Partida Rol por web

En un abrir y cerrar de ojos, Linan cae inconsciente y Fornund resulta gravemente herido.

Debo intervenir.

Con una única palabra, ruego a Lathander que interceda para que insufle nueva vida en mi compañero enano. Casi al instante, sus heridas se cierran sobre sí mismas y dejan de sangrar sin que quede de ellas el más mínimo rastro.

Sin perder tiempo, arranco a correr con mi maza en alto y la descargo contra el sectario que ya ha sido impactado por la flecha de Durzo, con la intención de reducir números lo antes posible. Sin embargo, en mi desespero, calculo mal las distancias y la maza acaba estrellándose pesadamente contra el suelo, dejándome en una posición encorvada y vulnerable. Para mi vergüenza, uno de los kobolds me propina una patada en el trasero, mandándome al traspiés contra el sectario al que había intentado alcanzar.

Su risa histérica no se hace esperar.

Estos son más fuertes.

Comenzando a emerger poco a poco vapor frío desde las fosas nasales y las palmas de sus manos, volviendo a focalizar esa pequeña esfera en la punta del dedo índice mientras ve como Linan cae inconsciente dentro de la batalla junto al ataque recibido por el Paladín de Moradim.

-POR LA JUSTICIA DE BAHAMUT-.

Dice en un tono profundo y apunta a uno de los Kobolds, comenzando a envolverlo una pequeña aura de aire frío.

-Alatheron Mithos Barat-.

Comenzando a moverse ligeramente los pliegues de sus túnicas tras desencadenar el conjuro. Apareciendo una vez más ese  pequeño rayo que  es disparado de manera lineal directamente contra ellos.

No cabe la menor duda de que el pequeño tamaño de los kobolds les ofrece cierta ventaja a la hora de acertar objetivos mayores que ellos. Se interponen en mi camino, estorbándome y entorpeciendo mis movimientos de evasión. Antes de que me quiera dar cuenta, siento dos profundas puñaladas que traspasan mi cota de malla y sumen mi costado y mi zona lumbar en un dolor quemante y repentino. El malestar es tan intenso e inesperado que mi vista se nubla, y tengo que respirar hondo para reprimir las náuseas. A mi lado, la valiente Linan se desploma después de recibir un asalto igual de certero. Me siento débil, mas no puedo permitirme flaquear ahora. Bato mi escudo a un lado y a otro, obligando a las alimañas a apartarse de mi camino y a alejarse del cuerpo yaciente de la campesina, pero el mero movimiento arroja lanzadas de dolor a mi torso, haciéndome jadear entre dientes. Mi vista se dirige hacia el suelo, donde puedo ver el carmesí oscuro y brillante derramándose sobre la tierra ennegrecida por el fuego del dragón.

No aguantaré mucho más.

Entonces, como un faro de esperanza en mitad de las tinieblas, la voz de Samtharas resuena en la noche, pronunciando una parca súplica a su dios. Y de pronto, tan pronto como ha llegado, el dolor desaparece hasta no dejar nada. Milagrosamente, mis heridas parecen haberse cerrado por completo.

Tras mirar al clérigo con un gesto de reconocimiento, y con las fuerzas totalmente restablecidas, renuevo mi ataque contra el humano encapuchado que tengo ante mí. Mi martillo de acero se estrella duramente contra su quijada y sacándola de su sitio con un tremendo chasquido. Dudo mucho que este vuelva a levantarse.

Cuando Fornund parecía que iba a caer, Samtharas volvió a entrar en una especie de trance. Su salmodia penetraba en el cereebro como si fuera un parásito y se instalaba ahí. Perdías la noción del tiempo y dejabas de oir nada. PArecía mismamente como si su Dios bajara y caminara entre nosotros. Fornund parecía volver a recuperar las energías. Samtharas le estaba curando. No dejaría de sorprenderme las habilidades mágicas de algunas personas.

Fornund descargó un poderoso golpe que consiguió acabar con uno de los enemigos que se habían cruzado en nuestro camino. Era increíble como las curaciones de Samtharas habían conseguido sanar las heridas del enano tan rápido. Keth y Fronund estaban en primera línea. Debía darles soporte a distancia esta vez. Sería una tontería que me arriesgara a meterme en un combate cuerpo a cuerpo estando los dos guerreros delante.

Cogí otra flecha y tensé nuevamente la cuerda del arco apuntando esta vez a uno de los kobolds.

El acólito alcanzado por la flecha de Durzo es rematado al instante por por Linan Swift. Mientras que Keth derriba a un Kobold con su hacha y Tharkael a otro mediante su magia, Fornund embiste contra uno de los clérigos del Culto, dejándolo gravemente herido. Después de que los kobold atacasen, el cultista se dispuso a intentar algo, pero Fornund le detuvo con un martillazo en la mandíbula. No pasa mucho más tiempo hasta que Durzo vuelve a clavar una flecha con mortal precisión sobre el ojo de otro Kobold, matándolo en el acto.

Parece que vosotros mismos estais sorprendidos por vuestra destreza en el combate, aunque no más que el único Kobold que queda, que ve cómo una turba de campesinos se abalanza hacia él. Solo, frente a tantos enemigos, la criatura no duda en intentar huir, pero Keth y Fornund se encuentran cercándole el paso.

La cabeza del Kobold no tarda en ser rebanada.

La batalla ha terminado.

En cuanto a Linan... su situación parece ser bastante grave. Sin atención médica, la mujer no sobrevivirá. Los campesinos se encuentran sobrepasados por la situación, ninguno de ellos es médico, y tampoco llevan consigo más que lo puesto. Sin equipo para primeros auxilios, toda la atención se vuelca sobre Samtharas, y también sobre Fornund. Clérigo o Paladín, lo único que podría salvar a Linan de una trágica muerte parece ser la participación de los dioses.

Tenía la respiración acelerada a causa del subidón de adrenalina. La tensión del combate nos embargaba. Todo había sucedido en apenas un suspiro. Cuando volví a ser consciente de mi alrededor, sólo quedaban los cadáveres de los acólitos y los de los kobolds, algunos de ellos realmente hechos papilla. Estaba impresionado de cómo sin conocernos de nada, habíamos logrado tal sincronización de movimientos. Parecía que hubiéramos combatido juntos siempre.
A pesar de nuestros esfuerzos, no habíamos logrado evitar que la mujer, Linan, cayera en combate. Fornund y Samtharas se acercaron a ella intentando en un último esfuerzo intentar reanimarla.
Mientras atendían a la guerrera volvía tensar el arco vigilando los alrededores. Instintivamente me deslicé en las sombras saliendo de la vista de posibles enemigos.

Una vez más, la batalla había terminado casi tan rápido como había comenzado. Pero esta vez habia logrado darle una paliza a un kobold. Normalmente habría festejado. Pero una vez que se disipó el calor de la batalla comencé a preocuparme por Linan. Su suerte parecía haberse terminado. Me acerqué a ella tratando de encontrar las palabras adecuadas para animarla

-Resiste, valiente Linan. No te muevas, tienes que descanzar.

Y entonces comencé a mirar a mi alrededor en busca de alguien que pudiera ofrecer algo de ayuda médica.

-Formund, Santharas, por favor, ayúdenla... Alguien tiene una poción curativa? Saben si algún shaman vive cerca de aquí?

En cuanto todos nuestros enemigos han caído, y tras asegurarme de que no hay ninguna amenaza inmediata, me inclino sobre la inconsciente Linan. Aproximando mis manos a las partes de su cuerpo que han resultado heridas, extraigo de mí las energías que me restan al tiempo que suplico a mi Padre por que esta vida no se extinga. Como ya sucediese con su marido, Cuth, las heridas de la campesina comienzan a sanar, pero son demasiado graves como para que la recuperación sea completa. Suspiro pesaroso, al tiempo que palmeo suavemente el rostro de la mujer.

—Linan, ¿podéis oírme? Estamos aquí, con vos. —Cuando abre los ojos, le pido—: Si podéis caminar, poneos en pie. Y… Por lo que más queráis, manteneos alejada del peligro hasta que lleguemos al refugio. —Luego, tras ayudar a la malherida mujer a levantarse, me giro hacia los demás—. Adelante, con cuidado.

Echo a andar en pos de la fortaleza, sujetando firmemente a Linan con un brazo por debajo de los suyos.

Poco a poco el vapor gélido deja de emanar desde sus escamas, fosas nasales y lentamente desaparece ese brillo escarcha en sus ojos tras colaborar en atacar a los agentes del culto. Dejando asomar una sonrisa triunfante que iba a ir acompañado de una arenga por la victoria, sin embargo, uno de los integrantes se encuentra bajo riesgo.

No...esto no puede ser

Piensa al observar a Linan herida en batalla, decidiendo sacar su ballesta ligera para estar listo a apoyar en la distancia, acercándose hacia el grupo de aldeanos e intentando mostrar esa sonrisa optimista que se acompaña por un tono de voz cargado de ansiedad. Llevando a que hable un poco rápido.

-No sepreocupen que todo estará bien...Samtharas y Formund tienen todo bajo control-.

Gesticulando con las manos a causa de su histrionismo y tras escuchar la indicación de Formund, indica con su mano derecha a cada uno de los aldeanos que sigan sus pasos.

-Vamos...con agilidad y cautela-.

Linan ha visto la muerte pasar a través de sus ojos y no pone objección alguna al consejo o petición de que se mantenga alejada del combate. Escoltais a los campesinos como podéis, pero es evidente que el ruído de vuestras armaduras resuena por todas las calles, y no resulta una ayuda precisamente. Sin embargo, esta vez sois vosotros los que encontrais al enemigo. Tres horribles bestias, monstruos similares a un híbrido entre un lagarto y un perro, están acosando a lo que parecen ser seis soldados de la fortaleza. Cada una de estas bestias está atacando a dos guardias, y os están dando la espalda.

¿Cuál será vuestro proceder? Naturalmente, podríais aprovechar que las criaturas están ocupadas por los guardias para escoltar a los campesinos y seguir adelante, aunque no estáis seguros de cuán fieras serán las criaturas, ni de si los guardias podrán con ellas. Sin embargo, combatirlas podría, tal vez, ser un peligroso error, puesto que sabéis que no habéis acabado con los últimos Kobolds ni con los últimos cultistas, y que si estas fieras no son lo suficientemente peligrosas de por si solas, si llegasen refuerzos...

Finalmente habíamos logrado estabilizar a Linan y seguir nuestro camino cuando de pronto un peligro desconocido apareció frente a nosotros.

Esas bestias parecen muy fieras. Jamas había visto criaturas así.

Mi primera reacción fue tomar mi hacha. Pero luego recordé que ya nos habíamos arriesgado demasiado con los cultistas y esta vez ni siquiera conocía la fuerza del enemigo.

-Oigan amigos, saben que clase de criaturas son esas? Son peligrosas? Ustedes que opinan? Podemos con ellas? -le dije en voz baja al resto del grupo para que las bestias no nos oyeran.

El camino a la fortaleza no iba a ser un camino de rosas. Más adelante en nuestro trayecto hasta la seguridad de la fortaleza nos cruzamos con un nuevo punto de combate. Esta vez, a pesar del ruido que íbamos haciendo, no fuimos detectados.
Unas criaturas mitad perro mitad...yo que se....mitad horrible, atacaban a un grupo de soldados.
No nos han visto. susurró al grupo. Pasemos con cuidado y avancemos. No estamos en condiciones de combatir de nuevo y esas cosas tienen pinta de ser más peligrosas que un kobold. Los soldados se encargarán de ellos, y si no...mala suerte. En la guerra no se puede salvar a todo el mundo. Avancemos
Dicho esto me concentro en seguir adelante, con el arco preparado y mirando en todas direcciones por si había más peligros.
Esperaba llegar pronto a algún lugar seguro. Estaba empezando a estar algo agotado a causa de los combates b, aunque en este último no hubiera heridas, no aguantariamos muchos más enfrentamientos. Además, cada vez nuestro grupo era más numeroso y en consecuencia más difícil de defender.

Aunque me preocupaban los guardias, las palabras de Durzo eran sabias. Difícilmente volveríamos a tener otra oportunidad de pasar desapercibidos.

Bueno, al menos, son soldados. Sabrán defenderse mejor que estos aldeanos.

-Bien, si todos están de acuerdo, intentaremos pasar por al lado sin llamar la atención. Tal vez en la fortaleza podamos organizar una misión de rescate con mejores recursos para ayudar a los soldados.