Partida Rol por web

AÑO 21.

MES SÉPTIMO: ÚLTIMO MES DEL INVIERNO, DE OFELYA,  PRIMERO DEL VERDUGO, O MEDIO INVIERNO

DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Kanghmer se percato casi al instante de que su amigo se estaba desviando un poco. El chucho había detectado algo, y tanto Seragoi como Kanghmer sabían que no era buena idea ignorar los sentidos del animal. El bárbaro aceleró sus pasos para quedarse cerca de la posición de su amigo y aferró el espadón con ambas manos como si la vida le fuera en ello.

Entrecerró los ojos y escudriñó el entorno, atento a cualquier cosa que le pareciera fuera de lugar, o ante el menor atisbo de enemigos. Si los elfos, o quienquiera que hubiera atacado la aldea, seguían por allí, Kanghmer prefería golpear primero.

AÑO 21.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Con renovado ahínco el trasgo siguió buscando algo más alejado del grupo, esperando tener el mismo éxito que había tenido hacía poco. Pero lamentablemente para él no fue el caso y aunque encontró algo, no era en absoluto lo que quería haber encontrado.

- No hay nada... No hay nada. Solo basura y huellas...- farfulló.- Estúpidas huellas... Lo tienen que pisotear todo. Todo. Y el pobre Puck aquí, cansado de buscar, pero solo encuentra huellas. Inútiles huellas...

Y un perro aprovechado que se había terminando acercando probablemente para llevarse el crédito por el descubrimiento del trasgo. Pero no... Oh no... El no le iba a dejar. Puck era más útil que un estúpido perro mea-árboles y roba-huellas.

- ¡¡¡AMAAAAAAA!!! ¡¡¡¡AMAAAAAA!!!- la llamó a voces.- Puck ha encontrado algo: Huellas. Huellas gigantes. Más grandes que Peñasco. Un monstruo, ama. Un monstruo elfo. Oh sí, un monstruo elfo... Sí, seguro. Enorme...

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Parecía que el resto iban realizando algunos descubrimientos, aquí y allá, lo que incluía a Peñasco. Sin embargo, Karlio procuró no quedarse atrás y acompañar al aldeano que les había solicitado aquel pequeño viaje. Hassern era un objetivo vulnerable si alguno de los atacantes seguía rondando o algún carroñero decidía probar suerte, y lo menos que podía hacer por el hombre era asegurarse de que nada malo le ocurriera. 

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Acompañado de Bodulf, cuya compañía resultaba especialmente reconfortante y que mitigaba las bruscas formas del trasgo, cuya existencia resultaba cada vez más odiosa, Zazer continuó avanzando hasta el Kranka. Las granjas mostraban más o menos el mismo estado de destrucción, aunque algunos edificios más pequeños como los cobertizos parecían mantenerse en pie. El kranka, inmóvil ,había caído en una zona despejada, cerca de una casita apenas más grande que la criatura.

No había cuerpo alguno, pero el suelo estaba lleno de señales del paso de muchos pies. Y en medio de ellos, algo que no parecían pies exactamente, ni huella que pudiera reconocer. Bolduf, meneando el rabo nervioso, se acercó a Zazer pero sin hacer ninguna señal de captar nada interesante.

-Buen chico -dijo Zazer acariciando la cabeza del perro-. Sigue conmigo, Bolduf. Quizá entre ambos demos con algo.

Dicho aquello siguió avanzando hacia el norte.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Basha se había quedado extrañamente quieta mientras cogía las cosas que Puck le había tendido. Parecía que de repente no era consciente de su entrono, de hecho parecía tan abstraída que no pareció percatarse de la mirada reprobatoria de el de Viruta, y ni siquiera el vozarrón de Peñasco le había sacado de su estado de ensimismamiento.

Sólo tenía ojos para aquella muñeca. Aquella tosca y polvorienta muñeca. Tras unos momentos interminables sólo el sacudido del lomo de Stajä pareció traerla de nuevo al mundo de la vigilia, y parpadeo con unos ojos llorosos sin duda debido en ese  largo rato ni había pestañeado. Al alzar la vista vio que los compañeros se habían desperdigado ligeramente y que Puck gritaba algo sobre unas huellas. Su cerebro iba haciendo llegar a su consciencia los acontecimientos que se habían ido sucediendo en su estado de abstracción, así que animó a Stajä a acercarse a Peñasco al que tendió de manera mecánica el extraño filo aserrado.

- Tómalo, Peñasco. -

Tras dejar la hoja en manos del ogro, Basha dirige una mirada de ignorancia sobre lo ocurrido a su hermano Kangmer, que le había preguntado algo sobre la situación, y luego se acerca a Puck con el rápido trote de su montura. El trasgo puede ver que ya no lleva en las manos la muñeca. Con gesto serio se dirige a su sirviente.

- Buen trabajo buscando cosas, amiguito. Enséñame esas huellas tan grandes, Puck. -

Tras eso la Bruja presta atención a lo que el trasgo ha encontrado.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Era extraña. No solo por la magia. Era evidente que la bruja no estaba exactamente con ellos, y que sus pensamientos y sentimientos estaban lejos. ¿Dónde? Peñasco no lo sabía, aunque era evidente que la muñeca había sido, de alguna manera, importante.

¿Pero por qué? ¿Tal vez un recuerdo que asociaba a ese artefacto infantil? Infantil. Era un concepto extraño, Peñasco no guardaba ningún recuerdo previo a su salida del bosque, y la verdad, no era ya un niño. ¿Había nacido así? ¿había sido creado?

Lo cierto es que "infancia" era un concepto alinígena para él, como casi todos los que le rodeaban. Seres solo aparentemente racionales (o más bien solo hasta cierto punto racionales) que se movían conforme a una pluralidad de motivos que, finalmente, trataban de simplificar por diversas cuestiones.

Se forzó Peñasco a ser ajeno a este monólogo interior y a asentir cuando Bashabarana-Yaga le dio el arma que observó unos instantes, comprobando su peso, su fuerza, tratando de mirarla para recordar algo más.

- Gracias, Bashabarana-Yaga.

Luego se acercó a Karlio Advento.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Puck no le habría dado esa espada a Peñasco. De haber estado en la situación de Bashabarana, y dado que no le interesaba lo más mínimo por su desproporcionado tamaño, probablemente la hubiera arrojado al suelo despreocupándose por completo de su destino. Por suerte para el trasgo no debía pensar en esas cosas y su forma de obrar era más sencilla: darle todo a su ama y que ella decidiera.

- Oh, sí. Ama es sabia y generosa. Ama es magnánima y dadivosa. Ama lo sabe todo, Peñasco. Por eso te ha dado...- Ladeó la cabeza y se encogió de hombros.- Esa cosa.

Tras aquello juntó sus manos e hizo una pequeña reverencia a su ama, que acababa de acercarse adonde estaba.

- Claro, ama. Puck obedece. Puck le enseñará lo que ha encontrado rebuscando entre la basura humana. Oh sí, ya lo verá. Son grandes. Sígame si ese es su deseo, ama.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Kanghmer alzó una mano para señalar a su amigo Seragoi las huellas cerca de la posición de Caos. Primero una, y luego la otra, tratando de que su compañero comprendiera.

Luego aferró con fuerza su arma y dirigió su mirada en la dirección en que se encaminaban las huellas. 

- ¡Zazer! - Dijo alzando un poco la voz para llamar al trocalengo. Con un gesto le indicó que se acercara hasta su posición, pero permaneció alerta por si aparecía algún enemigo... en especial el ser que había causado una de las huellas.

No creía que estuvieran solos en aquel poblado arrasado, pero estaba seguro de que todos sus compañeros ya estaban alerta.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA. 

El aldeano mira al cielo y frunce el ceño. 

- Deberíamos darnos prisa. Al atardecer se desatará tormenta. 

Pero resignado hace por acercarse al lugar que señala Kanghmer sin poder disimular su curiosidad. 

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Tas seguir a Puck a donde se encuentran las huellas, Basha trata de medir la pisada con uno de sus pies, o con uno de sus pasos de ser esta demasiado grande. Puck había hecho un buen trabajo, pero la bruja no se lo reconocería por nada del mundo. Le escucharía dándose coba durante días si lo hacía. Pero el trasgo no era tonto y sin duda sabía reconocer las inflexiones de la voz de la joven, así que era normal que se pavoneara henchido de acá para allá. Por último se le ocurrión una idea pero para llevarla a cabo necesitaba algo de ayuda.

- Peñasco, ¿podrías acercarte un momento? Me gustaría comparar tu pie con una huella que hemos encontrado. Es inusualmente grande, y verla al lado de la tuya nos podría dar una idea de quién o qué la dejó.

No soy una rastreadora pero no creo que sea complicado seguir estas enormes huellas. Parece que hubo aquí algo más que esos elfos, ¿no, señor Hassern? ¿No viste nada? ¿Podrías describir a alguno de los atacantes para tener una idea de que aspecto tienen? -

El asunto cada vez planteaba más dudas. Sin un testigo o superviviente no reuniríamos mucha información allí. Pero si no había ni siquiera un cadáver, ¿habría alguien vivo? Basha miró a su alrededor en busca de señales de lucha como sangre o golpes de armas. Aquello era bastante raro, la verdad.

Al grito de su nombre, se volvió. Era Kanghmer quien le había llamado, aunque desconocía las razones. No obstante, su cara mostraba cierta prisa y sus inequívocos gestos le llamaban a acudir a su lado. No se lo pensó dos veces y con largas zancadas se acercó a su posiicón.

-¿Qué ocurre? -preguntó dirigiendo la mirada allí donde su dedo señalaba-. Vaya -dijo escuetamente ante las enormes huellas. Se acuclilló a su lado y las observó detenidamente tratando de sacar de ellas la mayor información posible.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Peñasco había asentido a las palabras de Puck. Realmente no creía que la bruja lo supiera todo, y tampoco podía asegurar que fuera magnánima o dadivosa. Tampoco es que realmente importara. Lo que el duende quería era resaltar la bondad y majestuosidad de su señora, y el ogro, desde luego, no tenía el menor problema en aceptarlo. No esperaba un arma como esa y, por mucho que nunca la había usado, también de alguna manera sentía una cercanía con la misma.

- Es cierto, Puck. Es un gran arma para mi.

No hubo tiempo para decir mucho más. La petición de la bruja hizo que Peñasco se acercara hasta su posición, y comprobara la huella encontrada con uno de sus pies. Realmente suponía que habría ogros. El arma así se lo había indicado. Si ahora la huella era similar a la suya... 

No le gustaría luchar contra otro como él, aunque de ser necesario lo haría.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

El aldeano mira con cierto gesto de enfado a la bruja.

- Yo solo vi elfos, pero tampoco me quedé a mirar. Ya dije que fuimos de los primeros en salir corriendo de la aldea. Su aspecto era el de los elfos: pieles branquecinas con tonos verdosos, cabelleras lisas, altos y fibrosos, y esas orejas. Parecidas a las de él - dice señalando a Zazer - pero no iguales. Más delgadas, más altas. Elfos.

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En tanto, el perro había seguido a la carrera a Zazer y se dispuso a olisquear el lugar, cerca de Caos, que también escudriña nervioso.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Acuclillado y concentrado en las huellas, no fue consciente de cómo el perro se acercaba a él. Cuando lo vio a su lado, sonrió. Le gustaba aquel chucho, de pelaje blanco, largas orejas y la mirada triste propia de muchos de los suyos y que para nada reflejaba la realidad. 

-Muy bien, Bodulf. Busca, busca -le pidió, al tiempo que le rascaba bajo la mandíbula. Se puso en pie y miró a su compañero-. No sé a qué pertenecen estas huellas, pero es algo realmente grande. Mas incluso que Peñasco. Diría que puede llegar a sobrepasarle en un metro de altura -miró en la dirección que seguían las huellas y frunció el ceño-. Fue hacia allí, pero algo desvió su atención y le hizo retroceder. Posiblemente, el dueño de estas otras huellas. Un humano que intentaba caminar lo mas sigilosamente posible, sin duda con la intención de no llamar su atención, aunque parece que fracasó -afirmó la ver la huella humana pisada por la del gran ser-. Parece que se encaminaba a aquella construcción. Y diría que las puertas abatidas confirman que el monstruo le seguía. Deberíamos ir hacia allí e investigar. Dudo que hallemos algo pero quizá... -no quería manifestar en voz alta una falsa esperanza, la de que quien fuera que había alcanzado el granero, hubiera logrado esconderse en algún lugar y aún permaneciera allí. 

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DÍA 14.

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Karlio siguió a Hassern, alertado por los hallazgos que habían despertado la curiosidad del campesino. ¿Huellas grandes? Por Prios, ¿qué más pesadillas se habían derramado sobre aquella pobre aldea? Plantaría cara a lo que fuera, por supuesto, pero no podía más que sentir lástima por el destino de aquellas pobres gentes, y una punzada de horror al pensar en las cosas que habrían acudido a la llamada de destrucción.

Una horda elfa, sinceramente, parecía más que suficiente al caballero. 

No se molestó en examinar las huellas. Había otros allí, más competentes, que sin duda podrían orientarles y no serían tan propensos a contaminar el rastro como se suponía a sí mismo. Pero sí alzó la mirada hacia el cielo, preocupado por las palabras de su protegido. La noche...

-Más vale que nos demos prisa mientras Prios aún nos bendice con su luz...

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

Kanghmer esperó a que el explorador trocalengo examinara las huellas. Sospechaba que Zazer era más ducho que el propio bárbaro a la hora de seguir e interpretar rastros, y en este caso lo mejor era dejarse guiar por el experto.

Cuando Zazer comenzó a andar, Kanghmer siguió sus pasos, procurando estar ojo avizor ante posibles elfos, o incluso por si divisaran a la enorme criatura. Aunque algo rondaba la cabeza del bárbaro, que cada poco desviaba su mirada hacia una mosca que revoloteaba sin cesar cerca de su cabeza.

Era una distracción incómoda, y Kanghmer procuraba ignorarla y pensar en otra cosa, pero no conseguía sacársela del pensamiento... Maldita mosca y maldito zumbido... Hizo un gesto con la mano tratando de espantarla pero, obviamente, no funcionó.

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DÍA 14.

SIVERO.

MEDIODÍA.

La bruja emitió un chasquido de disgusto mientras paseaba la mirada de acá para allá sin aparentemente encontrar lo que fuera que estuviese buscando. A pesar de haberse criado prácticamente en la naturaleza, su carácter impaciente, fogoso y voluble no le hacían la mejor de las observadoras, como los resultados de la exploración de Sivero.

Las palabras de Zazer parecieron animarle un tanto, y centró su atención en el lugar que el trocalengo había mencionado. El dar más coba a la existencia de un gigante mayor que Peñasco sólo serviría para minar la poca moral existente. No obstante el saber que algo así había estado por al´lí ponía bastante nerviosa a Basha. Después de todo no eran más que una avanzadilla, incapaz por seguro de enfrentarse a un grupo numeroso de enemigos, y menos aún si contaban con algo tan grande en sus filas, lo cual anulaba la ventaja que les daba la figura de Peñasco.

- Será mejor examinar ese lugar que apunta Zazer mientras hay luz, cierto es. No me gustaría que la oscuridad nos sorprendiera a acampo abierto. -

A pesar de que era mediodía, las exploraciones siempre robaban bastante tiempo, además del camino de vuelta que les esperaba hasta el campamento.

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DÍA 14.

SIVERO.

COMENZADA LA TARDE.

El tiempo no se detiene por nadie. El viento se calma en la tarde, pero no es buena señal.

Nubes tormentosas se acercan, y Hassern cada vez está más nervioso. No llegará a tiempo de recibir a la caravana que trae a su familia, pero no se le oye quejarse. Parece asumir que aquello es importante.