Partida Rol por web

Tu análisis más detallado del estado de aquel hombre te demostraba que mostraba los primeros síntomas de hipotermia, tenía un golpe en la cabeza que, afortunadamente, no sangraba pero seguramente era la fuente de su inconsciencia. El grito atrajo, sospechosamente antes de lo esperado, a Aren, que apareció tras unos matorrales algo sobresaltado.

¿Qué ocurre, Eldrid? ¿Qué? al ver el hombre que habías recogido, se acercó a ti metiéndose en el agua. Por los Divinos.. ¿no estará..? justo cuando iba a decir algo, apareció el orsimer con el hacha en ristre.

El gran orco marcado contempló la escena, arrugó su frente y bajó el arma. Se acercó a grandes zancadas y os ayudó a sacarlo del agua.

Malacath y sus maldiciones.. ¿de dónde ha aparecido? preguntó mientras os ayudaba a sacarlo del agua, y ver su estado sobre la tierra. No es que Korgoth fuera un experto sanador, pues no demostró saber mucho más de lo que habías comprobado tú. Creo que deberíamos acercarlo al fuego.. está muy frío.. ayudadme.

Y así como un rayo, el tono rojo volvió a su piel con venganza al ver aparecer al chico. Lo de esa mañana aún muy fresco en la memoria y su estado no ayudaba. Además... ¿Cómo había llegado tan rápido? Prefirió no pensar en ello, tenían otras cosas más urgentes entre manos.

- N-no, está vivo, pero débil Por suerte para ella el orco había llegado con rapidez también y dispuesto a liarse a mamporros por lo que se veía. Dejo que entre ambos hombres terminaran de sacar al herido a tierra mientras ella iba a donde había dejado el resto de sus cosas a terminar de vestirse.

- Lo trajo la corriente Dijo cuándo empezó a seguirles de vuelta al campamento.

Entre Korgoth y Aren llevaron al legionario hasta el campamento, lo tumbaron sobre el futón del orsimer lo más cerca del fuego como era posible para que entrara en calor. Siguiendo las instrucciones del orsimer le quitaron la ropa húmeda hasta dejarlo desnudo, despreocupándose del pudor y centrándose en salvar al joven imperial.

Hay que actuar rápido, Eldrid, comprueba la el potaje.. va a necesitar algo caliente. anunció el orco mientras Aren recostaba al legionario y lo tapaba tras haberlo desnudado. Una vez lo tuvieron lo taparon con varias mantas esperando que recuperar el calor lo ayudara.

¿Qué le habrá ocurrido? se preguntó mientras lograbais dejarlo reposar, la respiración del imperial se iba normalizando poco a poco. Menos mal que lo encontraste, Eldrid. asintió

Enseguida se dispuso a realizar lo que le había dicho el orsimer, dejando las cantimploras en el suelo al lado de las mochilas, para luego volver a colocar al fuego la olla con la comida para que no se enfriara y removiéndola con suavidad para que no se pegara, además puso atención a que no se le espesase demasiado.

- Tuvo suerte de estar flotando boca arriba, dijo mientras se ocupaba de la comida, sin moverse de al lado del fuego para ayudar a secar sus ropas, el pantalón no estaba tan mojado como la camisa, que se había llevado la peor parte cuando volvió al agua con ella puesta. Si no... Dejo la frase sin acabar, claramente aun con todo reciente pensar en más muertes, incluso de alguien que ni siquiera conocía no la ayudaba a no pensar en lo que ponía la carta de Karliah. Sacudió la cabeza para despejarse, no necesitaba pensar en eso ahora.

Las atenciones de Korgoth dieron su fruto, el legionario fue recuperando el color en las mejillas y pronto os visteis tomando un potente desayuno. El orsimer decidió esperar a que despertara el imperial, cosa que las horas pasaran algo lentas y aburridas. En esas horas Aren se había marchado a dar una vuelta, llevaba media hora fuera.

Mucho tiempo tarda ese chico. comentó Korgoth mientras se rascaba la barba. Espero que no se haya metido en un lío. suspiró mientras dirigía su atención sobre ti.

Te noto nerviosa junto a él. dijo el orsimer con un tono algo jocoso, picajoso si cabía.

El tiempo pasaba muuuy lento y se aburría, mucho. Al menos la ropa ya se había secado casi por completo al permanecer cerca del fuego. El guardia que habían sacado del agua parecía que se iba recuperando, o al menos el tono saludable de la piel eso indicaba. 

Se mantenía inclinada sobre las rodillas, con la barbilla apoyada en ellas, muerta del aburrimiento y jugando con una ramita en el fuego. Encogió los hombros cuando Korgoth se preocupó por lo mucho que tardaba el joven nórdico. No es que no le importase, pero entendía que necesitase tiempo para el mismo, como ella había hecho mientras se bañaba.

Lo que no esperaba era que le saliera con aquel último comentario. 

Se quedo completamente quieta, y el orco pudo ver como el color rojo iba poco a poco tomando terreno por toda su cara. Apretó los dientes, el orsimer parecía estar divirtiéndose a su costa, hoy iba de hacer que se pusiera colorada por lo visto.

- ¡No digas tonterías! exclamó mientras le miraba incrédula y cada vez más roja, para acto seguido desviarla completamente y mirar a otro lado, murmurando cosas incomprensibles sobre orcos a los que les gustaba picar a jovencitas y nórdicos idiotas que la sacaban de sus casillas. Jamás admitiría algo como aquello. Se mordió la mejilla por dentro, cruzándose de brazos, no quería admitir que lo bien que había dormido esa noche, había sido por su compañía, incluso a pesar de lo ocurrido al despertar. Que todos aquellos pequeños detalles de los que se había dado cuenta, no le hacían ser un total cretino a sus ojos.

"¡¡¡Jamas lo admitiré!!!"

El orsimer alzó los brazos en señal de rendición mientras reía suavemente por tu virulenta reacción.

Tranquila, pequeña. Solo sentí curiosidad. sonrió con franqueza. Él parece estar muy pendiente de ti, pero descuida.. no me meteré donde no me llaman. aclaró de buen humor mientras olisqueó el aire. Justo después el legionario empezó a moverse y a toser. Korgoth reaccionó rápido, se inclinó sobre él para ayudarle.

Calma, chico. Estás a salvo.. dijo el orco tratando de tranquilizar al joven soldado, aunque cuando vio al enorme Korgoth se le encogió la mirada asustado por la sorpresa. Trató de zafarse, pero aun estaba débil y, por si fuera poco, el orsimer no parecía una adversario del cual zafarse con facilidad.

Aquí mi amiga, Eldrid. te señaló con la cabeza. Te encontró flotando en el río.. estabas aterido de frío, te hemos salvado la vida, chico. Tranquilo, estás entre amigos. sonrió tan amable como pudo, aunque una vez más las cicatrices que poblaban su rostro le reflejaban algo muy grotesco al legionario, pero poco a poco se iba tranquilizando tras la impresión inicial.

Se puso aún más colorada, mordiéndose el labio para acabar por esconder la cara entre las rodillas. No hacía falta que le remarcara aquel dato de aquella manera, ya se había dado cuenta ella sola. Podía notar cierto rin tintín en su  tono al decirlo, por mucho que tratase de esconderlo. Para ella el mayor problema era no entender porque la afectaba de aquella manera. 

Dio gracias a los divinos porque el guardia que habían rescatado despertase justo en ese momento, pues no estaba segura de poder soportar aquella conversación sin quedarse sin riego sanguíneo en el resto del cuerpo. Se levantó de su sitio y se acercó a ambos, quedándose de pie a los pies del enfermo. Volvió a morderse el labio, esta vez para evitar una carcajada, sabia el efecto que la cara del orco podía tener en alguien que no estaba acostumbrado a su presencia.

- No deberías moverte mucho, por lo que vi tienes un buen golpe en la cabeza hablo trayendo la atención sobre ella, a ver si el hombre se distraía lo suficiente para que no le diera un patatús por ver a Korgoth nada más despertarse ¿Cómo te llamas?

El imperial se fue relajando, y al verte el rostro un poco más, no era por ofender a Korgoth, pero gozabas de un rostro mucho más agradable que el orsimer.

Me llamo Titus.. soy legionario de la Legión Imperial. tosió con violencia. Nos atacaron.. un dragón.. bandidos con armaduras extrañas.. por los Divinos.. a medida que iba recuperando la conciencia del hecho, el imperial apretó los labios con frustración. Creo que.. están todos muertos. Yo me salvé.. nos destrozaron.. dioses..

Korgoth hizo un gesto de confort apretando sus hombros, dijo que se tranquilizara y preguntó si quería comer algo caliente.

Estoy hambriento.. gracias.. ¿vosotros? ¿quienes sois? os miró intrigado, febril, mientras el orsimer le ponía un cuenco de sopa caliente en la mano.

Mala combinación, muy mala. Si ya el encontrarse con grupos de bandidos era malo, que se les uniera un dragón a la fiesta era lo peor.

- Siento mucho lo de tus compañeros Tal vez un poquito lo entendía, encontrarse de repente con ser la única persona que queda viva de algún grupo o familia, no era demasiado agradable Yo soy Eldrid, dijo sentándose donde se había quedado parada de pie y luego señalo al orco El es Korgoth y falta Aren, que no se donde esta ahora mismo. ¿Por que dices que los bandidos tenían armaduras extrañas? ¿Que tenían de especial?

El imperial asintió lentamente según se iban presentando, demasiado febril para ningún aspaviento más entusiasta, empezó a comer con hambre.

Gracias.. musitó mientras se sentía resucitar por la comida. Cuando preguntaste por los bandidos, el legionario sintió cierta pesadumbre, pero se le veía firme y determinado.

Creo que.. no eran bandidos normales. O puede que ni siquiera lo fueran. dijo lentamente. Llevaban armaduras extrañas, nunca había visto nada parecido, y sus yelmos portaban grandes cuernos.. no puedo asegurarlo, pero parecía que el dragón los asistía.. o ellos asistían al dragón.. no lo sé. suspiró terminando la sopa, Korgoth tomó el cuenco.

¿Dónde estoy..? ¿Esto es Skyrim..? miró a su alrededor, desubicado. Mi columna se dirigía a Helgen.. he de avisarles.. pero la debilidad le impedía hacer demasiados esfuerzos. Korgoth lo conminó a reposar.

Aquello no sonaba muy halagüeño, pero no dijo nada, sonaba tan extraño que a lo mejor el pobre guardia se lo había imaginado a causa del dragón. Al fin y al cabo había sufrido un buen trauma por el ataque y el golpe.

- Si, dijo asintiendo, estamos en Skyrim, de hecho nosotros nos dirigíamos a Helgen también, estamos a un par de días. Le informo mientras el orsimer le obligaba a tumbarse Podrás informar cuando lleguemos, pero eso será después de que tu cuerpo se recupere un poco más. Ahora no estás en condiciones de viajar. ¿Por qué podemos llevarle con nosotros, no Korgoth? Pregunto tras asumir que no le iban a dejar a sus anchas.

El orsimer asintió a tus explicaciones, compartiendo tu propuesta.

No habrá problema con ello. respondió Korgoth mientras atusaba el fuego a mantenerse despierto. Tus prendas estarán secas, cuando recuperes la fuerza nos pondremos en camino. El camino que resta será sencillo.

Korgoth miró a los alrededores con cierta preocupación al no ver aparecer a Aren, la verdad es que llevaba bastante tiempo fuera. El orsimer se levantó mientras resollaba.

Iré a buscarle. Me escama que lleve tanto tiempo fuera. anunció mientras se sacudía las ropas.

Frunció el ceño mirando al orco, sus palabras despertaban preocupación en ella y sentía como se le encogía el estómago. 

- ¿N- no creerás que le ha pasado algo verdad? Trataba de no pensar en ello, pero las emociones se arremolinaban de tal forma que hacían que con cosas como aquella se pusiera en lo peor, era demasiado agobiante, más cuando era el miedo lo que solía dominar con cosas como esa. A lo mejor solo se está bañando, es una zona muy tranquila y relajante. O simplemente necesitaba tiempo para el solo... Se levantó con premura poniéndose frente al orco Puedo ir yo si quieres. Le miro expectante, los ojos llenos de preocupación, albergando una plegaria muda porque estuviera bien.

El orsimer te miró con detenimiento mascando una respuesta negativa, te midió con detenimiento.

Puede ser peligroso, Eldrid.. estas a mi cargo y no quiero que te pase nada. aseveró Korgoth mientras arrugaba la frente. Te miró a los ojos, apreció tu preocupación y suspiró lentamente. Finalmente echó mano de un pequeño cuerno que te entregó.

No te alejes demasiado. aunque sabía que pedirte eso era una tarea imposible. Si estás en problemas, sopla, ¿de acuerdo? Huye, no te enfrentes a nadie. las palabras del orsimer estaban preñadas de preocupación, bien podría decirse que su mayor preocupación eras tú y no Aren, tampoco iba a desdeñar al joven. Ten cuidado, te lo ruego.

Tuvo que contenerse para no decirle que ya no tenía ante quien responder si le pasaba algo a ella, por lo que se limitó a asentir con la cabeza concienzudamente tomando el cuerno entre sus manos. Volvía a faltarle el aire y el nudo en la garganta hacia acto de presencia nuevamente.

No tardo en ponerse el peto mientras Korgoth le daba instrucciones, no ir lejos y salir por patas si algo iba mal, además de avisar con el cuerno. Se giró hacia el cuando tuvo las espadas bien atadas a la cintura y se colgó el cuerno de manera cruzada. 

- Tendré cuidado, lo prometo. Y con esas últimas palabras, se dirigió a buscar a Aren. No tenía muy claro por dónde empezar, por lo que decidió acercarse al rio. Empezaría por allí a ver si lo veía.

Se acerco a la zona donde se estuvo bañando ella, no sabiendo donde podía estar, le pareció que era el mejor lugar para empezar. Pero allí no estaba, y tampoco había indicios que indicaran que hubiera estado. Frunció el ceño, cruzándose de brazos pensando hacia donde ir, si rio arriba o rio abajo para finalmente probar suerte yendo en contra de la corriente.

Tu búsqueda por el momento no te daba nuevas pistas, ¿dónde se había metido ese Aren? Incapaz de rastrearle, empezaste a ascender río arriba teniendo la esperanza de que el joven hubiera tomado ese camino. El río tomaba un curso escarpado hacia arriba, las laderas de las montañas se mostraban regias ante ti y no tardaste demasiado en localizar una oquedad en la piedra, una cueva delimitada por follaje y hiedra, junto al río, y de la cual también se filtraba un pequeño riachuelo como improvisado afluente del mayor.

¿Se habría metido en esa cueva? A saber.

Se estaba alejando demasiado, a punto estuvo de dar la vuelta, al fin y al cabo le había prometido al orco que no lo haría. Hasta que vio la cueva. Se acerco mirando bien donde pisaba para no caerse, en cualquier otra ocasión no habría dudado ni un instante en adentrarse y ver que había dentro, pero ahora... 

Se preguntaba donde estaba el chico, aun no había dado con el, con absolutamente nada. Estaba por volver rio abajo y seguir por allí. Pero la duda de no saber si podía estar dentro de la cueva... 

Un examen de la zona de la entrada reveló aspectos inquietantes. Podías apreciar un trasiego de movimiento más o menos contínuo, coloración rojiza húmeda, quizá reciente, de sangre y lo que más nerviosa te puso. Un pedazo de tela marrón de un jubón muy parecida a la que llevaba Aren.