Partida Rol por web

Todo comienza pacíficamente, con los personajes  que reciben unos días de merecida licencia en tierra en la ciudad de Altair, la capital de Tango Urilla. Se les prometió un total de diez días de licencia en tierra como recompensa por las misiones recientes, pero encontrarán su tiempo en la colonia interrumpido después de solo tres días.

Su barco, el William Travis, es parte de una fuerza especial de cuatro buques que ingresa al Sistema Altair. Mientras los otros tres barcos, el Trafalgar, el Flandes y el Mar del Coral se embarcan en otra gesta. El William Travis orbitará sobre Tango Urilla y lo dejará en tierra durante diez días sin interrupción en la colonia. Tango Urilla puede no ser Zegama Beach, pero sin duda es mejor que cualquier otro lugar en el que hayas estado durante más tiempo del que desea recordar.

Después de tres días en la ciudad de Altair, los soldados reciben un mensaje urgente informándoles que el permiso de salida a tierra se cancela de inmediato y que se encontrarán en el puerto espacial de la ciudad en una hora. Al llegar al puerto espacial, verán que el solitario Barco Viking el William Travis que les espera. El piloto se niega a explicar cualquier cosa a los Personajes, diciéndoles que deben esperar a su Breafing

A bordo del William Travis, la escena es uno de caos apenas contenido. Los personajes jugadores, junto con el resto del pelotón de infantería móvil asignado a la nave, son pasados ​​rápidamente a una sala de reclutamiento.

Su oficial al mando entra en la habitación con una mirada sombría en su rostro, camina hacia el atril y respira hondo.
‘Esta mañana, a las 08:53 horas, Trafalgar, Flandes y el Mar del Coral fueron atacados mientras inspeccionaban Altair V. Fue un bombardeo de insectos de plasma desde la superficie. Flandes y el mar de Coral fueron destruidos casi al instante; el Trafalgar logró disparar dos tiros y nos envió una advertencia antes de que también fuera destruido

‘SICON nos había informado que no había actividad de insectos en el Sistema Altair, pero parece que SICON estaba completamente equivocado. De alguna manera, los insectos se han instalado al lado de una de nuestras colonias.William William Travis es el último activo de SICON en este sistema. Hemos enviado un mensaje a SICON sobre lo que ha sucedido aquí, pero no podemos esperar que la caballería venga a rescatarlos en el corto plazo. Si los insectos nos asaltan, tienen una alfombra roja para arrastrarse directamente a nuestra colonia, y me que me condenen si vamos a permitir que eso suceda. Este pelotón es toda la infantería móvil en cinco años luz.

‘Solo hay una forma de lidiar con esto, simios. Tenemos que poner Pies en polvorosa en Altair V. El William Travis no tiene armas nucleares a bordo y sería destruido si entrara en órbita. Solo tenemos EL Viking, y no podemos arriesgarnos hasta que sepamos qué está pasando en el planeta. Esto deja solo una opción: dejar caer una cápsula  en terreno desconocido ‘Ahora por las malas noticias. No hemos sido reabastecidos y nuestras existencias de armas y municiones no son lo que ustedes llamarían abrumadoras. Estoy entregando una lista al Intendente del barco: es un inventario de todo lo que tenemos. La primera vez que ingrese va solo con equipo estándar. Después de eso, haré un trato. Eres bueno con las balas y haces que tus disparos cuenten, y yo seré generoso cuando solicites más. Recuerda, esto es todo. Cuida bien tu equipo. Lo rompes y no podrías comprarlo en esa roca allí abajo.

*Si no hay preguntas id con vuestro instructor y el os dividira en escuadrones Alfa y Bravo y os asignara equipo

Un sonido de trotar de botas inundaba el pasillo, pues eran los soldados llamados a la lucha , tras el informe del jefe de la nave. Todos tenian que ir con su instructor a recibir las ultimas ordenes y preparacion necesaria . Algunos tenian el sabor todavia en la boca del martini, con el que habian celebrado los dias de descanso, y el ultimo tatuaje del batallon todavia fresco en la piel. Que se sustituia por prisa y ansia, a la vez , de acabar con una tropa de bichos el solo

Todos formaban en fila , mientras el Sargento instructor "Smokey" conocido asi por siempre estar fumando un puro y echarselo a los soldados mientras le salia insultos y otra clase de "Humos" por la boca, tambien se distinguia por tener mitad de la cabeza de acero de bioimplante , por el impacto directo de un insecto guerrero que fue menos cabeza dura o cabezota que el segun se mire.

"A ver simios, hoy sereis proyectos de hombres civilizados al fin y ganaros la ciudadaniacon con creces ,pues una hueste de insecto nos espera para ser aniquilada: Necesito voluntarios para una peligrosa mision o solo tendran la fortuna de aplastar con su botas y vengar "La masacre de Buenos aires" algunos de vosotros

"Necesito 2 grupos de 6 soldados valientes entre los que se encuentren : un explorador pathfinder , un ingeniero tecnico, un medico , un conductor de marauders , y un sacerdote de batalla, entre otros. El primer grupo se llamara "Grupo Alpha" y el segundo "Grupo Bravo" "

"Bien esos insectos no se van a reventar solos , no os oigo presentaros" dice impaciente

Maldición, por fin una licencia y esos bichos nos atacan. Encima el ataque ha sido... ha sido atroz. Pensó Adriana. Intentaba recordar quiénes de sus compañeros habían estado en las otras naves durante el ataque. Carlos, Jack, Orin, los hermanos Pilsen, Dana,... Soltó un puñetazo de rabia a la pared, seguido de una maldición. Se había hecho daño, pero nada comparado con lo que sufrieron sus compañeros, lo que les podría pasar a los habitantes de este sector, o lo que iban a sufrir los putos bichos.

Cuando el sargento "Smokey" pidió voluntarios, no dudó ni un instante:

¡Médico de Infantería Móvil Flores, voluntaria para el grupo Alpha, sargento! - gritó Adriana mientras se cuadraba.

Ser una ciudadana de pleno derecho exigía defender a su gente, su modo de vida, su historia y su honor. Y no iba a fallar en su obligación. No sería veterana, pero sabía que era buena y que sería competente ahí abajo.

Sólo deseaba empezar ya. 

Un buen río de Altmeister fluye por mi garganta mientras reclino la cabeza en la tumbona improvisada entre dos cajas de suministros que yacen tiradas junto a la puerta que de la habitación temporal que se nos ha asignado en este estercolero de clase B al que llaman Tango Urilla.

- Aaaaah, das ist Gut... sehr sehr gut... - 

Murmullo al tiempo que cierro los ojos y me concentro en la canción clásica que suena en mis cascos.

Pero antes de que caiga el último párpado, una bota golpea contra contra mi pierna.

- Was passiert!? -

Salto de la tumbona quitándome los cascos de un manotazo dispuesto a impartir pronta venganza a aquél o aquella que ose despertarme...

- Oh... Schiesse... -

La figura enlustrada de un Oficial al Mando se alza bajo el marco de la puerta. Abandonando toda ilusión y esperanza de poder acabar mi siesta, y toda gana de seguir tranquilamente con mi bebida, me cuadro y saludo marcialmente.

Las noticias que nos dan no podrían ser peores. ¡Nos dejan sin puto permiso!... Bueno, eso, y todo lo demás sobra la amenaza inminente de una invasión Arácnida sobre la colonia local o no se que más...

- ¿Qué mierdas se les ha perdido a los bichos en esta cloaca de mala muerte de todas maneras? -

Y la cosa no mejora cuándo aparece Smokey. Pero al menos el viejo no se anda con rodeos.

- ¿Voluntarios? Check ¿Misión suicida? Check ¿Posibilidad de matar bichos? Check... ¿A qué estoy esperando? -

- Jawohl mein Kommandant! -

Saludo al sargento instructor, ofreciéndome voluntario para la misión justo después de que lo haga Adriana.

- Señor, Soldado Especialista Jens Von Weissenstein listo para el combate, Señor -

Por muchos años que lleve hablando el idioma común del SICON, me es imposible ocultar mi fuerte acento natal.

Sin opciones de volver al tiempo de bares, agria cerveza y mujeres bonitas fuera del cuerpo de marines, Tony regresó a lo que mas le gustaba aparte de patear culos de arácnidos, hacer pesas y preparar su equipo para otra misión de asalto. - Esta por el arácnido que no pisé, esta por el que no machaqué ... Hacer flexiones mientras esperaba que el mando apareciese y les diese las malas noticias, era en lo mejor que un veterano como el podría gastar el tiempo.

Ante la aparente formación de un orden ante el caos de la escuadra, sabía bien que la aparición del sargento "Smokey" era inminente, de un salto Tony se puso firme para recibir las ordenes pertinentes. Con unas noticias como las que acababan de recibir, la ira no tardó en salir.  - La madre que les parió, jodidos bichos, tenía buenos amigos en esas naves. Cuadrándose aun mas el veterano dio un paso al frente. - ¡El explorador pathfinder Tony Daught, listo para el servicio sargento!   

Erik estaba disfrutando de su tercer día de permisos en Altair, aquella ciudad no era el paraíso pero Erik no había conocido nada mejor. Aún el recuerdo de las batallas anteriores le daban pesadillas cuando cerraba los ojos, pues demasiados compañeros de unidad habían caído cuando las batallas con los arácnidos habían comenzado. Su vida había sido dura pero sencilla, mucho trabajo y poco entretenimiento. Proveniente de Grand el planeta llamado el granero de la federación, todos sus conocidos se dedicaban a lo mismo, cultivo extensivo. El planeta poco poblado disponía de poco interés para el joven por lo que decidió buscar emociones fuertes fuera de él uniéndose a la federación. No había conocido más que lo que veía en los noticieros federales por lo que estaba emocionado de formar parte del cuerpo militar. Poco a poco ha visto como sus ilusiones han sido aplastadas por la realidad, muerte, poco reconocimiento y muchas medias verdades. Por suerte para él seguía vivo, más recio que cuando empezó como recluta y más convencido de la necesidad de eliminar la plaga que constituían los bichos. 

Iba a tomarse su jarra de cerveza cuando le comunicaron que cancelaban todos los permisos y que saldrían en breves hacia un nuevo destino. - ¡Me cago en la madre de todos los bichos y en sus cerebros! - Comenzó a despotricar no sin antes terminarse la jarra de un último trago. No sabía cuando podría volver a disfrutar de un nuevo brebaje frío así que no pretendía desperdiciar ni medio. Tras escuchar el resumen de su misión y las órdenes recibidas, fueron encargados de formar dos grupos. EL pathfinder Tony ya se había presentado por lo que Erik supuso que le tocaría ir en el equipo contrario. Una lástima consideró, creía que aquel hombre parecía fiable, aunque nunca se sabía gente con un aspecto enclenque luego había destacado frente a los bichos. - ¡Señor, se presenta el explorador Pathfinder Erik Bruskotter, señor! - Aunque quisieras decirles muchas palabras a tus superiores e incluso quejarte, Erik había aprendido a las malas que no era una buena idea. Eran muchos de ellos como muñecos de cartón que no querían pensar y hacían lo mínimo para no tener rendir cuentas a otros superiores. Normalmente si alguien les hacía sentir algo mal se vengarían como si su vida dependiera de aquella afrenta. 

Tras presentarse Erik se echó a un lado para ver al resto de sus compañeros, aquellos soldados defenderían su espalda y juntos intentarían sobrevivir. Iba a ser complicado, avanzar en un planeta infestado y sin apoyo de ningún tipo. Las armaduras y armas eran las estándar de cualquier infante y no parecía el mando dispuesto a darles mayor armamento para una misión de reconocimiento. 

Odiaba las prisas....solo se tenia que correr para ir al bar, al retrete y cuando se terminaban las balas.

Nunca le habia caido bien al sargento, no por los gritos....sino por ese apestoso puro, no habia quien aguantara ese olor, habian nidos de aracnidos con mejor aroma. Ademas solo se habia enrolado a los infantes por ser ciudadana y poder optar a la gestacion....pero una vez dentro, dejo aplazado el sueño, ahi dentro encontro una familia diferente, la suya no es que no estuviera bien, pero entre marines habia descubierto un nuevo grado de confianza...bueno con casi todos.

Cuando las balas empezaban a silbar, una sabia pronto cuando podias confiar con un compañero o no.

Señor, yo me presento.

Si te pasas la vida batallando, lo único que esperas son dos cosas: la múltiples batallas en planetas inhóspitos infestados de bichos y los permisos. Los descansos son de las pocas cosas que te hacen continuar luchando porque el descanso siempre viene bien. Pues bueno... parece que esta vez, de descanso... poco. Pero bueno... mejor tres días de descanso que ninguno. Inmediatamente, reúnen a todo el mundo para dar la información necesaria. Todos saben que mucha de la información se oculta porque no es de importancia para los soldados, pero que se le va a hacer.

Tras la charla, piden voluntarios. Bueno, soldados lo suficientemente locos para bajar a ese lugar sin a penas armamento. Vamos, lo que se dice una misión suicida.

-Técnico Rodriguez se presenta, señor.

Nos habían jodido el permiso, no sabía que pasaba con los de la inteligencia, pero que en un sistema "seguro" se les colase los malditos bichos no eran nada nuevo, pero no podría hacer nada, no era mas que una simple ingeniera que acaba de conseguir su nuevo puesto, pero si quería que eso acabara pronto, tendría que dar un paso al frente.

"ingeniera Sun Yuèliáng se presenta para la misión" digo dando una bota al frente y por suerte no tendría que aguantar mucho al sargento "Smokey", no aguantaba que me echaran humo, pero tendría que enfrentarme a los aracnidos, lo que significaba que pase lo que pase, no me iba a gustar nada, pero por lo menos podría intentar desfogar con los bichos disparando sobre ellos.

El Sargento comenzó hablar, dando claramente a entender que tenía trabajo para ellos. Despues de un tiempo de descanso, un poco de acción no les vendría mal a aquel grupo de infantes (tampoco es que pudieran rechazar la orden). Como el resto de sus compañeros, el soldado se presentó:

Cassius Smith, señor. Driver de Marauders- se presentó. Uno a uno, sus compañeros iban haciendo lo propio. Mucho voluntario se estaba presentando, y no era de extrañar. La gente tenía ganas de acción, y dar una buena patada a esos asquerosos bichos.

Diez días de ocio, licencia más que merecida después de una campaña exitosa, aunque la medida del éxito fuera simplemente el hecho de haber salido con vida y cumplir a medias unos objetivos poco claros. Como fuera tocaban en un sistema de puta madre, entendiendo por ello que los bichos no estaban allí y que habría alcohol, buena comida, y mujeres dispuestas a ayudar a un infante a relajarse sin demasiadas preguntas.

Todo fue bien los primeros tres días, había tenido tiempo de completar el tatuaje del brazo izquierdo, había encontrado un bar más que decente, y había concertado una cita con un bombón citadino con ganas de probar platos extranjeros... y entonces llegó el aviso.

Si te dan una hora para llegar utilizas sabiamente tus primeros cuarenta y cinco minutos, sobre todo si estás bien acompañado y no sabes si volveras a estarlo. En su carrera hacia el espaciopuerto se encontró con un par de rezagados, hombres y mujeres sabios, veteranos de servicios cortados súbitamente. Y una vez en la lanzadera pudo comprobar que no era el único con una sonrisa indeleble en el rostro.

Una vez en la nave las noticias tuvieron el efecto esperado, el nerviosismo de la expectativa dio paso a caras largas y meneos de cabeza, las sonrisas se borraron y más de un ojo amenazó con brillar húmedo ante las pérdidas. No estaba mal llorar por tus muertos, sólo tenías que recordar limpiarte los ojos para acertar cuando le disparases a sus verdugos. Tres naves, miles de vidas perdidas, tres cuartos de la fuerza de choque esparcidos en la órbita baja de un planeta de mala muerte.

La velocidad con la que Martes quería llegar a la bodega donde el sargento instructor repartiría las órdenes se veía coartada por los otros hombres y mujeres que iban en su misma dirección. Llegó a tiempo de escuchar que formarían dos grupos de voluntarios y fue abriéndose paso hasta llegar al frente de la línea.

- Conductor Friday se presenta señor - dijo, y luego miró la fila de voluntarios que se iba formando. Reconoció e ella a dos de las mejores ingenieras que un piloto pudiera desear en el campo de batalla y a otro de los conductores. Saludó a Sam y a Sun con un asentimiento y dedicó un pulgar arriba a Cassius. Sólo restaba esperar a que el resto de los voluntarios se presentara.

Aquel permiso parecía demasiado bonito para ser verdad. Y definitivamente así fue. Justo cuando a penas llevaban un par de días de unas más que merecidas vacaciones todo se va al garete por esos dichosos insectos. Todo esto y alguna cosa que más vale no transcribir de ningún modo, se pasó por la cabeza de Adam cuando recibieron la 'estupenda' noticia de que debían dejar sus bebidas, levantarse de la tumbona y dirigirse a la estación espacial más cercana para ser transferidos y reasignados a una nueva visión. -Simplemente perfecto.- No pudo evitar manifestar en voz alta. 

Y así es como al final estaba a bordo de una nave que se dirigía de cabeza al lugar donde los bichejos habían decidido establecer un complejo turístico para traer más engendros hasta el planeta. Junto a Adam estaban reunidos todos sus compañeros de pelotón donde los esperaba el Sargenteo `Smokey' para darles una calurosa y afectiva bienvenida. No solo fueron informados de la escasez de recursos si no que además les resaltaron las carencias logísticas de las que disponían y que enviarían a un par de escuadrones que seguramente se encargarían de subsanar ese problema... "Debe ser mi cumpleaños." Pensó Adam con un sarcasmo que a penas podía contener en su cabeza. Algunos de los allí presentes no tardaron presentarse voluntarios, por el motivo que fuera. Y, la verdad, si al menos no se puede estar de vacaciones, qué mejor que poder vengarse de los culpables de ello. -Médico de Infantería, Adam Geltz. Apúnteme en esa lista de voluntarios, señor.- Dijo con su habitual tono socarrón. Si la misión iba a ser tan peligrosa, necesitarían a más de un médico en el terreno.

-Vamos, espera que yo no tengo mejoras cibernéticas como tu.-

Magnus se encontraba corriendo unos kilómetros con su compañero Fenris, ya se encontraban de camino a la base cuando recibe un preocupante mensaje, su permiso ha sido cancelado y se le convoca en una hora a una reunión de urgencia.

-Bueno chico parece que la tranquilidad se acabó.- Dice Magnus a Fenris mientras le acaricia la cabeza.

Inmediatamente se pone a correr de vuelta, le da el tiempo justo de darse una ducha y ponerse un uniforme limpio antes de presentarse en el lugar designado, el puerto espacial, nada más subir a bordo del William Travis, todo el mundo parece alterado, se dirige a la sala de donde le indican que le darán el  Breafing. Parece que llega de los últimos, saluda a los compañeros del pelotón y se apoya en una pared, Fenris se encuentra a su lado, Magnus le transmite tranquilidad a su compañero, este parece agitado, puede oler la preocupación en el ambiente.

Tras escuchar al oficial al mando, su gesto preocupado refleja los pensamientos que pasan por su cabeza, una vez el oficial termina se dirige junto a sus compañeros a ver al sargento. Una exposición concreta y al tajo, pidiendo voluntarios, enseguida sus compañeros comienzan a ofrecerse, tras esperar a que terminen parece que le toca su turno, justo en cuanto termina Adam, Magnus da un paso al frente.

-Sargento cuente con nosotros.- Magnus suele ser parco en palabras, es mas de actuar.

https://www.youtube.com/watch?v=y0NGlqZ2Reo

Mientras os poneis el uniforme, tras las palabras motivadoras de vuestro intendente, del que tanto aprendisteis,  repasais la instruccion en vuestra mente, como si fuera un ritual, y rezais a Dios para que esto no se convierta en otro Klendathu, todos sabian lo que habia sido subestimar a los bichos y la de vidas humanas que costo la victoria , ahora un tiempo despues, igual que de que de una epidemia que se se habia pasado lo peor , pero que volvia a resurgir se tratara. Los heroes de esta historia se preparaban para reeescribir la historia.

Esta vez estabais mejor preparados, años de entrenamiento militar, vuestra experiencia en el campo de batalla y un conocimiento mayor de los insectos que os amenazan, podia volver a cambiar las tornas otra vez. Esta vez seria distinto?

Estos soldados de la federacion tuvieron un rato, para observar las noticias que de fondo sonaban y comentarlas , hablar en las taquillas mientras se vestian , o incluso conocerse algo mas en las duchas unisex. Cualquier cosa servia para informarse a fondo, de quien iba estar alado tuyo codo a codo rodeados de bichos

Los heroes pasaron a presentarse unos a otros , algunos se conocian de la instruccion de alguna batalla , era logico que la camaraderia fuera presente y el compadreo empezara a aparecer , no en vano iban a ser hermanos de batalla y casi familia, que dependerian sus vidas los unos de los otros

Una vez presentados todos los voluntarios, recibieron la orden de prepararse lo más rápidamente posible. Al momento, Adriana corrió al pabellón donde estaba asignada para repasar y ultimar su petate.

Tenía por costumbre tener todo siempre listo para partir en cualquier momento, pero eso no quitaba que le echase un último vistazo por si decidía completarlo un poco más (nunca era suficiente para una misión, y menos para una en la que apenas iban dos escuadras).

De camino recitó de memoria la lista de material que debía llevar: "1º Cuerpo: Botas, uniforme, cinturón, bandolera y boina. Armadura (comprobar jets). 2º. Armamento: Rifle y cargadores, escopeta y cartuchos, pistola y cargadores, y cuchillo. 3º Equipo: Gancho, ECOCOM, Kit médico y kits de primeros auxilios. 4º Supervivencia: Cantimploras y raciones de combate". La iba repitiendo hasta que terminó de comprobar y preparar todo.

Al acabar, disfrutó de una ducha con los compañeros, la última en un tiempo imposible de prever, en la que dejó al descubierto un cuerpo delgado, de anchas caderas, y sin ninguna cicatriz, salvo las propias de algún tatuaje. Tras secarse, hizo una trenza con su pelo que luego recogió en un moño bajo, para que el casco no le molestase en absoluto. Se colocó el uniforme, ligeramente arreglado por ella, quedando así más cómodo, ceñido y sugerente, y siempre impecable. Pintó ambas líneas superiores de sus ojos con negro, y con rosa pálido sus sonrientes labios. La llamaban la Cuqui por algo, y se sentía orgullosa de ello.

Los que entraron con ella en el centro de formación descubrieron que era una infante decidida y válida. Altura y complexión media, pelo perfectamente peinado, siempre arreglada, algo cursi,... ni era el prototipo de la Infantería Móvil, ni nadie daba un duro por ella. Pero Adriana se alistó para poder votar, y para ello necesitaba una ciudadanía sólo posible tras alistarse. Por lo que no podía fallar a su máxima aspiración.

Gracias a su tenacidad y decisión, logró finalizar con éxito la dura prueba de entrenar como recluta y convertirse en soldado profesional. Al igual que hiciera el patito feo que, pese a las dificultades, pudo transformarse en cisne.

Ahora no necesitaba demostrar nada. La conocían y sabían que era muy competente. Era una médico de campo con muy buena mano. Un seguro para sus compañeros. Sólo deseó que no tuviese que usar sus kits médicos. Sería la señal de que ningún infante era herido.

Con esos pensamientos, se dirigió al punto de encuentro. Probablemente llegaría la primera, como casi siempre. Así podría ver a sus nuevos compañeros acercarse de uno en uno y recibirles con una encantadora sonrisa, y hacerse notar más que los demás. Algo que le resultaba fácil y además le encantaba.

Erik terminó de presentarse a sus superiores tras presentarse como voluntario. Tras un poco parecía que se había formado la escuadra que enviarían a aquel planeta. A algunos los conocía por nombre o vista, algunos habían luchado codo con codo en otros planetas perdidos de la mano de Dios. Como siempre la infantería móvil sería usada como carne de cañón para investigar lo que la flota ni la inteligencia no era capaz de saber. 

Antes de dirigirse a organizarse el material para el viaje, Erik fue a la capilla federal a rezar. Desde joven su familia y básicamente todos los granjeros del planeta iban en bloque a la misa. Como tal Erik era muy religioso y bajo su camiseta llevaba siempre la cruz federal. Su cuerpo 

Les mandaron prepararse, así que Erik se fue a ponerse su armadura de Pathfinder, no hacía mucho que la había obtenido. Tras varias misiones en la que al joven le habían mandado como punta de lanza, había conseguido obtener las calificaciones necesarias para entrar en los pathfinders. Con su flamante nueva armadura se sentía imparable e iba a demostrar que era un verdadero ciudadano. Pertenecía a los Bruskotter, familia de larga tradición agricultora del planeta Grand y ferviente defensora de la federación. Gran se encontraba en los sectores interiores y era uno de los graneros principales. 

De vez en cuando Erik se preguntaba si no habría estado mejor con su familia cultivando, pero cuando vuelve a llamar a casa y le cuentan sus vidas recuerda lo aburridas que son. Por su parte quería dejar su nombre en la historia de la federación y seguir los pasos de los héroes humanos. Ya con la armadura entró en la sala de espera, armas a la espalda y mochila al hombro. 

Con el rompan filas, cada uno de nosotros decidió como era mejor gastar las últimas horas de asueto que tendríamos en el día, la mayoría acababa sus tragos, recogía el equipo, se dirigía a los servicios religiosos o iba a asearse. Sabíamos que nos mandarían al centro de la acción, cosa que Tony deseaba, pues sabía que de llegar mas tarde apenas vería bichos a los que disparar y ya se había perdido mucha acción a lo largo de la guerra. Ante este recuerdo el pathfinder pasa la mano por el musculado torso, una quemadura de plasma recorre parte del lateral de su cuerpo y aunque la herida ya estaba curada, la cicatriz era un recordatorio constante de lo vivido. 

Para Tony ahora lo importante era una ducha, había pasado casi todo el día dándole a las pesas y no pensaba llevar su olor corporal al habitáculo reducido que era una nave de desembarco. El moreno latino, se introduce en las duchas mixtas donde ya había algunos de sus compañeros y compañeras de escuadra, en algunos de sus cuerpos esculpidos por el ejercicio se veían las diferentes marcas de honor, ya fuesen tatuajes o heridas de guerra como en el suyo propio. - Hay que aprovechar bien este agua, es muy probable que la terminemos echando de menos.

Una vez el agua se ha secado, es tiempo de enfundarse en el mono de combate y empezar a montar sin prisa pero sin pausa la armadura M1-A6, en las próximas horas sería aparte de su fiable rifle y el apoyo de sus camaradas, lo único que le mantendría con vida en un entorno hostil.  

Una vez terminada la tradicional prestación de voluntarios para otra misión suicida, toca la larga espera hasta la hora "H". Por suerte o por desgracia, la paciencia no es mi fuerte.

- Alles ist vertig, ja? Dann, warum warten Wir? Ich verstehe nich...-

Murmullo mientras comienzo a desvestirme para entrar en la que puede sea mi última ducha.

- Siempre hay que esperar por algo o por alguien... -

Acostumbrado a la vida solitaria del cazador, aprendida desde pequeño en las verdes laderas boscosas de mi tierra natal, aún me cuesta adaptarme a la vida en común de las unidades multidisciplinares combinadas de la infantería móvil.

Termino de desvestirme y entro a la ducha, no sin antes poner otro clásico en mi reproductor.

Mi cuerpo desnudo no deja ver ninguna marca distintiva a primera vista.

- ...Wallenstein, nanana nararara... - 

Tarareo mientras me ducho. No parece haber mucha conversación a mi alrededor. Casi mejor. En estos momentos estoy seguro que cada uno de nosotros prefiere estar a lo suyo, y hacer las paces con nosotros mismos y nuestros demonios.

- Vater, vergib mir... Ich sollte mit Dir waren... Ich war  - 

Los recuerdos de aquella maldita noche intentan abrirse camino en mi cabeza entre las gotas que corren por mi pelo. Sacudo la cabeza y aparto esos pensamientos de mi mente. Y así de un plumazo termino también con mis ganas de seguir bajo el agua.

Así que termino, me seco y me visto sin mediar más palabra intentando mantener la mente en blanco y que los demonios no encuentren ni un recodo por el que volver a intentar colarse.

Termino los preparativos y me presento en la zona común.

- Warten, immer warten... -

- Ahora sólo queda esperar -

Ya se habían ofrecido voluntarios más que suficientes, y tocaba ahora romper filas y aprovechar las horas libres que tenían antes de lo que se avecinaba. Cassius, como el resto de sus compañeros decidió disfrutar de su tiempo. En primer lugar fue a darse una ducha, puesto que cuando tocase combatir ese tipo de "lujos" ya no podría disfrutarlos. No fue el único que pensó aquello, pues varios de sus compañeros ya se habían acercado a los baños para hacer lo propio. Saludó a alguno de ellos con la cabeza y tras esto, se desnudó y se metió debajo de la ducha.

Mientras disfrutaba del agua caliente, pensaba en la futura misión que se avecinaba. Desde luego, ya había estado en alguna que otra escaramuza contra los bichos, y siempre había vuelto para contarlo, aunque su charla era más para sus compañeros que para otras personas, puesto que no tenía nadie más afuera con quien poder hablar. Sin familiares cercanos, lo único que tenía Cassius como "familia" era aquel grupo que protegía a la civilización de una invasión de bichos sarnosos. Quien lo diría. 

Dentro de aquella particular familiar, con alguno congeniaba mejor que con otros, pero era lo previsible. De un carácter tranquilo y algo serio, Cassius no era de muchas palabras, pero desde luego intentaba lograr la confianza del resto de la gente tan rápido como podía. Siempre dispuesto a echar un cable, sus compañeros ya sabían que podían contar con él en lo que necesitasen. 

Tras terminar, se vistió y fue a la sala común, donde se sentó tranquilamente mientras miraba al resto de compañeros que ya se encontraban allí.

Bueno, creo que vamos a estar una temporada matando bichos- pensó. Solo esperaba que todos volvieran sanos y salvos a casa.