Los chichas o chechas fueron un pueblo indígena que habitó el altiplano correspondiente al actual suroeste de Bolivia y occidente del noroeste de Argentina. Los descendientes de esta etnia viven en los territorios del sur de Bolivia, concretamente en las provincias de Nor Chichas, Sur Chichas, Modesto Omiste del departamento de Potosí.
Principalmente sus primeros poblados fueron asentados en los valles andinos de Potosí, Tupiza y en los contrafuertes de las serranías de Chichas, tal lo evidencian sus obras de arqueológicas como el Camino del Inca, dando a entender que estos poseían pueblos importantes en las cordilleras de los valles andinos del sur y suroeste de Potosí, pueblos como Chilcayoj, posteriormente se habrían extendido su influencia al occidente del noroeste argentino y zonas del norte chileno.
Se presume que la sociedad chicha se habría conformado por diversos grupos étnicos que se establecieron en los relativamente fértiles valles de la zona de los ríos Angostura, Talina y Tupiza, aunque otros aseguran de que su influencia cultural sería la que se fue expandiendo. En los oestes de las actuales provincias de Nor Chichas, Sur Chichas (epónimas del pueblo chicha), Modesto Omiste, en algunas zonas de altura como Lípez y el oeste del noroeste de las provincias argentinas de Jujuy y Salta (Yavi, Calahoyo, Moreta, Iruya).
Las regiones chichas fueron conquistadas por el Imperio incaico en tiempo de Túpac Inca Yupanqui hacia 1478, tras lo cual se cree que algunos chichas fueron trasladados como mitimaes a repoblar territorio del actual Ecuador tras la conquista del Reino de Quito por parte de los incas. Otros grupos chichas fueron enviados como mitimaes a territorios que hoy son parte de Argentina, como la Puna de Atacama, los valles Calchaquíes y la quebrada de Humahuaca. Estos mitimaes sirvieron como fuerza de trabajo y como barrera contra pueblos belicosos del Gran Chaco, entre ellos los chiriguanos. La política de mitimaes comenzó la fusión de etnias que dio lugar posteriormente al conjunto kolla en territorio argentino, al mixogenizarse con omaguacas, atacameños del norte, tilianes y otros pueblos.
En Chile grupos de mitimaes chichas fueron enviados a territorios como el valle del Loa, la Puna de Atacama y aún más al sur.
La primera expedición española que llegó a territorio chicha fue la de Diego de Almagro en 1536. En la Relación de cosas acaecidas en el Perú... atribuida por unos a Cristóbal de Molina (apodado el Almagrista o el Chileno) y por otros a Bartolomé Segovia, se menciona a Tupiza como capital chicha, diciendo que Almagro:
... con diez o doce de caballo se fue adelante por el camino Real hacia las provincias de los Chichas, cuya cabeza era el pueblo de Tupiza...
En la carta que el oidor de la Real Audiencia de Charcas licenciado Juan de Matienzo envió al rey de España el 2 de enero de 1566, se mencionan los pueblos de chichas que había en el camino del Inca en el Collasuyo, de norte a sur: Ayavisca, Vichada, Ascande, Turqui, Palquisa, Talina, pueblos cerca del tambo de Calahoyo, Moreta (el cual estaba ya en el actual territorio de Argentina).
Tras la conquista incaica, perduró con una fuerte transculturación quechua hasta la actualidad, aunque mantienen ciertos rasgos de su cultura propia.
En la meseta del collao desarrollada por el Tiwanaku y el pueblo chicha, desarrollaron una parte de la Red vial del Tahuantinsuyo o el Camino del Inca, atravesaba sus pueblos y arroyos, era usada para el comercio de vegetales y productos agrícolas. A la llegada del Imperio inca esta red vial fue conectada a la Red vial del Tahuantinsuyo.
Según rastros arqueológicos prehispánicos, se habría encontrado algunos tipos de alfarería y artefactos de la cultura chicha, por los senderos de la zona alta de Tarija, serían artefactos de los chichas que iban a comerciar al territorio de las tribus naturales de la actual Tarija.
La población que se autorreconoció como chicha en el censo boliviano de 2012 fue de 59 480 personas. La ley del Régimen Electoral n.° 026 en su artículo 57° parágrafo II, define a 36 naciones y pueblos indígena originario campesinos como “minoritarios” junto a los afrobolivianos, con el objetivo de conformar las circunscripciones especiales, pero no incluye a los chichas.
En el departamento Yavi de la provincia de Jujuy en Argentina existen dos comunidades chichas que están recuperando su identidad cultural, una de las cuales es la Comunidad Indígena de La Pulpera, que recibió el reconocimiento de su personería jurídica provincial el 20 de julio de 2001 como parte del pueblo kolla. El 12 de abril de 2017 la Secretaría de Pueblos Indígenas de la provincia de Jujuy la reconoció como parte del pueblo chicha. En julio de 2019 las comunidades chichas eligieron a dos representantes ante el Consejo de Participación Indígena del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas.
El idioma de los chichas fue el idioma kunza, diferente al idioma aimara y al quechua, originario de su territorio principal, este idioma también es originario del norte de chile y noroeste argentino, aunque en la actualidad esta lengua se considera extinta, a la llegada de los españoles esta se fusionó con el español dando origen a una cantidad considerable de palabras de origen kunza en el español chicheño.
Aunque habitualmente se relaciona con el maíz, se llama chicha a diversas variedades de bebidas derivadas de la fermentación no destilada de cereales originarios de América y, en ocasiones, fruta.
De manera general su graduación alcohólica, que va de leve a moderada, varía según la mezcla de base, las levaduras y el tiempo de fermentación.
Pese a que cada país cuenta con su propia receta, se pueden distinguir dos tipos de chichas según los ingredientes y la producción. Por una parte las obtenidas de materia prima almidonada, similar a lo que hoy consideramos cerveza; y por otra las que se elaboran por la fermentación de frutas o savia, más similares al vino o a la sidra.
Aunque se asocia generalmente a los incas, la chicha tiene un fuerte vínculo con la mayoría de las tradiciones indígenas más antiguas de los países latinoamericanos, donde es muy consumida y se mantiene incluso la costumbre de elaborarla artesanalmente.
Si bien no se conoce con certeza, se considera que la chicha se originó en el seno de la comunidad inca. Ellos la consumían en algunas festividades u otros rituales.
Es por ello que la bebida sigue teniendo un gran arraigo y valor cultural en Perú y en regiones cercanas, donde se consume en ámbitos cercanos y familiares, como celebraciones o comidas.
Respecto a su elaboración, tradicionalmente eran las mujeres incas las encargadas de elaborar la bebida. El proceso se llevaba a cabo masticando los granos de maíz y escupiéndolos dentro de una cuba de agua caliente. La mezcla se dejaba reposar durante unos días antes para que fermentara y lograra esa graduación alcohólica.
En las comunidades incas su consumo estaba vinculado a ceremonias religiosas, promisorias, a ciclo de vida y de agricultura y en general a casi todos los eventos sociales o colectivos.
También se servía en reuniones para fortalecer los lazos de la comunidad y los sentimientos de solidaridad e igualdad. Para servirla solía emplearse un pequeño recipiente hecho con una calabaza ahuecada que se iba pasando de persona en persona.
Como explican desde diferentes blogs como Vix, su implicación social era tan que se consideraba de mala educación rehusarse a compartir la ronda.
En nuestros días la chicha se sigue consumiendo en las comunidades indígenas de países como Perú, Ecuador y Bolivia, sin embargo, tanto su elaboración como la práctica de beberla ha ido cambiando y adaptándose a nuevas costumbres.
Una de las variedades más habituales que se observa en estos países es la chicha de jora, elaborada a partir de maíz de jora (pero no es masticado antes). También se usan otros cereales, frutas e incluso en algunos hay recetas sin ninguna graduación alcohólica.
La mayoría del consumo se sigue realizando en casa, especialmente en fiestas y eventos, aunque también existen marcas que la comercializan.
Una de ellas es Dogfish Head Brewery, que la consideran ‘una cerveza antigua peruana’. La empresa comenzó elaborando chicha empleando maíz morado peruano, maíz normal y cebada. Todo malteado. Luego se hervía el mosto para una esterilización completa, se enfriaba y se mezclaba con fresas. El resultado era una bebida con baja graduación, aromas afrutados, picantes y un final seco.
Sin embargo, desde Dogfish Head Brewery continuaron su búsqueda de la receta lo más similar posible a la original, por lo que incluyeron el masticado y escupido. Como explican en su web «este proceso es bastante efectivo y totalmente sanitario. Dado que la masticación del grano (conocida como salivación) ocurre antes de hervir la cerveza, la cerveza es estéril y no contiene levadura salvaje ni bacterias».
En 2018 lanzaron una nueva variedad de esta cerveza, de maíz morado masticado, que estuvo disponible un día especial en su Milton Tasting Room & Kitchen.
La chicha de maíz era la principal bebida alcohólica de Argentina, hasta muy entrada la colonización española.
En Chile se llama chicha a las bebidas obtenidas de la fermentación de diversas frutas y en algunos lugares se mezclan con aguardiente.
En Colombia ha sido prohibida muchas veces, primero por los españoles, que la consideraban «vicio de indios»; después por Simón Bolivar, tras ser utilizada para envenenar a 50 de sus soldados y por último en 1948 por el gobierno, que prohibió la fabricación de chicha de maíz que no fuera pasteurizada y embotellada culpándola de embrutecer a las personas.
En El Salvador se elabora con maíz, cáscaras de piña, dulce de panela y jengibre. Además de bebida, en Fin de Año se toma el famoso Gallo en Chicha, una versión salvadoreña del pollo en vino.
En Panamá el nombre se utiliza como sinónimo de refresco (chicha de piña, chicha de tamarindo, chicha de papaya, etc.), y la que tiene graduación alcohólica se llama ‘chicha fuerte’.
En Venezuela la chicha criolla no lleva alcohol y se hace a base de arroz y leche de vaca.
Si bien no es una tribu, es un dato interesante para tener en cuenta y me imagino que los cambiantes lo toman en este area desde hace mucho. Incluso lo podemos agregar a un ritual.
Los chorotes o chorotís o como se autodenominan, yofuasha, yofwaja y más recientemente lumnanas, son un pueblo originario de ambas orillas del río Pilcomayo, en Argentina y Paraguay. En Bolivia solo quedan un par de familias viviendo en el departamento de Tarija.
La palabra chorote es probable que provenga del idioma guaraní. Sus vecinos nivaclés denominan manjuy o manjui a los chorotes montaraces y eklenhui o eclenjuy a los chorotes ribereños. Estos nombres se han difundido como denominaciones alternativas para estos pueblos.
Los chorotes montaraces desplazados hacia Argentina viven principalmente en el área de Tartagal y se autodenominan iyo'wujwas, mientras que los que permanecieron en Paraguay usan las autodenominaciones manjuy, inkijwas y lumnanas. Estos suelen ser llamados wikina wos (‘norteños’) por los que viven en Argentina. En la actualidad muchos montaraces viven junto a los ribereños (iyojwa'jas) en la margen derecha del río Pilcomayo, en el área de Santa Victoria Este.
La lengua chorote o tsoloti según numerosas clasificaciones (las de Mason 1950; Greenberg 1987; Kaufman 1990; entre otras) es parte de la familia lingüística mataco-guaicurú y es hablada por menos de 10 000 personas. Cuenta con dos dialectos muy diferenciados pero mutuamente inteligibles, hasta tal punto que muchas fuentes los consideran idiomas distintos. El manjuy o chorote iyo'wujwa (habitantes del monte o montaraces), tiene cerca de 1500 hablantes en Argentina, un par de familias (8 personas) en Bolivia (censo de 1982) y 500 en Paraguay (fuente de 1991). El eclenjuy o chorote iyojwa'ja (habitantes del río o ribereños), solo es hablado por 800 personas en Argentina. En este país ambas ramas se han fusionado en gran medida, facilitando el proceso la adopción del idioma español.
Antiguamente eran un pueblo seminómada y su economía se basaba en la recolección y la pesca. Junto a los wichís y a los chulupíes (nivaclés) pertenecen a la familia étnica mataco-mataguaya. Son del tipo racial patagónico con influencia andina y brasílida.
La expedición sueca a la cordillera del Chaco, con Eric von Rosen y Erland Nordenskiöld, entre otros, tuvo lugar en 1901-1902. La expedición viajó en el área del Chaco entre Bolivia y Argentina y tomó contacto con los chorotes. Tanto von Rosen como Nordenskiöld escribieron sobre ellos en varias publicaciones. También tomaron una gran cantidad de fotografías. Hoy hay objetos y fotografías de esta expedición en el Museo de Cultura Mundial y el Museo Etnográfico.
Al momento de la expedición sueca los chorotes tenían relaciones amistosas con los nivaclés y los tapietes, pero hostiles como sus vecinos tobas, chiriguanos, ayoreos y wichís. Antes de la guerra del Chaco (1932-1935) los chorotes ribereños vivían en la margen izquierda del río Pilcomayo, mientras que los montaraces estaban en el interior de lo que hoy es el Chaco paraguayo y entonces era un área disputada entre Bolivia y Paraguay. La guerra movilizó a los chorotes de su territorio, pasando los ribereños a territorio argentino, lo mismo que muchos montaraces, que en parte también permanecieron en Paraguay. Fueron luego evangelizados por protestantes, menonitas y católicos. Su modo de vida comenzó a transformarse con su incorporación al trabajo asalariado en los ingenios azucareros y tabacaleros argentinos.
En un principio, los Chorote sobrevivían mediante la caza de tapires y pecaríes, y la recolección de miel y frutos silvestres, siendo la agricultura y la pesca actividades complementarias. Los cultivos más importantes son de calabazas, yuca amarga y maíz. La pesca es más abundante en los meses de junio y julio
Hoy en día, por la reducción de tierras, deforestación y caza indiscriminada, estas actividades tradicionales se han reducido considerablemente y los hombres han tenido que salir a trabajar por un salario y a la pesca comercial, sin embargo, la población continúa manteniendo su cultura lo mayor posible.
Respecto a la división del trabajo, los hombres son los responsables de la caza, pesca, agricultura, fabricación de herramientas y actividades comerciales mientras que las mujeres se encargan de las tareas del hogar, crianza de los niños, recolección de plantas silvestres y cosechar los cultivos para su almacenamiento y procesamiento.
También continúan construyendo sus chozas y fabricando bolsas, cerámica y algunas prendas de vestir.
Las creencias religiosas ancestrales de la comunidad Chorote no poseen a un Ser Supremo, creador de todas las cosas, sino más bien a un grupo de dioses que representaban al bien y al mal, el orden y el caos. La figura religiosas estaba representada por el Chamán quien tenía la habilidad de hablar con los espíritus, adivinar y curar enfermedades.
Con la llegada del cristianismo, la población marcó una diferencia entre lo divino y lo diabólico, dando como resultado un ordenamiento jerárquico de los dioses antiguos.
Entre las principales costumbres y tradiciones del pueblo Chorote están: El rito de iniciación femenina que marca el paso de la niñez a la madurez social y sexual de una jovencita, el cual es realizado con la primera menstruación y conlleva a un conjunto de prácticas en las que se somete a la joven a una dieta estricta, aislamiento y enseñanza por parte de la madre en todos los quehaceres del hogar.
El ritual de curación también es tradición entre los chorotes; en este, los chamanes y ancianos se ayudan entre sí para luchar contra los espíritus de las enfermedades, mediante la danza mágica al ritmo del tambor como instrumento principal.
El Festival de Algarrobo es una de las ceremonias más importantes que se realiza en primavera cuando las frutas silvestres maduran, para promover la renovación natural y humana y contribuir a la unión entre grupal. En este festival son comunes las danzas victoriosas y el consumo de bebidas fermentadas.
En la actualidad, los chorotes han suprimido estas prácticas por influencia de las misiones cristianas al considerarlas inmorales e inmundas. Creen que la muerte y las enfermedades son causadas por dioses malvados y trabajos chamánicos. Al morir, el chorote se transforma en una deidad negativa que habita en el mundo subterráneo.
La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, complementaria del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 de Argentina, dio como resultado que se reconocieron y/o descienden en primera generación del pueblo chorote 2613 personas en Argentina (2028 residiendo en comunidades), de las cuales 2147 vivían en la provincia de Salta (2022 residiendo en comunidades) y 466 en el resto del país.
El Censo Nacional de Población de 2010 en Argentina reveló la existencia de 2270 personas que se autoreconocieron como chorotes en todo el país, 1713 de los cuales en la provincia de Salta.
Desde 2004 el pueblo chorote de Salta contó con un representante en el Consejo de Participación Indígena (CPI) del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Desde el 23 de marzo de 2011 la representación fue elevada a 2 por 3 años.
El 29 de diciembre de 2000 fue creado el Instituto Provincial de los Pueblos Indígenas de Salta (IPPIS), incluyendo dos vocales chorotes elegidos por las comunidades.
Desde 1995 el INAI comenzó a reconocer la personería jurídica a comunidades indígenas mediante inscripción en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Renaci), entre ellas a 3 comunidades chorotes de la provincia de Salta y en Formosa,aunque estos viven con otras etnias:
Comunidad Aborigen Pomis Jiwet (Lugar de los Tambores) (Santa Victoria Este en el departamento Rivadavia, el 22 de enero de 2007)
Comunidad Lapacho 1 (en el departamento General José de San Martín, el 1 de septiembre de 2000)
Comunidad Misión Chorote (en el departamento General José de San Martín, el 28 de septiembre de 2000)
La provincia de Salta reconoció la personería jurídica en el orden provincial a 18 comunidades chorotes adicionales (2 de ellas conjuntas con wichís).
Departamento General José de San Martín
Comunidad de los Indígenas km 7,1 Ruta 86 (en el municipio de Tartagal, el 5 de junio de 2001)
Comunidad Aborigen Chorote El Cruce (en el municipio de General Mosconi, el 15 de julio de 2003)
Comunidad Aborigen Misión Chorote Jojoa (en el municipio de Tartagal, el 30 de octubre de 2000)
Comunidad Chorote Etnia Chorote (en el municipio de Tartagal, el 30 de enero de 2001)
Comunidad Aborigen Chorote I (en el municipio de Tartagal, el 15 de julio de 2003)
Asociación Etnia Chorote Iyova Aga (en el municipio de Tartagal, el 3 de agosto de 2004)
Comunidad Aborigen Inet Madre Misión Chorote (en el municipio de Tartagal, el 11 de abril de 2001)
Comunidad Aborigen Misión Chorote Parcela 42 (en el municipio de Tartagal, el 22 de octubre de 2002)
Comunidad Indígena Chorote Iyo'Awuwa km 4 (en el municipio de Tartagal, el 12 de febrero de 2007)
Departamento Rivadavia
Comunidad Aborigen La Merced Nueva Fracción 6 Lote Fiscal 55 (en el municipio de Santa Victoria Este, el 13 de julio de 2000)
Comunidad Aborigen Madre Esperanza Fracción 2 Lote Fiscal 55 (en el municipio de Santa Victoria Este, el 13 de julio de 2000)
Comunidad Aborigen Nueva Esperanza Lote Fiscal 55 (en el municipio de Santa Victoria Este, el 13 de julio de 2000)
Comunidad Aborigen Roberto Romero (en el municipio de Santa Victoria Este, el 7 de agosto de 2002)
Comunidad Aborigen La Merced Vieja (en el municipio de Santa Victoria Este, el 10 de octubre de 2006)
Comunidad Aborigen Misión La Gracia (en el municipio de Santa Victoria Este, el 25 de febrero de 2002) (conjunta chorote-wichí)
Comunidad Chorote Misión La Paz (en el municipio de Santa Victoria Este, el 8 de agosto de 2001)
Comunidad Aborigen Misión San Luis (en el municipio de Santa Victoria Este, el 2 de octubre de 2002) (conjunta wichí-chorote)
Comunidad Aborigen La Banda (en el municipio de Santa Victoria Este, el 5 de marzo de 2013)
Otras 6 comunidades del departamento General José de San Martín tienen en trámite la personería jurídica:
Comunidad Iyowa Ijwet Chorote 2 (en el municipio de General Mosconi)
Comunidad Chorote Campo Nuevo (en el municipio de Tartagal)
Comunidad Iyo Owújwa Wikina Lele (Chorote Inet) (en el municipio de Tartagal)
Comunidad Chorote N° 2 Pájaro Blanco (en el municipio de Tartagal)
Comunidad Aborigen Ijnietak km 6 (en el municipio de Tartagal)
Comunidad Chorote I Iyowa A (en el municipio de Tartagal)
Pumoncas y Balam que fueron desplazados. La separacion de una lengua en dos hizo tambien una separacion entre ambos bastet. En un pasado los bastet servian frecuentemente como sacerdotes ayudando a los humanos contra los espiritus malignos pero con el cristianismo se volvieron enemigos. Aunque no faltan lo que siguen siguiendo ese trabajo a pesar de la persecucion o difamacion.
Los chulupíes (nombre de origen guaraní) son un pueblo indígena del Chaco Boreal en Paraguay y del noreste de Argentina en ambas márgenes del río Pilcomayo. En idioma chulupí se autodenominan nivaĉle, que significa persona, nosotros los hombres o nuestra gente, y se castellaniza como nivaclé. Sus vecinos chorotes los llaman ashuslay o alhulhai. Otras variantes del nombre que se puede encontrar en diversas fuentes son: churupí, chulupie, chulupe, ashlushlay, axluslay y niwaklé. En algunas fuentes antiguas se los llamó también chorpil o chunupí, pero no debe confundírselos con la parcialidad vilela de este último nombre. Un pequeño grupo reside en el departamento de Tarija en Bolivia, aunque sin reconocimiento oficial.
Históricamente han sido cazadores-recolectores que estaban en conflicto con los tobas y los pilagás. La mención más antigua de los chulupíes se debe al gobernador del Tucumán Ángel de Peredo, quien en julio de 1673 realizó una campaña punitiva contra los tobas y mocovíes al frente de más de 1000 soldados, llegando hasta el río Bermejo. El 14 de agosto de 1673 Peredo llamó a los chulupíes como "indios amigos". El gobernador Gerónimo Luis de Matorras (1769-1775) firmó un pacto con los chulupíes. En 1763 los jesuitas establecieron la efímera misión de Nuestra Señora del Buen Consejo con chunupíes. En 1774 se realizó una expedición fluvial por el Bermejo que tomó contacto con el líder chulupí Antecapibax y sus lugartenientes Chinchín y Guanchil. En 1895 el misionero anglicano Barbrooke Grubb tomó contacto con ellos y en 1899 se intentó fundar una misión, sin éxito.
A principios del siglo XX los chulupíes parece que se encontraban entre el río Bermejo y el río Pilcomayo. La colonización militar del Chaco argentino hizo que los tobas se retiraran hacia el este chocando con los chulupíes. Esto habría provocado que los chulupíes pasaran hacia el Chaco Boreal, habiendo abandonado su última aldea sobre el Bermejo en 1913.
Desde mediados del siglo XX unos 15 000 menonitas de Canadá, Rusia y Alemania se asentaron en el territorio tradicional nivaclé alterando drásticamente sus costumbres culturales y religiosas.
El investigador Miguel Chase-Sardi señaló en 19819 que existen 3 subgrupos del pueblo nivaclé:
chishamnee lhavos (arribeños),
shichaam lhavos (abajeños),
Los dos son conocidos como tovoc lhavos (gente del río, en referencia al río Pilcomayo).
yita’ lhavos (gente del monte), que su subdividen en 3 grupos:
c'utjan lhavos (gente del espinar),
jotoi lhavos (gente del espartillar),
tavashai lhavos (gente del campo).
La lengua chulupí o nivaclé forma parte de la familia lingüística mataco-guaycurú, subfamilia mataco-mataguayo y es hablada por aproximadamente unas 12 500 personas, que la prefieren al castellano. De los cuales solo unos 500 se encontrarían en Argentina. Existen dos dialectos principales, el de los chulupíes del interior, del monte o de la selva y el de los chulupíes del río.
Actualmente, la página oficial de los Testigos de Jehová, jw.org, tienen artículos en este fascinante idioma.
En Argentina los nivaclés viven cerca del río Pilcomayo y sus bañados en la provincia de Salta y en la provincia de Formosa, existiendo también algunas familias en la provincia del Chaco y en la provincia de Jujuy.
La Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, complementaria del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 de Argentina, dio como resultado que se reconocieron y/o descienden en primera generación del pueblo chulupí 553 personas en Argentina (392 residiendo en comunidades), de las cuales 440 vivían en las provincias de Salta y Formosa (392 residiendo en comunidades) y 113 en el resto del país.
Desde 1995 el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) comenzó a reconocer personería jurídica mediante inscripción en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Renaci) a comunidades indígenas de Argentina, pero ninguna comunidad chulupí ha sido reconocida. La provincia de Salta reconoció la personería jurídica en el orden provincial a 1 comunidad chulupí:
Comunidad Aborigen Chulupíes Nivaclé de Misión El Cruce (el 12 de diciembre de 2000, radicada en el municipio de Tartagal)
En la provincia de Jujuy tiene la personería jurídica en trámite la:
Comunidad Wiñay Marka "Pueblo Eterno" (conjunta chulupí-omaguaca) (departamento Humahuaca)
El Censo Nacional de Población de 2010 en Argentina reveló la existencia de 1100 personas que se autoreconocieron como chulupíes en todo el país, 345 de los cuales en la provincia de Formosa.
Los chulupíes de la provincia de Formosa viven en 5 comunidades sin personería jurídica: 4 de ellas en el departamento Bermejo: Comunidad San Miguel (en Laguna Yema), Comunidad de San José (en Río Muerto), Comunidad de Guadalcázar‐Tisjucat (en Guadalcázar), Comunidad Nuun’ust’iyôjavte (en Lamadrid); y una en el departamento Ramón Lista: Comunidad en el Barrio La Amistad‐Fwaajucat (en El Potrillo). Familias chulupíes viven sin conformar comunidades en las localidades de Media Luna y San Cayetano del departamento Bermejo, San Martín y Las Lomitas del departamento Patiño, y en la comunidad La Mocha del departamento Ramón Lista.
Ancestros de los Balams que viven el chacho. Los balam suelen vivir mas con los que aun estan en las selvas, pero de poco hechados por la deforestacion han empezado a vivir en el interior.
Los Comechingones o Comechingón << henia – kamiare >>, son una etnia nativa de la República Argentina que, antes de la llegada de los españoles, habitaban las Sierras Pampeanas, divididos en dos grandes grupos: Los hênia al norte y los kamiare al sur; hoy en día en esta región se encuentran las provincias de Córdoba y San Luís.
Actualmente se reconocen unas 34500 personas como Comechingones o descendientes directos de ellos, de los cuales, la mayor parte continúa viviendo en la provincia de Córdoba, en los departamentos de Río Cuarto, General San Martín, Juárez Celman, Capital, Cruz del Eje, Punilla. Otra minoría se puede encontrar en la Ciudad de Buenos Aires y en las provincias de San Luis, Santa Fe, Mendoza, La Rioja, Chubut y San Juan.
Entre las comunidades reconocidas están: Ckatacuna, Ctalomuchita, Hijos del Sol, Quisquisacate, Tacu Kuntur, Tulián, Macat Henen, Ticas, Arabela, Toco‐Toco, Cruz del Eje, Casimira, Nueve Lunas, Ochonga, Lu‐San, Paravachasca, Chavascate, Timoteo Reyna, Sikiman y Lacza Henen
Respecto al nombre del grupo aborigen, hay varias teorías: Según miembros de la propia etnia esta designación puede traducirse como “amigos de la tierra”; también se cree que proviene del término “Camichingón”, una palabra compuesta que significa “serranías con muchos pueblos”; otro significado puede ser, según el idioma salavirón, “habitante de cuevas” por el tipo de vivienda semisubterránea y un último significado es que era un grito de guerra del pueblo “¡Com- chingôn!”.
La base de la organización social y eje central de las comunidades comechingón es la familia. Cada aldea está formada por unas cuarenta viviendas habitadas por familias extensas de hasta cinco matrimonios de filiación patrilineal y lideradas por el hombre de mayor edad llamado cacique, cargo heredado de su padre.
El cacique es la máxima autoridad en la comunidad, no autoritaria, que cuenta con el apoyo de todos los jefes de familia para mantener el orden de la comuna; además es un guía que conoce bien al grupo y sabe distinguir las necesidades de su pueblo.
Los comechingones son un pueblo aborigen con lenguaje propio, en el cual es posible distinguir dos grandes grupos lingüísticos: el henia y el camiare, con variedad de dialectos (muy particular la curva tonal o cantito que caracteriza hoy a los cordobeses de lengua española) que han ido desapareciendo rápidamente, por lo que en la actualidad ha sido difícil asignar significados a los vocablos que han perdurado; esto debido a la llegada de los españoles, quienes impusieron a todos los nativos de la región, tanto el idioma de ellos como el runa simi o quecha, para poder comunicarse con todos, olvidándose así los nombres originales de cada etnia.
Desde sus inicios, la supervivencia de este pueblo indígena se ha basado en el trabajo agrícola, la cría de llamas, la caza, la recolección de frutos silvestres, el hilado, tejido y cerámica.
La principal actividad económica es la agricultura, bastante desarrollada, con buenos sistemas de riego en extensos campos de cultivo de maíz, quinoa, porotos y zapallos. Los excedentes de las cosechas son guardados en silos. En la actualidad, las extensiones de tierra son menores que antes de la conquista española.
Cazaban guanacos, ciervos y liebres principalmente y recolectaban frutos silvestres como la algarroba y el chañar, con lo que hacían bebidas fermentadas.
Respecto a las expresiones artísticas del pueblo comechingón, resaltan: la elaboración de vasijas de cerámica; las hachas, puntas de flecha y limas de piedra pulida; puñales, cuchillos, puntas de flecha alargadas y collares con huesos y chaquiras con conchas para adornar los vestidos.
El pueblo adoraba principalmente a los dioses Sol y Luna, a quienes le atribuyen la creación de todo lo que conocen, les dan la luz, el alimento y la protección. Durante la guerra, preferían pelar de noche para que la Luna los ayudara y protegiera. En sus viviendas solían construir un cuarto para tomar baños de vapor, sudar y así purificarse. Los rituales y ceremonias, de origen amazónico, eran celebrados en algunos cerros, manantiales y grutas, que los consideraban sitios sagrados.
En la antigüedad eran practicantes de la magia y hechicería, en cuyos actos, el Chamán o hechicero utilizaba el polvo del fruto de cebil, aspirado por la nariz, como alucinógeno.
Un ritual muy importante para la etnia es el de iniciación femenina, al llegar la primera menstruación a las jovencitas; con él se daba paso a la adultez de la mujer para procrear y formar un nuevo hogar. También acostumbraban a realizar danzas rituales para festejar un nacimiento, matrimonios, al morir un niño o para atraer la buena suerte en las batallas.
Los familiares al morir eran sepultados en una esquina de la vivienda, en posición fetal y envueltos en cuero.
Las casas de los comechingonas son semisubterráneas, paredes enterradas en el suelo y una techumbre relativamente baja, con pequeñas entradas. Esto ayudaba a mantener el calor y protegerse del viento y la lluvia. En su interior son amplias y en cada una pueden vivir hasta cinco familias. Las aldeas cercadas con defensas de espino agrupaban entre diez y cuarenta.
En la actualidad hay casas con paredes de adobe y piedra y techos de cañizales
Los comechingones antiguos fabricaban su propio vestido utilizando la lana de las llamas, la cual hilaban en morteros de barro.
Su vestimenta tradicional estaba compuesta por un delantal largo llamado “uncu” o camiseta incaica ceñida con faja, cuyo tejido era de malla apretada, con detalles decorativos en las aberturas, ruedos y mangas. En invierno usaban chaquetas, mantas de colores y un cubrenuca que les caía hasta los hombros.
Se adornaban con estatuillas de barro y en la cabeza se ponían un tocado de plumas o varillas de cobre que asemejaban plumas y que les caían más abajo de la cintura. El adorno más sencillo era la vincha. Los hombres llevaban un cuchillo de hierro amarrado a la cintura. Usaban sandalias de fibra vegetal trenzada. Los caciques, guerreros y chamanes usaban trajes complementados con prendas de cuero.
Ancestros de los Pumoncas cordobeses. Su fe en la luna como un dios fue facil de seguir para los felinos y que estuvieran en las colinas y ceros le permitio estar cerca.
Obviamente tomaron su tono y rituales para la suerte. Esta tribu de los pumonca aun hoy defiende estas tierras.
Los Diaguitas, Paziocas o Calchaquíes son un pueblo indígena que se encuentra ubicada al noroeste de Argentina, en las provincias de Salta, La Rioja Catamarca, San Juan y Córdoba.
Diaguita es un vocablo quechua que quiere decir “serrano”, siendo este término utilizado por los incas y tomada luego por los españoles, mientras que el nombre Calchaquíes fue dado por los españoles, debido a que uno de sus líderes se llamaba Calchaquí o Juan Calchaquí.
En la actualidad, algunas comunidades Diaguitas son la Santa María ubicada en Salta, la Belén de Catamarca y la Sanagasta o Angualasto de La Rioja y San Juan.
El pueblo Diaguita se organiza en grupos familiares extensos concentrados en pequeñas aldeas, de esta manera se facilitaba el trabajo comunal en las labores agrícolas, sistemas de riego y construcción de defensas.
En la antigüedad era muy frecuente la práctica de la poligamia, en la que los de mayor posición política podían casarse hasta con doce mujeres al mismo tiempo, mientras que los hombres comunes solo podían tener una o dos esposas.
Políticamente estaban dirigidos por dos jefes o caciques que actuaban de común acuerdo para resolver conflictos en la comunidad. Los caciques poseían mayores privilegios que el resto de la población; vestían prendas lujosas, vivían en mejores casas y poseían tierras y personas a su servicio que las cultivaban. Este poder era heredable de padres a hijos; en caso de no haber herederos directos, lo heredaba el hermano mayor.
Aunque la mayoría de las veces la autoridad del cacique era absoluta, las decisiones de mayor importancia, como las de la guerra, eran tomada de manera colectiva a través de una asamblea que tenían una finalidad ceremonial, en la que participaban los hombres con capacidad de tomar armas.
El idioma originario del pueblo diaguita es el cacán, cacá o chaká, el cual es hablado solo por algunos de ellos, los más antiguos, quienes utilizan algunas palabras en este idioma. Actualmente el idioma utilizado por la mayoría es el español.
El pueblo Diaguita basa su economía en diversas actividades cuya característica más importante es la de ser “ecológicamente sustentable”.
Los Diaguitas eran y siguen siendo buenos agricultores, utilizando los recursos naturales de manera eficiente y equilibrada. Cultivan principalmente frijoles, papas, maíz, zapallo, porotos, quinoa y calabazas utilizando canales de riego y terrazas de gran eficacia que hasta el día de hoy siguen usando.
También desarrollaron la ganadería, siendo la cría de llamas, guanaco y alpaca la más productiva, siendo utilizados como animales de carga, fuente de proteína, lana y cuero para elaborar su vestimenta, hojotas y bolsas.
Por otra parte, dedicaban tiempo a la caza de vicuña y a la recolección de algarroba, higos, mistol, chañar y tuna, productos que almacenaban en depósitos subterráneos.
Respecto a las actividades artesanales, el diaguita se especializó en la alfarería y la cerámica, elaborando vasos, jarras, pipas, cacharros y urnas funerarias; En esta labor se destacó dos tipos de representación con dos finalidades distintas: uno doméstico para el almacenamiento y cocción de los alimentos y del agua y otro religioso, usadas para los entierro y culto a los dioses, siendo estas últimas de mayor belleza.
Utilizaron la piedra para fabricar herramientas de trabajo como hachas, cuchillos, puntas de flecha y morteros; el hueso, para tallar cucharas y elementos para sus telares y también trabajaron algunos metales como a plata, el cobre y el oro para fabricar accesorios como aros y brazaletes. En las decoraciones se destaca las figuras humanas, de animales y grabados en figuras geométricas en relieve.
Los Diaguitas son politeístas. Adoran al Dios Sol, a la Tierra o Pachamama, a los truenos, rayos y varios fenómenos de la naturaleza. Según la mitología Diaguita, es la Pachamama, diosa femenina, quien creó al hombre y los cerros, siendo la naturaleza su templo y a quien le rinden culto mediante altares o montículos de piedra que levantan a los lados del camino.
Sienten gran respeto por la tierra ya que también puede causar desastres y enfermedades, por tanto, le hacen sacrificios y ofrendan los primeros frutos de su producción. De igual forma hacían sacrificios y rituales a la lluvia para que regara sus terrenos.
Creen en la existencia de dos mundos: el terrenal y espiritual, siendo los Chamanes, hechiceros o curanderos, quienes poseen la sabiduría y poder para comunicarse con los espíritus mediante rituales y ceremonias sagradas.
Los Chamanes son personas capaces de proteger a su pueblo y curar enfermedades, e incluso provocarlas. En este sentido, para el indio Diaguita la muerte de cada persona era provocada por fuerzas malignas, por tanto, al morir, la casa del difunto era quemada para que no regresara.
Al morir, sus familiares eran puestos en urnas, en posición fetal y enterrada en tumbas con paredes de piedra junto con sus posesiones como calzado, vestido, adornos, vasijas, comidas y bebida para que tuvieran todo lo necesario para vivir en el más allá.
Los Diaguitas construían sus viviendas utilizando un método conocido como “pirca”, el cual consiste en colocar las piedras superpuestas sin ningún tipo de pegamento para levantar las paredes, mientras que el techo era de paja o una mezcla de barro, paja y ramas conocida como “torta”.
Tenían forma rectangular o cuadrada con varias habitaciones sin ventanas y comunicadas entre sí por puertas angostas.
En el período incaico, se desarrollaron los pucarás, ciudades-fortaleza ubicadas en lugares de difícil acceso.
Hoy en día se conservan los restos de algunas de ellas como la Ciudadela de los Quilmes, en Tucumán, Tolombón, Chicoana, Tilcara, Atapsi y Fuerte Quemado en Salta.
Ancestros de los pumancas. Facil de integrarse religiosamente a ellos e incluso explicarles mas del mas alla o del umbra. Se concentraron en su religion para la integracion. Con las construcciones los pumoncas vieron la huella de la tejedora y de sus parientes incaicos, pero lo terminaron asimilando tras varias batallas.
Fueron conocidos por su combate y luego alianza con otros pueblos para evitar la conquista española por varios siglos.
En el extenso tapiz de culturas indígenas de América Latina, los guaraníes se destacan como uno de los pueblos más significativos y con una rica historia. Conocidos también como “ava” o “ñandeva”, este grupo étnico ha dejado una huella imborrable en el subcontinente, especialmente en la región que comprende la actual Argentina.
El universo cultural de los guaraníes es vasto y diverso. Tradicionalmente, son conocidos por su profunda espiritualidad, su conexión con la naturaleza y su vida comunitaria. Su organización social gira en torno a las comunidades o “tekoha”, que son dirigidas por líderes espirituales y políticos, conocidos como “caciques” o “mburuvicha”. La música y la danza ocupan un lugar central en su vida cotidiana, siendo vehículos para expresar su cosmovisión y sus emociones.
Originalmente, los guaraníes habitaban en un extenso territorio que abarcaba regiones de lo que hoy es Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina. En Argentina, su presencia es más fuerte en las provincias del noreste, especialmente en Misiones, Corrientes y partes de Entre Ríos. Estas regiones, caracterizadas por sus densos bosques y ríos, ofrecen el ambiente ideal para el modo de vida tradicional guaraní, basado en la caza, la pesca y la agricultura itinerante.
La lengua guaraní es uno de los principales pilares de su identidad cultural. Es una lengua viva y vibrante, hablada no solo por comunidades indígenas, sino también reconocida como lengua oficial en países como Paraguay.
Algunas palabras comunes en guaraní incluyen “mbopi” (cerca), “yvoty” (flor) y “agua” (lago).
La preservación y promoción de la lengua es esencial para mantener vivas las tradiciones y la cosmovisión guaraní.
Los guaraníes tienen una rica tradición oral, transmitida de generación en generación a través de relatos, mitos y leyendas. Estas historias no solo sirven como entretenimiento, sino que también transmiten valores, enseñanzas y la historia del pueblo. La ceremonia del “arete guasu” es una de las más importantes, marcando el paso de la infancia a la edad adulta.
La vestimenta tradicional de los guaraníes es una representación de su modo de vida y su entorno. Hecha principalmente de fibras naturales, esta vestimenta es tanto funcional como estéticamente agradable. Los hombres visten “tangas” o “taparrabos” que se atan a la cintura y cubren la parte inferior del cuerpo. Las mujeres, por su parte, llevan “tipoy”, una especie de túnica que cubre el cuerpo desde el cuello hasta los tobillos.
La ornamentación es esencial en la vestimenta guaraní. Utilizan collares, pulseras y tobilleras hechas de semillas, huesos, plumas y piedras. Estos accesorios no solo son decorativos sino que también tienen un valor simbólico, representando la conexión con la naturaleza y la espiritualidad. Los patrones y colores utilizados en su vestimenta y ornamentos a menudo tienen significados específicos, relacionados con la identidad, el estatus social o eventos importantes en la vida, como el nacimiento, la madurez o el matrimonio.
Las viviendas guaraníes, conocidas como “oga”, son construcciones circulares hechas de palma y madera. Están diseñadas para ser frescas en el calor y cálidas en el frío, reflejando la profunda conexión del pueblo guaraní con la naturaleza.
Históricamente, la educación guaraní se basa en la transmisión oral de conocimientos y habilidades. Sin embargo, en tiempos modernos, la educación formal ha ganado terreno, con escuelas que ofrecen una combinación de currículo tradicional y conocimientos guaraníes.
La alimentación de los guaraníes se basa en lo que la tierra y el río proveen. La mandioca, un tubérculo, es el pilar de su dieta y se consume de diversas maneras: cocida, asada o transformada en harina. El maíz es otro alimento esencial, del cual derivan platos como el “mbeju”, una especie de torta. La caza y la pesca proveen las proteínas necesarias, complementando la dieta con animales como peces, aves y pequeños mamíferos.
Las frutas silvestres, recolectadas de los bosques, son una fuente esencial de vitaminas. Algunas de estas frutas, como el “mburucuyá” (pasionaria o fruta de la pasión) y el “guavirá” (guabiroba), tienen no solo un valor nutritivo, sino también cultural y simbólico.
Hoy en día, los guaraníes enfrentan desafíos significativos, incluida la pérdida de tierras, la deforestación y la presión de la modernidad. Sin embargo, persisten esfuerzos para mantener vivas sus tradiciones y derechos territoriales.
La cosmovisión de los guaraníes está intrínsecamente ligada a su entorno natural y a la espiritualidad. Para ellos, el universo está compuesto por múltiples dimensiones, donde lo físico y lo espiritual coexisten. La tierra, o “Yvy”, es vista como una madre que sustenta la vida, mientras que el cielo, “Karai”, es el dominio de los dioses y espíritus.
Uno de los conceptos más esenciales en su cosmovisión es la búsqueda de la “Tierra Sin Mal” o “Yvy mara eÿ”. Esta tierra prometida es vista como un lugar donde los guaraníes pueden vivir en plenitud, libres de sufrimiento y en armonía con la naturaleza. La búsqueda de esta tierra espiritual ha moldeado muchas de sus tradiciones, migraciones y rituales.
Las creencias guaraníes se centran en la existencia de diversos dioses y espíritus, con “Ñamandu”, el dios creador, en el centro de su panteón. Celebran diversas ceremonias y rituales para conectarse con estos seres espirituales.
Ancestros Balam, que es el pasado fueron expandiendoce por Argentina desde el norte por paraguay y brazil. Los balam que han seguido a esta tribu han sido los mas jovenes que han querido conseguir nuevos dominios. Ya cuando llegaron los españoles tuvieron la relacion que se esperaba de los furiosos bastet, pero tambien ciertos tratados aunque solo con los humanos y parentelas.
La cosmovision de estos grupos se acomodaba perfectamente a los bastet incluso les ayudaron a generar mas teorias con respecto al umbra y el interior de esta. Se dice que entre ellos fue donde mas se fomento la educasion para pasar a la umbra y entre ellos estuvieron la mayor cantidad de exploradores de este.
Que la cultura siga existiendo da orgullo a los Balam. Incluso es hace años que han empezado a buscar expandir su cultura tanto en sus tierras antiguas como en nuevas.