Partida Rol por web

Dedicó a Aster un asentimiento agradecido, arrebujándose bajo la manta que le ofrecía, dedicando entonces una mirada significativa a Einar, mientras señalaba su nueva hacha- Tanto tu arma, como el arco largo que hemos encontrado, poseen el poder de una runa mágica que vuelve más férrea su estructura y mejora su equilibrio. -explicó, apuntando hacia el grabado del arma- Eso, vuelve más fiable y destructiva tu capacidad de blandir el hacha.-expuso- En cuanto a lo que está pasando... Bueno... Esa gente se ha llevado el corazón de un dragón y de seguro ha reunido la fuerza de muchas almas, con todo el reguero de muerte que ha dejado detrás. -suspiró, preocupada- Son dos elementos potentes para realizar un ritual. Y si tenemos en cuenta que se ha empezado a gestar esta tormenta... Y que ha aparecido la estrella azul, que ya he dicho, pregona determinadas cosas, está claro, que sea cual sea ese ritual, ya ha empezado.-trató de aclarar, intentando usar términos algo menos enrevesados- Trik y yo sospechamos que ese ritual puede traer consigo algo terrible. Por eso debemos llegar ahí arriba.-concluyó, arreciando de nuevo el paso, tratando de encontrar calor bajo la manta de Aster.

Avanzaban de nuevo, en medio del frío y la tormenta que se avecinaba. Y lo que ocurrió a continuación poseía pocos adjetivos. El poder de la Voz. El poder de una sola palabra que hacía temblar montañas. Seretide se estremeció. Había oído hablar de aquello, pero a pesar de sus años, nunca lo había presenciado, y de repente se encontró a si misma sin aliento. El anciano se desplomaba entonces, y el griterío de los hombres que iban tras él se aproximaba. La dunmer los miró con preocupación, pero también con determinación. Dio una orden muda a Malpas, que se acercaba, sobrevolando la zona, hacia los atacantes. Y aferrando su cayado, invocó aquellas palabras ominosas que sus compañeros, en su mayoría, ya habían escuchado antes, invocando un rayo de pura energía arcana que pretendía atravesar a uno de aquellos desdichados. 

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

La magnificencia del paisaje tenía a Aster completamente embelesado, pese el carácter de su ascensión fuera tan oscuro como la tormenta que parecía acerarse a lo lejos, no podía evitar disfrutar del cuadro que la naturaleza de ofrecía desde aquel lugar en las alturas.

Pronto salió de ese estado al escuchar los gritos que venían de algún lugar por delante de su posición, la aparición de aquel monje (casi sin duda alguna un barba gris) lo pillo desprevenido pero cuando este se desvaneció ante ellos corrió en su auxilio adelantándose a sus compañeros, viendo como sus atacantes provistos de armaduras con motivos draconianos persistían en su ataque. Aster no lo dudo un instante.

El sonido de un tumulto me saca de mis ensoñaciones. Apenas puedo dar crédito a lo que veo, había oído hablar de ellos, había leído tanto sobre los barbas grises y su poder con las palabras de los dragones, y ahora estoy viéndolo con mis propios ojos.
Pero mi asombro pronto se ve interrumpido por la anticipación a la batalla. 
Los asaltantes no dudan en prepararse para atacarnos, y pese a que no me gusta la lucha, está claro que no voy a tener otra opción que prepararme para ella.

Avanzo todo lo que puedo, dudando entre intentar proteger a mis compañeros o unirme a la lucha. Tras ver cómo Seretide lanza su rayo, y cómo los demás se ponen en posición de lucha, decido enfrentarme yo también a ellos, aunque a no ser que fuera imprescindible, no querría quitar ninguna vida.

Estoy nervioso, intento respirar hondo y rebusco rápidamente en mi bolsa de ingredientes, "vamos, vamos, vamos" cogiendo un pequeño paquete de sal que espolvoreo por el suelo mientras recito las palabras para el conjuro.

Acto seguido extiendo mi mano en dirección de los tres atacantes más cercanos, esperando que el conjuro haga su efecto.
 

el cazador resentía cada paso del ascenso sin, lo peregrinos que hacia este recorrido le merecían todo su respeto, pero por nada del mundo se podía dar el lujo de caer rendido por el cansancio, mientras avanza hecha un vistazo a su mochila quizá encontraría algo en sus saco de hierbas y medicinas, algo que le permitiera engañar el cansancio, ya tendría tiempo para descansar en la tumba pero ahora tenia que seguir avanzando.

en uno de los bolsillos laterales de la maleta de medicinas encuentra un pequeño paño envolviendo un trozo de panal, los cazadores siempre cargaban una poca de miel para lo que se pudiese ofrecer, quizá el dulce le ayudara a reponer al aplomo y de paso seguir con su marcha, saca el trozo del dulce manjar y lo limpia con la mano temblorosa, toma un bocado del mismo y siente como la empalagosa sensación de la miel se dispersa por toda su boca y las paredes del panal se pegan a sus dientes, lo mastica un par de veces mas y prosigue la marcha mientras espera que sangre nórdica le permita resistir el frió.

la elfa oscura comienza a hablar de las armas mágicas, la verdad para el no tenia ningún sentido de lo que hablaba, sin con este arco podría matar mas enemigo eso era algo haría, pero mas allá de esto no parecía muy interesado en el funcionamiento de la misma, cuando menciono el ritual el miro con seriedad, pero era obvio que fuese lo que fuese que estuviese pasando allá arriba no era de conveniencia para ellos, solo podían seguir avanzando y buscando a sus presas.

como si se tratase de una avalancha que bajaba de la montaña los alaridos del viejo y sus seis atacantes presagiaban que su primer encuentro llegaba a darles la bienvenida.

aprovechando la distancia entre los perseguidores y el viejo el cazador busca parapeto junto a una de las rocas de la montaña, con rapidez tiempla su arco y a penas dejando que la flecha acaricie la cuerda deja que esta salga proyectada por los aires en dirección a los hombres que perseguian al anciano.

en su mente solo estaba el brindar cobertura al viejo, pero al conocer de primera mano el poder de los gritos de los barbas grises, realmente no sabia si estaba ayudando a viejo o solo remataba a sus enemigos.

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

A pesar del viento helado de la montaña, el paisaje era maravilloso. No siempre había llegado tan arriba. Muchas veces solo subía con la intención de ver hasta donde le dejaba el día, teniendo en cuenta siempre que debía dar la vuelta y llegar abajo antes de anochecer.

El repentino sonido de gritos que se iban acercando fue suficiente para hacer que se centrara de nuevo en el camino y en lo que habían ido a hacer allí. Para su sorpresa un anciano con la barba gris y larga parecía escapar de unos soldados con armadura que no lograba reconocer.

Su mandíbula toco el suelo al ser testigo de aquella legendaria técnica, había oído historias, pero escucharlo y verlo en acción… aquello era otra cosa. El poder de aquellas palabras que pronunció el anciano era impresionante, ¡había lanzado a cuatro de ellos por el precipicio!

No tardó en desenfundar sus espadas acercándose hacia el hombre que se había desplomado por el cansancio y la vieja edad, a la espera de ver quién de los atacantes se movía primero para atacar.

¿Se encuentra usted bien?

Primera ronda

La llegada del anciano os había sorprendido, pero el tiempo apremiaba pues prácticamente de inmediato llegaron sus perseguidores. Aquellos asaltantes misteriosos que habían estado aterrorizando el sur de Skyrim perseguían al anciano, y al encontraros de frente parecieron sorprenderse, pero tras un amenazador siseo se dispusieron al combate.

Eldrid se puso en guardia, presta a reaccionar contra cualquier ataque que proviniera de vuestros adversarios, pero la reacción de Seretide fue más expeditiva. La dunmer invocó su poder latente, proyectó un rayo de energía mágica directo a uno de los atacantes de retaguardia que recibió el impacto de lleno aunque se mantuvo en pie. Viggo reaccionó también con mucha presteza, pudo moverse a la cobertura de un pino lo suficientemente grueso como para que le ofreciera protección, pero su disparo de arco erró el objetivo clavándose en la nieve.

Enfervorecido por la batalla, Garrosh se lanzó contra uno de los rivales, pero su gran hacha silbó sin encontrar su adversario errando el golpe de descomunal fuerza. Mientras el cuervo de Seretide sobrevolaba de cerca el combate, como si vigilara ante nuevos enemigos que pudieran llegar, Trik se preparó para desencadenar un hechizo. El nervioso mago buscó entre sus componentes mágicos el adecuado, al tenerlo invocó las palabras arcanas adecuadas provocando un efecto bastante espectacular. Los tres primeros atacantes cayeron al suelo sumidos en un profundo sopor.

Einar llegó junto a Garrosh al combate de primera fila, también con su gran hacha se encontró como Trik había eliminado temporalmente la amenaza de tres de ellos, por lo que pudo centrarse en los tres siguientes. Un par de zancadas más le permitieron alcanzar a uno de ellos, lanzó dos tajos bien dirigidos y el primero acertó de lleno el pecho de su rival haciendo que la sangre salpicara dramáticamente, aunque manteniéndose en pie, la armadura había engullido buena parte del daño.

Por su lado, Aster se quedó junto a Seretide y Trik, se agachó invocando otro hechizo mágico, tras posar la mano sobre el suelo, este empezó a removerse y del suelo surgieron infinidad de enredaderas que se movían como si de una alfombra de serpientes se tratara separando a Garrosh y Einar del grupo junto a los atacantes.

Las reacciones de los atacantes fueron de asombro, no se esperaban encontrarse con unos rivales que les pusieron en un apuro y la sorpresa había permitido anular a tres de ellos que dormían sobre el piso. En cambio, los tres que quedaban en pie respondieron al orsimer y al nórdico, aquellas espadas curvadas no encontraron objetivo salvo en una ocasión. Garrosh recibió un corte algo serio, pero la potencia física del orco parecía intacta. Pero Einar demostró manejar su gran hacha con una maestría excepcional, cuando el ataque sobre él falló, el nórdico se movió con una agilidad sorprendente que, aprovechando la inercia del golpe de su enemigo, pivotó para ganarle el flanco, y manejando su arma como si fuera de papel cercenó la cabeza del atacante que cayó decapitado en el suelo manchando de rojo el suelo y la cabeza de este rodando montaña abajo.

El anciano, por otro lado, permanecía agotado en el suelo respirando con dificultad, pero asombrado por la potente reacción del grupo.

Seretide observó con atención la treta perpetrada por Trik, reconociéndola a la perfección, y dedicándole una media sonrisa cargada de aprobación al mago, decidiendo que aquello generaba para ella un blanco perfecto para su magia arcana. La energía volvía a chispear en el aire, restañando, y habiendo decidido que aquellos dos que permanecían de pie y ya en parte heridos eran cosa de Einar y Garrosh, decidió asegurarse y acertar sobre uno de los tres que se encontraban indefensos.

Quizá podía considerarse aquella acción deshonrosa, pero lo cierto es que aquella gente había masacrado a viajeros, comerciantes e inocentes habitantes de los pueblos vecinos por igual, sin siquiera molestarse en robarles. No iba a andarse con miramientos hacia ellos. El honor en circunstancias adversas no tenía cabida. Además, sabía que tal acción habría resultado más divertida a su Señor. En cierta manera, una broma pesada y de mal gusto

- Deberíamos dejar a uno vivo, para tratar de sacarle información. - profirió, una vez que el rayo hubo atravesado al pobre desdichado incauto. 

Sintió cierto alivio cuando tres de los atacantes cayeron frente a ella gracias a la magia de Trik, alivio y algo de frustración, muy leve, pero ahi estaba, asomando la cabeza en un momento que no le era nada adecuado.

Clavó a Canción en el suelo junto a ella y tomo una de sus dagas entre sus dedos, lanzandola hacia otro de los enemigos. 

Algunos atacantes aún se mantenía en pie y con una barrera de espinos de por medio el avance era algo que debería esperar por ahora.

El cazador se asoma una vez más y apunta a uno de los tipos que aún se mantenía en pie, al templar el arco se daba cuenta que las flechas eran propulsadas con más fuerza y que allí donde el proyectil impacta causaba más daño, una vez mas dejo que su mano soltará al flecha sin embargo esta impactan de nuevo el la nieve para suerte de sus adversarios.

19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones
 

Me asombro de que mi hechizo haya resultado un éxito, pero sé que no durará mucho.
Me agacho hacia uno de los cuerpos de nuestros atacantes, que han caído bajo el conjuro. Lo agarro y tiro de él hacia atrás, intentando quedar fuera del alcance de los demás. Me arrodillo sobre su cuerpo, sujetándolo firmemente, manteniendo sus brazos atrás y poso mi daga sobre su cuello, no pretendo matarlo, pero quiero estar preparado para cuando despierte, y estará bien dejar a alguien vivo a quien sacar información.

Aviso a los demás que deben estar preparados por si se despiertan, y me preparo mentalmente por si debo usar otro hechizo.

-¡El hechizo no los mantendrá dormidos mucho tiempo, estad preparados!
 

Segunda ronda

El combate parecía haberse decantado favorablemente por vosotros, Eldrid guardó posición y optó por lanzar una de sus dagas contra uno de los combatientes en pie. Pero estos estaban enfrascados en combate cuerpo a cuerpo con Garrosh, era difícil acertar y falló el tiro. Seretide, por otro lado, aprovechó la situación e invocó su magia contra uno de los atacantes dormidos, el rayo lo chamuscó enteramente dejándolo al filo de la muerte.

—Deberíamos dejar a uno vivo, para tratar de sacarle información —dijo la dunmer tras haber invocado el rayo mágico. 

Viggo siguió disparando con su arco, pero su disparo falló de nuevo haciendo que la saeta desapareciera dentro de la nieve. Garrosh, que había recibido una herida de consideración, no cejó en su empeño que obtuvo recompensa, el orsimer lanzó un brutal golpe horizontal cortando severamente al atacante por la mitad, era una herida de gravedad y, estáis convencidos de eso, que de no llevar la armadura lo hubiera partido por la mitad, pero el maldito siguió en pie. El cuervo familiar de Seretide siguió volando por los alrededores, atento a posibles enemigos, pero no parecía divisar ninguno por el momento.

En un alarde de confianza, Trik intentó llegar a uno de los combatientes dormidos por su hechizo, pero se encontró con las enredaderas invocadas por el druida. Estas, sin hacer distinción de amigo o enemigo, trataron de atrapar al mago, pero afortunadamente para Trik logró deshacerse de sus intentos de presa. Se quedó avanzando hacia uno de los dormidos. Einar trató de rematar al enemigo herido por el hechizo de Seretide, el que seguía despierto, y aunque logró encajarle un golpe resultó ser no lo suficientemente fuerte como para acabar con él. Aster, viendo que en el combate cuerpo a cuerpo estaba lo que quedaba de la escaramuza, se quedó vigilante junto al anciano que había llegado a vosotros.

Con un fanatismo que no parecía demostrar miedo, vuestros enemigos siguieron combatiendo. No iban a daros una victoria fácil, pues uno de los que estaba encarado a Garrosh lanzó un potente corte con su espada curvada devolviendo el corte recibido al orsimer, este gritó de dolor cuando su sangre se esparció por toda la nieve, mas la potencia física del orco lo hizo mantener a pie. Más fortuna tuvo Einar, aquel atacante que había recibido ya sus heridas y las de Seretide, trató de devolverte el golpe con escaso éxito, el nórdico esquivó fácilmente el golpe y preparó una maniobra parecida como la que había logrado decapitar al rival anterior, pero en esta ocasión le salió bien. Uno de los combatientes dormidos se despertó de golpe tras sufrir el daño del hechizo de Seretide, aturdido empezó a mirar a su alrededor para ubicarse.