Partida Rol por web

De momento la mandaloriana se lo estaba poniendo dificil pese a ser una contra dos. Ambos estaban heridos, y el jedi un poco aturdido. El soldado había logrado reaccionar rápido, pero la mujer parecía muy calmada. Quizás demasiado calmada.

Xostun tenía a tiro a la mandaloriana, era su situación favorita, la de poder apuntar con comodidad. Ella se veía tranquila, pero él también sabía controlar sus nervios. Apretó el gatillo repetidas veces, arrojando disparo tras otro en busca de su delgado pero acorazado cuerpo.

Tras su fallido intento de persuasión (del cual se arrepintió enseguida) Mi-Neb vio que iban a ir a por el y encendió su sable de luz, esperando que llegasen. 

No existía la emoción, sólo existía la Fuerza. No le gustaba nada el combate, pero iba a tener que acabar con dos personas si no quería unirse a la Fuerza antes de tiempo. 

La mandaloriana se lo tenía muy creido, y eso fue su perdición. En el combate anterior no había visto como se las gastaba el zabrak y creía que el jedi era el único peligro allí. Así que cuando recibió los impactos casi a quemarropa no pudo hacer nada por evitarlos.
La mujer cayó al suelo, pero para sorpresa de ambos se volvió a levantar. Su armadura estaba tocada, pero todavía la protegía. Aún así pudieron darse cuenta de que sangraba en un costado. Se movió lentamente en dirección al acceso de la cabina, prefiriendo no quedarse allí por si acaso.

Ambos sith corrieron contra Mi-Neb encendiendo sus sables de luz, pero el jedi les estaba esperando. Una cosa es que no le guste la violencia, y otra que no sepa defenderse.

Zated estaba herido y le costaba concentrarse en el combate. Con el brazo agarrándose para tratar de contener el dolor se quedó pensativo, tratando de controlar lo mejor que podía su cuerpo. 

Los sith no eran rival para un Jedi entrenado. Sólo eran bolitas de odio concentrado que ni sabían usar su número o estrategia alguna. En cuanto se acercó el primero, adelantándose al segundo, Mi-Neb dió un paso adelante y le atravesó con su sable de luz. 

—Ah, que atacáis ya... Espero que mueras sin dolor. 

Luego se giró hacia el segundo. 

—Ataca con todas tus ganas, asi me dejarás el campo libre a acabar con tu sufrimiento. 

Ambos sith se lo tenían muy creido al parecer. Por lo que cuando uno de ellos cayó ante el preciso, mortal e indoloro tajo de Mi-Neb se frenó. Aunque solo por un segundo. Después de eso dejó que la rabia fluyera por él y atacó de manera inexperta al jedi. Este sólo tuvo que dar un paso lateral para evitar el corte.

Te mataré jedi. Te veré arder.

Desde luego este no parecía uno de los expertos y mortales siths que había comentado Vinto. Para el piadoso Mi-Neb casi se movía a camara lenta.

Zated no parecía poder quitarse el dolor que sentía, el fuego le había pillado demasiado desprevenido. Afortunadamente para él Xostum estaba logrando hacer retroceder a la mandaloriana.
¿O acaso era eso lo que ella quería?

El zabrak se esperaba que le disparase, pues parecía que era quién le estaba haciendo más daño, y la mujer lo hizo. Pero no como se esperaba. De la oscuridad vio salir una especie de cuerda con unas bolas metálicas a ambos lados, estas le rodearon y se enrrollaron a su cuerpo impidiendole moverse. De hecho incluso su rifle estaba apretado contra su pecho impidiendole disparar. Si no se liberaba pronto aquella mujer los remataría sin problema. Zated había podido "ver" como las había lanzado de su otra muñequera. Esa mujer era una caja de sorpresas. Y ninguna buena.

El miraluka pudo "ver" como lo que hacia era subir por el acceso a la cabina.

La mandaloriana pretendía encerrarse en la cabina, huir de nuevo, no podía permitirlo. Pero antes tenía que ayudar a Xostun, así que le ayudó a liberarse, y después avanzó hacia la cabina mientras se concentraba para ser más letal. 

Mi-Neb se dió cuenta de que eran como niños con armas mortíferas. Y había matado a uno. Las lágrimas llenaron sus ojos y le embargó la pena y la lástima. Si, la pena. Y era una emoción tan peligrosa como el miedo o la ira. 

—Sois... almas perdidas, ¡Malditos maestros Sith! 

Tenía toda la Fuerza de su lado, pero no alcanzó a su enemigo. En el fondo no quería matarlo. 

La mandaloriana recurrió a otro de sus trucos, ¡parecían no tener fin! A los pocos segundos tuvo un sable-luz muy cerca suyo, más cerca que nunca, le sorprendió no sentir un calor abrasador, al contrario, el corte fue limpio y no notó nada especial salvo el zumbido que acompañaba al movimiento.

- Gracias, corramos a la nave o se nos larga.

Sin pensarlo más inició su propia carrera queriendo subir. Aunque la mujer despegara si estaban dentro podrían recuperar la nave.

Zated estaba herido, pero no derrotado. Así que se repuso y ayudó a Xostum a liberarse, para después continuar en dirección a la cabina.
El zabrak por su parte, una vez liberado del cable que lo aprisionaba, no perdió tiempo en llegar hasta el acceso a la cabina. Allí pudo ver como la mandaloriana cerraba la compuerta de acceso y luego disparaba a algo. Aunque después de eso la escuchó maldecir.

Mierda. ¿Pero qué coño es esto?

Seguido de más disparos blaster, aunque no sonaban como los de las pistolas de la mujer.

La compasión de Mi-Neb era uno de sus puntos fuertes. Pero a veces le jugaba malas pasadas. Incluso su maestro Grgw Chwor le había dicho en alguna ocasión que a veces no tienes más remedio que pelear para salvar tú vida y la de otros. Delante de un sith enfurecido que trata de cortarte por la mitad muy posiblemente es uno de esos momentos.
El jedi se quedó petrificado y eso hizo que su enemigo lo aprovechase y le impactase con su sable rojo.

Mi maestro me recompensará por matarte. Caerás ante mí poder del lado oscuro.

Mi-Neb se recompuso justo a tiempo, apartándose del sable de luz de su enemigo. Afortunadamente apenas le rozó, cortando algo de su túnica. La Fuerza le había ayudado, le había hecho reaccionar a tiempo, moviéndole más ella que él mismo. 

—Tu maestro no sabe ni tu nombre. Mi teoría es que os mandan a la muerte para quedar menos ellos. Menos usuarios sensibles, pero... ¿Eres de verdad sensible a la Fuerza?

Sí, Mi-Neb podía meditar mientras peleaba, de hecho era la técnica Jedi. Y como si fuera un ejercicio con sables de prueba acabó con su enemigo. 

—Lo siento —dijo al ver como se derrumbaba. 

El sith que quedaba cayó al suelo como un títere al que le hubiesen cortado las cuerdas. La calle estaba desierta y sólo se escuchaba el crepitar de los cables de mantenimiento viejos y sueltos, y algún que otro tintineo de los carteles. Todo muy siniestro.
Además Mi-Neb podía sentir una presencia en la Fuerza. Una del lado oscuro. Ya le había parecido sentirla cuando aparecieron los dos guerreros, pero ahora pudo concretarla más. No eran ellos, apenas eran soldados recien adiestrados. No, lo que sentía era otra cosa. Más poderoso, puede que más que él, más intenso. No estaba muy lejos de donde se encontraba, en la dirección donde le llevaba el cereano.

Xostun quiso aprovechar el tiempo, no le gustaba tener a la mandaloriana en la nave, preparándose a buen seguro para despegar dejándolos anclados en la estación. Pensó que con un golpe de suerte lograría abrir la puerta mas se encontró con que nada de lo que intentó le sirvió.

- No puedo abrirla, Zated.

No habría más remedio que reventar la puerta para continuar con aquella persecución.

El segundo oponente también había caído. Mi-Neb meneó la cabeza y suspiró. Más vidas desperdiciadas.

Se agachó sobre el primer enemigo caído, al que había atravesado, y le quitó la capa negra, para ponérsela él. A su vez requisó los dos sables de luz y buscó entre las pertenencias de los sith cualquier cosa que le sirviera. 

Mandó inmediatamente otro mensaje a sus compañeros. 

Esbirros Sith en la tienda del cereano. He acabado con dos. 

Mientras sentía aquella presencia, Mi-Neb tuvo el suficiente coraje como para registrar a los dos sith muertos. Aparte de unos chips de créditos y unas tarjetas de acceso poco más tenían. Una de las capas que llevaban estaba entera, que fue la que se puso. Las armaduras que tenían no eran mejor que las del Jedi, y además estaban algo agujereadas después del combate.

Mi-Neb (envuelto en la capa negra, con la capucha echada y con uno de los sables sith bien visible) escondió los cuerpos troceados de los sith para luego volver hacia la zona de su nave a buen paso, por supuesto por el camino original por el que ya había ido y había vuelto. 

Debía tratar de ayudar a sus compañeros y, si era posible, acabar con aquel sith.