Partida Rol por web

Sacando un puro de su chaqueta, Ripper lo encendió y se quedó mirando el mechero.

- Joé, lo mejor pa' no dejar rastro es kemarlo todo, cago'en... - Empezó a decir hasta que se encontró con la mirada de Key. - Vale, tía, lo pillo. Es la casa de tu colega.

Tras observar como la chica intenta despertar a Vanik sin éxito, se acercó al fixer y le cargó a hombros con facilidad. - Tranqui, ya me lo llevo yo. Tú pilla una de esas traumavendas... O, mejor, unas cuantas - dijo mientras se dirigía hacia la puerta.
 

Salís a la calle y os precipitáis en abandonar el callejón del refugio de Vanik. Es de noche y el mal tiempo ayuda a que no haya mucha gente por la calle, pero empujando a un tipo a punta de pistola y cargando a otro a hombros, cualquiera que os vea no tardará en llamar a las fuerzas del orden. En estos momentos lamentáis no tener un conductor en el grupo, porque obviamente no vais a poder pedir un taxi para largaros de allí.

Las sirenas empiezan a escucharse a lo lejos, y os alejáis lo más rápido posible de la zona, moviéndoos por calles pequeñas para minimizar las posibilidades de encontraros con una patrulla de frente. Aún así, no vais a poder estar mucho tiempo en la calle si cruzaros con nadie...

—Conozco un lugar no muy lejos de aquí... a espaldas del First Nine. Algún vagabundo se refugia debajo de esas cuatro paredes. Creo que es un lugar seguro. Lo malo es el olor a basura del garito por la noche. He visto hacer negocios por esa zona así que quizá Finn conozca mejor el lugar, ¿qué dices Finn?

Download apresuraba el paso para salir lo antes posible de aquel lugar mientras comentaba con el grupo acerca de aquel lugar. Podía ser un buen sitio para poner en orden las cosas y atar cabos.

A mi, donde estemos lejos de la pasma me vale. -Dijo recolocándose el rehén a la espalda- Pero por si s'anda con hostias, prefiero ke sea un sitio donde haya un huevo de ruido, pa' ke no se oigan los gritos y eso.

Ripper colgó su escopeta y su motosierra, que no había tenido tiempo (ni ganas) de limpiar de sangre y trozos de sesos. 
Cada vez que echaba una calada del puro, le tiraba el humo a la cara al rehén.

Key arrambló con todo lo que pudo, guardándolo en un macuto que encontró por ahí tirado. Un botiquín improvisado que no sabía si estaría completo. Se lo puso a la espalda tras musitarle un “gracias” a Ripper y un último vistazo a Vanik. Esperaba que no se tomase muy a mal que le hubiera obligado a abandonar su barco, pero no dependía de ella. ¡La de veces que se lo había advertido…!

No podía discutirle la idea a Download, porque no se le ocurría nada mejor. En todo caso, después del ataque, andaba con ojos en la nuca: escudriñaba a las espaldas del grupo, y tenía los nervios a flor de piel. Se adelantó unos pasos para ponerse a la altura de Download:

─ Me adelantaré. Vigilaré que no nos siguen, y os abriré camino por si acaso nos esperan.

Le tendió la mochila con el botiquín para no cargar con más peso del necesario y retrocedió unos pasos hasta desaparecer de la vista del grupo, doblando una esquina e introduciéndose en un callejón. Se llevó la mano a la nuca tras cerciorarse de que nadie la seguía. Las punzadas del implante se convirtieron en frías agujas que chocaban con el hueso de la columna cuando empezó a hacer uso de él escalando el edificio más cercano, evitando las ventanas y permaneciendo oculta, amparada por la sombra de los edificios colindantes. Ya en el tejado, corrió semiagachada y sin hacer ruido, comprobando el camino que tenían por delante, comunicándose con el grupo si veía que alguna callejuela estaba más concurrida de lo normal, o demasiado vacía.

Key sube a una de las azoteas para ver a vuestros perseguidores. La policía ha salido del callejón y empieza a dispersarse por la zona. Un par de guardias caminan en vuestra dirección y el movimiento de la mujer parece llamar su atención. Sin embargo no son los polis quienes preocupan a Key; otros dos hombres, con ropas similares a los que os asaltaron, caminan directamente hacia vosotros. No dan la impresión de haberla visto, pero tal y como rectifican su trayectoria cada vez que el grupo se desvía, parece que tuvieran una brújula que os apunte constantemente.

Finn asiente y os lleva al lugar del que hablaba Download. Tal y como había advertido, el edificio es un auténtico tugurio, más apto para que un vagabundo pase la noche que para recuperaros de vuestras heridas e interrogar al prisionero. Pero Finn conoce a uno de los tipos que controlan el acceso y le da paso a una zona VIP. Por llamarla de alguna forma... Si el local es una nave industrial abandonada, la zona de las oficinas está algo mejor adecentada y os deja algo más de privacidad.

Al llevaros hasta allí se encuentra con que la habitación no está vacía. Coge a una anciana por sus harapos y tira de ella hacia el exterior. Sin embargo, la mujer se para a mirar a Finn, con unos ojos algo blanquecinos por las cataratas. - Yo te conozco, joven... Da igual que te escondas detrás de una máscara. No hace falta que ocultes tu rostro, quemado por el ácido. - Se vuelve hacia Donwload y sonríe. Le faltan tres o cuatro dientes. - Y tú... tu máscara es más sutil, llena de unos y ceros, pero no sirve para esconderse de esta anciana, señor Fish. ¡Déjenme pasar aquí la noche! Es un lugar caliente y no les molestaré en esa esquina...

Steve dio un paso hacia la anciana y clavó su mirada en la suya. Acto seguido levantó la vista hacia ese tipo conocido de Finn.

—Tranquilo amigo, la mujer no molesta. Déjala que se quede. Ha perdido la cabeza, probablemente crea haber visto a algún familiar o simplemente llame a todo el mundo así —dejó caer mientras le ofrecía una mano a la anciana como punto de apoyo.

La ayudó a levantarse y recogió del suelo la manta con la que se cubría. Con delicadeza la puso sobre los hombros de la anciana.

—Vamos abuela, aquí estará más cómoda —dijo mientras acompañaba a la mujer a un lugar más apartado y sin tanto ruido.

- No sé de qué me hablas, pero ¿a que mola mogollón? La encontré en un callejón y ahora mucha gente me conoce porque la llevo puesta - dijo dandose golpecitos en la máscara. Después se encogió de hombros al ver la reacción de Download como si no le importara lo que pasara con aquella mujer. Aunque la verdad es que dejarla alli podía hacer que siguiera hablando... y eso no tenía por qué ser bueno.

La cara de Ripper era un auténtico poema, una oda al asombro y la perplejidad más profundas que un rostro 90% humano pueda expresar. 

Miró alternativamente a la vieja y a sus dos compañeros, esperando que alguno se partiera el culo de la broma, así de sopetón, y le pegase un tiro a la vieja. En el violentísimo mundo de Ripper, eso habría sido lo normal.

-¿Me estáis tomando la puta cresta?- Dijo todavía sin salir de su asombro. -Kon el marrón que llevamos y dejáis k'una vieja os amenace?- Trató de hacer entender a sus compañeros. No hacía falta ser ningún as de la psicología gestual para darse cuenta que Ripper estaba a punto de agarrar a la vieja y... bueno, y darle alguna muerte rápida, violenta y posiblemente bastante original.

-Darme una puta razón para que esta muerta d'hambre ke puede vender lo ke oiga akí por un caxo pan tenga ke estar escuxando, joder. Aunke sea una.

Ella fue la última en unirse al grupo, estupefacta. Justo cuando Ripper daba a conocer su opinión al respecto. Eso fue lo que la ayudó a situarse. Examinó a la anciana de arriba a abajo con cara de pocos amigos. Si ya eran esos cuatro, y su compañía la abrumaba. Además, había cientos de sitios donde los vagabundos podían encontrar cobijo, mucho más acogedores que esa zona. De estar despierto, Vanik habría secundado la moción de permitirle quedarse con ellos. Pero no parecía estarlo, así que Key tenía muy claro que su voto sería una negativa. Sin embargo, no dijo nada. ¿Para qué? Ripper quizá no estaba hecho para ser un lingüista, pero no podía hablar más claro.

─ ¿La conoces? -se dirigió a Download. Porque parecía que la anciana si le conocía a él. “Señor Fish”, le había llamado.

Las casualidades no existían. Y menos cuando acababan de atacarles. Ripper parecía más que dispuesto a acabar con esa coincidencia sospechosa. Siguió a Download mientras acomodaba a la señora esperando una respuesta después de hacerle una seña a Ripper para que esperase un momento antes de lanzarse a la yugular de nadie.

La vieja asiente y se da la vuelta para caminar hacia la esquina que estaba ocupando mientras el contacto de Finn se encoge de hombros y se aleja diciendo que es cosa vuestra.

- Gracias, hijo... - dijo en respuesta a Steve.

Ripper se movió rápidamente hacia ella, enfadado, e hizo amago de amenazarla antes de darse cuenta que había tenido que esforzarse algo más de lo habitual para alcanzar a Donwload con la anciana, como si sus nervios sintéticos no estuvieran funcionando bien, a pesar de que normalmente el implante que falla de forma ocasional es su sistema de apuntado.

- No te preocupes, joven - comentó la anciana, mirando fijamente a Jay. - No voy a escuchar nada aquí... Salvo los disparos de la gente que viene siguiendo a vuestro prisionero... A menos que desactivéis el transmisor que lleva en su médula. - Key recuerda a los dos hombres que parecían dirigirse a vosotros como guiados por algo. - Y me temo que eso hará que no pueda deciros mucho... - Señala la anciana antes de volver a tomar el brazo de Download para que la lleve hacia su camastro improvisado con cartones.

Bombas corticales. La última tecnología de las megacorporaciones para asegurarse la lealtad de algunos runners. Si alguien se mete con ellas y consideran que puede serles útil, en vez de acabar con ellos directamente les convierten en esclavos, instalándoles un pequeño detonador en la base del cerebro. Si en algún momento el sujeto se rebela o está a punto de hacer algo que no les gusta... ¡Bum! Una cabeza menos. A menudo esas pequeñas bombas llevan también un localizador para indicar la posición del sujeto.

Si la vieja tiene razón, los tipos que os atacaron no sólo trabajan para una megacorp, sino que pertenecen a ella de un modo mucho más literal de lo que muchos podrían pensar posible. Olvidando por un momento a la anciana, os fijáis en el hombre vestido con ropas de asalto al que habéis arrastrado hacia aquí. Con las mandíbulas apretadas, mira a la anciana con la sorpresa de quien no entiende cómo puede saber eso. Más o menos el mismo gesto que Steve y Finn tuvieron hace a penas unos segundos.

—Maldita sea —exclamó Download—. ¡Como se me ha podido pasar esto!

Dejó a la anciana en el suelo y se encaró airado a Ripper.

—Deja un poco tranquilos tus impulsos, maldito rinoceronte. Ahora no nos conviene hacer ruido —dijo elevando un dedo acusador—. Puedes entretenerte con ese.

Estaba mirando al soldado con el implante y sin pensar en las consecuencias se dio la vuelta y se agachó junto a la anciana.

—Sabes demasiado, vieja. Y creo que sabes una buena razón para que no te dejemos aquí junto a este trasto —dijo señalando al soldado—, esperando a nuestros amigos. Tienes diez segundos para hablar.

La mujer sonríe mirando a Steve.

- ¡Ah, hijo! - dice con tono comprensivo. - Yo no sé nada más de lo que vais propagando a los cuatro vientos. En todo caso, lo único que me ha enseñado mi edad es a saber leer los detalles que a otros les pasan desapercibidos. Tu interfaz neural tiene una dirección que es fácil rastrear por la red hasta Steve Fish, con las habilidades adecuadas*; la máscara de tu compañero es relativamente conocida en los bajos fondos, aunque pocos se habrán molestado en rastrear la identidad de Finn hasta su origen. Por otro lado, el transmisor de ese soldado emite una señal constante en una frecuencia utilizada por algunas corporaciones para sus bombas corticales.

Se recuesta nuevamente en sus cartones.

- Si queréis dejarlo aquí, no será un problema. Cuando vengan a buscarle diré que no tengo ni idea de dónde os escondéis - comenta casi sarcástica. - Después de todo, nadie se molesta nunca en escuchar a una vieja como yo.

Chasqueó la lengua varias veces negativamente mientras balanceaba el dedo índice de la mano derecha.

—Con las habilidades adecuadas... —resaltó Steve—. Me temo que tendrá que explicarme esas habilidades abuela. No pretenderá que me crea que sabe eso porque tiene una edad, ¿verdad?

Steve sonrió socarronamente y miró al resto del grupo.

—Vamonos. No tardarán en aparecer. Ripper, acaba el trabajo y vámonos. Y usted, abuelita, viene con nosotros.

A Finn no le gustaba que aquella mujer supiera tanto de él. Su pasado no era del todo agradable, ni para él, ni seguramente para el grupo si las corporaciones se enteraban de ello. No obstante, trató de mantener la boca cerrada para no ocasionar mas problemas. Prefería estudiar a aquella anciana, que abrir la boca y ponerla en su contra.

Todo aquello de la informática irritaba a Ripper. A él le gustaba trabajar con lo básico en lo que a la matriz y todas esas mierdas se refería. Era evidente que esa vieja era una especie de Hacker bastante habilidosa...

Pero a la que probablemente podría aplastar con una mano, y más cuando se había sentido 'vacilado' por aquella anciana. Sin embargo el experto del grupo había creído más conveniente no espachurrarla contra el suelo por algún jodido motivo.

Ripper no podía dejar de pensar... Si tan buena hacker es... ¿Qué hace mendigando? ¿Acaso alertará a alguien si de repente se 'desconecta'? ¿Qué coño quiere de ellos? Podría simplemente haberse apartado, no?

La palabra correcta era 'frustración'. Y tenía la persona ideal contra quien descargarla. Miró al soldado, y no supo decir qué ojo daba más grima. Se acercó a él y comenzó a darle puñetazos en el vientre con una dureza desmesurada. Podría haberlo matado de una forma divertida, escandalosa y que salpicara mucho, pero habría sido breve, y Jay necesitaba un ratito de desfogue. 
Cuando los órganos internos del tipo amenazaban con fallar, continuó su machacante terapia antiestrés contra la cara del tipo, que quedó completamente irreconocible, y a decir verdad, con la tontería empezaban a dolerle los nudillos. 

Una vez terminada la terapia, cogió un cuchillo y extirpó la bomba cortical del tipo, que llevaba en la nuca. También cogió una de las correas del chaleco del desgraciado, e hizo un collar en el que colgó el sanguinolento trofeo.

Voy a buscar un chucho para colgarle esto. -Dijo... y sonrió. Ya que tenía las manos manchadas de sangre, la usaría para escribir 'ke os follen' en el costado del perro.