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Mes de Helada. Alto Hrothgar. Exteriores

La dunmer pareció estremecerse por completo al posársele su cuervo familiar sobre el hombro. Y aquella sensación ominosa, junto a las palabras de Jokull al morir entre los brazos de Bjorn hacían que de pronto mirase hacia el interior del templo con un temor casi palpable, al recordar cómo ella misma había sentido aquel vacío. Aquel frío. 

Musitó, algo que casi parecía una oración, pronunciada en un idioma extraño, y llevándose la boquilla de un frasco a la boca lo descorchó, aprisa y jadeante, para ingerir todo su contenido de un par de tragos apurados, siseando acto seguido, antes de echar a correr, siguiendo a los nórdicos, y a Garrosh, al interior del templo. A la vorágine de aquel acontecimiento- ¡Están en el patio interno!- advirtió- Ahí tiene lugar el ritual. Ese sucio argoniano, y ese sacerdote caído no se encuentran solos. No sé si están tan solo acompañados por sacrificios... O si son más akaviri, u otros adoradores. Pero se encuentran rodeados de gente. De gente que está muy asustada.-explicó- Preparáos para lo que viene. El miedo se convierte ahora en un factor crucial. Proteged vuestros cuerpos y sed voluntariosos. Abrazad vuestra fe... O cualquier cosa que os importe, y prevaleced. 

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Exteriores

La sangre de Jokull mancha mi hacha mientras veo como parte de este mundo. Me parece muy extraña la forma en que una oscuridad que lo domina parece llegar e irse, cambiándolo completamente en el proceso, como si fuesen dos personas distintas encerradas en un mismo cuerpo. Jokull muere en los brazos del nórdico al que ayudamos y me alejo un poco para darles intimidad pues se nota que alguna vez fueron cercanos.

No puedo dejar de pensar en la última imagen que tengo de Titus.

Entonces todos estamos de acuerdo en que debemos interrumpir aquel ritual maligno. Las palabras de Seretide me recuerdan aquella batalla en las montañas. Solo espero que no los acompañe lo que pienso que era:

 - "Cuando luché contra estos tipos antes de llegar a Helgen, estaban acompañados por un dragón. Debemos esperar lo peor."

Afirmo con fuerza mi hacha ensangrentada, sabiendo que hay una gran probabilidad de que una sierpe como esa esté dentro, esperando para defender a los ritualistas y preparada para acabarnos. No lo permitiré, así sea el mismo Akatosh el que esté ahí dentro. Sin pensarlo más, entro en Alto Hrothgar decidido a todo.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Exteriores

La oscuridad se posaba sobre ellos y Tan rápido como podía el cazador trepaba las escaleras hacia el recinto de lo barbas grises, sin mediar palabras con los presentes, aun le dolían sus cortes pero Garrosh ya se había adentrado en el lugar tras el mago, al llegar al puerta da un rápido vistazo mientras esgrime su arco.

Los ancestrales aposentos de los maestros de la voz se habían convertido en un campo de batalla y sin duda algo siniestro se arrastraba entre los muros, solo de pensar en las maquinaciones del endiablado clérigo los bellos de la espalda del cazador se erizaban, sin embargo este aprieta su arma y avanza esperando que los dioses desde donde estuvieran les dieran la capacidad para destruir cualquier deseo de los dementes que desataron todo esto.

Al cruzar el umbral el cazador avanza de manera lateral a la puerta para evitar entorpecer el avance de aquellos que esgrimieran armas mas cercanas y poder tener un tiro limpio contra los enemigos que se pusieran en su camino.

ignorando los peligros que pudieran moverse al interior del edifico Viggo entra buscando a su camarada y con una mirada rápida se hace una idea de la situación, con rapidez toma una posición latera para evitar entorpecer el avance de los guerreros que buscaban detener el ritual.

*al ver a garrosh a la ofensiva y al maldito argoniano no da un segundo de tregua y levanta su arco una vez mas en contra del mago y sin darle tiempo a que hiciera de las suyas lanza otra de sus flechas, que imbuida por los encantamientos del arco parecen silbar por los aires.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Exteriores

Bjorn estaba vivo!

Ver como el guerrero se levantaba recuperandose de sus heridas era una delicia. Nunca habia curado a alguien tan mal herido, asi como haber luchado en semejante batalla aunque las acciones lejos estaban por concluir.

Aun recordaba como habia sido derribada por Jokull cuando me tomó desprevenida y lo tonta que fui al gritar con el impacto. No era propio de los guerreros que tenia a mi alrededor pero yo no era una guerrera. Al levantarme vi como Bjorn y los demás ponían fin a la vida de nuestro enemigo, y aunque fuese lo que fuese se notaba que era alguien valeroso y con honor aunque tuviese malos lideres. Alguna historia habria entre Bjorn y ese hombre pero no era el momento de averiguarlo.

Mire mi pecho y agradeci mi traje de cuero que aunque rasgado ya llevaba resistiendo como yo. 

Vaya!

Recogí mi cabello para luego recoger una espada que pudiese manejar, con todos los muertos a nuestro alrededor no sería un problema y luego correria tras el grupo hacia la fortaleza. Entendía que habia que detener el ritual o lo que fuese que estuviesen haciendo esos desgraciados adentro. No se los ibamos a permitir.

Desde lejos mire a la otra mujer que habia caido, al parecer ya estaba de pie tambien y me sonreí por no ser la unica con la habilidad de sanar.

Mire al cielo antes de entrar a la fortaleza. 

Madre, acompañame! Era una plegaria a mi Diosa, que siempre estaba conmigo.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Exteriores

Poco a poco fue recuperando la consciencia, notando como un calor agradable se propagaba por todo el cuerpo que dejaba de sangrar y de doler. Así como notar unos brazos que la rodeaban y la estrechaban contra un pecho, todos ellos familiares. Dejo escapar un  quejido antes de abrir los ojos y darse cuenta de donde estaba, recordando lo que había pasado.

Estoy bien… ahora Dijo incorporándose Gracias, a los dos habló a los que veía que aún estaban a su lado Se levantó del todo, reuniendo sus espadas. Aun le dolía un poco donde se había llevado el golpe, así que cogió el frasquito con la poción de curación antes de descorcharlo y beberse el contenido.

Las palabras de Seretide no infundían demasiada seguridad en lo que iba a pasar, de hecho asustaban más que reafirmaban. Pero ahora ya no había vuelta atrás. Tenían que parar lo que fuera que estuviera pasando dentro de la fortaleza de los barbas grises

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Exteriores

La vida abandonaba a Jakull y Aster ser apartaba para dar intimidad a los dos guerreros que sin duda habían compartido camino mucho tiempo. Observo el campo de batalla a su alrededor, viendo el caos que el hechicero había causado. Un suspiro aliviado escapo de los labios del bretón al ver que Eldrid se incorporaba en perfectas condiciones.

La palabras de la Dunmer, encaminándose a la fortaleza que fuera hogar de los Barba Grises, no eran precisamente un mantra para clamar a los ánimos de los presentes pero sin duda eran claras. Debían impedir aquel ritual. Con la imagen de su hija en su mente avanzo con decisión tras sus compañeros al interior de Alto Hrohtgar.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Exteriores

Una sensación de alivio cómo nunca había sentido, me invadió cuando vi al paladín levantarse. Lo habíamos conseguido.
Y sin duda, lo habíamos hecho bien.
En cuanto vi que estaba completamente recuperado, volví la mirada y corrí hacia el grupo dónde estaban mis amigos. Aunque la había visto levantarse, quería asegurarme de que Eldrid se encontraba bien, antes de continuar la lucha.

La encontré levantada y dispuesta, algo aturdida, cómo era lógico.
No pude evitarlo y la abracé aliviado.
-¡Eldrid! ¡Estas bien!- Me aparté de ella aun sujetándola por los hombros -Lo siento, estaba en otro sitio. Esto... esto es una locura, ¿sabes?- Miré hacia su padre que me miraba extrañado -Oh. Lo siento. Soy Trik, un amigo de su hija, encantado señor- Noté entonces la mirada de Eldrid -Eh... si, no es el mejor momento para presentaciones, lo siento.-

Me erguí mirando hacia Alto Hrothgar, hacía donde había corrido Seretide y respiré hondo.
-Bueno, supongo que es lo que toca ahora, ¿no?-

Octavo turno

Después del tumultuoso combate entre los akaviri y los aventureros, ahora un silencio mortal planeaba sobre la entrada a Alto Hrothgar, los akaviri habían caído así como el caballero caído Jokull, pero la amenaza aun no estaba neutralizada. La penumbra del eclipse se acercaba a su totalidad, la noche sobre el día, mientras la tormenta ululaba a vuestro alrededor con gimiente lamento.

Sienna tomó una de las espadas de los akaviri caídos, y se dispuso a avanzar hacia el interior del monasterio quedándose en las escaleras, aunque desde ahí pudo ver la terrible escena que iba a tener lugar dentro del vestíbulo. Eldrid, recuperada gracias a la sanación mágica, usó la poción que tenía con ella sintiéndose completamente curada, hecho esto puso camino hacia el monasterio quedándose a la altura de la sacerdotisa de Dibella.

En el interior del vestíbulo no había nadie, ni Tee-Lei ni Garrosh, lo único que había era la hacha del orsimer en el suelo y una densa ceniza que lo cubría todo y los que ibais entrando os impregnaba el cuerpo adhiriéndose a vosotros con molestia.

El primero en entrar fue Kamal que, extrañado por no ver a nadie, se posicionó en un lateral con el arco presto. Seretide llegó a continuación quedándose junto al guardia rojo, pero como él no vio a nadie dentro, solo el silencio maligno roto por los truenos, la dunmer podía notar el nerviosismo de su familiar que presentía el peligro. Viggo se movió ágilmente por el lateral del salón, pero a pesar de que buscó con ahínco no encontró al mago argoniano.

Fue entonces cuando un Tee-Lei malherida y ensangrentado os sorprendió, primero fue un zumbido enfermizo que desveló la ilusión que escondía al argoniano. El mago esgrimía un pergamino que invocaba en las manos, palabras oscuras eran vertidas sobre vosotros y al soltar el pergamino este se deshizo en virutas luminosas mientras Tee-Lei extendía la mano hacia Kamal. Un enfermizo y delgado rayo verdoso surgió de su dedo impactando de lleno en el guardia rojo. Ni siquiera tuvo tiempo de gritar, sus ojos abiertos sin saber lo que iba a ocurri fue lo último que vieron Seretide y Viggo. Luego el cuerpo de Kamal simplemente se evaporó, se desintegró dejando una nube de cenizas en su lugar que se dispersaron por la estancia.

—Bien, ¿quién es el siguiente? —dijo el argoniano con malicia mientras sacaba otro pergamino de una funda.

Farasad pudo llegar justo en el momento para contemplar la muerte de su camarada, el diplomático soltó un grito de rabia, pero se quedó paralizado de la impresión con los ojos encogidos. El nórdico que quedaba vivo se arrodilló junto a su camarada muerto, en un dramático intento por salvarlo a pesar de que era inútil. Pronto se unió a los presentes Trik, que se posicionó junto a Seretide.

Arnvid, decidido a no dejar sola a su hija, la acompañó sin separarse de ella. Era consciente de que discutir ahora sobre si debía o no ir era inútil, lo afrontaría junto a ella, como padre e hija. Pero quizá la situación más dramática fue la de Tavase que había visto mientras llegaba el funesto destino de su camarada, disparó su proyectil nada más llegar, pero este se desvió por centímetros de su objetivo partiéndose la flecha en la piedra de las paredes del monasterio. Aster se unió al grupo del vestíbulo, así como también lo hizo Bjorn que dejaba atrás el cadáver de su viejo camarada sobre el suelo de la montaña. No había ni rastro de Garrosh, pero a juzgar por lo que acababais de presenciar, su hacha en el suelo y las cenizas que hallasteis, no se os hacía difícil adivinar su funesto destino. Einar también llegó uniéndose a sus camaradas en el amplio vestíbulo de Alto Hrothgar.

El cenit del eclipse se acercaba, el tiempo se agotaba.

Octavo turno

Un inicial restallido de temor paralizó durante un instante el gesto de la Dunmer, que presenció ante si cómo uno de sus acompañantes se convertía en cenizas. La furia se abría paso acto seguido, a través de su mirada. Una furia ancestral, que hablaba de siglos bañados por sangre y por una enemistad eterna. Por el rencor más pofundo.

- El próximo serás tú, maldita alimaña presuntuosa.- dijo, conjurando en tono ominoso el poder arcano que parecía hervir en sus venas, volviéndose la talla de rosas que coronaba su cayado del color del ascua encendida, moviéndose sus labios al pronunciar palabras quizá igual de malignas que las que pronunciaba el propio Tee-Lei. - Ésto por Vivec. Y por Almalexia. - profirió, con rabia, antes de que la magia acabase por tomar forma en un rayo destructivo que se dirigía directamente hacia Tee-Lei.

Voy a intentar averiguar el hechizo, a ver si nos es útil.
Y viendo que está malherido, usaré "hechizar persona" a ver si no matándolo nos cuenta algo más de lo que está pasando.

Estoy casi seguro de que el argoniano no va a llegar vivo a mi turno, por lo tanto:

• Corro, ignorando el cadaver del argoniano hacia la parte trasera del recinto. En lo posible me trepo a una ventana o algo antes de atacar al sacerdote oscuro que, asumo, conduce el ritual.
  En caso de que no haya, abro la puerta y disparo sin preguntar.
• En el poco probable caso de que Tai Lee sobreviva le disparo a él.
• La tirada es para detectar si es una suerte de emboscada, en caso de que haya algo así grito "Emboscada", "Trampa" o lo que sea.
  Como es un diálogo asumo que lo puedo decir antes de mi turno, alertando al resto.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Vestíbulo.

Kamal acababa de morir y no había podido evitarlo. La reciente herida, aun sin cerrar, de la muerte de mi maestro y del resto de la expedición había sido atacada nuevamente. Sentí como una garra reptiliana se introducía en dicha herida, girando y disfrutando la tortura.

-Farasad, ¡Sal de aquí!- exclamé girando mi rostro y mirando al brujo con todo el odio posible para un Guardia Rojo. La adrenalina volvía a envolverme -el dios de la muerte estará muy ocupado hoy...-.

Era la primera vez que daba una orden de verdad. Inevitable.

Declaración de acciones:

- Si Tee-Lei sigue vivo en mi turno de iniciativa: cargo a por él con la espada a dos manos. Intento partirlo por la mitad... o algo. 

- Si Tee-Lei ha caído cuando llegue mi turno de iniciativa:

• Si hay algún personaje inconsciente o en negativos: me acerco para imponerle las manos para sanarle.
• Si no se da el punto anterior, si ha aparecido algún otro enemigo cargo a por el enemigo.
• Si no se da ninguno de los dos puntos anteriores, avanzo hacia el patio interior a toda velocidad intentando alcanzar a Volkar para interrumpir el ritual. Eso sí, cuando esté llegando al patio interior procuro frenarme y ocultarme, o más bien ir con cuidado... que no quiero que me estén esperando para partirme por la mitad a mí.

Mes de Helada. Alto Hrothgar. Vestíbulo.

Bjorn llegó y contempló a Tee-Lei inútilmente. Allí, delante de él, una vida se acababa. Al menos le quedaba el consuelo de que ni siquiera se había percatado de ello, ni había sufrido sus últimos segundos de forma agónica.

El otro montón de cenizas que quedaba en el suelo no daba lugar a dudas del destino del orsimer. Bjorn apretó la empuñadura de su espada y miró fijamente al argoniano. Aquel ser despreciable... Pero sólo era un pelele. Un mero secuaz del mayor traidor de todos los tiempos.

Aunque fuera su último acto en ese mundo, Bjorn les iba a hacer pagar a ambos.