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3 de Fuego del Hogar, Tarde, Cerca de Helgen

La niña no atendió a su llamada y se perdió bosque adentro mientras aun escuchabas ese desagradable graznido que, al poco, también desapareció. Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad, como si nunca hubiera pasado nada, Botitas alzó la mirada extrañado como si nunca hubiera sido consciente de lo que allí había sucedido.

El agua siguió fluyendo, el viento seguía acariciando las hojas y tu cabello, pero todo volvió a la extraña normalidad tras el hallazgo de la niña. Esa normalidad se vio interrumpida una vez más por alguien que se acercaba desde la dirección opuesta, en esta ocasión era un paso controlado, pero parecía querer hacer sonido consciente para no dar sensación de acecho. Sin duda sabía que había alguien por los alrededores.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, Cerca de Helgen

Nada. La niña desapareció entre la foresta y poco a poco la calma regresó, pues aquella atmórfera extraña se desvaneció con los últimos graznidos.

-No gano para sustos...- musité, urgando entre mis cosas para marcharme, cuando escuché pisadas acercándose. Acto reflejo, cogí mi arco, un par de saetas con la mano y preparé otra, tensando la cuerda de tripa -¿Quién va?- pregunté, cansada de tanta intriga -¡Muéstrate!

Las plumas de la flecha acariciaban mi oreja mientras mi cuerpo se tensaba, listo para apuntar con precisión y soltar la saeta. Lo que debía ser un momento de paz, no hacía sino recibir interrupciones. Y eso se leía en mi expresión. 

Sin importarme mi desnudez, pues vestirme podría ser un desagradable impedimento si debía huir, permanecí cerca de la orilla, con cada poro de mi piel erizado por la brisa que enfriaba las gotas de agua que perlaban mi cuerpo.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Una tarde más, después de haber llegado a Helgen, es un buen horario para entrenar mis movimientos. Han pasado dos días desde que llegamos y no me siento especialmente útil en el pueblo aún. Soy un legionario pero más allá de un par de horas de guardia, no he hecho nada realmente interesante. Me siento un poco desperdiciado.

Decidí venir a las afueras para así poder entrenarme un poco, mover el hacha y eso, para no perder tanto la práctica. El aire es fresco pero agradable para mi rostro. Busco un lugar con un tronco seco y una roca cerca. Dejo mis cosas en la roca y saco el hacha de mi espalda.

Comienzo a lanzar ataques contra el tronco, moviéndome para simular las esquivas clásicas de un combate real mientras balanceo mi arma para así brindar la mayor efectividad posible en mis ataques. Me mantengo así, practicando tranquilamente, sabiendo que estoy completamente solo pues Titus decidió quedarse a ver si conseguía tener suerte con la dunmer del otro día. Yo en cambio, prefiero mantener la mente fresca y el cuerpo a tono para cuando se presenten los problemas que, no dudo, se presentarán. 

3 de Fuego del Hogar, Tarde, Cerca de Helgen

No se tardó mucho en revelar quien se acercaba, eran pasos diestros, que controlaban el terreno. Ante tu exigencia, la persona que se acercaba se personó, era un muchacho joven, algo mayor que tú quizá, con los atavíos de un cazador fácilmente reconocibles. Al asomarse contempló su desnudez sin mucho pudor, frunció el ceño.

Amigo. anunció el joven nórdico. Dio unos pasos hasta estar totalmente visible y se acuclilló. A pesar de las apariencias, no eres una dríada. dijo en tono neutro, te miró con atención, como lo haría un depredador, pero no se mostraba agresivo.

No te conozco, ¿eres nueva por aquí? preguntó curioso.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, Cerca de Helgen

Arrugué la nariz al ver al muchacho, sin destensar la cuerda del arco ni un ápice. Miré de reojo mis cosas, para no perderlas de vista. No quería bajar la guardia y, para colmo, mi posible huida atravesando el estanque no era la mejor opción.

-Ni un paso más- dije, seca y no era un farol -¿Quién eres?

Su forma de mirarme me escamaba, por eso no bajé el arco. Cualquier otra mujer habría tapado su desnudez ante la presencia de un desconocido, mas yo no era como el resto. Su comentario sobre las dríadas, sin embargo, me hizo arquear una ceja.

-Las apariencias engañan- fue lo que dije -. Y sí, soy nueva en estas tierras, mas desconozco tus intenciones y no dudaré en clavarte una flecha en la rodilla como intentes algo- entrecerré los ojos, advirtiéndolo. 

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Cuando había salido a dar el paseo esa tarde, no había pensado en salir del pueblo para nada, pero cuando llego a la zona de la empalizada y viendo que no había mucho mas que hacer por allí... No vio porque no salir un poco y explorar los alrededores, tal vez localizar alguna cueva que pudiera luego explorar, marcar el lugar con el cuchillo y así otro día arrastrar a Aren a que explorase con ella.

El ruido de algo golpeando madera atrajo su atención mientras caminaba por el sendero en busca de algo que saquear. Sintió curiosidad, y se dirigió con tranquilidad hacia la fuente del sonido. En su cabeza, estaba segura de que seria algún lugareño cortando madera para el hogar. Lo que le extraño era que el ruido no era regular y pronto entendió por qué.

No era un ciudadano de cortando madera lo que vio al llegar a lugar del que provenía el ruido, si no a un guardia, al que pronto reconoció. Se mantuvo unos instantes observando en silencio sin perturbar su entrenamiento, hasta que no pudo resistir mas.

- ¿Qué te hizo ese pobre tronco? Pregunto con guasa, haciendo notar su presencia.

Una voz me arranca de mi ensimismamiento, del trance del entrenamiento, y me devuelve al momento real. Giro y veo a una joven nórdica que aparece de la nada. Le sonrío, un poco agitado por el ejercicio y miro el tronco antes de contestarle:

 - "Me pareció mejor ayuda para entrenar que otra cosa. No me gusta dañar nada vivo si puedo evitarlo."

Limpio mi mano del sudor y, mientras sujeto mi gran hacha con la mano izquierda, le ofrezco la derecha a modo de saludo:

 - "Perdona mis modales. Soy Einar. Te recuerdo de la posada."

Ofrezco un saludo sincero pues sé que es del pueblo y, por tanto, somos vecinos. Es bueno comenzar a conocer gente ya que soy un recién llegado. También es agradable poder conocer a una chica sin tener que estar conteniendo a Titus de que se lance a acosarla. Es más tranquilo así.

Acepto la mano de buen grado, estrechándola mientras le miraba un tanto avergonzada por el comentario de la posada. También ella le recordaba de ese día.

- Siiii.... dijo arrastrando la palabra y se rió un poco Siento aquello, no me pillasteis en un buen momento. Soy Eldrid, un placer. Cuando le soltó la mano, dio un paso atrás y miró hacia el arma y luego al tronco.

- Así que no quieres dañar a nadie... Pero el tronco no se mueve, al contrario que tus enemigos. ¿No sería mas adecuado entrenar con alguno de los otros legionarios?

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

El comentario de Eldrid me saca una sonrisa y no puedo evitar mira al suelo un poco avergonzado antes de contestarle, evitando un poco el contacto visual:

 - "Si, bueno, no me ha sido especialmente fácil entablar relaciones con los legionarios de acá. La mayoría parecen duros sin corazón o abiertamente hostiles con los nórdicos. Solo me relaciono con Titus y él, bueno, él tiene otras prioridades en vez de entrenar."

Me imagino como debe estar buscando a la dunmer o viendo si la sacerdotisa le cree sus intentos de seducirla. Es un poco sin remedio y ya hace tiempo perdí las ganas de intentar corregirle. Ahora solo me limito a que no haga tonteras cerca mío.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Torció la cabeza a un lado, mirándole algo extrañada mientras cruzaba los brazos frente al pecho. ¿Hostiles con los nórdicos? No había notado tal cosa, que todo era posible, pues no a todo el mundo podía caerle bien todo el mundo. 

- No creo que sea para tanto. Tal vez solo necesitan tiempo para conocerte y tu a ellos. Por lo que yo se, lleváis poco tiempo aquí. Obviamente su experiencia para con los legionarios era completamente distinta, tal vez debido a su increíble insistencia en darles la brasa hasta conseguir lo que quería. Por lo general lecciones de lucha. al fin y al cabo las ciudades no se construyen en un día, y lo mismo pasa con la amistad y la confianza.

Se movió hacia el tronco al que había estado maltratando el chico y se sentó en el, con las piernas extendidas y las manos apoyadas en el borde. 

- Ah, si, tu amigo Titus. Chasqueo la lengua haciendo una mueca, no es que le cayera mal, pero le había resultado un tanto pesado y agobiante, por lo que prefería tratar con el en pequeñas dosis a ser posible...  ¿Siempre es así? Es decir... por lo poco que he tratado con el... ¿Cuantos tortazos le han dado ya? Las mujeres digo. A la joven parecía divertirle aquel dato, pues la sonrisa de pilla que portaba en ese momento dejaba completamente claro que le resultaba fascinante y desternillante.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Sonrío ante la pregunta de Eldrid y vuelvo a mirarla mientras se sienta en el tronco, antes de contestar a su pregunta sobre mi amigo:

 - "Si, él siempre es así, excepto cuando combate, lo que hace muy bien. Es un buen soldado y con grandes habilidades naturales. Solo le falta un poco enfocarse en sus tareas."

La verdad es que a veces puede ser muy desagradable y no tengo mucho como intentar defenderlo, pero es un buen tipo. La miro antes de preguntarle:

 - "¿Qué puedes contarme de ti, Eldrid. No sé nada de quien eres ni qué haces."

Solo la vi ese día en la posada y no me he fijado mucho tampoco, cumpliendo con mis obligaciones, pero parece ser alguien que tiene recursos y que sabe cuidarse sola.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

- ¿De mi? pestañeó un par de veces antes de pensarse la respuesta, que decir, que no decir, era difícil. Pues... no hay mucho... solo soy una chica que por circunstancias de la vida a acabado aquí y ahora soy camarera en la posada del pueblo. Se encogió de hombros, Oh y tengo tendencia por darle la brasa a la guardia cuando necesito algo de ellos comento dejando escapar una risilla para luego mirarle sonriente.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Las palabras de la chica se me antojan graciosas, pues habla de dar la brasa a la guardia cuando desea algo pero no puedo imaginar qué es lo que desearía una joven de los guardias. Bueno, se me ocurre algo pero lo dudo mucho.

"Creo que paso demasiado tiempo con Titus."

Le miro y le pregunto directamente, para no presuponer nada equivocado:

 - "¿Y por qué le darías la brasa a los guardias, si se puede saber?"

Supongo que debe ser algo como favores, quizás escolta o algo que los guardias puedan proveerle, pues parece tener recursos para conseguir sola lo que sea que necesite. De hecho, parece ser mejor para conseguir cosas que la misma guardia, si de especies hablamos.

- Pues para que me ayuden a entrenar sentencio con cara de que aquello era lo mas obvio del mundo A veces no quieren y tengo que estar horas detrás de ellos insistiendo. Mostró una sonrisa que enseñaba los dientes. Es divertidisimo ver como se van desesperando porque no son capaces de librarse de mi. Suele ser el punto en el que acaban accediendo. Leves carcajadas se le escapaban mientras relataba aquello, recordando sobre todo de cuando no levantaba un palmo del suelo y les perseguía por todo Ivar. Creo que mas de uno llego a tener pesadillas. Termino finalmente riendo libremente.

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Haming se mantuvo tranquilo en todo momento, dándote la sensación de control absoluto de la situación. Te miró a los ojos, daba la sensación de ser alguien mucho más maduro a pesar de su edad.

Haming Arco Antiguo, soy cazador de Helgen, ¿y tú? le preguntó atento a sus reacciones, manteniéndose acuclillado. Mostró entonces una leve sonrisa, movió la cabeza lentamente. Una dríada no me apuntaría con un arco, así que estoy bastante seguro de esa apariencia. asintió convencido.

Siendo tú la forastera, debería preguntar yo por las tuyas, ¿no crees? tenía un tono de voz tranquilo, como el agua en calma. 

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Se me antojan un poco extrañas las palabras de Eldrid pues, si los guardias se han visto tan sobrepasados por sus incesantes peticiones, me extraña que no le hayan botado los dientes con el guantelete o algo así en vez de simplemente acceder. 

"¿Y todo por un poco de entrenamiento?"

Le sonrío un poco antes de contestarle:

 - "Si quieres, yo puedo ayudarte un poco con la espada. No es mi mayor especialidad pero sé usarla como todo soldado. Así me entretengo en algo y tú evitas que te den un golpe por insistente."

Me río un poco, pero la idea me gusta pues es así me creo una amiga con quien conversar aparte de Titus y la ayudo a conseguir su objetivo, protegiéndola de meterse en un problema mayor.

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Se echó a reir con ganas, de solo pensar en lo que hubiera pasado si alguno de los guardias hubiera intentado algo así años atras.

- Dudo que se atreviesen a pegar a una niña pequeña. Respondió risueña. Oye, no es mala idea esa. De hecho... lo que necesito es aprender a usar dos a la vez. Dijo llevandose una mano a la parte de atrás de la cabeza mientras dejaba escapar una pequeña risa vergonzosa. 

3 de Fuego del Hogar, Tarde, Cerca de Helgen

Al escuchar su nombre, aflojé ligeramente la tensión de la cuerda y bajé el arco, sin soltar la saeta, en un intento de menguar la amenaza, pero manteniendo la advertencia.

-Hati Garra Roja, hija de Aela La Cazadora- me presenté, sin apartar la mirada de él, alerta ante cualquier movimiento por su parte -. Llevo tres días en Helgen, mas aún no conozco a todos cuantos allí habitan- dije, relajándome un poco... sólo un poco.

Miré de soslayo mis pertenencias, donde se encontraban mis ropajes, antes de centrar la vista de nuevo en Haming -Bien, Haming Arco Antiguo. Mis intenciones, como puedes intuir por mi desnudez, eran disfrutar de un baño tranquilo antes de que cayera la noche. Planes que has interrumpido con tu presencia, así que... ¿puedo vestirme al menos?- pregunté, haciendo una mueca de disgusto y mirando nuevamente mis pertrechos. Aún tenía el puñal atado al muslo por si el muchacho intentaba algo.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, afueras del pueblo

Sonrío con sus palabras pues parece que es algo que tiene muy decidido. Usar dos espadas no es un estilo fácil de dominar pero puede llegar a ser muy útil si se quiere hacer harto daño a la vez.

 - "Es un estilo de combate que demanda mucha práctica y disciplina. Sé usar dos espadas, pero no soy especialista en ello. Puedo enseñarte los fundamentos básicos pero tendrás que ser tú misma quien se encargue de perfeccionarlo."

He conocido a un par de soldados expertos en esa forma de combate, pero eran tipos con gran destreza y una gran capacidad letal. Definitivamente es un buen sistema, aunque tiene sus desventajas y es importante no desatenderlas pues como buena debilidad, puede ser tu perdición.

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- Obvio que tendré que practicar, pero siempre es mas divertido si tengo algo vivo que se mueva y esquive, practicar con un muñeco no mola, ademas de ser aburrido. Comento poniéndose en pie preparándose para aquella improvisada practica. La cosa es, que estoy acostumbrada a usar una sola, no se me da mal, pero... hace poco recibí este par y bueno... ya que las tengo me gustaría ser minimamente competente con ellas. 

Mientras las desenvainaba, de una cosa se dio cuenta, iba a necesitar un arnés para llevarlas a la espalda, era bastante incomodo y poco practico llevarlas al cinto.

- Cuando quieras, yo estoy lista