Partida Rol por web

Esas piedras son xenos. - dijo por el comunicador interno.- Procedentes de una raza desconocida, al menos para mi.- En esos momentos el bibliotecario no sabía que le preocupaba más; no saber de que raza procedían o que se hubiese construido un mausoleo imperial tan cerca de restos Xenos, incluso se atrevería a decir que usando el mismo tipo de material en ambos casos.

Sin decir más, dio media vuelta y entró en la sala de la que acababan de salir los hermanos Solaro y Grigori junto a los dos nativos.

La sala aneja, situada en la parte sur, se encontraba en un estado lamentable de conservación. Un vistazo rápido te permitió contemplar, asombrado, que pese a la persistente amenaza de un techo fracturado, no se había producido un desplome. Los muros no habían tenido tanta suerte, y alguno de ellos estaban parcialmente derruidos y fragmentados, haciendo verdaderamente complicado el avance en aquel laberinto de escombros, y más complicada aún la visión.

Tras esquivar un montón de pedrolos y pasar por debajo de una arcada formada accidentalmente con restos de paredes y techos llegaste sin percances a la sala propiamente dicha. Rodeaste un inoportuno pilar agrietado y pudiste verla con más claridad, aunque no había nada reseñable salvo un antiguo féretro marmóleo que nada contenía y varios montones de escombros.

El hombre se encoge de hombros, algo abrumado por el interrogatorio:

— ¿Superstisión? —dice, y pestañea dos veces, confundido—. No sabemos quién empezó a vender. Hace mucho tiempo ya. Mucho tiempo —insiste.

Para un instante.

— Hay más gente. Oímos voces extrañas. Pero no aquí, no. Al otro lado —señala hacia los dos altares que anteriormente había estado examinando el propio Ernest, al oeste—. Nosotros solo miramos. Nunca entramos. Temor. Vimos... —lo reconsidera un instante—... nos pareció ver gente, personas. Con ju-... cap.. ¿capuchas?

Tras lo añadido por los interrogados el Guardia del Cuervo empezó a ver que las cuestiones carecían de sentido. Lo que fuera que hubiera tras los altares era lo único relevante y se lo encontrarían ellos cuando volvieran a ponerse en marcha. La descripción de personas con capuchas no era especialmente útil.

-Interrogador, vaya terminando-informó por el comunicador Marev, en su opinión ya poco más podían decir. Eso hacía que los dos elementos que no pertenecían al equipo fueran superfluos. Y si fuera necesario se encargaría de ellos él mismo de forma expeditiva.-Hermano Astramael, no tardaremos en avanzar-con eso el bibliotecario debería ser capaz de terminar lo que hubiera despertado su curiosidad en la otra sala, aunque tanto Grigori como él la habían revisado sin éxito ambos carecían de las aptitudes de su compañero.

El bibliotecario escuchó las palabras a través del traspondedor del casco. En breves segundos escucharía también el liberador sonido de la munición bolter perforar los craneos de los dos nativos.

Un minuto Hermano Solaro.- añadió como única respuesta.

Le disgustaba enormemente no conocer la procedencia de las piedras negras, pero le disgustaba aún más que alguien hubiese sido tan estúpido como para construir monumentos funerarios con el mismo mármol negro que los xenos empleaban en sus construcciones en lugar de convertirlo en fino polvo.

Necesitaba abstraerse de esos pensamientos antes de introducirse de cabeza en el inmaterium en busca de respuestas.

El angel sangriento se arrodillo en mitad de aquella sala y colocó las piedras en el suelo frente a él. Con una plegaria, largamente entrenada y mil veces repetida, dirigida emperador en los labios enfocó su concentración en los tres objetos, aislándose totalmente del mundo que le rodeaba. Una vez liberado de los oscuros pensamientos que le atenazaban se introdujo en la disformidad esperando obtener respuestas sobre los xenos que tallaron y usaron aquellos trozos de mármol.

Grigori, hablando también por el comunicador. Se había mantenido en el sitio, observando y valorando la situación. La nueva información sobre los encapuchados no le gustó demasiado ¿una secta? ¿xenos? ¿imperiales seguidores de algún culto xeno? casi podría ser cualquiera de esas posibilidades y ninguna le gustaba en exceso - Puedo adelantarme para explorar por mi cuenta... sin correr riesgos - propuso a Marev con voz confiada y tranquila

Las fronteras se desdibujan, las paredes se tornan menos sólidas y la habitación parece girar a tu alrededor etérea, fantasmal, como un borrón perdido en la realidad y el espacio, cada vez menos concretas, menos tangibles. De algún modo, como compensación, notas que las esferas se tornan más sólidas, más... más reales. Te sientes confuso un instante, perdido en la inmensidad infinita. Tomas cuenta de tu insignificancia, del sinsentido de tu existencia... y te recuperas. Es algo que siempre te pasa, esa desorientación. Atas aquel caos con tu fuerza de voluntad y lo diriges a tu antojo.

Los límites humanos del tiempo y el espacio dejan de tener sentido. Centras tu voluntad en las esferas que te transmiten sensaciones. Notas cierta alegría esperanzada mezclada con un temor reverencial y una sensación de cautela. Son sentimientos cálidos, humanos, bastante primitivos. La huella es reciente y fácilmente visible. Se le asocian tres imágenes. Haces un esfuerzo para hacerlas más nítidas. Dos parecen los nativos que son ahora vuestros prisioneros. El tercero... el tercero debe de ser el muerto. Pero debajo hay algo más. Algo antiquísimo. Durante unos segundos lo intentas explorar. Parece que retrocedieses eras enteras en las que solo hay un vacío absoluto, una infinita negrura. Pero luego lo encuentras, apenas ecos perdidos en la eternidad. Aquellas sensaciones son frías e inhumanas como un cuchillo de obsidiana. Sientes algo parecido al rencor por sentirse engañado. Y luego hay un vacío, diferente al anterior. No es que no haya nadie a quien sentir. Es que quienquiera que estuvo milenios atrás en contacto con esas esferas misteriosas no sentía nada. Una nada tan desgarradora y tan absoluta que es dolorosa hasta para alguien como tú, que no es del todo humano. Es incomprensible. Es un sentimiento completamente ajeno hasta para una creación de la Humanidad destinada a la destrucción como eres.

Una imagen. Un flash. Gris. Negro. Verde. ¡BAM!

Y atrás, mucho más atrás, en el inicio de los tiempos de aquella esfera sientes el hálito de un miedo terrible. Un temor que no deja vivir. Una existencia inundada por ese miedo. ¡Aún más! Una civilización entera consumida por ese miedo, destinada a vivir solo por y para ese miedo...

... el miedo a la Muerte...

Y de nuevo, como un golpe en la parte posterior de la cabeza. Como abrir los ojos forzadamente. Como un ataque de realidad, vuelves a estar allí, las paredes, los escombros, el féretro. Miras. El techo está muy alto... en algún momento te has desvanecido y ahora estás tumbado en el suelo.

Marev torció el gesto dentro del casco. Ya había expresado su opinión respecto a separarse y no tenía por costumbre repetir lo que decía. Por ello realizó dos pitidos de comunicador, el código de batalla para "Negativo" sin tener que pronunciarse. Había que decidir qué hacer con los interrogados y aún faltaba el bibliotecario por volver.

A ver si con algo de fortuna el interrogador conseguía obtener todo lo necesario de los elementos civiles y podían continuar...

El enorme marine se levantó lentamente del suelo en el que había caído tratando de enfocar nuevamente su visión terrenal. Allí estaban las tres esferas negras que los estúpidos nativos consideraban amuletos de la buena suerte, las recogió y se marchó de aquella sala para regresar con sus compañeros mientras trataba de unir lo que había visto con lo que sabía de la cultura del planeta.

No he visto fortuna ninguna en estas piedras. Solo un vacío enorme y frío lleno de seres sin alma.- Les dijo a los nativos por los altavoces.

Termine el interrogatorio lo antes posible señor Scheider. Tenemos que hablar sobre las investigaciones de su mentor.- añade esta vez por el canal interno mientras amartilla su pistola Bolter.

Se giró para mirar cara a cara al bibliotecario y habló por el canal de comunicación, lejos de los curiosos oídos de aquellos dos herejes - Has dicho... seres sin alma... ¿qué quieres decir? ¿has percibido algún tipo de ente o forma de vida o algo? - Grigori trataba de calmarse, la idea de poder entrar en combate había acelerador su metabolismo sin pretenderlo... el riego sanguíneo aumentó llevando más oxigeno a sus músculos modificados provocando que se hincharan previo al combate

El día que el emperador creo a los Astartes se debió de dejar la paciencia, el tacto y el sentido común en algún otro lado pienso mientras me masajeo las sienes con la mano derecha e intento no ponerme a echar maldiciones por la boca como si fuera un vulgar transportista justo ahora que empiezan a decir algo interesante les entran las prisas. Se ve que no conocen el arte del interrogatorio, a saber como lo hicieron con los testigos que interrogaron antes de que me uniera a ellos.

Bueno ya los habéis oído, tenemos prisa así que vayamos terminando. Y os quiero oír cantar como unos jodidos rememoradores. Dos preguntas, ambas fáciles. Primera, ¿los encapuchados os sonaban de algo, alguna palabra, insignia, símbolo o algo que pudierais reconocer? Segunda, ¿sabéis de algún culto no imperial que haya en las cercanías y que pudiera estar interesado en los amuletos que se fabrican con estas piedras. Os recomiendo que no mintáis en esta segunda pregunta si realmente sabéis algo, las consecuencias si descubrimos que mentís harán que deseéis el destino de vuestro compañero.

Se miraron uno a otro como si se interrogasen mutuamente. Había un brillo en sus miradas que parecía querer decir "Yo no. ¿Los conocías tú". Fue tan solo un instante, tras el cual volvieron la cabeza al interrogador, con la respuesta sabida.

— No-n. N-o-o n-os acercamos, señor. P-ero no tenemos nada que ver con ellos. No sabemos n-nada. Nada

El otro hombre miró al suelo, como el que reconoce algo que no le gusta reconocer.

— Cultos... —dice, sombrío—. La gente habla. La gente dice. Que los hay. Desde siempre. Pero... no están. No puedes buscarlos. Son ellos los que... te buscan a ti. Yo nunca los he visto. Ni tampoco Weyr. Pensábamos que estaban leyendas.

Los absurdos comentarios sobre seres sin alma y sombras en las noches no perturbaron lo más mínimo a Marev. Todo lo que no era humano carecía de alma por lo que no le dio ninguna importancia. La galaxia estaba llena de ese tipo de criaturas y ellos las quitaban del medio.

Dentro del casco, el Guardia del Cuervo bufó. Aquello estaba empezando a ser una pérdida de tiempo. Esa gente no sabía nada más. Saber algo equivalía a una condena para un ciudadano imperial incluso en sitios tan retirados como aquel. Decidido a avanzar activó una vez más el comunicador.

-Interrogador, estos sujetos no pueden aportar más que retrasos. Elija su destino y avancemos-ya fuera liberarles, mandarles a la Luz del Emperador o lo que se le ocurriera. Eran sus prisioneros y tenía esa potestad. Pero ya eran dos marines con el bolter amartillado preparados para avanzar.

He visto a los antiguos propietarios de estas piedras. No son una amenaza inmediata.- Respondió el bibliotecario por el comunicador, tratando de frenar las ansias de combate del Guardia de la Tormenta.

El lento interrogatorio estaba empezando a impacientar al ángel sangriento, pero como había sido él quien le había pedido a Scheinder que interrogara a los nativos ahora no le quedaba más remedio que asumir. Sin duda alguna, había sido un error, vista la desesperantemente forma con la que se desenvolvía el interrogador en los mismos.

De acuerdo hermano Marev me giro para responder al Guardia del Cuervo y me quedo de espaldas a los dos saqueadores durante unos segundos mientras pienso en su futuro.

En cuanto a vuestro destino... digo mientras me giro lentamente, con una divertida sonrisa, haciendo una larga parada para aumentar la tensión del momento como antiguo arbitre, interrogador y miembro de la inquisición, al igual que los Marines, tenemos potestad suficiente para juzgaros y condenaros. ¿Y sabéis cual es la condena por semejante crimen? coloco las manos en forma de pistola en la sien y hago como que disparo como respuesta a la pregunta.

Pero hoy me siento magnánimo. Antes habéis preguntado que podíais hacer para ayudaros. Pues bien os lo voy a decir ahora. Quiero que os enteréis de quién ha abierto el hueco de entrada aquí y por qué, y también quiero que descubráis si otros Marines han pasado por aquí y por qué. Esta información se la lleváis a las autoridades del planeta y les decís que se la hagan llevar al interrogador Ernest Schreiber, o al Hermano Marev de la Guardia del Cuervo. Y más os vale que no penséis en no hacerlo y escapar, porque os puedo asegurar que os buscaremos, os encontraremos y cuando lo hagamos vais a desear que hoy os hubiéramos pegado un tiro en la sien. ¿Ha quedado claro?

Probablemente no sabían cuál era esa condena de la que el interrogador hablaba. Más probablemente aún lo sospechaban. Había cierto convencimiento aterrado en sus ojos. Asintieron con la cabeza en el gesto universalmente conocido como "lo vamos a intentar".

— ¿Nos pod... emos ir? —aventuró uno.

Grigori se relajó gracias a la respuesta del bibliotecario y asintió con cierta calma... aquella situación no le gustaba demasiado, le parecía fútil llegados a ese punto, tenían que avanzar y alcanzar a los Templarios Negros si es que estaban ahí... preguntas más importantes debían buscar pero él no estaba al mando...

La radio de escuadra chasqueó - ¿Le acaba de llamar Hermano? - preguntó con cierta incredulidad ante la osadía de aquel simple interrogador.