Partida Rol por web

Turno 308

El beórnida asintió las palabras del erudito. Lo que ya se empezaba a convertir en ritual. - Si nos alcanzan no tendremos salvación y la misión perecerá con nosotros. No podemos fallar al Concilio Blanco. - Añade con redundancia. - Siendo sinceros el único que podría conseguir llegar a Lorien es Ástomer. Nosotros podemos seguir su rastro. Es nuestra única oportunidad pues los huargos no nos dejarán alcanzar nuestro destino. 

Finaliza, buscando en el aire a su halcón para llamarle y que le contase que observaba.

- No, Ha de ir Laufinwë - dijo misterioso Zigûr, dejando un silencio detras. 

- Aquel bosque puede proporcionarnos proteccion - comenzo a hablar de nuevo - Aunque cuentan las leyendas que en el habita una bruja elfa capaz de paralizarte con su mirada. - observo las caras de los presentes, sobre todo la de aquellos que, como el, nunca habia visitado esas tierras. - Pero yo creo que esa maltad nace del desconocimiento, aun asi, creo que un elfo deberia ser el primero en llegar y explicar nuestra situacion - dijo finalmente dejando otro rato para asimilar sus palabras.

- Yo podria hacer que uno de los jumentos corriese sin parar,  mas rapido que cualquier otro, sin siquiera cansarse* - otras misteriosas palabras palabras del mago.

Miro al elfo - Deberas llevar tu la caja, explicar en parte nuestra mision sin desvelar su naturaleza, podemos nombrar a Gandalf, y a Elrond, pero no la caja o el mensaje - queria que comprendiese que el secretismo de la empresa era parte importante de la misma

Drustan se agitó incómodo ante las misteriosas palabras del erudito, mas no tenía nada más que añadir. - Que así sea.- Asintió.

DEspués silbó fuerte para llamar a su halcón y poniendo su brazo protegido, esperó a que bajase de los cielos

Resolución Turno 308

Discutieron algo sobre enviar un avanzado del grupo hacia Lorien. Zigur dijo ser capaz de hacer que el caballo no se cansase en su galope y se sugirió que fuese Laufinwë el enviado. Pero el semielfo se sumió en el mutismo. No parecía inclinado a hacerlo si no había más remedio.

Y lo cierto es que si mandasen alguien sólo y fuese capturado no serviría nada de lo que habían hecho. Al final concordaron en poner en marcha el plan si se veían en una situación comprometida. Y siguieron camino lo más rápido que pudieron durante la mañana.

Cabalgaron sin contratiempos durante un buen rato. Las provisiones que Ástomer había conseguido el día anterior les permitieron entretener el estómago en el desayuno y aún quedó un poco para la comida.

La marcha parecía esconder a los lados del camino orcos o aún peor huargos. Tenían los pelos de punta. Y de repente a su derecha sonó un cuerno y no había sido demasiado lejos. Tal vez a unos kilómetros nada más. Lo peor fue que un aullido contestó a su izquierda. De algún modo los orcos y los huargos les perseguían en conjunto y si les encontraban a la vez su fin sería cierto.

Turno 309.

Sonaron los cuernos. Ya no tenían tiempo para decidir. Volvió a llamar a su halcón para ver que habían visto sus ojos desde el aire.

- Tan sólo nos queda correr tan rápido como nos den nuestras fuerzas. Zigur, guarda ese don tuyo para escapar solo en caso de que nos alcancen. Nosotros te daremos todo el tiempo que podamos comprar con nuestras vidas.

Hok te indica que los huargos están más cercanos que los orcos. Son una manada, no más de una decena.

Los orcos están más lejos y son menos, se han debido desperdigar para cubrir más zona y pillaros. Es sorprendente que los orcos os mantengan el ritmo pero recuerdas que aunque suelen ir más lentos que vosotros apenas descansan.

Turno 309

El enemigo parecía asediar en cualquier punto no sólo desde atrás ya se escuchaban sus cuernos por todos los lados lo único que podíamos hacer era correr, y así lo grité ¡CORRER! fueron mis únicas palabras antes de conducir a mi montura a la carrera viendo la reacción de mis compañeros que sin lugar a dudas correrían por la situación tan desesperada. Los caballos habían conseguido descansar así que una breve carrera hasta que escucháramos el sonido de los cuernos alejarse no los iba a extenuar.

Resolución Turno 309

Galoparon. Lo hicieron unos diez minutos y luego durante más de una hora lo sustituyeron por un trote ligero para no agotar las monturas.

A sus lados los aullidos de los huargos parecieron acercarse y durante unos tensos minutos pudieron verles a su derecha. Eran un grupo de cuatro animales el que les perseguía.

Si no fuese por la presencia de los orcos al otro lado enfrentarles hubiera podido plantearse. Después de aquello apenas se detuvieron a comer. Ya casi no tenían comida.

Ástomer tiraba de ellos como podía y aunque les exigía continuar él mismo se mostraba cansado. Lo estaban todos.

Todo el día trascurrió igual, de modo que la extenuación comenzaba a notarse. Llevaban dos días ya sin apenas dormir y comiendo de malos modos. Al comenzar a alargarse las sombras del atardecer hicieron un último esfuerzo. Debían sacar la mayor distancia posible para poder acampar intentando esconderse al mismo tiempo.

Continuar la marcha por la noche no era una opción viable. Algún caballo tropezaría y podría romperse una pierna o alguno de ellos caería de la silla vencido por el sueño y los Valar sabían que los jumentos también debían descansar.

Ajeno a todo ello el atardecer en el folde perlaba de oro el inicio del bosque de la bruja que se podía ver ya al fondo del horizonte.

Turno 310

El beórnida se aprovechaba de la rabia para seguir adelante. En otras circunstancias habría estado alegre de cazar un par de aquellas bestias de cuatro patas, pero les demoraría el tiempo suficiente para que los orcos les dieran alcance, y tras escapar milagrosamente una vez, era mejor no volver a tentar a la suerte

Llamó a su halcón para cazar con él, quizá Hok podía encontrar alguna paloma descuidada que les sirviera de cena.

Había muchas cosas que hacer así que dejé al montaraz lo de buscar refugio yo me puse a cuidar de los animales y traerles algo de agua para beber.

¿Haremos guardias? sí la hacemos estoy dispuesto a hacer la primera fue lo único que dije antes de ponerme a cuidar y calmar a los caballos dejándolo en una zona que tuviera buenos pastos, que la soga estuviese bien amarrada pero dejándole espacio para andar y que tampoco estuviese apretada para que se mantuviesen relajados después traje algo de agua para que bebiesen y también estuve frotándoles con agua para quitarles el sudor y refrescarlos.

El cansancio comenzaba a hacer mella en los caballos y pronto en muchos de nosotros, pero no había tiempo para parar. Me adelanté un poco para buscar algo de comida. Si alimento, el cansancio vendría antes y nos podrían atrapar; prefería perder un poco de tiempo en buscar algo que echarnos a la boca.

Descansad un poco vosotros, dije antes de partir en solitario en busca de alimentos.
 

- Si, descansemos, y mas que nosotros, las monturas. - Dijo Zigûr - Mañana sera un largo dia, y dependemos de ellos para llegar a un lugar seguro - dijo refiriendose al bosque. Los hombres temian aquel bosque, pero los orcos... no se atreverian.

Como cada noche, Zigur escondio la cajita con el mensaje, por si eran sorprendidos en mitad de la noche, no queria que fuese encontrada por el enemigo si todo salia mal. Ya era todo un ritual, por la mañana la recogia y volvia a guardarla a buen recaudo bajo su tunica.

No tardo en dormirse, no sin antes pedir ser depertado cuando fuese su turno de vigilancia, estaba cansado.

Resolución Turno 310

Adronath no podía más. Se quedó dormido mientras estaba de guardia. Lo que hizo que todo el mundo se despertase tarde y que él estuviese todavía más machacado por no haber dormido de modo apropiado. Los Valar quisieron que Ástomer hubiese encontrado una zona muy escondida para pasar la noche. Un mal presentimiento les sobrecogía a todos, el cielo mismo parecía haberse oscurecido a pesar de que el sol debía haber salido unas horas antes.

Alguna brujería les seguía buscando su perdición. En su corazón sabían que este ultimo trecho iba a ser el peor. Ya se veían cercanos y a pesar de ello extremamente lejanos los árboles que marcaban el inicio del bosque. Tal vez al final del día, si se esforzaban realmente consiguiesen llegar.

Pero habían perdido mucho tiempo. Adronath estaba lleno de calambres por haber dormido en mala posición y la pierna, aunque curada, le seguía dando pinchazos y se le había quedado algo fría.

Zigur había dormido mal, las pesadillas le perseguían de modo extraño negándole el descanso. Tal vez era la tensión acumulada de todos aquellos días, tal vez era algo más. Pero no había tiempo de buscar motivos o razones. Era momento de apresurarse.

Hok había traido un pequeño conejo que se negaba a compartir aunque dejó que Drustan le arrancase una pequeña porción que apenas le satisfizo.

Ástomer por lo menos encontró algunas setas comestibles y otras hierbas pero la comida escaseaba para todos que compartieron un desayuno exiguo que tenía más condimentos que sustancia.

Entre lo que quedo entre sus uñas y sus dientes apenas nada llegaba al estómago y el ruido más fuerte que se produjo aquella mañana era el de los estómagos hambrientos.

Pero salieron y lo hicieron con prisa. Estaban empeñados en su misión y se habían propuesto cumplirla a como diese lugar. Y si eso incluía juntar su estómago con su espalda, cabalgar a punto de dormirse con riesgo de caer del caballo o morir entre los dientes de un huargo ¿qué importaba? El concilio confiaba en ellos y si el mensaje llegaba cambiarían el destino de los pueblos libres. ¿qué más podían querer?

Llevaron un ritmo infernal, todos tenían la vista puesta en el horizonte mientras a su alrededor a pesar de ser de día la sombra ocupaba parte del cielo y oscurecía el ambiente. Cabalgaban a paso rápido, trotaban deprisa y había momentos en que casi galopaban pero los caballos estaban cansados y no se dejaban forzar más.

Elhoram trataba de impulsarles con palabras escogidas de su pueblo, que sabía más de tratar a los caballos que a cualquier otra cosa y esto hacía que aguantasen un minuto más del castigo que sufrían para al minuto siguiente volver a disminuir el paso y el rohirrim con infinita paciencia volvía a hablar para que no desfalleciesen.

El paisaje comenzaba a salpicarse de árboles, inconexos todavía y apenas habían parado para comer diez minutos rebuscando las migas en sus bolsas cuando el viento trajo un olor conocido.

¡Huargos! Gritó uno de ellos. ¿Quien era? Podía haber sido cualquiera. A su espalda cuatro de aquellas bestias corrían como el diablo persiguiéndolos.

Parecían azuzados por los látigos de los Balrog. Las lenguas babeantes de repugnante icor. Galopaban detras de un ejemplar especialmente grande.

El bosque, tan cercano y tan lejano a la vez se mostraba como si fuese el acogedor regazo de una madre. ¿Llegarían?

Desataron a galopar y uno de sus perseguidores aulló haciendo temblar a todos y llamando por lo visto a otro grupo de seis animales que se juntó a la persecución. La tarde llegaba a su fin, la noche se cernía sobre sus almas y sus esperanzas. Sólo quedaba una frenética galopada hasta el linde del bosque.

La muerte les perseguía encarnada en dientes y garras de huargo.

¿Llegarían?

El beórnida asintió. - Estamos cerca de nuestro destino pero más aún nuestros enemigos de nosotros. Mañana deberemos marchar hasta exalar nuestro último aliento. Montaremos guardias y saldremos un poco antes de las primeras luces. Roguemos a los valar tener éxito.

Turno 311

Su situación era desastrosa. Hasta su amigo Hok parecía estar harto de sus compañeros e incluso de él mismo. Le costó tranquilizar el agrio humor del ave.

El ignominoso fallo de Adronath les podía haber costado la vida. Maldiciendo, pero sin perder ni un segundo en discutir, montó en su cansada montura y se dispuso a atravesar la tierra de nadie tan veloz como pudiese. Al fondo parecía estar la salvación en la forma del frondoso bosque.

- Amigo Zigur, no mirés atrás, ¡utiliza tu magia y sálvate! Uno de nosotros tiene que lograr la misión. - Rogó al erudito antes de que el ruido de la persecución hiciera imposible la comunicación

Turno 311

Por fin nos encontrábamos en el trayecto final hacia nuestro destino al límite de nuestras fuerzas ya que la comida escaseaba y por los alrededores se encontraba poca cosa para comer. La noche también estuvo plagada de nerviosismo ya que una sombra se cernía sobre nosotros, los desvelos fueron frecuentes y al final no se descansó lo mínimo para recuperarse más haciendo acopio de las últimas fuerzas que quedaban en mi ser monté a mi caballo y con un leve susurro le di ánimos hacia la última carrera.

El caballo se encontraba igual o más cansado que nosotros, el esfuerzo para que soportaran la caminata dio sus frutos aún así también llegaban al límite de sus fuerzas cuando nos vimos perseguidos por un huargo que en cuanto nos avistó lanzó un aullido que hizo gemir a todas nuestras monturas sumándose desde la arboleda un grupo que haría desfallecer hasta al más temerario. Avisté unos seis en total todos tan grandes como nuestras monturas pero de una ferocidad que hacía temblar al guerrero más avezado, aún así seguimos esperando que nuestros caballos no se dejaran llevar por el pánico...

311 

La situación era mala , no estaban en sus mejores momento y para colmo estaban perseguidos por un grupo de huergos y tras estos los orcos ansiosos de volver a capturarlos para a saber qué , en el mejor de los casos si no lograban escapar morirían luchando mientras esparaba que alguno pudiera escapar para cumplir la misión . 

El medio elfo estaba cansado como todos pero hizo lo imposible para no retrasar al grupo , aunque por desgracia tanto montar a caballo a esta velocidad le había dejado exausto y se notaba con sus maniobras con el caballo que era mucho más torpes de lo normal . 

Turno 311

Al montaraz aún le quedaban algunas energías y galopaba rápido y veloz en busca de la seguridad que les puediera dar el bosque lindante que se veía a lo lejos de la explanada.

No por ello dejaba de mirar hacia atrás, buscando con la mirada como se acercaban esa manada de endemoniados huargos, y sobre todo, si alguno de sus compañeros desfallecía y no conseguía llegar antes de que les dieran alcance.

Turno 311

La noche no ayudo al mago, su descanso se veía interrumpido cada dos por tres. Un pequeño fuego casi incapaz de calentar, el duro suelo en que el que se había acomodado, y la creciente sensación de ser alcanzado, habian logrado quitar un reparador sueño. Zigur se levanto dolorido, sus huesos, aun jóvenes, estaban entumecidos cual anciano. Pero lo peor era la sensación de sueño, esa falta de descanso necesaria.

Sin embargo partieron a toda prisa, sabiendo que los orcos los perseguían. Zigûr dejo a mano un pliego de pergamino, por si se veía obligado a llevar a cabo la opción que había propuesto, recogio la cajita que había escondido y se preparo para partir. Subieron a lomos de las monturas y comenzaron la nueva etapa, que no seria la ultima, con la que alcanzarían la seguridad del bosque de Lothlorien. Apenas habian comenzado su andadura, cuando aparecieron en la lejanía varios huargos. Animales grandes, con un aspecto de lobos, pero con una maldad deforme. Avidos de sangre esas bestias corrieron hacia el grupo, estaban perdidos, debían llegar al bosque...

El cansancio podría jugarle una mala pasada, habian sido muchos días de huida frenética, poco descanso y para colmo esa ultima noche... No estaba seguro de lograr llegar al bosque, de poder huir de los huargos.

Fue entonces cuando Drustan insto al mago a usar su poder, a hacer que su caballo saliese corriendo, en asegurarse que al menos uno completase la misión encomendada. Al ver los huargos, no dudo en hacer caso al beornida. Rescato del bolsillo de su túnica el pergamino y se dispuso a leerlo. Lo hizo con voz profunda y llena de convencimiento. - Que el viento empuje tu coraje y que te haga volar sobre la pradera. Que Örome te guie - Tárë linga vacco nu tië, palla mírëa an hap, ré núr Örome lauta hesta.