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19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

Los presentes aventureros manifestaron sus intereses de manera inmediata y lo mejor no parecían ser un grupo de pretenciosos imbéciles con ganas de morir probando su superioridad.

-¿Así que cooperación?- dice el cazador mientras acaricia su barba, mira a su compañero y asiente antes de comenzar a hablar: -estamos de acuerdo. Sin embargo deben saber que su misión al parecer es más complicada que la nuestra, no negare que el oro es un incentivo, pero por lo visto ustedes pretender rescatar a una persona, a nosotros nos mueve la venganza.- El cazador guarda silencio un momento mientras parece sopesar sus palabras.

-Dicho esto nuestro objetivo es arrancarle el corazón palpitante del pecho al hijo de perra de Phyleas Volkar y su lugarteniente Tee-Lei. No sé si lo sepan pera poco más de un mes dos dragones pelearon sobre el lago Ilinalta y uno de estos monstruos murió fruto de la batalla. las palabras del nórdico estaban cargadas de sentimiento y mientras apretaba su puño agacha la mirada con gesto de frustración antes de proseguir: -unos días mas tarde unos sacerdotes de Akatosh pasaron por cause boscoso reclutando gente para sacar el cuerpo del lago, nosotros dos fuimos con la promesa de oro, pero una vez ayudamos a sacar el enorme reptil del agua, los hombres del sacerdote comenzaron a masacrar a la gente que los estaba ayudando y por poco nos matan a nosotros dos.-

El cazador señala la cumbre de la montaña evidentemente molesto mientras replica: -Esos bastardos mataron a esas pobres personas y ¿para qué?, para usar una extraña daga y arrancarle el corazón al dragón, nosotros quemamos los cuerpos de sus víctimas pero juramos hacer pagar a los responsables de esa masacre. sin embargo aprendimos varias cosas, la primera y espero que nos resulte de utilidad es que hay que cerrar la boca del sacerdote de akatosh por todos los medios posibles, una sola palabra de ese tipo basto para congelar nuestros cuerpos, y con otra nos sacó volando por los aires, no se mucho de magia pero las leyendas hablan de que solo los barbas grises son capaces de esas hazañas, después de la masacre comenzamos a seguirles la pista, pero hasta ahora solo habíamos tenido algunas batallas con los esbirros del sacerdote de akatosh, sin escuchar que alguien usara estas habilidades de nuevo, siempre que matamos a alguno los bastardos encuentran la manera de llevarse los cuerpos-. El cazador suspira resignado por el fracaso de sus batallas pasadas.

Prosigue mientras recoge su maleta junto con su compañero: -lo segundo es que estos tipos cuentan con recursos e incluso con por lo menos un mago de poder considerable a su disposición, un argoniano llamado Tee-Lei, el mato a varios de los capataces a punta de relámpagos que chamuscaron sus cuerpos, no estoy seguro que se traten de simples bandidos de los caminos por lo que espero no se confíen. Nuestra intención es ayudarles en lo que podamos, siempre y cuando podamos reclamar al vida de estos infelices.
Viggo soltó toda la información sin el menor reparo y aunque sabía que era muy osado de su parte no podía permitir que subestimaran a sus adversarios y los terminaran matando por ignorar esa información, -si saben algo que nosotros no, somos todo oídos.- replica el cazador mientras junto con su camarada terminan de recoger el campamento para iniciar el ascenso, le pasa a garrosh la trampa y le pide: camarada puedes llevar esto por mí, puede que lo necesitemos más arriba..

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

De ese modo empezó la ascensión. Los Siete Mil Escalones, la ruta de peregrinación hasta la cima de la Garganta del Mundo, la montaña más alta de todo Tamriel, hasta Alto Hrothgar. Al principio fue una ascensión fácil, las nieves aun no habían mostrado su peor cara y el terreno era practicable, pero a medida que subíais en altura también lo hacía el frío y el viento. La montaña estaba desierta, ocasionalmente algún pájaro irrumpía en el ambiente, pero ni siquiera veíais las típicas cabras montesas que abundaban en la zona. En algunos momentos os daba la sensación de haber atravesado un velo que os separaba del mundo real, que por allí donde avanzabais todo se disolvía en una sensación difusa de irrealidad.

Quizá fue por esa razón, que al apurar el mediodía en el cielo, advertisteis todos como empezaba a brillar una estrella de color azul. El fulgor de ese repentino fenómeno celeste no rivalizaba con el del sol, pero tenía la suficiente personalidad como para ser apreciado a simple vista. Contemplarla os generaba una sensación de indescriptible nostalgia, pero más allá de estas sensaciones que atajasteis rápidamente no os causó ningún otro efecto. El camino seguía, los escalones seguían, y calculabais que aun no habíais recorrido ni la mitad de la ruta.

En el momento en que ves esa estrella azul brillando en el firmamento, sufres un pequeño flashback que apenas te consume unos instantes. Vuelves a contemplar la visión a gran velocidad, pero ves algo más.

Justo cuando contemplas ese jinete con la corona dentada que mira al cielo, a las lunas que se posicionan en el firmamento. Puedes ver que sobre ellas brilla un fulgor azul como el que acabas de ver, y algo más.. ves a las lunas romperse y un gran mal surgir de su interior.

Notas como el anillo, que aun llevas, calentarse un poco, lo suficiente como para que lo notes, pero no te duele.

Luego, todo vuelve a la normalidad.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

La actitud habitualmente bromista y mordazmente ácida de Seretide había ido menguando, hasta dar paso a un gesto taciturno, pensativo, e incluso peocupado, que quizá sus compañeros no habían sido aún capaces de vislumbrar antes en su rostro. 

La dunmer parecía haberse tomado con inusual seriedad las palabras de Viggo- No. En efecto no son bandidos corrientes. Han protagonizado más matanzas. Y no se llevan nada de valor. Al menos a simple vista. - había respondido al cazador, antes de continuar el camino, cambiando en aquel momento su tono distendido por otro, más cauteloso. 

Había emprendido el ascenso con aquella actitud meditabunda, mirando alrededor, con cautela, con desconfianza. Aquel silencio antinatural y la sensación surreal que proporcionaba el ambiente, parecía, poco a poco, irla amedrentando, y ante el brillo de aquella estrella azul, fue fácil adivinar un atisbo claro del miedo que refulgía en sus pupilas de color carmesí- Una estrella azul.-dijo, con un tono que rozaba lo ominoso- No es un buen presagio. Siempre que he oído hablar de ella... Siempre que la he visto... Ha tenido lugar un hecho desgarrador.-anunció, sin ningún atisbo de chanza o de humor en sus palabras, mirando entonces hacia el cazador- Ese sacerdote... ¿Decías que se habían llevado el corazón del dragón?- preguntó, tan sólo para asegurarse. 

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

Lo que dice Eldrid es algo que no sabía y no puedo evitar mirarla a los ojos al enterarme de que su padre puede haber sido otra víctima de estos bandidos, los que según el cazador no son bandidos comunes. No es algo que me fuese ajeno, pero las cosas que él menciona tampoco me eran conocidas. El asunto del argoniano incluso me da dudas y hablo para aclararlas:

 - "¿Estás seguro que ese tal Tee-Lei es realmente un argoniano. He oído de un tipo de hombre reptil que ha aparecido últimamente, parece pero no es un argoniano y podría estar relacionado con estos hombres."

Hago una pequeña pausa para contar lo que sé, intentando que no se note que en lo que dije antes hay un dolor importante sin resolver:

 - "Cuando iba camino a Helgen, por el paso de las montañas, fuimos atacados por unos tipos que calzan con la descripción de estos bandidos. Iban acompañados por un dragón y devastaron a una compañía completa de legionarios imperiales. Solo sobrevivió Titus... y yo."

Pero Titus ya no está y no sé si volveré a verle alguna vez, pero no me rendiré para conseguirlo mientras quede un solo aliento en mis pulmones.

Finalmente viajamos juntos pues nuestro fin es el mismo y los interminables escalones fueron el camino que nos llevó a ascender una y otra vez en una montaña que parece no tener fin. Vemos una estrella azul y Seretide habla, de una manera que nunca habla. Sus palabras, me calan un poco y pienso en el asunto, intentando entender si ese dragón que nos atacó es el que asesinó al otro o el dueño de aquel corazón. 

Hay tanto que no entiendo que prefiero guardar silencio hasta encontrarle más sentido a lo que sucede.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

El avance por las escaleras facilitaba de manera significativa el ascenso por la montaña, antaño cientos de peregrinos recorrían estos parajes para llegar hasta los aposentos de los barbas grises, aunque no recordaba haber escuchado de nadie que tocara la cumbre, con los ojos bien abiertos y atento al detalle el explorador se movía a la vanguardia, su mente estaba centrada en la presa y en evitar caer de manera tonta en una emboscada.

Al revisar llegar a la nieve sonríe con satisfacción e informa: -esto es bueno, la nieve nos ayudara a encontrar rastros, mantenganse calientes y cuidado con los trozos de metal que puedan llevar pegados a la piel, los pueden lastimar.- El cazador estaba tan concentrado en buscar rastros y evitar emboscadas que ni siquiera se había percatado de la estrella que brillaba sobre sus cabezas.

Al escuchar la pregunta de la Dumer el nórdico se gira para mirarla, asiente con la cabeza y afirma: -ese tipo tenia un arma, una daga bastante rara, lo vi desgarrar el cuerpo del dragón como si se tratara de un venado cualquiera, cuando nosotros tratamos de sacar escamas, colmillos o algo útil del cuerpo del monstruo casi rompemos nuestras armas y con muy pobres resultado, ese tipo sabía exactamente a que iba.

Einar estaba junto a el en la vanguardia y comenzó a responder sus preguntas  en tono discreto mientras hechaba un vistazo a las formas de los gélidos parajes: -no he departido mucho con las gentes de esta raza, pero creo que si lo era, si lo encontramos le matamos y salimos de la duda-. los pasos de los aventureros siguieron avanzando mientras miraba los escarpados muros que se alzaban aun largos y peligrosos hasta donde la vista alcanzaba, al escuchar el relato del guerrero le dedico una mirada de asombro pero guarda silencio, no irrespetaría los muertos de Eimar por mas imperiales que fueran.

Sin embargo recuerda algo y le pregunta al grupo, -quizá no sea nada pero entre los cuerpos encontramos esta daga, quizá quieran darle una mirada, para nosotros no significa nada, pero alguno de ustedes puede que si represente algo.- le hace una señal a garrosh que muestra una pequeña daga  con el símbolo de la legión imperial.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

El ascenso resulta algo cansado, aunque afortunadamente estoy acostumbrado al frío y a las grandes caminatas.
Parloteo con Aster durante la subida, por extraño que resulte, charlar me ayuda a sobrellevar el cansancio y el frío; aunque no me pasa desapercibido que aunque me escucha, su atención está en el camino, ojo avizor por si surge algún imprevisto. En mi interior le agradezco que no me mande callar, seguramente lo esté deseando...

En ese momento, aquel fulgor llama mi atención, me quedo paralizado durante un instante y una nueva visión me sobrecoge.
Cuando me doy cuenta, estoy helado, quieto en el sitio con los ojos muy abiertos mirando hacia el cielo, asustado, respirando trabajosamente y apretando con mi mano el anillo que ahora noto caliente en mi dedo.

-"No... aun no puede suceder... aun no"- murmullo en una voz casi imperceptible.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

-Telarañas- señala el cazador al costado del camino y entre los árboles ,estas eran de tamaño moderado lo que significaba que no se trataba de pequeñas y adorables tejedoras, el cazador advierte al grupo mientras mantiene el ritmo:-puede que hayan algunas arañas mosntruosas por aquí.-

Pero antes de poder avanzar más el explorador encuentra el rastro que tanto estaba esperando, Viggo pide a sus compañeros que se detengan con un gesto, se arrodilla frente a la nieve y da un vistazo a las marcas de pisadas, se acaricia la barba mientras mira en dirección ascendente, así que se apresura a informar: -en el grupo más reciente va nuestro mago argoniano y por lo que veo esta escoltado por caballeros de akatosh... Por lo menos 4 con armaduras pesadas, creo que han estado vigilando este paraje con bastante regularidad, las pisadas del sexto no me dicen mucho-.

Con rapidez se incorpora el cazador que mira en dirección a sus compañeros y previene: debemos tener mucho cuidado estámos más cerca de nuestros enemigos de lo que esperaba-.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

No era un camino muy dificultoso, y agradecía conocer relativamente bien la zona por la que se estaban moviendo. Eso le permitía fijarse más en las cosas que salpicaban los márgenes de los escalones, buscando algún rastro que le diera alguna pista sobre su progenitor. Pero no había mucho de lo que sacar alguna conclusión. Se movía de un margen a otro cuando un color rosado asomaba de entre las nieves, solo para descubrir que eran restos de sangre. Lo que no le daba buena espina y sin embargo cuando elevaba la vista para mirar hacia los árboles, no hacia más que fruncir el ceño al ver tantísimas telas de araña por la zona. Que pudiera recordar no era lo más habitual por aquella zona, aunque nunca había ido tan lejos subiendo los escalones.

La presencia de dichos tejidos, los rastros de sangre, la información sobre que matan y no se llevaban nunca nada… Hizo pensar a la joven nórdica que aquellos bandidos mataban para que aquellos artrópodos gigantes se alimentasen y siguieran sirviéndoles.

Apretó los puños mientras bajaba la mirada de nuevo al suelo, sintiendo una angustia apretando con fuerza en su pecho. Sacudiendo la cabeza, ahogo un quejido. No quería pensar en que la razón de que no le hubieran encontrado fuera la que se le acababa de pasar por la cabeza.

Cuando volvió a enfocarse en el camino, las palabras que hablaba la Dunmer, hicieron que llevase su mirada al cielo para ver el espectáculo que aquella misteriosa estrella les estaba proporcionando. Entonces recordó una vieja canción que hablaba de ella, de dos amantes, uno muerto y la otra viva y que deseaba volver a verle. Prácticamente no tenía nada que ver con lo que estaba contando Seretide, pero le preocupo bastante, pues sus palabras no eran un buen augurio.

También hay restos de sangre tapados por la nieve le comentó al cazador tras dejar de mirar al cielo, observándole con curiosidad mientras hacia su trabajo como rastreador, preguntándose si aquella sexta persona sería a quien buscaba. No obstante y a falta de respuestas, dió unos pasos que la acercaron al orsimer para poder ver la daga con mejor perspectiva. - Por no decir que no es nada normal que haya tantos de esos bichos por aquí