Partida Rol por web

La intervención de Mojaq en todo este asunto era cada vez más evidente. Tres personas en total, ninguno más en apariencia. Miré en la dirección donde estaba el hombre atado, y estuve casi segura que se trataba de Fendor. ¿Habíamos llegado tarde? Intenté canalizar la Fuerza para poder ver si aún quedaba vida en él.

-Inmovilizar y aturdir, no matar.- Moví los labios en dirección de mi compañero, indicándole que eran tres. Cuando él hubo asentido, subí lo que faltaba hasta entrar en la habitación y concentré la Fuerza en mis manos para intentar empujar a uno o dos de ellos contra la pared, esperando que no hiciera falta sacar las armas, pero atenta a si alguno de ellos lo hacía.

El joven os mira, y se queda entre curioso y sorprendido ante la pregunta de Nawara. 

- ¿Ver? - Dice sorprendido. Cambia la vista a Galen y de nuevo a Nawara. Entonces comienza a reirse de forma ruidosa - Entiendo, me está tomando el pelo. ¿No? - Aguarda unos segundos y se encoje de hombros - Aquí solo hay tierra, cultivos y piedra. No hay nada que ver. - 

- Quizá quieran ir a la capital, allí tendrán de todo. Y podrán alquilar un aerodeslizador y ver alguna cosa. Supongo. - 

Sin esperar respuesta se marcha y trae todo lo que habéis pedido excepto el meiloruun. - No tenemos.. .mielorones - Dice con dificultad. - Disculpe - 

Rayos, no hay manera de encontrar esa delicia. Suspiro con desilusión mientras escucho los desanimados comentarios del camarero sobre la zona - En realidad no hemos venido por turismo - Le digo antes de que se vaya. Al menos eso es verdad - Dígame una cosa ¿Merece la pena invertir aquí? Me refiero a si las cosechas son buenas, si no hay gente problemática, si los agricultores ponen precios razonables - Saco de la túnica los créditos suficientes para pagar las comidas de ambos y una generosa propina - Y si hay alguien dispuesto a cultivar meiloruun - Miro a Galen con expresión culpable - ¿Qué? Es que me encanta esa fruta. No hables si no la has probado...

- La vida es buena, y hasta hace unos días la agricultura era la mejor de todo el planeta. Pero... bueno, ya lo sabrán - Dice encogiéndose de hombros. - Desde que el Tal Manac desapareció todo se ha vuelto, normal. - 

El joven te mira entre curioso e impaciente, mirando de hito en hito otras mesas. 

- Lo cierto es que no tengo ni idea que es eso de un... ¿meilourun?, No sabría decirle... - 

Alguien llama al muchacho que se disculpa justo antes de marcharse con una ligera reverencia.

Comienzo a comer el plato lentamente aunque no para saborearlo. En realidad ni siquiera me preocupa el sabor ya que estoy más pendiente de las conversaciones que tienen lugar a mi alrededor.

- "Normal" - comento a Nawara tras un momento -. Lo califica como "normal" como si hubiera visto una época anterior al Tal Manac. Según Errock está aquí desde que se tiene memoria. ¿No dijo algo así?. Si las cosechas han pasado a un estado normal en unos pocos días, parece probable que en otro lugar hayan mejorado "milagrosamente", ¿no crees?. Preguntemos por ahí si han tenido noticias al respecto.

Avancé hasta ponerme a cubierta al inicio de la escalera. Evalué mi alrededor tan rápido como me era posible. Había un par de sillas parecidas a aquellas en las que estaba atada el hombre, posiblemente parte del moviliario del lugar. Ubiqué también lo que parecía un armario viejo cerca de la escalera, al lado contrario de donde se encontraban las sillas. Me moví de prisa, procurando no hacer ruido, hasta llegar al costado del armario para que me sirviera de cobertura. Luego, usando el poder de la Fuerza empujé una de las sillas en dirección del trío. Intentaría con ello aturdir o incluso imposibilitar a uno de ellos, preferiblemente la mujer, y así también atraer su atención hacia el lado incorrecto. Al instante siguiente me dirigí a ellos, espada en mano, para tratar de imposibilitarlos.

Le doy vueltas a la sopa para enfriarla mientras escucho a Galen ¿Por qué, sin importar el sector galáctico o el planeta, en TODOS los restaurantes tienen que poner las sopas HIRVIENDO? - No sé mucho de agricultura pero ¿Bastan unos días para hacer que unas cosechas pasen de ser "las mejores" a ser "normales"? Estoy de acuerdo contigo: alquilemos un aerodeslizador vayamos a investigar sobre el terreno ¡AU! - bebo un trago de agua para aliviar el dolor de mi lengua abrasada - ¿Es que han calentado esta sopa sobre un R2 viejo?...

Intenté poner mi atención en la silla, pero estaba tan concentrada en el ataque que haría contra los secuestradores que no pude realmente moverla. Decidí descartarlo y realizar el ataque de todas formas, pero al intentar avanzar hacia ellos mi pie se tropezó con el armario, haciéndolo caer. Logré apartarme a tiempo del camino para no quedar aplastada pero había perdido el factor sorpresa. Aún así me lancé para volver a intentar a quien estaba más cerca, sin llegar realmente a tocarlo.

Era frustrante, pero al menos mi intervención había sido tan notoria que quizás aquel trío no se daría cuenta que no me encontraba sola...

El estruendo de aquel armario había alertado de vuestra presencia a los enemigos, y habían logrado reaccionar a tiempo para defenderse. 

- ¡¡ Cuidado !! - Exclamó uno de ellos mientras lograba esquivar el ataque de tu sable de luz.

Abeamaf salió desde donde estaba desplegando la hoja de su sable de luz. El color azulado llamó la atención de los otros dos que también lograron dar un paso hacia atrás esquivando el ataque de tu compañero. 

El hombre que estaba en la silla estaba claramente vivio, pero permanecía inconsciente, y los dos hombres y la mujer sorprendidos por vuestra presencia y sin quitar la mirada de vuestras armas abrieron los ojos sorprendidos. Los tres enemigos sacaron unos vibrocuchillos, pero parecía entre confundidos y asustados, y no os atacaron.

Fue la muchacha quien alzó la voz. 

- Je... ¿Jedis? - Su rostro mostraba un poco de miedo, algo de respeto y bastante precaución. - Como... ¿Que hacéis aquí? - Los otros dos asían con fuerza sus armas, pero permanecían quietos, a no más de un metro de distancia en posiciones defensivas asintiendo con la cabeza a las palabras de su compañera...

No habían atacado de inmediato, por lo que no me lancé a atacarlos de nuevo, sino que intenté desarmarlos usando la Fuerza. Pero de nuevo sentí que nada ocurría, por lo que volví a bajas la mano a la empuñadura de mi espada.

-Suelten sus armas y no saldrán heridos.- Dije, poniendo toda la fuerza de la autoridad que mi posición como Jedi parecía imponer en ellos.

Intentas usar tus poderes para poder quitar una de las armas de tus enemigos de sus manos, pero puede que por la tensión del momento o la falta de concentración no logras hacerlo. Sientes como la fuerza trata de fluir también de Abeamaf imprimiendo algo de ella en sus palabras, aunque no con la intensidad necesaria según tu experiencia...

- No somo vuestros enemigos, hemos venido solo ha hablar - 

En cualquier caso, bien sea por sus palabras o por la brillante luz de vuestras espadas, conseguís que los tres duden y se miren. Dan un paso hacia atrás y levantan sus manos, aunque sin llegar a soltar sus armas.

- Que... ¿Que habéis venido a hacer? ¿Quien os envía? - Dice la mujer.

- ¿Ha sido ese malnacido de Kawiri verdad? - Dice uno de los hombres con cierto odio en sus palabras. 

No parecen soltar sus armas, aunque tampoco demuestran una actitud violenta hacia vosotros por ahora...

-No, no nos ha enviado Kawiri.- Dije, con seguridad en mi voz, procurando que no se notara la irritación que ese hombre nos había producido. -Vinimos enviados por la senadora Mayda para conocer los detalles sobre la desaparición del Tal Manac. La persona que tienen atada...- Les señalé con la cabeza en dirección al hombre en la silla. -...era nuestro contacto para conocer mejor la situación.-

Esperé unos momentos a que calara la información, antes de desactivar mi arma y guardarla en el cinto, aunque seguía atenta a los movimientos de ellos tres, para detectar a tiempo alguna acción violenta de su parte. -Nuestra misión es saber que ha pasado, de forma imparcial. Por favor, bajen sus armas. Ustedes quieren averiguar sobre el paradero del Tal Manac al igual que nosotros. No somos enemigos.-

Volví a mirar de reojo al hombre atado. -Aunque sus acciones no han sido precisamente las más correctas, y debo dejarles claro que será algo que tomemos en cuenta.- Tampoco pensaba endulzarles el trago amargo: habían secuestrado a una persona, y aún no sabíamos si también lo habían violentado de algún modo, además de las ataduras.

Salimos del restaurante y paseamos por el pueblo observando a los agricultores que regresan a sus casas después de una dura jornada de trabajo. Algunos comparten speeders, otros montan extraños droides agrícolas muy remendados y los menos afortunados viajan a pie. Como es normal se les ve sucios y cansados, pero además se les ve enfadados. Más que eso: furiosos. La desaparición del Tal Manac ha puesto en peligro su modo de vida y ha hecho crecer la rabia y el odio entre ellos. Me pongo la capucha instintivamente, deseando hacerme invisible para todos esos labriegos que bien podrían decidir que dos extraños podrían tener algo que ver con sus desgracias.

No nos lleva mucho tiempo salir del pueblo, donde nos llama la atención la airada conversación entre una pareja de humanos. El hombre está apoyado en un viejo speeder y sostiene un vaso de caldo humeante entre sus manos. La mujer lo mira con expresión preocupada.

¿Tan grave es? - pregunta ella

No lo sé - contesta él negando con la cabeza - Ese condenado ASP-7 está cada día más inútil. No sé qué le habrá hecho a la cosechadora, pero ha conseguido atascar a la vez el rastrillo y el colector. Tendré que llevarlos a los dos al taller de Maxluk, que seguro que nos cobrará una pequeña fortuna. Y con la reducción de las cosechas vamos a pasar un año muy malo ¡Malditos sean esos ladrones de Tajoma!

Ella intenta calmarlo, pero el hombre sigue despotricando sobre sus vecinos hasta que llamo su atención golpeando suavemente la carrocería del speeder.

Perdonen la interrupción. Me llamo Nawara y él es mi compañero Galen. Estamos de paso por aquí. No hemos podido evitar oír que necesitan un poco de dinero extra y nosotros necesitamos alquilar un speeder para dar una vuelta por aquí ¿Creen que podríamos llegar a un acuerdo?...

Abeamaf hizo lo propio mirando entre curioso e intrigado por el curso de acción que había decidido su compañera. Destensó su posición de combate a la par que su sable de luz se apagaba y se colocaba al lado de Hamma fortaleciendo así su postura negociadora.

Pudisteis escuchar un suspiro y entonces una voz de un lateral vuestro.

- Esta bien... - Era la voz de un hombre que os apuntaba con su bláster. Su mano tembalaba y el sudor recorría su frente. Bajó el arma apuntando al suelo, pero sin soltarla. Parecía nervioso. La mujer y los otros dos hombres hicieron lo mismo al ver a su compañero.

- Nosotros. - Pensó unos segundos antes de proseguir - Solo queremos recuperar el Tal Manac. Lo han tenido que robar ellos. Kawiri. No, no puede haber otra explicación - 

- Pero él - Dijo la mujer adelantándose y señalando al hombre en la silla - El dijo que ellos no lo tenían, y que creía que tampoco lo habíamos robado nosotros, el decía... - 

- ¡ Silencio ! - Grito el que sin duda era el líder de aquel grupo. Caminó evitando pasar a vuestro lado y se colocó junto a sus tres compañeros. - El es un mentiroso, uno más en el juego de ese malnacido de Kawiri para hacerse con el Tal Manac solo para él.

Camino junto a Nawara observando la actividad del lugar. Mi compañera me hace notar el mal humor que reina en el lugar. Puede que no parezca tan evidente a priori, pero tras observar llega uno a darse cuenta de que la sensación incómoda que se percibe proviene de los habitantes. Asiento, tiene razón.

Aunque me gustaría, poco puedo hacer por la pareja puesto que entiendo tan poco de mecánica como un droide de carga. Mientras Nawara trata de llegar a un acuerdo con el hombre, intento iniciar conversación con la mujer.

- Hace poco que llegamos al planeta y hemos oído algunas historias sobre lo que llaman Tal Manac. Por lo que he escuchado se hacen ofrendas constantemente. ¿Cómo es posible que los hayan podido robar?.

El hombre da un respingo y se gira veloz al escuchar a Nawara que casi hace que se le caiga el caldo, casi. 

- ¡¡ Santo Tal !! - Dice llevando su mano al pecho - Casi se me para el corazón. Frunce el ceño al reparar en vuestras túnicas y escuchar la propuesta de la jedi. 

La cara del hombre se relaja un poco al escuchar acerca de vuestro interés por alquilar el speeder y ofrecerles a cambio algunos créditos. 

- ¿Alquilar mi speeder? - Dice extrañado mientras podéis ver como en su cabeza comienza a sopesar las diferentes posibilidades y opciones. 

- Vaya - Contesta la mujer con una dulce y armoniosa voz - Parece que habéis caído del cielo en nuestra ayuda - Ella parece más confiada que el hombre y sonríe cuando Galen le habla hasta que nombra el Tal Manac, que es cuando su facciones se tornan tristes. - Lo cierto es que no lo sabemos. Un día estaba allí y al siguiente... - No termina la frase interrumpida por su marido.

- Esos sin vergüenzas de Tajoma, ¡¡ ladrones y carroñeros !! - Dice enfadado. 

- Vamos, no sabemos realmente si han sido ellos, ¿Por qué lo harían? - Contesta la mujer poniendo una mano tranquilizadora en su hombro.

El hombre refunfuña algo ininteligible y vuelve a mirar a Nawara. - ¿Para que necesitan un speeder? ¿Y cuanto están dispuestos a pagar? -