Partida Rol por web

Maria se despierta en su mullida cama.

Daba gusto poder dormir en aquel lugar, después de lo que había trabajo para llegar hasta allí. Su esfuerzo y sus compañeros habían causado gran furor con sus primeros espectáculos y ya no tenían que dormir en estrechas habitaciones de taberna que no dejaban ni estirar las piernas, los lujos habían comenzado, y aquella primera noche en un hotel de verdad le había sentado de maravilla. Nirameth aún dormía en una cama cerca de la suya, era imposible que aquella niña se separara de Maria en ningún momento, al principio podía ser algo estresante pero realmente se le podía coger cariño.  

La luz entraba a través de las ventanas, y los pájaros anunciaban que un nuevo día acababa de comenzar. El resto del grupo estaría ya entrenando, así que Maria tenía que darse prisa también. 

Maria, aún estirada en la cama, se pone el brazo en la frente y se aparta el pelo para ver mejor. Se vuelve contra la cama de Nirameth y sonríe plácidamente.

Se levanta de la cama intentando no hacer mucho ruido y acaba dirigiéndose a la ventana para abrirla, tal que:

Spoiler (marca el texto para leerlo):

Al abrirla, el sol de la mañana la deslumbra, pero en pocos segundos se acostumbra a la luz. En el exterior, puede discernir a varios de sus compañeros que no pierden el tiempo y ya están haciendo sus quehaceres matutinos. Algunos están limpiando, otros se entrenan físicamente y otros, optan por representar y practicar algún fragmento de teatro.

Nadie parece haberse percatado de la presencia de Maria, así que nadie la saluda y esta queda en un tercer plano contemplando la escena. Decide bajar a desayunar, así que toma la puerta de su habitación, se torna una última vez contra Nirameth y cierra la puerta con suma delicadeza.

Baja las escaleras para dirigirse hacia el hall (vistiendo el camisón de dormir, no se ha cambiado). Al final, se sienta en la butaca más lujosa que tiene a la vista, y coge un periódico de la mesa. A su vez, la camarera/camarero le viene a dar los buenos días. Maria no dice nada. Simplemente levanta el dedo índice y la camarera/camarero no tarda en salir disparado hacia la cocina. A los pocos segundos, est@ trae una taza de café y se la deja a Maria en la mesita más próxima a ella.

Sigue concentrada leyendo el periódico mientras da sorbitos de café.

El periódico parece el mismo que el del día anterior solo que con fechas distintas. Lo único de lo que se habla es de los conflictos armados del del norte de Coenn provocados por la guerra contra Cele. Toda esa información no era de interés para Maria, hacia tiempo que gran parte de Coenn había tirado la toalla ya y se había sometido a las maquinas de matar que enviaba Cele a Coenn. Parecía mentira que aún hubiesen idiotas capaces de ver esperanza en aquella guerra. 

El café estaba exquisito, digno del estatus del que presumía el hotel. En aquel pueblo, Teren, la guerra aún no había afectado mucho a sus habitantes, aún así disfrutar de un buen café eran lujos que pocos se podían permitir. Maria estaba distraída con una de las paginas que hablaban de las noticias de Naldur cuando una sombra se paró enfrente de ella. Se trataba de Mike Graham, un chico bastante calmado que raramente salía a la calle. Mike era el encargado de controlar la distribución de las entradas para los espectáculos y por lo tanto era también el encargado de controlar el dinero. Presentaba en la cara unas ojeras que demostraban que de nuevo había dormido muy poco. 

- Saludos, señorita Arya, anoche termine de realizar las cuentas sobre los beneficios de la semana pasada. - Le extiende un papel a Maria. La letra es algo torpe, Mike se estaba esforzando en aquellos momentos por aprender a escribir. - A este ritmo en un tres meses podríamos incluso comprar un local propio y no solo alquilarlo. - Mike parecía muy orgulloso de los resultados obtenidos. Era cierto que el espectáculo había causado bastante furor entre la población pero pensar que seguirían sobre la misma línea era demasiado optimista para Maria. 

Maria desvía la mirada del periódico y le presta atención a la figura que le habla. Intenta postrarse ante él lo mejor que puede, a pesar de que la vestimenta no es adecuada para una conversación de tal calibre.

-Excelente. No sé si podremos mantener este nivel de beneficios con nuestro repertorio actual. Tenemos que seguir trabajando duro para poder seguir brillando. Esa utopía está más cerca pero no en nuestras manos. No nos durmamos en los laures ahora!

Maria vuelve a dirigir su mirada hacia al periódico y se queda en silencio durante dos largos segundos.

-Por cierto, buen trabajo Mike, creo que te has ganado un buen descanso. Tienes el día libre. (Todo esto lo dice sin tan siquiera mirarlo a la cara.)

Y dicho esto, Maria sigue leyendo.

Mike asiente satisfecho.

- Muchisimas gracias. - Dice, y permanece levantado frente a Maria pensando en algo que quizás a olvidado. De repente reacciona. - ¡Ah! No lo recordaba, Disgaya te estaba buscando, ha llegado un mensajero con correo para ti, por como estaba parecía importante... Esta afuera con los demás. 

Dicho esto Mike vuelve sobre sus pasos hacia una mesa con un desayuno a medio acabar. 

Mike consigue captar la atención de Maria al nombrar a Disgaya y el mensajero. Le da las gracias por la información, da un último gran sorbe al café, deja el periódico sobre la mesa y se levanta de la butaca dirección a su cuarto.

De camino a este, Maria no puede evitar ver las obras de arte que luce de las paredes del hotel ahora que está más despierta. Con una rápida mirada, intenta memorizar quadro y autor (si es que se puede deducir de la firma). Las paredes que acompañan a los cuadros, tampoco se quedan cortas. A diferencia de los fríos y húmedos pasillos a los que suele estar acostumbrada Maria, estos revosan de vida y de colores vivos.

Al llegar al final del pasillo, una escalera asciende en caracol hasta el primer piso. La chica se apresura en subir los escalones como buenamente puede, ayudándose y apoyándose en la barandilla para facilitar su ascenso. Los colores de este piso son un poco más azulados que los del piso anterior y contrastan totalmente con los de la planta baja. 

Maria da un último sprint y se coloca delante de la puerta de su habitación. Nirameth sigue durmiendo, así que decide abrir la puerta con suavidad para evitar despertar a la chica.

Maria entra sigilosamente en la sala pero Nirameth ya tenía los ojos entreabiertos y los termina de abrir cuando la ve entrar. Se despereza un poco de rodillas en la cama y después va a gatas hasta los pies para sentarse en el borde. 

- Buenos días Maria - Dice en un tono jovial, Nirameth era la única que la llamaba por su nombre de pila. Ella también era khillisiana y era muy cercana a Maria, pero a diferencia de esta su cara seguía siendo blanca como la nieve y su tatuaje familiar brillaba con tonos vivos a la luz matutina. - Parece haber mucho revuelo fuera, ¿Que ha ocurrido? - Dice mientras se quita las legañas con el puño, su tono demuestra que aún esta adormilada. 

Maria se percata de que Nirameth está despierta pero pasa de ella y sigue caminando dirección hasta su cama. Le devuelve el saludo con un ''Buenos días'' algo soso y rancio mientras corre las cortinas. La chica empieza a quitarse el camisón y lo deja encima de la cama. Al quitárselo, se puede ver perfectamente un cuerpo totalmente blanco, del color de la ceniza.

Sobre una silla está su ropa, muy bien doblada. Alarga el brazo y empieza a ponerse el sujetador...

-Los chicos ya se han puesto a trabajar de buena mañana... Ha llegado un mensajero. - Dice mientras se pone unos leggins negros a través de sus sedosas piernas. Alza las manos y se pone un jersey de cuello alto.

Una vez María ha tapado sus partes blancas del cuerpo con su ropa, se encara hacia Nirameth y sigue poniéndose su atuenda de maga, así como los accesorios que normalmente usa. 

-Será mejor que te levantes y no pierdas el tiempo. - Acaba de abrocharse el cinturón.

Dicho eso, Maria se dirige a la puerta con la intención de abandonar la habitación e ir a ver a Disgaya.

Maria baja las escaleras y sale el portal del hotel. En un sillón esta Erika, la sastre, revisando unos nuevos diseños en los que esta trabajando con una taza de chocolate caliente al lado. Desde que se lo podía permitir Erika se había aficionado a ese líquido y era raro no verlo junto a ella a todas horas. Saludo a Maria al pasar, pero ella estaba demasiado concentrada en salir al exterior para ir a ver que habían traído. 

Fuera el sol brillaba con intensidad, pero una brisa agradable recorría la suave hierba que rodeaba el lugar. Siguiendo un camino de tierra se llegaba hasta un terreno plano cerca del hotel que se solía usar en aquel pueblo para los actos importantes. Allí estaba el resto de su troupe y algunos aldeanos curiosos que observaban como practicaban. Mostraban especial interés en Adel, Artemisa y Rinoa, las bailarinas, cualquiera diría que eran trillizas por su sincronía y su forma de vestir igual, pero si te fijabas bien las diferencias eran evidentes. Adel era la más bajita, Artemisa lucía unas extremidades largas y elegantes y Rinoa tenía una complexión fuerte pero un cuerpo mediano. Todas tenían el pelo largo recogido en una coleta de caballo que les llegaba hasta la cintura, cosa que hacia más vistoso sus movimientos. Al otro lado del solar estaban a la sombra de unos arboles los actores, Black, Blanca, Juliett y Roberto y justo en el centro de su coro estaba Disgaya. Parecían discutir algo muy ilusionados.

Cuando Maria se acercó hasta ellos Disgaya pudo escabullirse entre los actores para llegar hasta ella. Disgaya era la más nueva de los miembros del grupo de Maria, y se hacia notar por la timidez con la que la miraba. Aún así, sus conocimientos científicos la habían ayudado en darle vida al espectáculo con generadores de luces y humos. Lo que pocos sabían a parte, es que Disgaya había ayudado a Maria con un pequeño proyecto anteriormente. El objetivo era modificar un bastón que Maria solía llevar a todas partes por tal de que produciera descargas eléctricas en caso de que sufriera cualquier ataque. Toda precaución era poca en tiempos de guerra. 

Como siempre Disgaya se acerca algo torpe a Maria. Cuando llega esta exhausta, su complexión física es penosa. Se ajusta las gafas de culo de botella que siempre lleva encima y estira un sobre abierto hasta Maria. 

- L-lo han traído esta mañana. - Dice con una sonrisa entre resoplidos. - Creo... creo que te va a gustar. 

Maria coge el sobre y mira el interior. Dentro hay una tarjeta de color rojo y bordes dorados. La letra de la tarjeta es también dorada y por la otra cara se puede ver en letra pulcra y elegante escrito "Lagrima de Musa" junto con el dibujo de una bella mujer. En la targeta pone lo siguiente:

"Esta usted invitado a la celebración del centésimo aniversario del teatro "Lagrima de Musa". - y en letra más pequeña. -Esta tarjeta le da acceso al transporte que la llevara a Cele situado en la localización especificada en el contenido de la carta, puede traer a tantos invitados como desee."

Después había un sello que Maria no reconocía. Dentro del sobre había también otra carta, en ella estaba escrito la razones por las cuales se había considerado oportuno invitar a su compañía a esta celebración y la localización donde irían a recogerla de aquí a una semana tal como decía la tarjeta. 

Cierto era que Cele era un lugar peligroso, pero también era la potencia ganadora en aquella guerra, quien sabe cuanto tiempo iban a poder estar actuando de forma tan tranquila en Coenn. Ganar fama en Cele sería un empujón suficiente para conseguir trabajos mucho más cualificados que ese. Disgaya se quedo expectante de la reacción de Maria. 

María cogió la carta con suma delicadeza. Estaba muy nerviosa sin motivo aparente alguno. Aún así, ella permanecía estática en el lugar, sin moverse ni un ápice. El trozo de papel no se movía siquiera, estaba rígido como una plancha de acero.

Empezó a leer y no podía evitar sorprenderse de lo que ponía en aquella escriba. A pesar de eso, por dentro estaba radiante de emoción, su cara de póker no transmitía sensación alguna. Por lo general... Maria siempre transmitía una cara de oquedad... como si le faltase algo... En raras ocasiones mostraba caras propias del enfado o de la felicidad. Aún así, era más o menos fácil intuir si la jefa estaba más o menos contenta o no.

Al acabar de leer el contenido de la tarjeta, Maria ¿sonrió? ¿Podía ser eso una sonrisa?

-Chicos, tenemos tarea. Nos vamos de vacaciones.

Al decir eso, todos los miembros del grupo se quedaron un poco extrañados ante la evidente contradicción que había dicho su jefa.

Maria dejó la tarjeta en el suelo, como si no le importará. Todo lo que necesitaba estaba en su cabeza. En ese momento, se puso de espaldas al árbol donde reposaban sus compañeros y empezó a dirigirse hacia su habitación para coger lo necesario para empezar a practicar sus habilidad y no perder facultades. Todo el mundo la vió de espaldas marcharse con el pelo ondeando ligeramente al viento, pero en su cara, estaba esbozada una sonrisa.

Disgaya cogió la tarjeta del suelo y se la guardó.

Cuando llega a su cuarto ve que Nirameth esta sentada en el marco de la ventana. Tiene los ojos cerrados por lo que parece evidente que esta en su estado de paz mental. A Nirameth le gustaba concentrarse con el viento en el cara, la imagen de su pelo azul ondeando al son del viento con el cielo azul de fondo resultaba confusa e hipnótica. Seguía vestida con su sencillo camisón. Cuando Maria entró comenzó a abrir los ojos, como si saliera de un sueño. 

- Los chicos están comentando el contenido del mensaje. - La voz no parecía la misma que la de la niña inocente que se había levantado hace un momento de la cama. - No deberíamos ir a Cele. 

De pronto agacho su cabeza como si se fuera a dormir pero volvió a levantarla con los ojos bien abiertos. Maria ya conocía ese estado en el comportamiento de Nirameth, se ponía así cuando entraba en un estado mental alterado. Era una tecnica que dejaba su mente en blanco por tal de evitar que se pusiera fuera de control. Había entrenado tanto aquella técnica que a veces la hacia de forma inconsciente, sin saber si quiera que la había alterado. Por ello, parecía algo desorientada cuando se vio sentada en el marco de la ventana con Maria delante mirándola fijamente:

- ¿Que ocurre? - Dijo algo ruborizada. Entonces se miro el cuerpo. - ¡Ah, si! Ahora me cambio, me he distraído mirando como entrenaban. - De nuevo era la Nirameth de siempre, con su inocente sonrisa. 

Al ver a la chica en ese estado, Maria ya sabía de que iba la cosa. Valoraba ese empeño que Nirameth ponía para poder controlar sus poderes mentales, era algo que se tomaba muy en serio. 

-La verdad es que el viejo Kaz consiguió calar algo la cabeza hueca de su hija- (Piensa Maria con cariño :3)

Sin embargo, aquella broma algo cruel que le parecía graciosa a María, en breves quedó en el olvido dado que Nirameth pronunció aquella palabra... mencionó aquella ciudad... mencionó a Cele!

¿Cómo podía esa chica saber a cerca del contenido de la carta? ¿A caso lo había oído des allí arriba? ¿No, eso era imposible?

Una vez Nirameth recuperó su ''personalidad'' normal... Maria dijo...

-¿Estás bien? ¿C-cómo es que sabes que vamos a Cele? -dijo bastante seria apenas sin vacilar.

Maria esperaba una respuesta que le fuese razonable. Sabía que era probable que ''esa'' Nirameth no supiese nada, pero no perdía nada por intentarlo...

- ¿Cele? ¿Vamos a Cele? - Dice Nirameth entre confusa y sorprendida. - No sabía que fuéramos a ir a Cele... Pensaba que era un lugar peligroso, ¿Por que vamos a ir? 

En su mirada parece evidente que no esta mintiéndo a Maria. Mientras espera su respuesta comienza a vestirse con su típico traje. Es un traje bastante excéntrico para aquel lugar, pero al ir con un teatro no llamaba tanto la atención. 

Maria, al ver que su amiga no mentía, supuso que aquella anomalía era obra de ''aquella'' Nirameth.

Ya más calmada psíquicamente, Maria se dirige hacia Nirameth y le dice:

-Sí, nos vamos a Celes. En una semana. Espero que todo salga bien, podemos ganar mucho dinero.

Al decir eso, Maria cogió un par de utensilios que le hacían falta para hacer magia y abandonó la habitación.

-Venga, no holgazanees más y date prisa- Le dijo a Nirameth entre suspiros mientras esta acababa de vestirse.

Nirameth se echó el pelo azul hacia atrás y se ajusto sus gafas de aviador a modo de diadema. Una vez hecho esto salio en pos de Maria para seguirla allá donde fuera. Maria no solía entrenar con el resto de su equipo, había ciertas partes de su entrenamiento que solo Nirameth tenía permiso para mirar dado que los Ojos de Khillisia siempre podían estar observando, o al menos eso es lo que le dijo Kaz. Por suerte, Maria nunca se los había encontrado pero siempre tomaba precauciones. Bajó hasta un pequeño patio interior del hotel, lejos de la miradas indiscretas y comenzó a practicar mientras Nirameth la miraba emocionada.  

Maria acaba llegando al patio interior. Al llegar, busca un árbol y de su cinturón, despliega un cable extensible. Lo ata fuertemente pero de tal manera que el cable no haga mucha tensión (por lo que pueda pasar).

Desde el otro costado de su cinturón, saca otro cable y le dice a Nirameth que lo ate donde pueda. Esta lo acaba atando a una cañería de apariencia robusta y firme. Este cable tampoco hace mucha tensión, de hecho, Nirameth lo ha atado muy de la punta y parte del cable yace en el suelo tal que:

https://dl.dropboxusercontent.com/u/40448009/patio...

Como Maria no está practicando un truco de verdad, le da un poco igual el cómo han quedado los cables, así que una vez ha preparado sus herramientas, procede a concentrarse para intentar elevarse un par de metros respecto al suelo y aparentar que le están sosteniendo los dos cables.

Maria se concentra fuertemente en intentar elevarse pero su estado mental actual no soporta la mente en blanco y solo un par de piedras a su alrededor consiguen elevarse del suelo. Desiste al comprobar que le comienza a doler un poco la cabeza. 

Nirameth mira algo decepcionada a Maria. 

- Relájate Maria, recuerda que es muy importante focalizar tu pensamientos en un solo objetivo. - Maria solía darle ese tipo de lecciones, eran casi siempre una repetición de las palabras de Kaz, cosa que a veces podía resultar estresante. 

Viendo que su esfuerzo no está dando resultado alguno, Maria vuelve a intentarlo.

Le da algo de tirria que Nirameth le de algún tipo de consejo, pero bueno... lo acepta. A fin de cuentas, ella es la hija de Kaz... Nadie mejor que él le podría aconsejar en estos asuntos.

Esta vez, Maria intenta focalizar su mente en su estómago, un punto intermedio de su cuerpo para hacerlo levitar.

Hoy no era el día de Maria. En su segundo intento parecía que comenzaba a elevar su cuerpo pero de pronto un fuerte dolor de estomago la hizo parar. Después de fracasar por segunda vez decide sentarse junto a Nirameth para descansar un poco. Nirameth la mira con aquella cara de decepción inocente que tanto odiaba Maria.

- No te preocupes Maria, seguramente sea la emoción del mensaje que no te deja concentrarte. - Entonces sonríe, es una sonrisa que pretende apaciguar la depresión de Maria, pero como es evidente, dificilmente lo consigue. Ante el poco efecto de sus intenciones Nirameth decide jugar con un palo haciendo figuras en la tierra. Al cabo de un rato vuelve a hablar. - ¿Como llegaremos hasta Cele? 

En la carta ponía que un transporte les esperaría en un pueblo llamado Harmen, situado cerca de la costa del sud de Coenn. Para llegar allí harían falta por los menos cinco días de viaje. 

Maria estaba totalmente azorada. ¿Por qué no podía concentrarse? ¿Por qué no podía elevarse a sí misma como ya había hecho otras innumerables veces...? ¿Tanta impresión le había causado aquella invitación?

Todavía estaba medio despistada y confusa cuando vio que Nirameth le estaba cuchicheando algo.

-Ahhhh, sí... pues verás, nos vendrán a recoger en Harmen... Está a 5 días de aquí y nos recogerán allí mismo dentro de una semana. Deberíamos salir hoy mismo sin más demora. Vamos, rápido, diles a todos que nos vamos! Después de comer, nos vamos!

Nirameth parecía un poco... disgustada ante aquel cambio de estancia tan repentino, pero bueno, rápidamente recuperó la sonrisa, al fin y al cabo iban a actuar en Cele!

Cuando Nirameth se perdió entre las sombras del patio y se metió en el edificio en busca del resto de compañeros... la joven maga, se quitó el sombrero, le dió un par de golpes hasta el punto de achafarlo bastante. Una vez hecho esto, María desharrugó su chistera, se la puso en la cabeza y se la volvió a quitar. Sin embargo, esta vez sacó una paloma blanca del sombrero. Volvió a ponerse el sombrero y esta vez, en verz de sacar una paloma, había nada más y nada menos que dos palomas!

A ella le parecía que el truco le había salido bastante bien, que había ocultado el engaño bastante bien. Al acabar el truco de magia, Maria se inclina mientras sostiene su chistera en la mano a la vez que las palomas se posan en su cabeza. (También se inclinan.)