Partida Rol por web

Kleist se acerca al cartel y le echa un vistazo. Parece un indicador de escaleras, pero también otro cartel que señala una localización, aunque no se ve entero:

"... boratorien"

Después vuelve a decírselo al grupo.

Thalassa coge la libreta y el bolígrafo que les da el sargento y comienza a hacer un croquis de lo que han andado. Esto es lo que sale, aproximadamente:

-Sargento, hasta ahora no hemos visto demasiado, pero iremos completándolo a medida que avancemos.

Entonces, mira la grieta. 

-Supongo que tendremos que saltar. No nos queda otra. El señor Ford y la señorita Hasan seguramente ya lo habrán hecho, o nos lo habrían dicho.

Con mucho esfuerzo, lográis abrir la puerta entre los dos. Mientras la estructura metálica chirría a medida que es arrastrada por el suelo, vuestros ojos, acostumbrados ya a la oscuridad, intentan ver qué es lo que hay dentro de la habitación, pero solo cuando enfocáis con la linterna sois capaces de daros cuenta de que algo terrible ha ocurrido allí.

Aquello parece, sin duda, una sala de operaciones. Hay una gran mesa central con un mapa de la Antártida y sus alrededores, sin nada significativo en él, salvo la presencia de algunos submarinos y barcos nazis. A su alrededor hay otras mesas más pequeñas y sillas, pero lo más llamativo es la máquina Enigma que hay sobre una de ellas.

A su lado hay un documento cifrado:

"OTQQE TGURY YHCET ENDQC ZBBDW XBISP ELQDI SBBIU UAKLR JPROQ PSGOS JXEDG ZZVCK MTCTD LUEWW PYEZR WOXZS AUONP NFLKD SQZKD KRKLR GYCKE JCYWS TLQNJ BCIUR XCBEP RRDMW ZKO"

También hay dos puertas, una de ellas aplastada debido a que el techo parece haber caído sobre ella.

Pero eso no es todo.

El techo y las paredes están completamente cubiertas de sangre, como si varias personas hubiesen sido destripadas allí mismo, aunque no había ni rastro de ningún cuerpo o cadáver.

Al final entre ambos conseguimos abrir la gruesa puerta-¡Madre de Dios pesa como un muerto!-suspiré al terminar el último empujón entre chirridos, lo que nos permitió entrar en la nueva estancia.

Comencé a inspeccionar la habitación barriendo todas sus superficies con la luz de la linterna-Vaya es una sala de operaciones militares- comenté al ver la gran mesa con maquetas de submarinos y destructores alemanes-Parece ser que no sólo tenían está base, la logística incluía defensa y ataque en caso de que los aliados llegasen hasta aquí- fuí rodeando la amplia mesa con el mapa de la Antártida hasta que dí con otra más pequeña, descubriendo una verdadera joya-¡Victoria mira esto!-dije con verdadera emoción-¡Una máquina enigma!-me incliné sobre la mesa mirándola con detalle-¿Sabes? De pequeño tenía una de éstas en versión ordenador y encriptaba mensaje para mandárselos a mis amigos-una pequeña sonrisa de añoranza apareció en mi rostro-Era una chorrada pero entonces nos parecía algo alucinante-

-Uhmmm espera, aquí hay un mensaje cifrado...- dije mirándolo con detenimiento-Si tuviéramos la clave inicial podría llegar a desencriptarlo- comencé a rebuscar entre los papeles-Deberia de haber algún libro en el que estaban anotadas todas y con suerte saber lo que dice- seguí explorando la habitación.

-Vete a saber quizás en ese mensaje haya alguna información que nos sea de ayuda sobre lo que ha pasa...do-me detuve en seco al mirar las paredes, había visto las dos puertas una de ellas bloquedas pero lo peor era la sangría que se había producido allí-Vic-Victoria, mira...- conseguí articular, sentí como la sangre se helaba en mis venas, era horrible ¿Que mierda había pasado allí? Estaba congelado y mi mano comenzó a temblar haciendo que el haz de la linterna bailase sobre la pared-Es horroroso joder, no estoy acostumbrado a.... ésto- susurré con voz quebradiza apartando la mirada, tenía ganas de vomitar.

Kleist echó un vistazo al cartel, apuntándolo con una linterna. A simple vista, le parecía un simple indicador de escaleras, aunque al lado había otro cartel escrito en alemán.

-Laboratorio... -murmuró el historiador, pensativo. Luego, girándose hacia el sargento, añadió-: El laboratorio donde se realizaban los experimentos está en esta dirección.

Después, el hombretón observó la grieta y, de inmediato, apareció una expresión de molestia en su rostro.

-Si cruzamos por la grieta, no todos lo lograrán -indicó, observando a sus compañeros-. No creo que Henricks vaya a poder saltar por aquí y, teniendo en cuenta que a la piloto le dolía el tobillo, es probable que ella tampoco.

Entre otras cosas, el funcionamiento de Enigma era coser y cantar. Únicamente había que introducir una combinación de tres letras para establecer la mezcla de encriptación del texto, pero claro, había que encontrarlo. Sin esas tres letras, las posibilidades se volvían sencillamente monstruosas.

-Sargento, no se preocupe por mí -dijo Henricks, al ver la grita y darse cuenta de que de ninguna manera iba a poder saltarla -. Yo puedo quedarme aquí esperando con el equipo que no necesiten. Bastará con que me dejen una linterna, un walkie y mi arma.

Registrando sobre y debajo de las mesas, Ford encuentra una tabla de madera deslizable y dígitos relacionados con los días de la semana. Por lo visto, cada día cambiaban de clave. La última es LKL.

Con esas tres letras, se pone a descifrar el contenido del mensaje.

MÁQUINA ENIGMA

McQueen atendió a las explicaciones de Bright y Kleist

-Mmmmm, sería interesante echar un vistazo a ese laboratorio, pero con mucha precaución, no sea que nos contagiemos de la mierda nazi que fabricaron aquí. No se preocupe por el nivel del mapa, señorita Bright, nos servirá con lo que ha hecho para tener una idea. Marque también....marque que ahí está el cuerpo de Lannister, bajo el derrumbe.

No había querido reconocerlo hasta ese momento pero era evidente que sería muy difícil que Henrics cruzase la grieta. Al ver la determinación del soldado le agarró fuertemente del hombro.

-Muy bien soldado, pero que sepa que no se queda atrás. Volveremos a por usted en cuanto podamos.

Le da el walkie talkie

-Intente localizar a la parejita feliz, aunque es posible que no lo consiga, ya sea porque están fuera de alcance o porque las señal del walkie está obstaculizada por los túneles y el hielo. Le recomiendo que no use la linterna al no ser que tenga que alumbrar por la fuerza, para ahorrar las pilas.

Miró en las mochilas

-¿Tenemos alguna manta? No quiero que el muchacho se congele.Déjelen algo de agua y comida también, por si tardamos más de la cuenta

Tras darle un último apretón el sargento se levantó

-Si pasa algo dispare. Tal vez no sea lo más idóneo dado el peligro de derrumbe pero si usted está en peligro y no hemos vuelto, tal vez no quede otra opción.

Se acercó a la grieta

-Bien, cojamos lo imprescindible y dejemos el resto aquí con Henrics. Scart y Kleist pasarán los primeros, les iremos arrojando el equipo, luego pasará Langley y Bright, por último el buen doctor y luego yo. ¿Algún comentario u ocurrencia?

Una vez recuperado de la brutal impresión aún con los nervios a flor de piel, encuentro el preciado objeto-Aqui está, perfecto-dije con una sonrisa triunfante mientras pasaba la mano por encima de la tabla para quitarle una capa de polvo enorme. Tardé pocos segundos en encontrar la clave y un minuto en meter el texto-Espero que sea algo de interés y no la lista de la compra del mes- bromeé mientras terminaba de transcribir el mensaje.

Tras introducir los tres dígitos usando las ruedas, Ford mecanografió el mensaje encriptado. A medida que lo hacía, se iba generando el mensaje descifrado:

"NECES ITAMO SAYUD AURGE NTEEL DOCTO RCONT INUAD ESAPA RECID OASIC OMOLA MITAD DELAG UARNI CIONC UALQU IERAD ENOSO TROSP ODRIA SERUN AIMIT ACION NOCON FIAMO SENNA DIE"

Scart se despidió de su compañero Henricks tocándole en el hombro, y después se acercó a la grieta. No parecía tan grande vista de lejos, pero de cerca... era otra cosa. Después, se alejó para coger carrerilla, se lanzó hacia ella... y saltó.

No fue tan difícil.

Scart aterrizó en el otro lado sin problemas, rodando sobre sí mismo para amortiguar la caída.

-Ha sido fácil, sargento. Venga, señor Kleist. Ahora usted. ¡¡¡Coja carrerilla y salte sin miedo!!!

Friedrich von Kleist no estaba del todo seguro de si las órdenes del sargento eran la mejor opción, pero todo parecía indicar que era la única posibilidad que tenían disponible.

El historiador advirtió que Scart tomaba carrerilla y conseguía cruzar al otro lado de un gran salto. Friedrich resoplo, agobiado. Scart era mucho más ligero y atlético que él. Friedrich, en cambio, era literalmente enorme, por lo que sus capacidades de atletismo debían de ser muy inferiores a las del soldado.

Aun así, se alejó lo suficiente, tomando carrerilla y echó a correr en dirección a la grieta. Cuando solo le separaba un escaso metro, ejecutó un gran salto, atravesando la grieta por muy poco mientras gritaba en alemán:

-¡¡ScheiBe!!

Solo respiró aliviado cuando vio que lo había conseguido. Después, dirigió una mirada a sus compañeros.

-No es tan difícil como parece. ¿Quién es el siguiente? -preguntó, con la mente tan centrada en el salto que acababa de realizar que no recordaba el orden establecido por McQueen.

Enarco una ceja mientras esbozo una sonrisa hacia el historiador, -descuide Dr Kleist, como decía antes lo mío solo es un rasguño, he tenido peores días en combate, créame-; escucho atentamente las palabras del sargento y no tengo nada para refutar, quizá una petición, -en mi caso me gustaría llevar una de las armas Sargento, no es buena idea continuar sin un método de defensa por lo menos-.

Trague grueso mirando a los dos hombres mientras saltaban la grita, vuelvo la mirada hacia Henricks, -volveremos por ti compañero- exhalo para luego tomar impulso y saltar, intento caer con el apoyo de mi pie bueno y al igual que Scart, amortiguo la caída dando un giro y me incorporo nuevamente, sacudiéndome el mono de piloto.