Partida Rol por web

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Todos escuchabamos perplejos ya que era mas que obvio que nos usarian en el mejor de los casos para algun sacrificio masivo. Las disculpas de Agni eran vacias en ese momento asi como que, según entendía, estaba el grupo de los Vampiros y un grupo de Mercenarios que describió Bjorn aunque seguramente eran todo lo mismo. 

No importaba, estaba claro que ibamos a morir luchando aunque no tuviesemos armas. Miré alrededor notando que no podias hacer nada mas de momento. El argoniano y el hombre negro con el símbolo de Akatosh terminaban de vernos como ganado antes del matadero. Era seguro que saboreban nuestras carner en el asador por asi decirlo.

Mi corazon se acelero sin clemencia y sin darme cuenta tal vez por la misma impotencia de lo que habia pasado, tal vez porque no queria morir alli, tal vez por inexperta o inconciente, tal vez por los dias que llevabamos prisioneros, tal vez porque solo queria accion.... ataqué!

Seguramente no haria daño, era una tonteria, pero necesitaba hacer algo para demostrar que no me doblegaria tan facilmente y ahora sabia que no era la única.

Mis manos se juntaron para dar salida a un haz de luz que salió de ellas hacia donde nos obsevaban nuestros captores. 

Mes de Helada, Alto Hrothgar

La mirada de Bjorn destiló el desprecio más absoluto cuando la figura lóbrega se acercó al otro lado de los barrotes. Si las miradas mataran, en aquel instante el individuo que parecía dar las órdenes al argoniano se habría desintegrado.

- Volkar… - Susurró entre dientes el nórdico. En un tono apenas audible salvo para los que estaban más cerca de él.

Con la atención fija en Vokar, y levemente en el argoniano, apenas alcanzó a escuchar algunas palabras. ¿La Llegada? Seguro que Volkar tramaba algo. Los sacrificios eran para algún ritual de invocación, estaba convencido. ¿Pero de qué? ¿A quién pretendía invocar? Cerró los puños e inspiró hondo para calmarse.

Pero entonces, tan repentinamente como la calma llegaba a su mente, para tratar de actuar de forma racional y buscar una verdadera oportunidad para escapar, la mujer que se había presentado como Sienna juntó sus manos y desplegó algún tipo de magia sobre Volkar y Tee-Lei.

Bjorn ahogó una exclamación de advertencia. Era tarde. Probablemente no lograría nada con ello, salvo que trataran de castigarla para dar ejemplo. Disimuladamente se hizo a un lado y agachó la cabeza, en postura aparentemente sumisa… pero dispuesto a atacar si alguno de los guardias abría la celda para tratar de reprender a la infractora.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

El repentino ataque mágico de Sienna, que invocó el poder de su diosa entre sus manos, resultó infructuoso. Quizá nerviosa, el rayo mágico terminó impactando contra la pared dejando una mancha negruzca en la misma. Tee-Lei reaccionó tratándose de cubrir, pero Volkar ni se inmutó, ni por falta de miedo, sino de falta absoluta de todo. El argoniano siseó enojado mientras miraba a los guardias.

—¿Por qué aun puede lanzar magia? —amonestó el hombre-bestia. Los guardias no respondieron, cohibidos, pero la reacción de Volkar inhumanamente tranquila. La única respuesta que recibió del sacerdote corrupto es: "Prepáralos". Dicho esto se marchó por el pasillo dejándoos con el argoniano.

Cuando os encontrasteis solos con el lacayo de Volkar, Tee-Lei os miró con detenimiento los unos a los ojos, esbozó una sonrisa malévola mostrando sus dientes.

—¿De verdad creéis que os hemos puesto en una misma celda sin una medida de seguridad? —preguntó el argoniano como si se hubiera percatado de las intenciones de Bjorn. Llevó la mano a un lateral de la pared, del lado del pasillo, presionó algo allí. En el acto todos sentisteis una profunda pesadez en los cuerpos, tanta era la fuerza de la gravedad impresa por aquel hechizo que os terminó por dejar paralizados y exhaustos —. Llevaos al anciano guardia rojo y a esos dos nórdicos. Ellos serán los primeros —hizo una pausa, volvió a miraros con indiferencia —. Los demás podréis ver desde aquí cual será vuestro destino. Quitadle su foco divino. No más errores.

Con sus últimas palabras dos guardias entraron ciñendo unos extraños anillos que les permitieron ignorar la presión mágica de la sala. Quitaron a Sienna su foco divino, que lo había podido esconder con éxito hasta ese momento, y se llevaron a Nabar y otros dos nórdicos de la sala. Cuando la puerta de la celda volvió a cerrarse, Tee-Lei desactivó el campo de presión y se marchó tras mirar con indiferencia el furioso rostro de los guardias rojos restantes. Volvíais a poderos mover con libertad dentro de vuestra celda.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Al instante que mi cuerpo se pudo mover nuevamente estrellé ambos cantos de las manos, hechas puños, contra los barrotes de aquella maldita celda -¡Nabar, no! ¡¡Infelices, los voy a despellejar uno a uno y haré capas para toda mi famila!!-.
Impacté una y otra vez mis manos contra el metal hasta hacerlas sangrar, luego me aferré y comencé a sacudir la puerta, enloquecido.

Sabía que era inútil, matarían a mi maestro con aquellas trampas cobardes.

Debía salir de allí, debía salvarlo aunque mi vida de eso dependiese debía... -debes cumplir tu misión- me dije a mí mismo al voltear y ver el rostro del diplomático. Mi cuerpo se tensó nuevamente, sintiendo tronar mis propios nudillos e intensificando el dolor que ya tenía -tiene que haber una forma de salir de aquí, los guardias no están-.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Bjorn se limitó a seguir a Volkar con la mirada mientras el sacerdote se alejaba. Luego mantuvo la mirada desafiante ante Tee-Lei, pero no sirvió de nada. Tras las palabras del lacayo de Volkar, Bjorn notó cómo el cuerpo le pesaba. Más incluso que cuando llevaba su armadura. Trató de aguantar, apretó los dientes… pero cayó como el resto.

En su interior rezaba porque el argoniano le escogiera a él de entre los cautivos para sacarlo y prepararlo para el sacrificio… Pero no tuvo tanta suerte. Tee-Lei escogió al guardia rojo y a otros dos nórdicos. Si al menos hubieran sacado a Bjorn, éste habría podido intentar algo.

El que se había presentado como Tavase se lanzó contra los barrotes en un ataque de frustración. Bjorn lo comprendía muy bien. El nórdico se acercó con sigilo hasta Tavase y apoyó una mano en su hombro antes de susurrar.

- No llames la atención, centrémonos en la cerradura. –

Lanzó un vistazo hacia atrás para asegurarse de que el resto de los presentes estaban bien, en especial Sienna. La mujer había sido lo suficientemente hábil como para ocultar algo que podía haberles hecho escapar. Si hubiera reservado su magia para otro momento…  Pero había cometido un error al liberar su magia cuando todavía estaban encerrados. Bjorn no podía reprochárselo. De momento era la que más había intentado, o contribuido, para escapar.

- ¿Puedes abrir ese cerrojo? – Preguntó a Tavase de nuevo en voz baja. – Si lo logras trataré de llamar su atención, distraerles… Vosotros liberad a Nabar y los otros dos. Luego reduciremos a los guardias y escaparemos. –

Con cómo lo decía casi parecía que sonaba sencillo. Y aunque Bjorn trataba de transmitir seguridad, estaba bastante convencido de que muchas cosas podían salir mal. Pero desde luego, prefería morir luchando a ser sacrificado a algún daedra oscuro.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Casi inmediatamente de mi disparo noté lo estupida que había sido aunque no me amilané.

La inmovilización había sido imposible de vencer para cada uno de nosotros y cuando finalmente se habian llevado mi foco me habia dejado completamente indefensa. El vacio que sentia era tan profundo que tal vez hubiese sido mejor estar desnuda. Aun asi una vez liberados de la fuerte inmovilizacion me concentré en mi Señora.

Sentada, con toda la furia que sentia por dentro, elevé mis oraciones hacia ella para que no nos abandonara en este momento de penuria y nos ayudara con alguna idea para poder huir de alli.

Mientra miraba con odio al Argoniano y el sitio por donde habia salido estaba segura que aunque nunca habia matado en mi vida no dudaria en hacerlo contra cualquiera de esos engendros. 

Al parecer Bjorn tenia un plan y tal vez el otro hombre podria abrir la puerta. Tal vez tendriamos una oportunidad asi que estuve lista para ayudar como fuera posible.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Un examen detallado de la situación hizo que vierais que la posibilidad de abrir la celda sin unas herramientas iba a ser una tarea imposible. Farasad, tan quejica como era, se acercó a Tavase para animarlo, las palabras del diplomático eran cálidas y apacibles, pero probablemente no podían apagar el fuego de la ira que sentía el joven guerrero. Arnvid se acercó a la puerta de la celda, maldijo en voz baja.

—Esos desgraciados.. lo tienen todo pensado, lo tienen todo..

No llegó a decir nada, el sonido de una campana que se antojaba solitaria y fúnebre que os llegó desde el patio al que podíais ver desde el hueco en la pared que ejercía de ventana.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Mientras la campana iba sonando magra y lenta, pudisteis ver un altar central de piedra negra sobre una plataforma flanqueado por dos líneas de cinco caballeros-dragón de Akatosh. Pronto pudisteis ver a Tee-Lei conduciendo a los prisioneros, Nabar avanzaba con toda la dignidad que podía tener un guerrero veterano y orgulloso, los nórdicos esgrimiendo su altivez y desafío propios de su raza, estos avanzaban encadenados y custodiados por dos guardias cada uno.

La campana siguió sonando silenciando cualquier otro ruido, incluso el propio viento parecía haberse enmudecido, todos habíais sido tragados por un velo de irrealidad. Tee-Lei se detuvo frente al altar, la campana cesó, el argoniano señaló a los inminentes sacrificios sin decir nada y estos fueron empujados ante él para ser puestos de rodillas.

—No hacen falta palabras para los que no comprenden —degolló al primero, uno de los nórdicos, que se desplomó contra el suelo regando el suelo con su sangre mientras se ahogaba.

El argoniano dio un paso lateral, se puso enfrente del otro nórdico, lo miró con indiferencia.

—Porque sin saberlo formáis parte de algo mucho mayor ahora —procedió del mismo modo, se derrumbó con la vida escapándose por la sangre que manaba de su cuello.

Viendo esto, Nabar se revolvió, sorprendió a sus captores y se abalanzó contra Tee-Lei. Pero ese último acto de rebeldía cesó tan rápido como empezó, sus celadores lo inmovilizaron en el suelo, encarado hacia vuestra celda, con la sangre de los nórdicos en sus rodillas. Tee-Lei siseó enojado, se deslizó a sus espaldas y emitió su horrible veredicto.

—Resistirse al regreso del Perdido es futil —mientras iba a cortar la garganta de Nabar, este miró directamente a la celda, como si sus ojos buscaran los de Tavase y dijo con toda serenidad.

—Las Orillas Lejanas me esperan..

La hoja de la daga atravesó la garganta de Nabar de un lado a otro, la sangre empezó a manar de ella, así como su vida. Cayó en el suelo gorjeando, pero en un último gesto de desafío Nabar logró alzar la mano al cielo para alcanzar el anhelado destino que a todo guardia rojo espera en la muerte. Tee-Lei contempló el gesto con indiferencia, siseó con desprecio mientras pisaba los charcos de sangre que se iban filtrando bajo el altar.

—No.. tu alma no irá allí —dijo malévolo, se acercó al altar, tomó algo que había sobre él y elevó una gran gema negra que refulgía siniestra, como si latiera algo maligno dentro de ella. Tee-Lei miró la gema con admiración, sin volverse ordenó con indiferencia —. Traed otros tres sacrificios.

Había dado la orden, pero justo en este momento pasó algo inesperado.

—FUS RO DAH —todo Alto Hrothgar tembló ante una voz que, incluso para vosotros, la sentisteis contenida. Como un susurro amplificado. A duras penas pudisteis contener el equilibrio, lo mismo que los caballeros del patio, Tee-Lei se puso en pie sosteniéndose sobre el altar.

—¡Los Barbas Grises! Sabía que debíamos haberlos matado —gruñó enfadado el argoniano mientras varios de los caballeros se dirigían al interior.

Dentro del monasterio os habían dejado solos, era vuestra oportunidad para escapar, la distracción inesperada y necesaria.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Coincidí con las palabras de Arnvid. Y aunque el consuelo del diplomático había aliviado por un instante mi corazón no fue eso sino el acto más heróico que jamás había presenciado lo que llenó mi alma del vigor necesario para poder continuar. Mi maestro, aun herido y cansado, había desafiado a toda aquella maquinación enferma y perversa.

Lo miré a los ojos mientras resistía y grité -¡Apárteme un lugar junto a Ruptga!- mientras juraba volver a encontrarlo.

Debía seguir su ejemplo, pese al dolor, y me acerqué a la puerta una vez más -esta estúpida puerta caer...-. Pero no pude acabar mi frase ya que todo fue sacudido por una especie de terremoto, el mismo había sonado a la par que una especie de grito. Tropecé y casi golpeo los barrotes con la cara, había tardado ese segundo en comprender lo que sucedía: las leyendas acerca de guerreros en el gélido Skyrim capaces de usar su voz eran ciertas y no solamente el Sangre de Dragón poseía aquella capaciadad.

Esa era nuestra oportunidad. Saldría de allí, encontraría a aquel argoniano y lo llevaría personalmente a las fauces de un dragón si sabía donde hallar uno.
Se aferró a los barrotes de la puerta y comenzó a sacudirlos, no veía venir a nadie y no creía poder arrancar aquello con las manos pero nada perdería por intentar.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

La muerte innecesaria siempre me era repulsiva, aturdidora y confusa. Sabia que la existencia continuaba y confiaba en que sus dioses tuviesen piedad de ellos para acogerlos rapidamente en su seno antes de Akatosh o incluso Sheogorath se les ocurriese alguna destino mas creativo, pero cuando vi como usaban la piedra de alma negra me quede helada.

Las lagrimas se corrieron solas por mis mejillas de solo pensar el oscuro y banal destino que concluiria nuestra existencia. Era atroz, era impensable... abominable y no por ello podiamos hacer algo al respecto.

La vida de aquel que habia curado se habia extenguido y mas tarde o mas temprano seguiriamos nosotros. La desesperanza me envolvío de tal manera que casi podia sentir una criatura alada, negra y sin rostro aspirando mi aliento vital y esencia de vida.

Pero Tavase queria luchar, Bjorn y yo no los dejaria solos. Me aferré a ese sentimiento para mantener mi cordura aunque estaba desarmada sin mi magia.

Aun puedes luchar...

Me prepare para lo que fuese a venir cuando un estruendo sacudio el edificio, las paredes y hasta a nosotros mismos.

Eso es un grito de dragon?????

Sabia lo que eran pero no esperaba escuchar alguno en mi vida y mucho menos de un monje.

Tal vez habria una oportunidad. Corrí a donde estaba Tavase para ayudarle a hacer fuerza en los barrotes o lo que fuese hacer, asi fuese solo rasgar la cerradura con nuestros dientes.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

El pequeño conato de caos generado por aquel poderoso grito os abrió la oportunidad para escaparos, pero debíais ser rápidos. Tavase se dispuso a hacer ceder los barrotes junto a Sienna, el nórdico Arnvid también ayudó y entre los tres pudisteis arrancar un par de barrotes de vuestra improvisada celda. Al fin y al cabo se trataba de un lugar improvisado, los barrotes habían sido instalados de forma provisional y no estaban del todo fijos a sus bases.

—Perfecto —celebró el nórdico mientras miraba al resto de los presentes con confianza —. Tendremos que salir de aquí.. pero nunca he estado dentro de Alto Hrothgar. Tenemos que evitar los guardias.. ¿por dónde?

Arnvid se asomó mirando por el pasillo. Este se extendía a lo largo en curva impidiendo que pudierais ver al final. A la derecha habían dos umbrales abiertos más parecidos del que salíais antes de que el pasillo acabara, a la izquierda no habían más umbrales por vuestro lado, pero antes de que la curva os impidiera ver más allá, en el lado opuesto de la pared de la que salíais, había un acceso con escaleras de bajada. Se escuchaba, atenuado y a lo lejos, una algarabía nerviosa de los guardias.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Bjorn parpadeó por un momento. La visión de nuevo del sacrificio humano había hecho que regresaran con fuerza dolorosos recuerdos. Cuando quiso darse cuenta, Arnvid, Sienna y Tavase ya habían logrado forzar la puerta de su improvisada celda. Era la oportunidad que estaban esperando.

Se asomó tras el nórdico y miró en todas direcciones.

- Por allí parece que sólo hay más prisiones. - Comentó señalando hacia la derecha. Luego apuntó al extremo opuesto, a la izquierda. - Aunque se escuchan guardias, me temo que nuestra única salida será por esas escaleras... - Añadió frunciendo el ceño.

Seguían desarmados y poco iban a poder hacer frente a guardias entrenados, con armas y armaduras. Por muy pocos guardias que fueran.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

El frío, el hambre y la duda habían desaparecido, ahora solo quedaban el dolor y la determinación. Junto a la sacerdotiza y el nórdico arrancaron unos barrotes. Los dioses se habían apiadado.

-Tienen armas y armaduras, quizás, pero nosotros tenemos la sorpresa... Y lo que sea que haya sacudido así a este lugar- dije colándome hacia el otro lado con sutileza y haciéndoles señas con la mano para que me sigan.

En mi mano derecha portaba aun uno de aquellos barrotes, serviría para partir algún craneo mejor que mis manos desnudas. Miré hacia el lugar donde estaban las otras celdas, de haber más prisioneros podríamos facilitar un motín.

Cada segundo en aquel lugar tentábamos al destino.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Pues de salida mantuve la distancia un poco mas atras mientras, atenta, revisaba por si habia otras celdas u otros prisioneros que pudiesemos ayudar. Si bien el recuerdo de las muertes innecesarias arrugaba mi corazon un aliento de venganza se fue formando dentro de mi y oré en silencio a mi Señora para que me ayudara a apaciguar mi rabia. 

Nada bueno podria salir de alli. Lo sabia, y aun así queria ver la sangre correr.

La algarabia adelante de nosotros aunque no era buen presagio podria ser otra distraccion que pudiesemos usar. Avanzabamos con cuidado y aunque no tuviesemos armas aun no me sentia desarmada, no estaba sola.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Mientras el jolgorio proseguía en algún lugar del monasterio, la exploración de Tavase dio resultado. Las salas a vuestra diestra no eran más celdas, pero las habían usado para acumular distintas piezas de equipo en montones sin orden ni concierto. Pronto pudo reconocer su armadura y su arco, por la forma en la que estaba todo disperso a vuestros captores poco les interesaba vuestro equipo.

Kamal, uno de los guardias rojos, se adelantó presto para empezar a recoger sus cosas. Lo mismo pasó con los nórdicos y Arnvid, estos no llevaban gran cosa, pero había más equipo disperso por la sala: armaduras de cuero, armas de todo tipo, lo suficiente para montar el jaleo necesario para llevar a cabo vuestras intenciones.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Bjorn se acercó con expectación ante las señas que les hizo Tavase. Abrió los ojos sorprendido, al encontrar ahí todo el equipo que llevaba cuando le apresaron, y sin dudarlo ni un instante se apresuró a colocarse la armadura pidiendo ayuda a uno de los nórdicos. También él mismo ayudó al resto a pertrecharse a toda velocidad, y en el mayor silencio posible.

Luego, desenvainó su espada sintiendo a la vez mucha más confianza en sus posibilidades sólo por notar el acero en sus manos. Afianzó el escudo en la mano izquierda y dio un paso al frente.

Se frenó, cortando sus ganas de cargar escaleras abajo para arrancar unas cuantas cabezas de aquellos traidores. Volvió su mirada a Sienna.

- ¿Has encontrado tu foco? - Preguntó. - Si no está ahí - dijo indicando la celda donde se amontonaban las pertenencias de los prisioneros - te ayudaré a encontrarlo. - Si contaban con la ayuda de magia divina seguro que les sería más fácil escapar. Eso, y porque parecía que aquel foco era importante para la mujer.

Mes de Helada, Alto Hrothgar

Efectivamente encontramos refuerzos en una de las celdas aledañas y metálicos, justo de la clase que necesitábamos. Todos se dispusieron a equiparse velozmente, mi predilección por las armaduras ligeras me corrió a favor y en pocos instantes estaba pertrechado.

Revisé mi arco y recogí unas cuantas flechas, todo estaba en orden, yo estaba listo. Sin embargo aun tenía que cumplir un objetivo, mis ojos recorrieron la estancia llena de rostros temerosos pero esperanzados, buscando algo entre aquellos objetos.

Antes de disponerme a ayudar a otros intenté hallar un objeto más, algo que necesitaría para salir de allí en caso de ser un escape y no un contra-ataque: la espada de mi maestro. De encontrarla mi corazón no estaría tan apesumbrado en caso de tener que dejar allí su cuerpo.