Partida Rol por web

El barco para bruscamente en el muelle haciendo que todos los pasajeros tengan que estabilizarse. Ha sido un viaje bastante diferente a la calma a la que estás acostumbrado. Entre los berridos de los niños, el incesante graznido de las gaviotas y la falta de comida y bebida el estrés y la ansiedad empezaban a consumirte. Sin esperar a que echen la soga al barco saltas al muelle y huyes de allí en busca de la posible información útil, no sea que te hagan subir de nuevo a ese infernal barco.

La bruja

El ambiente del puerto está muy animado. Mucha gente comerciando y muchas risas y buen ánimo en general. Te extraña ya que no hace tanto que terminó la guerra y todo el mundo está en el caos, pero por otra parte sabes que los humanos son criaturas diferentes y que nunca pierden la esperanza de tener una vida tranquila y feliz. Buscas el camino para salir de la bullicia y en busca de una posada donde reunir información. No pasa mucho rato hasta que encuentras una aunque cuando vas a entrar una chica con sombrero en pico, como si fuera una bruja, la abre y sale veloz, casi como si huyera de alguien o tuviera prisa.

Atraviesas la puerta y ojeas el interior para saber a quién dirigirte. Es una taberna grandecita, bastante más de lo que aparenta en el exterior. Cuentas más de 15 mesas con sus 6 sillas alrededor, una chimenea enorme ahora apagada ya que no hace falta calor, bastantes candelabros en el techo para acompañar la luz natural de fuera e iluminar bien la estancia y bastante gente repartida entre las mesas y la barra. Al fondo a la izquierda hay unas escaleras que conducen a un segundo piso separado por una puerta y al lado de estas un hombre alto y fornido sirviendo unas cervezas a un grupo de 4 personas que están anisosos para darle un trago.

Cuando te adentras un poco más observas una chica en la mesa más alejada de la gente y la luz, leyendo una nota y mirando el reloj de la pared, casi con ansiedad.

Mientras buscas el reloj una nueva persona entra a la taberna. Te llama mucho la anteción porque esta claro que no es un ciudadano de rondar. Viene vestido en unas ropas hechas con ojas del bosque y su piel es muy pálida. Aparentemente también ha notado que existes aunque su preocupación principal parece ser otra.

La chica ninja echa un vistado MUY POCO DISCRETO al joven humano.

Podría pasar por el humano más discreto, uno más de la sala. De no ser por una cosa, la única que los separa a ellos dos, a Tachi y a él.
Y es que en esta posada de trabajadores, cerca del puerto, ambos dos son los únicos que van armados y que se cubren con armaduras. La de Tachi, de metal, se ve claramente que ha tenido dias mejores -y quizá dueños mejores- y reposando en la espalda de su mesa, hay un paquete envuelto en telas, donde sin duda se guarda una espada y quizá algunas lanzas.

La joven dedica una sonrisa de interés y complicidad al buen Félix. En un lugar como este, se ha hayado con otro de su calaña: Con un aventurero

"Saludos, viajero" le declara, alzando la voz lo bastante como para que le oiga.

Y con un amable gesto, le invita a que comparta la mesa con ella.

Hacía muchos años que Felix no pisaba aquel lugar. Nada tenía que ver cómo lo había conocido: una ciudad circular sobre un enorme montículo en una inmensa pradera. Ahora la mayor parte quedaba anegado por las aguas, creando un lago salado enorme donde se erigía Nueva Rondar, sobre islotes y rocas de lo que antaño fue Rondar y conectados por puentes.

La arquitectura resultaba impresionante, aunque artificial, evidentemente alzada en aquel inhóspito lugar a base de poderosos conjuros. El joven se preguntó sobre el absurdo que había llevado a reconstruir una ciudad arrasada... sin ni siquiera muchos sitios sólidos donde aposentar los edificios, excepto plataformas sostenidas por pura magia.

¿Por orgullo, quizá?, se preguntó. Obscenamente orgulloso se tenía que ser para levantar la ciudad de nuevo en un lugar impracticable, así que descartó ese motivo.

¿Por necesidad, tal vez?, se planteó. Eso tenía mucho más lógica. ¿Pero qué necesidad había de volver a hacerlo aquí y no en las nuevas orillas creadas después del cataclismo?. Sin duda alguna y bien oculta, se dijo. Tal vez en las entrañas de este lugar y que hacía imprescindible que una población debiera de levantarse, exactamente, en el mismo sitio, dedujo haciendo sus propias cábalas. Fuese cual fuese las condiciones del lugar.

Esos pensamientos siempre lo habían acompañado desde que supo que se creaba Nueva Rondar y le acompañaron desde que desembarcó y se introdujo en una posada, topándose con una muchacha que salía al escape, curiosamente ataviada con ropajes propios de magos.

Se fijó en el comedor observando el comedor y se percató que una mujer armada y con armadura le hacía señas. Miró a los lados y no vio a nadie más, por tanto dedujo que solo podía dirigirse a él. Caminó hacia la mesa donde estaba.

- Ehmm. Saludos igualmente ¿Nos conocemos? - devolvió el saludo y preguntó, como dejando claro que, si no había familiaridad entre ellos, a qué se debía el interés de la mujer por él.

Tachi da un leve sorbo a su jarra de hidromiel, terminando de secarla y de dejar el fondo de la misma bien brillante

"No, salvo que seais oriundo de Riverdale, diria que no nos hemos visto antes. Pero me parece oportuno que dos si forasteros en Rondar, en busca de fortuna y ventura cruzan sus caminos, al menos puedan conocerse"

Por su forma de hablar, es una mujer sencilla y de buena voluntad, que se soprendió al ver a otro viajero entre tantas mesas de grupos y pandillas.

Aunque la forma de moverse, o incuso de disimular el ruido de la armadura conforme de mueve, demuestra que ha tenido un entrenamiento marcial, cuanto menos peculiar. Como si se hubiera entrenado en proteger.

"Y si se puede saber ¿Que otras cosas pueden traer a los forasteros como vd., aparte de buscar fortuna?
 

Asentí con un gesto cuando escuché las palabras del Orco. Pensaba que los orcos eran más de ir a la batalla, eso de que ande evitándola es una estupidez. Bueno, por lo menos ya tengo con que entretenerme a la noche. El saber quién quería atacar un cargamento y porqué era algo importante, daba información sobre cómo estaba la ciudad y quien era el que mandaba en este lugar, entonces podría preguntarle si tenía idea sobre el paradero de mi maestra.

- Está bien Gnomo, guíanos –dije dándole permiso de que emprendiese la marcha. Mientras tanto miraba por el lugar si había algún lugar de interés.

Felix no estaba acostumbrado a mantener charlas y menos  con humanoides. Aun así la mujer había sido cortés y a pesar de su desgana, el joven accedió a seguirle la corriente.

- Así que vos habéis venido en busca de fortuna y aventura - asintió parafraseando lo afirmado por la mujer y sentándose junto a ella -. Vaya, que interesante. Me pregunto qué tipo de aventuras y fortunas se pueden encontrar en este lugar - inquirió el hombre, recostándose en la silla y cruzándose de brazos mientras la observaba detenidamente, imaginándose a qué podía dedicarse aquella aventurera.

A su pregunta sobre su motivo en el lugar, Felix sonrió y se encogió de hombros.

- He venido a escuchar - afirmó -. Las olas del mar, el canto de las gaviotas, el sonido de los cascos de los caballos y las ruedas de los carros, el ruido de los hombres y mujeres que atestan los canales de este lugar - comentó enigmáticamente -. A vos - señaló a la mujer con la palma abierta ampliando su sonrisa-. Pero, por favor, continuad. Seguro que tenéis mucho que decir. Os escucho - sentenció remarcando las últimas palabras y abriendo aun más su sonrisa.

El varón es quien le pide que hable, pero ella escucha, fascinada, cada palabra que dice este hombre tan místico.

"No tengo mucho que contar, mi señor. Intento vivir por coraje y mis breves ingenios. Y la verdad, en esta ciudad estoy falta de contactos, de gente con la que contar en según que empresas"

"Me preguntaba si usted tambien es alguien ávido de descubrir sus límites, y hasta donde puede llegar... Y si le interesaría unirse a alguna aventura en la que ponerse a prueba" Con esto, finalmente Tachi suelta la bomba.

Un trabajo, es lo que le está ofreciendo: Un trabajo. Para algunos es ocasión de ganar oro, para otros, ocasión de ganar renombre y acceso a otros secretos y oportunidades.

Al fin y al cabo, aun el hombre más sabio y filosófico tambien tendrá sus intereses si es que ha venido a la Capital del Nuevo Mundo.

Neithos se levanto con rapidez y agarró su baston con fuerza, poniendose en guardia Ya veo que la delincuencia campa por sus anchas en Nueva Rondar, dijo desafiante

-Si desapareces rapido, no llamaré a la guardia y si intentas robarme perecerás en el intento y tu cadaver aparecerá en el rio.

- Si aprecias tu vida mortal, desaparece. El elfo estudió la reacción de su oponente cuidadosamente

El gnomo asiente encantado al verse salvado de una situación bastante fúnebre así que sin más dilacion os lleva a la puerta de la taberna, que está al otro lado de la misma calle donde estáis.

La taberna tiene de nombre "El conejo abierto" , un nombre raro pero quienes sois para judgar así que sín mas dilación Grog entra dando un portazo.

Ojeáis el interior para saber a quién dirigiros. Es una taberna grandecita, bastante más de lo que aparenta en el exterior. Contáis más de 15 mesas con sus 6 sillas alrededor, una chimenea enorme ahora apagada ya que no hace falta calor, bastantes candelabros en el techo para acompañar la luz natural de fuera e iluminar bien la estancia y bastante gente repartida entre las mesas y la barra. Al fondo a la izquierda hay unas escaleras que conducen a un segundo piso separado por una puerta y al lado de estas un hombre alto y fornido sirviendo unas cervezas a un grupo de 4 personas que están ansiosos para darle un trago.

A vuestra izquierda en la mesa más alejada hay dos figuras que os están mirando y destacan sobre el resto de humanos. Una de ellas está vestida en una coraza de escamas y tiene un buen par de personalidades y el otro está vestido en un abrigo de hojas de árbol y tiene la piel muy pálida, como si no hubiera visto el sol en años.

Mientras habláis la puerta hace un estruendo enorme. Un orco con una rana en el hombro y un gnomo entran al bar dejándo una escena variopinta.

Felix enarcó una ceja entre sorprendido y divertido.

Así que lo que quiere es que alguien le ayude para una empresa, se sonrió para sí el joven que por fin veía el sentido final de tanta adulación.

- Si le digo la verdad, no soy una persona necesitada de medir mis límites ni de saber donde están mis horizontes. Soy lo que soy y llegaré hasta donde me lo permita el Ciclo. Ni más, ni menos - comentó con parsimonia -. Y respecto a su ofrecimiento... - comenzó, más se interrumpió ya que un enorme orco con una rana al hombro y un gnomo entraron y tras echar un vistazo al salón parecía que su mirada se centraba en su mesa.

- ¿Espera a alguien? - preguntó a la mujer.

Tachi se sorprende al ver a los recién llegados. Más aventureros. Más personas marcadas por las armas y armaduras. Gente que se debe a un oficio donde la gloria o la muerte son el pago que el destino te reserva para el final de la jornada.

Aunque prefiere terminar de hablar lo que estaba contandole el joven de cabellos del color de la noche.

"No, no esperaba a nadie, y siempre he pensado que uno sólo consigue aquello a lo que aspira, a lo que se enfrenta, y lo que lucha por conseguir, señor..."  Y se da cuenta de con todo esto, el joven insiste en no decir siquiera su nombre.

"Me gustaría saber que es ese asunto de El Ciclo que usted me acaba de decir, mi buen señor... aunque sigo sin saber cómo referirme a usted"

En eso que quizá le parece reconocer a uno de los misteriosos aventureros que están cruzando la puerta.

Entre en aquel bar. La peste a humano era demasiado exagerada, si aunque sea pudiera prenderle fuego a todo para asarlos valdría la pena quedarse. Pero bueno, necesitabamos comer algo sin llamar la atención. Miré al gnomo y le sonreí con malicia, esperando que el hiciera algo.

-Bueno, ¿que tal si vas a la barra y nos traes una cerveza para mi y lo que sea que quiera la rana? Nosotros buscaremos donde sentarnos-dicho esto miré al rededor en busca de algun sitio donde sentarnos, y mi mirada se paró unos segundos en una mesa con un hombre y una mujer. Algo me llamaba de ellos, y nada que me gustara.