e intentar salvarles la vida. Los piratas de Orión no son famosos precisamente por su diplomacia y dispararán contra nosotros hasta que tengan lo que han venido a buscar.

En ese momento, la estación tembló debido al impacto de torpedos. Perkins se agarró a una de las estaciones.

-¿Y qué es lo que quieren?

-Los esclavos, muchacho. Los esclavos. Esa nave de carga que atracó hace dos días. Es suya, la compraron, y les va a reportar muy buenos beneficios. Y si para ello tienen que destruir una estación, lo harán. Son muy capaces.

Perkins nunca había oído que los piratas ataquen estaciones de la Flota Estelar, aunque sí que eran temibles en combate y no temían a nadie, así que no se extrañó. De todas maneras, no tuvo mucho tiempo más para pensar en ello, porque las puertas se abrieron y empezaron a llegar heridos.

-Vamos allá -comentó el denobulano, acercándose al primero de ellos para ayudarle a llegar a la camilla.

Las siguientes horas fueron interminables. La estación aguantó los ataques de los piratas sin descomponerse. El comandante avisó que se había solicitado ayuda a la Flota, pero que tardaría en llegar, y que mientras tanto, tendrían que aguantar.

Justo en ese momento, Perkins se retiró el sudor y miró al nuevo herido que tenía sobre la mesa. Era Sol'ena. Su rostro cambió de pronto, volviéndose todo dolor y rabia. Cuando la vulcaniana abrió los ojos y lo vio, se transformó de nuevo en la sonrisa que todos conocían.

-Veo que continúa mostrando esa sonrisa ilógica -comentó Sol'ena, sin variar el gesto.

-Por supuesto. Cuando la veo, intento ser lo más ilógico posible para intentar hacerle reír -le dijo Perkins.

-No lo conseguirá -consiguió responder la vulcaniana, reprimiendo una intensa punzada de dolor.

Perkins escaneó el cuerpo de la oficial. Otra vez la maldita radiación procedente del daño que que había recibido el reactor de la estación. Era tan penetrante, que no habían podido hacer nada en diez de los doce casos que les habían llegado.

-Deduzco por su rostro que no puede hacer nada por mí -dijo la vulcaniana con indiferencia.

-Eso ya lo veremos.

Perkins preparó la nueva cámara de aislamiento, sincronizó los conductos de irradiación y sin perder tiempo, cogió a la vulcaniana entre sus brazos para llevarla al interior, ante la mirada sorprendida de todos los que estaban allí. Habitualmente, eran los enfermeros de menor rango, algunos cadetes y contramaestres, los que movían a los enfermos, pero esta vez era personal. Aunque solo en dos casos habían conseguido anular la potente ionización orgánica que provocaba, era todo lo que tenían y Perkins se agarró a ello, al igual que la vulcaniana se cogió a su cuello para sostenerse.

-No voy a rendirme. Tendré que salvarla para arrancarle esa sonrisa -le dijo, mientras la colocaba dentro de la "urna". Cuando la depositó, se alejó un paso y la cerró. La vulcaniana volvió la vista hacia él y ambos se miraron, comprendiendo lo que estaba en juego, pero con un ánimo diferente. Sol'ena sabía que iba a morir y agradecía a Perkins los esfuerzos, aunque al mismo tiempo, le pedía que le dejase irse en paz. Recordaba al mismo tiempo todos los momentos que habían pasado juntos, hablando y trabajando, y como había esquivado los continuos intentos de flirteo del alférez disfrutando de cada uno de ellos, porque al final, debía reconocer que sentía algo por él. Perkins, en cambio, no estaba dispuesto a perderla. Era un luchador. Ahora se daba cuenta de lo mucho que la quería, aunque no hubiera tenido tiempo de decírselo, y pero deseaba tener la oportunidad de hacerlo.

Mientras preparaba el equipo, el doctor se acercó a él y le colocó una mano en el hombro. Sabía muy bien lo que estaba sucediendo allí. Aquella lucha, era un acto tan íntimo y personal, que no se hubiera atrevido a acercarse de no ser porque deseaba que ante todo, la vulcaniana sobreviviese y toda ayuda era poca.

-¿Puedo ayudarle, alférez? -le preguntó con tono serio.

-Sí, gracias. Prepare el flujo antirradiación y corríjalo según las especificaciones de la oficial.

A pesar de todo el trasiego del personal, de la gran cantidad de heridos y la necesidad de aliviar dolor en todos ellos, se hizo un silencio absoluto mientras los dos médicos actuaban. Solo se oían los pitidos de las diferentes estaciones funcionando y los temblores de la estación a medida que recibía los ataques de los piratas.

Cinco minutos más tarde, la Teniente de Comunicaciones Vulcaniana de la Estación Espacio Profundo 2, Sol'ena, fallecía a causa de las heridas recibidas. Sabedora de que la vida le abandonaba, la joven oficial curvó sus labios en una sutil curva para despedirse, antes de que su cuerpo se relajase y volviesen a su posición original.

Cuando la gente los veían juntos, decían que no tenían nada en común. Ella era insensible pero eficiente, y él, distraído y emocional. Pero Perkins sabía que no les hubiera importando intentarlo, solo que no dispusieron de la oportunidad para hacerlo. Perkins quedó emocionalmente destrozado aquel día, pero se recuperó al recordar todas las vidas que habían salvado, incluyendo las de los esclavos. Jamás cuestionó de nuevo la decisión de su comandante de no devolver la nave a los piratas, porque la vulcaniana la había ofrecido por algo que consideraba merecía la pena y él no lo discutiría. Incluso aun perdiendo todos los hombres y mujeres que habían perdido en aquel ataque, ninguno de sus familiares ni de los supervivientes puso alguna vez en duda que la decisión adoptada no fuese la correcta.

Así que al ver al romulano y a la doctora juntos, pensó que a pesar de no saber qué era lo que sentían el uno por el otro, no debían perder el tiempo en averiguarlo. A veces actuamos como simples espectadores de la vida que llevamos y eso acaba con nuestro espíritu.

-Teniente Vrako -dijo en voz alta -. Es usted un buen hombre. Doctora, creo que el teniente estaría más cómodo en su cabina. ¿Por qué no le ayuda a llegar a ella? La alférez está estabilizada y creo que podré encargarme de todo durante un rato.

En aquellos instantes, todo estaba tranquilo. Los heridos estaban en la cantina y ninguno de ellos revestía gravedad.

Perkins mostró su mejor sonrisa e invitó a ambos a hacerle caso, con una mirada que parecía decir mucho más de lo habitual.

“Óptimo trabajo, doctora”, suspiró Shev de alivio oyendo la noticia que la alférez estaba por restablecerse, mientras que se acercaba al despacho de la capitana.

- Por quien iba a quedarme sino. - Respondí en un susurro, sintiéndome derretir a su lado, tan vulnerable en aquel momento. - Tuvísteis que sedarme para que me quedara cuando realmente no había peligro. ¿Por quién más quedarme sino por usted, doctora? - Acerqué mi mano hacia ella, buscando tocar su piel, pero esta estaba demasiado alejada en ese momento de mi alcance y tocarla implicaría un movimiento demasiado descarado. - Y no me de las gracias por ello... yo... necesitaba hacerlo... no podía dejarla sola con esto... Ya se lo que es perderla una vez, aunque no fuese así realmente...

Las palabras del romulano dejaron fuera de combate a la humana, que sintió como el corazón de la daba un vuelco... los gestos que acompañaban a Vakro era sinceros y las señales de la biocama le terminaron por corroborar las señales que estaba leyendo en él y que no le habían pasado inadvertidas, siendo como era psicóloga, había aprendido a saber diferenciar la verdad de la mentira y que un hombre como él se sincerar de aquella manera, la sobrecogía aún más puesto que en el fondo y aunque Lena, quisiera negarlo... compartía un sentimiento especial por él... algo que antes no le había ocurrido y no era por el encuentro en la enfermería ... revolcones y noches de pasión las había tenido, pero con él... era distinto, no tenía explicación algo que inquietaba y perturbaba sobremanera a la mente racional de la doctora, que siempre había separado una cosa de otra con extraordinario éxito.

Así  pues, Lena se quedó paralizada mirando de hito en hito al teniente

- ¿Perderme?- no lo entendía pero mientras pronunciaba aquella palabra la mano de la doctora se movió por sí sola hacia la de Vakro, aquella que el romulano había movido que había detenido por miedo... un gesto que no pasó inadvertido para Connor y que respondió con toda la sinceridad que la caracterizaba, el tacto de al doctora era suave y cálido, sus manos siempre estaban bien cuidadas.

-Teniente Vrako -dijo en voz alta -. Es usted un buen hombre. Doctora, creo que el teniente estaría más cómodo en su cabina. ¿Por qué no le ayuda a llegar a ella? La alférez está estabilizada y creo que podré encargarme de todo durante un rato.

En aquel momento Perkins intervino, provocando un pequeño sobresalto en la doctora, que aún así no separó su mano de la de Vakro, pero que no pudo evitar sonrojarse.

- Señor Perkins... confío en su discreción... no quiero que llegue a oídos de Greystone- Lena conocía lo suficiente a la capitán para saber como se las gastaba, por lo demás le daba igual- al menos de momento... gracias- añadió tras un ligero titubeo, para después mirar a Vakro- ¿necesita ayuda para vestirse, le acompaño a su cabina para terminar de darle su tratamiento?- la formalidad ante todo... ya tendrían tiempo de hablar en privado.

Señor Perkins... confío en su discreción... no quiero que llegue a oídos de Greystone

Soy una tumba, doctora. Si le parece, levantaré el aislamiento y ordenaré que vuelvan a traer a los enfermos -le respondió Perkins, pulsando su insignia-comunicador -. Atención, aquí el alférez Perkins. Hemos levantado el aislamiento de la enfermería. Situación bajo control. A todos los miembros del departamento médico. Vayan trayendo a los enfermos de regreso a medida que sea posible. Perkins fuera.

Antes de girarse de nuevo hacia Zoe, volvió a mirar a aquella extraña pareja.

Les irá bien. Seguro.