Partida Rol por web

Ragaht trató de atacar a uno de los droides, pero debido al fuerte viento no calculó bien su salto y falló su primer ataque. No obstante, recuperó rápidamente la compostura y volvió a intentarlo de nuevo, pero el droide fue más rápido que él y esquivó el segundo intento de Ragaht.

Noto tus sentimientos, tranquila, padawan... -el pensamiento del maestro Qwan se reflejaba en todas vuestras mentes, en especial en la de Layla.

Uno de los droides parecía que se había fijado en mí, así que sin dudarlo di rienda suelta a mi ataque. Sentí el fluir de la fuerza a través de mi cuerpo, notaba como guiaba mis movimientos. Cuando sentí que era el momento justo solté un golpe al droide con mi sable de luz.

La voz de mi Maestro inunda mis pensamientos, pero no logra tranquilizarme del todo. Oír el fragor de la batalla trae desazón en mis sentimientos y no logro controlarlos.

Los droides comenzaros a disparar a diestro y siniestro. Parecía que cada uno tenía un blanco fijado con cada uno de los padawans allí presentes. Sólo la mujer parecía centrada en sus pensamientos, como debatiéndose internamente por algo*. Ninguno de los droides espía logró disparar acertadamente a los jóvenes pupilos de la Fuerza...

Jezal fue el primero en contraatacar. Su poderío con el sable no se vió reflejado en este primer intento, y sólo pudo cortar el aire helado de Csilla. Después su compañero Jerec se abalanzó sobre el droide espía que le disparaba. El láser hizo rápidamente un corte en la chapa y luego el chasis del droide en repulsión, atravesándole con la hoja por completo: Jerec había partido de un solo mandoble al mismo. Las dos mitades expulsaron algunas chispas y cayeron ipso facto a la nieve del terreno... Finalmente, Ragaht, el último de los padawans que habían activado las armas jedi, intentó copiar a su compañeros, pero sin éxito alguno durante su par de mandoblazos...

Afianzo los pies sobre la nieve y espero el momento justo para asestar una estocada mortal a otro de los droides. Había descubierto su patron de movimiento y como el viento afectaba a su estabilidad.

El combate estaba decidido pero, como solo son unos robots sin apenas inteligencia artificial, no podían saberlo.

Poco a poco mis nervios se van calmando, esa desazón que imperaba en mi ser va desapareciendo y las enseñanzas de mi Maestro hacen que me encauce de nuevo en la serenidad de la Fuerza. Me doy cuenta de mi reacción, y algo avergonzada me levanto y enciendo mi sable láser. Tal vez mucho no pueda hacer, ya han derribado a dos de los droides, pero permaneceré al lado de mis compañeros y les ayudaré.

Intento atacar al droide que aun sigue en pie, pero no logro darle.

Tras el fracaso de su primer ataque, Ragaht empezó a dudar de sus capacidades. Tal vez su entrenamiento había sido incompleto. No dejaba de pensar que un simple droide había esquivado uno de sus ataques. No obstante, se concentró y no dejó que la situación le sobrepasara. No perdió la compostura y, tras un gran grito, asestó un certero espadazo al droide.

Parecía que mis compañeros habían logrado abatir a todos los droides.

-No perdamos el tiempo y continuemos, lo mismo ya están sobre aviso- Mientras apagaba el sable de laser y lo volvía a colocar en su lugar en mi cinturón.

Intentando mantener la calma tras la adrenalina del combate guardo el sable laser. Recojo uno de los droides y le quito todas las partes no fundamentales quedándome solo con la unidad central.

​Si por casualidad no lo encontramos es posible que la memoria de este droide nos diga donde esta nuestro objetivo. Yo no se nada de tecnología pero mi R2 podría sacar la información.

​Estoy de acuerdo. Aceleremos el paso. Puede que ya sepa de nuestra llegada.

Kayla había encendido su sable de luz, pero en esos momentos tanto Ragaht como Jerec consiguieron otorgar un mandoblazo importante a los droides espías que continuaban flotando. Los sábles láser partieron por la mitad a los mismos, derritiendo por dentro sus circuitos. Fue entonces cuando todos bajásteis la guardia y apagásteis los sables. Mientras la nieve os azotaba en el rostro y el cuerpo, pudísteis avanzar hasta una pequeña gruta que se abría en el hielo (un terreno resbaladizo que se internaba en la tierra); en realidad era uno de los túneles de Csilla, propios de los Chiss. Tras comenzar a atravesarlo, vísteis que se os presentaba delante de vuestros ojos, tapándoos el paso, un gran muro de hielo...  De momento no permitía avanzar.

Un poco avergonzada por mi reacción, apago y guardo mi sable láser. Me aparto el pelo de mi cara que el viento galopante insiste en que ondee y observo a mis compañeros. Ellos sí que han sido valientes, sí que han sabido que hacer y aunque no todos han tenido éxito en sus ataques, no han dejado de intentarlo y confiar en ellos mismos.
Yo no.

Yo he sido cobarde y me he asustado.

Avanzo y sigo a los demás, hasta que nos encontramos una enorme pared de hielo. Eso dificulta más nuestro camino.

- ¿Qué hacemos ahora?

Ragaht se paró pensativo unos instantes delante del muro. Parece que esta caza no iba a ser tarea fácil, cosa que le gustaba y disgustaba a partes iguales.

- Si el muro no es demasiado grueso podemos intentar utilizar el empuje de la fuerza para destruirlo – dijo un poco dubitativo -. Si no, tal vez con los sables consigamos ir haciendo un túnel, pero nos llevará bastante tiempo. ¿Qué opináis?

- Todo depende de su grosor, pero podemos intentarlo con los sables láser. - digo mientras me acerco más a la pared e intento observar si tiene alguna grieta o especie de rendija que nos permita hacer una idea de su tamaño. - ¿Pero es una puerta o un muro que se ha ido acumulando de nieve?

Tras divisarlo un poco más de cerca, véis que la superficie es totalmente lisa: una perfecta plancha vertical de hielo. Parece que lleva tiempo ahí, pero no es ninguna puerta, sino el fruto de las heladas del planeta en los túneles Chiss de Csilla. Cada vez notáis más el frío de la superficie... Demasiado frío como para estar tanto mucho más tiempo a la intemperie...