Partida Rol por web

Carretera del nordeste. Vengo de la isla de Kishala, en barco hasta Linhaere y de ahí a Fenwood.

el motivo es porque es en Kishala donde estaba investigando las ruinas de las que saqué la lanza y me pareció el camino más corto.

Carretera del sur...siendo más concretos, volviendo de Highstone de que el herrero enano me hiciera el apaño del brazo, paro en Valhoran y cojo un barco hasta Obendar, que así camuflo mi rastro.

(lo siento por el error)

Bosque a través desde el oeste (Obviamente XD)

Despues de una buena temporada en el enorme bosque de Griffonwood, ya que pensaba que si habia alguno de su raza, de seguro seria en un bosque especialmente impenetrable, Arbahin regresa finalmente a su hogar. El camino lo llevo hacia el terreno que mas conocia: su bosque.

En el camino de vuelta desde tierras del norte, Elius decidió detenerse en la gran ciudad de Valhoran, lugar de encuentro entre comerciantes de muchas tierras. Tras pasar unos días allí, para cruzar el lago eligió una pequeña ruta en barca que iba a parar a una pequeñísima aldea situada en el extremo norte del bosque de Griffonwood, al pie de los caminos que atravesaban las montañas. La aldea, llamada Jackwood, era de relativa juventud y no aparecía en demasiados mapas, consistía en simplemente en una comunidad de leñadores y una posada que hacía su dinero alojando a los pocos viajeros que venían atravesando las montañas.

Elius había elegido esta ruta (que seguía atravesando el bosque hasta la ciudad de Haliard, y bajando por la carretera principal del noreste hasta Fenwood) más bien por nostalgia que por otra cosa. Era una escusa para cruzar el bosque de Griffonwood y recrearse en sus plantas, árboles, y frondosidad. A pesar de que atravesar el bosque (aunque fuese una pequeña parte, como digo, hasta llegar a Haliard) era un camino más complicado que la ruta seguida por las carreteras de la comarca, Elius no tenía que preocuparse de los salteadores de caminos, y aunque pudiese haber otros peligros, se sentía más confiado en un lugar donde había pasado casi toda su vida: entre árboles.

Carretera del noreste

Gloria había tenido su viaje, pero no había encontrado demasiado de sí misma por aquellas tierras, nadie recordaba que ella hubiera nacido por aquellas tierras. ¿Habría su mentor mentido sobre todo aquello? NO, no podía ser que le hubiera mentido. Él era un hombre de Fe.

Aquel viaje fue más productivo de lo que pensaba, encontró su poblado, y encontró a su madre ya más anciana, y su padre había muerto años atrás. Quedó con ella aquellos años, y cuando su madre supo de su gran potencial, la llevó a ver  a una antigua sacerdotisa que conocía, pero la mujer era ya mayor y su muerte estaba próxima. Pero cuando miró a los ojos de Gloria, le dijo que su destino sería grande y ella haría todo lo posible por enseñarle todo cuanto sabía.

Gloria aprendió mucho de aquella mujer, a canalizar aquel poder para realizar hechizos de curación y protección. Algunos de ataque, pero Gloria no deseaba el mal alguno, a lo que la anciana sacerdotisa siempre le decía que posiblemente ella no quisiera el mal de nadie, pero muchas criaturas sí se lo desearían a ella y que debía protegerse bien.

En aquellos años conoció gente que le hizo bien y alguna que le hizo ver mas odio y temor ante su presencia, pero nunca olvidaría aquella que le ayudo sin recibir nada a cambio, gente que le hizo ver que no todo era malo en aquel mundo hostil.

Ya notaba poco a poco como la energía del Templo de Oxidion estaba mas cercana a ella y le guiaba hacia su hogar. Pronto vería a su maestro, a sus compañeros y a ....Kromwill. 

Un rubor tapó sus mejillas y una sonrisa embelleció su rostro. Ya quedaba menos...pronto estaría en casa.

El primero de los dos soles sale una vez más por el horizonte en el continente de Talandor, y la calma recorre todo el camino junto al albor que va iluminando lentamente la tierra, los bosques, las montañas y ciudades y, al igual que al llegar, finalmente ilumina el oceano. Para muchos, éste puede ser un día más como cualquiera de los que lo han precedido, y como muchos de los que lo seguirán cuando se acabe. Sin embargo, para vosotros es un día especial, pues hoy se cumple el tercer aniversario de vuestra separación, y eso significa que todos deberíais volver a veros en la posada de Fenwood.

La noche había sido tranquila, tumbado en la vasta llanura que separa el bosque de Griffonwood del pequeño pueblo. Llevaba ya varios días de viaje campo a través, pero para una figura como la de Arbahin esa clase de terreno no era problema alguno. Y además no había suelo capaz de detenerlo a sabiendas de que si mantenía esa velocidad para antes del mediodía podría encontrarse de nuevo en compañía de sus amigos. Podría parecer que no, pero es cierto que los había echado mucho de menos en sus viajes entre tierras inóspitas, sin lograr encontrar aquello que buscaba.

Tras una noche tranquila aunque un tanto ajetreada, te despides de la pequeña caravana que alcanzaste al ponerse el segundo de los soles de la tarde anterior y que al descubrir que tenías conocimiento de medicina te acogió con ganas para ponerle un emplasto a un niño que se había dislocado un tobillo jugando por entre los animales. Con eso te ganaste una cena caliente y compañía, que es más de lo que podías pedir desde hace varios días con tu viaje tranquilo. Por supuesto, con las ansias de llegar a tiempo te despediste nada más llegar el primer amanecer, y ahora la distancia que os separa ya es grande, si seguían al mismo paso tranquilo. Con fortuna, no serás el último en llegar a la reunión.

Pasada una noche tranquila al raso, te levantas una mañana más con renovada energía para emprender la caminata. No puedes ver hacia dónde te encaminas, pero no por ello es menos cierto que sabes que la dirección que llevas es la correcta y que no deberías tardar más de unas horas, medio día a lo sumo, en llegar a tu destino. Con eso en mente, tomas tu bastón y vuelves al camino, disfrutando del grato ambiente que empieza a ser conocido.

El trayecto en barco ha sido un viaje tranquilo, con un tiempo que acompañaba y ninguna clase de problema a bordo. Por eso, cuando llegasteis ayer a punto de anochecer al embarcadero cuando deberíais haber tardado hasta la mañana siguiente no pudiste sino alegrarte, sabiendo de seguro que llegarás a tiempo a la cita. Aunque podrías haber viajado el resto de la noche, te lo tomaste con tranquilidad pidiendo una habitación en la posada cercana. Ahora, recién desayunado, te sientes preparado para recorrer las pocas horas de caminata que quedan hasta llegar a tu hogar y ver a tus viejos amigos.

Tu paso es rápido, como suele serlo siempre, y más después de una noche tranquila al raso. Tu única preocupación es que alguien se entere del valor del arma que llevas contigo, pero no ha habido rastro alguno de saqueadores ni cortagargantas desde que saliste de Obendar. Ahora, sabiendo que te queda muy poco para alcanzar tu destino, casi te sientes con más ánimos de apretar el paso y llegar antes que todos tus amigos al encuentro que tendrá lugar hoy.

Te has despertado muy pronto, antes del primer albor, a causa de uno de los pasajeros dolores que atenazan la abominación que llevas adherida al torso en lugar de tu brazo. Decidido a aprovechar ese tiempo y como manera de quitarte el dolor de la cabeza, continúas tu camino hacia el destino impuesto, el regreso a casa. Falta poco para el primer amanecer cuando te ves obligado a dar un rodeo por fuera del camino para adelantar una concurrida pero pequeña caravana acampada al lado del camino, solo por la preocupación de que te invitasen a viajar con ellos o descubriesen tu secreto. Por suerte, parecen más preocupados por preparar su partida y puedes retomar el camino poco después. A este ritmo, estarás en casa antes del mediodía.

Kromwill adelantó rápidamente a la caravana. Cuando estaba a suficiente distancia, comprobó su brazo. La pieza de armadura, de factura enana y que le cubría todo el brazo izquierdo, seguía perfectamente colocada. Desde que mandó hacerla, solo se la había quitado para aplicarse la higiene más básica, ya que necesitaba tener cubierto ése abominable brazo.

“No tengo bastante con cargar con él, sino que además de vez en cuando da descargas de dolor” pensó, amargado. Las runas que cubrían esa zona de la armadura seguían bien, y no habían empezado a hacer nada raro, a si que supuso que simplemente el brazo se había despertado un poco rebelde ésa mañana.

Siguió caminando hacia el norte, con una mezcla de emociones extraña en su interior. Por un lado, quería reencontrarse con sus amigos, ver a su familia, volver a los días de antaño…pero por otro lado sabía que eso último no era posible, ya que ahora estaba cargando con algo que antes no tenía, y que iba a dificultar todo mucho…su familia le seguiría queriendo igual, suponía…y tenía intención de enseñárselo…al fin y al cabo, eran sus padres y merecían saber la verdad. El problema estaba en el resto, sobre todo en…”Gloria” pensó el guerrero “Quiero verla…pero no quiero que descubra esto, es algo abominable, y como sacerdotisa, sentirá repugnancia por mí…debo alejarme de ella”.

Gloria sintió el sol salir y era la señal de continuar su viaje, estaba tan deseosa de llegar, poder sentir de nuevo a sus amigos era algo que deseaba con todas sus fuerzas. Los echaba realmente de menos.

Recogió con esmero sus cosas, y los cerró en su petate, para luego colgarlo en su espalda y continuar por un sendero invisible a un destino ya conocido.

Los pasos de Gloria eran rápidos y decididos, una sonrisa decoraba su rostro. En aquellos 3 años había cambiado un poco, su pelo había crecido, sus curvas se habían acentuado, sus ojos aunque no vieran, eran más sabios que cuando se fue, y su poder estaba más desarrollado que la última vez.

Ya quedaba menos y lo sabía, solo era cuestión de seguir caminando.

A lo lejos, los primeros árboles cercanos a Fenwoof comienzan a romper la monotonía del paisaje, esos árboles tan conocidos y añorados... Me pregunto si alguien más irá por este camino... No, mejor que no y así cuando lleguemos el reencuentro será mucho mejor.

Una agradable brisa golpea mi rostro y me trae olores de tiempos lejanos. Mi vida en aquél pueblo había estado bien a pesar de algunas cosas malas.

Parado al borde del camino y escudriñando el horizonte, observo los rayos de sol naciente, que acarician suavemente extensos campos. Un revoloteo en el estómago, mezcla entre nerviosismo y emoción, me saca de mi ensimismamiento.

"Por fin ha llegado el gran día." pienso sin poder evitar sonreir. "¿Cómo estarán todos? ¿Les habrá ido bien? Tres años es tanto tiempo... Seguro que el rompecorazones de Kromwill aparece casado y con hijos."

Este absurdo pensamiento me hace soltar una leve risita, y con decisión, me dispongo a continuar mi viaje. A pesar de que solo hay que seguir un camino sin bifurcaciones, aún queda un largo tramo para llegar a Fenwood. Por suerte, la noche anterior había dormido plácidamente gracias a la hospitalidad de los dueños de la caravana, y me encontraba descansado. Quizá fuera por las ganas de llegar, por la cercanía de la aldea... Pero me había despertado como nuevo, como si nunca me hubiese ido. Aproveché esta sensanción de vitalidad, eché a andar camino adelante.