Partida Rol por web

El tipo se despierta sobresaltado, pero al veros a vosotros, se acojona bastante.

- Por favor, no me hagais nada, solo he sido un simple recadero.

los de abajo suban rápido, que no se querrán perder esto. dice mientras se incorpora con cuidado.

estoy bien si no hace falta que se preocupen por mi, responde kage de malas pulgas en cuanto se pone de pie, al ver las saetas tan cerca de si solo pudo pensar una cosa, si claro zona segura, como no.

Rider había logrado pescar al mentiroso que poco a poco sacaba de sus cabales a la chica, quien eres mensajero? Responde rápido antes que te abran un tajo del que no te levantes. pregunta desde el otro lado de la sala.

Confiaba en que raider y pollux seguirían cuestionado, así que dedicó a estudiar la trampa, aquí están los orificios de salida, al parecer unida al cerrojo de este baúl, el joven manda mano a sus herramientas y busca una manera de desarmar la trampa.

Indica a uno de sus compañeros que coloque uno de los muebles (camas) en el oficio de salida de las saetas, sólo por si me equivoco de nuevo afirma.

- ¡Kage! - grité sin proponérmelo cuando casi fue ensartado por las saetas, aunque por suerte no llegaron a causarle ningún daño. Suspiré, profundamente aliviado. - Ten más cuidado, ¿quieres? Preferiría obtener una puntuación perfecta en mi primera quest. -

Siguiendo las instrucciones de Kage interpuse un par de muebles en la salida de las saetas para  que aquella trampa no volviera a pillarnos desprevenidos, pero ahora teníamos otros problemas de los que preocuparnos, como el anillo desaparecido. - Más vale que comienzes a decirnos lo que hacíais tu y tu amigo por aquí con el anillo del espíritu. Rider, este es para ti sola; si no habla haz lo que quieras con él. -

Si no llevaba encima el anillo solo podía estar en dos lugares: o bien estaba oculto en la casa, tal vez en los cofres; o se lo había llevado el tipo encapuchado. No sabíamos adonde podía haber ido el segundo tipo, pero volví a encender una antorcha para comprobar si el anillo aún estaba cerca.

Kage... Abres el cofre y el mecanismo ha quedado inutilizado: el baúl estaba vacío. Cuando miró en el otro, véis un mapa el cual os indica una ubicación en el puerto, además de unas inscripciones:

"En el barco de los muertos, deposita el legado espiritual y los mares serán tuyos"

Por suerte el puerto estaba cerca.

Aquello iba a servir de poco. Aquél muchacho no sólo no suponía ninguna amenaza, sino que además estaba demasiado asustado como para hablar. No tenía muy claro si es que le había dado muy fuerte o si pensaba que se lo iban a llevar a rastras fuera de la zona segura y matarlo. Como fuera, no estaba siendo de ninguna ayuda, y seguir presionando al chico no resultaría. Con un resoplido de disgusto le dio una patada suave en la pierna mientras le tendía la mano. 

- Venga, levanta anda, no vamos a hacerte nada. 

En su rostro ya no había ninguna agresividad ni maldad alguna. Estaba de nuevo sonriente, casi pícara, como si aquello le hiciera incluso gracia, pese a la pérdida de tiempo que estaba siendo. 

Una vez puso en pie al desconocido, se cruzó de brazos y le miró ladeando la cabeza. Luego se fijó en Kage y en las flechas, que no había visto hasta ahora, y con un encogimiento de hombros al ver que todo estaba bien pero ninguno parecía dar saltos de alegría, volvió a dirigir la atención a su prisionero. 

- Estás a salvo, pero dinos, ¿dónde está el anillo? - Señaló entonces la puerta -. Te podrás ir en cuanto nos respondas a un par de cosas - Le guiñó un ojo -. Sé bueno anda.

el joven revisa la nota por ambos lados y mira pollux, y sin mediar palabra le pasa la nota a su compañero para que se haga una idea del mensaje, kage se acerca al chico y le revisa de arriba abajo, no creo que el anillo este aquí, pero creo que el puede decirnos quien es el señor encapuchado, vamos habla, de una vez.

No tuve ninguna dificultad en encender la antorcha, por lo que, aparentemente, el anillo no debía de estar ya en el edificio. Quedé convencido de ello cuando Kage coincidió con mis sospechas al pasarme el trozo de papel que había encontrado en uno de los cofres.

- ¿Qué es esto? ¿Ni siquiera un par de monedas? - perdí unos segundos leyendo la nota y releyéndola una segunda vez. No parecía una pista muy completa, tal vez fuera un fragmento de un texto mayor que el hombre encapuchado había olvidado en su huída, o simplemente aún formase parte de nuestra propia quest.

- Parece que tenemos a un aspirante a rey de los siete mares entre manos. Un tipo ambicioso. - Una vez pasada la tensión inicial del combate y la trampa, no había tardado mucho en relajarme y sentirme de nuevo a salvo e invencible. - Veo dos posibles lugares. O bien un barco funerario, o un barco hundido o encallado... ¿Alguno de vosotros sabe navegar? -

- ¿De qué habláis? - Suspiró mientras se daba la vuelta, convencida de que el muchacho ni era una amenaza ni pretendía hablar más. Tendió la mano hacia Pollux, que releía la nota, y ella misma echó un vistazo por encima cuando le pasaron la hoja. Miró de reojo al asustado chico mientras pensaba, y al final dobló el papel y se lo devolvió a Kage, que lo había encontrado. 

- Entiendo...

Si estaba en un cofre cerrado y protegido es que era importante, y no debía de haber demasiados lugares en el puerto que pudieran ser referidos así. Tal vez...

Miras en la base de datos y metes barco de los muertos. Era un antiguo barco medio hundido en el puerto, el cual cuando lo sacaron, encalló y se quedo medio hundido. Dice la leyenda que un mal impide que salga a flote, pero que si llevas algo del espíritu del agua, tal vez el mal se vaya.

Asintió tras mirar la base de datos. Ella sabía dónde buscar, ya había escuchado sobre el lugar durante la beta. No se había acercado, porque no era su estilo, pero no sería difícil de encontrar una vez encontrada la posición. 

- Sé dónde está el anillo - Al menos estaba segura a un 99%, y en aquél momento era suficiente. Abrió el mapa para que los demás pudieran verlo y señaló la ubicación del barco -. Según el lore aquí se hundió un barco que no puede reflotarse hasta que el mal que lo habita desaparezca. No lo pensé antes, pero se supone que el espíritu del agua puede liberarlo. Es muy probable que sea allí donde nos lleve la quest. 

Sonrió, mientras echaba un último vistazo al muchacho, y después se dio la vuelta. 

- ¡Vamos chicos! No tenemos tiempo que perder, ja, ja.

- Conque tenemos una dirección que seguir. Perfecto. - Apenas me pregunté por un segundo de donde habia sacado Rider la información, pero me preocupaba más continuar con la quest que habíamos empezado, y en seguida dejé de preocuparme por aquella nimiedad.

- Habrá que correr. No sabemos cuanta ventaja nos saca el hechicero, ni si tenemos un tiempo límite. - mientras hablaba, ya me encontraba bajando los escalones de dos en dos, y tres en tres, en pos de Rider. Al igual que ella, tampoco yo me había preocupado por el rehén. Nos retrasaría, y ya había quedado claro que no era una amenaza para nosotros.

Llegar al puerto no era dificil, pero había muchos barcos allí, y en la zona había algunos marineros guardando las redes y demás artilugios. La pregunta ahora era dónde estaba ese dichoso barco.

Los tres que quedaban, tras haber dejado a sus compañeros vigilando la zona, llegaron rápidamente al puerto tomando los atajos que ella misma recordaba. Sabía aproximadamente por donde se encontraba el barco, pero aquello había cambiado ciertamente y con tanto navío era complicado encontrar el que buscaban, pese a que debería tener un aspecto seguramente siniestro, antiguo y amenazador.

Sin perder tiempo, sabiendo que la seguían, corrió por los muelles hasta el primer marinero que encontró, el cuál debía de ser un npc que se afanaba en anudar los cabos de su cascarón. Agarró al hombre por la camisa, húmeda por el sudor y el mar, y habló muy despacio pero con firmeza.

- Necesito encontrar "el barco de los muertos". Sé que está por aquí, ¿dónde? 

Esperó la respuesta cada vez más impaciente, deseosa de encontrar al hechicero y completar aquella quest que parecía durar una eternidad, haciéndoles perder un valioso tiempo. 

Creía que lo teníamos, pero al llegar a la orilla del puerto nos quedamos estancados de nuevo. - Encontrar un barco en el puerto... mejor dí encontrar una aguja en un pajar - pensé, quieto en el lugar donde me había detenido sin saber en qué dirección ir.

Rider, impulsiva como siempre, intentó salvar la situación a golpe a golpe de amenaza. No había pronunciado ninguna en realidad, pero su actitud y apariencia facilmente tenían el mismo efecto. Yo no podía ser menos que ella; recurriendo a la primera idea que se me ocurrió, me subí a unos barriles y trepé por un par de paredes bajar hasta alcanzar un punto relativamente elevado desde donde observar. El barco que buscábamos debía de tener algún signo identificable; si estaba hundido su palo mayor debería ser visible sobre la superficie del mar, o tal vez algo marcase su posición.

El marinero no sabe gran cosa, solo conoce la leyenda, pero nunca se atrevió a verificarla. Por el contrario, la iniciativa de Pollux de subirse por las alturas, le da una visión más clarificadora. Al final del puerto, hay algunos barcos encallados e incluso semihundidos, todos con evidentes signos de llevar así mucho tiempo. Además, le pareció ver una sombra moverse entre esos barcos.

- ¡Rider! - grité intentando llamar su atención. Salté con cuidado desde mi puesto de vigía, dejándome caer por la pared y aterrizando con más suavidad de lo que creía posible. No era una persona atlética en la realidad, y no había creido posible que el apoyo del juego me ayudaría a moverme tan ágil. Pensé que podría acostumbrarme a ello.

- Suelta a ese pobre desgraciado. Hay barcos como el que buscamos al otro extremo del puerto, merece la pena buscar allí. - Impulsado por mi pequeña hazaña, agarré a Rider del brazo y la guié mientras corríamos a toda velocidad hacia el final del puerto.

Soltó de mala gana al pobre marinero, incrédula al pensar que alguien que pasa el día en el puerto no supiera dónde narices estaba un barco que seguramente sería objeto de decenas de leyendas e historias de taberna. Sin embargo su compañero parecía haber tenido una idea mejor que la suya, y desde las alturas había encontrado un rastro, una pista, o al menos tenía una corazonada. Menos era nada, que es lo que ella tenía, así que sin pensarlo dos veces hizo un leve gesto de disculpa hacia el hombre al que sujetaba minutos antes y sin perder tiempo se dejó guiar, riendo por lo bajo ante la motivación del explorador, cogida del brazo. 

No tardaron demasiado en llegar a donde Pollux creía haber descubierto el barco que buscaban, y sin duda debía estar cerca. Allí había varios barcos encallados, algunos medio hundidos antes siquiera de haber alcanzado un simple viaje, y entre ellos, en uno, estaba el hechicero que se les había escapado y que portaba el anillo del espíritu del mar. Era hora de encontrarle y acabar con todo aquello...