Partida Rol por web

Tranquilícese -pero Borden sabe muy bien cómo iba el asuno y da algunos pasos hacia un lado distinto al del físico. Los ataques de pánico no suelen acabar bien, Borden recuerda cómo se queda su habitación cuando él se siente "algo raro" y no le gsuta ser el blanco de los objetos voladores.

Empezó a ver con buenos ojos la idea de irse, por los animales y los cadáveres. Ya que estaba solicitaría una nueva zona de investigación, los edificios productores de recursos y lso cementerios. Primero debía saber cuále seran las fuentes económicas de la civilización y su sentido de la muerte.

¿Situación no identificada señorita Vera? Usted está muerta y está ahí, a menos claro que tenga una gemela, de ser así acepte mis más sentidas condolencias...

-¿¡Situación no identificada!?- Grita el Cabo, clavando la mirada a la Teniente, y luego al Sargento, con los ojos abiertos como platos. -¡Y una mierda! ¡Al carajo! Esto no es una "situación no identificada". Esto es una jodida historia de fantasmas.- Niega con la cabeza, con fuerza. 

-Y usted está peor que cualquiera de nosotros, incluido el pequeñajo.- Señala a Stanislav con el cañón del arma. -O sea, en serio... ¡Mierda! Es usted, está ahí, muerta...- El Cabo reniega y se aleja unos pasos. 

-Puta reina de hielo... Loquera tenía que ser, me cago en la puta.- 

Deberiamos llevarnos el cuerpo..

Mirando alternativamente al cadaver y a la teniente, le toma por sorpresa la repentina reacción del físico, hasta ahora tan callado en el grupo.

Todos estamos en la misma situación de incertidumbre, desde aquél extraño incidente en la base, pero no creo que los militares que nos acompañen sepan mucho más que nosotros.

No iba a intentar hacer nada contra el hombre, o los militares, simplemente permanecía apartada mirando a los ojos a Stanislav.

Vera permaneció quieta. Casi podía sentir el frío del metal del arma que le apuntaba, en la sien, aunque sólo la tuviese a centímetros de ella. El temblor en las muñecas del científico le hablaba más que el vómito que había dejado más allá, y mucho más aún que sus palabras. La rabia salía por esos labios pastosos, la rabia y el miedo, el terror. Era el único al que la visión había afectado de esa forma. Los demás permanecían, dentro de lo que cabía, enteros. Era fácil para ella desarmar al científico. Estaba muy cerca, veía el sudor de sus palmas, ella era más baja y sólo le bastaría un movimiento. Pero el arma significaba para él, en ese momento, el poder de controlar de algún modo el pánico que se había desatado en su interior, y quitársela podía abrir una grieta en su mente que podía no cerrar nunca.

Optó por hablar. Estaría atenta, al mínimo indicio se movería, intentaría desarmarlo... o lo que viniese.

- No sé qué está sucediendo. Lo único que sé es que, de algún modo, ése es mi cuerpo y no una imitación, muñeco o clon, que es lo que quería comprobar. Y que justamente por ello debemos salir de aquí ahora mismo, sin que nadie, bajo ningún punto de vista, active el cubo. Tampoco sé que significa, pero es lo que está escrito en el pad, y posiblemente es lo que ha generado esta situación. Puedes comprobarlo por ti mismo.

Vera se dio vuelta, lentamente, hacia Stanislav. Se abrió la parte superior del traje, dejando al descubierto su cuello.

- Puedes comprobar también que estoy viva - le dijo, mientras el arma de Stanislav aún le apuntaba - Por la situación, que estoy de acuerdo que es imposible, podemos hacer teorías todos sobre esto, pero mejor fuera de aquí y sin armas. ¿Qué dices?

Vera hablaba con tranquilidad, jugando con las reglas de Stanislav. Tratar de no dejarle un trauma, de contenerlo. Eso era lo determinante. El Sargento podría sacar a los demás de allí, incluso al Cabo, mientras ella seguía con el científico.

Ya bastante assutado y tenso estaba el arqueologó por la situación cuando de pronto su copaéro el físico empezó a tener atisbos de locura y aunque fuera extrañ eso le hizo centrarse mas en situación e intentar tranquilizarse:

Teodor, no te dejes llevarp or el pánico,es to tiene que tener una explicación y tu lo sabes mas que niguno, eres físico, tranquilicemonos e intentemos sacar la incognita....por favor baja el arma.

Dice acercandose lentamente a su  compañero.

No oía absolutamente ni una palabra de lo que le decían, aunque para ser exactos, sólo estaba dispuesto a escuchar que todo aquello era un jodido truco y que, efectivamente, habían intentado engañarlo y manipularlo.

Ni la aparente indiferencia de Helborg, ni la irónica pantalla de Borden, ni la dura mirada de Tsunoda, ni las entrecortadas palabras de calma que le brindó el arqueólogo se acercaron al objetivo de devolver la tranquilidad a la plácida mente de Teodor.

Miró nerviosamente a su alrededor y entonces…

Un gesto, un sencillo gesto.

Indefensión, confianza.

¿Acaso es lo que pretende? ¿Ganarse mi confianza para que corrobórelas teorías descabelladas teorías de la corporación?

Tragó saliva, su mano libre, la izquierda, ajustó sus gafas presionándolas ligeramente contra su tabique nasal y sus ojos se reflejó por unos instantes la duda, dispuesta a infiltrarse siempre por cualquier resquicio, artera y sibilina.

Con un suave y estúpido movimiento alargó el brazo, dedo índice y corazón extendidos, buscando la pálida piel que la teniente había descubierto para él. Primero apenas fue un roce, luego palpó torpemente buscando los latidos de su corazón sobre la yugular. El tacto era cálido, obviamente estaba viva. Los dedos, sudorosos, dejaron su rastro sobre el cuerpo de la teniente, y la pistola empezó a pesar como una losa.

¿Qué haces? No deberías entrar en su jueguecito, recuerda quien es y a lo que se dedica.

Se sintió como una patética marioneta, una sensación bastante familiar, lo que le sorprendió fue que quisiera rebelarse contra ella. Apretó con firmeza el arma, los nudillos se tornaron blanquecinos, y señaló con la otra mano a Vasilievich.

No des un paso más o le disparo paseó su mirada una vez más por los presentes, el pecho subiendo y bajando velozmente, ¿Quiere una teoría teniente Irth-Agozet? Yo tengo una buena, una de un gran amigo mío, el doctor Karanov, ¿lo conoce usted? Esbozó una sonrisa nerviosa, los dientes asomando entre los labios es un jodido genio, o eso dicen, y siempre tiene razón, y siempre consigue lo que se propone se relamió, tenía la boca reseca, hasta en las cosas imposibles como esta acercó aún más el arma a la cabeza de Vera, introduciéndola entre sus cabellos.

Pero no voy a permitirlo, esta vez no, ¿me oye? Su voz había perdido fuerza no acataré ninguna de sus teorías su cabeza se movía de una lado a otro, no quería parecer derrotado antes de luchar, pero tantos años de esquivar batallas no ayudaban a convertirse en un guerrero.

Borden comprobó su propia arma, tenía entendido que no mataba, y era justo lo que él necesitaba un arma no letal para evitar la muerte de la señorita. Pero no estaba muy seguro de qué sucedería si disparaba al físico, a lo mejor le daba una descarga y del movimiento muscular apretaba el gatillo y adiós al bonito culo de la doctora...por segunda vez. No estaba muy seguro de cómo funcionaba la anatomía humana. A dos pasos tenía a alguien que sabía la respuesta, pero claro no podía preguntárselo así a la ligera.

No nos vamos a mover, no serán necesarios los disparos. No son sanos.

Vaya estupidez más enorme. Borden dejó escapar una leve sonrisa, pero recuperó la seriedad en cuanto pudo. No era ni el lugar ni el momento.

Aunque si uno no se ríe de lo que no es gracioso...

¡Yo!-espetó Borden- Yo quiero oir esa teoría, la del Doctor Makarov ese. ¿Nos hace un resumen para los que no hablamos cuántico?

¿Y por qué dice esta vez? ¿Qué se trae esta gente entre manos?

Emm seguía alejada de brazos cruzados, en la actual situación no servía de nada arriesgarse para acercarse al hombre, además estaba segura de que la teniente podía desarmarlo, era eso o que alguno de los hombres le disparara a Stanislav.

Al mirar a la pistola que Stanislav sostiene contra tu sien, te das cuenta de que, en su lado izquierdo, sobre el gatillo, hay un pequeño cartel con la palabra "safe". Dados los nervios, al físico se le ha olvidado quitarle el seguro al arma. Por mucho que apriete el gatillo, no ocurrirá nada. 

Al mirar a la pistola que Stanislav sostiene contra la Teniente, te das cuenta de que, en su lado izquierdo, sobre el gatillo, hay un pequeño cartel con la palabra "safe". Dados los nervios, al físico se le ha olvidado quitarle el seguro al arma. Por mucho que apriete el gatillo, no ocurrirá nada.

Tras evaluar la situacion, me dirijo tranquilamente hacia el y alargo mi mano para quitarle la pistola
Escuche, no hace falta que haga esto, todos estamos sorprendidos pero seguro que hay una solucion.
Agarro su pistola, sin importarme lo que esta haciendo. Se que no va a disparar, siempre pasa lo mismo en estos casos.
Y si dispara, con el seguro puesto no va a salir nada del arma...

La mirada de Vera encontró la de Suerio. Fue un momento. Nadie se dio cuenta, por la cercanía que ahora tenían el Sargento y la Teniente, ahora que él había decidido dar un paso al frente y hacerse cargo de la situación. Hacerse cargo. La mirada de Vera excedía todo reproche que viniese de una situación de rango. Excedía el mero grito de dura disciplina que se le da a un militar que se ha olvidado de su sitio. Lo que los ojos de Vera clavaron en Suerio fue una advertencia, algo que le hizo sentir de pronto lo que había hecho, meterse donde no le habían llamado, intentar hacerse cargo de algo que ya estaba siendo atendido, agarrado desde el sitio que mejor podía hacerle a la mente de ese hombre histérico, opinión de alguien que sabía tanto de armas como de mentes. Ahora tendrían que reducirlo, y su peligrosidad podía aumentar, y podían traumarlo. Ahora podía quitar el seguro, y disparar a ella, a él, a cualquiera de los demás. Podían forcejear, y Suerio podía perder. Esas cosas pasaban. Y sólo los militares tenían sus trajes, las balas perdidas podían darle a cualquiera, o incluso, podían alterar las cosas a su alrededor.

Los civiles estaban a su cargo. Suerio se había metido. Pero no le molestaba la violación a su autoridad.

Temía lo que sucediera con Stalislav, ahora que le habían mostrado que no tenía el control.

Vera había asentido, manteniendo la calma bajo el metal que estaba ahora apoyado en su cabeza.

- Esperaba que pudiéramos acatar alguna tuya, como astrofísico.

Y entonces se metió Suerio. Y dijo lo que dijo. Vera se volvió para mirarlo un momento, y su rostro demostró un ápice de sorpresa, sólo un segundo antes de diluirse, indescifrable su fuente. Pero el arma fue movida, se apartó de su cabeza bajo la mano del Sargento, aunque por la posición no estuvo del todo segura si había conseguido quitársela de la mano a Stanislav o sólo desviarla de su curso. Lo único que podía hacer era salir del alcance del arma, cosa que hizo, pero apenas, moviéndose de forma ágil unos centímetros más allá, calculando el lugar que le permitía escaparse de un posible disparo si llegaba a efectuarse.

- Tus compañeros no tienen la culpa de esto, y tú tampoco debes quedarte en el peligro. Tenemos que salir de aquí, Stanislav. Yo me quedaré atrás, o adelante, si eso te da seguridad.