Partida Rol por web

Un leve estremecimiento me recorrió la espalda al escuchar las palabras del Guardián de la Tormenta. Aquellos que estaban picando, ¿serían los Templarios Negros que aún se encontraban en el mausoleo? Una parte suya deseaba que así fuera para aclarar la situación, pero por otra parte temía la posibilidad de un enfrentamiento entre Astartes, ya que un simple humano como el en medio poco podía hacer más que sufrir...

Rápidamente me quite aquella idea de la cabeza y me centré nuevamente yo he encontrado algo en la pared oeste les dije a través de la radio. Hay dos túneles camuflados detrás de unos altares. No parecen pertenecer a la capilla, sino a algo aún más antiguo. Casi podría decirse que la capilla se construyo en ella...

Sea lo que sea que produce se ruido no se trata de alguien que sepa manipular la energía de la disformidad. Nada- a parte de mi - perturba el tejido del inmaterium en esta zona.

Pistola y espada en mano el bibliotecario esperó las órdenes de combate del hermano Solaro.

Supongo que no es necesario recordarle que en caso de contacto hostil no debe intentar hacerse el héroe ni tratar de demostrar nada.- dijo por la frecuencia de la escuadra aunque dirigiéndose al interrogador.

La información que proporcionó el Interrogador fue añadida mentalmente al plan de acción del Guardia del Cuervo, que no cambió en lo esencial. Los comentarios de Astramael también, aunque le incomodaba la presencia de fuerzas que perturbasen lo disforme le tranquilizaba saber que contaban con el bibliotecario. Ahora bien, tenían una zona más que debían recorrer. Su instinto le decía que en la sala aquella poco habría, pero no se perdía nada por echar un vistazo, descartarla y seguir avanzando. Los pasillos ocultos habían atraído su atención por lo que serían el siguiente paso lógico, si alguien intentaba que algo no fuera visto era lo primero que debía revisarse. Eso dejaría los corredores abiertos para el final, aunque fueran la ruta más probable para que un hipotético enemigo se acercase.

-Interrogador retroceda hasta la posición del hermano Astramael-siguió reubicando al equipo por el comunicador- Grigori, revisaremos la sala antes de descartarla.-él mismo se acercó a los escombros, pues cuatro ojos veían más que dos.-Hermano Bibliotecario, desde su posición vigile que no se acerque nadie por los pasillos visibles y los ocultos que mencionó el Interrogador-una vez establecido mediante el sistema de comunicación interno el plan de acción se asomó entre las piedras caídas esperando poder descartar aquello y poder investigar la fuente del ruido.

Recibido, hermano Solaro. .- la voz del bibliotecario sonó nítida en los cascos de sus hermanos y los emisores de audio del equipo receptor del interrogador, parecía que los espíritus de aquellas máquinas estaban contentos.

Parecía que Scheinder ya tenía oficialmente niñera. Astramael mantuvo la posición sin dejar de apuntar a las salidas de la sala con la pistola bolter mientras esperaba que Grigori y Solaro terminasen la exploración de la otra estancia.

De acuerdo - dijo Grigori por el canal de comunicación acercándose a las ruinas que se alzaban ante él tratando de encontrar un hueco por donde ir, avanzar, trepar o sencillamente cavar...

Aunque no lo parezca al contrario de vosotros tengo cerebro suficiente para saber cuando tengo que meterme en una pelea y cuando no... esos fueron los pensamientos que vinieron a mi mente al escuchar las palabras del bibliotecario, las cuales conseguí mantener dentro de mi boca ya que no era el mejor momento para comenzar con una lucha de egos. No en medio de una tumba desconocida con posibles hostiles en las cercanías.

En lugar de eso seguí las instrucciones del hermano Solaro y me coloque detrás del bibliotecario, detrás de alguna cobertura que pudiera evitar que me abrieran un segundo ombligo y con la Hellgun bien agarrada con ambas manos.

Os desplazásteis con cierta facilidad por aquellas ruinas, a pesar de que el riesgo de tropiezo, caída o simplemente hacer ruido era elevado. Pero os las apañásteis con la profesionalidad que siempre os había caracterizado*. Impecable.

Tras esquivar un montón de pedrolos y pasar por debajo de una arcada formada accidentalmente con restos de paredes y techos llegásteis a la sala propiamente dicha. Rodeásteis un inoportuno pilar agrietado y pudísteis ver al fondo, a unos 30 o 35 metros, tres hombres agachados o encorvados, de espaldas, con palas y picos excavando en un montón de escombros algo más grande que el resto. No parecen haberse percatado de su presencia.

Atajáis un retazo de su conversación:

— ¿No te parece que si han pasado tanto tiempo aquí abajo deben conocer este sitio mejor que nosotros? —dice uno, en tono de queja formal.

Otra voz le responde:

— No digo que no. Pero no me la quiero jugar a que sean de esos que no comparten.

[Mensaje por el comunicador]

-Contacto con lo que parecen locales excavando.-

Nada más entrar perdieron de vista al resto de la escuadra, pero localizaron la fuente de los ruidos que tanto perturbaban al Bibliotecario. O al menos una de ella. Rápidamente el Guardia del Cuervo avisó a los otros por el comunicador para que estuvieran al tanto de las posibles necesidades, ya fuera de apoyo, escolta o vigilancia, que podrían ser necesaria en los próximos instantes.

-Contacto con lo que parecen locales excavando.-para acto seguido alzar el bolter y, señalando a Grigori que tomase posiciones por si fueran hostiles, pasó al modo altavoz-No tienen autorización para estar aquí. Gírense con las manos en alto-Tal vez no era lo más sabio suponiendo que hubiera más ocupantes del lugar, pero era lo correcto. Y ellos eran Marines Espaciales; era lo que debían hacer y cargar con las consecuencias. No podían permitirse zonas grises de moralidad sino que, como defensores de los más altos ideales de la Humanidad debían ser un faro moral a seguir.

Con todo y con eso, el bólter seguía apuntándolos.

Grigori se adelantó a Marev, tan solo un par de pasos y colocó el poderoso mandoble frente a él, con la punta hacia el suelo y el mango delante de su abultado pecho. No dijo nada, solo estaba listo y preparado para eliminar cualquier amenaza. Esperó a que respondieran ante las palabras de Marev... Grigori solo era otra amenaza. 

Las tajantes palabras de Marev y la presencia intimidatoria de dos Marines Espaciales (con ese toque de especias que le da una Claymore y un bolter) deberían ser, en condiciones normales, suficientes para amedrentar a tres don nadies como aquellos, pero en este caso dicha norma no se cumplió. Las reacciones fueron dispares, tal vez representativas de los caracteres individuales de cada uno de aquellos hombres que se jugaban la vida (y quien sabe si algo más) escarbando en aquellas ruinas.

Inmediatamente, el más corpulento de ellos se lanzó con una mirada enfebrecida sobre vosotros pico en mano en un acto, a todas luces, autodestructivo. Otro de ellos puso pies en polvorosa. Hubiera corrido en dirección contraria a vosotros, pero viendo su paso bloqueado por la pared sur, corrio paralelo a ella, pero tropezó y cayó al suelo. El tercero, quien sabe si el más inteligente o el más sensato, se arrojó de rodillas al suelo en un gesto de penitencia.

El hombre que se ha arrojado al suelo se encorva hasta poner la cabeza contra el suelo en un gesto de humillación mientras dice:

— Oh, loados Mar'hinex. Sagrado Emperador. ¡Perdonad nuestra vida!. No disparéis. No diparéis.

Su gesticulación es exagerada, como si tuviera un miedo reverencial a la figura que representáis, a quienes sois.

El Guardia del Cuervo identificó la amenaza inmediatamente. No era el que huía ni el que pedía clemencia; esos serían sujetos a interrogatorio acto seguido. Pero ese que osaba alzar sus armas contra los Ángeles del Emperador ya había escrito su sentencia.

El proyectil explosivo fue certero e impactó en el pecho del hostil lanzándolo hacia atrás por la fuerza explosiva mientras los demás torcían el gesto esperando un estruendo que no ocurrió. Aquella era una característica especial de su arma y ser permitió un leve gesto de sonrisa bajo el yelmo. Aún no habían visto nada...

-No intentéis nada extraño y nadie más saldrá herido-el destino del otro hombre le importaba más bien poco, se había retratado con su acción. Ahora era decisión de los otros qué hacer. Y de Grigori.

Recibido hermano Solaro.- respondió el bibliotecario por el mismo canal. A su modo de ver la presencia de locales no implicaba mucho riesgo para Grigori y Marev, y si las cosas se ponían de repente difíciles estaba a un par de pasos de ellos.

Acudiré en vuestra ayuda en caso necesario.- añadió sin dejar de comprobar alternativamente los caminos de entrada a la sala, no fuese a apuntarse ningún otro invitado a aquella fiesta.- Mantengo la posición.

El Guardián de la Tormenta no hizo ademán de moverse, sabía que Marev acabaría eficazmente con el que trató de enfrentarse a ellos... sintió algo de lastima por ese comportamiento pero no era momento para ese tipo de emociones. Se quedó estático vigilando al que trataba de huir desesperadamente y observó de soslayo al que se arrodilló - Cualquier intento de hostilidad será repelido con la máxima letalidad - el emisor vox del casco amplificó las palabras de Grigori dándole un aspecto inhumano, aterrador.

Si son locales... casi con toda seguridad serán contrabandistas buscando algo que puedan vender en el mercado negro. Sin duda se están intentando aprovechar del rastro dejado por los Templarios Negros... ¿o tal vez estén trabajando para ellos porque no querían perder tiempo excavando en busca de lo que sea que hayan venido a buscar?

Deberíamos extremar las precauciones ya que es muy probable que se trate de contrabandistas locales. Dado que se trata de una capilla dudo mucho que ningún otro tipo de persona se introdujera de esta forma en ella. ¿Cuál es el curso de acción a llevar a cabo?

El proyectil del bólter entró y salió limpiamente del cuerpo de aquel nativo agresivo con estudiada y brutal eficiencia. BLOP. Y de repente su pecho estalló en un torrente de sangre y el individuo se desplomó en el suelo, muerto o moribundo, en un charco de su propia esencia vital.

Silencioso pero letal.

Debido a la inesperada ausencia de un estallido, el resto de los presentes pareció desconcertado por un instante. Aquel despliegue a un tiempo letal e indolente era una consecuencia imprevista para una respuesta probable. Cuando al fin comprendieron lo que había pasado, los dos compañeros del herido se hicieron una bola en el suelo, uno donde estaba implorando y el otro más allá, tan lejos como le habían permitido las piernas, murmurando en susurros ininteligibles.

A todas luces, pidiendo clemencia.

Silencio. Fuera lo que fuera lo que pasaba estaba transcurriendo con un ruido mínimo.

Alguna palabra, tal vez. Alguien corriendo, puede, pero solo por un breve instante. Un zumbido y luego un ruido sordo.

Y ya.