Partida Rol por web

Melenunde escuchaba a Adelphos con atención, aunque quien la veía definitivamente creía lo contrario porque en ningún momento había dejado de jugar con su daga y provocar el que a estas alturas era un molesto golpeteo metálico.

Vida... creación, el surgir de una raza similar a ellos en forma pero no en grandeza. Disímiles unos de otros pero con la misma escencia, porque así debe ser. Un mundo que no es perfecto, porque nada lo es, ni siquiera ellos en su condición de dioses y creadores (porque pronto serán ambos), lo son.

Un mundo poblado de seres que en su imperfección serán perfectos, capaces de sentir envidia, celos, furia, pero a la vez capaces de experimentar penas y alegrías...

Como pocas veces Melenunde se retrae en sus pensamientos, pero sin parecer ausente. Levanta la vista, su daga sigue golpeteando la silla, fijándola por unos instantes en Adelphos y Ereymos...

-Frío y calor -dice en su mente-... equilibrio.

Su ojos parecen brillar como si al fin hubiese dado con la palabra que buscaba.

-Equilibrio -se vuelve a repetir y ya retoma esa actitud de indiferencia y hastío que siempre tiene.

Eulme escuchaba a su padre con muchísima atención. Lo único que ella había podido sentir era un nudo en el estómago. Al menos he sentido algo... Piensa desanimada. Y es que ella lo que quería era poseer la elegancia y el poderío de su madre y la fuerte presencia de su padre. Pero ni se había dado cuenta de lo que se avecinaba. ¿De que servía un simple nudo en el estómago?. Absolutamente de nada comparado con el sueño de su padre. Decepción y vergüenza era lo que sentía.

Otra preocupación le venía a la cabeza al pensar en que su padre confiaba en ella para ayudarles a crear ese mundo. Y para variar, la invadió una sensación de inseguridad. No dejaba de mirar a su padre mientras hablaba, intentando absorver algo de su seguridad, pero nada. También dedicaba miradas a su madre, de la cual la sorprendió ver una mirada un tanto desanimada. Los demás Dioses quedaban impasibles ante el sueño. Así debía ser. Ellos eran algo superior. Llevaban mucho tiempo preparados para esto.

Ante el comentario de Arezos, él solo asintió con su cabeza, y luego de notar que varios se hallaban profundamente pensativos, decidió continuar con su relato.

-Lo que a continuación observé, simplemente obedece a la voluntad de dos Dioses en este lugar, y los responsables, serían Arezos y Melenunde, así es que ya imaginarán ustedes con mayor detalle las escenas que terminaron mi sueño, y ante la IRA que se desató en su sencillez, incluso en ese estado de lucidez e inconsciencia, de ese designio, de esa visión fui capaz de crear esa bóveda superior de luz y colores que ahora se desplaza tranquilamente por el abismo...-

Volvió a silenciarse, y esta vez se notaba que terminaba de hablar con esa suavidad y tacto, con esa claridad y firmeza.

-Ahora Dioses, Nuestro destino nos ha llamado, el Todopoderoso Cosmos hoy ha desencadenado en mi, la primera pincelada de NUESTRA GRAN obra...- su voz ahora es más fuerte, pero mantenía su serenidad y total seguridad.

-Asura...- Llamó repentinamente -... es momento de que hagas tu parte, y que tus dones llenen de Alegría y fulgor aquel manto irisidente.- con eso la invitó que cumpliera con lo que había propuesto Arezos y lo que ciertamente ella ya había decidido.

En breve, el mismísimo Adelphos desplegaría una mínima parte de su poder sobre la reciente creación.

Nerhu atiende en silencio las palabras de Adelphos. A su alrededor se puede ver claramente como las sombras que son parte de él aletean y se remueven, como pensamientos. Distraídamente, alza una de sus manos y la apoya sobre el apoyabrazos de la magnífica silla. En ese momento su manto se corre, y quedan al descubierto los finos y alargaos dedos del Dios de la Muerte. Quienes están cerca de el pueden percibir el movimiento que provocan sus sombras, cosa que ocurre siempre que Nerhu se concentra.

Criaturas... imágenes de nosotros, seres capaces de pensar y tener ideas, de construir y de evolucionar. Cada una de sus pequeñas mentes, trabajando y esforzándose, creciendo ante cada desafío. Y al final, el regreso. Unidos, a través de la Muerte, toos, para volver a ser Uno, miles de fragmentos de alma...

El Dios alza solemne la cabeza. Si su rostro fuera visible se podría decir que sonríe, pero eso es algo que no ha mostrado nunca ante los demás Dioses, excepto Adelphos, quién lo vió por orden del Cosmos. Dirige su atención hacia el líder, escuchando sus palabras, mientras las sombras que le rodean parecen aquietarse un poco.

Asura, Diosa de la Vida, muéstranos tu poder...

Sonríe satisfecha por la visión de Adelphos. Le gusta la idea, le gusta mucho... le entusiasma. Crear un mundo lleno de vida... de belleza: música. Felicidad y alegría... y sonrisas. Seres que buscarían su propio destino, que abrirían puertas y se les cerrarían otras, pero para seguir caminando... siempre adelante, hasta que... - Asura dirigió la mirada al Dios de la Muerte, Nerhu - él llegara para llevárselos, para que dieran paso a nuevas generaciones de Seres Pensantes... y seguro que habría guerras, y catástrofes - miró ahora a Melenunde y a Nerfedos - Inevitable , pensó.

Suspiró. Demasiadas diferencias entre los Dioses. A ella le gustaría crear unos Seres que no entraran en guerra, que no sufrieran daños... que bailaran y se divirtieran... y que fueran bellos como la oscura noche - observó a Eulme y le sonrió - pero sabía, demasiado bien, que extraño sería que los demás le permitieran crear una raza así... - miró a Arezos - ni siquiera ella sabía en qué tipo de Seres estaría pensando el Dios del Caos...

Pero Adelphos le habló. Y Asura volvió a sonreir. Sí, ahora tenía que hacer su trabajo... tenía que demostrar a los demás Dioses que si tenían que crear algo tenía que ser algo que crearan unidos, todos juntos... que por una vez en muchos siglos... se pusieran todos de acuerdo y dejaran las disputas de lado.

Había llegado la nueva era.

Asura se levantó y cerró los ojos... una música invadió la sala, y su voz retumbó en todo el palacio.

La canción que Asura cantaba era sumamente bella. Siempre que lo hacía era para deleitar los oídos de todos. Pero a pesar de ello y de que la música invitaba a sacar lo mejor de cada uno y a inspirarse para realizar un trabajo digno de ser admirado por el Cosmos, Ereymos experimentó una clara sensación de inestabilidad emocional. Asura cantaba con voz melodiosa, y la diosa del frío y de los vientos bajaba lentamente su blanca mirada para posarla sobre la mesa en su parte central, desde donde continuó deslizándose hasta quedar oculta en su regazo. Un amplio suspiro se desprendió de su pecho, provocando una bocanada de vapor de agua que se le escapaba de entre los labios y fosas nasales.

¡Era una diosa tan extraña! A veces –como en ese momento- taciturna, quizá cuando menos se lo esperaba de ella. Tan mental que rayaba lo extremo. Entonces salió de su ensimismamiento y les observó a todos y cada uno de ellos. Todos tan diferentes, tan dispares. Intentó hallar una paridad entre sí misma y los demás, y se encontró con que no encajaba con ninguno. Sólo con Adelphos y hasta cierto punto. Porque con él también tenía sus profundas diferencias. Ereymos se sentía en cierta forma al margen de la Creación. ¡Tanto tiempo había esperado ese momento! Quizá su desconcierto o incertidumbre eran por eso. Porque no creía que el tiempo de crear al fin llegara. Los rostros de los dioses lo decían todo. Hasta los de aquellos que sólo se dedicaban a continuar impasibles y sin expresión que denotara algo.

Giró su rostro en total silencio y miró el gran portal de entrada al salón que la separaba del resto del Gran Templo. Quiso levantarse y dirigirse hacia allí para retirarse a su soledad. Total… Nadie lo advertiría. Y si lo hicieran, tampoco sería la gran catástrofe. Sólo dirían: “Ahí va Ereymos, siempre distante…” Aunque lo deseara fervientemente no podía abandonar el salón. Era casi una falta de ‘protocolo’. Asura ya terminaba su hermosa entonación, llena de alegría y jocosidad, como siempre, tan jovial, tan llena de… vida. Y Ereymos, viva también, pero más… aletargada…

Adelphos en cuanto empezó a escuchar la dulzura de su voz, en vez de mirarla, cerró sus ojos, para navegar por la armonía, mientras sentía como cada uno de sus hilos silábicos, quedaban grabados en el exterior, y su principal creación ahora tenía un movimiento menos "caótico" para comenzar uno lento y armonioso.

Suspiro de gusto, de total agrado, porque sabía que su obra ahora estaba siendo impregnada de la belleza, ahora el exterior y su manto lumínico poseía ese glamour deseado por Adelphos...

Abrió sus ojos para observar la reacción de los demás, pero a la que primero observó fue a su mujer, y no la notó muy bien que digamos, él la conocía, pero esta vez estaba seguro que había una razón "especial" por la cual estar así...

Sin decir nada, se acercó un poco a ella, y tomó unas de sus heladas manos, y la aferró con una de las suyas... con este gesto deseaba transmitirle 'ese' mensaje de cariño y apoyo.

Su atención ahora radicaba en Ereymos, mientras de fondo la canción de Asura empezaba a dar sus últimos versos.

Tras la explicación de Adelphos, y al escuchar la melodiosa canción de Asura, para ponerle musica a las estrellas, las vió brillar con mas intesidad...
Nunca habia visto nada igual, seres que en un futuro podrían pensar por ellos mismos...seres...¿inteligentes?...
No sabia como actuar tras ver todo aquello..., era tan...

Aunque tambien sabia el caos que llevaria a aquella creación tan curiosa la simple existencia de odio y rencor...que los seres creados pudieran tener ideas, sentimientos e ilusiones...sueños..., como los dioses mismos, aunque no tan fascinantes...
El miedo de guerras y destrucción, era inevitable..., aunque..., al mismo tiempo, momentos de felicidad y alegria...
Pero en todo aquello habia algo especial...y fantástico..., que le hacia sentir bien, ver todo aquello creandose..., en ese mismo momento estaba viendo y presenciando el primer paso para que siguiera creciendo ese gran mundo...

Se dibuja una curiosa sonrisa en su cara...
Esto solo acaba de comenzar...
Parece tan..real...
Aunque al mismo tiempo maravilloso...
Habrían mil adjetivos para describir este momento tan grandioso de la história...

El firmamento termino de crearse, los chorros de luz de colores estallaron creando estrañas nebulosas y los puntitos brillantes irradiaban entre estas formando una imagen maravillosa y bella, la primera creacion, el firmamento, estaba listo, y las luces brillantes escondian el paradero exacto del templo del infinito el cual se camuflaba entre ellas como otro punto brillante si se observara desde la creacion que tenian que empezar los dioses, ahora que ya estaban escondidos, podian empezar.

Tras desplegarse todas las luces y dando lugar al firmamento, Durmeg tomó aire y contempló con sus diamantinos ojos lo que la maravillosa voz de Asura había hecho... Durmeg era mejor pensador que comversador, no tenia una voz tan dulce como Asura ni el liderazgo y el carisma de su hermano Adelphos, pero sintió la necesidad de compartir sus opiniones sobre el proyecto en voz alta, para empezar a decidir entre todos como seria tal mundo antes de crearlo y saber cual seria el trabajo de cada uno de ellos en el proyecto.

Se tapó la boca y tosió un poco antes de empezar a hablar (bien para aclarar la voz o para romper el silencio en la sala) e hizo oír su voz para todos los presentes:

Entre las miles de estrellas que brillan en el cielo esta nuestro templo, y los que en ella habitan tenemos que empezar a decidir cuales serán los pasos a seguir en La Creación mediante nuestros poderes innatos... dirige su mirada a Adelphos para dirigirse especialmente a él: Señor Adelphos, si le parece bien, sigamos pues con la reunión y hablemos un poco sobre esto, ya que el circulo de dioses a sido formado por esa misma razón... Sobre su ardiente creación aun no puede crecer vida, carece incluso de tierra fértil...

Durmeg toma una pequeña pausa aun mirando a su hermano y líder, para que Adelphos le de una respuesta confirmando o negando su petición ya que posee autoridad sobre ellos en el proyecto encomendado por El Cosmos.

Pese a que Melenunde no soportaba la musiquita que a sus hermanos tanto parecía gustar, debía admitir que doña dulzura había hecho un buen trabajo... eso es lo que importaba después de todo. ¿Pero por qué sus hermanas tenían que ser tan... empalagosas?

Asura se la pasaba todo el día cantando, por lo que fuera y de Drenas mejor ni hablar. Si soportar los canturreos de Asura y esa cuasi eterna sonrisa que traía dibujada en la cara le resultaba un bocado difícil de tragar, ver los eternos estados de meditación y ese andar por la vida con cara de yo no rompo eso, a la irascible Melenunde, le resultaba un bocado difícil de tragar, pero de la que no conseguía tragar con nada eran los eternos estados meditabundos de Drenas y esa, para ella, falsa postura de eterna paz en circunstancias que Melenunde conocía muy bien el carácter que Drenas tenía oculto.

Pensaba en esas cosas cuando Durmeg, como pocas veces, hizo oír su profunda voz y la diosa, una vez que éste hubo hablado, intervino.

-Si carece de tierra fértil entonces que Drenas le de vida ¿No se supone que ella es la diosa de la naturaleza?... entonces que se deje de tantas meditaciones absurdas y demuestre lo que sabe hacer.

Tras oir la proposición de Melenunde, aquella diosa que nunca se inmutaba por nada, tan fuerte e irrazonablemente brusca a veces, solo se dispone a sonreirle, divertida por tal comentario, sin dejar escapar unas risitas, quizás la diosa de la naturaleza se estaba divirtiendo de verdad al oirlo...

Se acerca mas a la mesa, dejandose llevar por un aire tranquilo, que quizás nunca antes habia sentido, con unos toques joviales y alegres, y se acerca poco a poco a la diosa.
A veces los comentarios de la gran diosa de la guerra le llegaban a molestar, aunque no necesariamente tenia que ponerse brusca ante tal situación, pensando, quizás, que aquella era su verdaderea naturaleza, la que nunca dejaria escapar, tener las ideas claras y tranquilas...

No dejando su tono suave y calmado le susurra unas pocas palabras al oido...

"¿Acaso te molesta, mi querida Melenunde? ^^
Mis meditaciones absurdas son de lo mas razonables..., porque..., las cosas...hay que pensarlas dos veces...- suelta otra carcajada antes de seguir...- antes de actuar...¿no crees? "

Le dirige otra sonrisa, esta mas amplia y divertida que al anterior y se sienta en su silla nuevamente.

Bueno - vuelve a alzar la voz, con su tono suave y calmado de siempre- quizás esa misión tendria que llevarla a cabo nuestro querido Durmeg, como dios de la tierra y los minerales que és, le convendria mas a el esto, se le ajusta mas a el, ¿no crees? - mira a Durmeg con su amplia sonrisa de antes y con su eterno toque de paz y calma.
Despues la sonrisa desaparece totalmente de su cara, volviendo a su calma y meditación, como si nada de lo ocurrido hubiera pasado nunca...
Se vuelve a apartar ese mechón rebelde de pelo que tanto le llegaba a molestar a veces de la cara, bruscamente.

Tengo que encontrar alguna solución para esto..., no puedo estar todo el tiempo tocandome el pelo..., me distrae totalmente...
Vuelve a mirar a Durmeg, esperando su respuesta.

Complacido con lo que hasta ahora sus vibrantes ojos observaban, escuchó atentó a su hermano, y luego lo que espetaba la Diosa Guerrera, se sonrió muy disimuladamente, al escuchar a Drenas...

-Así es... según mi sueño, la obra que mis sagrados pies sentían, era una mezcla suave-dura, realmente una obra de ambos... de Durmeg y Drenas...- solo comentó atando las visiones con los responsables...

-Dioses del Círculo, deseo que cada uno exponga sus deseos para con la creación, y como quieren intervenir, que quiere crear cada uno, y por qué, quiero saber incluso que piensan si es posible, Quiero que empiecen de mi derecha en ese orden respectivo...- el Dios deseaba saber lo que cada uno deparaba para la magna obra, y así el sería el director de esta concierto.

Dio un suave presión a la mano de su mujer, para que empezara ella...

-No sé realmente lo que deseo crear o hacer. No es algo que salga en un momento y así de simple. -Dijo. Interiormente se fastidió. No deseaba hacer público algo que ni ella misma tenía en mente.

Llegó a considerar que la disposición de Adelphos era hasta precipitada al querer saber en ese mismo instante lo que cada uno pensaba y deseaba hacer.

-Las cosas precipitadas llevan muchas veces a un mal fin. -En eso coincidía tal vez con Drenas. Era mejor pensar antes que existir... O crear. -No puedo decir qué es lo que deseo hacer. Además, es una desición a mi entender más que seria.

La realidad era que sentía muy propia y muy privada su decisión de crear algo que sea bueno. Pero se vio en la libertad de poder opinar sabiamente sobre la orden del dios consorte.

-Considero que antes de esbozar precipitadamente lo que cada uno desea hacer o aportar de sí mismo para la Creación, deberíamos pensar en qué es lo que ha nacido hasta el momento, estudiar esa lluvia de colores que hemos visto y el posterior 'inicio' de esa esfera oscura llena de hermosas luces. Y en base a ello, recién allí podrá imaginar cada uno en qué puede volcar todo su potencial. No podemos decir qué es lo que queremos, si no sabemos qué es lo que hay de nuevo allá afuera.

Recién cuando expresó esa idea, Ereymos recapituló y fue conciente de que era la primera vez que existía un verdadero 'afuera'.

Luego calló para dar turno al siguiente dios para que opinara.

El rostro del Dios del Fuego torno la dirección de sus ojos hacía Ereymos, y luego de sus palabras...

-Antes que siga el siguiente... Si Ereymos, precisamente, quiero saber que desea cada uno... para coordinarnos, para saber que pieza ira en que lugar, esto no es algo para tomarlo a la ligera y me parece que todos lo DEBERÍAMOS tener muy claro...-

Su mirada paseaba entre los allí presentes.

-Lo siento, pueden continuar...- (allí empezaban...)

Durmeg mira a la calmada Drenas, la cual le dedicaba una de sus sonrisas y estába a la pera a que le respondiera:

Querida hermana, cierto es que la tierra y los minerales se ajustarían a una descripción de mi como dios de tal poder... Durmeg levanta su mano alta la altura del pecho y, con la palma abierta hacia arriba, hace crecer diamantes que se unen los unos con los otros, como si de una planta que creciera e hiciera flor a gran velocidad se tratara. Puedo hacer con ellos cualquier cosa, crearlos de la nada y manipularlos... Mientras Durmeg esta hablando el diamante esta dando lugar a una cajita de diamante, muy simple pero que, gracias a la luz de Adelphos, crea 7 colores diferentes que brillan, dando tambien la sensación de encerrarlos en ella. Pero el verdadero merito no esta en eso ni en crear pequeñas piezas de artesanía, si no de emplearlas en su justa medida para crear un mundo donde se pueda vivir. Te pondré un ejemplo, mi querida Drenas... Sobre las duras rocas dudo mucho que la semillas de tu vida crezcan y echen raíces... Con esto quiero decir que tenemos que utilizar nuestros poderes con sabiduría, sin entorpecernos los unos a los otros. Durmeg sonríe con su gesto bonachón a Drenas. Como ya me conoceréis todos yo me tomo con mucha calma y seriedad cualquier trabajo que se me encomienda. Estoy entusiasmado con ello, eso no lo vayáis a dudar...

Para cuando Durmeg termina de hablar ya a perfeccionar la caja, se lo guarda en sus ropas y mira a Adelphos.

Eso es lo que al menos yo creo, Señor Adelphos. Si me pide que empiece a crearlo no me negaré, haciéndolo creo que me podría superar como "artista", pero preferiría hablarlo, quiero que sea del agrado de todos.

El siguiente en hablar es el Dios Arezos, a pesar de no ser su turno considera que ya ha estado suficientemente quieto y callado. Se levanta quedándose en pie con sorprendente equilibrio sobre lo que seria el respaldo de la silla.

-Es evidente lo que ahí que hacer, Adelphos ya ha contado la visión. Tenéis que crear tierra, tenéis que crear vida, belleza, elementos. Tenéis que crear quien pueda disfrutar de todo lo que se cree. Con sus propios pensamientos y sentimientos. Pequeños seres que sirvan para el deleite. Que luchen entre si, que se pierdan en su propio frenesí hasta la muerte jujuju….Así lo ha visto Adelphos, a sido designio del Cosmos que lo compartiera con nosotros y eso a hecho…Y así tenéis que hacer vosotros.
De pronto se quita su personal sombrero y lo deja caer del lado de la Diosa Melenunde con intención de que este quede sobre su cabeza. Pero antes de que este descienda el ágil Arezos ya esta tras la diosa de la guerra apoyando sus manos sobre sendos hombros.

-Y seguro que nuestra querida Melenunde me apoya…Más acción y menos meditar.

Aunque Asura no deja de sonreir, frunce el ceño ante la intervención de Melenunde y de Arezos.

Si no pensamos las cosas antes de crearlas... reinará el caos y la confusión. Y quizás es lo que queráis vosotros, pero la creación es algo que tenemos que crear entre todos, lo que significa... que con el resultado tenemos que estar todos contentos y enorgullecernos de lo creado.

No estoy diciendo que tengamos que meditarlo muy lentamente... pero sí que como mínimo, pongamos las ideas sobre la mesa y elijamos cuál es mejor o cómo es mejor. Tenemos que trabajar juntos.

Al final había dejado de sonreir, era una de las pocas veces que la Diosa de la Belleza no sonreía, que miraba a todos los Dioses a los ojos, firme.