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2 de Fuego del Hogar. Amanecer. Colegio de Hibernalia

Construido sobre un acantilado de aparente fragilidad, el Colegio de Hibernalia posee una longeva historia que se remonta a la Segunda Era. Durante generaciones los hechiceros que han aconsejado y asistido a los jarls de Skyrim se formaron en este colegio, pues a pesar de la tradicional desconfianza nórdica hacia la magia, nunca ha sido desdeñada del todo por los habitantes de la provincia norteña de Tamriel.

A principios de la Cuarta Era tuvo lugar la catástrofe del Gran Hundimiento, durante un año diversas tormentas y maremotos azotaron la costa de Hibernalia, como si el Mar de los Fantasmas hubiera cobrado vida propia. El resultado fue el hundimiento de gran parte de la ciudad, pero el colegio permaneció intacto. Eso alimentó las sospechas de que el cataclismo fue causado por los propios magos, aunque estos siempre han negado ser los autores del mismo. Fuera como fuera, Hibernalia nunca se recuperó y aunque el colegio siguió funcionando, la herida nunca cicatrizó alimentando las desconfianza de los lugareños hacia los hechiceros del colegio.

Era un amanecer más de verano, a pesar de las temperaturas agradables la nieve no se deshacía y permanecía ese frío habitual del norte de Skyrim. A vuestros aposentos llegaron vuestros respectivos maestros..

2 de Fuego del Hogar. Amanecer. Colegio de Hibernalia

Vamos vago. Las sábanas se te están pegando de más. inquirió tu maestro con su habitual tono áspero, nada sorprendente. Onmund, ya ataviado con la túnica del colegio, esperaba junto al marco del umbral de tu habitación.

Hoy tenemos muchas cosas que hacer, y el tiempo es oro. Ya lo sabes. le dio una patada a la cama, tampoco fuerte, pero lo suficiente como para que se moviera la estructura. ¡Sin quejas!

Desde luego, estaba de buen humor.

2 de Fuego del Hogar. Amanecer. Colegio de Hibernalia

Cuando marchaste a Hibernalia para aprender lo último que esperabas es que tu maestro fuera a ser un khajiita, pero el maestro J'zargo era uno de los reputados mágicos del colegio. Se dice que fue uno de los aprendices que lograron derrotar un intento thalmor para controlar el colegio veinte años atrás, y lo cierto es que era bastante respetado, a pesar de sus disparatados experimentos.

Despierta, despierta dormilón. J'zargo tiene tareas para ti esta mañana. una de las peculiaridades de los khajiitas es que solían hablar en tercera persona. Hay que aprovechar el sol, hoy asoma arriba y las nubes nos dan tregua. En pie.

Uf si habia algo que odiaba era madrugar, mientras no despertara con alguna preciosidad. Aquel khajiita siempre tan insistente. Ya, ya me levantaba hombre o gato o como se dijera. 

El sol no es un buen amigo esta mañana me temo.-empecé a desperezarme largamente y después me dispuse a vestirme sin prisas. 

Pasè mis manos por los ojos intentando despertarme mejor pareciendo mas un gato que el mismo profesor. Era demasiado perezoso por las mañanas. 

-Decirme maestro ¿Que tareas me aguardan este dia?.¿Alguna visita a una antigua mazmorra que aguarda con pergaminos enterrados en la memoria?.¿ Una montaña en las que en su cuspide vive algun animal legendario que entrega un don a quien le descubre o algun buen lugar donde beber y comer cuyas jovenes camareras sean bonitas?-sonrei ante lo ultimo. Bueno cualquiera de los 3 era bueno y en el ultimo seguro no me jugaba el pellejo.

-Mmm...- murmuré. Si había algo a lo que no acababa de acostumbrarme, era a lo de levantarme tan temprano, y eso que en Lucero del Alba siempre se levantaba al salir el sol. Pero a Onmund lo de esperar a que hubiera luz del día no le parecía necesario.
Levanté las manos en señal de rendición. 
-Voy, voy.-
Me levanté, desperezándome, y me puse a lavarme y a vestirme.

-¿Qué toca hoy? - pregunté, aguantando un bostezo.

El khajiita te miró circunspecto, o lo que podía decirse así si podías adivinar sus pensamientos, y negó con la cabeza.

Nada de eso, J'zargo ha hablado con Urag y le ha ofrecido a su alumno para que le ayude a ordenar la biblioteca. El malhumorado orco te espera allí, no tardes más de lo necesario. te comunicó, Urag gro-Shub era el guardián de la biblioteca del colegio, un orco malhumorado y sobreprotector de los libros que allí se guardaban. 

Cuando termines, reúnete con J'zargo en el Salón de la Tolerancia. Allí continuará tu formación. te dijo mientras observaba con curiosidad felina los detalles de tu habitáculo.

Onmund esperó con aparente paciencia que te preparas, el hechicero nórdico mantuvo los brazos cruzados y para cuando terminaste se puso en marcha.

Hoy es un buen día, bajaremos a Hibernalia para buscar a Birna. Ha pedido la ayuda del Colegio y la Archimaga nos ha pedido que nos encarguemos de ello. te comunicó mientras salíais al patio del colegio. En poco ya cruzabais la estrecha pasarela que os unía al continente y a la ciudad, al ser finales de verano el frío era más tolerable, pero el viento persistía ululando contra la roca.

¿Cuánto tiempo llevas conmigo, Trik? preguntó de repente, algo taciturno.

-¡Oh! Espero que podamos ayudarla - Birna me cae bien, es algo gruñona a veces, pero tiene buen fondo, y no es de pedir ayuda si no lo necesita de veras.

Camino siguiendo a mi maestro, sujeto firmemente mi bolso y presto atención mientras camino, no es la primera vez que estoy a punto de caer por los muros agrietados del puente, y no quiero tener que aguantar otra perorata sobre mis despistes, y menos hoy, que le noto algo raro.

Le miro con curiosidad cuando me pregunta, me giro hacia él y respondo:
- Cuatro años, maestro -

Miro hacia el frente, dejando mi vista vagar hacia el infinito. “Cuatro años ya”  pienso mientras nos dirigimos hacia la ciudad, pienso en mi hogar, en mis padres y en mi querida Hellina, hace tanto que no los veo...
Los echo tanto en falta, especialmente en días cómo estos en que la temperatura me recuerda tanto a la de mi hogar. Pero no volveré hasta que sea digno de ello.

Cuatro años. repitió lentamente, pero no dijo nada más, como si en su cabeza se hilaran decenas de cosas a las que no podía dar definición. Pero cualquier intento por sonsacar nada de tu maestro acabó, pues Birna salió a vuestro encuentro.

La tendera, como la gran mayoría de los nórdicos y, especialmente, habitante de Hibernalia, no confiaba en los magos. Pero a su vez era la paradoja de los habitantes de Skyrim, que bien se preocupaban sus guerreros de poseer armas mágicas o armaduras encantadas, Birna no era especialmente desagradable y reveló que os necesitaba para averiguar si algunos de los artículos que había recibido recientamente eran realmente mágicos o no.

No será problema. respondió Onmund mientras acompañaba a Birna a su tienda. ¿Has aprendido el hechizo adecuado, Trik? te preguntó mirándote de soslayo.

Saludé a Birna con una sonrisa cuando llegamos, aun a sabiendas de que probablemente no me la devolvería.

Lo cierto es que nunca me había planteado que un comerciante tuviera comprobar los objetos que adquiría, no entendía porque la gente desconfiaría de alguien con quien hacía un trato de ese tipo, pero imaginé que para ella era algo importante, y que quería asegurarse de que no la estafaban en la compra de algún artículo. 

Miré al maestro mientras entrábamos en la tienda, y bajé la mirada cuando me preguntó, carraspeé un poco.

-Err... creo que aun no, maestro-

Tu maestro suspiró resignado, negó para si mientras añadía con cierto tono cáustico.

¿Pero qué maestros has tenido? medio en broma medio en serio, jugando a esa ambigüedad con la que estaba tan cómodo. Recuérdame que hable seriamente con tu tutor.

Birna mostró los artículos, la verdad es que parecían bastante mundanos, pero ella hizo especial hincapié en un anillo. Este anillo parecía estar hecho de oro, con un ribeteado plateado por todo el aro, pero lo que más destacaba era una piedra preciosa, presuntamente un rubí, tallado de forma que pareciera el ojo de un réptil. La dependienta insistió que ese anillo era su principal preocupación.

Toma. sacó un pergamino de su bolsa y te lo ofreció. Creo que ese maestro tuyo sí te habrá enseñado a leer pergaminos mágicos, ¿no? Adelante. movió la cabeza hacia ese anillo extraño.

Sonreí cuando el maestro hizo el comentario, muchas veces se centraba tanto en los objetivos, que olvidaba los pequeños detalles, no era la primera vez que desconocía un hechizo básico por eso.
-Creo que mi tutor a veces se olvida de que lo que para él es básico, para mí es algo desconocido- le respondí mirándole, con deje divertido.

Observé los artículos que Birna nos mostraba, para mí no eran más que baratijas, pero cuando hizo hincapié en sus dudas sobre el anillo, y el maestro me dio el pergamino, me puse a ello sin demora, pensando que tendría que aprender ese hechizo, aunque fuera por mi cuenta, podría resultar útil en un futuro.

Extendí el pergamino frente a mí, recitando la fórmula mientras extendía mi mano hacia el anillo, esperaba no equivocarme, pues sabía que no podría usarlo otra vez. 
 

Al concentrarte en el anillo tras lanzar el hechizo mediante el pergamino sucedió algo extraño. No era la primera vez que lanzabas un conjuro de detección, pero indudablemente la normalidad que debía acompañar aquel acto se esfumó en los primeros segundos.

No llegaron sensaciones ni estímulos arcanos que te dieran pistas sobre la naturaleza de la magia del anillo, sino que tus ojos fueron consumidos por una película negra y tu mente fue lanzada a otro lugar. Te viste en lo más alto de una montaña, escuchaste el reverberar de un viento que aullaba que traía consigo graves voces masculinas y no sabías lo que decían. Desde aquel lugar privilegiada contemplabas toda Skyrim, pero tu visión se centró en un lugar que te era absolutamente familiar: Lucero del Alba.

Allí se congregaba un ejército imperial, apostando defensas frente a un Mar de los Fantasmas embravecido que parecía traer algo consigo. Algo que sabías que era antiguo y terrible, algo que no debía estar allí y aun así estaba llegando. La perspectiva te otorgó la visión de un campo de batalla que propagaba el fuego de la guerra por toda la costa de Lucero del Alba. Las armas de asedio atacaban a los navíos que desembarcaban en tropel en las playas heladas de tu hogar natal, las flechas volaban, los gritos silenciaban las olas y la muerte campaba a sus anchas por doquier.

Entonces viste a un hombre montado a caballo, llevaba una corona hecha con dientes de dragón que dirigía la desesperada defensa de Lucero del Alba, ahora totalmente superada por los invasores del mar. El hombre volvió la mirada hacia ti, como si fuera consciente de que lo estabas contemplando y luego alzó la mirada arriba. En el firmamento pudiste ver las lunas hermanas Secunda y Masser en peculiar formación, luego volvió a mirarte y dijo:

El tiempo se ha roto. Akatosh ha dado la espalda a Nirn.

Tal como llegó esa visión a ti abriste los ojos como si te faltara el aire. Estabas en el suelo, luchando por respirar, y arrodillado junto a ti viste a tu maestro que intentaba reanimarte.

Trik.. Trik.. escucha, responde.. depierta, chico.. por los Divinos, ¿cómo te encuentras?

La mente se me nubló en un momento, las visiones que empecé a percibir me sobrecogieron.
Allí, a los pies de aquella montaña a la que me vi transportado estaba mi hogar, en guerra, en llamas... mis ojos se abrieron cómo platos, los gritos de aquellas personas a las que conocía tan bien se clavaban en mis tímpanos y el hedor a muerte me asfixiaba.  
Quería gritar, quería correr hacia la ciudad y ayudar, buscar a mis padres y a Hellina, quería salvarlos, pero no podía hacer nada. Estaba allí plantado, inmóvil, no era más que un espectador inútil.
Luego aquel hombre de la extraña corona me miró directamente y me habló. Sus palabras retumbaron en mi cerebro como un estruendo mientras observaba las lunas, una encima de la otra, en una extraña alineación.
... El tiempo... Akatosh... ¿Qué significaba aquello?

En ese momento mi mente volvió a nublarse, y me vi postrado en el suelo, luchando por recuperar el aliento, mientras mi maestro estaba visiblemente preocupado intentando reanimarme.
Me incorporé con dificultad, mi pecho subía y bajaba ostensiblemente mientras intentaba recuperar la normalidad en mi respiración.
Me vi abrumado por un sinfín de pensamientos, aquella visión ¿había ocurrido en verdad? ¿eran visiones del futuro... o del pasado? Hacía tiempo que no sabía de mi hogar ¿y si ya era tarde? 

De pronto, fui consciente de la preocupación de mi maestro, con dificultad, apoyé mi mano en su brazo y le miré, no pude evitar la señal de terror en mi mirada.
-Yo... mi, mi hogar... una guerra, he visto...- Negué con la cabeza e intenté aclarar mis pensamientos, respiré hondo y continué - No se bien lo que he visto, una batalla en Lucero del Alba, un hombre con una corona de dragón, me habló... Las lunas... estaban alineadas, algo del tiempo roto y que Akatosh ha dado la espalda a Nirn-

Dirigí una mirada de súplica a mi maestro, que me escuchaba atentamente.
-Maestro ¿no... no ha ocurrido ya, verdad?- Sólo podía pensar en mis seres queridos en esos momentos.

Mientras Birna se quejaba por lo bajini con palabras que no llegabas a escuchar, tu maestro estaba volcado junto a ti tomándote de la mano.

Tranquilo. Respira, Trik. dijo preocupado mientras te incorporaba con cuidado. Ordena tus pensamientos, que no te superen.. escuchó lo que balbuceabas nerviosamente, su rostro serio parecía no perder detalle alguno de lo que le contabas.

No ha habido ninguna batalla en Lucero del Alba, ¿la Corona de Dragón? tu maestro frunció el ceño, te puso en pie con firmeza. Volvamos al Colegio. Has de reposar. vio tu mirada atemorizada, reflexionó. Las lunas no se han alineado, no temas.

Las palabras de mi maestro me tranquilizaron un poco, pero no demasiado. No entendía lo que ocurría y en ese momento todo lo que deseaba era ir a Lucero del Alba y comprobar por mi mismo que todos estaban bien.

Noté que estaba agarrando fuertemente la manga del maestro mientras lo miraba suplicante, solté mi mano instintivamente, intentando recuperar la compostura.

Bajé la cabeza y tragué saliva, luego volví de nuevo la vista hacia él.
-Estoy bien, sólo algo confuso... y preocupado, ciertamente.- "mis padres... Hellina... tengo que verlos" -Pero estoy bien, de veras.- 

Me mordí el labio inferior dubitativamente antes de continuar... todo lo que quería era convencerle de viajar hasta mi hogar, pero sabía la respuesta, tendría que esperar a tantearlo de otra forma, no ahora, no así. 
En vez de eso, le pregunté
- ¿Qué es lo que me ha ocurrido? ¿Tiene algún sentido para ti, maestro?-

Tu maestro te miró fijamente cuando preguntaste sobre el posible significado de aquello, puso los ojos en blanco suspirando un poco y negó con la cabeza.

Puede ser.. pero mejor que hablemos con Brelyna.. ella sabrá interpretar mejor esa.. visión. era cauto, muy cauto en sus palabras. Sin dejar que Birna siguiera acosándoos, Onmund te llevó con él en dirección al Colegio.

La maestra Brelyna Maryon era una dunmer que había estudiado junto a Onmund, habían terminado por ser buenos amigos y mientras tu maestro era un hombre práctico, ella prefería la compañía de los libros. No en vano terminó heredando el puesto de guardiana del Arcaneum, la biblioteca del Colegio, tras el fallecimiento del maestro orco Urag gro-Shub.

Onmund te había llevado ante ella, le había explicado lo que habías visto y tú mismo pudiste dar los detalles. Pareció que las explicaciones fueron suficientes para que la elfa oscura pudiera ponerse tras una pista, y tras una media hora de consultas llegó con un viejo volumen en cuya portada podían verse varias constelaciones.

Masser y Secunda alineadas.. no es un fenómeno extraño, pero no ocurre a menudo. Quizá una vez cada cinco años. explicó con aire didáctico. Si mis cálculos son adecuados.. esto será dentro de ocho meses.. alrededor de Segunda Semilla, el año que viene.

Tras una breve pausa, te miró fijamente pensativa. Onmund, a tu lado, también tenía un semblante grave. Pero la dunmer pareció darse cuenta de un detalle.

¿Ese es el anillo que te provocó la visión? al hacer referencia al anillo te diste cuenta que lo llevabas puesto. No recordabas haberlo hecho, la mirada de Onmund, de sorpresa, también parecía indicar que tampoco se había dado cuenta de ello. Pero había algo más, algo que tú ibas a saber en breve. No te podías sacar ese anillo del dedo.

- Ocho meses- murmuré para mí. Cerré los ojos y respiré aliviado. No había sucedido aun, y eso significaba que podría evitarse en el caso de que mi visión fuera una premonición.

Cuando la maestra me pregunta por el anillo, miro sorprendido mi mano, no recuerdo haberme puesto el anillo en ningún momento.
Miré a ambos, desconcertado, mientras intento quitármelo.
-Yo... Yo no me lo puse... No... no lo entiendo.- Hago más fuerza, pero el anillo no cede. No está atascado, gira en la base de mi dedo sin problema, pero cuando tiro para subirlo, simplemente, no se mueve de su sitio.

Bajo el tono de mi voz, algo asustado, mi respiración está algo agitada. No quiero tener esa cosa en mi mano, sigo tirando.
-No sale... no puedo sacarlo-

Tanto la maestra Maryon como Onmund quedaron sorprendidos por esas circunstancias. Cuando fue claro que no iban a poder sacarte el anillo por medios convencionales, se plantearon usar magia, pero sabiendo el efecto que tuvo contigo desistieron a esa perspectiva.

No me cabe duda de que.. una fuerza muy poderosa obra en ese anillo. dijo la dunmer, acto seguido se sumergió en un grueso volumen. Quizá tengamos algún dato acerca de ese anillo..

De nuevo la espera, Onmund trató de animarte dándote una charla insustancial, pero con escaso éxito. Podías verle preocupado, con el ceño fruncido, no sabía cómo interpretar aquello o cómo poder ayudarte. Pero entonces intervino la maga, se lanzó a tu anillo tratando de reconocer algún grabado en él hasta que la misma frunció el ceño.

Sí.. creo que.. murmuró para si. Alzó la mirada para ambos. El Ojo de Auri-El, el nombre que Akatosh recibe de los mer. Este anillo.. si los grimorios no mienten.. perteneció a los elfos de las nieves, a los sacerdotes de Auri-El que les permitía entrar en comunión con el dios e interpretar sus mensajes.

El tono de voz de la maestra se fue oscureciendo, miró a su compañero y luego a ti.

¿Qué escuchaste? El tiempo se ha roto.. Akatosh es el dios del tiempo, pero.. ¿por qué? podías ver la consternación en la dumner, atrapada en las dudas. ¿Qué ha sucedido para que hayas visto eso? 

Las preguntas se aglomeraban sobre vosotros, pero entonces el tiempo se congeló a tu alrededor y adquirió una gama de tonalidades salmón. Tú seguías siendo capaz de moverte y actuar, pero antes de que pudieras preguntarte la razón apareció una figura fantasmagórica de un altmer delante de ti.

No temas, guardia rojo. se presentó. Lejos de lo que puedas creer, no es mi intención hacerte daño, sino ayudarte. Tus profesores no saben cuan lejos alcanzan los acontecimientos que están a punto de desencadenar, ni siquiera tú con tu visión. hablaba pausadamente, solemne. Mi nombre es Quaranir, maestro de la Orden Psijic, no tengo mucho tiempo ahora.. y si decides confiar en mi, debes dirigirte al sur de Skyrim. A Helgen. Allí encontrarás parte de las respuestas que ahora tienes en la cabeza.