Partida Rol por web

Castillo de Talamanca, tercer dia de la primavera.

Lord Olmen estaba sentado en el trono del valle. Siguiendo sus ordenes, el trono habia sido transportado de un castillo a otro a pesar de las protestas de sus consejeros.
- Viajemos al Valle, es mas seguro, mas grande y mas dificil de tomar, si os asalta algun enemigo - pero el Lord siempre respondia - No, mientras mi apellido siga siendo Talamanca, este sera mi hogar -
Cuando se abrieron las puertas, los caballeros se encontraron a las maximas figuras alli presentes. No solo estaba el Lord y sus consejeros, tambien estaba Lady Saria, le Señora Regente. Ser Olbert, el primogenito. Ser Alyn, Capitan de los Batidores, incluso Gerbeyn Nemie, Sumo Sacerdote del Templo de Nemie.
Por la sala entraron una veintena de caballeros y otros tanto de hombres de meritos reconocidos. Entre los caballeros estaba Ser Ostor, Ser Malius, Ser Eidor, Ser Silus, Ser Ickard, Ser Gerbasius y otros de menor valia, como el joven Ser Ery, que habia alcanzado el rango de caballero el otoño pasado.
Tambien, aunque no caballeros, estaba el Boticario Greg el calvo. La escudera de Ser Olbert, Jord. El sacerdote Labuh. Las doncellas Ishel y Marie y otros tantos mas. Solo se añoraba la presencia de un hombre; Ser Carler y su sequito y tal vez fuera la causa de tanta espectacion, pues no era habitual traer al consejo a tanta personalidad; de alta y baja clase.
- Comencemos - anuncio el Lord - Es bien sabido el tema que nos ocupa hoy. Ser Carler ha huido, llevandose consigo un valioso botin que deseo recuperar. ¿algun voluntario que se encargue de este asunto?
- fijo sus ojos, cargados de ira, en todos los presentes, esperando un voluntario a quien encomendarle la tarea.

Lord Olmen había reunido a un variopinto grupo de personas frente al trono y, a juzgar por su semblante, parecía que lo que fuera que hubiese ocurrido le molestaba enormemente. Me encontraba en el grupo de caballeros, entre Ser Ostos y Ser Silus, esperando impaciente a las órdenes de Lord Olmen. Estaba cansado de la inactividad, hacía tiempo que no se me encargaba una tarea digna y los músculos empezaban a entumecerse de no blandir la espada. Algunos de los caballeros más veteranos se habían dedicado a hacer circular una especie de rumor sobre mi, se ponía en entredicho mi valía por ser el más joven, aunque, en el fondo, no era más que una estrategia para animarme a actuar.

Cuando Lord Olmen habló del robo de Ser Carler sentí que era mi oportunidad para demostrar a todos que soy un digno caballero, así que di un paso al frente y, con la mano derecha sobre el corazón me ofrecí voluntario.

- Yo os traeré a ese traidor de una pieza, para que responda ante la justicia, mi señor - dije en tono solemne - podeis estar seguro de que recuperareis lo que os ha sido robado... ¿hacia donde huyó ese malnacido de Carler, mi señor?

Greg simplemente mantuvo la cabeza baja, aunque los ojos no perdían vista de lo que sucedía. Simplemente, a un costado como mandaba el protocolo, y rodeado de tantas luminarias, no era su lugar para hablar. Aunque la vieja Cenn algo había dicho sobre cómo en castillo se había comentado su habilidad con las hierbas, y las curaciones, y semejante afirmación ahora le traía un mal presentimiento.

Había supuesto esta mañana que se lo había convocado para calmar algún dolor de pies, o solicitarle algún té o pócima para el sueño que tanto parecía escapar al Lord. Lamentablemente, esto estaba tomando un giro inesperado y del todo no deseado...

Jord permaneció oculta entre el resto de los caballeros. Sus ojos claros miraban intensamente a Lord Talamanca, con un brillo que muchos hubiesen considerado de puro fanatismo. Jord Blackhound, la Última Mastina, era una mujer alta y de aspecto desgarbado, casi masculino, escasa de pecho y caderas mientras que abundaba en hombros y altura. Desde luego, no había sido bendecida con la belleza y en su rostro se marcaban los rasgos villanos de quien tenía antecesores en la hidalguía desde hacía pocas generaciones. La nariz rota en varias ocasiones, el rostro alargado y demasiado solemne para una mujer y los ojos de un matiz dorado, casi animal, todo enmarcado en un rostro demasiado claro, casi céreo y un cabello corto, asilvestrado y zaino daban al conjunto un aspecto de muchacho salvaje en lugar de una joven dama. Y, desde luego, Jord de los Blackhound tenia más en común con los jóvenes con los que se entrenaba para alcanzar el grado de la caballería que con cualquier dama de la corte. Y, muchos dirían que tenía más similitudes con los sabuesos que sesteaban dispersamente en la sala. Con la diferencia de que en los ancestros de Jord había habido perros que mordieron la mano que les daba de comer... y pagaron por ello como cualquier animal rabioso. Por todos era bien sabido que aunque los primeros Blackhound fueron el paradigma de la lealtad, la sangre de los antecesores directos de Jord estaba ensuciada por la traición. Muchos aún se preguntaban por qué Lord Talamanca conservaba a su lado a la joven mastín, cuando no se sabía cual de las dos sangres portaría.

Cuando se reveló el por qué de aquella apresurada reunión y tras que ser Casterly pronunciase su deseo de participar en la búsqueda, Jord Blackhound avanzó entre los presentes y se arrodilló a los pies del trono de Talamanca.

- Mi señor, no soy más que una escudera mas os ruego que me permitais participar en este asunto, con vuestra venia y si a ser Olbert le place permitirmelo. El traidor será traido a vuestra justicia, vivo o muerto, según sea vuestro deseo, y el objeto robado será restituido.- la joven alzó la vista, mirando con ojos suplicantes a sus señores, ansiando la posibilidad de demostrar su valía y su lealtad.

Pues que asi sea - declaro Lord Olmen, Caballero de Talamanca y Señor de Alcebia - parte con un sequito de veinte hombres y traelo vivo, quiero saber cosas antes de ejecutarlo.
Donde esta - Exigio saber el Lord - que de un paso al frente el herbolario, tiene que servir a su Señor - miro buscando de un lado a otro y planto la mirada en el anciando de cabeza gacha - Maese Greg, venid conmigo, no tengo tiempo para los asuntos menores, para ello estan mis consejeros - El Lord de levanto y abandono la sala haciendo oidos sordos a la peticion de la escudera.

Entraron en una habitacion cargada de lujos. El Lord no se privaba de nada. Lamparas de oro, grandes tapices, mesas de roble con bordes de oro, cubiertos de plata y una buena abundante cantidad de comida que le esperaba. Se sento en la cabecera de la mesa y tomo un poco de pan blanco y queso, un sirviente le lleno la copa de vino y comio y bebio.
- Tengo entendido que sois diestro con las hierbas - no espero respuesta - requiero de un brebaje que haga hablar a un hombre sin pelos en la lengua, que cuanto diga sepa que es la verdad ¿esta en vuestra mano preparar algo asi?

Cuando el Lord dejo la sala, el resto de personalidades comenzaron a relacionarse mas relajadamente. Ser Olbert se acerco a la joven - ¿de verdad os veis capacitada para salir de caza de unos ladrones? piensalo bien chiquilla, al menos uno de ellos es un Caballero de talento reconocido.

Venid en una hora y tendre listos a veinte buenos soldados.

Greg inclinó la cabeza. Conozco algunas pócimas, mi señor, que probablemente puedan servirle bien. Tan solo deme unas horas para volver a mi cocina y preparar semejante cocción. 

Se mantuvo luego en silencio. A un Lord no se le exigía pago, se aceptaba lo que este quisiera dar a cambio. 

Si hubiese sido otro tipo de mujer, se habría echado a llorar en ese momento, cuando la espalda de su señor le demostró la consideración que debía a su solicitud. Pero no era otro tipo de mujer, según muchos, ni siquiera era una mujer, era un Mastín y los mastines no lloran, aunque se les apalee. Los mastines aguantan el trato que quieran brindarle sus amos y son ferozmente leales, hasta la muerte. No, los mastines ni lloran, ni se avergüenzan de lo que son.

A pesar de ello, el pálido rostro de Jord había adquirido un rubor ligeramente carmesí y mantuvo la vista baja mientras se levantaba, mientras Lord Talamanca abandonaba la sala y las conversaciones surgían espontaneamente en la sala, ahora que el yugo de la solemnidad había desaparecido junto con el Señor. Fue la voz de su señor, ser Olbert, la que le sacó de la parálisis muda que se había apoderado de ella.

- ¿de verdad os veis capacitada para salir de caza de unos ladrones? piensalo bien chiquilla, al menos uno de ellos es un Caballero de talento reconocido.- dijo el caballero, que era para ella casi más su familia que los Mastines que a duras penas recordaba

- He entrenado duramente durante años, mi señor, vos mejor que nadie lo sabeis.- contestó sin acritud, sólo exponiendo un hecho.- Esta misión puede darme la oportunidad de demostrar mi valía a Lord Talamanca, y quizá, si tengo suerte y demuestro arrojo, pueda recuperar a sus ojos algo de la confianza que los ancestros de vuestra Casa tuvieron en los de la mia.- la perorata fue apasionada, pero tan pronto acabó Jord volvió a hundir la cabeza y los hombros sabiendo que, a pesar de cuanto lo desease, el silencio del Lord había hablado por él, y la oportunidad que deseaba se le escurria entre los dedos.

- Que así sea - dije asintiendo al Consejero de la Moneda - en una hora iré a pasar revista a los soldados que me hayais preparado... pero, os advierto que si me dais un grupo de muertos de hambre me voy a dar cuenta - dije sonriendo- soy joven pero no soy idiota.

Cuando Lord Olmen abandonó la sala todo el mundo pudo respirar aliviado. Aunque era una persona hosca por naturaleza, en sus palabras se había podido ver la ira por la traición de Ser Carler, y no le culpo, yo también estaría tan enfandado si uno de mis "leales" súbditos me hubiese robado delante de las narices. Un duro golpe para Lord Olmen pero una gran oportunidad para mi. Me acerqué a Ser Olbert, que mantenía una conversación con la escudera Jord Blackhound.

- ¿Talento reconocido? - solté una carcajada- Ser Carler, si es que todavía podemos llamarle Ser, no es más que un necio y un traidor y su grupo de bandoleros de mala muerte no durarán ni un asalto contra los soldados de Lord Talamanca. Esto no es más que un asunto rutinario, pero habrá algo de gloria para todos... no tengo ningún incoveniente en que vengais, Jord Blackhound, pero si buscais un verdadero reto me temo que este no lo será.

- No busco un reto, ser, busco servir a mi señor.- contestó la muchacha, quizá de manera más brusca de lo que ella misma pretendia. Lo cierto es que rara vez se encontraba cómoda en presencia de caballeros, salvo los hijos de lord Talamanca. Su físico poco agraciado, su casa deshonrada y las pocas mujeres que tomaban el camino de la caballería hacían de ella un objeto continuo de burla, lo que le habían convertido en una mujer algo hosca.

Volvió la vista hacia el caballero al que servia, preguntando mudamente con la mirada si intervendría por ella frente a su padre. Fue mientras lo hacia cuando descubrio que aún si lo hacia y le era permitido participar en la "cacería" sería a las ordenes de ser Casterly, al que acababa de desairar. Agachó la cabeza y los honbros y se dirigió de nuevo al caballero dorado.

- Mis.. mis disculpas Ser Casterly, si mis palabras le han ofendido, no está hecha la garganta del mastín para frases cortesanas y aunque sea buena su intención sus ladridos suelen ser molestos

Hice un gesto con la mano quitándole importancia al comentario de la escudera, sin perder la sonrisa ni un instante. Verdaderamente no me había ofendido su comentario y me agradaba ver que tenía ante mi un soldado con sangre en las venas y no una doncella que no sabía ni empuñar una espada. En cierto modo era un alivio ver que aquella muchacha tan poco agraciada había escogido muy bien a lo que dedicarse, a su padre le habría sido muy difícil (y muy caro) casarla con algún noble o caballero de cierta alcurnia.

- No os preocupeis por vuestro comentario, no tiene nada de malo - dije sonriendo- no olvideis que soy un guerrero, no un petulante cortesano... Además, me gusta que mis hombres digan lo que piensan, hay que atender a las voces de la experiencia... Bueno, Ser Olbert, si estais de acuerdo me llevaré a vuestra escudera, no os preocupeis, os la devolveré de una pieza.

- Bien - señalo el Lord y calló, ya no tenía nada mas que decir - podéis retiraros, hablar con Tywin, el se encargara del pago - terminado de hablar, continuo su almuerzo.

Espero que así sea - señalo con un tono que dejaba la confusión entre simpatía y amenaza - Ser Carler será un traidor, pero no es un idiota, andaos con cuidado y traer el botín de mi padre.

La muchacha asintió con solemnidad, pero no pudo evitar que el brillo de una sonrisa iluminase sus ojos ambarinos, mostrando una pizca de la belleza que jamás poseería.

- Si mis señores me conceden el permiso, he de ir a prepararme. Pido permiso para retirarme ser Olbert

Con un gesto de cabeza, señalo su permiso para que se retirara y fuera a preparar sus cosas para el viaje.
- Creo que yo también me retirare - le comento a Ser Gerbasius - hay asuntos de menor interés político, pero sin duda alguna, mas gratos - le dedico una amable sonrisa y se marchó.