Partida Rol por web

Cuando Fornund mira a su hijo Randrick de reojo, para vigilar sus reacciones frente a estos insultos, se sorprende de ver al hijo casi pensando lo mismo que su padre. El pequeño Randrick está de brazos cruzados, con los mofletes hinchados mientras niega con la cabeza, no aprobando en absoluto el lenguaje del adulto que tiene delante.

Se sorprende bastante cuando Tharkael muestra sus facciones dracónidas, y aunque arquea una ceja ante la petición de algo de cena en un momento tan crítico, atiende a vuestra petición... a medias. "¡Humo y cenizas! Elfo... semidragón... semielfo..." no parece saber cómo dirigirse al dracónido. "¡Enviado de Bahamut, realmente te comportas como un dragón! En medio de esta crisis, de esta matanza... ¿todavía tienes apetito?" exclama, negando con la cabeza. "Muy bien, daré orden de que os traigan algo." Señala la gran mesa rectangular en la sala, ordenando a algunos criados que os traigan agua, pan y algo de fruta. También os traen vendas para vuestras heridas. "... Juventud, divino tesoro..." murmura mirando a Tharkael, habiendo al parecer visto muchos elfos en su vida, y siendo de alguna manera capaz de reconocer a uno más experimentado que otro. "Os quiero despiertos, así que nada de alcohol. El tiempo es oro, así que os tendré que pedir que hablemos mientras descansáis."

Sobre dicha mesa dispone un mapa de la fortaleza, en el centro para que todos podáis verlo:

{Link: http://oi64.tinypic.com/dcd9vb.jpg }

Informáis a Lord Nighthill de todo cuanto sabéis y le hacéis varias preguntas. "Ha habido otros ataques a asentamientos de la zona... sí..." mira con preocupación a Keth, estando muy de acuerdo con su advertencia de que la situación podría empeorar en caso de no actuar. "Atacan al caer la noche, saquean todo lo que encuentran, prenden fuego a todo lo demás y se marchan al amanecer, antes de que la luz empiece a cegar a sus bestias. Están organizados y saben dónde atacar. Verdosísima es una ciudad rica, pero hasta ahora nunca habíamos necesitado murallas. No sé mucho más del Culto, sólo que son un maldito grano en el culo."

Nighthill niega con la cabeza al oir la teoría de Samtharas. "Desconozco qué podría tener Verdosísima que les interesase aparte de ser un objetivo, por lo que veo rico y asquerosamente fácil de poner contra las cuerdas." Keth hace mención de algún artefacto mágico o singular, y Nighthill vuelve a negar con la cabeza. Entonces abre su único ojo a la vista enormemente, como si se le hubiera encendido una luz en su mente, como si la mencion de algún objeto fuera de lo común le hubiera recordado algo, y menciona... "Leosin Erlanthar."

Como poseido por algún demonio, se dirige hacia una estanteria, abre uno de los cajones y comienza a lanzar gran cantidad de papeles y pergaminos por ahi, buscando algo.^[!] Tras un rato lo encuentra, y estampa contra la mesa el objeto con tal fuerza que la cubertería bota y los vasos casi derraman el agua.

_{[!] Oportunidad de Durzo para satisfacer sus necesidades cleptómanas.}

"¡Harpistas! ¡Siempre es lo mismo con los Harpistas!" grita de furia, y se calma tan pronto como empezó. "Si lo llego a saber antes le echo de la ciudad..." murmura, casi más para sí mismo que para vosotros. "Pero el asalto hubiera ocurrido igualmente, tampoco es su culpa del todo... es mía... la culpa es mía..."

"Si el Culto está buscando a alguien, es a Leosin Erlanthar. Un monje errante que vino aquí hará ya un tiempo, un mes como mucho. Empezó a hacer preguntas sobre el Culto del Dragón aquí y allá, a pedir acceso a libros y mapas. Me advirtió de que sospechaba que el el próximo objetivo del Culto del Dragón sería esta ciudad y no le creí. No le hice caso ni cuando me mostró este medallón, demostrando que era un Harpista, que tenía recursos y que sabía de lo que hablaba. Tenemos una disciplinada y eficaz guardia en esta ciudad, más que dispuesta a luchar con gran valor por la justicia, y siempre ha sido más que suficiente para garantizar la seguridad de la ciudad. Pero desde luego, nunca habíamos sido atacados por un dragón. ¡Un dragón! Maldita sea mi arrogancia. ¡Maldita sea!"

Cuando Durzo pregunta por los líderes del asalto, Nighthill os invita de un gesto con la mano a volver al parapeto con él. Os señala unas figuras, una docena de guardias que escoltan a alguien que porta una alabarda y unas túnicas púrpuras muy llamativas. "No os aconsejo que os enfrentéis. Quién sabe los trucos que guardará bajo la manga, y eso sin mencionar que tiene una docena de guardaespaldas. Daría cualquier cosa por saber a lo que nos enfrentamos... y por qué. Pero para eso, necesitamos prisioneros. Sería lo mejor no el líder, sino algún comandante, o incluso algún rango menor."

Durzo:

¡Bueno bueno bueno! Cofres aquí y allá repletos de monedas de oro y de plata... piezas de arte... Parece ser que montones de riquezas se acumulan aquí en lo alto de la torre. Teniendo en cuenta que los Kobolds y el Culto, según el malhablado gobernador, han venido a la ciudad expresamente para saquearla (y de paso, si pueden, capturar a ese tal Leosin), supones que las posesiones más valiosas del Gobernador han sido atesoradas aquí. O eso, o el tipo siempre ha vivido aquí y ni se ha movido, en cuyo caso estos tesoros puede que sean de cualquiera de los ricos, amontonados por ahi en "el lugar más seguro de la fortaleza" sin orden alguno. Con todo el caos, seguro que nadie echará de menos algún objeto ¿verdad?

Eso sí, como siempre, más le valía tener cuidado de que no le pillaran. Cuando las vistas de todos se dirigeron al Gobernador, mientras rebuscaba no se qué artefacto entre unos cajones supo que había llegado su oportunidad, si deseaba aprovecharla.

Si deseas robar algo, tira con ventaja una prueba de juego de manos. Escoge UNO de estos objetos para intentar robar:

-1 Copa de plata de desconocido valor.
-1d3 Tallas de madera de desconocido valor.
-1d6 Amatistas de desconocido valor.
-3d10 Monedas de Electrón.

La clase de dificultad será 15, independientemente de qué escojas robar.

El gobernador Tarbaw se deja ir y empieza a darnos información útil sobre el ataque. Asombrado aún al ver el aspecto de Tharkael, comenta alguna cosa sobre el culto. Nos informa de las tácticas de ataque de los kobolds y los cultistas. Al parecer creen que Verdosísima posee algo y están intentando encontrarlo a toda costa.

En respuesta a mi pregunta, me muestra al que supone que es el líder del ataque. De espaldas a la pared, me giro para asomarme por la ventana, sin exponerme directamente a la vista de posibles agresores. Si yo puedo verles, ellos a mí también. Veo a quien se refería el gobernador rodeado de kobolds y otros cultistas. Por ahora, el objetivo es inviable. No conseguiríamos acercarnos de a 100 pasos de él.

Mientras habla, menciona un nombre, un tal Leosin Erlanthar. Parece ser un Harpista, a los que culpa de lo que está sucediendo en la ciudad. Mientras habla del tal Leosin, empieza a rebuscar en estanterías y cajones, en busca de algo de información sobre el Harpista. Su boca parece ir a la misma velocidad que sus manos y va lanzand tanto palabras como pergaminos, papeles y objetos por toda la habitación.

El gobernador se ha convertido en el foco de la estancia, haciendo que pueda dedicarme a observar aquello que ha ido lanzando. Entre todo el caos que reina ahora por el suelo de la habitación, un grupo de gemas brillan a la luz de las lámparas, mientras caen rebotando debajo de la mesa. Una incluso llega a chocar contra mi pie. Si pudiera agacharme sin que me vieran, podría hacerme con algunas de ellas.

Un rápido movimiento de descenso y sin ni siquiera mover mi capa, seis de lo que parecían ser amatistas llenaban ahora mi bolsa. Una sonrisa torcida cruzó mi cara mientras veía al resto del grupo observar atónitos como el gobernador rebuscaba en las estanterías y cajones. Nadie había notado nada.

Volví a acercarme a la ventana a ver si veía alguna patrulla enemiga desde allí. El Gobernador tenía razón. Debíamos capturar a alguno de ellos, a poder ser alguien de rango bajo para poder conseguir información. Un acólito recién iniciado en el Culto sería perfecto. Asustadizo y aún no endurecido por la experiencia.

La información que nos daba Nightill me resulto un tanto confusa.

Ay, no entiendo nada, en que lío nos hemos metido!

-Disculpe señor. No entendí bien eso de los harpistas. Quienes son? Que tienen que ver con el culto? Y ese objeto que acaba de mostrarnos, que es? Acaso es el objeto mágico que están buscando? Por otro lado me parece bien la idea de capturar a un soldado e interrogarlo. Asi podremos saber un poco más sobre su líder. Es ese tipo de la alabarda, verdad? Me pregunto que tan fuerte será.

-Y si...bueno, en otro momento podré relatar como paso mi sangre de elfo a lo que es ahora, especialmente la transformación física que hasta llego al estómago-.

Comenta de buena gana mientras se encoje de hombros frotándose las manos emocionado por ver que llega la comida ante sus ojos, pero esa ansía va desapareciendo a medida que va escuchando poco a poco la historia relatada por Nighthill y sus ojos muestran ese brillo de atención que rápidamente se enfoca en aquel medallon depositado en el centro de la mesa.

"¿Tenía información previa y aun así no lo dimensiono?"

Pero no puede culparlo de tomar esa actitud, como había mencionado, es la primera vez que enfrenta un dragón e incluso muchos de los integrantes pertenecientes a la compañía aun no dimensionan el poder que posee su enemigo más allá de sus sentidos de justicia, intereses personales que van desde el sentir más noble hasta la venganza más despiadada que pudiese existir. Se cruza de brazos dejando escapar vapor frío desde sus fosas nasales mientras va tomando nota de la propuesta de Nighthill tras memorizar el nombre del mego en voz baja.

Lo sigue al parapeto y queda en el flanco izquierdo, tras dirigir la mirada hacia aquel guerrero purpura que porta la alabarda, no puede evitar enarcar su ceja.

-Eso requeriría de todo un proceso de exploración...si tiene esos perros dracónicos merodeando por la fortaleza no es descabellado pensar que cuenta con exploradores expertos en atacar a las razas nobles. Lo ideal sería estudiar sus rutinas y rutas de exploración...-.

La propuesta de Tharkael me pareció interesante.

-Mmm... si estas en lo cierto, la presencia de exploradores podría complicarnos la tarea de infiltrarnos y capturar a un soldado. Tal vez deberíamos intentar capturar a un explorador. Claro que para eso tendríamos que encontrar a uno primero...

Y luego de decirle estas palabras a Tharkael me quede meditando un rato sobre el asunto.

Me rasco la barba, dejando que mis dedos se entremetan en las densas hebras de cabello. Arpistas. Mucha gente desconfía de ellos, y es cierto que sus propósitos pueden ser inescrutables, pero su fin último es preservar el delicado equilibrio que permite que todo funcione como es debido, una labor nada sencilla y que pocos agradecen. Si un arpista se ha dejado ver en Verdosísima, no ha sido ni mucho menos por casualidad. Este lugar es importante, y no solo como fuente de riqueza, como su gobernador parece creer.

—Por lo que decís, aventuro que el tal Erlanthar ya se ha marchado de la ciudad, así que si es cierto que el Culto del Dragón lo busca, me temo que se llevará una gran decepción… —Voy pensando mientras hablo, reflexionando en voz alta—. ¿Puedo preguntaros por qué libros y mapas se interesó? Quizá eso nos dé alguna pista de su paradero y de qué buscaba.

Escucho a Keth y a Tharkael discutir acerca de nuestras preocupaciones más inmediatas. Aunque la idea del dracónido élfico de estudiar las rutinas de patrulla de nuestro enemigo me parecería buena en cualquier otra ocasión, en este caso solo puedo sacudir la cabeza.

—Tharkael, no disponemos de tiempo para hacer tal cosa. Ya es bien entrada la noche. Para cuando conozcamos el método de actuación del culto, el enemigo ya se habrá marchado, y solo quedarán ascuas ardientes de lo que fuera Verdosísima. Aunque sea peligroso, yo digo que salgamos de nuevo a las calles y tratemos de aproximarnos con cuidado a algún grupo de incursores. Si los pillamos por sorpresa, atraparemos a algún acólito y lo traeremos a la fortaleza para interrogarlo. Solo así saldremos de la ignorancia. —Me giro hacia aquellos de mis compañeros que aún no han hablado—. ¿Qué decís? Todos deberíamos opinar.

Mientras estaba en mi posición mirando por la ventana, pude escuchar las palabras de Fornund. Tenía razón. Habíamos venido allí por un motivo general y 5 de particulares y de momento todos se entrelazaban en el mismo objetivo: conseguir información.

Tienes razón, Fornund. Debemos conseguir información de primera mano de los Cultistas. Nuestra única opción es intentar capturar a alguno de ellos con vida. El problema es que, por lo que parece, siempre van con un grupo de kobolds guardaespaldas. Será difícil encontrar a alguno cultista despistado.

Respiro hondo mientras dirijo mi vista de nuevo al exterior buscando los grupos de saqueadores enemigos recorriendo la ciudad.

Debería salir alguien a escondidas para coger a alguno de ellos por sorpresa, y el resto intentar abordar de cara a algún grupo. Quizás así podamos coger a alguno con vida. - no me gustaba nada lo que iba a decir, pero si queríamos tener éxito y conseguir algo, sobretodo la máscara, debía colaborar con ellos. - yo puedo encargarme de la parte sigilosa, si sé que Fornund y los demás estáis en primera línea quitándome la atención de encima.

Me giro hacia todos. Mi cara continúa en la semipenumbra de mi capucha. Desde allí puedo verlos a todos, pero mi cara no es del todo distinguible. Todos me miraban algo asombrados. Quizás porque fuera la primera vez que me ofrecía a ayudar al grupo desde que salimos. Parecía que los consideraba algo más que compañeros de viaje. Nada más lejos de la realidad. Simplemente los necesitaba para conseguir mis objetivos, así que, cuanto mejor les cayera, más cerca estaría de poner la mano encima a la máscara.

Formund parecía estar en lo cierto. Lo mejor era capturar a alguien para interrogarlo.  Durzo propuso un plan bastante interesante.

-Bien, entonces prosigamos con el plan de capturar a uno de ellos -Le dije a Formund. Luego me dirigí a Durzo- Me parece bien que te encargues del sigilo. Eres bueno en eso. Por los kobolds no te preocupes, yo les enseñare la danza del hacha, ya verás como los entretengo. Nunca se fijarán en tí.

—Coincido —digo con calma—. No tenemos tiempo para estudiar las rutinas de las patrullas. —Esbozo una media sonrisa antes de añadir—: Eso si es que están siguiendo alguna rutina, para empezar. Sin embargo, capturar con vida a alguno de ellos puede servir a un triple propósito. En primer lugar, tal vez nos permita averiguar de primera mano los planes de nuestro enemigo. En segundo lugar, contribuirá a que la Orden del Dragón se sienta presionada ante nuestros avances, algo que no conseguiríamos limitándonos a sentarnos y observar. Y por último, pero no por ello menos importante, puede crearles divisiones internas al sembrar la creencia de que algunos de sus miembros están filtrando información al bando contrario. —Guardo silencio un momento para mirar a mis compañeros —. Entonces, ¿tenemos un plan?

KETH:

Antes de que el grupo comience a fraguar un plan de acción, viendo que al semiorco, que con razón no ha oído hablar nunca en su vida de los Arpistas, le cuesta seguir el hilo de la conversación con el Gobernador, Escobert el Rojo hace un aparte con él para explicarle unas cosas. "No, no. Ese medallón es tan solo un pedazo de chatarra. Lo que es importante no es el medallón en sí, sino quien lo lleve, porque eso le identifica como un Arpista."

"Los Arpistas son una organización semisecreta de hechiceros y espías dispersos por toda Faerûn. Son... por ponerte un ejemplo, como pequeñas tribus desperdigadas... que siguen a un mismo dios. No trabajan juntas, no están gobernadas por un mismo jefe, ni tampoco siguen las directrices de los altos cargos del clero como sucede con muchos templos. Son... pequeñas tribus independientes, con una filosofía común. Aunque bueno, según ellos sí que se mantienen en contacto y comparten información, pero yo no me lo creo realmente. O bueno, sí, no sé. Tal vez durante crisis muy gordas se las arreglen para pedir ayuda a otras tribus, en plan como pasa a veces con los reinos enanos, o con vuestras tribus bárbaras. ...Perdón, eres de una tribu ¿verdad? Ya me parecía a mí, por la vestimenta y cómo te mueves por la civilización y todo eso... Ufff, menos mal que no me he equivocado, o me habría ganado una merecida tunda. ¿Por dónde iba? ¡Oh, sí, sí, los Arpistas! Son gente problemática, pero buena... Bueno, tampoco diría eso... tienen mala fama por algo... Uh... no, no me malinterpretes, que no son malos, pero, uh, digamos que a veces son demasiado neutrales. En plan, como los druidas esos que abogan por el equilibrio entre la naturaleza y la civilización, extendiéndolo a que todos los individuos deberían permanecer con igual equilibrio, sin acumular demasiado poder, y pamplinas políticas de esas. Lo que importa no es tanto lo que dicen, sino lo que hacen. Acumulan información, venden información, roba-... 'aseguran' artefactos que si cayeran en malas manos podrian destruir el mundo, y cosas así..."

"Suelen oponerse a los poderosos, sean legítimos o no, y eso siempre genera problemas. Pero por lo demás, son buena gente que ha evitado muchos desastres antes de que se produzcan... O eso dicen. Bleh."

Una vez que me explicaron el asunto de los arpistas todo quedo mas claro.

Bien, parece que son personas raras, pero en principio no parecen ser enemigos. Mejor me concentro en el plan de capturar a un soldado. Eso sí que sirve.

No hay tiempo para investigaciones exhaustivas, así que examinais brevemente los papeles y libros que el arpista estuvo leyendo, mientras discutís vuestro plan de acción. Dos piezas de información os llaman particularmente la atención. La primera, es que el Arpista había identificado que Verdosísima sería, efectivamente, el próximo objetivo del Culto con toda probabilidad, ya que en uno de los mapas, Erlanthar ha dejado una serie de pintadas en tiza negra. Parece ser que fue marcando con puntos en el mapa en los lugares que el Culto ha estado atacando estos días. Parece que se tratan de células separadas, unas en la costa, otras en el interior... La más cercana a Verdosísima ha seguido un trayecto claro de norte a sur, siendo Verdosísima el próximo asentamiento rico y cercano.

La otra pieza de información es una nota aparte que reza lo siguiente:

¿Objetivo del Culto? ¿Dinero? ¿Por qué? ¿Reclutar dragones de verdad? ¿Por qué tanto? <---LOS CULTISTAS ALTOS CARGOS DEBERÍAN SABERLO. <---¿INFILTRARSE?

Medite un rato sobre la nota del harpista, tratando de recordar toda la información que habíamos reunido hasta ese momento y juntar todas las piezas del rompecabezas. Entonces recordé una de las historias que se contaban en mi aldea alrededor del fuego, en esas largas y oscuras noches de invierno.

-He oído que a los dragones les gusta mucho el oro y las gemas. Sabemos que el culto planea crear dragones muertos vivientes. También sabemos que no todos los dragones aceptarían algo así. Me preguntaba... Creen que el culto este tratando de reunir dinero para sobornar a algún dragón en particular? Alguien como el blanquito tal vez.

Keth había hecho una buena deducción. Parecía como si los cultistas estuvieran amasando una pequeña fortuna.
Lo que no alcanzó a comprender es si pueden crear dragones muertos vivientes ¿para que necesitan dragones de verdad? Al menos los levantados no cuestionan las órdenes y ya sabemos como se las gastan los de verdad.
Pienso en el gran dragón blanco del Templo y medio las palabras de Keth. -¿es posible que Ice...como se llame este de parte de los cultistas? - Es algo que tendríamos que tener en cuenta

-Pues... tal vez les cuesta mucho trabajo conseguir cadáveres de dragón y prefieren intentar convencer a los vivos... o tal vez la magia que están usando requiere que los dragones lo acepten voluntariamente. Recuerden que Tiamat esta involucrada. Los dioses del mal suelen necesitar de la debilidad de los mortales para poder poner sus planes en marcha...

Las anotaciones del arpista me producen tanto desconcierto como al resto de mis compañeros, especialmente las que hacen referencia a la gran cantidad de oro requerida por el culto. Hasta ahora pensaba que simplemente lo codiciaban por el mero afán de enriquecerse, pero las palabras de Erlanthar siembran nuevas posibilidades, si cabe más siniestras. No puedo dejar de preguntarme cómo es posible que criaturas tan magnas y altivas como los dragones puedan rebajarse a servir al Culto del Dragón a cambio únicamente de tesoro.

—En todo caso, tampoco tiene mucho sentido hacer conjeturas antes de tiempo sobre cuáles podrían ser sus planes —afirmo, y mi mirada se pierde por el balcón que da a la ciudad asediada—. Ellos mismos nos lo dirán, pero para ello es imperativo atrapar a uno vivo. Y para ello, deberíamos ir saliendo ya. —Me encaro con el gobernador Nighthill—. Muchas gracias por vuestra hospitalidad, mi señor, pero aún queda trabajo por hacer si queremos que Verdosísima vuelva a ser un lugar seguro. Entretanto, ¿puedo atreverme a pediros el favor de que permitáis que mi hijo Randrick permanezca entre los muros de esta fortaleza hasta nuestro regreso? Vos sabéis mejor que nadie lo peligroso que es estar ahí fuera, y más para un infante de cuatro años. Podéis dar por seguro que os devolveré el favor.

Bien...no queda más opción...

Piensa al ver que de manera unánime mientras escucha el intercambio de palabras entre los compañeros de aventura, hasta que saltan las inquietudes de porque el Culto busca dragones vivos. En ese momento Tharkael no puede evitar sentir cierto fervor en su sangre, molesto porque exista un temor al orden de la vida y muchos seres legendarios deciden desviarse de aquel camino solo para buscar la ilusión de mortalidad.

Mira a todos para aclarar a keth, cruzándose de brazos tras dejar escapar una bocanada de aire helado desde su boca.

-No puedes crear una muerte consciente de lo que está muerto...son artes profanas que si bien uno desconoce por razones evidentes, la lógica puede ser más que clara. Es todo lo que por lo menos sé de esta motivación depravada que posee el culto del dragón-.

En ese momento escucha las palabras de Formund y comienza a revisar rápidamente sus compartimentos para pociones o otros ingredientes a usar en sus conjuros arcanos. Agradeciendo en sus pensamientos no haber gastado sus conjuros más importantes y terminando por revisar nuevamente sus dagas.

-Entonces, salir a buscar un explorador o comandante...-.

Dando a entender en su comentario que ya es momento de partir y prefiere tomar el riesgo bajo la misma estrategia articulada hasta la fecha.