Partida Rol por web

23 de Última Semilla. Tarde. Montañas Jerall

La caravana de legionarios avanzaba con relativa facilidad a través de los pasos montañosos de la cordillera Jerall, había sido un buen verano y la nieve os daba tregua. El sol brillaba en el cielo, a veces oculto tras las montañas, pero aunque hacía frío era una suave brisa con lo que podía llegar a ofrecer aquel lugar.

Tu caravana constaba una columna de veinte legionarios, un oficial, dos carros de intendencia y cuatro jinetes ligeros. Una fuerza pequeña pero bien pertrechada a la que habían asignado como relevo a la guarnición de Helgen. Aunque la disciplina y la marcialidad imperaban, había tiempo de asueto entre la tropa, el viaje desde la Ciudad Imperial hacia el norte, habíais hecho una breve parada en Bruma, había sido largo y pesado a pie. Titus se te arrimó con voz anhelante.

¿Crees que habrá buenas chicas en Helgen, Einar? Dicen que las nórdicas son muy fieras en la cama.. bromeó el joven imperial mientras susurraba contigo.

La caravana finalmente atravesaba las montañas Jerall. No podía recordar la última vez que pasé por acá, pero aun así me brinda una extraña melancolía la imagen de aquellas blancas tierras muy por encima de las tierras imperiales por las que siempre me he movido, desde que tengo memoria. Este lugar me brinda una sensación primaria, muy antigua y básica pero fuertemente arraigada en mi interior. Casi como el olor de una madre para su hijo.

La voz de Titus me saca de mi ensueño cuando me pregunta de las mujeres nórdicas. Sonrío y le respondo:

 - "No solo fieras, hermano, sino también hermosas y voluptuosas."

Me río junto a él pues, conociéndolo, sé que hará de las suyas allá en Helgen. Supongo que si no fuese tan buen guerrero alguien lo habría castigado por su conducta pero la verdad es que se gana con creces cualquier clase de indulgencia que los superiores tengan con él.

Fijo mi vista en el camino mientras escucho los pasos de la compañía, la que es bien nutrida. Me costó ganarme el permiso para venir a Helgen junto con Titus, pero supongo que a la Legión le importa harto el poder mantener buenos efectivos en Skyrim. Me siento orgulloso de ser uno de ellos.

Titus te guiñó el ojo divertido ante tu respuestas y murmuraba un "cuento con ello" cuando el oficial al mando, un bretón con malas pulgas, os ordenó silencio. Así fue, silencio, durante una media hora más cuando algo frenó la marcha. Alguien en la vanguardia, uno de los jinetes, gritó algo. De repente aquel silencio marcial se tiñó de uno más tenso, solo el sonido del tintinear de las armaduras y los escudos en ristre lo rompía.

Tu hermano de sangre frunció el ceño, se preguntó que estaba ocurriendo mientras trataba de ver la parte delantera de la columna sin romper la formación. De repente, de allí pudisteis ver como un extenso manto de nieve caía sobre la ladera de una de las montañas a lo que le siguió un aterrador rugido que se propagó por todo el paso.

¡En formación! ¡En formación! no esperó ni un segundo, el oficial empezó a mandaros. ¡Línea de escudos al frente! pero sin ver lo que había evocado aquel rugido, parecía que esas órdenes venían por otro peligro. Uno de los jinetes cayó derribado por una flecha que le acertó el cuello. ¡Escudos! ¡Arqueros atrás! ¡Nos atacan!

El viaje es interrumpido por el sonido que nos pone alerta. Los vellos de mi nuca se erizan a medida que corro a tomar mi posición, detrás de Titus, quien cubre con su escudo mientras yo aferro con ambas manos mi gran hacha, listo para acabar con los atacantes.

Intento mirar hacia todos lados para ver si consigo ubicar la amenaza pero no consigo ver nada desde detrás de los cascos de mis compañeros pues, a pesar de ser más alto, sus escudos se elevan por encima de ellos. Permanezco quieto y expectante a órdenes o sucesos que me hagan reaccionar.

Rápidamente la columna de legionarios se preparó como había ordenado vuestro oficial, los silbatos se adueñaron del paso marcando las maniobras de defensa que ordenaba vuestro mando. Los legionarios con escudo en vanguardia, los demás atrás y los arqueros en retaguardia. La nieve que se precipitó delante vuestro levantó una polvareda de aguanieve que os tapó la visibilidad y os engulló enteramente, entonces llegó un silencio tenso, hasta vuestro oficial había callado.. solo para escuchar que algo se sobrevolaba encima de vuestro, el batir de unas poderosas alas, un gruñido amenazador.

El tintineo nervioso de los legionarios, fue la respuesta, pero no había rastro de la criatura que causaba aquel sonido venido de todas partes del paso. La nube de aguanieve tardó medio minuto en empezar a bajar, pero lo que os preocupó no vino del cielo, sino de siluetas casi fantasmagóricas que habían aparecido delante vuestro.

Llevaban unas armaduras exóticas nunca vistas, cascos coronados con cuernos nunca vistos, eran cuatro y avanzaban ágilmente hacia vosotros esgrimiendo armas curvas. Entonces gritaron en una lengua que no erais capaces de identificar, pero sus palabras eran universales, estaban cargando.

¡Nos atacan! ¡Nos ata..! fue lo último que grito el bretón, de las nieblas de aguanieve emergió el cuello de un gran sierpe que engulló al oficial entre gritos de horror y se lo llevó volando. Alguien gritó lo obvio: ¡¡DRAGOOOON!!

Delante vuestro los misteriosos atacantes seguían de forma temeraria, pero no tanto, porque la fila de escudos se había desorganizado completamente y ya estaban entrando cortando con facilidad los primeros de los vuestros. La confusión era tan grande que algunos de tus compañeros empezaron a emprender la huida, ¿qué harías tú?

Las palabras de los hombres luego de que el Bretón muera son significativas:

"¿Un dragón? Pensé que ya no existían o que ya no eran significativos, pero estos tipos coordinados con un Dragón, no puede significar nada bueno."

Veo que el resto de legionarios están confundidos y temerosos. Sin pensarlo dos veces, le doy con el codo a Titus para que me apoye y empiezo a gritar órdenes:

 - "¡Muro de escudos en punta de diamante triangular! ¡Arqueros, disparen al dragón! ¡Legionarios no escudados y jinetes, contra los enemigos a pie! ¡AR!"

Yo mismo corro con mi hacha para atacar a los tipos con casco mientras Titus debe repetir las órdenes como mi primer oficial. Me recuerda a nuestros días contra los Thalmor, donde yo era el Cabo de Hadvar y Titus mi soldado de primera.

"Si no conseguimos ordenar a la tropa y organizar una defensa, morirán muchos y perderemos nuestra caravana, con lo que no sobreviviremos el paso a la montañas. Debemos ahuyentar a los atacantes!"

Sostengo con fuerza mi hacha para combatir mientras espero que las múltiples flechas sean capaces de hacer que la bestia emprenda el vuelo y nos deje continuar.

Con la vorágine de caos a vuestro alrededor, tus palabras y las de Titus se perdieron en la marea de soldadesca que empezaba a huir. Los atacantes empezaron a derribar a las primeras filas con una eficacia brutal, sus hojas cortaban como cuchillas. Ninguno de tus compañeros atendió a tus órdenes, el terror se había adueñado de los legionarios mientras el dragón os sobrevolaba, con la amenaza de saltar sobre vosotros en cualquier momento.

¡Tenemos que salir de aquí, Einar! te dijo con preocupación su amigo. ¡Nos van a machacar!

Eso parecía que estaba pasando, algunos legionarios viéndose incapaces de huir, afrontaron a los enemigos en batallas desiguales. Sin la fuerza del conjunto, aquellos guerreros de armaduras exóticas superaban con facilidad uno a uno a los legionarios. La montaña era testigo mudo de lo que estaba sucediendo, porque entonces el horror, el dragón descendió sobre el paso y cerró la retirada de tus compañeros. Estabais atrapados, era luchar o morir, y tras una llamarada de la sierpe quedaron bastantes menos que luchar.

Delante unos siete guerreros astados, detrás un dragón, si había una salida era el río que cruzaba el paso a varios metros pendiente abajo.

La fila nunca se arma y los soldados corren despavoridos en todas direcciones. Veo como pasamos de ser una comitiva de legionarios a ser solo un montón de tipos corriendo por su vida. Escucho las palabras de Titus y sé que tiene jodida razón. No hay nada que podamos hacer si no escuchan y los dos solos no podemos vencer esta batalla.

"¿Que haría Hadvar acá? Intentaría salvar a sus hombres y no lucharía si no puede vencer."

Veo a nuestro alrededor y le asiento a Titus antes de gritar a los que deseen escuchar:

 - "¡RETIRADA! ¡AL RÍO!"

Sin pensarlo dos veces, corro hacia el río y salto hacia su cauce, sabiendo que puedo morir incluso con el golpe pero viendo allí más posibilidades que enfrentándome a esos extraños guerreros o a la terrible sierpe que parece trabajar junto con ellos. Solo espero que más se salven.

Viendo como aquellos asaltantes misteriosos y el dragón iban destrozando a vuestros compañeros, Titus no lo dudó y junto a ti se lanzó al río. Alguno más lo intentó, pero los rápidos reflejos de la sierpe cazaron al vuelo a los rezagados.

¡Mal momento para recordar que no sé nadar! dijo justo antes de tirarse. Las fauces del río se abrieron para recibiros, no sabíais si iba a ser lo suficientemente hondo como para acogeros, si no os ibais a estampar contra las rocas, pero era arriesgarse o morir. 

Mientras dejabais arriba la carnicería, os precipitabais abajo, abajo, abajo y..

El río parece que está mucho más abajo de lo que esperaba y veo como la quebrada frente a mí asciende a una creciente y enorme velocidad. El vértigo comienza a sentirse con una fuerza arrolladora en el interior de mi estómago y dejo de sentir cualquier cosa que no sea la velocidad a la que desciendo hacia un futuro incierto que puede incluso ser mi muerte.

Sé que Titus viene detrás pero creo que ningún otro de nuestros compañeros lo ha logrado. Sentiría pena, pero no tengo tiempo para eso en este momento. Solo tengo tiempo para seguir cayendo hacia esa agua que se acerca a mí más rápido de lo que jamás he visto antes.

Desde luego que la distancia que había desde el Paso al río se demostró ser mucho más larga de lo que aparentaba. Trataste entonces de caer lo mejor posible, pero la tensión, el dragón detrás de ti y la carnicería de tus compañeros se conjuraron para que no pudieras concentrarte. Sentías el estómago en la garganta, y cuando chocaste contra las agua notaste como la fuerza de una montaña te golpeaba y partía las piernas.

Fue tanta la fuerza del impacto que te quedaste inconsciente, todo se tornó negro, oscuro y doloroso, muy doloroso. Para cuando abriste los ojos estabas tumbado boca arriba sobre un lecho de hojas, inmovilizado de cintura para abajo rodeado de un paisaje nevado. Pero sentías el agradable calor de una hoguera cerca de ti, también una cabra dorándose sobre él. Estabas solo, y el anochecer cercaba el cielo.

Despierto y siento un dolor lacerante en las piernas. No sé qué ha ocurrido pero, al ver que estoy al lado de algo asándose, sé que debe haber sido Titus quien me salvó la vida. Sonrío pues ya nos hemos salvado tanto mutuamente que nos debemos la vida más veces de lo que sabemos contar.

El olor que desprende está bien, pero lo que ahora me preocupa es mi estado. Comienzo a examinar mis heridas, sobre todo mis piernas. Sé algo de medicina pues aprendí a tratar las heridas que los soldados reciben en batalla. No seré un experto, pero si es importante tener nociones básicas de estabilización y poder así salvar la vida de un amigo cuando se necesite.

Me pongo a ver mis piernas y mis heridas mientras intento no perder atención de mi entorno y mi equipo, por si necesito defenderme.

Tu examen de las piernas había revelado que alguien las había tratado, las tenías inmovilizadas por torniquetes y ramas rígidas para que no te movieras. Si lo hacías sentiste un dolor familiar, el de huesos rotos, probablemente te partiste algo en la caída.

Los minutos pasaban, no venía nadie, pero pronto escuchaste un sutil rumor entre las hojas. En el campamento improvisado entró una bosmer con el arco colgado a la espalda. La mujer te miró con atención, pero sonrió ampliamente al verte.

Has despertado, legionario. se acercó a ti con paso decidido y se acuclilló con absoluta normalidad. ¡Por Y'ffre! Cuando te encontré en la orilla del río te creía muerto, pero tus Divinos parece que te han protegido. No te muevas demasiado.. voy a comprobar los vendajes.. creo que tienes algún hueso roto. con toda naturalidad empezó a atenderte, con tu permiso o sin él. Un vistazo más detallado te reveló que tu equipo estaba amontonado a un lado aunque fuera de tu alcance.

Mis piernas están rotas, por lo que no podré moverme en un tiempo. Debo esperar y recuperarme, aunque sé que a veces es algo que toma más tiempo de lo que un guerrero como yo querría. Lamentablemente, no es un proceso que se pueda apurar, solo queda esperar y concentrarse en la correcta recuperación.

Por lo menos, habían sido tratadas con pericia, por lo que puedo contar con que la recuperación será correcta si le doy el tiempo necesario.

Mi equipo reposa fuera de mi alcance y sé por tanto que estoy indefenso ante cualquier ataque. Solo me queda confiar en que Titus no se ha alejado demasiado.

De pronto, una bosmer aparece e indica que fue ella quien me trató. Comienza a revisarme con amabilidad pero carácter decidido, dejando claro que no obtengo nada al negarme. Le sonrío también y le hablo mientras trabaja:

 - "Muchas gracias por ayudarme. Habría muerto de no ser por ti. Mi nombre es Einar. ¿Quien eres tú?"

De pronto, entiendo que no ha mencionado a Titus, por lo que le pregunto también de inmediato:

 - "Otro joven cayó al río conmigo, otro legionario. ¿No sabes algo de él?"

El miedo de que Titus no lo haya conseguido me asalta y pienso de inmediato en que debo levantarme para buscarlo. Puede estar en peligro, lo puede haber encontrado el Dragón o los hombres armados. Pienso en el destino terrible de mi hermano y en la frustración de no ser capaz de hacer nada en este estado.

Mientras la mer comprobaba tus piernas, ella respondió con una actitud enérgica y positiva.

Un placer, Einar. te tendió la mano. Yo soy Naarin Pisada Helada. No me des las gracias, tuviste suerte que te encontrara en la orilla, has tenido muy mala caída.. sonrió con calidez mientras atendía los vendajes.

Cuando preguntaste por Titus, la bosmer negó con la cabeza arrugando su tersa piel de la frente.

Solo a ti, no había nadie más. dijo con algo de reservas, imaginándose que preguntabas por algún conocido tuyo. Quizá el río lo arrastró más abajo.. apuntó con algo de esperanza.

Naarin es una mujer muy amable y considerada, que se ha preocupado de mi salud de forma desinteresada, o eso parece de momento. Me reconforta su presentación pues es alguien que inspira confianza, pero sus palabras acerca de Titus me hacen entrar en un estado de miedo que no puedo evitar.

Me revuelvo en mi posición intentando ponerme de pie mientras hablo:

 - "¡Debo encontrarlo! Fuimos atacados y por eso terminamos en el río y puede que esté herido y lo encuentren nuestros atacantes."

El dolor es grande en mis piernas, pero estoy dispuesto a arrastrarme si es necesario para encontrarlo. Le debo la vida por muchas ocasiones y no puedo estar descansando mientras él pueda estar en peligro mortal. Después de haber visto de frente a esos misteriosos guerreros astados y a un dragón, sé que el peligro es mucho más letal de lo que cualquiera podría imaginar.

Calma, calma, Einar. trató de contener tu súbito movimiento, la voz de la bosmer sonaba apacible, puso sus manos sobre tus hombros con delicadeza, tratando de transmitirte tranquilidad.

No vas a poder ir a ningún lado en este estado. Y créeme, conozco estos lares muy bien.. y no he visto a nadie más. Solo tú. dijo siendo dura con la realidad, pero no quería darle falsas esperanzas. Si ha sobrevivido.. habrá llegado más abajo.. o quizá lo ha arrastrado alguno de los afluentes secundarios. Por Y'ffre.. guarda fuerzas, no vas a poder socorrer a tu amigo si no te puedes mover. intentaba razonar contigo con sosiego en la voz. Comprendía tu miedo, tu lealtad, pero trataba de ser pragmática ante esa situación.

Sus palabras son como un balde de agua fría del que no consigo sobreponerme. La desesperación me entra pero inmediatamente seguida de la frustración. Aprieto los dientes y golpeo con el puño la superficie sobre la que me encuentro mientras mi cabeza da vueltas rápidamente a distintas ideas acerca de qué hacer hasta que finalmente llego a la única que me parece viable:

 - "Naarin, no te conozco y tú no me conoces pero me has ayudado de forma que nadie más lo hubiese hecho con un desconocido. No puedo pedir nada más y no quiero ofenderte con mi petición, pero no puedo quedarme tranquilo sin buscar a Titus. No quiero que lo tomes a mal ni que te ofendas, pues ya has demostrado que eres una persona decente y desinteresada, pero te pagaré todo lo que tengo en oro si vas a buscar a mi amigo y lo traes de vuelta. Sé que quizás algo haya salido mal y ya no esté entre los vivos, pero no descansaré hasta ver su cuerpo y realizar el rito apropiado. Se lo debo y me endeudaré en lo que sea necesario contigo para lograrlo."

Tomo su mano entre las mías mientras le miro a los ojos:

 - "Por favor, te lo ruego."

En mis ojos se puede ver la verdadera angustia y sinceridad de quien no tiene nada más que aquella vida por la que se preocupa y que teme perder. Sé que no es la forma más apropiada para decirle a alguien que me ha ayudado sin pedir nada a cambio pero no podré jamás perdonarme el no intentar todo lo que esté en mi mano para ayudar a mi hermano.