Partida Rol por web

Adolf estaba prestando atención a Jericó, sus razones son más que factibles también, pero  también debía tomar un poco de agua, y prestar atención al ambiente.

-Vamos amigo mío, tranquilo, no por detenerte a respirar y llenar tus pulmones te desconcentras, solo si te persiguen claro está, pero incluso así, podremos seguir peleando-

El alemán miró a la mujer sonriendo, no tenía muchas intenciones en un principio de bailar, pero aquél bello rostro cambió su perspectiva, lo que una mujer podía lograr con las palabras correctas. 

-Claro que sí señorita, nunca se le dice que no a una bella dama... 

Sonó adulador, tomó el dardo que le quedaba en la mano izquierda, y lo arrojó, de nuevo al centro del blanco. 

-Busca una chica amigo mío, tal vez después no podamos...

Y cogido de la mano de su compañera, salieron a la pista de baile. 

Sammy ya estaba pensando en qué palabras elegir para ser persistente, al fin y al cabo su fracaso con "el sargento de piedra" estaba comenzando a hacerle dudar de su capacidad de convicción, y a veces no es que consiguiera sus objetivos por argumentaciones si no por insistencia. Sacar a Adolf había sido demasiado fácil y la fémina se sorprendía por ello, pero a la par, para qué mentir, conseguir algo así de rápido era satisfactorio, no pudo evitar regalarle la mejor de sus sonrisas.

- Por favor, un caballero que no tiene un fusil metido en el trasero..., ¿sabes que los tipos como tú escasean?.... Casi me he emocionado.... - mirada divertida, no le había pasado desapercibido su certero tiro a la diana, quedando ella impresionada, estaba claro que había sido suerte -... Ya sé a lo que no te voy a retar..., eres jodidamente bueno... - le comenta teniendo claro que a Adolf jamas se enfrentaría en un concurso de puntería, ni a Mart en uno de baile... En realidad ella no era buena en nada de eso, pero...¿era buena en algo?... en hablar..., sí..., en hablar mucho y continuamente...., tanto que a veces sus compañeros no le escuchaban....

- Bien..., avísame si te es difícil seguirme, soy una completa profesional.... - la descoordinación tenía un nombre, Sam Rodríguez, le había cogido de la mano y giraba ella sobre sí misma dando saltitos como si fuera una parodia de baile, no se sabría si estaba haciendo la payasa o simplemente, se movía así.

Sammy buscó entonces con la mirada a Mart y le guiñó el ojo, estaba claro el 1 a 1. Un error mirarle, pisó el pie de Adolf y tuvo que sujetarse a él para no perder el equilibrio.

- Uys...., qué desastre..., prometo que he bebido poco soldado..., podrá ser peor dentro de una hora.... lo prometo...- sería la peor bailarina de la historia, pero conservaba un profundo sentido del humor.

Sintió el pisar sobre su pie, la chica era algo torpe, cuándo giró, notó cómo se centró en otra persona, eso le costó el movimiento, por suerte, a el no le molestó, la atrapó entre sus brazos, la hizo girar en un tirabuzón grácil, haciéndola ver muy mona y elegante.

-Cuándo bailas, debes centrarte en tu pareja de baile... Acompañar sus movimientos, y anticipar el siguiente paso, pero eres una profecional, apuesto que no necesitas mi consejo-

No era un experto, pero si alguien que comprendía muchas artes y ciencias, el baile es una de ellas, y por eso se sentía seguro en cada paso, así cómo en el combate, se debía ser meticuloso y atento a cada paso. 

-No sólo es moverse, es acompañar, es divertirse y divertir, es también el... 

Seducir. 

Lo último no salió de su boca, ya había probado antes la amargura de la traición, de amores no correspondidos, de sucumbir al abandono, y de levantarse de nuevo entre las cenizas, Wolverine continuó sonriendo. 

-jajajaja, por mi está perfecto, será un reto, y adoro los retos-

Una misión exitosa al precio habitual para la infantería móvil, muchos de los nuestros diseminados por el suelo de ese planeta. Pero habíamos avanzado, teníamos un sitio seguro, si había algo así en esta guerra, para seguir dando caña a los bichos.

Ahora tocaba quitarse la tierra de la boca, la sangre de las manos y la muerte de la cabeza, así que la barra y alguna copa era una buena opción.
Miro al resto mientras San trata de bailar con alguien, es refrescante el desparpajo de la compañera, desparpajo, porque el talento es comparable sólo con el suyo.

-Venga campeona, demuéstrales a estos como se baila en este lugar. Trato de animar a Sam mientras trato de hacer lo mismo con mi interior con la copa que acaban de ponerme.
Larga vida simios.

Sam quedó impresionada por la habilidad que demostró el muchacho a pesar de su torpeza, haciéndola girar cuando claramente se veía de bruces en el suelo. Adolf le dio un consejo, debía centrarse en su pareja, algo que demostró, era verdad, pues Ginebra le vitoreó y ella, por sonreír a su compañera y dedicarle su mejor sonrisa, volvió a pisar a su pareja de baile. ¿Desastrosa? Sí un poco, todo lo que tenía de simpática se le quitaba en la habilidad de baile

"Si de esta no me manda al carajo, es que el muchacho tiene paciencia para asaltar tres planetas intentando capturar bichos con trampas mecánicas"

- Lo siento.... - le dijo mordiéndose el labio posteriormente, estaba algo apurada por él -...demostrado, debo de centrarme en ti.... - intentó volver a poner su punto de buen humor -... Y oh vamos..., ya viste que soy una profesional, está claro de que todos me miran porque jamás han visto nada parecido.... Apuesto a que tú tampoco.... En realidad cuando alcance la ciudadanía me convertiré en profesora de baile, creo que de ballet..., o mejor de salsa.... ¿Qué me pega más?...- le guiña el ojo divertida, al menos comenzaba a centrarse en él, haciendo un giro algo más acompasado, nada fascinante pero al menos no le pisaba, ni se caía, ni parecía un movimiento thriller zombie.

Sam le escuchaba, ahora más inmersa en la conversación entre ambos, aunque bien era cierto que cualquier grito o comentario podría hacerle mirar y volver a liarla, era lo que tenía querer estar en todas las conversaciones a la vez.

- ¿Es también el qué?.... No he escuchado eso último que has dicho.... Moverse, acompañar, divertir.... yo creo que divertir lo hago bien..., sonríes esa es buena señal, pero creo que me he perdido lo último.... - ella le devuelve la sonrisa, tenía una mirada profunda -... Eres....¿francotirador?... si mal no recuerdo creo que era a lo que te dedicabas.... ¿De dónde vienes Adolf?.... - tomó aire, bailar y hablar a la vez costaba lo suyo, al menos en respiración, una suerte que cuando salía a entrenar, lo hacía hablando, así que podía decirse que gozaba de buena capacidad pulmonar -... ¿Cómo te va en tu grupo de misión?... ¿te va bien con chocolatito?.... -Estaba claro de quien hablaba, aunque el término cariñoso sería aberrante en medio de una batalla, pero al menos la joven parecía centrarse en él, preguntando algunas cuestiones más privadas para conocerle, al menos ahí actuaba con tiento y no con la sutileza de un carro de combate, podía dulcificarse si lo pretendía, quizás su forma de actuar fuera una máscara, y es que había personas que ante la adversidad se ponían la nariz de payaso y alegraban el día a todos, aunque por dentro albergase el dolor que otros siempre mostraban por fuera.

Adam divagaba en su mente; se preguntaba como estarían las cosas en casa, hacía tiempo que no recibía noticias. Recordó con nostalgia cuando se fue de su pueblo natal para presentar el servicio militar.  "Mañana cumpliré un año fuera de casa" pensó.  Para el médico fue como un siglo. Entró en cuenta que estaba sentado en el suelo viendo a la nada, así que se levantó, sacudiendo los restos de tierra de su uniforme.

Su cuerpo le pesaba, el cansancio iba lentamente apoderandose de él. Adam se dirigió a la barra en busca de una cerveza. Bostezó mientras destapaba la lata. Antes de tomar un trago pudo observar a alguno de sus colegas bailando al son de la música de algunos talentosos soldados, aquello fue suficiente para sacarle a Adam una sonrisa ante aquel espectáculo. 

Por mucho que lo intentara, Cassius no era de los que bailasen, pero no negaba la cabezonería de la mujer. Pero al final, Adolf le salvó de aquel apuro saliendo con ella a la pista. Tras ver como se marchaban, continúo con Jerico:

Míralo por este lado, ¿cuanto tiempo crees que estaremos en la siguiente misión ahí abajo? Misión que por cierto, será a todas luces más complicada que la anterior. Que se desfoguen ahora que pueden. 

Cometió el mismo error una vez más, pero no le importó, tal vez producto de una infinita paciencia, tal vez fruto de un entrenamiento exhaustivo, o simplemente se debía a que ella le gustaba un poco.

-No te disculpes, está bien - 

Dijo suavemente, hablando a su oído, la música sonaba un poco fuerte, por eso debía hacerlo, se movía bien, pero había notado que se distraía fácilmente, gracias al cielo ahora estaban en sincronía. 

-Profesora de salsa, te iría muy bien en ello. 

Solo hasta que preguntó lo último que dijo, y el no lo había dicho, sólo fue un pensamiento, liberado en palabras a medio terminar, no dió importancia, pues estaba divirtiendo, evadió la pregunta y fue a responder la siguiente. 

-Soy de Kiel, en el norte de Alemania, y el sargento es... El mejor suboficial que e tenido nunca-

Una gran capacidad pulmonar dejada por el control y ejercicio, le dejaba hablar mientras guiaba los pasos de la chica. 

¿Y tu?¿De dónde vienes tu Sam? ¿Y qué tal te trata tu equipo? 

Nuevamente había sido disculpada, Adolf le hablaba al oído y ella comenzó a centrarse sólo en él, al fin y al cabo nadie más intervenía para despistarle y la joven comenzó a sentir cierto grado de nerviosismo ante la intimidad. No solía aproximarse tanto a nadie -... Oh eres un embustero..., profesora de salsa.... ya... - rió con naturalidad, estaba claro que le daba la razón y la muchacha lo tomó como una forma de humor -... El día en que los bichos de plasma desaparezcan todos y que las armas desaparezcan dando paso a estructuras de ocio, será cuando esté realmente preparada para bailar salsa, y ojo, sin que pudiera aún dar clases... Eres muy amable Adolf, pero hasta yo conozco mi limitación.... No tienes por qué darme la razón en todo, solo en el 90% de las cosas que diga... - siguió bromeando, era una buena manera de mitigar el nerviosismo por la cercanía, comprendiendo que mirar a los ojos a una única persona, sin fijarte en nadie más, hacía que el corazón se acelerase...¿o quizás fuera por el ritmo de la música?.... Amabas posibilidades estaba en el aire.

- Uhmmm... del norte de Alemania, el chico de las cervezas y las salchichas.... Lo siento, los tópicos nunca mueren... ¿Yo?... De Estados Unidos, concretamente de Washington D.C, aunque mi padre es español..., encandiló a mi madre con sus ritmos latinos.... - rió -... no en serio, mi padre baila tan mal como yo...., supongo que le haría gracia su acento y según mi madre, el sentido del humor es lo que más le agrada... Un tipo simpático...

Tocaba hablar del equipo y ella señala al sargento -.... Es un buen tipo, le obedezco por deferencia, pero le cuesta mandar, yo creo que todos le respetamos por eso, si le llevamos la contraria nos da una explicación en vez de una amenaza..., lo único que no le perdono es que no haya querido bailar, él valía tres puntos.... - dijo casi sin pensar, y es que la apuesta seguía en el aire -...El cabo Bruskotter chilla mucho, pero sabe reconocer sus errores, adora dar órdenes, yo creo que está casado y en casa no le dejan abrir la boca, por eso se relaja con nosotros... - la joven era tremenda en sus comentarios -...A Jericó ya lo escuchaste, si quieres suicidarte o tirarte contra los bichos, solo debes escuchar su pesimismo un par de horas... - queda seria unos instantes -... La verdad es que me gusta mi escuadrón, son buena gente, valientes, hacen lo que tienen que hacer sin duda, sin fallos..., para mí es un honor trabajar con ellos..., aunque no me dejen coger caparazones de bichos muertos..., eso sí que no lo perdono.... - volvió el buen humor -...¿Cuánto te queda para alcanzar la ciudadanía?... ¿Querrás seguir peleando o prefieres buscar otra alternativa de vida?...

Tras un par de evoluciones por la pista en compañía de Adriana, Mart había descartado el desafío de Sam por el momento. Seguir a Flores era tódo un desafío en si mismo y hacía rato que el Sargento no disfrutaba tánto de la pista, y por otro lado Sammy había conseguido sacar al alemán y éste parecía dispuesto a hacer una buena bailarina de ella. Se abstrajo de las conversaciones y se concentró en su pareja de baile, y aunque las palabras se hacían difíciles entre tanta vuelta y giro su mirada le transmitió su agradecimiento.

Cuando escuchó que Ginebra animaba a Sam estuvo a punto de buscar a su próxima pareja para el desafío, pero vió tan compenetrada a Sam intentando hablar y bailar a un tiempo con el alemán que no quiso obligarla a cambiar de pareja. Con una sonrisa traviesa se acercó al equipo sin dejar de bailar con Adriana y tras hacerle un guiño cambió la música por un ritmo más lento y sensual, que podía bailarse tan junto o separado como se quisiera.

- ¿Otra pieza, o prefieres sentarte? - preguntó al tiempo que ofrecía su mano derecha e indicaba la barra con la izquierda, ante de todo era un caballero. Aún así no dejó de mirar de soslayo cómo se adaptaban Sam y Adolf al nuevo ritmo, al menos le permitiría a la chica hablar y moverse a un tiempo sin preocuparse por pisarle los pies al francotirador

Jericó terminó de beberse la botella de agua y cayó en la cuenta. Bloqueo. Ese era el termino no militar para una situación como aquella, el mando había llegado a una situación en la que sus opciones eran muy pocas.

-En la William Travis solo están esperando, saben que no se puede hacer nada...- pensó y se le dibujó una sonrisa de resignación. Veía a los que estaban bailando, bebiendo, disfrutando de esta "pausa" antes de la siguiente batalla.

Bloqueo.

Los soldados también lo hacen, no piensan en ciertos aspectos de lo que les rodea y se abandonan a vivir. Los novatos no tienen ese problema, ellos se acojonan y lloran en el rincón más escondido posible esperando que todo se acabe.

Avanzó lentamente hacia el equipo de música y en su cabeza machacaba aquel trasto con su bota. Apagó el equipo con la delicadeza con la que se acaricia a un pajarillo caído. Sin duda alguna había atraído la atención de los allí presentes o por lo menos del cuerpo de baile.

Miró al grupo y se aclaró la voz.

-Se que estáis todos lejos de casa. Se que hay que aprovechar cada momento para darse una alegría. Y se que lo que menos queréis escuchar es un sermón de un capellán. 

Una pequeña pausa dramática era necesaria en ese instante. Jericó disfrutaba con aquellas pausas, en otros entornos eran esenciales para descubrir quien merecía unos buenos latigazos, pero la academia ya había pasado hacía mucho tiempo.

-Que os jodan. ME vais a escuchar porque parece que habéis olvidado qué es lo que estamos haciendo aquí y os diré por qué estamos aquí.

Estamos aquí, porque los de ahí arriba en la William Travis, no tienen ninguna esperanza puesta en un grupo de la infantería móvil como este y no les culpo visto lo visto. Nos han dejado todo esto, para que tengamos un sitio para resguardarnos y aguantemos un poco más ante lo que se nos viene encima, para que podamos morir con una jodida sonrisa.

Se acercó a las bebidas alcohólicas y parecía estar dispuesto a acabar con todo aquello, pero no, llenó un vaso y fue paseando mientras seguía su discurso.

-Estamos aquí, porque de las cuatro naves de la Federación que había ahí arriba-señalo al cielo-solo queda la William Travis. Todos los hombres y mujeres de la Flandes, la Mar de Coral y la Trafalgar murieron y no queda nadie mas aquí para evitar que la colonia caiga.

Todos decís que hay que disfrutar si nos han mandado esto, pero no joder. La viking tendrá que evacuar a todos los civiles posibles de la colonia y en cuanto la derriben, la William Travis ya habrá hecho todo lo posible por Altair y podrá volver a casa. Y vosotros seguiríais bailando tan felices.

-Así que os propongo una cosa -se acercó a Cassius y le entregó el vaso de licor- podéis quedaros aquí, bebiendo como civiles hasta caer inconscientes o podéis recoger vuestro equipo y salir ahí fuera a buscar a esos bichos, ver donde se encuentran y darles con todo lo que tengamos a nuestro alcance, porque nosotros somos el martillo de la SICON y la gente de Altair necesita que nos dejemos de gilipolleces y les consigamos algo de tiempo.

-No había elevado la voz. No quería que fuera un discurso motivador para enaltecer a las tropas, eso no tocaba. Tocaba ahondar en los corazones de los guerreros allí presentes para que sangraran ya que debían actuar con cautela, no salir como una jauría de perros locos. Eran los últimos guerreros que la SICON tenía en aquel lugar y cada uno debería llevarse al infierno todos los bichos que pudiera.

Jericó tomó el camino hacia la salida, es lo que debía hacer, Altair podía estar perdido, pero por lo menos él daría toda la guerra posible.

-Si alguien quiere acompañarme será bienvenido, voy hacia el norte, para seguir la misión que nos propusieron. mantendré contacto por radio.

Adriana, cogiendo nuevamente de la mano a Treize, iba a aceptar otra canción más lenta. Le apetecía moverse a un ritmo más lento y sensual, y su acompañante lo merecía. Pero de pronto, el capellán soltó un sermón de los que quita el ánimo de seguir de fiesta a cualquiera.

La médico soltó a su pareja de baile, con gesto ligeramente compungido.

—Lo siento, Treize, ¿otro día más? Me gusta como me acompañas—Le guiñó un ojo y se alejó de él en dirección al capellán.

Adriana corrió hasta ponerse delante suya y le pidió que parara. Con rostro amable y voz aterciopelada, intentó convencerle de que no cometiera ninguna locura.

—Vamos, Jericó. Tienes razón, pero no puedes irte solo. ¡Y menos a estas horas! ¿Por qué no duermes un poco? Seguro que mañana nos dicen de salir de nuevo, ¿vale?

- Soldado Jerico!! Alto!! - La voz de mando del sargento desentonaba brutalmente con su aspecto desaliñado, la camisa hawaiana se pegaba a su piel transpirada por el baile, sin embargo sus ojos habían perdido toda chispa de diversión y su postura marcial superaba cualquier impresión de descuido. El bailarín de la pista había desaparecido y en su lugar había un militar cabreado con mirada de acero.

- Acompañeme, vamos a hablar acerca del futuro. - dijo señalando la tienda de oficiales. - Sargento Smith, Cabos Bruskotter y Daught, hagan el favor de acompañarnos. El resto... - volvió a conectar el equipo de música - ... sigan con la fiesta si pueden, y no le hagan caso a lo que ha dicho, los de arriba saben lo que hacen y no nos han dejado a la deriva. Mañana a más tardar llegarán las nuevas órdenes.

Esperaba que el capellan hiciera caso a las órdenes de un superior, de otro modo no tendría empacho en mandar a que un PM lo llevara a la tienda. Asumía que los Cabos y Smith irían también a la reunión, informal y acelerada por la estupidez de un soldado que no había sido capaz de respetar la cadena de mando.    

Te acompaño, si- responde a su compañero. Veía que a Jericó no le había sentado bien nada de ese asunto, pero desde luego no esperaba que fuera a estallar de aquella manera, y menos con ese discurso, saltándose todas las órdenes y el mando- el resto seguid con lo vuestro.

Mart había pasado por las barracas y ahora lucía la camisa del uniforme en lugar de la hawaiana, cuando entró a la tienda aún se podía sentir un cierto aura de fastidio en sus gestos y sus miradas, pero para cuando todos se hubieron presentado estaba tranquilo.

Se encaró primero con el capellán - Se supone que su labor es mantener la moral de la tropa, no provocar un motín por pánico ni sembrar disidencia o reclutar su propio ejército vengador. ¿Que dice el código que usted tento reverencia en sus sermones acerca de actitudes como la suya? ¿Que debería hacer con un Soldado cuya crisis de fe puede haber saboteado el espíritu de combate de sus compañeros? - lo miró a los ojos ntentando descubrir si lo que le estaba diciendo entraba en la mollera del soldado

- Usted más que ninguno de los soldados debería saber que no se debe minar la autoridad gratuitamente y mucho menos en períodos de crísis. Si tiene dudas con respecto a la competencia de los pocos oficiales que han quedado en la única nave que nos queda, consulta con sus superiores, no inicia un motín con los únicos soldados en el terreno. No trata a sus compañeros de inútiles por disfrutar de un momento de ocio, no pone en duda la competencia del mando en frente de todos y cada uno de los combatientes. - se alejó y se apoyó en la mesa de campaña de la tienda.

- Si tenía dudas con respecto al futuro, se podría haber acercado a mi o al Sargento Smith a preguntar. Puede que no le hubieramos dicho que planean los de arriba pero sí podríamos haberle asegurado que mañana nos espera una de las misiones más difíciles en las que se haya metido cualquiera de los presentes, y que es un paso necesario para retomar el planeta y el sistema. - meneó la cabeza

- Créame que en cualquier otra situación presentaría el caso ante la SICOM y usted pasaría el resto de la campaña en un calabozo esperando su baja desonrosa, pero mañana necesitaremos a todos y cada uno de los combatientes, y los necesitamos concentrados y motivados. Espero que su desempeño sirva para limpiar su actuación de esta noche, y espero que su Sargento sea con usted tan comprensivo como lo estoy siendo yo.

Miró a los otros suboficiales y respiró profundamente antes de volver a centrarse en Jericó - Le doy permiso de hablar libremente y de hacer las preguntas que crea necesarias para calmar sus dudas, responderé a aquellas que pueda y seré claro cuando no pueda responder por desconocimiento o por secreto. 

Erik estaba situado en un lateral de todo aquel espectáculo de baile y alcohol. No solía disfrutar de fiestas en su tierra natal, como mucho bailes inocentes entre los jóvenes del poblado, así que tu baile era tan tradicional como soso. No podía más que compararse con aquellos que bailaban y él era incluso más patoso que Sam, tanto que le parecía que la joven bailaba bien. Cerveza en mano al menos podía disfrutar de aquel espectáculo tan diferente de lo que vivían por las mañanas. Todo iba bien, los ánimos se relajaban y los infantes comenzaban a conocerse. 

Pero llegó el capellán y dejó todo por el suelo. El cabo no sabía qué decir, siempre, toda su vida había vivido bajo las palabras de los capellanes de su planeta. La federación hacía mucho hincapié en que todos fueran a escuchar los sermones de hombres como él y Erik como buen ciudadano siempre acudía a escuchar. Había mamado de los sermones que la federación implantaba en sus cerebros, pero en este momento lo que decía Jericó no le había gustado. Los infantes eran jóvenes y algo alocados, si no no estarían allí en aquel planeta matando bichos. Debían poder liberar sus frustraciones, nerviosismos y tensión durante la noche. 

El cabo se levantó y se acercó al capellán. - Jericó, tranquilo, todos aquí somos conscientes de la situación tanto de la flota como de nuestros camaradas. Pero hemos de recordar que también tenemos derecho a descansar y relajarnos entre misiones. Ahora nuestro deber es quitarnos la tensión del día, relajarnos y dormir. Así mañana en cuanto salga el sol y lleguen las nuevas órdenes estemos todos listos para luchar mejor. - Le dio una palmada en la espalda cuando vio que el resto de oficiales comenzaban a dar también su charla. Así que cerró la boca y dejó que los Sargentos dijeran lo que tenían que decir. 

Con el discurso de Jericó casi escupo la cerveza, cosa que podría haber organizado una trifulca y aunque hubiese esperado que fuese esto lo que terminase la fiesta, nunca hubiese esperado que fuese un enardecimiento de los honores o deshonores de celebrar una fiesta tras una misión bien realizada. - Si sargento. Dejo la cerveza recién empezada en la barra y me encojo de hombros mientras sigo al resto de mandos a una de las tiendas donde hablaríamos con el capellán. - Me parece que se terminó la fiesta, sea como sea. Musita el cabo mientras deja tras de si las luces de la improvisada pista de baile. 

Una vez dentro de las improvisadas dependencias que los ingenieros habían tenido a bien de montar y con el capellán en el punto de mira de los sargentos, Tony solo se puso a cubrir la puerta de entrada, no creía que Jericó hiciese ninguna estupidez pero era mejor estar preparado que sufrir por falta de preparación. 

Estábamos en un momento de entretenimiento en el que la diversión de todos se notaba. Algunos bailaban con mayor o menor éxito, pero siempre era grato ver a las compañeras del pelotón moverse al ritmo de la música. Pero la mayoría nos concentrábamos alrededor de las bebidas, con uno o varios vasos vacíos alrededor de cada uno. También me acerqué a acabar con alguna de las bebidas que se acumulaban en las estanterías del lugar.

Las risas, la música y el baile nos envolvía hasta que el capellán se adelantó apagando el equipo de música, algo necesario para que pudiese soltar el discurso que soltó acto seguido. Lo que me pareció entender es que casi nos llamaba vagos o irresponsables por no estar en todo momento en la primera línea de fuego. Eso era peligroso, lo sabía bien, si no se piensa un poco lo que se hace llegan a aparecer pensamientos muy extraños en las agobiadas mentes de las personas. En ocasiones me costaba no lanzarme en una carga suicida para poder así reunirme con mi pequeña, pero el pensar en la gente que tenía alrededor me ayudaba a enfriar esos pensamientos. Era bueno despejar la mente de vez en cuando, ver que no todo era muerte y trabajo, que había posibilidades para la esperanza.

Se lo llevaron a otro lugar mientras la música continuaba, pero el ambiente se había enfriado considerablemente, por lo menos las bebidas seguían igual que antes y pude hacerme con otra mientras dejaba mi mente irse a otro lugar más lejano que esa mierda de rocas a las que tendríamos que volver.

Sam estaba centrada en Adolf, tanto que hasta se sorprendió el cambio en el ritmo musical, pasando a una canción mucho más lenta, pero con un muy marcado ritmo latino. No sabía muy bien cómo empezar a bailar aquello, y cuando comenzó a dar un par de pasos a un lateral, con poco éxito para su autoestima, todo había que decirlo, se formó la quinta guerra intergaláctica con uno de sus compañeros de escuadrón. Se acabó el baile. La música fue silenciada.

Jericó había perdido los papeles completamente, dándoles una charla que cortaba el rollo completamente, dejándoles claro que aquella fiesta bien podría ser la última. Sam miró al suelo, estaba claro que aquellas palabras minaban incluso la voluntad del más optimista, retándoles a luchar, como pollo sin cabeza, sin orden, objetivo, ni estrategia o quedarse allí para beber y seguir la fiesta.

Adriana dijo lo que ella mismo pensaba, Jericó debía dormir, descansar, así al día siguiente tendría una perspectiva distinta, mejor que la actual, aunque sabía que aquel hombre con su cabezonería, se negaría a ello. Y para colmo de males intervino Treize imponiendo órdenes, solo esperaba que Jericó no hiciera la locura de ignorarle, aquella situación le estaba provocando mucha tensión, no le gustaba ver discutir a sus compañeros, debían confiar los unos en los otros y aquella brecha podía irse de madre y volverse insalvable.

- Un hombre frente a todos los bichos es un suicidio... - susurró más para sí que para los demás, y ella no carecía de valor, le habría acompañado de buena gana, pero si lo hacía y más de los allí presentes procedían a la lucha, la muerte sería inminente, el alcohol y las armas no eran buenas compañeras, no para salir en ese preciso instante.

Los mandos se retiraban con el compañero y a pesar de que la música seguía puesta, el ambiente estaba a la altura del suelo. Sammy quedó unos momentos pensativa, las palabras de Jericó le habían calado, en realidad todo lo hacía, debajo de esa máscara superflua de alegría había una joven que sufría y mucho por las escasas oportunidades de la humanidad. Así que hizo lo que mejor se le daba, animar el ambiente y hacer el estúpido, siendo ella misma objeto de mofa, los demás no pensarían en las palabras del capellán.

- Ya veo que no se os da bien bailar, soldados.... - le guiñó el ojo a Adolf, no iba por él aquella cuestión -... Pero quizás seáis mejores en rugby... - intentaba reclamar la atención del personal -....Bien...¿quién hace equipo contra mí?.... - Coge un balón y lo enseña a los compañeros -... El equipo perdedor deberá hacer el castigo que el ganador les imponga.... ¡¡¡Vamos chicos!!!.... ¿O debo llamaros gallinas?.....

Las palabras del soldado habían hundido en ambiente y, aunque aquella mujer intentara ayudar, era difícil que alguien se uniera. Todos los presentes sabían que podía ser la última fiesta de sus vidas, así que se merecían desinhibirse de la cruda situación que les acechaba.

- Yo seré tu rival esta noche. - Dijo sabiendo que para muchos podría ser difícil dar el primer paso con los ánimos por los suelos. - Intenta no pinchar el balón con esas uñas de arpía que tienes. 

Si bien es cierto que no tenía nada en contra de aquella mujer, dado que sólo la conocía de vista, el comentario intentaba provocar a los compañeros de la misma para que se animarán a romperle los huesos al pobre soldado y, quizás, aquel burdo humor de pueblerino le granjeara algún seguidor para su bando. 

Sólo esperaba no arrepentirse al día siguiente de los dolores musculares que sin duda iba a tener al participar en aquel juego, y que al menos despejara un rato la mente de aquellos soldados y pudieran centrarse en su misión al día siguiente.

- Por cierto, ¿cómo te llamas? - Susurró en voz suave a la mujer en un intento de formar un vínculo antes de destrozar se mutuamente.