Partida Rol por web

Lázaro (que está a punto de susurrar algo pero se calla por precaución en el último momento) sale del laboratorio y se coloca detrás de Katia, a la espera de ver hacia donde se dirigen tanto ella como Marc.

De las tres opciones (salón y dos habitaciones), Lázaro optará por la que no cojan sus compañeros. Si es el salón ejecuta directamente al tipo soñoliento, si es alguna de las habitaciones esperará a que alguien ejecute al del salón y entonces abrirá la puerta lo más discretamente que pueda y procederá a ejecutar rutinaria y maquinalmente a quienes se encuentren dentro.  

El olor a acetona llena ahora todo, me recuerda a alguna vez que lo he usado para limpiar rodamientos de moto, no es lo más ortodoxo pero funciona a las mil maravillas.

Se acerca Lázaro, así que como ya dije yo iré al dormitorio de la derecha. Me llevo el dedo índice a los labios, me señalo a mi y señalo la habitación de la derecha, después apunto a Katia y señalo la de la izquierda, a continuación miro a Lázaro y le indico la puerta del comedor. —A la de tres —digo con un hilo de voz.

Miro que los tres estemos en las puertas, y con la mano enguantada levanto un dedo, luego dos, y luego tres para que abramos todas las puertas de vez y aquello acabe en una ensalada de tiros, espero que no haya niños.

Xavier mantiene al recién despertado en la mira mientras éste comienza a desperezarse.

-Atención, verdaderos creyentes; el bello durmiente del comedor acaba de despertarse. Los del segundo piso tenéis menos de un minuto antes de que tenga que validarle el ticket.

Tragó saliva. Espero no tener que disparar o esto se va a poner muy peligroso muy rápido. Y luego espiró profundamente antes de tomar aire y contener el aliento a fin de no desestabilizar el rifle de precisión.

Lázaro espera a que haya hueco para poder entrar al salón y, en cuanto le sea posible, entra y sin mediar palabra liquida al tipo adormilado de la manera más limpia que pueda (tiro en la cabeza con silenciador).

En cuanto esté hecho, se acerca a dar apoyo a sus compañeros, entrando en la habitación de la que salga más ruido.

Separarse no parece la mejor idea, pero desde luego es preferible a empezar a discutir aquí en medio, así que asiento sin más a Marc y, tras enfundar una pistola, agarro el picaporte de la puerta. Con cuidado, empiezo a apretarlo lentamente para abrir la puerta sin hacer ruido en cuanto Marc levante el tercer dedo. "Curioso," pienso mientras espero, "yo los habría ido recogiendo..."

Abro la puerta desde un lateral con todo el cuidado del que soy capaz para no hacer ruido, y echo un vistazo al interior mientras vuelvo a sacar mi arma, dispuesta a ejecutar a los terroristas que estén en la habitación antes de que se levanten.

Al parecer, a diferencia del piso de arriba, el piso de abajo era más normal, seguramente era ahí donde aquellos mal nacidos hacían vida… aunque el tufillo a químicos también se empezaba a notar. Cocina, baño y comedor estaban despejados… pero faltaban las habitaciones.

Encargaos de él en silencio- les indiqué al otro grupo tras escuchar el aviso de Xavier -Y acordaos de dejar alguno vivo- les recordé, tras lo cual me volví hacia Tecno y Francisco. De una de las habitaciones se podían escuchar los ronquidos de al menos dos personas, pero de la otra nada, por lo que señalé a Tecno y a mí mismo y luego a la habitación de la que no se escuchaba nada. Luego, señalé a Francisco y a la otra puerta con el gesto de vigilar. El significado era claro.

Tecno y yo nos encargaríamos de la primera habitación, mientras Francisco vigilaba la segunda, puesto que si se despertaban en esa, los ronquidos interrumpiéndose le avisarían con tiempo. Cuando los tres estuvimos listos, me puse a abrir con cuidado la puerta...

Los dos equipos comienzan a distribuirse.

En la segunda planta, Lázaro abre la puerta del salón. El moro estaba de pie, y mira sin estar alertado hacia la puerta, pensando quizá que sería alguno de los otros habitantes el que iba a entrar. El ruido sordo de tres disparos hacia su entrecejo acaba con su vida, y cae desplomado encima del sofá y rueda contra el suelo, haciendo que ruede una lata de refresco.

Katia abre otra puerta, donde tres personas están durmiendo, y al oír algo de ruido se están incorporando en las camas. Se trata de dos mujeres y un hombre, aparte de una cama vacía, y un armario grande. No pueden ver claramente a Katia, pero la escasa luz de la luna que entra por el patio de luces les hace sospechar con fuerza de que no se trata del hombre que dormía en el sofá. No tardarán en empezar a gritar y en saltar de la cama.

Marc abre la puerta de la izquierda, y el olor a químicos es fortísimo. Allí tienen, además de seis bombonas de butano conectadas de alguna manera, varios tapers sobre una mesa, con lo que parecen unos polvos blancos. Están abiertos, posiblemente para que el TATP no se sobrecaliente. Hay simbología islámica por las paredes, y algo de material electrónico, como un ordenador, unos cuantos teléfonos móviles y otro material de electricista. Lo más sorprendente es lo que puede ver al mismo tiempo que Francisco lo hace en el piso de abajo...

Han roto el techo y colocado una escalera de mano de un piso a otro. Posiblemente porque en el segundo piso es imposible cocinar (comida), y un ir y venir de mujeres con comida de un piso a otro hubiera resultado aún más sospechoso. Francisco llega a otro taller, en este caso están tratando de hacer explosivo plástico casero, y tienen listos dos chalecos bomba, más uno sobre una mesa de trabajo. Colgadas en las paredes hay dos viejas AK y cuatro pistolas de pequeño calibre, además de un mapa de Barcelona con numerosas marcas, símbolos, y escritos en árabe.

Ángel intenta abrir la puerta sin hacer ruido, pero cuando coge el pomo y entreabre la puerta, acerca la cara a la rendija para observar, y golpea el marco de la puerta con las gafas de visión nocturna. De perdidos al río, termina de abrir la puerta, y ésta chirría con fuerza. Al entrar, tanto él como Tecnovirus pueden otras dos camas de matrimonio con sendas parejas, ya despiertas y levantándose de la cama. No han podido ver claramente a Ángel y tecnovirus todavía, pero el hombre (E) que está más cerca, está echando mano debajo de su almohada.

Las balas de Lázaro reducen la cabeza del bello durmiente a una masa informe de pulpa, dejando salpicaduras de sangre, astillas de hueso y sesos por toda la pared. Inmediatamente y sin parar ni un segundo a comprobar el estado de su víctima, se da la vuelta y, dejando tras de si el cadáver (probablemente en muerte cerebral pero aún palpitante), se dirige hacia la habitación de la derecha (la de Katia), musitando por la radio un escueto:

- Salón superior limpio.

Al entrar, observará si hay algún enemigo armado, en cuyo caso le disparará a matar. Si no hubiese enemigos armados se lanzará a por uno cualquiera (preferiblemente el C) con la intención de dejarlo inconsciente con alguna técnica de Krav Maga y dejar listo el asunto de que quede uno vivo para poder interrogarlo.

Francisco había abierto la puerta de lo que parecía ser el taller para hacer bombas y arsenal de los terroristas, al que aquellos locos habían practicado un agujero en el techo para comunicar los dos pisos. La verdad es que era una idea bastante extrema pero inteligente y que permitía a los dos grupos mantener permanentemente el contacto sin llamar la atención más de lo debido. Además, no es como si después de los atentados se fueran a quedar para pagar los desperfectos al casero…

El ruido producido por Ángel a sus espaldas llamó llamó su atención, haciendo que se girase a tiempo de ver la situación de la otra habitación y una visual perfecta de dos de los terroristas levantándose de la cama.

   - Agachaos.- Gruñó en voz baja a Tecno y Ángel al tiempo que él se ponía de pie y aprovechando su 1,95 de altura apuntaba por encima de sus compañeros a la cabeza del hombre que estaba despertando y disparaba una ráfaga corta.

Xavier observó con alivio que Lázaro acababa con el terrorista en potencia del salón. Hasta ahora todo iba según el plan para variar.

-Buen disparo Lima. Ya no tengo visual del interior, así que ahora estáis solos.

Aunque no le encantaba la idea de quedarse tan alejado de la acción, lo daría por bien empleado si todo salía bien. Se mantuvo alerta pero por ahora la calle permanecía tranquila.

Oigo el escaso ruido que producen los disparos de Lázaro y el inconfundible sonido de un cuerpo al caer... y una lata rodar, —¡Joder! —exclamé mentalmente. Abri la puerta preparado para disparar pero... aquello estaba lleno de explosivos, además de información, teníamos que pasar a por ello pero aquí no había ningún enemigo. Me asomé apuntando con el arma por el hueco que habían hecho estos salvajes y pude ver la calva de Francisco. Vi que se giraba rápidamente lo cual me puso en guardia, estuve tentado de bajar por la escalera pero eso no estaba en el plan. —Mi habitación está llena de explosivos e información —comuniqué a mis compañeros para que pudiéramos controlar el número de objetivos.

Volví mis pasos hacia atrás pero Katia y Lázaro ya estaban en la puerta así que parecían no necesitarme. Como el piso estaba vacío volví a la habitación de los explosivos para coger algo de material electrónico que pudiera ser interesante, los teléfonos móviles y el material de electricista si es que era mejor que el nuestro, lo cual dudaba.

Mierda- pensé cuando golpeé la puerta con el visor de las gafas, por lo que, en lugar de abrir poco a poco, abrí del todo la puerta, esperando que los ocupantes no se hubiesen despertado por el ruido… no tuve esa suerte.

En la habitación había 4 personas, 2 parejas durmiendo cada una en una de las camas y que empezaban a levantarse tras despertarse por mi culpa. Instintivamente me agaché al sonido de las palabras de francisco para permitirle encargarle del tipo que estaba al frente, girandome para encarar al que debía estar intentando coger una pistola bajo la almohada.

Necesitamos alguno vivo... pero sin riesgos- pensé mientras dirigía la boca del subfusil hacia la cabeza de aquel tipo, soltando sobre él una ráfaga corta para impedir que pudiese terminar de hacer lo que pretendía.

¡Al suelo!- les ordené a las dos mujeres que aún seguían con vida, esperando que obedeciesen para poder interrogar al menos a una de ellas.

Al abrir la puerta, hay tres personas levantándose de la cama. Sin dudarlo un momento levanto una de las pistolas y apunto a la cabeza del hombre para acabar con él antes de que se despeje. A penas un segundo después, apunto con la segunda pistola y repito el disparo, asegurándome de que el objetivo esté muerto.

Sí, de esa no sale... pienso al ver cómo el calibre .50 de la Desert Eagle revienta la cabeza del terrorista y hace un agujero en la pared de detrás incluso antes de que se cubra todo de sangre. Rápidamente, me echo a un lado para dejar paso a Lázaro y apunto a la mujer que aún está levantándose al lado de lo que queda de su pareja.

Marc empieza a recoger material útil. Aunque no hay nada de mejor calidad que lo que disponen los Ases, sí hay una tablet que deben usar para buscar información, y varios teléfonos móviles de los antiguos, algunos de ellos incluso sin desprecintar, seguramente para activar bombas a distancia, más que para llamarse los unos a los otros.

Los dos disparos de Katia revientan la cabeza del hombre, que desperdiga sangre y sesos por la cama y por encima de la mujer que dormía con él. La que ha quedado salpicada de sesos se queda mirándose las manos y al cadáver. Aunque no debe ser capaz de apreciar el alcance del destrozo craneal, el líquido caliente en su ropa, cara y manos le ha dado suficiente idea como para quedarse paralizada por el terror. La otra mujer, sin embargo, se pone a gritar pidiendo ayuda en árabe, pero apenas puede levantar la voz un par de veces antes de que Lázaro aparezca y le haga un agarre y le tapa la boca mientras la mujer se revuelve y patalea inútilmente. 

Ángel y Francisco disparan contra los dos hombres, pues uno de ellos estaba cogiendo una pistola, con idéntico resultado de cráneo agujereado y sesos desperdigados por doquier, sobre sábanas, esposas y paredes. Tecnovirus se acerca a la cama donde estaban recogiendo una pistola, apuntando a la mujer a la cabeza, por si pretendía cogerla en lugar de su esposo y morir disparando al menos, pero en lugar de eso, se queda en blanco, sin terminar de incorporarse de la cama. 
La mujer del otro cadáver, sin embargo, sí se levanta gritando a agredir a Tecno, esperando Alá sabe qué, y en lugar de eso, en un movimiento poco acertado, el hacker dispara una ráfaga corta que en lugar de atravesarle la cabeza, le destroza la mandíbula, lo que hace que caiga al suelo aullando de dolor.

Lázaro se lanza en plancha contra la mujer justo cuando empezaba a dar voces, consiguiendo a duras penas sujetarla y taparle la boca.

Mientras la mujer se revuelve como un jabalí acorralado, Lázaro se para un momento a pensar la mejor manera de dejarla inconsciente, recordando lo aprendido en sus clases de Krav Maga, procediendo a aplicar lo aprendido sobre el cuerpo de la mujer.

Cojo algunos aparatos tecnológicos para que Tecno los revise, lo que había por ahí no tenía la menor utilidad para nosotros. —He recogido una tablet y varios teléfonos móviles —indico a mis compañeros por el comunicador.

Escucho los pequeños zumbidos de armas con silenciador disparándose y ruidos de cuerpos golpeándose contra el suelo, también abajo. Escucho gritos que son interrumpidos, parece que alguien está tapándole la boca.

Me acerco hacia mis compañeros y veo la situación, apunto yo también a la mujer (*) sin darme tiempo a disparar ya que lo hace Katia. La mujer que tiene agarrada Lázaro parece que está a punto de desmayarse. —Busquemos más info y larguémonos echando ostias —.

Fuese lo que fuese lo que aquel hombre tenía bajo la almohada, antes de que pudiese agarrarlo, las balas de mi MP5 impactaron en su cabeza, atravesándola y matándolo en el acto al tiempo que cubrían a la mujer a su lado de sangre, lo cual seguramente fue lo que terminó por superarla, pues se quedó completamente paralizada, en pleno shock a causa de lo que sucedía.

La otra, en cambio, no actuó igual, ya que intentó levantarse y abalanzarse sobre Tecno, aunque lo único que logró es que este le disparase y le destrozase la mandíbula, haciendo que cayese al suelo aullando a causa del dolo.

Calladla o despertará a toda la finca- les ordené a Francisco y a Tecno mientras me apresuraba a encargarme de la mujer en shock para amordazarla y reducirla antes de que se pusiese a gritar también. Al parecer, el agarrarla hizo que medio reaccionase, intentando revolverse para librarse de mí, pero tras un leve forcejeo logré reducirla con facilidad.

Viendo que la situación estaba controlada por sus compañeros, Francisco se giró de nuevo hacia la sala en la que había entrado y se aproximó a examinar el mapa y el resto de material.

Los gritos de la mujer a la que había disparado Tecno sin duda podían llamar la atención, y aunque las comunicaciones estaban bloqueadas y sería difícil que nadie pudiera llamar a la policía, no podían recrearse, así que era prioritario conseguir toda la información posible.

La mujer que estaba en la cama con el hombre al que acabo de disparar parece completamente en shock. Pongo el dedo sobre el gatillo, dispuesta a acabar con ella, pero antes de disparar me doy cuenta que, si alguien de los que quedan vivos en este piso puede tener más información, es precisamente ella y no la chica joven a la que está sujetando Lázaro.

- Noquéala, nos la llevamos - le digo a Marc mientras pasa a mi lado. Sin haber traído los tasers, yo no voy a tener muchas opciones de hacerlo.

Pese a todo, la mantengo controlada, apuntándole con la pistola mientras me acerco a la cama para ver si el marido tenía algún arma allí. - Ni te muevas - le digo con un susurro.