Partida Rol por web

Estampa sus puños con fuerza sobre la mesa de madera, haciendo temblar la sala y callando a todos los presentes que se giran a mirar asustados.

- Tiene que ser una broma. - dice con voz temblorosa y mirada de desesperación - Los elfos por el agua, los enanos por las minas, criaturas acechando desde el norte y vuestra única preocupación es vuestro estatus y vuestro dinero? Si nos invaden y caemos todo eso importará más bien poco.

La ira invade el cuerpo del joven rey y hace unos gestos desdeñosos con la mano para despejar la sala, mientras sigue con la cabeza gacha ocultando sus ojos entre sus manos, pensando en posibles futuras guerras y en que hacer para resurgir de nuevo de las cenizas.

Tras haber desalojado la sala una mujer se acerca al afligido caballero, le pone una mano en el hombro y con una voz dulce y melodiosa se dirige a el.

- No debéis temer Moldas, Aleria cuida y protege nuestro nuevo reino. No cometeremos los mismos pecados que el antiguo Rey. Rondar ya ha pasado lo peor, a partir de ahora solo puede ir a más.

Coloca las manos en la base del cuello y murmura unas palabras, aliviando al joven rey que suspira agradecido.

El rey se levanta de la silla y despeja la mesa para desplegar un mapa quer ecoge de la estanteria mas proxima. Es un mapa de Nel, el continente de los humanos y donde esta Rondar ubicada, aunque algo desfasado ya que Rondar fue completamente destruida durante la reciente guerra y ahora es muy diferente de lo que fué en su momento.

La ira del dragón hizo grandes estragos en la tierra, los rios y el mar entraron e inundaron casi por completo la ciudad y el crater que dejaron parece dejar filtraciones que vuelven al mar, creando una incesante y peligrosa cascada. Para reconstruir la ciudad se tuvieron que tender puentes entre las explanadas que rodean la ciudad y aprovechar el agua como medio de transporte por la ciudad, cosa que agradecieron los que se dedicaban al comercio.

Por otra parte la exposicion al mar tambien la hace vulnerable a ataques marinos asi que es otra preocupación añadida a la lista interminable de amenazas que el Rey tiene que combatir. Pasa el dedo por varios frentes y empieza a trazar simbolos y murmurar cosas. Todo parece tranquilo cuando un soldado entra corriendo a la sala con un grito de emergencia.

El barco para bruscamente en el muelle haciendo que todos tengan que estabilizarse en el barco. Ha sido un viajecito interesante, entre los berridos de los niños, el incesante graznido de las gaviotas y la imposibilidad de comerse a nadie el estrés y la ansiedad empezaban a consumiros. Sin esperar a que echen la soga al barco saltáis los dos al muelle y huís de allí, no sea que os hagan subir de nuevo.

El ambiente del puerto está muy animado. Mucha gente comerciando y muchas risas y buen ánimo en general. Os extraña ya que no hace tanto que terminó la guerra y todo el mundo está en el caos, pero por otra parte sabéis que los humanos son criaturas diferentes que nunca podréis comprender así que simplemente buscáis camino para salir de la bullicia y meteros en callejones más oscuros y solitarios.

El ambiente en esta zona es muy diferente. Miradas sin alma, gente medio muerta tirada en el suelo y nadie con ánimo de hablar. O eso creíais hasta que un susurro ahogado llega a vuestras orejas desde un recoveco entre las dos paredes de dos casas. No podéis entrar por el hueco ya que no hay espacio ni para meter una mano casi, aunque si prestáis atención quizás podáis escuchar algo más sobre la conversación.

El barco para bruscamente en el muelle haciendo que todos tengan que estabilizarse en el barco. Ha sido un viajecito interesante, entre los berridos de los niños, el incesante graznido de las gaviotas y la falta de comida y bebida el estrés y la ansiedad empezaban a consumirte. Sin esperar a que echen la soga al barco saltas al muelle y huyes de allí en busca de la primera taberna que veas, no sea que te hagan subir de nuevo a ese infernal barco.

El ambiente del puerto está muy animado. Mucha gente comerciando y muchas risas y buen ánimo en general. Te extraña ya que no hace tanto que terminó la guerra y todo el mundo está en el caos, pero por otra parte sabéis que los humanos sois criaturas diferentes y que nunca perdéis la esperanza de tener una vida tranquila y feliz. Buscas el camino para salir de la bullicia y no pasa mucho rato hasta que encuentras una taberna, aunque cuando vas a entrar algo te llama la atención, una criatura encapuchada de tamaño medio gira el callejón al fondo.

Por norma general esto sería algo común, pero tu instinto te dice que hay algo raro en él y te pide investigarlo.

La resaca te pasa factura al despertarte. Miras a tu alrededor y buscas tu equipo que resposa sobre la pared, pero cuando buscas el dinero ves que han desaparecido 12 monedas de oro. Supones que la prostituta se ha cobrado los servicios con un extra así que te pones en pié y te das una ducha mientras te cagas en la orca madre que la parió.

Cuando sales y te vistes sales al balcon a apreciar la ciudad y el mar a lo lejos pero algo te llama la atención cuando miras a la calle. Una rana y un orco enorme están pegando la oreja a la pared. Es una visión algo insólita, más aún en una ciudad de enanos así que te da mala espina.

Malditos humanos asquerosos, siempre pensando que son superiores a los demas, que son imbatibles y que nada puede detenerlos. Su soberbia me hacía querer matarlos a todos, destrozar sus cuerpos y luego cocerlos para darselos de comer a sus familiares. Y después comérmelos a ellos. Era lo que se merecían por creerse los reyes de todo lo que tocaban. Pero no era tan estúpido como para atacar humanos con tanta gente rodeándome, así que me callé, me puse la capucha y no hablé en todo el trayecto. Y en cuanto tuve la oportunidad agarré a Tome, lo subí a mi hombro y salté por la borda para irme de ese maldito barco.

El principio del camino seguía siendo igual de angustioso y molesto que el barco, con la gente haciendo como si nada hubiera pasado en los últimos años, pero finalmente llegamos a la verdad. La desesperación, el dolor, la humillación y la completa inexistencia de espíritu. Solo ojos vacíos dispuestos a cualquier cosa por un trozo de pan o unos minutos mas de vida. La verdadera naturaleza humana. Y entre toda esa belleza un ruido sordo, un murmullo. Miré a Tome y sin pensarlo me acerqué al hueco del que había salido el sonido. Acerqué la oreja, con la esperanza de que fuera una tortura y me entretuviera un rato.

-Espero que tiren el cadáver cerca, hace demasiado que no como una carne decente.

¿Que cojones hacen una rana y un orco escuchando enfrente de mi ventana?¿Sera cosa de la resaca? de todas formas va siendo hora de que de un paseo por la ciudad para despejarme, así aprovecho y me acerco a ver que están escuchando.

Cojo el resto de mis pertenencias que estaban apoyadas en la pared y por ultimo me coloco el tridente en la espalda atándolo con unas correas de cuero para poder mantenerlo bien sujeto. Listo, creo que hoy dejare los rezos para mas tarde cuando tenga la cabeza bien despejada.

Bajo las escaleras me despido del posadero con la mano y salgo a la calle. El sol me deslumbra la cara y noto un leve dolor en la cabeza por el maldito vino barato que me ofreció el posadero.

Me acerco disimuladamente a los dos individuos sospechosos los cuales aun siguen escuchando en la pared.

Ver tantos humanos me levantaba curiosidad, el hecho de que tuviesen un sistema de transporte tan organizado era de lo más curioso. Yo que no había salido casi nada de la guarida de mi maestra sabía muy poco sobre el exterior, nada que pudiese corroborar. Pero el hecho de ver toda esa cantidad de movimiento y organización me parecía entretenido. -Hasta llevan a sus larvas con ellos en los barcos - pensé mientras miraba a los más pequeños. Sus chillidos era algo molestos, pero tampoco podía hacer nada para callarlos, bueno, nada que no llamase la atención. Si había algo malo sobre los humanos era que se parecían más a una plaga que a una especie, matar uno significaba que todos los demás fuesen tras de ti.

Y para el colmo parece ser que a mi compañero de viaje no le gustaba estar en un sitio "tan apretado". En cuanto pudo me agarró y saltó fuera de la nave, sin darme a mi oportunidad de negarme a nada, y nos metió en un callejón algo más tranquilo. - Vale que seas feo, pero tampoco es como para esconderse, aquí hay humanos pudriéndose en las calles, seguro que no destacas tanto - Mis pensamientos iban y venían mientras iba en mi montura, aunque para cuando me quise dar cuenta esta se había parado a escuchar en un agujero de la pared. - No te distraigas con tonterías, seguro que solo se están reproduciendo. Para ser tantos tienen que tener algún lugar de cría o algo. - le di un golpecito con la pata en el hombro para que retomase la marcha.

- Puede que si nos adentramos más podamos conocer a la reina de este lugar, aunque no cuida mucho de los humanos obreros. Sin duda sigo prefiriendo a las hormigas. Aunque con algo de suerte tendrán información sobre mi maestra.

Cuando pegas la oreja a la pared empiezas a concentrarte en los susurros y consigues discernir unas pocas palabras ya que el ruido proveniente del muelle aplaca bastante tu capacidad auditiva.

- Noche ... barco ... asalto... preparad.

Cuando el gran orco gira la cabeza para escuchar cierra momentaneamente los ojos para concentrarse y cuando los abre descubre un gnomo que se acerca a ellos a hurtadillas, con una pechera y un tridente a la espalda así que no tarda mucho en reaccionar y alertar a la rana para prepararse para el combate, sacando sus armas y amenazando al gnomo que ahora está ahí parado con cara de bobo al haber sido descubierto.

Mantengo la firmeza para que no noten que estoy sorprendido joder, parecían tan tontos que no se darían cuenta de mi presencia, pero me equivoque.

- ¿Qué tal estáis caballeros? hace una buena mañana el día de hoy, me estaba preguntando que hacíais escuchando en esa pared ¿Acaso hay una atractiva mujer detrás de ella? Sonrío mientras les levanto una ceja 

Entro al callejón, pegado a la pared moviéndome sigilosamente entre los varios objetos que hay ahí depositados como cajas o carros, todos pertenecientes a los comercios cercanos. Me muevo lo mas sigilosamente posible mientras sigo a la criatura encapuchada.

Mire a aquella pequeña criatura. ¿Acaso se creia que era idiota? Vale que los orcos en general lo eramos, pero eso no significa que todos lo seamos. Le sonreí con cara macabra mientras sacaba el martillo de mi cinturon y lo agitaba a la altura de mi cintura, lo que siginificaba que pasaba peligrosamente cerca de su cara.

-Bueno Tome, ¿le hablas tu y le explicas por que no esta bien acercarse a la gente a urtadillas o se lo explico con mi diplomacia y paciencia?-dije mirnado a la rana.

Me subí encima del Orco y miré al pequeño Gnomo desde la altura, casi con desprecio. - No se quien te habrás creído que soy para hablarme con ese tono, pero más te vale no mostrarte tan amigable conmigo. Y encima no haces más que soltar mentiras por la boca, pensaba que los de tu raza eran más inteligentes que los humanos, ya veo que no se aplica en el caso de todos. - sentía como el Orco se movía inquieto debajo de mi - Tranquilo, no querrás que te echen de otra ciudad, no? Además, seguro que aquí, con todos los humanos que hay, el que acaba en una olla eres tu. 

Por otra parte me había sorprendido que yo no hubiese detectado al pequeño y el Orco si, aunque cuando tiene hambre es capaz de oler cualquier tipo de carne a kilometros.