Partida Rol por web

Dejando a Amano con un palmo de narices tras sus palabras atrevidas, Hibiki siguió a Momoe. La criada apenas podía contener la risa, aunque se esforzaba para no insultar a los clientes. Pero la escena le había resultado muy divertida.

— Disculpad, señora —dijo—. Pero me habíais parecido un matrimonio. Veo que me equivocaba...

La criada condujo a Hibiki por unos pasillos de madera que iban a dar a una puerta amplia. Cuando la abrió, encontró un pequeño vestuario y más allá, un baño termal al aire libre. El agua caliente caía en el estanque a través de las piedras, en forma de una pequeña catarata. Estaba totalmente vacío, entero para que Hibiki lo disfrutase en privado.

Momoe le indicó dónde podía dejar sus ropas y con una inclinación de cabeza se marchó, sin dejar de sonreír.

-Señorita- interrumpió Hibiki, intentando poner un tono de voz amable, pues al final del día la criada no tenía culpa alguna.

-Ah, no, no es mi marido...casarse con Amano sería como estar casada con uno de esos sultanes del medio oriente, y sus 200 mujeres.- respondió Hibiki completamente abochornada, ni siquiera sabía porque le daba tanta importancia.

-Muchas gracias- la chica cruzó sus manos sobre sus piernas, y agradeció a Momoe con una inclinación de su cuerpo.

Hibiki volteó una  y otra vez en todas las direcciones, mientras el agradable vapor caliente, reconfortaba su cuerpo adolorido por la cabalgata, y engarrotado por el frío,cuando se cercioró que en efecto no habia nadie, comenzó a despojarse de su indumentaria, deseando que nadie ingresase en aquellos momentos al cuarto de baño.

Tras unos instantes, las ropas de Hibiki calleron al piso, y la chica las levanto, acomodándolas cuidadosamente donde la criada le había indicado, se soltó el lazo que mantenia anudado su cabello, y sacudió su cabeza con un movimiento delicado y femenino, una negra cortina de cabello largo y sedoso, se deslizó con suavidad por su espalda,hasta la cintura y se introdujo en el agua calida, gozó un suspiro de relajación, y acarició la piel de sus brazos y sus muslos; su piel blanca y suave, cerró los ojos, reconociendo con las yemas de los dedos su cuerpo, hasta acabar en su cuello, sintiendo su cuerpo humedo y desnudo, virginal y frío, envuelto en sus ropajes viajante guerrera.

Nada más haber pasado unos minutos en el agua, Hibiki se sintió mucho mejor. El calor del líquido y el murmullo lejano de la gente de la posada, hicieron que se relajase enseguida y el cansancio del viaje se aliviara. Fue allí, en el agua, donde de repente se dio cuenta de lo lejos que estaba de su hogar. Su vida había dado un vuelco tremendo, hasta hacía una semana su padre estaba vivo y ella no tenía más preocupación que llevar la casa como una buena hija. Pero ahora, todo había cambiado...

¿Sería capaz de encontrar al hombre que había causado la muerte de su padre, y que todavía podía causar mucho más daño? Si podía hacerlo, seguro que...

Un ruido la sacó de sus reflexiones. Por un momento creyó habérselo imaginado, pero después lo notó con más claridad. No estaba sola en aquél baño. Alguien más estaba allí, y trataba de mantenerse oculto.

"Tal vez debería volver y dedicarme a lo que en verdad sé hacer, continuar con el negocio de mi padre...que estás diciendo!, mira lo que has logrado en tan poco tiempo!, no puedes comenzar a dudar ahora".

Pensó Hibiki, con los ojos cerrados, entonces un ruido en el lugar la hizo abrir los ojos rápidamente, un ruido, de alguien moviéndose entre las sombras era difícil de percibir porque el lugar estaba oscuro y envuelto en vapor, Hibiki aguzó bien el oido, y entornó la mirada para observar alguna figura que se moviera y causara que el vapor de agua se moviese siendo señal inequívoca de que alguien lo habia atravesado.

Hibiki se levantó, abochornada, cubriéndose pudorosamente sus pechos, y su zona intima, y caminó dando la espalda hasta el lugar donde habia guardado su ropa, encorvada, más preocupada porque alguien pudiese notar su desnudez, que porque estuviese algún enemigo.

-A...Amano ...eres tu!??....atrevido!!, si te pongo las manos encima te cortaré el copete de un sólo tajo.- exclamó la chica temerosa, mientras a tientas buscaba su ropa, cubriéndose con ella, y cogiendo su arma con mucho cuidado.

Hibiki se cubrió con su ropa tan deprisa como pudo, roja como un tomate todavía. Aquello era algo que por desgracia no era poco habitual, los baños al aire libre solían ser objetivo de mirones, sobre todo cuando las bañistas eran jóvenes y no demasiado numerosas. ¿Se habría atrevido Amano a...?

Pero Hibiki no tardó en notar un escalofrío diferente. Aquello no era un mirón normal. De repente, y aunque no sabía por qué, la joven se sintió terriblemente amenazada, como si estuviera al borde de un precipicio o en mitad de un edificio en llamas. Había peligro allí, un peligro mortal. Y la observaba.

Entonces sucedió. Algo surgió de las sombras a la derecha de la chica, algo que se movía terriblemente rápido... pero no tanto como Hibiki. Sin saber cómo, la joven se apartó de lo que se abalanzaba sobre ella y se protegió con su arma, la shirasaya que su padre le había regalado y siempre llevaba con ella. La adrenalina fluyó por sus venas, amplificando sus sentidos y preparándola para el contraataque.

Cuando Hibiki alzó la vista para ver qué la había atacado, se quedó de una pieza. Era un hombre alto y delgado, de piel oscura. Se movía con espasmos, de forma grotesca y desgarbada. Llevaba una espada ancha de doble hoja, terriblemente afilada y sucia.

Pero lo peor de aquél ser era su mirada. Envuelta la cabeza en una venda andrajosa, sus ojos eran luminosos y vacíos, y su boca se abría en una sonrisa demente. Hibiki pudo darse cuenta de que aquél ser sólo tenía una cosa en su mente: matarla.

—¡Kyaaahahahaha!

El viento cambió de un momento a otro, Hibiki sintió una presencia moviéndose a sus espaldas, saliendo de la oscuridad como un cazador al acecho de su presa, apenas con tiempo para moverse en reflejo como una liebre asustada, logró esquivar la embestida de bolido de lo que fuese que salió de las sombras.

Calló a cuatro en el suelo, con las piernas flexionadas, y una mano en el suelo, mientras con la otra sujetaba su shirikaya, o shirijaya...( o como quiera que se escriba :P ).

Había algo antinatural en aquel ser, era como si la humanidad se hubiese escapado de su cuerpo, no era sólo por sus movimientos extraños, como si estuviese sufriendo de un ataque epiléptico, ni por el color oscuro de su piel, como el de un cadaver putrefacto, para Hibiki lo verdaderamente aberrante era la mirada que se asomaba por debajo de su rostro cubierto de vendajes, el ojo que se apreciaba, era un ojo muerto, carente de vida y expresión, y aún así Hibiki fué capaz en cuestión de segundos de darse cuenta que aquella criatura lo único que transmitia por la mirada era un sadismo y una depravación terribles.

-Socorro!! Ama!!!-...pero se quedó callada tan pronto como exclamó su grito de auxilio, sacudiendo la cabeza repetidas veces, no, no podía llamar a Amano, no podía seguir siendo una carga para los demás, Hibiki se sentía sumamente menospreciada, sabía que Amano aunque fuese un buen tipo, no dejaba de verla como la pequeña tonta que se habia decidido tomar un poco la justicia por sus manos y que habia emprendido un viaje del que no estaba segura que saldría bien librada cuando los problemas comenzasen a aparecer.

Pero ahora tenía la oportunidad de demostrar que no era una chiquilla tonta, aquel hombre la había agredido, la había seleccionado como su presa, y era la oportunidad de Hibiki de demostrarle que esta presa tenía garras y podía defenderse.

**-Qu...quien eres!,que es lo que buscas aqui!.- exclamó Hibiki desafiante.

La chica entonces, hizo una flexión con sus tobillos, y utilizando su mano libre como si fuese un resorte, se impulsó al frente, haciendo gala de una velocidad que nada tenía que envidiar a la de aquel matón,  se puso de dos zancadas justo delante de aquel hombre, primero lanzó un golpe con la shirajaya, o shikahaya ( que nombre raro!!!), cubierta por su funda, propinando un golpe en dirección al estómago del matón, buscando en caso de impactar, desestabilizarlo, haciendo un elegante movimiento, casi dancístico, dandole la espalda, sujetando el arma como un bo,con ambas manos, dando un pisotón en el suelo, y acontinuación lanzando el golpe con fuerza.

En caso de no lograr su objetivo, Hibiki hizo un veloz movimiento con su mano, desefundó la katana de una forma tan rápida y sutil, que de no ser por movimiento que hizo el cabello de la chica, y el inconfundible sonido de una afilada cuchilla rasgando el aire, acompañada de un destello de luz rosacea, hubiese parecido que Hibiki simplemente habia adquirido una postura defensiva.

La velocidad de Hibiki la sorprendió incluso a ella misma. Se había concentrado, intentando eliminar de su mente todo lo que no fuese recordar las lecciones que su padre le había dado, ya que su vida dependía de ello. Genzo había sido un gran experto en iaido, el arte de desenfundar la hoja de la katana sólo en el instante del ataque, y le había transmitido ese conocimiento a su hija. Para Hibiki había llegado el momento de emplearlo.

Se lanzó a toda velocidad sobre aquél extraño hombre, impulsándose hacia delante en el ataque. Él trató de defenderse y logró bloquear el primer ataque de Hibiki... pero la segunda estocada encontró un hueco en su defensa y la hoja relumbró al cortar tela y carne. Un chorro de sangre oscura manchó el suelo de los baños.

El atacante de Hibiki no hizo el menor ruido cuando recibió el corte. Se limitó a alejarse del peligro de un salto y a adoptar de nuevo una pose de lucha. Miró sus ropas, manchadas por la sangre que manaba de la herida... pero sólo ensanchó su sonrisa demente y volvió a reír. Era algo diabólico...

Antes de que Hibiki pudiera darse cuenta, se lanzó de nuevo contra ella. Esta vez atacó agachado, como una araña enorme, y moviéndose con una rapidez que asustaba. Su arma de doble hoja daba vueltas a un lado, como una segadora mortal. Se abalanzó sobre la chica, apuntando con el filo directamente a su delicado cuello, pero Hibiki pudo bloquear el golpe sin muchos problemas. Era su turno para contraatacar.

Hibiki puso un gesto de asco cuando observo como de la carne de Mukuro salia una sangre nera y purulenta, ese ser tenía algo diabólico en su interior, el asesino se abalanzó sobre ella, moviéndose por el suelo como un insecto gigante y bastante grotesco, Hibiki sujetó su arma horrorizada, y apenas tuvo tiempo de reaccionar impulsivamente ante el ataque que iba dirigido a su cuello, ese hombre no tenía intenciones de dañarla, Hibiki comprendió en aquel ataque, que quería asesinarla, justo como habia hecho con su padre, y comprendió que si no peleaba, seguiría a su padre a la tumba...y no tenía esa intención.

Aprovechando que con la embestida de Mukuro, la distancia entre ambos se habia acortado, Hibiki se puso de perfil, moviendo la shirigaya dentro de la funda, a modo de bastón, Hibiki trazó un rápido y amplio movimiento en semicírculo, como si fuese un abanico, buscando asestar un fuerte golpe en la cabeza del asesino.

El ataque de Hibiki fue rápido y contundente, y hubiera bastando para decapitar a muchos guerreros. Pero su oponente no era un cualquiera. Bloqueó la acometida en el último momento y se alejó de un salto, siseando. Se agachó para volver a atacar, pero en ese momento se oyeron pasos apresurados en el pasillo que daba acceso a los baños, y voces que gritaban.

La puerta del baño se abrió y en el umbral apareció Amano, seguido del dueño de la posada. El hombre alto seguía vestido con su kimono rosa, y abrió mucho los ojos al ver al ser que había atacado a Hibiki. Este por su parte, lanzó una carcajada siniestra y luego, con un movimiento rápido, se encaramó a la valla de bambú que rodeaba los baños y desapareció.

—¡Maldito! —gritó Amano, echando a correr.

Pero se detuvo al llegar a la valla de bambú. No había forma de que pudieran alcanzarlo.

—¡Era él! —exclamó— ¡Era Shikyoh, el asesino al que persiguen Keichiro y Kojiroh! ¿Qué demonios hacía aquí?

Pero luego recordó que había atacado a Hibiki y se volvió hacia ella. Su gesto era de verdadera preocupación, sabía que aquél era un oponente muy peligroso.

—¿Estás bien? —le preguntó a la chica— ¿No estás herida?

-NO!!! VUELVE!!!.-Gritó Hibiki sin disimular su rabia, con el arma preparada para perseguirlo, el asesino se habia escapado en cuanto Amano y el dueño de la posada entraron, la muchacha apretó los dientes presa de ira, cuando escucho el nombre del asesino..era el...era el asesino de su padre.

-SE HA IDO PORQUE LOS HA VISTO A USTEDES!!- Le recriminó duramente Hibiki a Amano y al dueño de la posada, su frustración fue tal, que cogió su arma y la arrojó al suelo con violencia. Se quedó contemplando el lugar por el que aquel demonio se habia escapado, segura de que hubiera realizado una actuación mas que respetable si hubiera seguido combatiendo contra el.

-El es el asesino de mi padre!!, lo tenia bajo control!!, conseguí hacerle un par de cortes, pero esa cosa no está viva!!, su sangre es negra y purulenta!, y además...cuando lo ataque pareció no inmutarse al dolor de mis cortes, continuó riéndose...VAMOS POR EL AMANO!!.- Quizá por la adrenalina del combate, Hibiki se encontraba fuera de si, habia tomado a Amano por los bordes de su kimono rosa, y ahora lo sacudia energicamente mientras hablaba, en otras circunstancias la escena hubiese resultado bastante cómica, al ver a una chica de su estatura intentando sacudir a un hombre mucho más alto que ella, pero dadas las circunstancias actuales, era bastante lógico que la chica tenía los nervios crispados, por la acción de la batalla, y la repentina sucesión de situaciones que habian ocurrido en tan solo unos momentos.