Partida Rol por web

¿Qué están haciendo aqui? Pregunta Esther, con cara de pocos amigos, hacia Ernesto. 

Va de uniforme.

Ernesto pregunta lo mismo, y comienzan las presentaciones tensas entre ambos. Tal vez Xavier tenga un momento para enchufar y encender el ordenador, pero deberá ser rápido.*

Paso de largo del local y giro la esquina. Entro en un bar, pido una birra y escribo

Imposible acercarse a la casa aun. he visto un par de tios con aspecto de europa del este controlando a los civiles que se acercaban a la zona. No sé si son secretas, soplones o de algunos de los grupos a los que hemos visitado recientemente. Me atrevo a aventurar que son amigos de los Vladimires y Alexeis. 

Xavier intenta por todos los medios enchufar el ordenador pero no es lo suficientemente rápido.

Sara comenta que las cosas parecen ir bastante bien. Delicadas, pero funcionando. Manuel Alberni comenta algo parecido, y supone que se podrá ir alargando el trámite lo suficiente, si se consigue mejorar el rendimiento de la empresa mientras se estiran los plazos y los juicios, quizá se pueda pactar con el banco.

La breve conversación entre Esther y Ernesto deja a Xavier con poco tiempo. Consigue conectar la corriente, pero maldice el momento en el que hay tantos cables, y no llega a conectar el ADSL.

Grau saca su placa de Asuntos Internos, y manda a Ernesto hacia abajo de nuevo, luego se dirige directamente a Xavier.

Y usted... ¿Cuál es su excusa? Entonces al reconocerle, ladea la cabeza y suaviza un poco su gesto*. ¿No estaba usted en los temas del puerto?

Esther frunce el ceño. Sin embargo, parece más un gesto adquirido a base del trabajo, como si, tras una explicación, el procedimiento fuera hacer eso.

Ya... No parece demasiado convencida, aunque piensa un poco. Podrían hackear el ordenador si lo enciende. Busque otra cosa si quiere, pero... le aseguro que intentaré

Esther frunce el ceño. Sin embargo, parece más un gesto adquirido a base del trabajo, como si, tras una explicación, el procedimiento fuera hacer eso.

Ya... No parece demasiado convencida, aunque piensa un poco. Podrían hackear el ordenador si lo enciende... Pero me aseguraré de que alguien de Asuntos Internos le ponga las manos a ese ordenador... Por si acaso. Además tengo órdenes estrictas de no dejar pasar a nadie al piso, de manera que por favor...

Hizo un gesto de que se marchase, algo más amable... pero que se marchase.

Voy al armario y cojo rápidamente ropa cómoda. Unos vaqueros y una elegante camiseta bastante atrevida, que rápidamente cubro con la chaqueta de la moto, esperando que no me haga falta la protección que puede proporcionar. No parece muy buena idea llevar encima las HK que he utilizado en los tiroteos anteriores, así que sólo guardo la pequeña Ruger en la chaqueta.

Escribo rápidamente en el T-text:

Iré yo al restaurante. Si consigo entrar por una puerta trasera antes de que abran, buscaré la agenda de Lázaro. Francisco, tú y yo somos clientes eventuales de Lázaro, así que si quieres nos juntamos allí.

Si Paco no quiere venir, ya me plantearé llamar a alguien para quedar allí, pero tal y como están las cosas, no es probable que tenga tiempo para acudir a esa cita.

Cojo el casco y bajo a por la moto, que me dará más movilidad que cualquier coche si hay algo de tráfico en la ciudad. Además, no me parece buena idea depender de taxis o transporte público en estas circunstancias. Rápidamente, la pongo en marcha y me dirijo hacia el restaurante de Lázaro.

Cuando esté en las proximidades, pasaré de largo con la moto para comprobar la vigilancia que pueda tener, y aparcaré a un par de manzanas de distancia.

Cuando Katia llega al restaurante, ve tres coches de la policía nacional en la puerta, y unos cuantos uniformados pululando por las cercanías. Probablemente esperen a un cerrajero o similar, para poder entrar.

El Manglar. Leo el cartel con el nombre del restaurante de Lázaro con cierta nostalgia, sabiendo que no volveré a cenar allí. Conocí el local gracias a Francisco y este fue el lugar donde Talión se reunió por primera vez. ¡Cómo han cambiado las cosas desde entonces! Xavier ha demostrado no ser el patán que parecía en aquella primera reunión y, en cambio, Lázaro ha perdido toda posibilidad de recuperar su vida a causa de su afición a los explosivos.

Por un instante me planteo qué haría yo si me descubrieran. De todas formas, ya estoy viviendo una vida falsa como Katia y hace tiempo que el nombre Elena López no significa demasiado para mí... salvo por mi madre. Probablemente ella sea el último vínculo que me ata a mi pasado, y lleva años conectada a una máquina, inconsciente más de la mitad del tiempo. Me limpio una lágrima del ojo al pensar en el accidente que acabó con la vida de mi hermana y dejó así a mi madre. Por muchos recuerdos que despierte en mí este lugar, no es momento para aferrarse a ellos.

Pero el viaje al pasado me sirve para enfocar mi memoria. Conozco bien el restaurante y el edificio en el que está, así que si hay algún acceso que no sea la puerta principal o la entrada trasera a las cocinas tal vez Lázaro nos haya hablado de él. "Tal vez sea buena idea poner en común las llaves de nuestras viviendas privadas", pienso en un momento, a pesar de que ninguno de mis compañeros sabe dónde vivo. "Salvo que Tecno haya estado pirateando los GPS de nuestros móviles".

Dejo la moto y, con el casco en la mano, me acerco al restaurante por la puerta trasera, esperando ver si la policía ha tenido la precaución de montar guardia allí.

Francisco asintió a las palabras de Sara y Manuel, correspondiéndoles con una agradable sonrisa.

   - Me alegra ver que todo va viento en popa.- Les dijo con tono desenfadado.- Y todo gracias a vuestro esfuerzo. Si seguís así no me va a quedar otra opción que subiros el sueldo.- Prosiguió bromeando.

El móvil vibró con otro mensaje y al mirarlo leyó el mensaje de Katia.

   - Ups!!!, no me acordaba de que tenía una reunión importante.- Se disculpó con sus empleados.- Me tengo que ir, pero ya me mantendréis al tanto de cualquier novedad.-

Dicho aquello se despidió y comenzó a caminar hacia la salida. Ya había hecho un poco el paripé por el trabajo, ahora era el momento de ponerse manos a la obra.

Mientras llegaba al parking y entraba en el coche escribió un mensaje a su compañera.

Allí nos vemos Katia. Supongo que ya vas con ese pensamiento pero quedemos a unas tres o cuatro manzanas del lugar para vigilar que no halla moros en la costa.

Cuando Francisco llega al restaurante, ve tres coches de la policía nacional en la puerta, y unos cuantos uniformados pululando por las cercanías. Probablemente esperen a un cerrajero o similar, para poder entrar.

La moto de Katia está aparcada cerca.

Katia va a la parte trasera del restaurante, evitando a los policías de la entrada. Viniendo de la parte trasera hacia la delantera, como si acabase de estar en la puerta de servicio, se acerca aquél metalero-policía con el que tuvo una breve charla en el puerto, la noche que espiaron las tres toneladas y media de cocaína. Va uniformado, con la coleta recogida y tan solo una perilla corta, pero indudablemente es él.

Aún no la reconoce, pero si se sigue acercando a la zona... es bastante probable que lo haga. A veces, ser un bombón tiene sus inconvenientes.

Francisco aparca a un lado, bien lejos de la policía para no llamar la atención y mira alrededor en busca de Katia.

Sacando el móvil le envía un escueto mensaje de texto.

Katia, ya estoy en el lugar. Veo tu moto pero no a ti.

Paso de largo y doy la vuelta en dirección a mi moto. De camino, leo el T-text de Francisco y le contesto rápidamente.

Pensé que tardarías más y me adelanté para echar un vistazo. Voy para allá

En seguida llego al sitio donde había aparcado y me acerco a mi compañero. Echo un vistazo alrededor para comprobar que el lugar es suficientemente discreto para hablar.

- Hay tres coches patrulla en la puerta delantera y algunos policías paseando alrededor - resumo. - Iba a echar un vistazo a la entrada de la cocina - le digo sabiendo que él conoce el Manglar tan bien o mejor que yo misma - pero vi de lejos a un viejo conocido: el policía heavy del puerto, perfectamente uniformado. Creo que el nombre en clave era Dragón, y seguro que me reconoce si me acerco por allí.

Me apoyo un momento en la moto, pensativa.

- Podría aprovechar para distraerle, pero eso me localizaría en dos escenas relacionadas con los ases... - le digo a Francisco. - Dado que estoy trabajando de vez en cuando en el puerto para vigilar a Papá Oso, no le costaría demasiado dar conmigo - añado. Por supuesto, todo sería circunstancial; una puta que trabaja en el puerto y que ahora está paseando por el centro de la ciudad, pero dudo mucho que el policía crea en las coincidencias lo suficiente como para no investigar nada.

Mientras espero a que Francisco dé su opinión, miro el casco de la moto que aún llevo en la mano. Ponérmelo evitaría que me reconociesen, pero no es lo más habitual que alguien lleve un casco de moto puesto, salvo que sea un repartidor trabajando, y acercarme así a un lugar vigilado por la policía llamaría aún más la atención que mi aspecto habitual.

Francisco escuchó a Katia y terminó por negar con la cabeza.

   - No podemos dejar que nos vean bajo ninguna circunstancia.- Respondió a su compañera.- Ninguno de los dos tenemos una razón de peso para estar dando vueltas alrededor del restaurante. Podríamos levantar suspicacias y poner a Lázaro en una situación aun mas comprometida, o peor aun, hacer que nos investigaran.- Mesándose la barba, adquirió una pose pensativa.

Si iban a entrar, primero tendrían que causar una distracción que alejase a ese policía de la puerta sin que sospechase de que dicha distracción era intencionada. O mejor aún, encontrar una vía de acceso alternativa que estuviera fuera de la vista de esos policías. Intentó pensar en el interior del restaurante, y sus posibles accesos, a ver si podían acceder por algún lugar que no se les hubiese ocurrido a los policías.

Chicos, ¿cómo van las cosas por ahí? Iría para allí, pero me temo que ahora mismo es mejor si me mantengo alejado de la policía… y puede que hasta de la calle, que las cosas se me han ido un poco de las manos esta mañana, aunque si puedo echaros una mano desde aquí, contad conmigo.