Partida Rol por web

William se desperezó como cada mañana al despertarse en su cómoda cama. Hacía ya meses que no recibía un encargo de G. Smith y el pago por el anterior había sido tan generoso que no se preocupaba por mantener su buen nivel de vida. Como siempre Jake le estaba esperando como una sombra a los pies de la cama, con ropa limpia y noticias frescas.

- Señor, espero que haya pasado una buena noche. - Jake abrió el maletín con la ropa limpia y la dejó sobre la mesa. Cogió el maletín y se dirigió a la salida. Junto antes de salir miró de nuevo hacía el interior como si se acabara de acordar de algo. - Ha llegado una tarjeta esta mañana, se la he dejado al lado del desayuno, venía junto con un dispositivo de hologramas. - Tras eso cerró la puerta tras de sí y William pudo sentir como se alejaba por el pasillo. 

William, aún algo atontado por la luz del amanecer, no tardó en desperezarse y pasar al lavabo. Una de las ventajas de vivir en una mansión, era tener un lavabo para él solo, pensó, mientras comenzaba con su rutina matinal, duchándose, afeitándose y vistiendose. Su ropa olía a lavanda, era su olor preferido, y nunca fallaba en asombrarle lo diligentemente que hacía Jake la colada cada día sin falta.

Tras vestirse y asearse, reparó en el visor holográfico encima de la mesa. Sin poder sacarse cierta inquietud de encima, tomó la tarjeta y se la guardó en el bolsillo. Cierta reticencia le impedía satisfacer su curiosidad, la última misión no es que terminara precisamente bien.

Bajó a desayunar como siempre, y Jake había preparado un delicioso té. Últimamente William ya no tomaba café, le había tomado el gusto al té y lo tomaba siempre con pastas. Se sentía un hombre nuevo después de la última misión, y había una voz en él que le incitaba al cambio, se dijo a si mismo mientras disfrutaba del desayuno.

Jake estaba distraído mirando a la ventana y estirando las cortinas cuando comentó:

- Parece que los disturbios han llegado a su fin. 

Jake estaba hablando de unos supuestos ataques terroristas anunciados en las noticias hacía varios días. Se hablaba de un grupo armado que había conseguido entrar en la ciudad y había destruido mucha maquinaria a su paso. Por suerte no se podía lamentar ninguna victima humana. Se podía suponer que ya había sido controlado el ataque debido a que no se escucharon más noticias al respecto. 

- ¿Va a salir hoy, señor? - Por su tono podría parecer que no se refería a nada en concreto, pero William sabía que estaba hablando del mensaje de G. Smith. 

William se quedó pensativo mientras terminaba su desayuno. La tarjeta despertaba su curiosidad de forma exagerada, le sorprendía que al cabo de tanto tiempo G. Smith se volviera a poner en contacto con él, pero no estaba seguro de querer realizar otra misión como aquella. Alguien tuvo que darle el chivatazo al conejo, y eso sólo pudo ser alguien de dentro.

Terminó los últimos sorbos de su té amargo, William siempre lo tomaba con dos cucharadas de azúcar, ni una más ni una menos, y dejó los platos encima de la mesa, levantándose.

- No lo sé aún, Jake, no lo sé.

Tras esto, llegó a su dormitorio de nuevo, y se quedó meditativo delante del disco. No sabía si meterlo o no, pero decidió que mirarlo no le comprometía a nada, así que tomo el disco y lo colocó en el reproductor holográfico.

De nuevo y como siempre la imagen del hombre con cabeza de ojo surgió del holograma. Era extraño que G. Smith entregará sus mensajes junto con sus tarjetas, aquello solo podía significar que las noticias eran importantes o urgentes. Tras una reverencia y el saludo habitual (El ojo ve lo que el hombre atesora) G. Smith entró directamente en materia. 

- Saludos D, espero que hayas tenido tiempo para relajarte porque se requieren de nuevo tus servicios. Hoy al mediodía un hombre aparecerá en la taberna de El Comerciante. Allí estarás tú esperándole y directamente le llevarás hasta la entrada de los laboratorios de Cele. No hará falta que vayáis de incógnito. Una vez allí él entrará a realizar una misión independiente y tú te encargarás de garantizar su huida. Para ello se te encomienda la misión de entrar en los la central de control de los laboratorios y cortar la corriente. - El ojo hizo una pequeña pausa. - Si todo sale bien y ambos conseguís llegar a los suburbios tendrás que descubrir todo lo que él haya descubierto y entonces... Deshazte de él. 

Tras eso, el mensaje se acababa, dejando en el aire cualquier duda que pudiera tener William. Junto con el mensaje había datos que contenían un mapa de Cele donde se posicionaban los laboratorios y la central de control. Y otro mapa que detallaba la estructura de dicha central. 

William llevaba varios días dándole vueltas a la idea de huir de Cele. La vigilancia se había intensificado últimamente y cada vez había más robots. A William no le gustaba nada el panorama, y por ello ya había tomado medidas para que Jake se ocupara de su casa y todas sus posesiones. Por supuesto, había cosas que no podía dejar atrás, como el traje de D y el pasillo secreto.

Esta era su oportunidad para salir de allí, y con algo de suerte, podría salir ileso de allí antes de que se dieran cuenta. Un verdadero truco de mago, una desaparición. A William no le gustaban los riesgos, pero no había otra manera: Los agentes de G. Smith les facilitarían la huida.

William había tomado su decisión.

- Jake, si que voy a salir hoy. Más bien de una manera... Permanente. Pon en marcha el plan que ya te comenté. Si así lo deseas, buscare algún modo para que tu también puedas salir de la ciudad. Si no, puedes quedarte con la mansión y el resto de mis pertenencias, excepto lo que hay en mi habitación y los instrumentos de mi padre en el sótano. Asegúrate de tapiar el túnel secreto.

Tras esto, se colocó el traje de D, el ladrón misterioso, guardándose cuidadosamente el antifaz en el bolsillo, tras comprobar que el micrófono funcionaba correctamente, y salió en dirección a la taberna de El Comerciante.

William se tomó la molestia de esquivar la casa de Charlotte Harrison, hoy no era un día en el que nadie tenía que molestarlo. Las calles de la ciudad estaban bastante solitarias durante el paseo. Pero no solo las calles, la propia ciudad parecía más gris que de costumbre, como apagada. Se podría pensar que en parte era el miedo, Cele no había sufrido un ataque terrorista jamás, si alguien había conseguido perpetrarlo, ¿Que sería lo siguiente? 

Por fin William llegó frente a la escondida entrada de la taberna del Comerciante y entró. 

[CAMBIO DE TEMA]

D se encaminó hacía la localización que le tocaba. Allí estaba la central de control de los laboratorios, un lugar oscuro y con muros que lo custodiaban. Y ningún entrada posible... salvó para D, él siempre estaba invitado a la fiesta. Su misión era clara, entrar y cortar la corriente, con suerte eso le garantizaría una huida segura a Brokk. 

Tras quedarse a solas, William se colocó de nuevo el traje de D, el ladrón misterioso, recuperando el antifaz del bolsillo de su americana. Tras esto, D, el ladrón misterioso, esbozó su habitual media sonrisa. Por fin se sentía vivo de nuevo. A pesar de todo, amaba su trabajo, y no lo hubiera dejado por nada del mundo.

- Jake, ya estoy aquí. ¿Me puedes ver? Vamos a dar comienzo a la Operación Loki. Espero que estés listo. - susurró al micrófono de su antifaz.

D, el ladrón misterioso, usó los ganchos de su arnés para subirse a la escalera de emergencia del edificio tras notar que no había cámaras en el exterior. Si bien sospechoso, eso facilitaba enormemente su tarea. Subió silenciosamente por la escalera hasta la planta indicada por G. Smith y se colocó en la cornisa, avanzando hasta una ventana desde donde pudiera divisar la puerta de la sala de control, observando con cuidado los movimientos de los robots de vigilancia.

- Entendido señor, activaré la función del antifaz para que pueda ver las áreas de las cámaras de vigilancia. - Dijo Jake. 

Tras esquivar las cámaras de seguridad del exterior con facilidad (Porque si que había...) y escalar hasta la planta más alta, D se asomó por la ventana para comprobar el pasillo. Cerca de allí había un robot de vigilancia que casualmente caminaba en la dirección contrario a donde estaba D. Entonces recordó que en la sala central (Donde estaba la entrada a la sala de control) también había cámaras de vigilancia que tendría que burlar guiándose con el mapa de G. Smith (Aunque estaban colocadas especificamente para que fueran difíciles de burlar). 

D, el ladrón misterioso aprovechó esa breve ventana de tiempo en que el robot no le miraba para entrar a través de la ventana y dejarlo fuera de juego rápidamente con un pulso electromagnético. A partir de ahí el reloj empezaba a contar, como el cronómetro que colocó Jake en su pantalla de duración del pulso electromagnético.

Sin perder un segundo, apuntó a la cámara del interior de la sala con la cortadora de plasma para desactivarla y la cogió con la mano antes de que llegara a tocar el suelo. Tras esto, entró en la sala rápidamente aunque procurando no hacer ruido, y se dirigió hacia la sala de control pasando por detrás de los lavabos para no ser visto.

D pudo ver a través de la puerta de la sala de control gracias a su antifaz. En el interior había otra cámara en el techo y tres guardias humanos mirando pantallas que mostraban las imágenes de las cámaras de vigilancia. Uno de ellos miraba con curiosidad una pantalla negra, seguramente de la cámara que había desactivado D. A parte de las pantallas delante de cada operario había un teclado con el que manejaban diferentes aspectos, D pudo ver como uno controlaba a los robots para que se movieran por donde quisiera. Los operarios estaban colocados mirando hacia el norte, el oeste y el sur respecto a la entrada de la sala de control. D tuvo que volver esconderse en el pasillo antes de que uno de las cámaras se girara hacía su posición. 

D, el ladrón misterioso se paró un momento entre las dos salas y cambió la célula de energía de su generador de pulsos electromagnéticos rápidamente, antes de encaminarse hacia la sala de control. Nada más abrir la puerta disparó a la cámara, aprovechando su movimiento rotatorio para evitar que le viera, y se coló dentro de la sala, y tras cerrar la puerta, se aclaró la voz para llamar la atención dijo:

- Caballeros, tienen ustedes un gran honor. Se han encontrado con el gran D, el ladrón misterioso. Pocos tienen el placer de conocerme, y menos de salir vivos de ese encuentro. En estos momentos una bomba se encuentra instalada bajo esta sala, y con una orden verbal mía se activará, volandoles a ustedes por los aires. Pueden estar seguros de que no dudaré en activarla si no obedecen mis instrucciones. Un solo paso en falso, y sus vidas corren peligro.

Una de los operadores tenía el dedo justo en un botón, seguramente el que activaba la alarma. Había movido el brazo de forma involuntaria por la sorpresa que se había llevado. No llegó a pulsar el botón pero seguía ahí su dedo. 

Todos miraron a D sorprendidos. No parecía que ninguno estuviera preparado para reaccionar en una situación así. Escucharon lo que dijo sin cambiar la expresión de la cara. Al final de la izquierda, al ver que sus compañeros no se decidian por actuar preguntó: 

- ¿Q-que quieres? - Mirando con inseguridad a D. 

D pudo ver en ese momento que uno de los robots del pasillo se dirigía a la zona donde él había desactivado una cámara. Otras veces ya había pasado algo parecido, los robots de Cele estaban conectados a las cámaras de seguridad de la zona que guardaban, si una de esas cámaras dejaba de funcionar uno de los robots iría de forma automática a comprobar que había pasado. D no podía quedarse mucho tiempo allí después de haber quitado también la cámara de esa sala (Era mejor que dejarla puesta debido a que si no los robots vendrían más deprisa), tenía que actuar con rapidez y desactivar las electricidad por tal de desactivar todas las cámaras y los robots. 

D, el ladrón misterioso, evitando su sonrisa de superioridad, prosiguió hablando:

- Bien, veo que aqui somos todos caballeros razonables y podemos hablar las cosas con calma. Levantense por favor, y dejen sus armas en el suelo. A continuación apartense de ese panel de control y ponganse contra la puerta.

A medida que iba diciendo eso, D, el ladrón misterioso se fue acercando al panel a medida que los guardias se alejaban de él.

Los hombres obedecieron sin rechistar y se colocaron al lado de la puerta mientras que D se ponía delante del panel de control. Buscó un puerto de acceso y conectó el aparato con el que trabajaría Jake para entrar en el sistema y cortar la corriente. 

- En unos momentos estará listo, señor. - Dijo Jake por el micrófono. 

D pudo darse cuenta de que uno de los operarios estaba intentando llegar al botón de alarma disimuladamente mientras que D estaba de espaldas. 

D, el ladrón misterioso, manteniendo la calma se giró y miró fijamente a los ojos al guardia, intimidándole con la mirada:

- Yo que usted no haría eso si quiere salir con vida de esta sala. - dijo mientras sacaba su pistola de dardos tranquilizantes.

El hombre miró a D con terror y levantó la manos en señal de rendición mientras que se apartaba un poco más del botón. D se mantuvo observándolos con el arma en la mano hasta que por fin Jake volvió a hablar: 

- Señor, ya estoy dentro, ¿Tiene alguna petición en preferencia en estos momentos? - La voz de Jake transmitía una especie de sensación de que se divertía con aquello. Pocas veces Jake se divertía con nada.