Partida Rol por web

Thanes de Carrera Blanca

9. Jóvenes Amigos, Viejos Desconocidos.

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23/10/2015, 12:49
Narrador

—Eso no ha sido una auténtica pelea, joder. Ha sido como frustrante como follar y no correrte —había explicado Uthgerd. 

Reanudasteis la marcha con tan sabias palabras resonando en vuestras cabezas, cabalgando entre un jirón de niebla delgado. La bruma os rodeó pocos kilómetros después, alzándose como una mortaja de color gris pálido que os envolvió de golpe y amortiguó, con su densidad, el sonido de los cascos de vuestros caballos. La pizarrosa bruma oscurecía cielo y tierra a un tiempo, de manera que, convertidos en sombras, parecíais flotar entre nubes grisáceas. Incluso las patas de vuestras monturas se habían tornado inasequibles a la vista.

Suro abría la marcha como si pudiera ver con claridad el terreno que se extendía ante vosotros; los demás no teníais más remedio que confiar en su sentido de la orientación y seguirle. Os instó a permanecer juntos para que cada uno pudiera distinguir los contornos del resto en aquel húmedo y escarchado envoltorio gris.

Viajasteis durante todo el día, pero era difícil estar seguro. No podíais percibir los bosques, ni las granjas, ni el camino. Nada cambiaba en el interior de aquel abrigo ceniciento. Nada aportaba indicios del transcurso del tiempo excepto el creciente dolor en los muslos y en la espalda. El frío y la humedad os empapaban la capa, la armadura y el abrigo, penetrando hasta vuestros huesos. 

—Despacio —indicó Suro—. Tirad de las riendas.

Frente a vosotros se proyectaba una empalizada de madera en el que se hallaba extendido un estandarte púrpura con un ciervo de color plata. Algunos habíais estado aquí, otros habíais oído describirlo. Habíais llegado a la ciudad de Falkreath.

 

Os adentrasteis en ella bajo la mirada de los guerreros que montaban guardia, en vano, desde las atalayas. Un perro solitario, invisible en la fría neblina, os ladró, furioso, y luego se alejó. De vez en cuando se apagaba una luz en una ventana, mientras se iba a dormir algún lugareño. Aparte de los ladridos, sólo el sonido de los apagados pasos de los caballos enturbiaba el silencio de las postrimerías de la noche.

La vaporosa sustancia que se arremolinaba en torno a vuestras rodillas, no era tan densa como cuando os encontrabais en campo abierto. Pero parecía que ningún mortal en Falkreath osaba a perturbar la niebla excepto vosotros. Algunas ventanas, más numerosas que antes, despedían un tenue resplandor que la espesa neblina convertía en meras manchas de penumbra, aunque, en más de una ocasión, eran éstas la única cosa visible entre la omnipresencia del gris. Otras casas, más perceptibles, parecían flotar en un mar de nubes o brotar súbitamente de la niebla mientras los edificios contiguos permanecían ocultos, con lo que daban la impresión de ser los únicos habitáculos en kilómetros a la redonda.

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24/10/2015, 12:08
Guardia

Un patrulla de soldados uniformados os salió al paso, emergiendo entre la niebla para daros el alto. Llevaban lámparas de aceite montadas en largos bastones que os acercaron sin demora. La titilante luz de las lámparas bañó los angulosos rasgos del rostro enjuto de uno de los guardias. Separó los labios con ademán hosco, escrutando vuestros rostros entre la niebla con ojos suspicaces.

—¿Qué horas de viajar son estas? —gruñó con la voz pastosa, como si se acabara de despertar—. ¿Quiénes sois y cuáles son vuestros asuntos en Falkreath?

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24/10/2015, 14:28
Suro

- Cuando la misión es urgente, el camino no puede esperar -sentenció Suro, pero después no añadió nada más, esperando que alguno de sus compañeros se animase a dar las pertinentes explicaciones.

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24/10/2015, 15:11
Elynea

Somos Thanes de Carrera Blanca—resumió Elynea, que por una vez prefirió optar por responder sin sonar como un acertijo—. Venimos a aprovisionarnos, hemos quedado con alguien aquí y quizá necesitemos hablar con el jarl.

Hizo una pausa, deberían informar al jarl de Falkreath también de que Helgen ahora sólo era un montón de cenizas pero no tenía claro hasta qué punto iba a creerles un jarl que no era el suyo si le venían hablando de dragones... Tampoco quería tomar ella sola la decisión unilateral de qué resopnder por lo que miró al resto de reojo con expresión interrogante por si alguno quería añadir algo.

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27/10/2015, 13:52
K'Dan

K’Dan sabía que de nada serviría pero aun así se quedó en silencio. Quizás por una vez los nórdicos tuvieran dos dedos de frente y entenderían que si un khajita viajaba con los thanes sería por algo importante. Pero pedirle dos dedos de frente a los nórdicos era como pedir que en Skyrim se disfrutase del cálido verano de Elsweyrr. Algo imposible.

Así que se limitó a esperar el improperio de alguno de los guardas para abandonar la ciudad junto a su caballo y Fon’eticus. Debería pensar en ponerle un nombre al caballo.

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27/10/2015, 17:00
Guardia

El Guardia miró a Suro como si el batidor hubiera salido de una novela de Capa y Espada... y como si no tuviera mucha paciencia para que le andaran con auras de misterio. Su rostro se suavizó cuando Elynea le habló sin ambages, pero resopló al final.

—Como si sois el Emperador. El Jard Siddgeir no recibe ni a sus propios Thanes como para recibir a extranjeros... —gruñó, enfatizando su opinión con un escupitajo—. Si necesitáis algo, dirigiros a su administradora, Nenya. 

Dirigió su linterna hacia K'dan y después la devolvió a orientar hacia Elynea, suponiendo que ella era la protavoz de la comitiva.

—Esto... normalmente no dejamos entrar gatos en la ciudad. Pero en las últimas noches estamos recibiendo... ataques nocturnos. De vampiros —carraspeó— Si sabéis manejar esas armas que lleváis, y estáis dispuestas a utilizarlas ante un eventual ataque de esas criaturas, sois más que bienvenidos entre nuestros muros.

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27/10/2015, 17:30
Khaled

Con todo lo que había surgido desde que perdieron a Aeryn en Cauce Boscoso, casi había olvidado el problema de los amigos de Suro. Aquellos debían ser los vampiros que habían infectado al pobre muchacho. A saber qué ha sido de él. Ocuparse de aquel nido se había convertido en un asunto secundario, salvo quizás para el cazador.

Los guardias se habían calmado al comprobar que no eran una manada de vampiros con los que batirse. El jarl no los recibiría, al parecer, pero tenían el nombre de la mujer a quien debían dirigirse.

—Tendremos que aguardar al amanecer para proseguir el viaje, así que no será necesario despertar a la administradora.

Descendió del caballo que compartía con Uthgerd y se adelantó hasta el círculo de luz de la antorcha. La persistente niebla los había obligado a cabalgar con lentitud, pero el animal estaba hecho polvo después de soportar su peso durante horas, con solo un breve descanso al mediodía.

—También queremos descansar, y comer y beber, y una buena hoguera que evapore la humedad que se nos ha metido hasta el tuétano de los huesos —añadió el guardia rojo—. Y un lugar donde almohazar y alimentar a los pobres caballos. Llevan cargando con nosotros todo el día.

Tiradas para saber sobre la ciudad y el jarl.

- Tiradas (2)
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27/10/2015, 17:47
Suro

- A lo largo de los últimos años he rastreado muchos nidos de vampiros, y una de las cosas que nos traía hacia aquí era eso precisamente. Un amigo fue infectado, y una buena amiga probablemente también y las sospechas venían en esta dirección -Suro resopló, abatido, y su rostro pareció hacerse diez años más viejo de golpe-. Los demás me habían acompañado en esa búsqueda, pero han sucedido otras cosas, más importantes aunque parezca mentira, y quizás ahora debamos dejar esa búsqueda por el momento. Pero sí, sabemos usar estas armas, ellos mejor que yo de hecho, y si esos chupasangres cometen el error de atacar la ciudad de noche tened por seguro que habrá diez manos capaces para ayudar en la defensa.

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27/10/2015, 17:52
Elynea

Una de las cosas de las que queríamos hablar era sobre el nido de vampiros, sí—resumió Elynea, que empezaba a sentirse un poco hastiada de tanta explicación innecesaria; cuando no faltaban las palabras, sobraban—. La otra es aun peor. Pero si el jarl no quiere recibirnos, se lo diremos a su administradora.

Que se encargara ella de comunicarle las cosas si las noticias urgentes de los thanes de otra comarca no era lo suficientemente importantes para querer oirlas. Ellos ya hacían su papel con traerlas, y Elynea desde luego no pensaba ponerse a discutir con el guardia; aquel tipo sólo cumplia órdenes.

Y se conformaba con que "gracias" a los vampiros dejasen entrar a K'Dan.

Yo de saberes sobre ciudades y jarls, poco, así que nada, espero a que nos de las indicaciones de establo y posada que ha pedido Khaled.

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29/10/2015, 17:01
K'Dan

¡El milagro había ocurrido! ¡Un khajita dentro de los muros de una ciudad nórdica! ¡Y no era tratado como un vil perro! Si encima conseguía dormir en un lugar confortable después de tanto tiempo podría considerar el día como uno de los más afortunados de su vida. O así sería si K’Dan no fuera lo suficientemente cenizo como para quedarse con el cariñoso apelativo “gato” que el hospitalario y racista nórdico le había dirigido.

Lo mejor que el khajita podía hacer era no llamar la atención, no fuera que alguien se arrepintiera de haberlo dejado entrar en la ciudad. Así que decidió calarse la capucha y dejar que fueran otros los que llevaran la conversación.

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29/10/2015, 22:07
Karin

Karin estaba cogiendo una manía bastante molesta, porque sentía que tenía piel nueva y se empeñaba en estirarse para ver cuánto daba de sí. Era como estrenar ropa, sólo que mucho más ceñida. Quizá eran imaginaciones suyas, así que no se lo comentaba a nadie, aunque seguramente el resto habría visto que se comportaba como una loca. Había permanecido casi todo el trayecto callada, preocupada por los desafortunados eventos. Si alguien se lo hubiera contado sólo el día anterior...dragones, ya ves tú. "Si, si, claro, un dragón te echó su aliento y estuviste a punto de morir, seguro, ¿no has bebido demasiado?".

Falkreath estaba inusualmente tranquila. No es que fuera una capital de la música y el jolgorio, pero parecía querer batir su propio récord de gris. Algo pasaba. ¿Algún dragón allí también? No, el pueblo estaba entero y los soldados no padecían estrés post traumático, además, había bastantes soldados, y muy pocas botas echando humo.

Un guardia les salió al paso. La bardo dejó al resto llevar la conversación. Cuando el tipo mencionó a los vampiros, sin embargo, dio un respingo involuntario. Vaya hombre, muy poco tardaba el pasado en dar la vuelta y morderles en las partes pudendas.

- Mi elocuente amigo Suro - dijo Karin con media sonrisa porque el montaraz había usado muchas más palabras que las que solía -. Y mis queridos compañeros ya lo han dicho todo, guardias, ¿Nos indicaríais, quizás, a dónde dirigirnos?

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01/11/2015, 10:57
Guardia

—Podréis alquilar una habitación en el Trago del Finado —dijo el guardia con voz pastosa—. En esta época del año debería estar a rebosar de curiosos que quieren visitar nuestro monumental cementerio. Pero entre la guerra civil y los problemas con los vampiros, hay habitaciones de sobra. 

El sargento de rostro enjuto hizo un gesto a sus compañeros para que os despejaran el camino.

—Decidle a la señorita Vinicia que el khajiita tiene permiso para quedarse. No os metáis en problemas y hum... rogadle a vuestros dioses... sean cuales sean... que no despertéis con un chupasangre dejándoos secos.

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01/11/2015, 11:19
Narrador

Continuasteis por la calle principal, llevando vuestros caballos al paso. La neblina era algo menos densa según os internabais en la ciudad, lo suficiente para permitiros veros las caras con más nitidez, pero no lo bastante para distinguir otros contornos. Vuestros pies continuaban sumergidos en bajas olas, como en una corriente de aguas grises, y las casas parecían haberse desvanecido.

Os detuvisteis ante un elevado y oscuro edificio que tenía idéntico aspecto que cualquiera de los otros de la población. Fue el cartel, colgando de sus argollas, el que os indicó que habíais llegado a la posada que mencionó el sargento de la guardia. 

La niebla se agitaba en torbellinos en torno a Khaled, como si fuera humo, al descender éste de su montura y subir las escaleras que conducían a la puerta, situada a la misma altura que sus propias cabezas. Arriba, el guarda rojo abrió la puerta de madera y pidió que se ocuparan de vuestras monturas.

—¡Por los huesos de Shor, un hombre atractivo en Falkreath! —apreció la camarera antes de echarse una capa sobre los hombros —. Me llamo Narri. Ahora hablamos más tranquilamente, guarda rojo.

Se trataba de una mujer de pelo castaño, ojos marrones y aspecto vulgar que iba vestida y pintarrajeada como una fulana. Uthgerd le lanzó una mirada asesina que había hecho cagarse encima a una bruja cuervo, pero la tal Narri hizo como que no iba con ella y guió vuestras monturas hasta el establo que había detrás de la posada.

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01/11/2015, 11:36
Valga Vinicia

El Trago del Finado resultó ser una taberna acogedora a pesar de su tétrico nombre. Una gran chimenea de cantos rodados abarcaba el centro de la gran estancia alargada, y sus chisporroteantes brasas se encargaban de atajar el frío y la humedad reinante en el exterior. El suelo estaba cubierto de hileras de mesas, cuyos bancos y sillas se encontraban vacías casi por completo. Sólo había media docena de hombres sentados a las mesas que llenaban el comedor, mirando silenciosos sus cervezas y sombríamente aislados en sus pensamientos. Era evidente que el negocio no funcionaba bien, pero también había señales de que en otro tiempo había sido próspero. Un gato (no un khajiita) estaba acurrucado en la piedra con los ojos cerrados y la cola enroscada en torno a las patas. 

Únicamente un hombre de aspecto sórdido, que fumaba apoyado en una de las columnas de madera, se dignó a dedicaros una mirada cuando entrasteis. Se golpeó ligeramente los dientes con la boquilla de la pipa en un ademán pensativo mientras os estudiaba con la mirada. Al ver vuestras armas, tomó una decisión: se sacó un cabo de cuerda del bolsillo de la chaqueta y empezó a mediros la longitud de los hombros y la altura.

—¡Por el amor de Mara, Kust! ¡Deja de hacer eso o espantarás a mi clientela! —protestó una voz desde detrás de la barra.

El aludido se retiró a regañadientes, musitando algo sobre "ir adelantando trabajo". La mujer que había levantado la voz dejó de limpiar el polvo de la barra con el borde del delantal y se acercó a saludaros personalmente.

—Bienvenidos a El Trago del Finado. Yo soy Valga Vinicia, la posadera —dijo una mujer imperial—. Hay una lata con tabaco junto a la chimenea, si queréis fumar. Invita la casa. ¿Os puedo ofrecer un vaso de vino para entrar en calor? ¿Quizá un plato de comida caliente o una cama mullida para pasar la noche?

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01/11/2015, 17:15
Elynea

—El enterrador local, supongo—respondió Elynea esbozando una sonrisa forzada—. Gracias, creo que nos vendrán bien como mínimo las últimas dos cosas.

No había podido evitar fijarse por el camino: En aquel lugar todos y cada uno de los establecimientos parecían hacer el chiste redundante de tener un nombre asociado a la muerte; que si la granja Luz Cadavérica, que si la tienda de alquimia Brebajes de la Tumba, que si la posada El Trago del Finado... Como si no fuera suficiente con albergar el cementerio más grande de todo Skyrim.

Qué pueblo más deprimente.

Se acercó a la barra mientras dejaba que sus compañeros se encargaban de escoger mesa. Lo cierto es que se sentía un poco rara haciendo aquello, o quizá era porque no sabía qué reacción esperar; era una clériga de Azura. O mejor dicho. Una clériga de Azura que venía de parte de un Vigilante de Stendarr. ¡Que hasta hace nada era la Custodio! Si aquello no era el colmo de la ironía, Uthgerd era el epítome de lo cortesano.

—Además... —carraspeó dejando descansar ambas manos al borde de madera—. Aunque la noche es larga, llegará el alba.

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02/11/2015, 00:38
Suro

Los buenos deseos de mejorar su carácter habían durado a Suro menos de un día, y desde luego llegar allí no mejoraba la cosa, el lugar donde todo parecía muerto, la ciudad más deprimente de todo Skyrim.

Sin decir nada se acercó a la barra y cogió un poco de tabaco. Un vicio que era pernicioso, hacía tiempo que lo sabía, pero que se permitía de vez en cuando, generalmente cuando necesitaba pensar imperiosamente. El simple hecho mecánico de ocupar su atención periférica en la rutina de la pipa y el respirar consciente, era suficiente para evadirse de su entorno, permitiéndole concentrar su consciencia en los problemas realmente importantes. Él no era muy inteligente, lo había sabido siempre, así que pensar en las cosas y conseguir una conclusión simplemente le llevaba más tiempo que a los demás, y si además tenía que ser una conclusión buena, simplemente le llevaba mucho más tiempo que a los demás.

Tenía frío. Toda su ropa estaba húmeda de cabalgar con esa neblina constante, cuyas minúsculas gotas de agua terminaban calando todo y parecían capaces de llegar hasta el mismo tuétano de los huesos.

Tomo una silla al azar y la llevó hasta el lado de la chimenea, se sentó de cara a ésta y caló la capucha para que el calor quedase retenido en ella y dejase de perder energía a través del cuero cabelludo, después tomó un par de leños y los apiló, a modo de reposapies, reclinando la silla hasta dejarla sobre solo dos patas, en una posición en la que muchos podrían caerse fácilmente. No era muy inteligente, pero era muy diestro, habría podido mantenerse en equilibrio fumando despreocupadamete sobre una sola de las patas.

Y pensó.

Nadie le vino a molestar, cosa que agradeció. En un momento un olor a comida caliente llegó a su nariz, pero no alteró su profunda concentración. Tampoco vinieron a llamarle para ir a comer, cosa que volvió a agradecer. Recargó la pipa tras sacudir las cenizas de la anterior contra la chimenea, y siguió pensando. Su ropa secaba rápidamente gracias al calor, así que cambió de posiciión para ir secando otra parte. Y siguió pensando.

No tenía ni idea de caunto tiempo había pasado cuando terminó de pensar. Había llegado a muy pocas conclusiones, pero firmes, algo extraño en él.

- Cenaré ahora -informó a la propietaria de la taberna- eso olía delicioso. Y necesitaremos que deje la puerta de fuera abierta o la llave por dentro, si los chupasangres atacan necesitaremos salir rápidamente a ayudar, haremos guardias.

Se sentó a comer y examinó sus conclusiones. Él no era la persona adecuada para lidiar con el tema de los dragones, no era un héroe, no era ni siquiera el amigo del héroe, ni su fiel escudero. Pero el grupo necesitaba a alguien que supiese ir por delante o seguir un rastro, tendría que seguir con ellos mientras no encontrase un substituto para esa función. Después, volvería, buscaría un nuevo grupo, y trataría de lidiar con el tema de los vampiros. Al fin y al cabo esa era su gran especialidad, rastrear y cazar muertos vivientes. Quizás los vigilantes pudiesen ayudarle, no es que le cayesen muy simpáticos, pero tenían el poder y la determinación de luchar contra esos enemigos tan poderosos. Claro que tampoco era él la persona adecuada para echarles en cara a otros que no fuesen gente risueña.

Lo irónico es que conocía a su substituto, y era ¡un thane! Seguramente él fuese de los poquísimos que conocía su secreto, extraña profesora de lenguas por el día, más extraña aventurera algunas noches. La había visto salir una vez de carrera blanca y por un extraño impulso lo había seguido, la había visto olfatear el aire nocturno como un perro y se había sitado a sotavento para poder seguirla, había sido una buena idea. Desde la distancia la había visto cambiarse, dejar sus coloridas ropas escondidas y salir vestida de riguroso negro con una capucha calada y embozado hasta los ojos. Desde lejos vio como seguía un rastro bajando la nariz a tierra. Y tras varias horas de seguir aquel olor, vió el objetivo, una pareja de Thalmor. Estaban en un cruce, discutían, uno le dio unos papeles a otro, y cada uno se fue por un camino distinto. La figura embozada siguió a uno durante media hora, seguramente para asegurarse que el ruido no pudiese ser escuchado por el otro thalmor, y después lo asaltó. Fue rápido, mortal, el otro casi no llegó a enterarse. Tomó los documentos, quitó todo lo que tenía de valor al Thalmor, y lo arrastró a unos matorrales. Todo rápido y limpio. Los lobos darían cuenta del cadáver antes del amanecer.

Nunca mencionó aquello a nadie. Nunca lo habló con aquella figura encapuchada. Simplemente hizo como si aquella noche no lo hubiese seguido. Había oído hablar de aquella figura mítica que combatía los espías thalmor, los propios thalmor estaban histéricos con ella, Suro había sido interrogado -y seguido- por los Thalmor por si pudiese ser él, pero se convencieron de que no lo era, tenía cohartadas para los momentos de las desapariciones de sus agentes. Pero jamás había pensado en aquella raquítica y enana bosmer.

El no había tomado partido en la guerra civil, pero no evitaba que tuviese sus simpatías, hacía suya aquella frase tantas veces escuchada en las calles de Carrera Blanca: "el día en que el imperio sucumbió ante el dominio de Aldmer, nos deshonró a todos". El no tomaba partido, pero tampoco tenía ningún inconveniente en que los espías Thalmor fuesen eliminados de tanto en tanto.

Aquella profesora podría reemplazarlo. Había sido una pena que no estuviese en Carrera Blanca cuando fueron llamados, seguramente habría estado con su pequeña afición de perseguir algún Thalmor.

Notas de juego

Máster, me tomo la libertad de hacer que Suro conozca el secreto de Fjorda. Así también presento el pj a los demás, aunque sea como metajuego.

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03/11/2015, 00:24
Khaled

Khaled trató de sonreír a la camarera, pero no le quedaban fuerzas para el gesto. No era la clase de mujer por la que hacía el esfuerzo. Al menos, no mientras estaba sobrio, mojado y agotado. Cuando esos tres problemas se resolvían, la magia de Sanguine hacía que las bocas recuperaran sus dientes perdidos, las arrugas se alisaran y los pechos se llenaran.

Ignoró al hombre que se acercó a tomarles medidas y se sentó en un banco sin respaldo, acodándose en la mesa y dando la espalda al fuego que ardía en mitad del salón.

—Y el vino también, señora —exclamó, divertido por la reticencia de Elynea a probar las bebidas que acariciaban vigorosamente la garganta, incluso las más suaves—. Tengo la vejiga tan vacía que siento el hueco en las tripas.

Mientras aguardaba, se quitó la coraza y la dejó a sus pies, junto con su mochila y sus armas. Se estiró las extremidades una tras otra, uniendo el crujir de sus articulaciones al crepitar de los leños en la chimenea.

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03/11/2015, 16:08
K'Dan

Una copa de vino, una cena caliente y una cama. La amargura de K’Dan con respecto al trato del guardia había desaparecido ante la perspectiva de disfrutar de una noche como aquella. De la posadera dependía que siguiera así. De momento no le había mirado mal ni había hecho una referencia a su condición de khajita. Era una buena señal.

Como decía mi padre, una cena sin vino es como un día sin sol Elynea. Estoy con Khaled, vino y cena.

Por una vez K’Dan no arrastraba las palabras al hablar, sino que lo hacía con una fuerza inusitada, animado por el hecho de disfrutar de una noche en una taberna. Hasta había mencionado a su padre aunque fuera de pasada.

Después, tal y como había hecho Suro, el khajita se acercó a la lata de tabaco para servirse, pero lo hizo doblemente. ¿Quién sabe cuando iba a disfrutar de otra dosis de hospitalidad en Skyrim?

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03/11/2015, 20:10
Karin

Después de haber muerto (porque a Karin no le valían las medias tintas como "malherida", no quedaban tan bien en las canciones), entrar en una taberna y oler a alcohol, a leña, a comida...no era el lugar más animado del mundo, pero con vampiros sueltos, bastante que les quedaban ganas de beber. Aquello hizo a la bardo preguntarse si los vampiros podían emborracharse si bebían sangre de alguien ebrio. Abrió la boca, para preguntarlo al aire como normalmente hacía, pero se mordió la lengua. Tenía el don de la inoportunidad, así que debía hacer lo contrario a lo que hacía normalmente.

Lo que hizo el tipo de la cuerda le pareció muy curioso, pero en seguida apareció la tal Valga Vinicia a invitar a tabaco y ponerse solícita. ¿Vino? ¿Qué era aquello? ¿Acaso se refería a ésa ambrosía dulzona y a la vez amarga que deshinibía su mente y desbloqueaba su inspiración? Era como escuchar entrechocar las jarras de Sovngarde...otra vez.

- Vino... - dijo con voz lastimera, como una pobre niña desamparada

Por suerte, los demás también se apresuraron a pedir la cena. Porque ella, como siempre, había pensado con el...bueno, con el estómago no, porque precisamente no había pedido comida. ¿Con el hígado entonces? Sonrío, divertida con sus propios pensamientos intrascendentes mientras echaba un vistazo alrededor. Tantas caras simpáticas...¿Quizá sería apropiada una canción?

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05/11/2015, 19:10
Valga Vinicia

—Y el camino es oscuro —apostillo Valga Vinicia a las enigmáticas palabras de Elynea con una sonrisa de oreja a oreja—, pero basta mirar el cielo para darse cuenta de que está cubierto de estrellas.

La posadera tomó una botella de vino, unos cuantos vasos de madera, un bol con pan untado en mantequilla de ajo y un pastel de cebolla y champiñones, depositándolo todo en una bandeja.

—Estoy pensando, ¿por qué no me acompañáis al salón privado? Allí estaréis más cómodos.

—¿Salón privado? —gruñó uno de los lugareños, levantando la vista de su jarra de cerveza—. Yo nunca he visto el salón privado.

—Lo verás cuando lleves oro en el monedero, Lund. Oh, Narri, ¿te encargas de atender la barra? —dijo en cuanto la camarera asomó por la puerta. Cuando la aludida asintió, le dedicó una sonrisa—. Gracias. Seguidme por favor. 

La posadera os condujo por unas crujientes escaleras de madera que había detrás de la barra y que bajaban hasta el sótano. Ahí había un pequeño saloncito, más pequeño que el comedor de la posada y presidido por una chimenea cargada de leña pero apagada. Valga pasó de largo y fue directamente a una pared en la que se erguía la cabeza disecada de un gato sable de las nieves. Tras asegurarse que nadie os había seguido escaleras abajo, la posadera hurgó en el interior de las fauces del animal y, tras pulsar un botón, el muro giró sin producir un sonido.

Al otro lado de la puerta secreta se hallaba un auténtico arsenal. Era una estancia amplia, excavada en la roca. Había varios maniquíes con armadura alineados en la pared, y media docena de panoplias que sostenían toda suerte de armas. Al fondo había incluso un horno y una forja apagadas, y herramientas para la fabricación y reparación de armas y armaduras. Por doquier se veía un estandarte que simbolizaba un sol de oro sobre fondo negro: el escudo de armas de la Orden de la Guardia del Alba. 

En el centro de la habitación secreta había una mesa alargada. Valga depositó la bandeja allí, y retiró una ballesta que, por su diseño, parecía dwemer. Alguien la había estado limpiando y engrasando. La posadera la cogió con sumo cuidado, casi reverencia.

—Se llama Buriza. Iba a llamarla Bianca pero el nombre estaba cogido —dijo con una sonrisa, mientras miraba a lo largo de la cureña —. Desmontada del brazo de una esfera enana y adaptada para que la dispare un mortal. Es la única ballesta compuesta de todo Tamriel. 

Fingió el disparo y el retroceso del arma mientras apuntaba a la pared antes de depositarla con cuidado en una panoplia.

—Sentáos, por favor. Supongo que venís por lo de los vampiros, pero supongo que no estáis al tanto de las novedades —dijo, sirviendo el vino—. Las criaturas que atacan recientemente Falkreath no son vampiros, aunque son difíciles de diferenciar ante el ojo inexperto de los últimos estadios de un vampiro que no se ha alimentado durante demasiado tiempo. Éstos son unos monstruos únicos, cuyo origen tiene un nombre propio: Zanglezra. Una vampiresa orsimer que se presentó en el nido de vampiros con una idea de lo más peregrina.

Puso los ojos en blanco.

—Ella creía que la licantropía podría curar el vampirismo, y en cierto y desafortunado modo, lo hace. Pero convierte a los sujetos en una monstruosidad: un híbrido entre vampiro y hombre lobo. Un hombre murciélago, si queréis llamarlo así, con la rabia feral de un licántropo en luna llena y la sed de sangre de un vampiro. Sed que, por cierto, nunca pueden saciar por más sangre que beban —dijo, recalcando el problema con un bufido—. De modo que el problema se nos está yendo de la manos. Debemos actuar antes de que se vuelvan locos y monten un ataque serio sobre Falkreath.

Por primera vez, dejó atrás su entusiasmo, levantó la vista y recorrió con ella vuestros rostros.

—Eh... ¿alguna pregunta?